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Cuadernos del Sur. Letras

versão impressa ISSN 1668-7426

Cuad.Sur, Let.  n.37 Bahía Blanca  2007

 

La culpa colectiva. Un análisis de Dos veces junio, de Martín Kohan

Rosana López Rodríguez*

Investigadora del C.E.I.C.S. (Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales).
* E-mail: ryrlop@yahoo.com.ar

Resumen
Dado que el arte, en general, y la literatura, en particular, son herramientas de construcción ideológica o de acción política, es útil observar en ellos cuáles son los recursos por medio de los cuales se obtiene dicha construcción. Porque las estrategias textuales revelan la postura política que asume el autor ante esa herida abierta del pasado, que aún no se ha clausurado en los debates políticos o históricos, prestaremos especial atención a los recursos que organizan y dan sentido al texto. En la novela Dos veces junio de Martín Kohan analizaremos tres: en primer lugar, la puesta en abismo. En segundo lugar, observaremos la estructura externa, donde cada capítulo despliega una obsesión numérica. Y por último, la presencia de un narrador aparentemente neutro que no se involucra con lo que lo rodea y pretende mostrar los hechos tal cual son. Estrategias, estructura y narrador, elementos fundamentales en toda historia de ficción, ¿qué significan política e ideológicamente en esta historia? Para responder a esta cuestión examinaremos la novela yendo desde lo más superficial de la anécdota hasta sus fundamentos filosóficos.

Palabras clave: Estrategias literarias; Construcción ideológica; Acción política.

Abstract
Discerning which the resources are in a literary text is very useful because art in general, and literature specially, are ways to ideological construction or political action, so that strategies reveal an author's political position. In Martin Kohan's novel, Dos veces junio, we'll look into three of them: first of all, the mise en abyme. Next, we'll pay attention to the external structure with its numerical obsession in each chapter; finally, we'll see the presence of an apparently neuter narrator. What do strategies, structure and narrator mean political and ideologically in this story? We will analyze the novel from the told action to the philosophic base to answer this question.

Key words: Literary strategies; Ideological construction; Political action.

Recibido: 30/04/07
Aceptado para su publicación: 05/09/07

Introducción

La novela Dos veces junio, de Martín Kohan, una de las últimas representaciones literarias que retoma episodios de nuestro pasado reciente, la dictadura militar, constituye una de las posibles interpretaciones políticas de ese pasado.

En la novela se cuentan dos momentos de derrota de la historia del fútbol argentino. La primera derrota es la del seleccionado nacional de fútbol durante el Mundial, el 10 de junio de 1978, frente a la selección italiana. Pero la Argentina no está viviendo solamente la experiencia de un mundial, sino que está atravesando una dictadura, conocida con el nombre que los mismos militares le han puesto: Proceso de Reorganización Nacional. Y en ese contexto, el narrador protagonista es un conscripto, cuya familia ha celebrado, como si de convertirse en héroe se tratara, la suerte de que el muchacho tuviera que hacer el servicio militar obligatorio. El narrador tiene como función dentro del Ejército la de ser chofer de un médico, el doctor Mesiano, encargado de "supervisar" las torturas en un centro clandestino de detención. La situación inicial de la novela se dispara con una pregunta: "¿A partir de qué edad se puede empesar a torturar a un niño?", escrita en el cuaderno de notas y dirigida al doctor. El narrador es llamado para que encuentre al médico que debía responder a esta consulta, pero sólo se preocupa por la falta de ortografía que lee en el mensaje. Con todo, lo que más lo inquieta es haber corregido el error y con ello, haber desautorizado la voz de la autoridad. No ha respondido como debiera a los consejos de su padre, quien le ha dicho antes de que partiera en su misión militar: "El superior siempre tiene razón, y más aún cuando no la tiene." El doctor no está disponible para responder semejante pregunta porque está en la cancha: ha ido a ver el partido. Y el muchacho parte a buscarlo. Pasa un rato en un bar y después lo espera afuera del estadio y observa el mundo circundante. Escucha golpes en las paredes de los descampados y, en medio de la noche helada y casi vacía, ve correr a una chica que llora, pero nada de eso le llama la atención. Piensa que son ratas, perseguidas y atrapadas por gatos. Cuando por fin encuentra al doctor Mesiano, en medio de la desolación de la derrota, el chofer le comunica que lo ha ido a buscar por un asunto urgente. Sin embargo, el médico, que está acompañado por su hijo Sergio, les propone terminar la noche en un prostíbulo. Es significativo que el hijo del doctor permanezca ensimismado durante todo el episodio, sin participar en la conversación de su padre y mordiéndose los labios, como desaprobando lo que sucede, pero sin intervenir. Allí beben y consiguen una prostituta para cada uno de ellos. El narrador relata su experiencia sexual, violenta y asociada con su pertenencia a una institución de poder, intercalada con la narración de una película pornográfica.

Después, se trasladan al centro clandestino y en ese lugar, el chofer experimenta, más cerca que nunca esta vez, un encuentro con una detenida. Sentado en el piso y apoyada su espalda contra una puerta, una mano se extiende por debajo para tocarlo. Una voz de mujer le pide ayuda, para ella, para su hijo y para sus compañeros, le dice que él no es uno de ellos, que llame a su abogado para contarle dónde los tenían, que no iba a correr ningún riesgo. Le da "detalles" de su situación y la respuesta repetida varias veces, de diferentes maneras, martilla dolorosamente el final del episodio: "Te estoy diciendo que te calles, hija de puta, calláte de una vez", "Cerrá esa boca", "Te voy a romper esa boca de una piña, hija de puta", "¿Y vos qué carajo sabés quién soy, hija de puta?", "No hables más, hija de puta, no ves que ya estás muerta?" (Kohan, 2005:138-9)1. Y como si no fuera lo suficientemente claro (y perverso), remata: "No ayudo a los extremistas." El reproche de la mujer es el mismo reproche que podría hacer cualquier lector de la novela al narrador (y por supuesto a la postura política que trasunta el texto): "No ves lo que está pasando."

Han viajado de Capital a Quilmes y de Quilmes a Capital. Cuando están en el centro clandestino en Quilmes, Mesiano discute con Padilla (otro médico del centro) acerca de quién será el apropiador de la criatura nacida. Padilla argumenta que hay una lista y Mesiano (que ha contado al chofer que su hermana no puede tener hijos) dice que "primero está su hermana". Para el regreso, el doctor Mesiano vuelve al auto cargando un bulto. El bebé envuelto que cargan en el asiento trasero es al final de la novela, el sobrino de Mesiano que tiene cuatro años.

La segunda parte de la novela transcurre en junio de 1982, más precisamente, el 30 de junio. El día 14 de ese mes se ha producido la rendición del Ejército Argentino en Malvinas. El ahora ex conscripto es estudiante de medicina y leyendo el diario se entera de que Sergio, el hijo de Mesiano, ha muerto en combate. Decide visitar al doctor para ofrecerle sus condolencias. Está seguro de que el médico va a valorar en él la virtud que más aprecia: la lealtad. Y el narrador afirma que lo mueve la lealtad al doctor, por eso espera ser bien recibido. Efectivamente, el encuentro resulta tal como lo ha esperado. Mesiano no acepta lágrimas, porque "a los héroes no se los llora". En esa tarde compartida con la familia del doctor, el estudiante descubre que el médico está orgulloso porque puede confirmar que tienen algo más en común que el pasado que los ha obligado a estar juntos. Ahora tiene frente a él a un futuro médico, que alguna vez será como él. Mesiano, en el contexto de un nuevo mundial de fútbol, en junio de 1982, repite que "todo está perdido" y "ya no hay nada que hacer". Perdido el mundial, perdida la guerra de Malvinas, perdida para los militares la perspectiva de continuar siendo el personal político dirigente de la Argentina. A pesar de la preocupación, la radio que escucha el narrador cuando se va de la casa del doctor deja un mensaje esperanzador, "nadie quiere resignarse a la derrota" y "los argentinos debemos estar más unidos que nunca." El protagonista que vuelve a su casa, vive solo, no tiene amigos y todavía sueña con la prostituta del pasado, cuyo rostro ya no puede recordar, pero que él pretende "una mujer real".

Las estrategias

a. La puesta en abismo

Cuando el mismo eje temático tiene dentro de una narración diferentes episodios menores que remiten a ese mismo eje para completarlo, ejemplificarlo o mostrarlo desde distintos puntos de vista, a los efectos de decir el tema central de diversos modos indirectos, el recurso que se está utilizando se conoce con el nombre de puesta en abismo o mise en abyme. Es un término tomado de la heráldica para referirse a los detalles menores que reproducen el todo. Ha pasado a la pintura y a la arquitectura y con posterioridad, a la música y a la narratología y fue acuñado para la literatura por André Gide. Puede considerarse una narración en segundo grado que representa la narración más general.

Este recurso es fundamental a la hora de observar la novela de Kohan. Todos los episodios menores representan indirectamente, para no enunciar de manera directa, el problema más general del ejercicio del poder en la sociedad. Y en particular, cómo se llevó a cabo el ejercicio de ese poder por parte de los individuos que lo representan. Esto significa que diversos episodios, laterales si se quiere (o lateralmente vividos y narrados por el protagonista) ponen en juego este recurso.

La película pornográfica funciona como una puesta en abismo de la novela. Y el prostíbulo como una puesta en abismo de la situación argentina. Así como los partidos de fútbol perdidos en el '78 y en el '82 y la guerra de Malvinas. Ahora bien, ¿qué significado tiene el uso de este recurso? ¿Cuáles son los efectos que produce mostrar el mal, la violencia, el terror, por medio de episodios tangenciales que exhiben apenas el problema más general? En primer lugar, al analizar los hechos que muestran sin mostrar, se revela que el lugar del débil también es un lugar de cierto ejercicio del poder. Por ejemplo, el lugar de la mujer que por medio de ciertas estrategias, como fingir (la prostituta), embarazarse (las "subversivas"), obligar a escuchar una parte de la realidad (la detenida al conscripto), hacen uso de cierto poder. Si no nos referimos a las mujeres, el conscripto, al corregir el error de ortografía, también puede ejercer su poder sobre los "fuertes". Por otra parte, la detenida también ha llegado allí por algo que ha hecho y no se narra: el narrador dice que ella es una "extremista". El partido de fútbol también muestra que los débiles pueden ganar: aun cuando no se narre el episodio, todo el mundo sabe que, más allá de la derrota que se cuenta, Argentina gana el campeonato del mundo2.

b. Estructura

Como ya hemos dicho, la estructura de la novela tiene dos partes. La primera lleva como título la fecha del partido (10-6, del año 1978); la segunda, la fecha de otro partido en que el protagonista visita a Mesiano una vez finalizada la guerra de Malvinas (30-6, del año 1982)3. Todos los títulos de los capítulos breves son números con algún significado relacionado con el contenido y cada capítulo está dividido en subcapítulos ordenados con numeración romana. Esta obsesión por los números se traslada a los enunciados del narrador: el número de orden en el sorteo para la colimba, la formación de Argentina el día del partido con Italia (nombres completos de sus integrantes, posición en la cancha, procedencia, numeración, fechas de nacimiento, estatura y peso, en el contexto del parto en el centro clandestino), la cantidad de espectadores en el estadio ese día, e inclusive la numeración desde el punto de vista literario, como enumeración para realizar una descripción (la habitación del hotel, por ejemplo). Otra enumeración, los objetos que hay en el depósito, el botín de guerra expropiado a los subversivos. El capítulo "Dos trescientos" (el peso del bebé al nacer) intercala exposiciones acerca de la forma de uso y utilidad de las balanzas. La cuestión del peso y su modo de evaluación es una cuestión numérica. El cálculo de gasto de nafta que insumen los viajes, la cantidad de horas que un niño mira televisión, la edad del niño apropiado, los resultados de los partidos. Podríamos hacer un listado más exhaustivo aún, pero ya estamos en condiciones de preguntarnos qué significado tiene el uso de esta estrategia clave en el texto. La novela pretende mostrar que la racionalidad llevada al extremo ("Todo es cuestión de método", dice Mesiano) genera, en última instancia, irracionalidad4. Convertir a las personas en números y engranajes, es un modo de mostrar la forma de apropiación de la subjetividad, las personas no son sujetos, sino números. La objetividad más absoluta que lleva al mal absoluto.

a. Narrador

El narrador, en primera persona protagonista, muestra su avidez de objetividad no sólo al enunciar exasperadamente la cuestión numérica, sino también al no intervenir en ninguna situación que se le presenta. Sin embargo, el texto muestra que esa falta de intervención es necesariamente, una perspectiva moral por parte del conscripto. En el lugar menos responsable y más alejado del poder, ese sujeto es responsable como engranaje. Y como individuo, nos dice la novela, es punible moralmente. El primer efecto de la lectura es provocar la indignación moral en el receptor. Sin embargo, la novela misma brinda el contexto que justifica y determina las acciones del protagonista, como por ejemplo, las recomendaciones del padre antes de ingresar en la colimba. Por lo tanto, no alcanza con presentarlo como inconsciente, como alejado de los conflictos que lo rodeaban, pues la novela marca el momento en el cual se ve obligado a ser cómplice, a tomar partido (aunque se lo presente sometido a fuerzas que parecen superarlo).

Una novela "de tesis"

"La humanidad no progresa lentamente, de combate en combate, hasta una reciprocidad universal en la que las reglas sustituirán para siempre a la guerra; instala cada una de estas violencias en un sistema de reglas y va así de dominación en dominación. (...) El gran juego de la historia es quién se amparará de las reglas, quién ocupará la plaza de aquellos que las utilizan, quién se disfrazará para pervertirlas, usarlas a contrapelo, y utilizarlas contra aquellos que las habían impuesto; quién, introduciéndose en el complejo aparato, lo hará funcionar de tal modo que los dominadores se encontrarán dominados por sus propias reglas5."

El autor de la novela asume que su obra puede "ser leída desde Michel Foucault" porque los detalles menores y aparentemente superfluos constituyen la clave del texto. Si bien la obra de Foucault puede leerse en más de un sentido, es posible interpretarla como una negación, tanto de la posibilidad del conocimiento de la realidad, como de la de su transformación. Desde esta perspectiva, la estrategia de Foucault no es la de tomar el poder, sino la de poner en duda la existencia misma del uso del poder. Porque si todos los individuos, aun los más sojuzgados son capaces de desarrollar estrategias de poder, y por otra parte, esas mismas estrategias son generadas por quienes ejercen mayor poder, entonces, el poder no destruye sino que construye y es omnímodo. Sólo es una cuestión de diferencia de grado.

Como el poder no puede ser analizado, no es posible relacionar las prácticas de poder con una lógica de emancipación de carácter general. La escritura no puede hablar, entonces, en nombre de la verdad. Sólo es una representación de un fragmento subjetivo de lo real. El poder no destruye al individuo, sino que lo construye, porque a partir del ejercicio que puede llevar a cabo al insertarse en las fisuras del poder que no es hegemónico, ni omnipotente, puede desarrollar estrategias "del débil"6: el poder fragmentado e imprevisible, atomiza a los individuos, y no sólo no es posible poner en práctica estrategias organizadas y sistemáticas de transformación, sino que lo deseable es la reivindicación de la resistencia individual. Lo que Carlo Ginzburg caracterizó como populismo negro: "Las víctimas de la exclusión social se convierten en depositarias del único discurso radicalmente alternativo a las mentiras de la sociedad establecida; un discurso que pasa por el delito y la antropofagia (...). Es un populismo de signo contrario, un populismo 'negro', pero en definitiva populismo"7.

La otra fuente filosófica en la que abreva Kohan al escribir su novela, es Hannah Arendt y su Eichmann en Jerusalén. Allí Arendt aborda cuestiones ético-jurídicas a propósito del juicio que se llevó a cabo durante 1961 en Jerusalén contra el ex Teniente Coronel de las SS, Adolf Eichmann. La pregunta que se plantea Arendt es si se juzgó en Eichmann al Estado alemán o a una persona de carne y hueso. Concluye que se juzgó a un individuo, que no es el monstruo que se quiso presentar, sino un burócrata eficiente y ubicuo, pero un hombre ordinario, al que considera incluso refractario al uso de la violencia en su vida cotidiana. Un personaje que más allá de su eficiencia, nunca fue sino un director de subsección, muy lejos de los centros de poder en los que se decidía cuándo, quiénes y cómo poblaciones enteras serían masacradas en los campos de concentración. A pesar de esto, acuerda con la pena de muerte impuesta por el tribunal: Eichmann es culpable. Con una matriz de pensamiento kantiano, Arendt considera que el acusado no responde al imperativo del deber ser moral, de la voluntad del individuo que se enfrenta a todas sus realidades objetivas teniendo siempre presente el deber ser. Por otra parte, el poder social para Arendt está constituido por un aparato verticalizado. Esto significa que el grado de responsabilidad aumenta a medida que nos alejamos de la persona que ejerce la violencia física directa. En este sentido, Eichmann se encuentra a mitad de camino entre ese individuo y el representante del poder más responsable. Entonces, si bien Arendt reconoce grados de responsabilidad, concluye en una defensa de la culpa colectiva: la responsabilidad les cabe a todos; desde los judíos que colaboraron en los campos de exterminio, hasta los ciudadanos alemanes que fueron manipulados constantemente por los medios de comunicación con la propaganda favorable al régimen. El mal, lo abyecto entonces, se convierte en cotidiano, rutinario, banal. Porque los actos contrarios a los derechos humanos formaban parte del ordenamiento jurídico del Estado nazi.

Aunque se trata de una obra indudablemente compleja, es posible leer a Arendt como un esfuerzo idealista de construir una ética en abstracción de las relaciones sociales. En este caso, la distribución del poder no es omnímoda, sino jerárquica, pero la responsabilidad con relación a las acciones del poder, en aras de una idea abstracta de moral y de voluntad individual, es la misma para todos. Al ver la sociedad como una maquinaria burocrática de poder, en la que todas y cada una de sus partes deben cumplir una función necesaria para el funcionamiento social, el mal se banaliza no porque sea cotidiano o común (todos son culpables o cómplices del funcionamiento de la maquinaria) sino porque esta postura olvida las relaciones sociales y considera a los individuos separados de esas relaciones y de sus propios intereses (de clase) que son los que verdaderamente ponen en funcionamiento esa maquinaria. El mal instalado en todos y cada uno de los individuos de una sociedad es, en realidad, una concepción banal de los males sociales.

El autor mismo confiesa en una entrevista cuáles fueron las lecturas que tuvo en cuenta al momento de escribir la novela: "Cayó en mis manos Eichmann en Jerusalén, de Hannah Arendt". Y "por otro lado, tal vez como lectura previa Adorno y Horkheimer en Dialéctica del Iluminismo: el holocausto y el exterminio como una consecuencia de la razón occidental, no como el asalto a la razón de Lukács, no como un avance de la irracionalidad, sino como una forma en todo caso inhumana de la racionalidad más plena, por eso estos personajes que clasifican, miden y racionalizan todo el tiempo. Que el horror sea el producto de esa razón y no aquello que se le opone"8. Se puede señalar que la confesión de lecturas no necesariamente explica la novela, en tanto que ésta puede ser leída de otras maneras o incluso, que su resultado desmiente total o parcialmente las intenciones conscientes del autor. Sin embargo, lo que sostenemos aquí es que, precisamente, se trata de una novela "de tesis", algo bastante frecuente en Kohan9: la obra desarrolla una idea política-social, resulta altamente pedagógica y su desarrollo no es otra cosa que el despliegue de una argumentación. No sólo eso, sino más: las intenciones conscientes del autor se encuentran perfectamente plasmadas en su obra y en ello radica, si se quiere, uno de sus méritos.

El autor pretende escapar a "las formas cristalizadas de la memoria" con relación a ese episodio del pasado y también al registro del testimonio. Para lograr esto, se utiliza la puesta en abismo que muestra a los engranajes menores de la máquina social, convertidos y convirtiendo a otros individuos aislados en objetos de un uso social abstracto: los personajes funcionan como engranajes de una maquinaria mayor, cumplen con su deber más allá de toda consideración general e incluso desconocen (o pretenden desconocer) por qué actúan como actúan. El mal está en la maquinaria, no en el engranaje; el mal es abstracto, la violencia está afuera y los individuos aislados sólo reproducen lo que el ejercicio del poder en la sociedad exige: que los mecanismos de poder funcionen. La imagen de los engranajes y la máquina social (lo que no se enuncia ni se ve, lo abstracto, la idea) es la metáfora que resume toda la acción de la novela.

Como todos los sujetos están involucrados (aunque con un grado diverso) en el funcionamiento de la maquinaria, todos los engranajes humanos de esa máquina son responsables10. En esta concepción (Arendt) se olvidan las relaciones y los intereses contrapuestos de los diversos componentes de la sociedad: como todos somos culpables (por acción u omisión), entonces nadie es culpable, salvo que en algún momento se establezca una diferencia de calidad a partir de la diferencia de grado. Entonces, o nadie es culpable o todos merecen la pena que se le aplicó a Eichmann. Y se corre el riesgo de transformar a la víctima en victimario. Además, como las máquinas de la "racionalidad" pueden fallar porque están encarnadas en individuos11, se infiere que la única forma de salvar la irracionalidad de la objetividad es la reivindicación del sujeto individual. Un crimen puede aplazarse por un partido de fútbol o lo que es lo mismo, un individuo podría hacer estallar las relaciones de poder si se lo propusiera (o estaría en condiciones, al menos, de escapar a sus intereses de clase y a su época). La novela sostiene entonces como una posibilidad para enfrentar al determinismo, el subjetivismo individualista y la negación de la voluntad y los intereses colectivos.

Si pensamos desde la perspectiva foucaultiana, las víctimas también pueden ser victimarios, dado que cualquier individuo puede ejercer algún grado de poder. Sin embargo, podemos preguntarnos qué usos del poder pueden llevar a cabo individuos atomizados, quebrados porque les han quitado todo lazo social: la detenida, la prostituta, el bebé apropiado. No es el mismo uso del poder que hacen Mesiano o el conscripto porque esos personajes funcionan (consciente o inconscientemente) como sujetos sociales.

La novela critica, por lo tanto, no al racionalismo, a la posibilidad de conocer el mundo real, sino al empirismo vulgar que es una forma de idealismo porque considera que la realidad es observable a simple vista. El empirismo vulgar, el mecanicismo, el determinismo, no necesitan de la ciencia porque la ciencia consiste en descubrir cuáles son las relaciones ocultas entre los elementos que conforman la realidad. Es coherente que del empirismo vulgar derive el irracionalismo porque ambas son formas de idealismo. Esto significa que Kohan establece una correspondencia incorrecta entre racionalismo y empirismo, de allí que la novela muestre la irracionalidad del mal como producto de la racionalidad. Lo cual, en última instancia, deviene en reivindicación de la irracionalidad: si la razón y la objetividad produce estas situaciones, entonces es preferible no ser racional y refugiarse en la subjetividad extrema. De hecho, la afectuosa relación personal entre Mesiano y el conscripto es el modelo de esta propuesta.

La novela expone la teoría de Hugo Vezzetti sobre la última dictadura, que también sostiene Gramuglio:

"Ese episodio agudo de barbarización política y degradación del Estado no hubiera sido posible sin el compromiso, la adhesión, la conformidad de muchos. La trama de relaciones, complicidades, oportunismos, no puede estar ausente en una exploración de la memoria en la medida en que, precisamente, constituye el punto ciego de una recuperación que vuelva sobre las responsabilidades de la sociedad. Se trata, entonces, de mirar el rostro visible de la acción dictatorial a la luz de una trama menos visible de condiciones que la sostenían." (Gramuglio, 2002:14)

Kohan, cuando pretende oponerse a la teoría de los dos demonios, que restaura dos sujetos sociales metafísicos, abstractos (dos males, dos violencias) y al testimonio y victimización del Nunca más (un mal y un bien, personificados pero abstractos al fin), elimina al sujeto social en lucha y niega la historia y toda posibilidad de transformación. Entonces, el intento de objetividad deviene subjetividad extrema, idealismo irracional.

Esos sujetos no son entes abstractos, sino clases sociales en lucha. Si lo que Kohan dice es correcto, no hay culpables, porque no hay sujeto o todos somos culpables en aras de una moral individual abstracta cómplice. Todos cómplices, todos victimarios. Y a la vez, habida cuenta de la confusión en la que ha caído el autor, víctimas de la "razón occidental". Cree escapar a la lecturas políticas establecidas con una lectura supuestamente más cuestionadora, más crítica, pero al exponer la realidad en clave foucaultiana y frankfurtiana, muestra una interpretación que diluye todo elemento explicativo de la historia real y que resulta en una mera diatriba moral individual.

Notas
1 Las citas corresponden todas a la misma edición. De aquí en adelante, se mencionará sólo el número de página.
2 El fútbol vuelve a dar revancha a los débiles en el Mundial de 1986, cuando Maradona hace dos goles a la selección inglesa: uno, el de "la mano de Dios"; otro, uno de los mejores de la historia del fútbol, según los conocedores del tema. Esta vez es una revancha que muchos quisieron ver ligada a la derrota en Malvinas.
3 Las derrotas del seleccionado argentino durante el Mundial del '82 no fueron en fecha 30-6. Argentina perdió los encuentros de la segunda fase: el primero contra Italia, el 29 de junio por 2 a 1 y el segundo, contra Brasil, el 2 de julio, por 3 a 1.
4 "El progreso tecnológico (...) induce a la búsqueda de nuevos métodos defensivos", dice Mesiano. (p.114)
5 Tomado de "Nietzche, la genealogía, la historia" en Microfísica del poder, Michel Foucault.
6 Tomado de Josefina Ludmer, "Las tretas del débil", en: La sartén por el mango, Ediciones del Huracán, Puerto Rico, 1985.
7 Ginzburg, Carlo; El queso y los gusanos, Muchnik Editores, Barcelona, 1991, pp.19-20.
8 Entrevista realizada al autor por Silvana Costa en http://www.segundapoesia.com.ar/entrevistas/kohan.html
9 Véanse, como ejemplo, El informe y Museo de la revolución, la primera y la última de sus novelas.
10 "Claro que cuando no se actúa a título personal, (...) sino que se forma parte de un sistema conjunto, hay que entender que en una máquina cada engranaje funciona en relación con otros engranajes, y que en esa máquina, al igual que en cualquier motor, hay piezas más importantes y piezas menos importantes." (p.79)
11 "La apreciada regularidad que nos permitía ser como engranajes de una máquina que nunca falla iba a interrumpirse justamente ese día." (p.45)

Referencias bibliográficas
1. Arendt, Hannah (1999), Eichmann en Jerusalén, Barcelona, Lumen
2. Costa, Silvina; entrevista a Martín Kohan acerca de Dos veces junio, en http://www.segundapoesia.com.ar/entrevistas/kohan.html
3. Ginzburg, Carlo (1991), El queso y los gusanos, Barcelona.
4. Gramuglio, María Teresa (2002), "Políticas del decir y formas de la ficción", en Punto de vista, N° 74, Buenos Aires, pp.-14.
5. Foucault, Michel (1992), Microfísica del poder, Madrid, Ed. La Piqueta.
6. Kohan, Martín (2005), Dos veces junio, Buenos Aires, Editorial Sudamericana.
7. Ludmer, Josefina (1985), "Las tretas del débil", en La sartén por el mango, Puerto Rico, Editorial Huracán.
8. Lukács, Georg (1983), El asalto a la razón. La trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler, México, Editorial Grijalbo.