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Cuadernos del Sur. Letras

versión impresa ISSN 1668-7426

Cuad.Sur, Let.  n.35-36 Bahía Blanca  2005

 

Nota sobre Con el aura del margen (Cultura argentina en los '80/'90) de María Alejandra Minelli1

Marcelo Díaz

Universidad Nacional del Sur

Lo más

En Buenos Aires se ve que ya no hay tiempo de más, la alegría no es sólo brasilera.
Charly García

Leo una tira de la serie Macanudo, de Liniers, en la que se presentan las excéntricas costumbres de los duendes, una de las cuales consiste en aprovecharse de los seres humanos cuando duermen para inocularles ideas y deseos extraños. En la tira en cuestión hay una viñeta en la que se ve a un hombre durmiendo y a un duende que le susurra al oído: "que vuelvan los ochenta, eran lo más".

Me acordé de la tira después de leer el libro de Minelli, que se ocupa de algunos aspectos de la cultura de esa época que en palabras de los duendes de Liniers "fue lo más". Minelli no se ocupa de los '80, así a secas, sino de lo que en los '80 (y parte de los '90) fue "lo más" ¿o debería decir "lo menos"? Porque el libro aborda una serie de obras que a juicio de la autora tienen "el aura del margen". Y estas obras se leen desde el concepto deleuziano de "literatura menor".

Con el aura del margen está dividido en seis capítulos más una introducción, una conclusión y un ex cursus explicativo. La introducción nos dice que el libro intenta elaborar un análisis de la cultura argentina de la década del '80 en donde se enfatiza la consideración de textos literarios que cuestionan el modelo representativo-realista/costumbrista de la literatura más consumida en los '70 y '80, y agrega que el análisis no pretende abarcar todas las manifestaciones del período sino aquellas que constituyen nuevas formas de interpelar y representar identidades, mitos, figuras de escritor y tradiciones literarias.

El ex cursus nos informa que versiones preliminares y fragmentos del libro fueron publicados en distintos medios gráficos y digitales y/o actas de congresos. Es decir, se trata de artículos más o menos independientes que con posterioridad fueron tratados para convertirse en capítulos de un libro. Eso se percibe en el hecho de que los capítulos tienden a cerrarse en sí mismos, estableciendo pocas relaciones entre sí.

Cada capítulo aborda el corpus de escritores: Copi, Aira, Osvaldo Lamborghini, Perlongher, Puig desde una perspectiva distinta (la relación con Borges, la conformación de figuras de escritor, la representación de las identidades en el marco de la ciudad en condiciones de posmodernidad, etc), y si en algunos momentos se tiene la sensación de que la lectura se despliega en círculos más o menos concéntricos, ya sea profundizando, ya sea ampliando los temas propuestos, en otros la relación entre estos temas parece más de vecindad, sin que el vínculo se profundice.

¿Qué hacemos con el abuelo?

Estoy rodeado de viejos vinagres, todo alrededor
Sumo

El capítulo I, titulado Pensando los '80: lo mayor y lo menor, en realidad va a definir no tanto lo que se entiende por literatura mayor sino quiénes habrían practicado una literatura mayor en los '80. Y los autores señalados son Ricardo Piglia y Juan José Saer. ¿Por qué Saer y Piglia? En principio porque sus búsquedas estéticas pretenden responder a la pregunta ¿cómo narrar lo real? y porque esta problematización de narrar lo real y la puesta en crisis de la representación realista los ubica, según Minelli, en la tradición canónica de esos problemas en la literatura. Nadie se preguntaría, frente a estos textos ¿es esto literatura? como sí, se nos dice, puede suceder con los textos de los "menores".

El capítulo II se ocupa de algunos de estos escritores menores: Puig, Osvaldo Lamborghini, Copi y Aira. Pero sorpresivamente no están aquí ni Piglia ni Saer, los "menores" se verán confrontados con la sombra tutelar de Jorge Luis Borges. Minelli examina su figura en los '80, producto de la lectura que en parte propone Punto de Vista, que se centra en la ubicación simbólica de Borges en "las orillas", el margen vuelto estética desde donde Borges leyó las literaturas del mundo, desde donde construyó su diferencia respecto al discurso nacionalista y el realista. Punto de Vista propone este Borges criollista como clave de interpretación de la literatura nacional.

Ubicado Borges en el centro, la pregunta es con qué elementos de su programa narrativo dialogan las escrituras de los autores señalados. Estos elementos son: la reivindicación de toda la tradición occidental como propia, la impugnación del color local, el proceso causal mágico (donde todo episodio profetiza los posteriores), la reivindicación de géneros o autores "menores" y la utilización de la lengua hablada.

A partir de ahí Minelli analiza minuciosamente de qué modo Puig, Lamborghini, Copi y Aira van contra, exceden o polemizan con estos postulados. La hipótesis de Minelli es que estas escrituras no niegan por la oposición los valores canónicos sino que los minan, los corroen, los hacen estallar desde dentro, les trazan líneas de fuga. La lectura es detallada y rica en múltiples aspectos, aunque no deja de tener una limpidez que recuerda a una demostración matemática: si tomamos a Borges y a sus postulados, demostraremos que estos escritores se desvían de ellos por tales, tales y tales motivos. Minelli lo demuestra, aunque ya sabíamos desde el principio que lo iba a hacer. Todo es tan claro, la escritura nunca se permite hacer reparos en su avance, que uno sólo espera que si en un párrafo se plantea el problema, en el siguiente se lo resuelva y en el tercero se le ponga un moño. No es que falte suspenso, lo que falta son dudas. Y las dudas no aparecen porque la lógica de un teorema es cerrar el diálogo entre un número reducidos de elementos, ver cómo se relacionan, sacar una conclusión. Lo que deja de lado son las tensiones posibles entre los autores, y ya no sólo entre cada autor y Borges.

Mil macetas

Y si mañana es como ayer otra vez lo que fue hermoso será horrible después
Charly García

Avanzado el libro, algo resulta levemente decepcionante, y, supongo, se trata de que el concepto de literatura menor, y las acciones que se le atribuyen a los autores, a sus escrituras, evocan el concepto de rizoma (utilizado varias veces), por lo que uno esperaría que las líneas de fuga que estas escrituras trazan al discurso hegemónico se siguieran, apreciáramos los cruces entre ellas, nudos, bollos, pegotes, nos detuviéramos en las tensiones que entre ellos se producen, y las que se producen incluso al interior de cada obra. Hubiéramos esperado que incluso se trabajaran las tensiones entre las lecturas que Aira hace de ese corpus (que él arma) y las resistencias que esas escrituras ofrecen incluso a su mirada. Es decir, se nos anuncia un rizoma, pero se lo recorta tanto, que se lo resuelve como un teorema. Y a uno le pasa como con esas películas que generaron tantas expectativas (porque nos hablaron tanto de ellas, es decir, nos construyeron un mito) y cuando las vemos nos decimos ¿esto era? Con el aura del margen nos anuncia que estas escrituras corroen, minan, diluyen y resisten, se nos habla de autores que trastocan y desterritorializan el canon de la literatura argentina, que abren nuevas posibilidades de lectura y escritura (y de hecho lo hacen, cualquier panorama sobre la narrativa y la poesía que se escriben en la actualidad dejaría ver las múltiples relaciones y deudas que hay, entre otros, con Aira, Perlongher, Lamborghini, Copi). Lo que nos decepciona un poco es que se dejen leer con tanta facilidad. La lectura de Minelli parece poder normalizar sin problemas estas escrituras, aunque hacia el final del libro se nos diga que subsiste en ellas el aura seductora de lo marginal. Nada de las manadas que desterritorializan el desierto a su paso, de las que hablan Deleuze y Guattari en Mil Mesetas, acá se trata de una gramilla cultivada en macetas, dentro de un invernadero.

¿En qué sentido es posible hablar de los valores hegemónicos de un campo cultural y pensar que ese campo sólo se construye en términos de centro-margen? ¿No haría falta, si el libro se propone dar cuenta de la cultura argentina de los '80 avanzar en una descripción un poco más detallada de ese campo, que a la vez implique instituciones, publicaciones, y el lugar en que se posicionan cada uno de un grupo más numeroso de actores? Preguntarse por qué Punto de Vista y Diario de Poesía eran "espacios de decisiva consagración (o impugnación) en el campo literario argentino" y no lo eran Babel, o El Porteño, o lo eran, pero en qué grado.

Tal vez, lo que más se necesite sea la reconstrucción de la episteme de la época, no los valores hegemónicos contra los que estas obras se lanzan, sino las condiciones de enunciación que hacen que estas voces "disidentes" sean legibles precisamente en su disidencia y valoradas a partir de esa característica ¿cuáles eran y cómo se formaron las condiciones de aparición de estas estéticas? ¿a partir de qué prácticas y discursos la transgresión dejó de ser un delito y pasó a tener carácter de "valor cívico"? Se trata sin duda de la caída de la dictadura, de que esa caída se produce entre la incipiente movilización de la sociedad y el desastre de Malvinas, de la lucha simbólica que se da en el campo de los valores cívicos, más el roce y la fisura entre los residuos de discursos autoritarios y la emergencia de un discurso progresista que dominará las próximas dos décadas desde el marco de lo "políticamente correcto". La reconstrucción de la episteme de la recuperación democrática argentina (¿o de la posmodernidad?) tal vez permitiría leer a estas escrituras fuera del relato heroico que sobre ellas se levantó en los '80.

¿Por qué suena heroico ese relato? Al plegar las figuras de Piglia y Saer tras la figura canónica de Borges, más que una relación centro-margen, lo que se produce es una lectura tradición-vanguardia. Minelli advierte en el último capítulo que no pretende elaborar un contracanon. Y no hace falta que lo haga, ya lo hizo Aira a mediados de los '80, quien en una operación que responde al modelo de la vanguardia le disputa la herencia de Borges y Arlt a Saer y a Piglia y construye a su vez una tradición (coincidente con el corpus con el que trabaja Minelli) que crea las condiciones para la lectura de su obra.

A más de veinte años de la irrupción de este relato tal vez convenga revisarlo, más que repetirlo.

Corriendo el margen

Me voy corriendo a ver qué escribe en mi pared la banda de mi calle
Patricio Rey y los Redonditos de Ricota

En parte por ser poeta, en parte también por su radicalización política y su voluntad de ligar a ella su escritura, Perlongher, se ve, no entra cómodo en ese relato. El capítulo dedicado al poeta neobarroso se aborda desde el cuerpo como centro de la política y de la escritura, y va mucho más lejos que los primeros. Minelli repasa sus escritos periodísticos, sus notas en Cerdos y Peces, sus poemas, su posición como militante homosexual y aquí sí trenza política, escritura, historia siguiendo el rizoma que capítulos más adelante conectará con el teatro, el rock y la historieta.

Y esos, a mi juicio, son los capítulos más interesantes. El intento de Minelli de incorporar otras prácticas además de la literaria amplia el campo de referencia y sale del juego de rupturas e influencias literarias para incorporar textos periodísticos, datos y debates de la época. Abre una ventana por la que se mete el ruido de los '80. Desde las puestas de Batato Barea a los recitales de los Redonditos de Ricota el texto bulle con menos certezas que en los iniciales, y tal vez por eso mismo puede ir más lejos en las lecturas. La ciudad entra en las letras, pero también en los espacios que se habilitan ya sea para recitales y conciertos, el cuerpo se ve en escena, se trasviste, aparecen esos "raros peinados nuevos" que extrañan las representaciones de identidades estables y se da cuenta de la tensiones, diferencias y semejanzas entre bandas y lo que representan en el imaginario roquero. También se interroga el rol que cumple la aparición del mercado y los consiguientes posicionamientos rockers al respecto. Situación similar se plantea entre los actores del under y la televisión. Mercado y medios masivos están ausentes en la lectura de los escritores, en donde el análisis se resume a los cambios producidos dentro del sistema literario.

Los últimos capítulos no se cierran con sentencias terminantes, lo que permite seguir una línea imaginaria hacia algunas poéticas del presente.

Para satisfacción de los duendes de Liniers los ochenta están en todas partes, aunque no se trata exactamente de un retorno a las fuentes, sino más bien de una transformación: Ceratti es hoy un ícono del rock, el Indio Solari versiona a Calamaro en un disco homenaje al rock nacional, la fotografía de Tortonese permanece por meses en un teatro de la calle Corrientes, se editan las obras completas de Osvaldo Lamborghini en Sudamericana, Batato Barea tiene su museo y Aira (entre otros prodigios) retacea su presencia pública y se vuelve omnipresente. Lo que es sin duda una consagración (y la formación de un nuevo canon) no debería llevarnos a pensar en la clausura de todo potencial de estas estéticas. Por el contrario, una mirada alrededor nos mostraría que más allá de la permanencia de estos autores y grupos, mucho de lo producido por las nuevas generaciones transita por los caminos abiertos por las estéticas del '80, lo que habla, también, de la capacidad de las mismas para reinventarse y conectar con nuevas propuestas.

Notas

1 Minelli, María Alejandra, Con el aura del margen (Cultura argentina en los '80/'90), Córdoba,

recibido: 08/09/06
aceptado para su publicación: 10/10/06