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Cuadernos del Sur. Letras

versão impressa ISSN 1668-7426

Cuad.Sur, Let.  n.35-36 Bahía Blanca  2005

 

Guerra de lenguajes. Prensa escrita y política lingüística en la radiofonía argentina: el caso de 1943

María Alejandra Vitale

Instituto de Lingüística, Universidad de Buenos Aires. E.mail: vitaleale@fibertel.com.ar

Resumen
El golpe de Estado del 4 de junio de 1943 implementó una política lingüística para el ámbito nacional que actuaba sobre un entorno lingüístico específico, la radiofonía. En un contexto en el que se destacaba la necesidad de controlar a masas migratorias internas y externas que conllevaban el peligro de los conflictos de clase, esta política se orientó a imponer la norma peninsular, por lo que tuvo una impronta fuertemente represiva respecto de usos lingüísticos consolidados, como el voseo. Desde las propuestas de Kremnitz (2001), para quien la política lingüística se concreta en la interacción de intereses y opiniones de determinados grupos que pueden asumir concepciones político-lingüísticas diferentes, este artículo analiza los papeles interpretados por la prensa escrita publicada en la Capital Federal en cuanto participante de un proceso político-lingüístico particular. Esta institución, en efecto, interpretó mayoritariamente el papel de ayudante, pues tendió a crear consenso público a favor de la acción militar en la radiofonía configurando una posición contraria al cosmopolitismo, xenófoba y hasta antisemita. Adoptó, también, el papel de consejero (en especial para evitar una fiscalización excesiva basada en el purismo) y el papel de promotor (asumió impulsos político-lingüísticos propios). El papel minoritario, en cambio, fue el de oponente.

Palabras clave: Política lingüística; Radiofonía; Prensa escrita.

Abstract
The "Coup d' ètat" dated on June 4th 1943 implemented a linguistic policy for the national boundary which acted on the specific linguistic environment, the radio broadcasting. In a context in which it was necessary to control the internal and external migratory masses which put up with the danger of the class conflict, this policy was strongly repressive towards certain consolidated linguistic uses like for instance the "vos" use, because it was oriented to impose a peninsular norm. As from the Kremnitz's (2001) proposals, who considers that the linguistic policy is make concrete in the interaction of interests and opinions of certain groups which could assume different political-linguistic conceptions, in this article the roles interpreted by the written press published in the Capital Federal as a participant in a particular political-linguistic process are analyzed. In fact, this institution mainly played the "helper role" since it collaborated to create a public consensus in favour of the military action in the radio broadcasting, configurating a contrary position to the cosmopolitan, xenophobic and even anti-Semite. It also adopted an "advising role" (especially to avoid the excessive control based on the purism) and the "promoting role" (since it assumes its own political-linguistic impulses), rather than the minor role which was of the opponent.

Key words: Linguistic policy; Radio broadcasting; Written press.

Kremnitz (2001) sostiene que la política lingüística está subordinada, como cualquier otra clase de política, a los intereses de determinados grupos y que cuando éstos defienden intereses diferentes suelen representar distintas concepciones político-lingüísticas. Asimismo, plantea que la política lingüística no sólo se lleva a cabo "desde arriba hacia abajo", sino que se concreta, -como la política en general y aún durante una dictadura- en la interacción de intereses, opiniones y posturas, variados y hasta opuestos, de la cual resulta, no obstante, una determinada direccionalidad. En relación con ello, agrega que, hasta el momento, ha sido poco investigada la cuestión de los participantes que se ven involucrados en los procesos político-lingüísticos y de los papeles que pueden desempeñar. Entre estos participantes, identifica el Estado, la "sociedad civil" -en la que incluye el poder económico, los medios masivos y las diversas agrupaciones sociales- y la población.

A partir de la descripción de la política lingüística implementada en la radiofonía por el Estado argentino tras el golpe militar del 4 de junio de 1943, que derrocó al presidente conservador Ramón S. Castillo, el objetivo de este artículo es analizar, en especial desde los ejes de la xenofobia y el purismo, los comentarios o editoriales que produjeron los principales diarios editados en Capital Federal para tomar posición ante esa política1, con miras a interpretar los papeles desempeñados por la prensa escrita en cuanto participante de un caso particular de proceso político-lingüístico.

La política lingüística del Estado argentino en la radiofonía

El 10 de junio de 1943, el Director General de Correos y Telégrafos, el teniente coronel Aníbal F. Imbert, nombrado por el gobierno militar presidido por el general Pedro P. Ramírez, envió a los propietarios de las estaciones de radiodifusión una circular donde les solicitaba su cooperación para que se diera cumplimiento riguroso, sin excepción alguna, de las disposiciones referidas a las transmisiones radiotelefónicas insertas en la tercera edición de la Colección de Disposiciones Vigentes Nº 23 B, titulada "Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión"2, que regulaban, entre otros aspectos, el uso del idioma, en especial en "Rellenos o números carentes de valor artístico" (título VII), "Canciones y letras cantables" (título VIII) y "Obras de teatro y similares" (título IX)3.

Por otra parte, el gobierno militar creó el Consejo Supervisor de Radiocomunicaciones, que hizo depender de la Dirección de Telecomunicaciones4 y que constituyó con dos organismos de revisión y asesoramiento técnico, el Consejo Ejecutivo y el Consejo Asesor. El Consejo Ejecutivo fue integrado por funcionarios de esa Dirección, tres de ellos especialistas en lingüística e historia, dos en música y dos en técnica de las transmisiones. A este Consejo se le otorgó la función de organizar la lectura, análisis y juicio de las obras teatrales, conferencias, charlas, disertaciones, comentarios de cualquier índole, textos comerciales y letras para música que se irradiasen en todo el país. Al mismo tiempo, se dispuso la prohibición de que este material se difundiera sin la previa visación del Consejo, es decir que el organismo fue creado para ejercer la censura previa. El Consejo Asesor, que actuaría presidido por el Director de Telecomunicaciones, fue integrado con representantes de instituciones que estuvieran dispuestas a colaborar "ad honorem" y tuvo la función de expedirse -en un plazo de cinco días- sobre la obra y material de transmisión que sometiera a su juicio el Consejo Ejecutivo o el Director de Telecomunicaciones5.

Dentro de una política de estricto control de la radiofonía, la Dirección de Correos y Telégrafos decidió no dar curso a los expedientes presentados durante el gobierno de Castillo, relativos a pedidos de concesiones o permisos para explotar nuevos servicios o modificar los ya concedidos, y canceló la licencia de Radio Mitre y de Radio Rivadavia, bajo el argumento de que habían cedido la explotación a terceros6.

La circular enviada por el Director General de Correos y Telégrafos, que solicitaba con un tono diplomático la colaboración de los dueños de las radioemisoras pero que encubría un modo de intervención imperativo para el ámbito nacional que actuaba en un entorno lingüístico específico, la radiofonía7, focalizaba algunos títulos de las "Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión". En lo referido al uso del idioma, se trataba del título VII, art. 1º, inciso c.:

Evitar el uso de modismos que bastardean el idioma y, en particular, lo relacionado con la comicidad de bajo tono que se respalda en remedos de otros idiomas, equívocos, exclamaciones airadas, voces destempladas, etc. que está prohibido en el título VII, Art. 1º, inciso c.8

La circular hacía hincapié en el cocoliche ("remedos de otros idiomas"), que era representado de modo negativo al ser asociado a "modismos que bastardean el idioma", es decir que lo apartaban de su pureza, y a "comicidad de bajo tono". Asimismo, "remedios de otros idiomas" funcionaba como un equivalente aproximado9 de "equívocos, exclamaciones airadas, voces destempladas", de modo tal que era asimilado al doble sentido ("equívocos"), una emotividad alterada ("exclamaciones airadas") y la falta de mesura (voces destempladas").

Por otra parte, la circular afirmaba:

Como normas generales se hace saber a Ud.:
1º- Que en toda clase de transmisiones, sin excepción alguna, debe cuidarse con rigurosa escrupulosidad una absoluta corrección en el empleo del idioma castellano, evitando toda palabra del 'argot` o bajofondo y los modismos que lo desvirtúan y son tan comunes en el decir corriente, como 'salí`, 'andá`, etc., etc.

En estas palabras, quedaba del todo claro que la política lingüística implementada por el gobierno militar en la radiofonía tenía una orientación purista, que representaba el voseo como una forma incorrecta y un modismo que desvirtuaba el idioma castellano, colocado en un mismo nivel estigmatizado que el lunfardo, aludido en la referencia al "'argot` o bajofondo". La aceptación de que el voseo era de uso común ("tan comunes en el decir corriente") manifestaba, también, que esa política se enfrentaba abiertamente a prácticas lingüísticas consolidadas, por lo que era fuertemente represiva respecto de ellas.

La política lingüística del gobierno militar se insertó en el marco de una serie de medidas que compartían con ella una fuerte impronta represiva, como la creación de la Policía Federal para coordinar y reforzar la acción de los cuerpos policiales municipales o provinciales, una ola de arrestos de dirigentes y conocidos militantes del Partido Comunista y una embestida contra el sindicalismo, que se expresó, entre otros indicadores, en la disolución de la CGT nº 2, sector mayoritario de la Confederación General del Trabajo -dividida desde octubre de 1942- y apoyo sindical de la actividad política del Partido Socialista y del Partido Comunista10.

Una voz en contra

El diario El Mundo11, asociado desde 1935 con todas las publicaciones de la poderosa Editorial Haynes en la propiedad de Radio El Mundo, fue el único que se destacó por oponerse, aunque indirectamente, a la política lingüística adoptada por el nuevo régimen en la radiofonía, lo cual era comprensible dado que defendía los intereses de esa radio, que transmitía el exitoso programa "El hermano José", nombre de un personaje interpretado por el actor Pepe Arias que había popularizado el término "filipipón", explícitamente condenado por las autoridades militares12.

El 15 de junio, El Mundo publicó un comentario firmado por "Vizconde de Lascano Tegui", titulado "Diccionario sobre pueblos vivos", que si bien no tematizaba explícitamente lo que estaba sucediendo en la radiofonía, formulaba una enérgica condena del academicismo y del purismo a favor de los usos lingüísticos argentinos, lo cual permitía que fuese leído entrelíneas como un cuestionamiento a las medidas sobre el idioma adoptadas por las autoridades militares. Por un lado, El Mundo designó al Diccionario de la Real Academia Española con expresiones axiológicas negativas: "el libraco que `limpia, fija y da esplendor', como grita en su cabecera", "una forma inquisitorial de un medioevo totalitario", "una guía vetusta e inactual" y "el mamotreto". Por otra parte, comparaba el idioma español correcto y castizo con el ramo de flores marchitas de un velorio:

Tal vez ese idioma español mal hablado de los argentinos sea, gracias a la energía y a la capacidad con que lo empleamos, el idioma de toda América. El otro, el bueno, el correcto, el castizo, se lo llevarán como un ramo de flores devitalizadas, en sus ataúdes forrados con raso blanco, las feas solteronas que la selección de la vida tumultuosa, bravía, enérgica, creadora habrá despedido a mejor vida.

El Mundo se oponía a quienes identificaban el español bueno y correcto con el español castizo, que quedaba asociado con las "flores devitalizadas", los "ataúdes" y las "feas solteronas" y funcionaba como una oposición de "la vida tumultuosa, bravía, enérgica, creadora". La valoración positiva de la urbe moderna, connotada en la mención a "la vida tumultuosa", era otro aspecto que diferenciaba a este diario de otros, que criticaron el cosmopolitismo de Buenos Aires cuando avalaron la política lingüística del gobierno militar en la radiofonía. Para apoyar el español hablado por los argentinos que no respondía a la norma peninsular, El Mundo empleó, asimismo, un argumento que remitía de modo intertextual a los debates universitarios del momento, en particular a las reflexiones de Amado Alonso13. En efecto, de la cita anterior se desprende que el diario planteaba la unidad lingüística del continente americano y entendía que era el español hablado por los argentinos, no el español castizo, el que podía aspirar a liderar esa unidad. Alonso, por su parte, le otorgaba también a la Argentina un papel protagónico en el idioma español, pues consideraba que el país, por su peso en la industria editorial y como importante centro de traducción de textos extranjeros, participaría necesariamente en la formación de la lengua general.

Pero El Mundo no se limitó a criticar implícitamente el academicismo y el purismo que inspiraban la política lingüística del régimen militar en la radiofonía, sino que promovió una medida específica que se enfrentaba a ella y que buscaba legitimar los usos lingüísticos de la Argentina: "Hay que preparar un diccionario argentino, catálogo de las voces que se emplean entre personas que usan la trama del idioma español". Éste debía ser un diccionario de usos que incorporara el habla real de los argentinos: "Por eso el tono aristocrático de los diccionarios debe cambiar democratizándose. Debe recoger y almacenar las voces del pueblo, estén o no pulidas por los literatos". Se trataba, en suma, de la promoción de un liberalismo político- lingüístico que se oponía de modo implícito al intervencionismo del gobierno militar sobre el uso del idioma en la radiofonía.

Los diarios que analizaremos a continuación, en cambio, apoyaron este intervencionismo, a pesar de que seguían diferentes lineamientos ideológicos que se expresaron con nitidez ante una cuestión nodal en 1943: la segunda guerra mundial. El Pampero, Cabildo y Crisol se desempeñaban como portavoces de la derecha nacionalista14, filo fascista y filo nazi, que apoyaba al Eje y presionaba al gobierno militar para que continuara con la política exterior de neutralidad seguida durante el gobierno de Castillo. La Fronda, por su parte, era portavoz de un conservadurismo teñido de antiliberalismo y promovía, también, el mantenimiento de la neutralidad. La Nación y La Prensa, en cambio, eran portavoces de la derecha conservadora inserta en la tradición liberal15, estaban a favor de los Aliados y propiciaban, como también hacía El Mundo, que el gobierno militar rompiera las relaciones diplomáticas con las potencias del Eje.

Sobre la xenofobia y el cosmopolitismo

El Pampero, Cabildo, Crisol y La Fronda apoyaron la política lingüística del gobierno militar en la radiofonía configurando una posición xenófoba que, con matices e intensidades particulares, los llevó a rechazar el cosmopolitismo y la influencia en el idioma de elementos extranjerizantes. De este modo, cuando El Pampero16 avaló la prohibición del lunfardo, lo asimiló a un lenguaje extranjerizado17: "habrá un severo reajuste, el cual comenzará con la depuración del lenguaje arrabalero y extranjerizado que usan locutores y actores, y terminará en el enaltecimiento general de las transmisiones, desde el punto de vista de los valores nacionales y cristianos"18. En estas palabras, el adjetivo "arrabalero", alusivo al lunfardo, funciona como un equivalente aproximado de "extranjerizado" y como una oposición de "los valores nacionales y cristianos", es decir que aquel lenguaje arrabalero y extranjerizado quedaba de modo implícito asociado con lo antinacional y anticristiano. Resulta significativo, también, que el adjetivo "nacionales" funcione como un equivalente aproximado de "cristianos", pues manifiesta una concepción según la cual la nación argentina tiene una esencia cristiana y que el historiador Loris Zannata (1999) ha estudiado como una construcción ideológica, característica de la derecha nacionalista, a la que denomina "mito de la nación católica".

El Pampero configuró un imaginario que percibía en el cosmopolitismo un peligro para el idioma, que lo llevó a afirmar "El hermoso idioma de Cervantes es terriblemente atacado por una ciudad cosmopolita como Buenos Aires" y a referirse despectivamente a "todas las jergas que andan por Buenos Aires". Entre ellas, el diario identificaba "una germanía de la calle Corrientes", "el lunfardo puro" de Nueva Pompeya, "un fuerte genovesismo" en el barrio de La Boca, "un 'pinquinglis` en la Avenida Leandro Alem" y "cierta tendencia afro-criolla" en el barrio de morenos de Flores. El Pampero incluyó, también, como hablantes de esas jergas a las mismas clases cultas, como "el estanciero" que "habla remedando ligeramente al paisano" y a "los estancieros anglo-argentinos que en el Jockey Club arrastran las eses y suavizan las jotas". Al integrar estas variedades usadas por los terratenientes dentro de las jergas que amenazaban el idioma de Cervantes, El Pampero manifestaba cierto encono hacia ellos, lo que se confirma cuando sostiene que a esos estancieros les gustaba guardar las boleadoras en las vitrinas pero se las prohibían "rigurosamente a sus peones porque el frigorífico inglés no quiere machucaduras de carne". Expresaba, así, la animosidad característica de la derecha nacionalista contra una oligarquía terrateniente sometida a los intereses de Inglaterra19.

En el diario Cabildo20, se reitera la crítica al cosmopolitismo:

La buena doctrina y los intereses esenciales de la Nación exigen irrenunciablemente que la publicidad radiotelefónica se someta a la nueva tesitura del país. El mal no es de ahora. Hace 70 años don Juan María Gutiérrez advertía en los acentos foráneos que resonaban en las calles de Buenos Aires el peligro de la deformación cosmopolita21.

Se configura en Cabildo una posición xenófoba, similar a la de El Pampero, para la cual "los acentos foráneos", asociados con "el peligro de la deformación cosmopolita", funcionan de modo implícito como oposiciones de "los intereses esenciales de la Nación", de donde se infiere que la defensa del idioma es a la vez una defensa de la nación. La unidad entre la nación y el idioma22 quedaba confirmada cuando el diario sostiene: "Uno de los privilegios nacionales ha sido la herencia de España de su idioma magnífico, signo y expresión de una raza que dio al mundo del pensamiento brillante pléyade de literatos, poetas y filósofos". Como reacción defensiva ante el peligro de la infiltración en el idioma de elementos extranjeros, el diario exaltaba la herencia hispánica y la raza, con una connotación racista que se acrecentaba en el marco del decidido apoyo que daba a las potencias del Eje y el antisemitismo que transmitía23.

En el caso del diario Crisol24, el antisemitismo aparecía ligado directamente a la cuestión del idioma en la radiofonía. De este modo, afirmaba:

ha llegado con el beneplácito de la gente de bien un gobierno que se ha decidido a extirpar las muestras de incultura, el lenguaje incorrecto, la perversión musical y demás absurdos que irradiados a través del micrófono permitían a los judíos de la radio amasar fortunas25.

Se manifiesta así que "el lenguaje incorrecto" es asociado con "los judíos de las radios", que eran para Crisol sus dueños, por eso se refería a éstos como "los patrones judíos"26. La xenofobia del diario lo llevó a concebir el idioma como un objeto amenazado por lo que denominaba "la antipatria":

La antipatria no se daba por conforme con habernos arrebatado la propiedad de las estaciones de radiotelefonía y haber implantado un gigantesco monopolio noticioso totalmente entregado a los extranjeros. Tampoco le bastaba en haber convertido todos los organismos telefónicos en una fantástica organización de propaganda de guerra. Perseguía, y estaba a punto de lograrlo, el último vestigio de cosa propia que nos restaba, es decir el idioma27.

Crisol sostenía una visión conspirativa en la que "la antipatria" buscaba apropiarse de los bienes nacionales, entre ellos el idioma, que quedaba vinculado de modo implícito con la Patria, de donde se infiere que "el lenguaje incorrecto" se relacionaba con "la antipatria". La referencia al intento de apropiación del idioma, por otra parte, se insertaba en el marco de la denuncia del monopolio en los noticieros radiofónicos de una propaganda de guerra que, se sobreentendía, favorecía a los Aliados.

En "la antipatria", el diario ubicaba a "el judío", a quien nombraba como "la raza maldita" y de quien afirmaba que "había visto 'la nigocio` y de inmediato copó todas las estaciones de radiodifusión para que sirviesen a sus deleznables intereses". Las comillas distanciadoras usadas en "'la nigocio`" identificaban un ejemplo del lenguaje incorrecto que amenazaba el idioma y que provenía de los judíos extranjeros.

Pero esos elementos extranjeros infiltrados en el idioma llegaban, también, del inglés, por eso Crisol afirma: "Entre los infinitos males de que adolecía la mal llamada radiotelefonía argentina, se contaba el infame bastardeo del idioma. Muchas obras teatrales y la mayor parte de los 'sketchs` -esquicios, para decirlo correctamente- eran indignos de ser transmitidos"28. El diario rechaza el préstamo y autorreformula sus propias palabras porque considera incorrecto el uso del vocablo inglés, que queda asociado con "el infame bastardeo del idioma" y que es entrecomillado para señalar la distancia respecto de él. En relación con ello, no resulta azaroso que Crisol entrecomille y se distancie de una palabra usada por los judíos y de otra que proviene del inglés, porque en su horizonte ideológico tanto los judíos como las dos potencias anglófonas que integraban los Aliados, Estados Unidos e Inglaterra, constituían un mismo enemigo.

La vigilancia del idioma, parte de la tarea de recuperación nacional que el diario le atribuía al gobierno militar, implicaba erradicar de la radiofonía, también, "esa jerga de bajofondo", sintagma que si bien aludía al lunfardo se refería en Crisol a un lenguaje falso, inventado para la radiofonía, que no se oía en ninguna parte, ni siquiera entre la gente del hampa29.

La Fronda30 apoyó la medida político-lingüística del gobierno militar configurando, también, una posición xenófoba que impugnó el lunfardo, asociado a lo extranjero:

se perjudica el lenguaje expresando muchos conceptos con una sola palabra, extranjera o lunfarda. Uno y otro peligro hay que prever.

La eficiente y eficaz iniciativa del gobierno ha ido a combatir allí donde con más virulencia y peligrosas consecuencias se manifestaba: en las transmisiones radiotelefónicas.31

En la cita, "palabra lunfarda" funciona como un equivalente aproximado de "palabra extranjera", ambas concebidas como un peligro y como un empobrecimiento del lenguaje. Por otra parte, se destaca en La Fronda la promoción de una medida político- lingüística que apuntaba a otro elemento del entorno lingüístico, el nombre de las calles, para "desextranjerizar la ciudad". En efecto, el diario propuso que se sustituyeran en la nomenclatura de las calles los "nombres foráneos" y los "nombres con palabras extranjeras" por "nombres de cosas del país, de árboles, de plantas o de flores"32. La Fronda justificó su propuesta afirmando que los nombres de las calles de Buenos Aires eran extraños a su idiosincrasia y a su tradición histórica y que, como contenían sonidos raros, el pueblo nunca aprendería a pronunciarlos.

Como respuesta defensiva ante la penetración de palabras extranjeras, La Fronda, al igual que hizo El Pampero, exaltó la herencia hispánica, ligada también a la idea de raza, y con relación al español se refirió a "la grandeza de lo constituye una de las mejores herencias recibidas de aquella España imperial que anduvo por estos mundos civilizando mortales para la mayor gloria de Dios y de la raza"33.

El diario La Nación, aunque sin el extremismo de las publicaciones anteriores, también apoyó la política lingüística del gobierno militar en la radiofonía conformando una posición xenófoba, que rechazaba el lunfardo asociándolo con lo extranjero. En efecto, ante el envío de la circular de Correos y Telégrafos a los dueños de las radioemisoras, La Nación afirmó que satisfacía "una necesidad urgente", pues "la radiotelefonía había dado patente artística a 'esa bazofia idiomática`, la germanía arrabalera, forma baja de la influencia extranjerizante" 34. El lunfardo ("germanía arrabalera") era representado de modo estigmatizado mediante el axiológico negativo "bazofia" y el lexema "germanía", que lo vinculaba con los ladrones y rufianes, a la vez que era asociado con "la influencia extranjerizante", es decir, con elementos inmigratorios.

La Prensa, en cambio, argumentó a favor de la política lingüística en la radiofonía del gobierno militar sin configurar una posición xenófoba. Apeló así a "los derechos del oyente" y a "la cultura pública", considerando que los responsables de las estaciones de radiodifusión habían conspirado inconscientemente contra ellos. Respecto del lenguaje, apuntó contra la falta de medida y de buen gusto, en particular contra los chistes y equívocos "no siempre espirituales y limpios"35.

Este diario no sólo se abstuvo de formular críticas al cosmopolitismo y a la penetración en el idioma de elementos extranjeros, sino que polemizó, pocos días antes del comentario donde se refería a la radiodifusión, con quienes en 1943 sostenían un discurso xenófobo y racista:

Según eso, Buenos Aires y el litoral habrían cambiado de alma, de ideales y tradiciones, hasta el extremo de ser hoy una 'nación' extranjera o tránsfuga a la que es necesario conquistar, gobernar, purificar, salvar, con la inteligencia y pureza de sangre y costumbres de los incontaminados hombres del interior. Tan extravagante es el concepto que a veces suena a chocarrería.36

En esta misma línea, La Prensa defendió la llegada de inmigrantes a la Argentina, en confrontación con quienes percibieron en los extranjeros un peligro para la nación y el idioma:

¿Qué habría sido de la república Argentina si hubiera confiado en las virtudes de proliferación de su pueblo autóctono? Si en vísperas de ser sancionada la Constitución en 1853 apenas teníamos un millón de habitantes en una extensión de 200.000 leguas cuadradas ¿cuántos tendríamos hoy, argentinos ciento por ciento, hijos de argentinos sin mezcla alguna de sangre?37

El golpe del 4 de junio había sido posible gracias a una alianza de militares nacionalistas germanófilos con militares liberales proaliados, unidos sólo por el objetivo común de derrocar a Ramón Castillo. La argumentación de La Prensa en contra de quienes esgrimían en 1943 el supuesto valor de la pureza de la sangre, de una argentinidad incontaminada por el aluvión inmigratorio, era una huella de su enfrentamiento con los sectores nacionalistas que integraban el gobierno militar y con los grupos civiles que los apoyaban.

En torno al purismo. Sobre la aplicación de la reglamentación

La Nación y La Prensa avalaron la circular enviada por el Director General de Correos y Telégrafos sin ninguna referencia al purismo que inspiraba el título VII, artículo 1º, inciso b, al que ella remitía38 y que se transmitía, también, en la explícita condena del voseo, por lo que apoyaron implícitamente el intento de que las transmisiones radiofónicas se adecuaran a la norma peninsular. La Fronda, por su parte, avanzó en la defensa del purismo afirmando que "puede sostenerse que el idioma, mientras más puro y más rico, señala una mayor nobleza" y destacando "el brillo" del español39, lo que remitía intertextualmente a la palabra "brilla" del lema de la Real Academia Española.

El Pampero, en cambio, rechazó el purismo que inspiraba la política lingüística del gobierno militar y buscó influir en él para que no adoptase una posición extrema sobre este punto en la aplicación de la reglamentación vigente en la radiofonía. De esta manera, el diario se apartó de la representación del voseo presente en la circular militar como un modismo que desvirtuaba el idioma castellano:

el 'voseo`, costumbre que ya no podrá borrarse, es inútil cuanto haga la Academia.; ni siquiera el más pedantón de los argentinos podría hablar de 'tú ` (¿Por qué la Academia Argentina no declara de una buena vez que es cultiparlante hablar en 'vos` con la segunda persona del plural sincopada?).40

El Pampero representaba de modo negativo el hablar de "tú" como pedante y aunque se refería a la inutilidad de los esfuerzos de la Academia para imponer esa forma, se sobreentendía que se trataba, asimismo, de la inutilidad de los esfuerzos del gobierno militar. Por otra parte, promovía una medida político- lingüística divergente con la implementada por Correos y Telégrafos, que la Academia Argentina aceptase el voseo como "cultiparlante".

La aceptación del voseo era coherente con la defensa de los valores nacionales y el repudio de lo extranjero, porque el purismo fue aludido por El Pampero de modo negativo como "un cierto imperialismo idiomático español" y "un españolismo idiomático anacrónico y foráneo". De allí que formulase una recomendación al Consejo Supervisor de Transmisiones Radiotelefónicas: "Sería bueno que la comisión que censara las audiciones mantuviese un justo medio entre la colaboración del pueblo en el idioma y el control culto de los que saben hablar". Para el diario, la norma debía ser dictada por el uso culto argentino, concepción que entablaba, como también sucedía en El Mundo, una relación intertextual con las reflexiones del momento de Amado Alonso, quien reconocía la legitimidad de la discusión sobre la especificidad de la norma argentina y propiciaba que la lengua hablada por los argentinos fuera regida desde dentro del buen uso argentino.

Crisol tampoco apoyó el purismo, por eso enfatizó que el idioma de un pueblo era algo vivo y sostuvo que no se asustaba porque el idioma recogiera modismos propios del pueblo que se apartaban de las reglas clásicas.41. Cabildo, por su parte, también se distanció del purismo, de allí que afirmara:

Hay palabras, expresiones, giros y modismos que deben ser aceptados y aún defendidos porque nacieron espontáneamente como una necesidad natural. Será, además, vano esfuerzo oponerse en nombre de un purismo intransigente de lo que nace de la naturaleza de las cosas. Frente a la grosería nace también, como vicio opuesto, el remilgue y el amaneramiento. Adviértase por último el absurdo que significaría prohibir, dentro de una política de intransigencia ciega, ciertos regionalismos del país, provincianos o porteños, al mismo tiempo que se autorizase en las radios -objeto principal de las medidas adoptadas- regionalismos españoles que tienen en esencia el mismo origen que los nuestros 42.

De modo similar a El Pampero, que consideraba "inútil" cuanto se hiciera para imponer el "tú", Cabildo calificaba de "inútil" el esfuerzo de oponerse, con un purismo extremo, a ciertos regionalismos de la Argentina. Para justificar esta opinión, se basaba en la exigencia de un mismo tratamiento, sin privilegio alguno, de España y la Argentina: si se aceptaban los regionalismos españoles, ¿por qué rechazar los argentinos? Al igual que hizo El Pampero, Cabildo se dirigió de modo implícito a las autoridades militares para aconsejarles que evitaran un espíritu fiscal exagerado y privilegiaran la prudencia, el equilibrio y la mesura, pues de lo contrario la reglamentación se transformaría en letra muerta o de aplicación imposible.

Pero, ¿a qué se debía la alusión de Cabildo al remilgue y el amaneramiento como vicios opuestos a la grosería? Se trataba de una recomendación implícita al gobierno militar para que censurara otra vez los números cómicos de Niní Marshall. En efecto, el personaje que esta actriz interpretaba en Radio Splendid, Catalina Pizzafrolla Langanuzzi, apodada Catita, había sido censurado por las autoridades militares bajo el argumento de que deformaba y tergiversaba el lenguaje correcto. Dando prueba de su ingenio, Niní Marshall mató a Catita de un ataque de catalepsia y la hizo revivir formulando expresiones en un español castizo, oscuro y amanerado.43.

La Fronda también buscó influir, como Cabildo, en la opinión militar para que en la aplicación de la reglamentación prohibiera la nueva manera de hablar de Catita, por ello sostuvo: "La policía del idioma que con tanto vigor se ejerce sobre el lunfardismo, debe también dirigirse contra el amaneramiento y el floripondio, que llevan en sí el mismo germen corruptor de aquellos vicios"44.

Conclusiones

Las posiciones xenófobas, racistas y contrarias al cosmopolitismo en relación con el idioma, que en 1943 asumieron El Pampero, Cabildo, Crisol, La Fronda y -con mayor moderación- La Nación, no eran nuevas en la Argentina. En efecto, Rubione (1983), Altamirano y Sarlo (1983) y Bertoni (2001) analizaron la conformación, desde fines del siglo XIX hasta la primera década del siglo XX, de una matriz ideológico nacionalista (conocida como primer nacionalismo) que señalaba los peligros del cosmopolitismo y percibía en la inmigración, vinculada con la protesta obrera, el anarquismo y el sindicalismo, una masa babélica con la que había desembarcado el caos lingüístico y social. Frente a ella, parte de la clase dirigente buscó la nacionalización de esos inmigrantes españolizándolos a través de la imposición de la norma peninsular, al tiempo que adoptaba posturas racistas que reivindicaban la cepa y la raíz hispánica.

La política lingüística en la radiofonía del gobierno militar argentino surgido del golpe de Estado de 1943 se implementó en un contexto donde gran parte de la población era de origen inmigrante, aunque la llegada de extranjeros había mermado y había sido suplantada por un proceso de migración interna. Los inmigrantes de ultramar no eran muchos, pero venían con un peligro a cuestas, pues en su mayoría eran exiliados de las dictaduras europeas y varios de ellos fueron deportados por el régimen militar.45 En relación con la migración interna, se destacaba la constitución de un nuevo proletariado urbano que acompañó el crecimiento del sector industrial, con la consiguiente amenaza del conflicto de clases46, agudizada hacia fines del gobierno de Castillo por la insatisfacción de la mayoría de las reivindicaciones obreras, el estancamiento de los salarios y una súbita alza de precios ocasionada por la carencia de ciertos productos importados y por la especulación realizada con artículos básicos47.

La necesidad de controlar a aquellas masas migratorias, externas e internas, dio pie a la política lingüística fuertemente represiva implementada por el gobierno militar, que buscó a través de la radiofonía la homogeneización de la norma peninsular, que era la enseñada en la escuela48. Esas condiciones sociales, asimismo, resultaron aptas para el retorno en 1943 de posiciones contrarias al cosmopolitismo, xenófobas y/o racistas, revitalizadas, en los diarios vinculados con la derecha nacionalista, por el antisemitismo y la adhesión a los regímenes fascistas europeos. En cuanto a los diarios portavoces de la derecha conservadora, La Prensa se distanció polémicamente de estas posiciones pero La Nación, aunque en parte y con moderación, fue permeable a ellas.

La valoración de la herencia hispánica y de la raza se manifestó con nitidez en dos diarios neutralistas, La Fronda y El Pampero, donde sirvió como un arma de resistencia contra el "panamericanismo" propiciado por los Estados Unidos, que en el momento adquiría el nuevo sentido de ruptura de relaciones diplomáticas con el Eje49. Pero si el hispanismo llevó a La Fronda a promover el purismo en la radiofonía, en El Pampero no fue un obstáculo para que aceptara, al igual que sucedió en Cabildo y en Crisol, la variedad rioplatense. Junto con el explícito antiimperialismo idiomático respecto de España de El Pampero, influyó probablemente en ello la búsqueda de la adhesión a la doctrina nacionalista de amplios sectores de la población50, para lo que no resultaba funcional adoptar una posición en exceso represiva que se opusiera a un modo de hablar, en particular el voseo, ya consolidado entre los argentinos.

Del análisis efectuado, se desprende que en el proceso político-lingüístico de 1943 la prensa escrita se desempeñó como un participante que adoptó diversos papeles. El papel mayoritario fue el de ayudante, asumido por El Pampero, Cabildo, Crisol, La Fronda, La Nación y La Prensa, diarios que se orientaron en mayor o menor medida a crear un consenso público a favor de la política lingüística del gobierno militar en la radiofonía; el papel minoritario, en cambio, fue el de oponente, interpretado por El Mundo. Por otra parte, la prensa escrita, específicamente El Pampero, Cabildo y La Fronda, asumió el papel de consejero, recomendando al gobierno militar sobre cómo debía aplicar la reglamentación radiofónica con respecto al purismo o a los "amaneramientos". La prensa adoptó, por último, un papel de promotor, es el caso de La Fronda, El Mundo y El Pampero, en cuanto asumió impulsos político-lingüísticos propios que eran convergentes con los del gobierno militar (en La Fronda, la desextranjerización del nombre de las calles) o divergentes con ellos (en El Mundo, la confección de un diccionario argentino que legitimara las prácticas lingüísticas de nuestro país; en El Pampero, la aceptación del voseo por parte de la Academia Argentina).

El caso argentino de 1943 resulta un buen ejemplo que apoya las apreciaciones de Kremnitz (2001): la política lingüística se concreta en la interacción de intereses y posiciones de diversos participantes, que pueden asumir concepciones político-lingüísticas y papeles diferentes. Indagar cuánto y cómo influyeron los papeles desempeñados por la prensa escrita en la fiscalización del idioma a cargo del Consejo Supervisor de Radiocomunicaciones y cuáles fueron los otros participantes que intervinieron en el proceso político-lingüístico de 1943 se vislumbra como una tarea que complemente el estudio realizado.

Notas

1 Se trata de La Nación, La Prensa, El Mundo, La Fronda, El Pampero, Cabildo y Crisol. La Razón y Crítica, dos diarios de gran circulación en 1943, informaron sobre algunos aspectos de las medidas adoptadas por el gobierno militar en la radiofonía, pero no se refirieron al problema del idioma. El Cronista Comercial directamente no brindó información sobre esas medidas.
2 Las "Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión" fueron sancionadas en 1934, durante la presidencia de Agustín P. Justo (1932-1938). En 1943, hacía tiempo que no eran respetadas, a lo que contribuyó la postura permisiva del Director General de Correos y Telégrafos bajo el gobierno derrocado de Ramón Castillo, el doctor Horacio C. Rivarola.
3 Para un análisis de las "Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión", ver Vitale (1999) y Narvaja de Arnoux et al. (2003).
4 La Dirección de Telecomunicaciones fue creada durante el segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen, en 1928, y dependía desde entonces de Correos y Telégrafos.
5 Sobre el Consejo Supervisor de Radiocomunicaciones, ver La Nación, "Prestó juramento el Director General de Correos y Telégrafos", 15-6-43, p. 4, y "Fue reglamentado el Consejo Supervisor de Radiocomunicaciones", 16-6-43, p. 4.
6 Ver La Fronda, "Correos y Telégrafos", 16-6-43, p. 6, y Crisol, "Reorganización de la Radio", 17-6-43, p. 4.
7 Para Calvet (1997: 45-47), el entorno lingüístico consiste en la presencia o ausencia de lenguas (o variedades) en su forma oral o escrita en la vida cotidiana -como en los programas de radio y de televisión, el nombre de las calles, la señalización vial o los afiches publicitarios- y constituye un lugar privilegiado de intervención para la promoción de ellas.
8 La circular fue reproducida en los diarios La Fronda, "Deberán cumplirse las disposiciones sobre transmisiones radiotelefónicas", 11-6-43, p. 2, El Pampero, "Rigurosas disposiciones aplicarán para las audiciones de las radios", 11-6-43, p. 6, y Crisol, "Se dieron instrucciones a las radioemisoras", 16-6-43, p. 3.
9 El Centro de Lexicología Política de Saint Cloud considera que dos palabras o sintagmas son equivalentes aproximados cuando comparten las mismas asociaciones u oposiciones con otras palabras o sintagmas y son por ello sustituibles en el corpus estudiado. Una excelente síntesis de esta propuesta de análisis del léxico puede encontrarse en Goldman (1999).
10 Rouquié (1986:32) aclara que, respecto de los trabajadores, la represión y la justicia iban de la mano, pues el gobierno militar les exigió obediencia y disciplina a cambio de algunos beneficios sociales, como la disminución imperativa del precio de los alquileres y el aumento de los salarios más bajos de la administración pública.
11 El 14 de mayo de 1928 la editorial Haynes sacó El Mundo, el primer tabloide argentino, pues tenía menor tamaño que el "sábana" de los otros diarios del momento y por eso podía ser leído con comodidad en los medios de transporte.
12 La Dirección de Correos y Telégrafos hizo públicos dos comunicados para justificar el envío de la circular. En uno de ellos sostenía que la onda radiotelefónica, a diferencia del teatro o el cinematógrafo, llegaba a los oídos desprevenidos de cuantos estuvieran en torno a un receptor, e incluía como ejemplo de "bastardeo del castellano" el término "filipipón", que provenía de la expresión lunfarda "filiberto" y era usado por el personaje de Pepe Arias para referirse a las personas ingenuas. Ver Crisol, "Por qué no es posible transmitir por radiotelefonía números que están bien en el teatro, el cinematógrafo o la imprenta", 19-6-43, p. 2.
13 En 1943, Amado Alonso se desempeñaba como Director del Instituto de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires, cargo que ocupaba desde 1927. Alonso buscó superar las controversias entre el castellano de América y el de España y formó una escuela filológica argentina para que interviniera en cuestiones de lengua y literatura hispánicas. Sobre la posición de Amado Alonso a principios de los años 40 en torno al lenguaje hablado de los argentinos, ver Bentivegna (1999).
14 Rock et al (2001: 13) consideran que la derecha nacionalista constituyó el sector más extremo de la derecha en la Argentina que, con un marcado tinte antiliberal, encontró un legado en el fascismo europeo de los años 30. Los nacionalistas más destacados solían proceder de prominentes familias terratenientes en un proceso de declinación.
15 Rock et al. (2001: 16) sostienen que la derecha conservadora en la Argentina representó a las clases altas ligadas a la economía agro-exportadora y agregan que el principal objetivo de este sector de la derecha fue siempre mantener vigentes sus privilegios.
16 El Pampero fue un diario dirigido por Enrique Osés que se editó desde 1939 hasta 1944 y que alcanzó un tiraje de 75.000 ejemplares. Subsidiado por la embajada alemana en la Argentina, antiliberal y antisemita, fue un órgano propagandístico de las potencias del Eje.
17 El lunfardo, en efecto, se había conformado a partir de una gran cantidad de términos tomados de otras lenguas, traídos a la Argentina por la inmigración europea. Ver Conde, Oscar (2004) Diccionario etimológico del lunfardo, Bs. As., Taurus.
18 Ver El Pampero, "El saneamiento de la radiotelefonía comercial", 12-6-43, p. 8.
19 Ver Rock et al. (2001:167)
20 El diario Cabildo fue creado en 1941 por Manuel Fresco. Admirador de Hitler y Mussolini en los 30, Fresco había sido gobernador de la provincia de Bs. As. desde 1936 hasta 1940 y el responsable de las prácticas fraudulentas en la provincia durante la llamada década infame. Con un tiraje de aproximadamente 50.000 ejemplares, Cabildo apuntaba a un público popular.
21 Ver Cabildo, "Radiotelefonía y cultura", 19-6-43, p. 6.
22 Calvet (2005:189) afirma que la idea de unidad entre lengua y nación, asumida fuertemente por la Revolución Francesa, no fue inventada por los románticos alemanes Herder, Fitche o Humboldt, sino que se remonta a una época muy anterior. Tullio De Mauro, por ejemplo, señala que el texto bíblico acerca de la división babélica hace un paralelismo entre división lingüística y dispersión de los pueblos; también que en las inscripciones aqueménidas figura un mismo término, lisani, que designa la lengua y la nación. En Cabildo, la idea reaparece desligada de la tradición iluminista, que es recusada por la derecha nacionalista.
23 Cabildo, por ejemplo, identificaba a los comunistas con los judíos y se refería a ellos como "estos devotos huérfanos de la tercera internacional y de la usura", donde empleaba el estereotipo antisemita de los judíos como usureros. Ver el editorial del 5-6-43, p. 6.
24 El diario Crisol, con un tiraje de aproximadamente 40.000 ejemplares, se editó entre 1932 y 1944. Dirigido por Enrique Osés, fue un órgano de agitación pro-nazi dirigido a un público popular. Con un furioso antisemitismo, tenía secciones fijas dedicadas a "la cuestión judía".
25 Ver Crisol, "La perversión radiotelefónica y el periodismo amarillo", 17-6-43, p. 1.
26 Ver Crisol, "Radiofonía", 7-4-43, p. 1.
27 Ver Crisol, "Males de la radiodifusión", 17-6-43, p. 4.
28 Ver Crisol, "Males de la Radiotelefonía", 19-6-43, p. 2.
29 Ver Crisol, "Males de la Radiotelefonía", 19-6-43, p. 2.
30 La Fronda fue un diario fundado el 1° de octubre de 1919 por Francisco Uriburu, primo del general José Félix Uriburu, como órgano del Partido Conservador.
31 Ver La Fronda, "La policía del idioma", 5-7-43, p. 1.
32 Ver La Fronda, "Nomenclatura de las calles", 3-7-43, p.3.
33 Ver La Fronda, "La policía del idioma", 12-6-43, p. 1.
34 Ver La Nación, "Contra los abusos radiotelefónicos", 12-6-43, p. 4.
35 Ver La Prensa, "La reglamentación radiotelefónica", 11-6-43, p. 10.
36 Ver La Prensa, editorial del 7-6-43., p. 8
37 Ver La Prensa, editorial del 7-6-43, p. 8.
38 En las "Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión" subyacía el purismo, en particular respecto de la pronunciación. El título VII, artículo 1º, inciso b, en efecto, se refería a los números que conspiraban contra "la correcta dicción del castellano".
39 Ver La Fronda, "La policía del idioma", 12-6-43, p. 1.
40 Ver El Pampero, "La lengua, el idioma y la radiotelefonía", 13-6-43, p. 8.
41 Ver Crisol, "Males de la Radiotelefonía", 19-6-43, p. 2.
42 Ver Cabildo, "La defensa del idioma", 13-6-43, p. 6.
43 Sobre la censura a Niní Marshall en 1943, ver Ulanovsky (1995:139-140).
44 Ver La Fronda, "La policía del idioma", 5-7-43, p. 1.
45 Respecto de la inmigración antifascista en la Argentina, ver Fanesi (1989).
46 Sobre la sustitución de la inmigración europea por parte de las migraciones internas y la conformación de un nuevo proletariado durante el período 1935-1946, ver Germani (2003).
47 El contexto económico y los reclamos obreros en la coyuntura del golpe de Estado de 1943 están expuestos en Rouquié (1986).
48 Sobre la enseñanza durante los años 40 de la forma "tú" y la representación en el ámbito escolar del "vos" como vulgar, ver Rizzi (2005).
49 Según explica Bertoni (2001:173-178), a fines del siglo XIX la revalorización de la raíz hispánica y de la raza por parte de algunos intelectuales argentinos, como Bernardo de Irigoyen, Vicente G. Quesada y su hijo Ernesto Quesada, estuvo -asimismo- vinculada con sentimientos hostiles ante las tendencias expansionistas de los Estados Unidos en el continente americano.
50 Sobre el nacionalismo como fuerza en crecimiento en los cuarenta, ver Rock et al. (2001: 250-251). La Fronda, a diferencia de El Pampero, Crisol y Cabildo, sostuvo siempre una mirada aristocratizante.

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recibido: 01/12/05
aceptado para su publicación: 06/03/06