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Cuadernos del Sur. Letras

versión On-line ISSN 2362-2970

Cuad.Sur, Let.  n.32-33 Bahía Blanca  2003

 

Juan Moreira, de Eduardo Moreira. Política y mercado en la literatura argentina de 1880

Sergio Pastormerlo

Universidad Nacional del Sur
Universidad Nacional de La Plata

Resumen
El artículo consiste en una lectura del Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez que pone a prueba la hipótesis de que la autonomización de la literatura con respecto a la política alrededor de 1880 se produce básicamente por efecto del mercado. La ubicación del Juan Moreira (y demás folletines de Gutiérrez) en el período de la historia literaria argentina en que comienzan a producirse los efectos de la aparición de un público amplio lo convierten en un texto clave para examinar la relación entre literatura y mercado. Pero otro aspecto de la ubicación del Juan Moreira, es decir, su colocación justo detrás del cierre de la gauchesca clásica, lo convierte también en un texto crucial para leer la modificación del vínculo entre literatura y política que tiene lugar hacia 1880 con la incipiente modernización del campo literario. Juan Moreira, a la vez desvío y continuación del género "gauchipolítico" (en especial del Martín Fierro, es decir, de ese primer best-seller de la literatura argentina que clausura la gauchesca), permite en este sentido establecer comparaciones significativas con ese género para examinar cómo la indiferencia de "lo literario" y "lo político" propia de la gauchesca se transforma, en Juan Moreira, en una literatura políticamente indiferente.

Palabras claves: Eduardo Gutierrez; Mercado; Lliteratura y política.

Abstract
Juan Moreira, as the other novels written by Eduardo Gutiérrez, belong to that period in the history of Argentine literature in which the effects of the first enlargement of the reader public began to be noticeable. On the other hand, the novel is placed just after the end of classic gauchesca poetry. In this way, Juan Moreira represent a key text to examine the changes in the relations between literature and politics around 1880, with the incipient modernization of literature field. Diversion and derivation of Martín Fierro, Gutiérrez's novel allows to make meaningful confrontations with the "gauchipolítico" genre in order to see how the indifference between literature and politics typical of gauchesca poetry became a politically indifferent literature.

Keywords: Eduardo Gutierrez; Market; Literature and politics.

Por más de una razón, el Juan Moreira de Gutiérrez es un texto oportuno para leer la modernización literaria del 80. Su ubicación en el período en que comienzan a producirse los efectos de la primera ampliación del público lector lo convierte en un texto clave para analizar la relación entre literatura y mercado. Otro aspecto de la ubicación del Juan Moreira, es decir, su colocación justo detrás del cierre de la gauchesca clásica, en el punto a partir del cual, para decirlo con Ludmer, se comienza a usar el género para hacer "literatura"1, lo señala también como un texto clave para leer la modificación del vínculo entre literatura y política2 que tiene lugar hacia 1880: Juan Moreira, a la vez continuación y desvío del género "gauchipolítico", permite establecer comparaciones significativas con ese género para examinar cómo la indiferencia de "lo literario" y "lo político" propia de la gauchesca se transforma en una literatura políticamente indiferente.

La formación de un mercado literario por efecto de la ampliación del público lector fue condición de la autonomización de la literatura con respecto a la política. Esta hipótesis encontraría corroboración si se demostrara que esa autonomización aparece especialmente en aquella zona de la producción literaria que alrededor del 80 comienza a plegarse a la lógica del mercado. Y el Juan Moreira es sin duda un texto fundacional de esta zona literaria. Hay, por lo menos, dos razones para atribuirle a la ampliación del público lector un papel importante en la autonomización de la literatura respecto de la política. La primera, bastante obvia, es que la formación de un mercado literario agregó una nueva posible orientación a la práctica de la escritura, capaz de entrar en competencia, y por lo tanto desplazar, la orientación política. Esta nueva orientación, en principio, es "comercial" y a la vez "específicamente literaria": la autonomía y la especificidad, efectos del mercado, no se definen en principio por oposición al mercado. La segunda es que la ampliación del público lector modificó directamente la relación entre literatura y política anterior al 80, cuando los títulos de la cultura letrada, monopolio de un sector social reducido y dominante, legitimaban el acceso a la política. En otras palabras, la relación entre cultura letrada y dirigencia política que ángel Rama estudió en la figura del "letrado"3 comienza a disolverse hacia 1880 por efecto de la ampliación del acceso a la cultura letrada, que implicó no sólo la aparición de un nuevo tipo de lector (como el lector de los folletines de Gutiérrez), sino también de un nuevo tipo de escritor (como el propio Gutiérrez, Benigno Lugones, Fray Mocho o Payró). La relación entre literatura y política, por otra parte, no sólo se debilita en razón de que la posesión de la cultura letrada, una vez que se amplía el acceso, deja de garantizar y legitimar el ingreso a la dirigencia política, sino también porque el nuevo público que emerge hacia el 80 está formado por un sector social que, especialmente durante esa década, está fuertemente excluido de las prácticas políticas.

El análisis de la relación literatura-mercado pertenece más bien al estado de la cuestión en la crítica sobre Gutiérrez. Como se sabe, en 1879, con Antonio Larrea y especialmente con Juan Moreira, se inicia la novela popular en la literatura argentina y aparece, con Eduardo Gutiérrez, la figura del escritor profesional. Juan Moreira está ligado, por otra parte, al nacimiento del llamado "teatro nacional" (que Carlos Olivera temprana y acertadamente definió en función de la existencia de un público capaz de sostenerlo económicamente4) y, junto al resto de la literatura de Gutiérrez, al proceso de emergencia y consolidación de las primeras editoriales. El éxito comercial de los treinta folletines de Eduardo Gutiérrez pone al descubierto, mejor que cualquier otra producción literaria de esa década, el surgimiento de un público nuevo.

Leer la relación literatura-mercado en los textos de Gutiérrez implica la contrariedad de leer lo evidente. En este sentido, puede resultar preferible y suficiente leer la presencia del mercado en Juan Moreira en los rasgos genéricos de la novela de folletín: toda característica del Juan Moreira reconocible como propia de su género puede ser tomada como marca de su relación con el mercado -y en Juan Moreira se cumple cierto proverbio crítico sobre la literatura más subordinada al mercado: una vez que se describe bien el género, queda poco lugar para hablar de sus textos. No obstante, esta lectura general puede encontrar también su ratificación en el análisis pormenorizado del texto. Como lo señaló Alejandra Laera, en la primera versión publicada en La Patria Argentina Eduardo Gutiérrez insertó "chivos" de un producto a cuya empresa el periódico vendía publicidad: la Hesperidina de Bagley, uno de los refrescos más pedidos por los paisanos que frecuentaban las pulperías de Juan Moreira5.

En Juan Moreira la política no está ausente porque no podía estar ausente: el folletín narra la historia de un gaucho real, muerto cinco años antes, que había sido, precisamente, un guapo electoral. Juan Moreira no es un texto despolitizado por ausencia de la política, sino un texto políticamente indiferente, en el que la política se desvanece en la ambigüedad y la incoherencia. Una manera de entrar en el análisis de esta indiferencia política consistiría en examinar los principales materiales que Gutiérrez usó para construir su texto: la novela de folletín, la crónica o el archivo policial y el Martín Fierro -que en este caso debe ser pensado, ante todo, como el primer best-seller de la literatura argentina. Por un lado, son materiales capaces de funcionar todos ellos como garantías de éxito comercial, pero también son materiales incompatibles entre sí -y esta incompatibilidad, a Gutiérrez (o al mercado) le importa poco. Un ejemplo de esta incompatibilidad puede hallarse al comparar la presentación del héroe que aparece en el principio de la novela y las revelaciones sobre el personaje que se agregan en el capítulo "La pendiente del crimen". Estas revelaciones son posteriores en el tiempo de la narración, pero no en el tiempo de la historia, ya que corresponden a un pasado de Moreira anterior a su "desgracia".

El primer Moreira es un gaucho de "honradez acrisolada" y "extremada mansedumbre" al que la injusticia va a empujar por "la pendiente del crimen". Moreira, dice el inicio de la novela, fue un gaucho bueno y trabajador (todos sus trabajos, según esta primera presentación, están ligados a la producción del campo) que más tarde, víctima de la avaricia de un pulpero inmigrante, que no reconoce una deuda económica, y el poder arbitrario de un teniente alcalde, que desea a su mujer, será arrojado fuera de la ley.

Después de matar al pulpero Sardetti y al teniente alcalde, Moreira se refugia en la casa de un gaucho amigo, enfrenta a la primera partida y (éste es el punto en el que empieza el capítulo "La pendiente del crimen") se dirige a Navarro. Las revelaciones y sorpresas que esperan al lector en ese capítulo son las siguientes: Moreira va a Navarro porque cuenta allí con protección política; Moreira había sido guardaespaldas de Adolfo Alsina; Moreira había sido sargento de partida por recomendación del Juez de Paz Correa Morales; Moreira, solicitado por los dos partidos para que trabaje como cuchillero electoral en las elecciones provinciales del 72, acepta hacerlo a favor del candidato de Alsina y contra el candidato de Mitre (doble sorpresa: un guapo electoral del mitrismo trabaja para el partido de Alsina, y un gaucho cuya historia debía ejemplificar una condición injusta de los gauchos, "parias en su propia tierra" que "son arriados como carneros a una campaña electoral", trabaja justamente como cuchillero electoral).

Esta nueva información sobre el pasado de Moreira no podría haber figurado al principio porque hubiera entrado en inmediata contradicción con la prédica hernandiana sobre el gaucho que Gutiérrez reproduce al inicio de su novela. Esa prédica, en Hernández, es una toma de posición política (en el espacio del género gauchesco y al mismo tiempo en el espacio de la política), pero funciona también como una matriz ideológica que orienta la construcción de su texto, seleccionando y dando sentido a sus materiales. En Gutiérrez, en cambio, esa prédica es sólo un material de uso disponible (y de éxito probado) que se agrega a una narración en la que se mezclan elementos enfrentados en su orientación y donde todo tiene un sentido y también el sentido opuesto. No hay resumen o definición sintética posible para Juan Moreira. Es la historia de un gaucho que odia todo lo que tiene que ver con la justicia y al mismo tiempo es la historia de un gaucho "justicia". Es una historia que se inicia repitiendo la protesta de Hernández sobre la suerte de los gauchos en las elecciones y es una historia que propone como héroe a un gaucho que trabaja de cuchillero electoral. Es la historia del gaucho desamparado y es a la vez la historia de un gaucho que cuenta con la más alta protección política. Es la historia de un héroe de la justicia popular, cuyas víctimas son los enemigos del pueblo, y es también la historia de un gaucho que, al enfrentarse a las partidas, suele matar a los soldados y dejar con vida a sargentos y oficiales, y que mantiene una relación de servilismo apasionado con los que mandan (Alsina, Marañón). Es una historia que condena las arbitrariedades de la justicia sobre el gaucho y narra al mismo tiempo arbitrariedades de la justicia que notoriamente favorecen a este gaucho. Es también una historia que cita, siempre con la misma indiferencia, dos textos políticamente opuestos en la gauchesca, el Martín Fierro y el Fausto. Es la historia de un cuchillero alsinista y es también la historia de un cuchillero mitrista. En Moreira, señala Ludmer6, todo es doble, pero convendría pensar esta observación en los términos de Martínez Estrada7, para quien Moreira, lo mismo que Cruz, era un doble de Fierro. En Martínez Estrada, "doble" no pierde la connotación de "duplicidad". La historia de Moreira que narra Gutiérrez se acerca mucho más a la de Cruz que a la de Fierro, y admite con mejores razones la famosa lectura que Martínez Estrada dedicó al personaje de Cruz, dictada por una repugnancia ética que sólo podía aliviarse en los desafueros del delirio interpretativo o de la "lectura creativa".

Es verdad que en un punto de la novela se plantea una clara definición política: en la segunda de las dos elecciones que aparecen en la ficción de Gutiérrez, la de 1874, Moreira se presenta en un club de los avellanedistas para decirles en la cara a sus partidarios que ese candidato le da asco. Es cierto también que en la novela pueden encontrarse otros indicios que nos recuerdan que su autor era un porteñista tan ciegamente enfrentado a los políticos de las provincias, supuestamente responsables de "la muerte de Buenos Aires", como dispuesto a borrar las diferencias entre mitrismo y alsinismo, o a olvidar los pactos de Alsina con el avellanedismo. De todos modos, subrayar algunos pasajes del Juan Moreira para leer allí una toma de posición política implica pasar por alto que esos pasajes son demasiado escasos en la novela, que su primer público no se demoraba en las refinadas operaciones críticas que esta lectura exige, y que, si Gutiérrez hubiera querido afirmar una posición política o incluir en su novela una propaganda mitrista-tejedorista, como propuso Jorge Dubatti8, podría haberlo hecho fácilmente mucho mejor de lo que lo hizo.

¿Es posible conectar la violencia del Juan Moreira con las luchas políticas que en 1880 desembocaron en la revolución de Tejedor? Una respuesta afirmativa a esta pregunta sólo se fortalece si al mismo tiempo se debilitan dos evidencias que ningún contemporáneo de Gutiérrez, por lo demás, dejó de percibir. Por un lado, el vínculo, que se fija hacia 1880, entre representación de la violencia y mercado (o para decirlo de un modo menos abstracto: entre la crónica policial y la literatura o el periodismo popular9). Por otro lado, la continuidad entre la violencia de Moreira y la violencia de cualquiera de los gauchos de Gutiérrez -o más en general, de cualquiera de sus folletines. La pregunta que más insistentemente se formula en las páginas del Juan Moreira es ¿por qué pelea Moreira? La reiteración excesiva de esta pregunta ya es significativa, pero las respuestas que propone Gutiérrez, tan heterogéneas como contradictorias, confirman la sospecha de un vacío en la motivación de las acciones de su héroe violento.

Como se sabe, el Juan Moreira de Gutiérrez fundó un gran relato cultural en la Argentina: produjo el fenómeno del moreirismo, el personaje se convirtió, para decirlo con Adolfo Prieto10, en la divinidad más alta del Olimpo criollista, y generó esa larga serie de mutaciones que Jorge Rivera y Ludmer registraron y comentaron11. Al mismo tiempo, es imposible no preguntarse cuánto hay de malentendido en la fundación de ese gran relato cultural. En la bibliografía sobre el Juan Moreira pueden encontrarse con facilidad textos críticos que leen obstinadamente allí la historia del gaucho de la pobreza y el desamparo, si bien la novela contaba la historia de un gaucho demasiado moderno para ser un gaucho, propietario de una tropa de carretas dedicadas al comercio, guardaespaldas de Alsina y matón electoral ataviado con el lujo de un dandy compadrito. Se trata, en cualquier caso, de un malentendido en el que el Martín Fierro, relativamente desplazado por Juan Moreira (pero también oculto en Juan Moreira), parece haber jugado un papel decisivo. Leopoldo Lugones no solamente fue el primero, o uno de los primeros, que desde la cultura culta rescató la imagen de Eduardo Gutiérrez como novelista. La figura del gaucho que propuso en El payador, un gaucho ya escultural, ennoblecido por el sentido del honor caballeresco, elevado por una afición a la música que ahora se subraya como un signo excepcional de espiritualidad, voluntariamente sumiso frente a los patrones de una oligarquía que merece el acatamiento porque es una casta digna de mando, difícilmente pudo extraerla del poema de Hernández, pero pudo hallarla en todas las páginas de la novela de Gutiérrez. En el Juan Moreira de Favio, para pasar al otro extremo en el espectro de las transformaciones del personaje, Moreira se parece menos al Moreira de Gutiérrez que al Fierro de la Ida. El malentendido parece borrar las diferencias entre Fierro y Moreira, pero quizá las diferencias persistan en las formas del malentendido, en sus simetrías y asimetrías: el gaucho de Lugones, que es Fierro, se parece demasiado a Moreira; el gaucho de Favio, que es Moreira, se parece demasiado a Fierro.

Notas

1 Ludmer, Josefina, El género gauchesco. Un tratado sobre la patria, Buenos Aires, Sudamericana, 1988.
1 Empleo el concepto de "política" en un sentido estricto para referirme a las prácticas específicas del campo político -por entonces, y como el propio campo literario, en vías de autonomización. Un uso más lato de ese concepto impediría examinar, precisamente, el proceso de separación entre prácticas literarias y prácticas políticas.
3 Rama, ángel, La ciudad letrada, Montevideo, Comisión Urugua-ya pro Fundación Internacional ángel Rama, 1984.
4 Olivera, Carlos, "Juan Moreira", en En la brecha, Buenos Aires, Lajouane, 1887.
5 Laera, Alejandra, "Nota a la presente edición", en Eduardo Gutiérrez, Juan Moreira, Buenos Aires, Perfil, 1999.
6 Ludmer, Josefina, "Los Moreira", en El cuerpo del delito. Un manual, Buenos Aires, Perfil, 1999.
7 Martínez Estrada, Ezequiel, "Lo gauchesco en el intento no viable de una gran literatura", en Muerte y transfiguración de Martín Fierro, Buenos Aires, CEAL, 1983.
8 Dubatti, Jorge, "El sentido político del folletín 'Juan Moreira': la propaganda tejedorista", mimeo.
9 La hipótesis del mercado como condición de la autonomización literaria excluye la oposición entre literatura y periodismo, como así también la perspectiva que ve en el periodismo uno de los límites de la autonomía literaria. Esta perspectiva impide reconocer las principales emergencias y novedades propias de la modernización literaria, que se producen especialmente en la zona del periodismo profesional -por ejemplo, la nueva figura de escritor representada por un periodista de La Nación como Benigno Lugones y su temprana toma de posición a favor del naturalismo.
10 Prieto, Adolfo, El discurso criollista en la Argentina en la formación de la Argentina moderna, Buenos Aires, Sudamericana, 1988.
11 Ludmer, Josefina, "Los Moreira", en El cuerpo del delito. Un manual, Buenos Aires, Perfil, 1999; Rivera, Jorge, Eduardo Gutiérrez, Buenos Aires, CEAL, 1967; Rivera, Jorge, "El folletín. Eduardo Gutiérrez", en Capítulo. Historia de la literatura argentina, Buenos Aires, CEAL, 1980.

Referencias bibliográficas
1. Laera, Alejandra, "Nota a la presente edición", en Eduardo Gutiérrez, Juan Moreira, Buenos Aires, Perfil, 1999.
2. Ludmer, Josefina, "Los Moreira", en El cuerpo del delito. Un manual, Buenos Aires, Perfil, 1999.
3. Ludmer, Josefina, El género gauchesco. Un tratado sobre la patria, Buenos Aires, Sudamericana, 1988.
4. Martínez Estrada, Ezequiel, "Lo gauchesco en el intento no viable de una gran literatura", en Muerte y transfiguración de Martín Fierro, Buenos Aires, CEAL, 1983.
5. Olivera, Carlos, "Juan Moreira", en En la brecha, Buenos Aires, Lajouane, 1887.
6. Prieto, Adolfo, El discurso criollista en la Argentina en la formación de la Argentina moderna, Buenos Aires, Sudamericana, 1988.
7. Rama, Ángel, La ciudad letrada, Montevideo, Comisión Uruguaya pro Fundación Internacional Ángel Rama, 1984.
8. Rivera, Jorge, Eduardo Gutiérrez, Buenos Aires, CEAL, 1967.
9. Rivera, Jorge, "El folletín. Eduardo Gutiérrez", en Capítulo. Historia de la literatura argentina, Buenos Aires, CEAL, 1980.

recibido: 30 de mayo de 2003
aceptado para su publicación: 29 de julio de 2003