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Cuadernos del Sur. Filosofía

versión impresa ISSN 1668-7434

Cuad. Sur, Filos.  n.34 Bahía Blanca  2005

 

Símbolo y comunicación: la reflexión del lenguaje en la Crítica de la facultad de juzgar

Daniel Leserre

CONICET- Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires
E-mail: dleserre@interlink.com.ar

Resumen
El presente trabajo se propone: 1) señalar los rasgos centrales de la concepción del símbolo y la comunicación tal como aparecen en el desarrollo de la facultad de juzgar reflexionante estética, concepto teórico articulador de la primera parte de la Crítica de la facultad de juzgar; 2) sugerir que la apreciación de Gadamer de que el "análisis lógico del concepto de símbolo" llevado a cabo en el § 59 de la Crítica de la facultad de juzgar es "uno de los más brillantes del pensamiento kantiano" puede ser ampliada también al concepto de comunicación; y finalmente, 3) destacar cómo Kant, al elaborar ambos conceptos, explicita una reflexión sobre el lenguaje desde el punto de vista trascendental. De este modo el juicio estético reflexionante abre un capítulo de la perspectiva crítica que puede ser proyectado como un modelo para la comprensión de la diversidad lingüística y cultural. Pero esta diversidad, en tanto orientada por las ideas estéticas no es meramente empírica sino, precisamente, ideal.

Palabras claves: Kant; Comunicación; Facultad de Juzgar Reflexionante.

Abstract
This paper intends: 1) to identify the central features of the concept of symbol and communication as to they are presented in the 'Critique of Aesthetic Judgement', first part of The Critique of Judgement; 2) to suggest that Gadamer's positive evaluation on the Kantian concept of symbol can be further applied to the Kantian concept of communication; 3) to underline how Kant, working out both concepts, makes explicit a transcendental reflection on language. Thus, the reflective aesthetic judgement projects a model as to the understanding of linguistic and cultural diversity, which are not merely empiric but ideal.

Key words: Kant; Communication; Reflective Judgement.

Los doscientos años de la publicación de la Crítica de la facultad de juzgar dieron lugar a una renovada consideración de su múltiple relevancia. En ese contexto se ha señalado que cuando se le asigna a la Crítica de la facultad de juzgar el lugar que le corresponde en la arquitectura de la filosofía crítica, la filosofía de Kant aparece "más coherente, sutil y adecuada" (Parrett, 1998: viii). Esta apreciación puede ser justamente confirmada en el caso del "problema del lenguaje en Kant", expresión que sirve para identificar una discusión acerca del lugar y valor del lenguaje en la filosofía crítica que se inicia ya con la publicación de la Crítica de la razón pura (Leserre, 2001-2003: 101-121).

Los análisis del símbolo y la comunicación en la "Facultad de juzgar reflexionante estética" en la Crítica de la facultad de juzgar ofrecen un aspecto central de la contribución de Kant a la consideración sobre el lenguaje en el contexto conceptual y terminológico propio de la filosofía crítica. En este contexto el concepto de reflexión sirve para caracterizar la perspectiva teórica de Kant respecto del lenguaje: la "reflexión (reflexio) no se ocupa con los objetos mismos" sino que se refiere a "las condiciones subjetivas bajo las cuales podemos obtener conceptos", ella es "la conciencia de la relación que existe entre representaciones dadas y nuestras diferentes fuentes de conocimiento" (Kant, 1787: 316). "Reflexión sobre el lenguaje" identifica entonces la perspectiva teórica sobre el lenguaje, específica de la filosofía crítica y previa a la constitución de la filosofía del lenguaje como disciplina autónoma con posterioridad a ella. Además, en el concepto de reflexión se halla presente como tal la perspectiva metódica trascendental, propia de la filosofía crítica. "Trascendental" designa: "todo conocimiento que se ocupa en general no tanto con objetos sino con nuestro modo de conocimiento en tanto éste debe ser posible a priori" (Kant, 1787: 25). De allí se ha concluido que en el sentido kantiano del término, podrían ser denominados trascendentales, junto a las formas puras de la intuición, solamente aquellos conceptos bajo cuyo supuestos puede pensarse que las cosas, universalmente y en cuanto tal, pueden llegar a ser objeto de conocimiento (Pinder, 1986: 1-40). En este mismo sentido, pero dando lugar a la perspectiva abierta por la Crítica de la facultad de juzgar, se lee en ella: "Un principio trascendental es aquel a través del cual es representada a priori la condición universal solamente bajo la cual las cosas pueden llegar a ser en general objetos de nuestro conocimiento" (Kant, 1799: XXIX) 1.

El presente trabajo se propone: 1) señalar los rasgos centrales de la concepción del símbolo y la comunicación tal como aparecen en el desarrollo de la facultad de juzgar reflexionante estética, concepto teórico articulador de la primera parte de la Crítica de la facultad de juzgar; 2) sugerir que la apreciación de Gadamer de que el "análisis lógico del concepto de símbolo" llevado a cabo en el § 59 de la Crítica de la facultad de juzgar es "uno de los más brillantes del pensamiento kantiano" (Gadamer, 1972: 71) puede ser ampliada también al concepto de comunicación; y finalmente, 3) destacar cómo Kant, al elaborar ambos conceptos, explicita una reflexión sobre el lenguaje desde el punto de vista trascendental.

1. Símbolo, analogía y lenguaje

Símbolo y comunicación representan un doble aspecto del juicio desde la perspectiva trascendental. La teoría trascendental del juicio, desarrollada con vistas al juicio de conocimiento en la Crítica de la razón pura, es el punto de partida del análisis de la Crítica de la facultad de juzgar, en tanto el juicio de conocimiento es incluido en la contraposición entre el juicio determinante y el reflexionante (Kant, 1799: XXV-XXVI). Símbolo y comunicación forman parte de la teoría del juicio desde este nuevo punto de vista abierto en la tercera crítica y son con ello momentos de una única argumentación. Asimismo, dentro de dicho contexto, remiten en una doble dirección, respectivamente: a los objetos y a la relación entre sujetos.

La concepción kantiana del símbolo forma parte de su doctrina del simbolismo, la cual se desarrolla a partir del esquematismo y en forma paralela a él. El problema que da origen a esta relación puede ser identificado en el siguiente pasaje:

"Para exhibir la realidad de nuestros conceptos se exigen siempre intuiciones. Si los conceptos son empíricos, entonces llámanse las intuiciones ejemplos; si son conceptos puros del entendimiento, llámanse esquemas; si se pide que se exhiba la realidad objetiva de los conceptos de la razón, es decir, de las ideas y ello para el conocimiento teórico de las mismas, entonces se desea algo imposible porque no puede, de ningún modo, darse intuición alguna que les sea adecuada" (Kant, 1799: 254).

La determinación teórica del concepto de simbolismo se halla en la mutua relación entre concepto e intuición. Pero precisamente tal es el problema del posible significado de los conceptos. Desde la perspectiva trascendental las formas de procurarles significado a éstos son, precisamente, esquematismo y el simbolismo. La doctrina kantiana del esquematismo surge, en primer término, como respuesta al problema clásico de la relación entre entendimiento y sensibilidad; el esquematismo es, en tanto p6roducto de la imaginación, el modo de relacionar entendimiento y sensibilidad. El esquema es "un procedimiento universal de la imaginación" a través del cual "se le suministra a un concepto su propia imagen'' (Kant, 1787: 179). El simbolismo desempeña una función semejante al esquematismo, su importancia como concepto teórico se muestra resaltada a través de este paralelismo. Desde el punto de vista de su función mediadora entre concepto e intuición la caracterización que acabamos de hacer del esquematismo se aplica al simbolismo.

Concepto e intuición pueden relacionarse, entonces, de diferentes modos según el tipo de concepto del que se trate y de la forma según la cual se le brinde intuición al concepto. En el caso del esquematismo al concepto originado en el entendimiento le es dada a priori una intuición correspondiente; mientras que en el simbolismo, el concepto originado en la razón no encuentra intuición sensible alguna que pueda corresponderle. Dada esta carencia de una intuición correspondiente que pueda ser subordinada al concepto por medio del esquema, la facultad de juicio procede entonces de una manera analógica. En el procedimiento analógico un concepto es referido a su posible objeto pero, en ausencia de una intuición correspondiente, esta referencia tiene lugar a través de otro concepto, al cual sí le es dada una intuición. Este tipo de representación simbólica es intuitiva y no discursiva. Por ello, si bien en ciertas ocasiones Kant emplea el término "símbolo" en un sentido general 2, aquí aparece en su determinación específica como presentación, aun cuando indirecta, de un objeto. En este sentido, afirma Kant que "símbolo" en el sentido aquí tratado difiere del "admitido por los lógicos modernos" (Kant, 1799: 255), puesto que para ellos símbolos son meros caracteres, es decir, designaciones de los conceptos por medio de notas sensibles que los acompañan. Como meros caracteres (palabras, signos algebraicos o gestos) no contienen nada que pertenezca a la intuición del objeto sino que sólo sirven a los conceptos como medio de reproducción según la asociación de la imaginación, por lo tanto, en intención subjetiva, son meras expresiones para los conceptos (Kant, 1799: 255). La representación simbólica es, como dijimos, intuitiva. La exhibición intuitiva de una representación puede ser entonces intuitiva en sentido propio o simbólica. Ambas son exhibiciones en todo el sentido del término, esto es, formas de presentar un objeto. Por referirse indirecta pero efectivamente a intuiciones, el procedimiento simbólico es considerado como una forma de conocimiento intuitivo que se opone al discursivo; y el símbolo es una forma de exhibición indirecta que no por ello deja de ser intuitiva. Ello diferencia claramente al concepto de símbolo del de signo3. En este contexto, entonces, lejos de "caracterizar la razón abstracta, el símbolo pertenece a la manera intuitiva y sensitiva de aprehender las cosas" (Todorov, 1977: 236).

"Todas las intuiciones que se ponen bajo conceptos a priori son esquemas o símbolos de los cuales los primeros contienen exhibiciones directas del concepto, los segundos indirectas. Los primeros hacen esto demostrativamente; los segundos por medio de una analogía (para la cual también se utilizan intuiciones empíricas)" (Kant, 1799: 256).

Los símbolos contienen exhibiciones indirectas por medio de la analogía. El símbolo adquiere de este modo significado en relación con lo que puede pensarse a partir de él, a partir de lo que puede "verse" en él. Ello puede ejemplificarse a través de la observación kantiana respecto de la palabra "demostrativamente" (demonstrativ). Indica Kant que la emplea manteniendo, al menos parcialmente, el "significado de la palabra" según el cual "demostrar (ostendere, exhibere)" significa simultáneamente exhibir un concepto en la intuición (Kant, 1799: 241). De este modo, Kant indica el carácter sensible del símbolo. En este sentido el simbolismo desempeña una función semejante al esquematismo. En el simbolismo se produce también una relación entre entendimiento y sensibilidad por medio de la imaginación, pero aquí por medio de la analogía. El modo de proceder en la forma simbólica de esquematizar se ve particularmente ilustrado por la analogía. La representación analógica se funda en la función de la capacidad reflexionante de juzgar (mientras que el esquematismo se realiza en la función determinante). En ella la capacidad de juzgar ejecuta una doble operación; en primer lugar aplica el concepto al objeto de una intuición y, en segundo término, yendo más allá de ésta, emplea la regla de la reflexión, aplicada en el primer caso, a otro objeto completamente distinto del cual el primer concepto es sólo un símbolo. El lenguaje como tal se configura según este procedimiento que relaciona concepto e intuición:

"Nuestra lengua está llena de semejantes exhibiciones indirectas, según una analogía, en las cuales la expresión no encierra propiamente el esquema para el concepto, sino un símbolo para la reflexión. Así, las palabras fundamento (apoyo, base), depender (ser tenido desde arriba), fluir a partir de (en vez de seguirse), substancia (el portador de los accidentes según se expresa Locke) e innumerables más, no son hipotiposis esquemáticas, sino simbólicas y son expresiones para conceptos, no por medio de una intuición directa, sino sólo según la analogía con la misma, es decir según la translación de la reflexión, de un objeto de la intuición, a otro concepto totalmente distinto, al cual quizá no pueda jamás corresponder una intuición" (Kant, 1799: 257).

Kant ilustra el funcionamiento del lenguaje a través de ejemplos del léxico filosófico. En la palabra "fundamento" se sugiere la imagen de apoyo, de base; en "depender" la de estar sostenido. La palabra "sustancia" induce la imagen del portador de algo. El lenguaje entonces, en tanto simbolismo, cumple con la función de volver sensible al concepto; brinda, por medio de imágenes asociadas analógicamente, un acceso a los conceptos. En tanto exposición simbólica el lenguaje brinda al concepto aquello que la razón sólo puede pensar: una integración específicamente estética a través de la determinación analógica del concepto. El lenguaje como tal suministra imágenes en las cuales se manifiesta lo inteligible. Con ello se brinda la identificación de una función del lenguaje ya no meramente "intralingüística", la relación entre signos a través de la asociación, sino referencial. De este modo, el empleo analógico del lenguaje ejemplifica la función de producir significado del símbolo, la cual aparece aquí en el marco de la idea de una determinación inteligible del ser humano, a la cual se arriba a través de la "belleza como símbolo de la moralidad" (Kant, 1799: 258). El simbolismo enfoca el lenguaje desde el punto de vista de la posible significación de los conceptos, aun cuando ésta sólo pueda ser indirecta. Reiterando, para concluir, el símbolo adquiere de este modo significado, en relación con lo que puede pensarse a partir de él, a partir de lo que puede "verse" en él. El símbolo pertenece no sólo al dominio del logos, sino también al de la realidad sensible, puesto que "no tiene su significado en la relación con otro significado, sino que su propio ser sensible tiene significado. Es, de un modo primordial aquello donde se puede conocer algo otro" (Gadamer, 1972: 68). En él tiene lugar una "interconexión metafísica entre lo visible y lo invisible" (Gadamer, 1972: 69). Al ubicarse en el plano intuitivo, el símbolo se ubica y prosigue la posible referencia al objeto, pero en tanto analogía expande esta presencia, más allá de los límites de los directamente perceptible, a lo que puede pensarse por medio del juicio reflexionante y deja, a partir de ello, abierta la posibilidad de comunicar las perspectivas desde las cuales esta expansión es percibida.

2. Juicio de gusto y posibilidad de comunicación

En tanto a través del símbolo no se llega a establecer una realidad objetiva para nosotros, sino indirectamente una forma de intuición por medio de una analogía, queda abierta la posibilidad de perspectivas respecto de lo que es, así como queda abierta la posibilidad de comunicación de las mismas. "Comunicación" debe ser comprendida aquí en su valor trascendental, no es en este contexto un concepto estrictamente lingüístico y menos aún, empírico. Desde el punto de vista de la argumentación crítico-trascendental referida al lenguaje con el concepto de comunicación la Crítica de la facultad de juzgar retoma la cuestión allí donde la había dejado la Crítica de la razón pura: "Nada puede ser universalmente comunicado más que el conocimiento y la representación en cuanto pertenece al conocimiento." (Kant, 1799: 27). En la Critica de la facultad de juzgar la discusión del juicio de conocimiento da paso a la discusión de la posible objetividad del juicio estético. En este caso, en tanto el juicio estético pretende una universalidad y necesidad para todo sujeto, también requiere una deducción, es decir, una legitimación que descanse en un principio a priori. El resultado no es, precisamente, la objetividad, puesto que "el juicio de gusto determina su objeto", no ya como objetivo sino "como si fuese objetivo" (Kant, 1799: 136). Aquí la "intuición" está dada por la imaginación que "esquematiza sin concepto" (Kant, 1799: 146). La comunicación, en consonancia con ello, es analizada desde el punto de vista de la posible comunicación de las ideas estéticas, las cuales no pueden ser integralmente expresadas por ningún lenguaje. Para precisar el límite de la posible expresión de las ideas estéticas conviene explicitar la noción de expresión. La expresión está constituida por tres elementos: palabras, gestos y tono, que se corresponden, respectivamente, con tres acciones: articulación, gesticulación y modulación. Pero con ello se señala que la comunicación no sólo está referida a conceptos ya que para poder "comunicarse tan perfectamente como sea posible" (Kant, 1799: 204) es necesario atender no sólo a los conceptos sino también a las sensaciones y a la intuición, es decir, a todos los aspectos presentes en la expresión, los que sólo conjuntamente configuran "la completa comunicación del hablante" (Kant, 1799: 205). La posibilidad de comunicación plantea los límites mismos del lenguaje: el de la expresión de lo inefable, tal como se manifiesta al tratar de comunicar las ideas estéticas:

"Semejantes representaciones de la imaginación pueden ser llamadas ideas, por una parte porque, tienden, al menos, a algo que se halla sobre los límites de la experiencia, y así buscan aproximarse a una exhibición de los conceptos de la razón (de las ideas intelectuales), lo cual les da la apariencia de una realidad objetiva; por otro lado y, fundamentalmente, porque en cuanto intuiciones internas ningún concepto puede serles enteramente adecuado" (Kant, 1799: 193-194).

Las ideas estéticas son representaciones de la imaginación que inducen al pensamiento sin poder ser determinadas y precisadas en un concepto. Por ello "ningún lenguaje puede alcanzarla plenamente" y "hacerla comprensible" (Kant, 1799: 193). La reflexión sobre la idea estética señala el límite de una posibilidad de comunicación más allá del concepto, y con ello los "límites" del lenguaje. La idea estética comunica, da pie para pensar en "algo" más allá de lo que las palabras pueden expresar de su concepto, puesto que ella consiste en "atributos (estéticos) de un objeto cuyo concepto, como idea de la razón, no puede ser expuesto adecuadamente" (Kant, 1799: 195). Los atributos estéticos "dan también una idea estética que en lugar de la exhibición lógica de aquella idea de la razón, sirve propiamente para vivificar el alma en la medida en que le abre la perspectiva en un imprevisible campo de representaciones afines" (Kant, 1799: 195). La idea estética se halla asociada a representaciones como resultado del libre uso de la imaginación y al no encontrar una expresión que indique un determinado concepto: hace, pues, que en un concepto "pensemos muchas cosas innombrables, cuyo sentimiento vivifica las facultades de conocer, y se enlaza al lenguaje, en tanto mera letra" (Kant, 1799: 197). Ello aparece claramente en la poesía, aquí el lenguaje se realiza como arte. Si bien la poesía sólo ofrece un juego de ideas, da vida, por medio de la imaginación, a los conceptos producidos por el entendimiento. Ella expresa las ideas estéticas por medio del lenguaje y, en este sentido, resume por excelencia (en cierto sentido "doblemente", como arte y como lenguaje) la exhibición simbólica que, común a todo arte, caracteriza también al lenguaje. El lenguaje poético permite comunicar una disposición subjetiva del ánimo y simultáneamente manifestar el principio que le confiere vida: el espíritu. A partir de ello, entonces, el lenguaje es visto en relación con la posibilidad de comunicación.

La posibilidad abierta en la reflexión acerca del arte no consiste en la posible expresión de la subjetividad sino que pretende tener un fundamento, el cual se expresa en la universalidad postulada en el juicio de gusto. El simbolismo, como juicio y contraparte del esquematismo, debe subsumir el caso en la regla y es con ello una teoría del empleo de un tipo de conceptos, las ideas estéticas. En tanto teoría trascendental el juicio estético ofrece un modelo del juicio que como juicio reflexionante, a diferencia del determinante, no subsume su contenido bajo una ley necesaria, pero también, necesita una justificación, la cual es brindada por una deducción. Los juicios acerca de los objetos bellos, a diferencia de los juicios acerca de fenómenos que simplemente puedan ejercer un efecto agradable (y que, en consecuencia, sólo pueden pretender una validez privada) deben poder establecer una concordancia con los juicios de otros. Por ello, al juicio de gusto se le asocia con una pretensión de validez para todos, pero esta universalidad no se halla apoyada en objetos, sino que se halla ligada a "una pretensión de universalidad subjetiva" (Kant, 1799: 21). Este juicio tiene, entonces, la tarea de combinar las dos características propias del juicio de conocimiento (universalidad y necesidad) con las que lo distinguen como juicio de gusto: subjetividad y falta de concepto. Mientras en el juicio de conocimiento se establece una realidad objetiva, en el juicio de gusto se comunican múltiples objetividades móviles, símbolos, obras que abren valoraciones y perspectivas (acerca de lo dado sensiblemente). Aquí el juicio no es necesario y universal sino que comunica posibilidades orientadas por las ideas estéticas. Ahora en el lugar del objeto aparece "otra cosa", que da qué pensar; referirse a algo ahora es entonces abrir posibilidades. Aquí, ahora, el significado no puede ser establecido como "realidad objetiva" (universal y necesaria) sino que se construye para nosotros, determinado según la idea la cual siendo la misma para todos es al mismo tiempo subjetiva, individual. Así, mediada por la referencia individual a la idea, la posibilidad de comunicación universal, se construye "más allá" del significado objetivo. Aquí el juicio no determina objetos sino que reflexiona libremente a partir de las ideas realizadas estéticamente, las cuales "dan para pensar infinitamente" (Kant, 1799: 192). En la obra de arte se realiza la subjetividad como libertad.

La analítica en la Crítíca de la razón pura mostró que no hay significado trascendental sino significado para nosotros, que el mundo es común como significado objetivo para un entendimiento como el nuestro (Kant, 1787: 145). La analítica de lo bello en la Crítíca de la facultad de juzgar, muestra que sobre esa base objetiva, establecida en la Crítica de la razón pura, y "más allá" de ella se dan otras posibilidades de referirse a los "objetos", abiertas por la libertad. En ellas la subjetividad comunica perspectivas expresadas en el juicio de gusto. Pero esta posibilidad abierta en la reflexión acerca del arte no consiste meramente en la posibilidad de expresión de la subjetividad sino que pretende tener un fundamento, el cual se expresa en la universalidad postulada en el juicio de gusto. Ya que los juicios acerca de los objetos bellos, a diferencia de los juicios acerca de fenómenos que simplemente pueden ejercer un efecto agradable (y que, en consecuencia, sólo pueden pretender una validez privada) deben poder establecer una concordancia con los juicios de otros. Por ello, al juicio de gusto se le asocia con una pretensión de validez para todos, pero esta universalidad no se halla apoyada en objetos, sino que se halla ligada a una pretensión de universalidad subjetiva (Kant, 1799: 21). Este juicio tiene, entonces, la tarea de combinar las dos características propias del juicio de conocimiento (universalidad y necesidad) con las que lo distinguen como juicio de gusto: subjetividad y falta de concepto. "Subjetividad" quiere decir en primer lugar una delimitación negativa respecto del juicio de conocimiento en tanto juicio lógico. En el juicio de gusto "el fundamento de su determinación no puede ser sino subjetivo" (Kant, 1799: 4). "Subjetivo", acorde con esta primera delimitación, se refiere a la posible validez del fundamento determinante del juicio, mientras que el fundamento mismo del juicio estético es la "conformidad a fin" (Kant, 1799: 32-34). Pero, además, en la obra de arte se muestra la posibilidad de entenderse universalmente. En la caracterización de "subjetivo" en el juicio de gusto se halla ya simultáneamente implicada la remisión a una comunidad de sujetos. De este modo se señala desde una perspectiva trascendental el fundamento de la sociabilidad humana:

"La propedéutica para todo arte bello, en cuanto se trata del más alto grado de su perfección, no parece estar en preceptos, sino en la cultura de las facultades del espíritu, por medio de aquellos conocimientos previos que se llaman humaniora, probablemente porque humanidad significa, por una parte, el sentimiento universal de simpatía, pero también por otro lado, la facultad de poder comunicarse universal e interiormente, propiedades ambas que unidas, constituyen la sociabilidad propia de la humanidad, por medio de la cual se distingue de la estrechez animal" (Kant, 1799: 262).

La posibilidad de comunicación es entonces un elemento constituyente de la cultura, en tanto humanidad quiere precisamente decir, poder comunicarse, en un doble movimiento, entre lo interior y lo exterior, cuyo resultado ideal sería la convergencia entre interioridad y universalidad. La decisiva importancia de la comunicación para la realización de la dimensión humana según Kant puede ser subrayada por medio del siguiente pasaje. Refiriéndose a la posibilidad de comunicar lo que pensamos, dice Kant en ¿Qué significa orientarse en el pensamiento? :

"La libertad de pensar se opone en primer lugar a la coacción civil. Es cierto cuando se dice que la libertad de hablar, o de escribir, podría sernos quitada por un poder superior, pero que la libertad de pensar no podría sernos quitada por él. ¡Pero cuánto y con qué corrección podríamos pensar si no pensáramos simultáneamente en una comunidad con otros, a los cuales nosotros les comunicamos nuestros pensamientos y ellos a nosotros los suyos! Por ello puede verdaderamente decirse que aquel poder exterior, que les arrebata a los seres humanos la libertad de comunicar públicamente sus pensamientos, les quita también la libertad de pensar [...]" (Kant, 1900: VIII, 144).

3. Conclusión: relevancia trascendental de la comunicación

La posibilidad de comunicación tiene su raíz en el núcleo mismo de la espontaneidad, la síntesis:

Sólo podemos comprender y comunicar a los otros aquello que nosotros mismos podemos hacer. Pues no podemos percibir la síntesis como dada, sino que nosotros mismos debemos hacerla, nosotros debemos sintetizar, si algo debe ser comprendido por nosotros como sintetizado. Sólo con vistas a esta síntesis podemos comunicarnos entre nosotros." 4

Esta formulación, explicitada desde el punto de vista trascendental, pone de relieve una, claramente identificable, tendencia de la reflexión kantiana según la cual la comprensión integral de la apercepción trascendental que comienza en "yo pienso" en el ámbito de la filosofía teórica y prosigue en el "yo quiero" de la filosofía práctica resulta, por medio de la fundación de la comunicación en la acción, en un 'nosotros originario" o "comunidad trascendental"5.

De modo tal que la posibilidad de comunicación como característica distintiva de la humanidad, es decir, como realización de la acción sintética racional, previa a la distinción entre praxis y teoría, sólo se realiza socialmente. El posible aporte de la filosofía crítica a la reflexión sobre el lenguaje radicaría, entonces, en su identificación de la idea de comunicación como rasgo central, tan íntimo como universal, de la humanidad. Pero ello entendido como realización en curso de una posibilidad orientada teleológicamente y, como tal, comprendida de manera anticipada y en perspectiva. El juicio de gusto, en tanto no determinante sino reflexionante, remite en su demanda de reconocimiento a la posible concordancia con los juicios de otros. Aquí la diversidad de perspectivas e interpretaciones, resultado de la reflexión sobre símbolos, del establecimiento de analogías y su formulación en juicios, es legítima por principio. La razón pura aplicada en el uso reflexionante es una tarea común. En el segundo principio de Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita, leemos: "En el ser humano las disposiciones originarias, que se refieren al uso de la razón, no se desarrollan completamente en el individuo, sino en la especie" (Kant, 1964: 41).

De este modo constatamos que, siguiendo los conceptos de símbolo y comunicación, desde su propio marco conceptual y terminológico la filosofía crítica, articulada metódicamente en la perspectiva trascendental, presenta una posición respecto del lenguaje, dicho en sus propios términos, una reflexión sobre el lenguaje. Ella se abre en una dirección referencial, siguiendo la noción de símbolo, y en una dirección intersubjetiva, siguiendo la de comunicación. De este modo el juicio estético reflexionante abre un capítulo de la perspectiva crítica que puede ser proyectado como un modelo para la comprensión de la diversidad lingüística y cultural. Pero esta diversidad, en tanto orientada por las ideas estéticas no es meramente empírica sino, precisamente, ideal.

Notas

1 Marc Wogau subraya el carácter trascendental de la Critica de la facultad de juzgar en general (Marc-Wogau, 1938: xi-xii). La reflexión sobre las facultades, "nuestras diferentes fuentes de conocimiento", debe pues ser en sentido trascendental y no psicológico.
2 Así, por ejemplo, habla de "construcción simbólica" en el contexto de las operaciones matemáticas (Kant, 1787: 745).
3 A tal punto que según T. Todorov, Kant en la Critica de lafacultad de juzgar modifica el concepto mismo de "símbolo". Hasta ese momento "símbolo" significaba "o bien un simple sinónimo de una serie de términos empleados (como alegoría, jeroglífico, cifra, emblema, etc.), o bien designaba preferentemente el signo puramente arbitrario y abstracto (los símbolos matemáticos), siendo este segundo sentido corriente especialmente entre los leibnizianos". T. Todorov, Theories du Symbole, París, 1977, p. 236.
4 Carta a Beck 1.7.1794 (Kant, 1900: XI, 496).
5 Cf. Kaulbach, 1978: 143-193.

Referencias bibliográficas
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recibido: 15/11/03
aceptado para su publicación: 10/04/04