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versión impresa ISSN 1514-4275

Escr. Contab.  n.45 Bahía Blanca  2004

 

Agua: ¿Recurso vital o bien económico?

Lic. Edda G. Bellini* María E. Dipietro**

* Lic. en Sociología. Prof. Adjunta Psicosociología de las Organizaciones en la Lic. en Administración. Dpto. Cs. de la Administración, ebellini@criba.edu.ar.
** Alumna avanzada de la Lic. en Economía. Dpto. de Economía, dipietro4@ciudad.com.ar

Resumen1
En este artículo se analiza a través de distintos documentos, la doble perspectiva que plantea el agua, en tanto fuente de vida y a la vez, el riesgo de convertirse poco a poco en una fuente de rentabilidad, en una mercancía más, en función de ciertos planteamientos del sector privado. Se reconoce sin embargo, una dimensión económica en la captación, tratamiento, distribución, uso y conservación de la misma que sin duda, no debería prevalecer sobre el derecho al agua, que es el derecho a la vida. La asimetría en la distribución y el acceso a este recurso estratégico, la creciente escasez y degradación del suministro y el despilfarro son algunos de los problemas asociados al tema. Por tanto es necesario un esfuerzo multisectorial para una gestión integrada de los recursos hídricos.

Palabras clave: Recurso Vital; Seguridad Hídrica; Crisis; Gestión.

Algunas visiones sobre el agua

Desde los orígenes mismos de la humanidad, los relatos fundantes encarnados por los distintos pueblos y civilizaciones han dado cuenta de la presencia vital del agua, vinculada a relaciones de cooperación y guerra, de reparto y exclusión, de construcción y destrucción. En la mayoría de los casos, aunque ha sido considerada como parte del bien común sin embargo, ha sido asimismo una fuente de poder y sólo en pocas ocasiones se ha puesto de manifiesto el equilibrio en el acceso a la misma. De allí la importancia de los esfuerzos que deben continuar haciéndose, para lograr que en nuestra sociedad el derecho a la vida sea un compromiso de todos.

La declaración del 2º Foro Mundial del Agua identificó la satisfacción de las necesidades básicas de agua, el acceso a alimentos seguros, la protección de los ecosistemas, la valoración económica del agua y la gestión integrada de los recursos hídricos como los principales desafíos para el futuro próximo2. Particularmente, la Visión Mundial del Agua (WWV), ha establecido tres objetivos primordiales para el año 2025 a fin de lograr una gestión integrada de los recursos hídricos:

● Dar poder a mujeres, hombres y comunidades para que decidan el nivel de acceso a agua potable de acuerdo a sus necesidades, condiciones higiénicas de vida; clases de actividades económicas deseadas que utilizan agua y además, que puedan organizarse para conseguirlo.
● Producir más alimentos y generar medios de vida más sostenibles por unidad de agua utilizada (más cosechas y puestos de trabajo por gota), y garantizar el acceso de todos los individuos a los alimentos necesarios para vivir sana y productivamente.
● Manejar eficientemente el uso del agua para conservar la cantidad y calidad de agua dulce y los ecosistemas terrestres que suministran servicios a los seres humanos y a todas las criaturas vivas.

Por otro lado, la Asociación Mundial del Agua (GWP), propone como objetivo integral de su visión el logro de la seguridad hídrica a cualquier nivel, desde los hogares hasta el mundo en su conjunto. Esto significa que toda persona tenga acceso a suficiente agua potable a un precio asequible que le permita llevar una vida limpia, saludable y productiva, al tiempo que se asegura que el entorno natural esté protegido y se mejore.

La vida en el año 2025

La idea básica de estas visiones es que para el año 2025 casi todas las mujeres, hombres y niños de las ciudades y pueblos del mundo conozcan la importancia y el valor de este recurso estratégico que es el agua, y dispongan de agua segura y suficiente para vivir y de adecuado saneamiento. Desde estas perspectivas el agua es una cuestión multisectorial que supone la participación de todos los individuos, de los sectores interesados y afectados, es un mecanismo viable para llevar la gestión integrada de los recursos hídricos a la práctica.

La idea es que se desarrollen formas de colaboración, combinando las fuerzas y habilidades de todos los interesados, creando una nueva ética de un uso responsable del agua en la sociedad

Los retos clave son una mayor sensibilización del público sobre la importancia del agua y sobre lo que se debe hacer para conseguir la seguridad hídrica, así como fomentar y compartir los conocimientos sobre el agua. De allí que, debería prestarse mayor atención a la difusión de conocimientos sobre los recursos hídricos en la escuela primaria y secundaria, y también en niveles superiores.

Los beneficios de una gestión correcta del agua están relacionados con la salud, energía, biodiversidad, productividad, desarrollo socio-económico y reducción de la pobreza. El reconocimiento del amplio espectro de los beneficios de una buena gestión del agua estimulará a los gobiernos a dar a este sector una mayor prioridad en su agenda política y asignación de presupuesto asociada. Una buena gestión hídrica se da cuando los organismos gubernamentales responsables del agua establecen una política y un marco legal efectivos para distribuir y gestionar los recursos hídricos de forma sensible a las necesidades nacionales sociales y económicas y al sostenimiento a largo plazo de la base de los recursos.

En los últimos 100 años la población del mundo se ha triplicado, pero el uso del agua para fines humanos se ha sextuplicado. Hoy la mitad del total de agua dulce disponible se utiliza para fines humanos, dos veces más que hace 35 años.

La crisis del agua de hoy y de mañana

De toda el agua del mundo, menos del 1% es accesible para consumo humano. Al igual que el alimento, el uso del agua es muy desigual en las distintas partes del planeta. Algunas personas deben vivir con menos de 50 litros por día, mientras que otros utilizan 500. Aproximadamente 1 billón de personas en el mundo (una persona de cada cinco) no tienen acceso a agua potable segura y a un costo accesible, mientras que la mitad de la población del mundo (más de 3 billones de personas), no tiene acceso a un adecuado saneamiento. En los países en vías de desarrollo, el 70% de los desechos industriales son vertidos, sin tratar, en aguas que contaminan la fuente. Este agua no potable ocasiona uno de los problema sanitarios actuales más graves observados por los organismos internacionales.

Los servicios hídricos como agua para irrigación, suministro de agua para fines domésticos e industriales, tratamiento de aguas residuales, etc., reciben grandes subsidios por parte de la mayoría de los gobiernos. Estos se debe a razones justas y obvias (proveer agua, alimentos, puestos de trabajo, etc.) dada la importancia del agua para la vida y la industria, pero generando consecuencias nocivas. Uno de los problemas fundamentales es que los usuarios no valoran el agua que se les suministra. No logran captar la importancia del agua como recurso estratégico, y por ésto la desperdician. Los subsidios no llegan sólo a los pobres sino que en gran parte benefician a los ricos. No se difunden las tecnologías de conservación de agua, se invierten muy pocos fondos e ingresos en el mantenimiento de la infraestructura hídrica y en sistemas de investigación y capacitación. Como consecuencia, el sector es conservador y está estancado, en vez de ser dinámico gracias a un flujo estimulante de pensamiento innovador. (Ver cuadro 1).

El acceso no reglamentado a aguas subterráneas, a bombas pequeñas eléctricas y de diesel a un costo accesible, han conducido a un exceso de bombeo de aguas subterráneas para irrigación y a una disminución acelerada de capas de agua subterránea en acuíferos claves.



Presagio de una grave tensión hídrica si todo sigue como está

Debido al crecimiento de la población, se proyecta que la disponibilidad anual promedio per cápita de recursos renovables de agua disminuirá de 6.600 m³ diarios en la actualidad a 4.800 m³ en el año 2025. Dada la distribución desigual de estos recursos, unos 3 mil millones de mujeres y hombres vivirán en países total o parcialmente áridos o semiáridos, que disponen de menos de 1.700 m³ per cápita, cantidad por debajo de la cual las personas comienzan a sufrir tensión por falta de agua (water stress).3

Asimismo, proporcionar alimentos para una población en aumento y acabar con el hambre sigue siendo el mayor reto en cuanto a cantidades de agua que se requieren. El resultado es un gran incremento proyectado en extracciones de agua en los sectores agrícola, industrial y doméstico del mundo en vías de desarrollo. Si se suman las tendencias en cuanto al uso del agua en los países desarrollados y en vías de desarrollo, bajo la hipótesis de que todo siga igual, las extracciones mundiales de agua pasarán de 3.800 km³ en 1995 a 4.300-5.200 km³ en el año 2025. La diferencia depende en gran parte de la expansión de la agricultura de irrigación. Este incremento en extracciones de agua implica que aumentará significativamente la tensión hídrica en más del 60% del mundo, incluyendo grandes áreas de África, Asia y América Latina, todo lo cual conduciría a crisis de agua más frecuentes y más graves.

América del Sur

La región ha logrado grandes avances en las décadas recientes. El porcentaje de personas en Latinoamérica y el Caribe con servicios de agua potable se ha incrementado del 33 % de la población en 1960 al 85 % en el año 2000, lo cual deja aún 77 millones de personas sin dicho servicio: 51 millones en las áreas rurales y 26 millones en las áreas urbanas.

El porcentaje de personas en esta región con conexión a servicios sanitarios entre 1960 y 2000, aumentó del 14 al 49 % de la población, dejando un número aproximado de 256 millones de personas utilizando letrinas y fosas sépticas, además de 100 millones de personas sin servicio sanitario alguno. Existe una gran desigualdad entre las tarifas de agua cobradas: Las estadísticas en el año 2000 demuestran que la gente pobre pagó entre 1,5 y 2,8 veces más por el agua que las familias de mayor solvencia. En términos reales, se trata de un porcentaje mucho mayor considerando sus ingresos económicos. La calidad del agua que recibieron también fue menor, aumentando el riesgo de enfermedades diarreicas sobre todo en infantes.

Los países de América del Sur se encuentran en un nivel intermedio de desarrollo, enfrentando problemas comunes para atender sus abultadas deudas externas, desempleo y pobreza, todo lo cual afecta a sus presupuestos públicos y restringe severamente las posibilidades de inversión para asistir a los sectores más pobres de la población a mejorar su calidad y nivel de vida. Además, a pesar de los mencionados avances en el sector hídrico entre 1960 y 2000, el desarrollo de infraestructura básica fue muy descuidado hasta la década del 90, por lo cual recuperar en la actualidad el terreno perdido, implica una pesada carga económica. Así, a pesar de la buena dotación de recursos hídricos que posee esta región en relación con sus habitantes (28% de las reservas totales de agua para el 6% de la población mundial)4, existen varias razones para pensar en una crisis hídrica en la región.

● La gestión de los recursos hídricos se encara de forma sectorial, sin haber integración entre sus principales usuarios: la agricultura bajo riego, la energía hidroeléctrica y el suministro de agua. Esto conduce a una toma de decisiones globales no óptimas en cuanto a infraestructura e inversiones relacionadas con el agua. (Ver cuadro 2.)

● No hay políticas estables y consistentes sobre recursos hídricos, sino la de los "gobiernos de turno". Esto provoca la falta de consistencia necesaria para desarrollar una planificación y gestión de inversiones sustentables a largo plazo. Así, las inversiones en mantenimiento y rehabilitación de infraestructura relacionada con los recursos hídricos, son insuficientes.
● Un 20% aproximadamente de la población continua sin acceso al suministro de agua potable y más de un 30% carece de servicios sanitarios.
● Extendida contaminación y degradación de los recursos hídricos por una inadecuada legislación y reglamentaciones, y por la falta de inversiones para el tratamiento de efluentes previo a su descarga en los cursos de agua.
● Las enfermedades de origen hídrico constituyen uno de los problemas más serios de la región, la que sufre frecuentes epidemias con sus consecuentes impactos socioeconómicos (900 muertes por cólera entre 1991 y 1996).
● La transferencia de servicios de agua (especialmente suministro de agua, recolección y tratamiento de efluentes) desde empresas públicas a empresas privadas tuvo lugar a una escala significativa durante la década pasada en algunos países de la región. El objetivo era atraer capitales de inversión al sector del agua y aumentar su eficiencia. Sin embargo, ésto requería una definición clara del nuevo rol del estado en la gestión de los recursos hídricos y en el desarrollo de capacidades para llevar a cabo las nuevas funciones, lo cual aún no se ha concretado plenamente.
● Prevalece una falta de valoración económica y social del agua que conduce a usos abusivos y derroches por parte de los usuarios, los cuales a su vez hacen que la población sufra escasez o falta de servicios.
● Existe una baja eficiencia en el uso del agua que conduce a la falta de tecnologías de ahorro de agua para riego y agua no contabilizada: una parte importante del agua producida, se pierde a través de fugas en las redes, en las conexiones clandestinas y en el derroche de los usuarios. Esto resta posibilidades de acceso a agua potable a una mayor cantidad de población, obstaculiza la optimización de las inversiones de producción y distribución del agua, genera adicionalmente mayores costos de producción y conducción y pérdidas de ingreso por el volumen de agua producido pero no facturado.
● restrinjan los servicios de agua y saneamiento a las áreas más favorecidas en las grandes ciudades, dejando de lado a las áreas urbanas marginales que no alcanzan a reunir las condiciones de rentabilidad requeridas por el operador privado. Así, dado los actuales niveles tarifarios, se prevé que para el año 2010 serán 110 millones las personas excluidas de los servicios de agua y saneamiento y de 125 millones para el 2025. Surge la necesidad entonces de diseñar esquemas de subsidios para los grupos más pobres de la población y evitar así que se amplíe la creciente brecha de inequidad en el acceso a los servicios de agua potable y saneamiento. Por lo general no hay ningún esquema de este tipo en vigencia, salvo en Chile donde existe uno en plena operación5.
● Falta de preparación para enfrentar desastres naturales y eventos extremos (inundaciones y sequías).
● Un 60% de la población habita en cuencas de ríos cuyas aguas son compartidas por dos o más países. La mayoría de los acuerdos existentes para la gestión de aguas transfronterizas, no están orientados a lograr un uso armónico y equitativo de los recursos hídricos, sino más bien se refieren a la construcción de presas con fines hidroeléctricos.

La crisis hídrica

La Argentina cuenta con una buena cantidad y calidad de agua. Según el informe de las Naciones Unidas presentado en Tokio en Marzo del 2003 para el 3º Foro Mundial del Agua (donde se califica a más de 180 países), Argentina ocupa el puesto 13º en el ranking de evaluación de la calidad del recurso hídrico. En promedio el país tiene 22 veces más agua por hectárea de los requerimientos de la ONU. Sin embargo, dada la extensión del territorio del país, los datos tan generalizados son relativos, existiendo a lo largo y a lo ancho del mismo una severa asimetría. Según el informe sobre la gestión del agua en la Argentina, el sistema de la Cuenca del Plata concentra el 85% del derrame total medido, mientras que dos tercios de la superficie del país se encuentran bajo condiciones climáticas áridas. De forma general, existe una amenaza creciente a la sustentabilidad de las fuentes de agua superficiales y subterráneas debido a prácticas agrícolas no conservacionistas, el uso de agroquímicos, carencias de sistemas de depuración, deforestación y particularmente, la creciente urbanización.

Los principales problemas surgen por el ineficiente sistema de tratamiento de las aguas residuales, ya que se estima que el porcentaje de aguas tratadas es muy bajo, vertiéndose el resto (aguas cloacales, sin conducción adecuada y sin tratamiento) en fuentes naturales como lagos y ríos, provocando una gran contaminación de los mismos. Otro de los grandes problemas lo constituye la creciente migración hacia las áreas urbanas, sin consideración de las restricciones de la misma, instalándose las personas en zonas marginales que no poseen red de agua potable ni sistema de saneamiento.

Es particularmente alarmante la continua y acelerada degradación de la calidad de las aguas subterráneas, siendo "la contaminación de las aguas subterráneas el problema de contaminación más importante en la Argentina".6 La contaminación por altos contenidos de fluor, arsénico y nitratos en las mismas

Las zonas rurales sufren la falta de acceso a un buen sistema de riego, elemento clave para el crecimiento de la producción agrícola, de las agroindustrias y de las exportaciones estacionales, un tercio tienen problemas de salinización del suelo y/o de drenaje causado por el uso de sistemas de riego inadecuado. Las pérdidas económicas anuales relacionadas directamente con la ineficiencia en la gestión de los recursos hídricos, solamente en los rubros de agua subterránea y riego, podrían estimarse de forma conservadora, en 1.500 millones de pesos.

Paradójicamente, el consumo irracional y el desperdicio en la gran mayoría de los sistemas de abastecimiento requieren dotaciones elevadísimas de casi 500 litros por habitante día, que se encuentran entre las más altas del mundo.

El modelo argentino para el sector agua potable y saneamiento necesita ajustes tendientes a optimizar la función regulatoria del estado y para crear los incentivos y subsidios que promuevan la ampliación de cobertura en la población carenciada, no obstante en algunos casos se han obtenido beneficios como resultado de la privatización, en términos de la calidad sanitaria del agua y de los servicios en general e incrementos de inversiones. Sin embargo, a nivel del marco de la política hídrica actual y de la capacidad legal e institucional para su efectiva aplicación, existen importantes vacíos conceptuales y deficiencias institucionales que impiden el desarrollo eficiente y sustentable de los recursos hídricos de la Argentina.

1) Políticas que incentiven el uso eficiente del agua.
2) Políticas dirigidas hacia la utilización ambientalmente sustentable del recurso agua.
3) Políticas que provean seguridad jurídica en los derechos de uso del agua y en la resolución de conflictos entre jurisdicciones administrativas y usuarios.
4) Políticas para atender problemas de equidad social, que garanticen a la población carenciada el acceso universal a los servicios de agua potable y saneamiento, y otros del tipo "bienes públicos" como drenaje urbano y rural, y mitigación de efectos de los inundaciones.

En referencia a la cuarta área de políticas hídricas, debido a sus fuertes externalidades positivas en la salud y por razones de equidad social, deben establecerse políticas bien focalizadas que aseguren el acceso universal a los servicios de agua potable, saneamiento, drenaje pluvial y protección contra inundaciones, a la población pobre. Para ello deberían proponerse tarifas sociales compatibles con la voluntad de pago o con la capacidad de pago dado que la primera es difícil de estimar, así como sistemas de subsidio directo y/o cruzado para financiar preferiblemente los componentes de costos no recurrentes.

Asimismo, no existe coincidencia respecto a los modos correctos de utilizar el agua para resguardar el medioambiente. Tampoco existe una legislación de recursos hídricos para la gestión del agua que abarque todo el ámbito nacional. Según este documento, hay un "incumplimiento generalizado", siendo muy bajo el nivel de eficacia y control del uso del agua para agricultura, industria y consumo personal. Además, en el interior de las provincias existe superposición de misiones y funciones ocasionada por la complejidad de la estructura institucional a causa de la diversidad de organismos responsables del recurso; por la falta de comunicación e intercambio de informaciones entre las distintas dependencias; y por la entrada en escena de operadores privados y entes reguladores de los servicios públicos.

Todo este descontrol en cuanto a la gestión de este recurso tan valioso como es el agua, tiene sus consecuencias para todos los habitantes del país así por ejemplo, una mala infraestructura sanitaria o un deficiente tratamiento de los desechos industriales, pueden provocar enfermedades mortales y dañar los afluentes que hoy hacen de la Argentina un país privilegiado.

Argentina todavía tiene un largo camino por recorrer para reconocer y apreciar plenamente el valor económico del agua. El valor del agua representa la medida de la utilidad de la misma para los usuarios de una ciudad o región y de su importancia para la sociedad, medida en términos económicos más allá de los costos y de su precio, fundamentalmente por su importancia y carácter imprescindible en su utilización para distintos usos (sea bebida, riego, hidroelectricidad, saneamiento, producción industrial, recreación y otros), dadas las características de su disponibilidad espacial y temporal y su calidad en el lugar de aprovechamiento.

Los variados regímenes tarifarios en Argentina para los diferentes usos de agua, están lejos de integrar este concepto del valor económico del agua. En general, las tarifas son apenas suficientes para cubrir los costos de operación y mantenimiento de los sistemas de agua. En el sector agua potable y saneamiento, a través del programa de reformas y participación del sector privado, las tarifas de agua están acercándose progresivamente a sus costos marginales mediante los mecanismos de competencia de mercado introducidos en las licitaciones de las concesiones de los servicios de agua potable y los ajustes periódicos de precios establecidos en los contratos. En la mayoría de las concesiones de agua potable se ha logrado revertir la tradición de no pago del agua tan común en la Argentina, alcanzándose niveles de cobrabilidad superiores al 85% al primer vencimiento, en algunos casos ello ha sido posible debido a una mejora del servicio y en general a la aplicación de instrumentos contractuales que permiten el corte del servicio por falta de pago.

Los objetivos básicos de una nueva política del agua

■ Frenar urgentemente la contaminación de los acuíferos, restaurar y preservar los recursos de agua subterránea que, por su importancia, deben constituir un patrimonio y una reserva estratégica de la nación.
■ Reducir rápidamente las diferencias de coberturas entre zonas rurales y en zonas urbanas para los servicios de agua potable libre de todo riesgo de toxicidad, y saneamiento.
■ Recuperar las amplias áreas de riego afectadas por salinidad y problemas de drenaje.
■ Modernizar simultáneamente la tecnología y gestión de los sistemas de riego, así como las prácticas agrícolas con el objeto de elevar la productividad y los niveles de producción.
■ Reducir los rezagos tecnológicos en los sistemas de gestión de los recursos hídricos y en los sistemas relacionados de información y de comunicación.
■ Fomentar la descentralización al incorporar la participación efectiva de los usuarios y autoridades provinciales en la solución de las problemáticas de las regiones, subregiones y acuíferos, a través de los Comités de Cuenca, Asociaciones de Inspección de Cauce e instituciones similares.
■ Mediante el mejoramiento de un marco legal y regulatorio, crear un registro moderno de usos y derechos, a fin de facilitar las transferencias intersectoriales y fomentar el uso eficiente del agua. El otorgamiento de derechos (incluyendo uso y descarga) y su registro, no sirven solamente para estimular al sector privado y los mercados, sino que sirven también para dar seguridad jurídica a los más pobres y proteger el ambiente. En resumen, constituye la herramienta más importante de la gestión integrada de los recursos hídricos.
■ Fomentar políticas e implementar acciones que frenen la contaminación de aguas superficiales por efluentes crudos de origen urbano industrial, y mineralización.

Conclusiones

Con el fin de alcanzar los objetivos planteados en la nueva política, las acciones a programar deberían apoyarse en estrategias que tengan en cuenta las tres dimensiones fundamentales:

■ Ambiental, a través de la cual se busca detener y revertir el deterioro del ambiente y de los recursos naturales.
■ Económica, con el fomento de una producción sustentable que garantice el aprovechamiento racional de los recursos naturales y el incremento de la productividad, mediante procesos limpios y eficientes
■ Social, con la cual se plantean acciones que contribuyan a la superación de la brecha social y a mejorar las condiciones de vida de la población, particularmente en las áreas rurales y centros urbanos menores.

Finalmente, cabe recordar que la consideración del agua exclusivamente como un bien en el cual las leyes del mercado permitirían resolver los problemas de escasez incluso los conflictos entre los estados, es un reduccionismo que sólo destaca una de sus muchas peculiaridades, al enfatizar el valor económico en detrimento de los otros valores. Se afirma así que el mercado es el principal mecanismo, superior a todos los demás (regulación política, cooperación o solidaridad) en la asignación óptima de los recursos materiales e inmateriales y la distribución más eficiente de la riqueza producida. Más allá que se comparta o no esta opción ideológica, lo cierto es que en el ecosistema tierra la única fuente de vida comparable al agua es el aire.

Si se tiene en cuenta, que uno de los principios distintivos del mercado es la posibilidad de reemplazar productos o servicios por otros, es decir la existencia de la libertad de elección en el consumidor, es evidente que el acceso al agua no es una cuestión de elección, se trata de un bien social, un bien común básico que no puede subordinarse a un único principio sectorial de regulación. (Petrella, 2002:73-75).

Notas

1 Es parte de un proyecto de investigación dirigido por la Cra. Alicia Dietert. Tema El servicio de saneamiento y agua potable en B.Blanca: condiciones actuales y perspectivas en la prestación al usuario.
2 El cumplimiento de las metas, objetivos y propuestas a nivel internacional fijados en estos encuentros, se basan en escenarios potenciales para el año 2025
3 No existe una medida universalmente adoptada de estrés del agua, pero la más utilizada es el indicador Falkenmark: el estrés del agua comienza cuando se dispone de menos de 1.700 m³ de recursos hídricos renovables anuales per cápita para todas las funciones principales (domésticas, industriales, agrícolas y ecosistemas naturales), y llega a ser grave cuando es menor de 1.000 m³. Por debajo de este umbral, se sufre de escasez crónica a escala suficiente para impedir el desarrollo y afectar seriamente la salud humana. Una desventaja de este indicador es que no toma en cuenta la variabilidad temporal en la disponibilidad de agua, ni su uso real. Su ventaja es que los datos están ampliamente disponibles.
4 Sin embargo, existen discrepancias que incluyen zonas áridas y semiáridas en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Perú , representando cerca de un 23% de la superficie total de la región.
5 Sistema de subsidios focalizados en los sectores más pobres que alcanza al 20 o 30% de los usuarios y representa un 5% del total de agua producida.
6 Banco Mundial. La contaminación ambiental en la Argentina: Problemas y Opciones. Octubre de 1995

Bibliografía
1. Petrella, R., El manifiesto del agua, Barcelona. Icaria Editorial, 2002.
2. WWV, 2000; "Visión 21: Una visión compartida de la higiene, el saneamiento y la provisión de agua y un Marco para la Acción".
3. GWP, 2001; "Hacia la Seguridad Hídrica: Un marco de Acción" (Resumen Ejecutivo).
4. GWP, 2001; "Agua para el Siglo XXI: De la Visión a la Acción: La Visión de América del Sur".
5. WWV, 2002; "Que el agua sea un asunto de todos".
6. WWV, 2002; "Argentina: Gestión de los Recursos Hídricos: Elementos de Política para su Desarrollo Sustentable en el Siglo XXI".
7. WWC, 2003; 3º Foro Mundial del Agua. "Summary Forum Statement".
8. WWC, 2003; 4º Foro Mundial del Agua, "Problemas de agua en Latinoamérica".
9. Consejo Mundial del Agua, www.wwc.org.
10. Global Water Partnership, www.gwp.org.
11. Foro mundial del Agua; www.worldwaterforum.net.