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Cuadernos del Sur. Letras

On-line version ISSN 2362-2970

Cuad.Sur, Let.  no.32-33 Bahía Blanca  2003

 

Poetas visionarios y científicos poetas: el ensueño en algunas ficciones de E. L. Holmberg

Sandra Gasparini

Universidad Nacional de Buenos Aires

Resumen
Durante la segunda mitad del siglo diecinueve, la literatura argentina se enriquece con la publicación de historias fantásticas en que las que se plantean cuestiones y debates sociales que otros géneros no osan discutir. Cuando el paradigma epistemológico cae ante la difusión de las ideas positivistas y evolutivas, la literatura fantástica, que había excitado a lectores alemanes, británicos y franceses, fue capaz de introducir dentro del ambiente cultural argentino la posibilidad de leer la novedad del mundo moderno con otros modelos. Algunas publicaciones de Eduardo L. Holmberg, "Filigranas de cera" (1884), entre otras, incluyen, dentro de otros tópicos y procedimientos, la rêverie. Este típico género romántico constituye un mecanismo complejo dueño de un lenguaje apropiado para la liberación de lo irracional que, teñido con el conocimiento científico, sugiere un área de contacto entre el razonamiento deductivo y la creación poética. El artículo tomará en cuenta, entre otras cuestiones, las estrategias discursivas que provocan su aparición en la ficción fantástica de este autor con vista a incluir la rêverie como una nueva hipótesis sobre la realidad.

Palabras claves: Eduardo L. Holmberg; Naturalismo argentino; Ensueño ciencia y literatura.

Abstract
During the second half of the nineteeth century, the Argentine literature is enriched by the publication of fantastic stories in which the social process and debates that other genres do not dare to discuss arise. When the epistemological paradigm was destroyed by spreading the positivist and evolutionary ideas, the fantastic literature which had excited the German, British and French readers so much is able to stablish within the cultural Argentine enviroment the posibility of reading the novelty of the modern world with other patterns. Some publications by Eduardo L. Holmberg, such as "Filigranas de cera" (1884), among others, involve the reverie within other topics and procedures. This typical Romantic genre constitutes a complex mechanism with an appropriate language for the liberation of the irrational which, tinged with the scientific knowledge that was going around, suggests an area of contact between deductive reasoning and poetic creation. The article will take into account, among other questions, the discursive strategies that trigger his appearence in the fantastic fiction of this author with a view to including the reverie as a new hypothesis on reality.

Keywords: Eduardo L. Holmberg; Naturalism; Fantastic stories.

El sueño es una segunda vida. Yo no he podido nunca abrir sin estremecerme las puertas de asta o de marfil que nos separan del mundo invisible. Los primeros instantes del sueño son una imagen de la muerte (...) Luego, el cuadro va adquiriendo una forma. Una nueva claridad llena de luz nuestras visiones estrambóticas y juega con ellas; el mundo de los Espíritus se abre para nosotros. Swedenborg llama Memorabilia a estas visiones; pero él más bien se las debía al ensueño con más frecuencia que al sueño (Nerval, 1923: 7)

Con esta declaración de principios abre Nerval su novela Aurelia, escrita en 1855 aunque publicada después. A partir de la diferenciación genérica entre "ensueño" (rêverie) y "sueño" (sommeil) nos introduce en el área de los procedimientos románticos: la sintaxis del texto estará pautada por las distintas intromisiones del sueño en la vigilia y viceversa, o de las "visiones" (visions) en los sueños y, en esa celebración del imperio de lo irracional, se abren las puertas de la percepción. Atravesada tanto por los temas que en la segunda mitad del siglo XIX serán tópicos de la teosofía y el espiritualismo como por la mirada del paradigma científico sobre la locura, Aurelia es un texto de pasaje que sirve para pensar cómo se opera ese productivo cruce de saberes en la ficción fantástica de ese período en Argentina.

Durante los últimos veinticinco años del siglo XIX la literatura argentina se enriquece con la publicación de relatos fantásticos en los que emergen procesos y debates sociales que otros géneros no se atreven a discutir. Quebrado el paradigma epistemológico a partir de la difusión de las ideas positivistas y evolucionistas, la literatura fantástica, que tanto había inquietado a sus lectores alemanes, ingleses y franceses, instala en el campo cultural local la posibilidad de leer la novedad del mundo moderno desde otras claves. Algunas publicaciones de Eduardo L. Holmberg como El tipo más original (1878), "Filigranas de cera" (1884), y otras de Carlos Monsalve (Páginas literarias, 1881) involucran entre sus procedimientos y temas el del ensueño. Modo discursivo al que el romanticismo europeo había dado un sesgo propio, constituye un mecanismo complejo con un lenguaje propicio para la liberación de lo irracional que, matizado por los saberes científicos y pseudocientíficos circulantes, propone una zona de contacto entre el razonamiento deductivo y la creación poética. Como los relatos de frontera, constituye en sí mismo un intento de traducción de códigos diferentes. Consideraré, entre otras cuestiones, las estrategias discursivas que disparan su irrupción en algunos relatos de Holmberg, tendientes a configurar al ensueño como una nueva hipótesis sobre la realidad.1

De este mundo

..."yo creo que la imaginación humana no ha inventado nada que no sea real, en este mundo o en los otros"

(Nerval, 1923: 41)

Es sabido que la publicación, en 1970, de la Introducción a la Literatura Fantástica2 de Tzvetan Todorov (1995), provocó un torbellino de discusiones que duró hasta bien entrados los 80. Había planteado una lectura "estructural" del género y había establecido rasgos distintivos firmes, retomando otras propuestas críticas. Una de sus sugerencias más rechazadas es la del tercer "requisito" del fantástico (la imposibilidad de efectuar una lectura alegórica y poética, para conferirle así especificidad). Christine Brooke-Rose (1981), entre muchas otras voces críticas que retoman la hipótesis de Todorov, propone, en sentido inverso, que este género es el desarrollo moderno de la alegoría medieval. Tendría niveles de lectura no jerarquizados y estaría sostenido constantemente en la tensión de la paradoja, características que ya no comparte con la alegoría medieval, aunque en ella tampoco, propone Brooke-Rose, es posible reducir la lectura a dos niveles, a riesgo de restarle complejidad. El medieval dream vision (donde Chaucer y Langland escribieron páginas memorables de la literatura inglesa) trabajaría precisamente con el final o despertar truncado del sueño que Todorov releva en ciertos relatos típicos del fantástico extraño en contraposición al fantástico puro. Por otra parte, se ha estudiado este tema en la literatura medieval española considerando que el cristianismo de ese período estableció una distinción entre el ensueño relevante, trascendente o de origen divino (ensueño revelador, admonitorio o premonitorio) y el resto de las experiencias oníricas, intrascendentes, cuando no negativas, perversas o demoníacas (Beltrán, 1998).

En algunos relatos de E. T. A. Hoffmann, de quien Holmberg era asiduo lector, pueden leerse, como residuales, "sueños que llevan a la perdición" (y que son probables "engaños de Satanás") a la vez que ensueños que revelan, en clave simbólica, una minuciosa lectura de acontecimientos diurnos que en la vigilia no se encadenan en una lógica natural2. La variedad de textos que exploran este "subgénero" onírico es, como puede observarse, indicio de que no se trata de una preocupación solamente moderna, dado que se remonta, por lo menos, desde la tradición bíblica. Sin embargo, el uso que hace Holmberg en sus ficciones está profundamente ligado al proceso de modernización en la Argentina.

Poetas visionarios

Es evidente que con la heterogénea estética romántica europea el sueño comienza a ocupar un lugar privilegiado como proveedor tanto de una técnica de escritura como de una zona textual donde irrumpe lo irracional con toda su fuerza. Retomado de la filosofía de la segunda mitad del siglo XVIII y de las tradiciones místicas, es objeto de intensas discusiones que ya entonces pretenden reducirlo a la escala de un "fenómeno natural, explicable", (Béguin, 1978: 27). Más tarde, los escritores franceses del Club del Haschisch (entre los que se encontraban Gautier, Baudelaire y Nerval) acuden a menudo al "estado de ensueño" para explicar cómo escribieron. Sueños, visiones oníricas, ensoñaciones funcionan como puntos de fuga que conectan al poeta con otro lenguaje y con otras dimensiones de la realidad, que parece fragmentarse. Georg Lichtenberg, en otro contexto, escribe: ... "me sucede muchas veces que en sueños recibo informes de un tercero: es simplemente la reflexión puesta en diálogo" (Béguin, 1978: 44).

Nada más lejos del naturalista y profesor Holmberg, sin dudas, que un poeta maldito perdido en un fumadero de opio o en la mansión Pimodan. Sin embargo, lo que emerge como lectura de apropiación en algunos de sus textos literarios es la irrupción del mundo onírico en el ámbito supuestamente aséptico de la ciencia. Y nada más cercano, parecería plantear Holmberg, que las esferas científica y literaria: ambas trabajan sobre la realidad, parten de ella para leerla y descifrarla en un lenguaje específico, diferente del cotidiano.

Científicos poetas

"Erdosain, gozoso en el ensueño, en parte hecho plástico, por los espacios de tiempo e imágenes reconstruidas a expensas del gran señor invisible (...) soslayaba ciertas construcciones ininteresantes de su imaginación y se restituía a la calle, aunque en la calle se encontraba" (Roberto Arlt, Los siete locos).

El tipo más original (Holmberg, 2001), novela inconclusa que Holmberg publica en entregas entre 1878 y 1879 reflexiona, entre otras cosas, sobre el papel del Estado en la regulación de los roles del científico. Texto fundacional en su hibridez genérica, ubicado en la periferia de los 80, con los que sueña, parodia las relaciones entre académicos en la Argentina de mediados de los 70. Elige situar la trama en Curlandia, región de Rusia donde mora el zoólogo Burbullus, por varias razones que aquí no desarrollaré. Baste recordar, de todos modos, el extrañamiento que provoca en el lector el uso de un marco exótico, estrategia que busca generar una reflexión sobre el referente histórico contemporáneo a la producción del texto: es un procedimiento del que echará mano frecuentemente la ciencia ficción.

El profesor Burbullus condensa en el tipo... todos los rasgos del científico que la modernidad debe dejar atrás. En diálogo con el protagonista de la novela, Kaillitz (naturalista argentino encubierto que simula ser un lego), el zoólogo curlandés no hace otra cosa que poner en circulación teorías enunciadas con absoluta tozudez y desligadas, en opinión de su interlocutor, del rigor científico que requiere el positivismo. Hay dos escenas que quiero recortar. La primera es el extenso diálogo entre Kaillitz y Burbullus sobre la "creación de un sueño"; la segunda es el ensueño de Kaillitz luego de beber cerveza.

En la primera, el sueño como objeto de la fisiología es el tema de conversación entre ambos. Burbullus desarrolla en un lenguaje de divulgación científica su teoría al respecto: el sueño es un "fenómeno vital", un "alimento". El profesor pretende "crear un sueño" semejante a la parálisis provocada por la hemiplejía y poder así "dormir por mitades": "Un ojo, el del lado dormido, dormirá; y el del lado no dormido estará abierto e insomne, sucediendo otro tanto con los demás sentidos" (Holmberg, 2001: 64). El desarrollo de la teoría será refutado por Kaillitz, que no puede entender cómo Burbullus explica la mecánica de los nervios, lo cual lo lleva a dudar sobre la cordura del "sabio". Más adelante, el ejercicio continuo al que el curlandés somete a su teoría en carne propia, tendrá diversas aplicaciones, entre las cuales se cuentan las de espionaje y simulación3 vinculada a la conjura de los sabios de la que probablemente será víctima. La teoría sobre la mecánica de los nervios y sobre la conspiración de académicos se entrecruzan en la mirada paranoica del final el folletín.

El correlato de esta pequeña polémica casera dentro de la literatura llega años después (1884) y en otra publicación periódica, La crónica, de los hermanos Gutiérrez, de la que Holmberg es redactor científico. En la crónica "La ciencia sensacional. Hechos extraños. Fenómenos trascendentales" (Holmberg, 2001)4, en el marco de la divulgación y ahora fuera de la lógica de la ficción, la división del rostro en dos hemisferios independientes se constituye en prueba irrefutable de la "dualidad cerebral". La ficción ha funcionado, en este caso, como laboratorio de experimentación para "educar" al público y la divulgación: como legitimadora.

La segunda escena de El tipo... involucra a Burbullus, Kaillitz, Bachkind, Niffleis y su Lapón, comprometiendo una serie de reflexiones sobre la propiedad estatal y la propiedad privada. Niffleis le envía al profesor tres cajas con insectos coleccionados por él, aunque Burbullus sólo reconoce haber recibido dos de manos del Lapón, ayudante de su adversario académico. El saqueo impune de la tercera caja con insectos por Burbullus y Bachkind, del cual es testigo Kaillitz, señala los límites peligrosos de la propiedad intelectual en la tarea del científico, además de reclamar al Estado como mediador entre las pasiones personales. Luego de una agotadora jornada en la que el naturalista porteño acompaña al "original" curlandés a una excursión por Mittau, e inmediatamente después de la discusión entre Burbullus y Niffleis sobre la entrega de las cajas, irrumpe en Kaillitz el ensueño, preludiado por la provisión de una docena de botellas de cerveza. El lenguaje se vuelve rico en adjetivos y exhibe una retórica alejada de las marcas de cotidianeidad que venían predominando en los diálogos anteriores. Los verbos ligados a la percepción abundan y prevalecen la lógica de los desplazamientos, la contigüidad y la dislocación de las relaciones causales: Kaillitz "veía", mezclando los restos diurnos con los "tiempos mitológicos de Laponia", mares de cerveza y montañas de tocino, miríadas de Burbullus gritando a otros tantos Niffleis su descabellada teoría de las "dos mitades", seguida de otra "visión" en la que se reproduce el robo de la tercera caja. En registro poético y absolutamente consciente de las mediaciones y convenciones que tienen lugar en el ensueño, Kaillitz narra en clave simbólica el carácter subjetivo de la rivalidad entre los académicos, que hace peligrar la construcción (científica) de una Nación moderna. La oscuridad y la niebla separan este microrrelato del resto del capítulo: "Entonces, no veía nada". El relato hace un viraje inesperado al presente ("despierto", "me pongo de pie") y de inmediato pone de relieve el carácter de lectura de un original que es el ensueño. Frente a Kaillitz están las cajas reales, diferenciables de las oníricas tan sólo por una operación verbal: si al ensueño le corresponde en el relato el pretérito imperfecto, durativo, a la vigilia le corresponde el presente del indicativo, puntual ("veo" dos cajas, o al "verdadero profesor Burbullus"). El estado de suspensión que caracteriza al ensueño tiene también un soporte verbal.

La multiplicación aberrante de los dos académicos en el ensueño de Kaillitz no es sólo la escenificación de una de las diversas formas de proliferación de reflejos en el texto sino que, al igual que en Hoffmann, el ensueño funciona como segunda lectura (lúcida) de la vigilia. No se trata de la única irrupción del mundo onírico en la novela. Más adelante, luego de haber escuchado una noche la lectura que le hace el profesor Burbullus de un extenso poema propio -que exhibe típicas marcas de la estética romántica-, Kaillitz despierta al día siguiente confundiendo las imágenes poéticas con las "figuras fantásticas" que se formaban por la entrada débil de la luz en su habitación.

En "Filigranas de cera" (Holmberg, 2000) sueño y ensueño aparecen vinculados a otra clase de saber. El dr. Tímpano no quiere abrir los ojos (Burbullus también quiere controlar esta función) porque "había tenido un sueño de especialistas; sueño de laringes cancerosas, de papilas atrofiadas y retinas desprendidas, de tifoideos perforados, de sordos con cilindros de cerumen más gruesos que el túnel del monte Cenis" (Holmberg, 2000: 65). Al sueño le sigue una especie de resaca del sueño: el dr. Tímpano insiste en "continuar mirando las imágenes del sueño (...) fugitivas y ya próximas a desvanecerse". Este sueño disparador que abre el relato funciona como condensación del problema que deberán enfrentar tanto el científico como su amigo, el narrador: la verosimilitud.

El dilema del dr. Tímpano reside en la ausencia de pruebas tangibles, mensurables, observables. Ha soñado y en esa extraña acumulación de imágenes que sólo le ha sido revelada a él, ha "mirado" el bosquejo de su teoría, que luego deberá textualizar y más tarde demostrar según las exigencias del paradigma de la ciencia experimental. Deberá probar cómo "se organiza en pautas y signos la mucosidad del oído que, con las otras sustancias, forman el cerumen" y cómo se pueden reproducir luego esos sonidos acumulados. El otólogo cuenta con el marco de un creciente desarrollo de la acústica y Holmberg, como redactor científico de La crónica, donde se publica el folletín,5 cuenta con sus columnas de divulgación científica para ganar esta batalla contra la incredulidad. Mientras que en El tipo más original el zoólogo Niffleis, profesor de la Universidad de Arcángel, carecía de "elementos que son indispensables para poder profundizar esta ciencia" y, en consecuencia, "tuvo que llenar con palabras los vacíos que dejaban los objetos que faltaban" (Holmberg, 2001: 100)6], el dr. Tímpano, en cambio, debe ir a la caza no de "comprobantes fundamentales" que el incipiente desarrollo tecnológico le brinda (cámara fotográfica, fonógrafo, microscopio) sino de procedimientos verosimilizadores. La escritura de la conferencia se presenta, además, como el producto de una inspiración poética, concepto clave de la estética romántica: "Mi trabajo no está escrito pero estoy tan posesionado (...) que no dudo brotarán las páginas, tan perfectas como una filigrana de tinta" (Holmberg, 2000: 81). Y dentro de "Filigranas"..., una fantasía científica -género inestable que se rearticulará después en otros "géneros menores"- tenemos a un otólogo jugando el juego del escritor: se trata de planificar una teoría (ficción) creíble, de pensar en la recepción como factor determinante en la aceptación de lo nuevo, cuestión que aparece dramatizada en las drásticas y humorísticas acotaciones del auditorio. Consideración peculiar si tenemos en cuenta el profundo gesto de intervención que hace Holmberg como redactor científico del periódico: por un lado apuesta al papel fundamental de la circulación de la información, por otro desconfía de su poder transformador. La ficción funciona, sobre todo en estos dos textos de Holmberg, como punto de intersección entre la divulgación, la intervención en los hábitos de los lectores y el goce estético. La insistencia en la enseñanza del idioma alemán en las escuelas secundarias entendida como motor de progreso científico aparece insertada en el relato casi toscamente y está en consonancia con un artículo sin firma que publica el diario el mes anterior ("La enseñanza del alemán", 1/3/1884). Inversamente, dos crónicas científicas de 1884 sobre la posibilidad de "dormir por mitades", son precedidas por su parodia en El tipo más original (1878).

El rechazo más fuerte de la teoría del dr. Tímpano se cifra en el momento que explicita el origen onírico de su descubrimiento, lo cual desencadena que los neurólogos presentes en la conferencia hablen de "epilepsia larvada" y vinculen esa confesión con la locura. La defensa del "ensueño", como ahora lo denomina el conferencista, es clara: "Una preocupación (...) sobre un punto dado y cuando todo es oscuro, puede iluminarse repentinamente en un ensueño, resolverse los problemas más intrincados y [comprobarse] luego por una experimentación metódica" (Holmberg, 2000: 88). Paradójicamente, esa zona nocturna entronizada por los escritores románticos echa luz sobre la verdad científica, aunque tanto el auditorio como la prensa dictaminan la locura del dr. Tímpano. Se hace entonces la pregunta ética que a menudo asalta a los científicos de las ficciones fantásticas y de ciencia ficción: ¿qué se hace con ese saber? ¿es conveniente que todos sepan?

Seguramente, Holmberg habrá tenido presente cuando escribió "Filigranas" el descubrimiento de la cadena del benceno, en un sueño, por Kekulé7. Este episodio, tantas veces narrado en la historia de la ciencia, remite a la cuestión de la "serendipia" o "serendipity", es decir, el descubrimiento accidental de algo no buscado. Así, los descubrimientos de la penicilina, el velcro, el teflón o la dinamita, son ejemplos de "serendipia", dado que sus descubridores no estaban buscando en absoluto esos hallazgos. El descubrimiento del benceno, sin embargo, tiene otro carácter ("pseudoserendipia"8), porque Kekulé, efectivamente, estaba buscando la resolución de su teoría. Al menos en los relatos que circulan sobre el asunto, se encontraba agotado, como el dr. Tímpano, a consecuencia de una sostenida meditación acerca de una solución al problema, por lo cual se quedó dormido. Más que azar, ya hay un camino trazado: sólo falta legitimar el poder de la imaginación y someter ese lenguaje hecho de imágenes, de condensaciones y desplazamientos al rigor de la prueba. ése es uno de los rasgos genéricos del ensueño en las ficciones fantásticas.

La alquimia del sueño

De las clases de ensoñaciones con las que trabaja Bachelard (2000) en La poética de la ensoñación la que más se acerca a las que hemos leído en los textos de Holmberg es la ensoñación alquímica. Pensando en Jung y su Psicología y alquimia, Bachelard escribe que, en su laboratorio, "el alquimista expone sus ensoñaciones a la experiencia". Se trata de "ensoñaciones trabajadas", que aspiran a ser pensamientos. En ese sentido, la experimentación que opera Holmberg con la literatura argentina, en la periferia del paradigma científico europeo y en los bordes del fantástico -un género que él reescribe y funda en su forma rioplatense-, tiene su ensayo miniaturizado en el ensueño.

Notas

1 El Diccionario de usos del Español de María Moliner consigna dos acepciones para esta palabra: "«Sueño». Cosa que se imagina mientras se duerme" e "«Ilusión». Suceso cuya realización se desea y en que se piensa con placer. Cosa placentera en cuyo pensamiento se recrea uno."
2 Ver "Datura fastuosa", "La casa vacía" y "El magnetizador", entre otros cuentos.
3 Burbullus decide simular dormir para sorprender al enemigo.
4 En La Crónica, 18/2/1884, se lee: "Pero un hombre que se ríe con la mitad de la cara y se entristece con la otra, que con un ojo está alegre y con el otro sombrío, cuya mitad de su boca expresa el abatimiento cuando la otra mitad expresa un sentimiento risueño, es algo tan nuevo y tan extraordinario como para causar una revolución en las ideas, para preguntarse si la ciencia que hoy nos lleva al materialismo, no presenta una prueba, al dominio de los sentidos, visible y palpable de que la unidad espiritual del alma no existe, al mismo tiempo de que la dualidad cerebral es un hecho que se ve." (Holmberg, 2001: 174).
5 7/4 al 12/4 de 1884.
6 Niffleis escribe un discurso sobre el topo europeo que está estructurado no sólo sobre una lógica antitransformista -y por eso criticada por sus lectores tardíos y furtivos- sino sobre la desconexión de causas y consecuencias y cargado de una retórica más propia de la mala poesía que de una conferencia científica.
7 El químico alemán Friedrich August Kekulé von Stradonitz dedujo en 1865 la fórmula del benceno a partir de sus sueños. En un primer sueño, Kekulé vio que los átomos formaban una cadena, lo que lo llevó a pensar que algunos átomos de carbono podían unirse formando una cadena y que incluso podrían fusionarse con otro tipo de átomos. En un segundo sueño, una serpiente se mordía la cola, lo que le sugirió que el benceno podría tener una estructura cíclica, con los seis átomos de carbono formando un anillo (Barciela, 2001). Debo esta valiosa sugerencia a Mariano Holot.
8 "Serendipia", Glosario, disponible en www.cienciaficcion.com.

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recibido: 9 de mayo de 2002
aceptado para su publicación: 25 de junio de 2002