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Cuadernos del Sur. Letras

versão On-line ISSN 2362-2970

Cuad.Sur, Let.  n.34 Bahía Blanca  2004

 

Kingsley, Peter. In the Dark Places of Wisdom. California, The Golden Sufi Center, 1999

Daniel Torres

Universidad Nacional del Sur. CONICET

Kingsley, Peter. In the Dark Places of Wisdom. California, The Golden Sufi Center, 1999; 258 pp. ISBN: 1-890350-01-X

Se trata de un libro por cierto extraño y fascinante. En un sentido, el libro es una continuación de Ancient Philosophy, Mystery and Magic. Empedocles and Pythagorean Tradition (Oxford, 1995; reseñado en Argos 24, 2001), concentrado esta vez sobre Parménides, o Parmeneides, como prefiere llamarlo el autor en base a inscripciones de reciente hallazgo en la zona de Elea o Velia, que presentan al filósofo poeta presocrático como un eslabón en la tradición de conocimiento ligada al dios Apolo, en la que ocupa un lugar preeminente el arte médica basada en procedimientos de orden mágico, mediante los rituales de incubación. Esto se vincula a su vez, en un nivel social, con las tradiciones de koûros asociadas al culto de Apolo, y con la función de legislación para las ciudades arcaicas, dado que las leyes se obtenían como revelaciones mediante sueños y visiones en procesos incubatorios. De este marco conceptual emerge la figura de Parmeneides fuertemente contrastada con la del fundador de la lógica de la tradición filosófica clásica, en forma paralela a los desarrollos del autor sobre Empédocles en su libro anterior. El paralelismo radica en la filiación de ambos presocráticos a las escuelas pitagóricas de Italia, que conservaron esta tradición al margen del desarrollo racionalista ateniense y la transmitieron luego a Alejandría.

El libro está compuesto por veinticinco capítulos distribuidos en cinco partes, seguido de las referencias bibliográficas y de fuentes correspondientes a cada capítulo. Pues el libro no presenta el sistema de notas habitual, sino que se adapta fácilmente al lector no especializado, mientras que el erudito encuentra en las referencias finales el soporte científico de las afirmaciones de Kingsley. La lectura resulta directa y sin interrupciones, adecuada para seguir el hilo narrativo de una historia, presentada como "nuestra historia", la de la cultura occidental. No es propósito del libro presentar documentación e interpretaciones novedosas sobre el poema de Parménides, su figura histórica y los malentendidos a los que ha dado lugar la construcción histórica de Atenas, aunque estas discusiones sean el medio por el que el propósito se cumple, sino "despertar algo que hemos olvidado". Así el libro se plantea un objetivo que va más allá de las perspectivas filológica y filosófica modernas, en el intento de recuperar algo de la sophía antigua, y la misma exposición hace a un lado el rigor del estilo científico para imitar los modos de expresión de aquella sophía, dirigiéndose directamente al lector, invitándolo a deponer los prejuicios que impiden la comprensión de un malentendido cultural.

La primera parte (cap. 1-7) trata de la historia de la ciudad de Focea y sus relaciones de intercambio cultural con los habitantes de la isla de Samos, con Egipto, así como su ubicación en la ruta del Oriente, oponiéndose a la tendencia dominante en la erudición moderna de una Grecia aislada de las civilizaciones de su tiempo. Siguiendo el relato de Heródoto (1.162-7) se trata del abandono de Focea por sus habitantes ante la inminencia de una conquista persa, y su travesía hacia Italia, donde se asientan fundando Elea o Velia, territorios a los que los conduce el oráculo de Apolo y donde los cultos de los héroes, especialmente Heracles, se consideran los factores cruciales para el asentamiento de aquellos exiliados, según un código de valores que difiere tanto de nuestra comprensión moderna que llega a parecernos un cuento fantástico. Kingsley llama la atención sobre lo que se ha perdido del concepto original de filosofía tras los nombres de Platón y Aristóteles, que han distorsionado lo que era el sophós en la Grecia arcaica, transmitiendo una imagen incompleta de Parménides, y de los presocráticos en general. Se comentan tres pasajes platónicos (Parménides 127b, Teeteto 183c-184a, y particularmente Sofista 241d-242a), resignificando la broma platónica de "matar al padre Parménides" como una suerte de parricidio intelectual necesario para consolidar la filosofía socrático-platónica en desmedro de las escuelas italianas.

La segunda parte (caps. 8-16) comienza con el poema de Parménides y su filiación con la tradición poética y el lenguaje del mito. Se retoman interpretaciones anteriores que ven el viaje de Parménides como un descenso al Hades, atendiendo a las indicaciones que remiten al lenguaje poético, especialmente a Hesíodo. El capítulo "The Man in a Toga" presenta el hallazgo, en la zona de Velia, de tres inscripciones en las bases de tres estatuas, cuya datación remonta al siglo I de la era cristiana; las inscripciones presentan elementos comunes: el nombre Oulis seguido del nombre del padre de la figura representada en la estatua, los sustantivos Iatrós y Phôlarchos, y una indicación cronológica. El primer elemento se interpreta como indicación de la pertenencia del hombre representado a las tradiciones de Apolo Oúlios, esto es, Apolo curador, como lo especifica el sustantivo iatrós, cuyo culto habría sido traído a Italia y al sur de Francia por los exiliados de Focea desde Anatolia.

En el capítulo "Dying before you die" se relaciona el viaje de Parménides al mundo de los muertos con las iniciaciones de los héroes y los cultos órficos de Italia del sur; se trata, pues, de un viaje mítico, movido por un deseo interior que impulsa al poeta a emprender una travesía en la oscuridad, que es tanto una travesía cósmica por las regiones descriptas por Hesíodo en la descripción cosmogónica de la Teogonía, como una travesía interior hacia las profundidades del ser. El Hades es visto como el lugar en que se reúnen las paradojas y los opuestos: la mención de las hijas del sol que conducen el carro del poeta es otro indicador de su filiación a las tradiciones mistéricas, que presentan la morada del sol en el Hades; allí radica la fuente de la luz, y allí, tras las tinieblas y la ignorancia está guardada la sabiduría. La diosa que recibe a Parménides se identifica con Perséfone, y el apóstrofe de ésta al poeta como koûros lo marca como iniciado en los misterios. El examen del extraño título Phôlarchos de las inscripciones de Velia lleva a considerar los procesos incubatorios –phôleia y phôleuein-, como estados de animación suspendida o muerte aparente, análoga a la hibernación en los animales en una cueva (phôleia), procedimientos que perseguían un fin curativo o mántico y que tenían lugar en el marco del culto anatolio de Apolo curador, llevado hacia el mar Negro a las colonias de Istria y Apolonia y hacia Grecia e Italia por los habitantes de Focea y de Mileto. Este culto de Apolo contrasta con la imagen clásica del dios como representación de la racionalidad y de la luz, atendiendo a las fuentes que lo asocian con la oscuridad y el mundo subterráneo, tales como los centros oraculares y de incubación en Anatolia y en Italia, y a la asociación con Orfeo en los fragmentos de la poesía órfica.

El sentido especial del término "incubación" se explica no sólo como parte de un ritual de curación, sino básicamente como un ritual que a través de un estado de ensoñación permite el acceso a otro estado de conciencia, en el que el individuo recibe el conocimiento de los dioses, como lo ejemplifican las figuras de Epiménides de Creta y algunos aspectos de la tradición sobre Pitágoras. Se trata, en suma, de tradiciones que vinculan elementos de los misterios con la magia, y que se combinan en el curioso término Iatromántis que designa al sophós versado en estos conocimientos, término hallado en Velia en una cuarta inscripción, junto con el título cultual Ouliadês y con el nombre de Apolo. El autor presenta, pues, una forma en cierto modo marginal del culto de Apolo, y el recorrido geográfico de las fuentes que sustentan su tesis apunta a recolectar las marcas de esta forma aparentemente marginal del culto, para mostrar su presencia y operatividad en los centros más reconocidos del culto apolíneo -especialmente Delfos- reflejadas en la mitología cultual del sitio. Peter Kingsley ha profundizado las líneas de investigación de Dodds, por un lado, y de Giorgio Colli, por el otro, en el sentido de deconstruir la imagen de Apolo heredada del siglo XIX y reafirmada por la dicotomía nietzscheana entre lo apolíneo y lo dionisíaco, para mostrar un elemento común: el éxtasis. Se trata por cierto de una forma de éxtasis que difiere del carácter colectivo del éxtasis dionisíaco; es individual, solitario, y transporta al individuo más allá de las fronteras del mundo sensible, más allá del espacio y del tiempo que condicionan nuestra existencia de vigilia. Como se desprende del recorrido marginal de las fuentes, que implica el contacto con influencias orientales, se trata de las tradiciones chamánicas del Asia Central, que se conservaron en Oriente mientras que en Occidente quedaron restringidas al ámbito de los misterios, y a las zonas marginales del mundo griego oriental bajo el patrocinio de Apolo. En el capítulo 'The Sound of Piping', se destaca el valor de la repetición en el poema de Parménides, que busca el efecto de crear el sonido de la siringa, en tanto éste se asocia con el sonido de los ejes del carro, con el de los goznes de las puertas, con el silbido de las serpientes y con el sonido de los astros en sus órbitas, identificado como el último sonido antes del silencio, que supone franquear el umbral de otro nivel de conciencia.

La tercera parte (caps. 17- 21) se centra en la línea de transmisión del saber desde los orígenes arcaicos hasta la fecha de las inscripciones. El punto de partida lo constituye otra inscripción hallada en el sitio en un bloque de mármol (Parmeneides hijo de Pyres Ouliadês Physikos), que identifica a Parménides como perteneciente a esta comunidad de saber. Kingsley examina cada palabra de la inscripción, consignando los puntos de contacto entre el contexto planteado y algunas especulaciones anteriores sobre la figura de Parménides, que las inscripciones confirman. Se detiene especialmente en el término physikós, que diferencia esta inscripción de las otras cuatro, así como la falta de fecha, estableciendo para Parmeneides la categoría de héroe fundador (hêrôs ktistês) de esta línea de saber médico, mántico y mágico. Examina a continuación el tema de la adopción de Zenón como discípulo de Parménides, la importancia de la adopción en los misterios y entre los pitagóricos, y los textos platónicos que plantean una filiación de la filosofía platónica con Parménides, para remontarse luego a los testimonios sobre sus propios maestros. Frente a la versión platónica que lo hace discípulo de Jenófanes, sigue un testimonio de Diógenes Laercio (9.21) que lo hace discípulo del pitagórico Ameinias, quien lo habría conducido a la quietud (hêsychia), y al que el mismo Parménides habría construido un santuario heroico. El autor combina testimonios de las zonas orientales de Mileto, de Focea y sus colonias con los de Velia, y del conjunto emerge la asociación entre el culto de Apolo Oúlios, los cultos heroicos en su ámbito y luego en el pitagorismo, su relación con los procedimientos de incubación y el objetivo común de la quietud (hêsychia), como un estado de la conciencia más allá de los límites de la conciencia racional ordinaria.

La cuarta parte (caps. 22-24) tiende a la refutación de la construcción histórica de Atenas, basándose en testimonios que presentan a Parménides y a Zenón en Atenas con un objetivo diplomático concreto: negociar la paz para su ciudad, restringiendo el poder de Atenas sobre las ciudades italianas. Esto a su vez muestra la inserción en la comunidad de los individuos vinculados al culto de Apolo Oúlios, mediante la función específica de legislación. Se destaca la función legisladora en Mileto asociada al culto de Apolo y a las tradiciones de koûros, detentadas por el clan de los Molpoi, que legislaban para la ciudad y cumplían la función de embajadores ante otras ciudades, mostrando así la continuidad en la tradición entre las ciudades madres de Asia Menor y las colonias occidentales. Se trata, por cierto, de un procedimiento complejo, que Kingsley no ignora que para muchos resultará fantasioso, pues implica el ritual de incubación con el objetivo de encontrar una divinidad que revele las leyes. De este modo el viaje de Parménides se interpreta como una búsqueda de la fuente mítica de la legislación, que radica en otro nivel de realidad y que requiere para ser alcanzado un estado de conciencia más allá de la racionalidad y percepción ordinarias. Las mismas tradiciones emergen luego en Persia y en el mundo árabe, en parte por medio de los alquimistas alejandrinos, asociadas a figuras equivalentes al koûros griego, lo que lleva a considerar a los filósofos griegos, especialmente los presocráticos, desde una perspectiva completamente diferente a la desarrollada por la filosofía occidental clásica. Frente a la imagen dominante de filósofos teóricos, se destaca el aspecto práctico que sus enseñanzas revisten: no sólo el otorgar leyes a las ciudades y curar a sus habitantes, sino incluso la proyección del concepto de harmonía en una ingeniería mecánica que fabrica tanto juguetes de ingenio como máquinas de artillería.

La quinta parte (cap. 25), a manera de epílogo, marca la necesidad de redescubrir el poema de Parménides con una lectura que tenga en cuenta la combinación de evidencias presentadas y el nuevo marco de interpretación que imponen, lo que ampliará notablemente el marco de interpretación impuesto, pues el libro en su conjunto resulta un desafío a las interpretaciones institucionalizadas por academias y universidades, y un desafío incluso por la forma expositiva, por el modo más sugerente que explicativo, abriendo un campo de investigación que desde diversos ángulos reclama cada vez más la atención de nuestra ciencia.

Recibido: 8 de octubre de 2004.
Aceptado para su publicación: 27 de octubre de 2004.