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Cuadernos del Sur. Letras

versão impressa ISSN 1668-7426

Cuad.Sur, Let.  n.37 Bahía Blanca  2007

 

Figuras de aves y mujeres en el Libro de Buen Amor. Un acercamiento a la cultura popular

Marisa E Luque*

Universidad Nacional del Sur.
* E-mail: marisaesther@hotmail.com

Resumen
Dentro del corpus de obras del siglo XIV en España, en una creciente apertura a la multiplicidad de sentidos, el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, presenta un rico tratamiento de las figuras de animales. Las aves, en ese conjunto, son frecuentes y centrales en determinados episodios del libro: los Pecados Capitales, a modo introductorio, y los episodios de Doña Endrina y Doña Garoça. El autor toma de la tradición, bestiarios y otras fuentes, determinados sentidos otorgados a distintas aves pero maneja el símbolo con libertad creadora, en función de las connotaciones sugeridas en la voz autoral.
En los episodios centrales de Doña Endrina y Doña Garoça, se presenta una constante asimilación entre los personajes femeninos y distintas aves; éstas representan conductas humanas en una estrategia dirigida también a un público femenino. La modalidad discursiva predominante es la fábula, en segundo lugar aparecen comparaciones, sentencias y simples menciones.
Por otra parte, parece estar presente en la mirada del autor la ambigüedad y el sarcasmo. Los episodios seleccionados sugieren una segunda lectura a la luz de conceptos de la cultura popular, para cuya comprensión es fundamental el aporte de Bajtin; Bremond, Le Goff y Schmitt acercan ese enfoque a los relatos con animales.

Palabras clave: Aves; Mujeres; Cultura popular.

Abstract
Among the corpus of literary works in the 14th century in Spain, and with an increasing opening to multipicity os senses, Libro de Buen Amor, written by Juan Ruiz, Archpreste of Hita, presents a rich treatment of animals images. Birds, in that set, are frequent and central in some episodes of the book: Capital Sins, as introduction, and the episodes of Doña Endrina and Doña Garoça. The author gets from tradition, beast books and other sources, some senses given to different birds but, according to the connotations suggested in his voice, manages these symbols to its own freedom and creativity.
In the main episodes of Doña Endrina and Doña Garoça, a constant assimilation between femenin characters and different birds is introduced. The lattest stand for human bahaviours upon a strategy addresed to an also femenin audience. The discoursive mode that predominates the most is that of the fable, secondly analogies, sentences and ordinary mentions take place.
Besides, ambiguity and sarcasm seem to be within the author's look. The selected episodes offer a second reading, under the light of concepts such that of popular culture described by Bajtin; Bremond, Le Goff and Schmitt relate this approache to stories with animals.

Key words: Birds; Women; Popular culture.

Recibido: 12/04/07
Aceptado para su publicación: 15/06/07

Introducción

En del contexto del siglo XIV, las obras literarias ya no presentan figuras de significado unívoco, sino que cada vez más se tiende a una multiplicidad de sentidos, aún dentro de libros considerados de carácter didáctico, de lo que son ejemplo el Libro de Buen Amor (LBA) y El Conde Lucanor.

Las obras con figuras de animales, con sentido simbólico, dentro de la literatura medieval tardía no escapan a esta tendencia. Es ampliamente conocida la diversidad de lecturas que se han hecho del LBA, y la presencia de animales dentro de éste es una vía de estudio que contribuye a entender el carácter polisémico de la obra y a su vez posibilita relacionar esas apariciones con sentidos de la cultura popular.

El presente trabajo tiene por intención abordar las figuras de aves en este libro, considerar su frecuencia y variedad en algunos episodios en particular: los pecados capitales, tomados brevemente como una introducción a la aparición de aves en el libro, el episodio de Doña Endrina y el episodio de Doña Garoça, zonas nucleares de la obra, teniendo en cuenta tanto el tipo de aves que aparecen como el distinto significado - simbólico- que se les otorga. Para este análisis manejamos una edición anotada de la obra y bibliografía de referencia1 y ampliamos especialmente en notas al final el problema de las fuentes.

Las aves suelen aparecer en LBA, en los episodios mencionados, como ejemplificaremos, representando figuras y conductas de mujeres. Encarnan una variedad de significados: aparecen como una imagen simbólica del entendimiento y la razón o contrariamente de la necedad -virtudes y defectos del ser humano-; también pueden aparecer connotando poder y jerarquía o como presas u objetos de caza, entre otras posibilidades. Al mismo tiempo, las figuras animalísticas suelen aparecer en distintas modalidades discursivas: fábulas en su mayor parte -en las que las aves aparecen humanizadas-, descripción y empleo en sentencias.

Analizaremos la función simbólica de las aves en relación con el tipo de modalidad empleada en cada caso, su relación con la tradición, para alumbrar las relaciones amorosas -entre hombres y mujeres- que plantea el autor. Finalmente, pondremos en duda un sentido unívoco de su postura moral en estos segmentos de la obra, registrando ambigüedad, en una aproximación a la cultura popular.

Representaciones de aves

No todas las aves se asemejan en su totalidad, si se tienen en cuenta las características propias de cada animal. Puede establecerse una jerarquía en las aves, entre las que alcanzan vuelo y por lo general no son cazadas, representando en algunos casos la nobleza, pasando por la figura ambivalente del cuervo, generalmente individualizado en las fábulas, hasta las más prosaicas aves de corral, como las gallinas. Si bien la aparición de aves en el LBA se alimenta de la tradición simbólica medieval2, en la línea de los ejemplarios, sermones y bestiarios, en un cruce de las culturas popular y clerical, el autor selecciona sentidos particulares según la intención moralizante -¿sólo moralizante?- que imprime a su obra.

Las aves y los Pecados Capitales: una introducción

Citaremos brevemente la primera aparición de aves en el libro. Al comienzo del mismo, en coplas 73, en una parte en que se considera la tendencia del hombre a buscar compañía de otro sexo y a variar asimismo de compañía, se lo homologa a los animales en relación con este deseo, y se mencionan las aves dentro del conjunto de animales:

"omes, aves, animalias, toda bestia de cueva,
quiere, segunt natura, conpaña siempre nueva" (Copla 73, b y c)

Así, se las distingue de los animales en general y de las bestias de cueva, identificándolas como un grupo determinado. En este caso, la modalidad en que aparece el ave es la mención dentro de una generalización sentenciosa. Estos versos muestran una concepción del hombre en que se destaca su dimensión corporal e instintiva.

La siguiente aparición se da en el episodio de los Pecados Capitales, que comentaremos a manera de introducción de los dos episodios en que nos centraremos. En coplas 252- 256, aparece el ejemplo del lobo, la cabra y la grulla, primera fábula con figura de aves dentro del libro, en el apartado sobre el pecado de la avaricia. En este caso, la grulla hace uso de su pico -característica de su realidad como animal- sacando el hueso de cabra de la garganta del avaro lobo: "sacóle con el pico el ueso con sotileza" (copla 253, c). Se otorga así a la grulla cierta virtud de agudeza. En este ejemplo el ave aparece humanizada ya que reclama su pago -haciendo uso de la voz- por el favor prestado; esta modalidad de personificación se reiterará a lo largo del libro. La grulla, finalmente, es víctima de una injusticia de parte del lobo que argumenta que se dé por paga, ya que podría haberla tragado.

"Dixo la grulla al lobo que l quisiese pagar;
el lobo dixo: '¡Cómo! ¿Yo non te pudiera tajar
el cuello con mis dientes si quisiera apertar?
Pues séate soldada, pues non te quise matar'." (Copla 254)

Esta es una fábula de tradición esópica. Lecoy (1938:126-127) destaca la aplicación moral a los avaros desde la primera copla de la fábula y cómo la última (copla 256) contiene una interpretación más general, hacia los malvados3. Así, puede verse un sentido social que sería original de Juan Ruiz, en cuanto a la falta de caridad, que no está presente en versiones anteriores.

En bestiarios medievales la grulla es símbolo de sabiduría y previsión; algunos autores la han considerado símbolo de la prudencia y vigilancia (Rowland 1978:31-43). Posiblemente con estos últimos sentidos puede relacionarse su breve aparición en el LBA, combatiendo la avaricia del lobo con sencilla sabiduría.

La siguiente aparición de aves en esta sección del libro se da en las coplas 270- 275, donde aparece la fábula del águila y el cazador. En el ejemplo 33 de El Conde Lucanor Don Juan Manuel plantea que el águila, por su poder y jerarquía, nunca puede ser cazada, coincidiendo así con el sentido predominante de la tradición; en el texto de Juan Ruiz se cambia ese sentido: el águila es "cazada" por el hombre. La modalidad en este caso es un relato fabulístico, también de tradición esópica.

"Cató contra sus pechos el águila ferida
e vido que sus péndolas la avían escarnida;
dixo contra sí mesma una razón temida:
'De mí salió quien me mató e me tiró la vida'." (Copla 272)

Este ejemplo aparece dentro del episodio dedicado al pecado de la lujuria. El águila representa al hombre que, poseído por la lujuria, va contra sí mismo y se abandona al pecado: el mal proviene de sí mismo:

"El loco, el mesquino, que su alma non cata,
usando tu locura é tu mala barata,
destruye á su cuerpo é á su alma mata:
que de sy mesmo sale quien su ira desata." (Copla 273)

En este sentido, el águila tiene una connotación directamente sexual, que no está presente en los próximos simbolismos que analizaremos. Aquí también, como en la primera mención, se asocia el hombre a los animales, en cuanto al carácter instintivo de su deseo. Si bien en este ejemplo el águila es utilizada para representar la lujuria, las aves en los episodios del libro que comentamos, no parecen transmitir una simbología directa de lo instintivo o lo sexual. Más bien se presentan en historias donde el defecto está en la falta de entendimiento, o, contrariamente, representando la previsión y la sabiduría; estas virtudes y defectos se aplican a las relaciones sentimentales, como desarrollaremos a través de distintos ejemplos; aparecen relacionadas con lo erótico, en varias ocasiones, siempre asociadas con conductas de los hombres en relación con las mujeres y la reacción de éstas frente a ellos.

En la Biblia, según comenta Rowland (1978: 51-56), se destacan algunas cualidades del águila: su altura, vuelo, el entrenamiento de sus jóvenes, su longevidad y fuerza. En otras culturas su jerarquía se evidencia en que acompaña al dios máximo, como el Zeus griego y Odin entre los germanos. Don Juan Manuel la ha mostrado en sus exempla representando fuerza y poder militar, como mencionamos, en concordancia con su sentido predominante en la tradición. La aparición de esta imagen del águila, cazada en LBA, habla justamente de la plurivalencia de los símbolos en esta etapa, ya condicionados por la elección de un autor.

En las coplas 305 a 306 inclusive, reaparece una breve mención del águila en una comparación: se asimila el rey Nabucodonosor, a quien se ensalza por su poderío y honor, con el ave, en cuanto "uñas crió mayores que águila cabdal" (Copla 306, d). En este caso la aparición metafórica del águila parece seguir un sentido tradicional de fuerza a la vez que poder y ferocidad.

El siguiente ejemplo presenta una particular riqueza de significación. En las coplas 285- 290, aparece el ejemplo del pavón y la corneja, dentro del episodio referido al pecado de la envidia. Aquí también se trata de una fábula de tradición esópica, con sentido ejemplificador. La corneja, modesta, admira la hermosura del pavo real y decide traicionar su condición.

"Al pavón la corneja vídol fazer la rueda,
dixo con grand envidia: "Yo faré cuanto pueda
por ser atán fermosa". ¡Esta locura coeda!
La negra por ser blanca contra sí se denueda." (Copla 285)

Así, travestida con plumas de pavo, se une a los paveznos y desprecia desagradecida a los suyos. El pavón ve el engaño, saca las plumas a la corneja y la echa en el carrizo. De este modo, recibe castigo aquél que, por envidiar lo ajeno, renuncia a lo propio. Se establece una jerarquía entre el pavo real, portador de belleza y majestad, en un plano superior, y la prosaica corneja, en un nivel inferior. La corneja representa defectos propiamente humanos. Lecoy hace referencia a cómo se designa a este animal: dos veces "corneja" y dos veces "graja"4.

Respecto del pavo real, B. Rowland, (1978:127-130), aporta variados significados simbólicos otorgados a este animal. Se le otorga un sentido de majestad y poder. Un mismo motivo puede variar su significación según el marco cultural en que aparece inserto: la antigüedad clásica le otorgó otros significados simbólicos distintos al sentido moral que se le confirió en la Edad Media5.

No es casual que el pavo real aparezca en el LBA dentro del episodio dedicado al pecado de la envidia. Este animal ha representado celos y envidia él mismo aunque también despierta esos sentimientos en los demás por la hermosura de su plumaje: es la corneja en este caso la que encarna este vicio. Se mantiene en la obra la significación de majestad, ostentación, hermosura, orgullo y hasta desprecio del pavón hacia los seres de menor jerarquía.

En cuanto a la significación simbólica de la corneja, en la Edad Media se la asociaba claramente a cierta conducta frívola atribuida a las mujeres, en especial cuando éstas iban a la Iglesia. Comenta Louise Vasvari (1985-1986:172) que los exempla se servían con frecuencia de la figura de esta ave para ilustrar varios pecados, basándose en dos cuentos populares utilizados en contra de las mujeres. Aclara también el origen del desenlace que Juan Ruiz da a la fábula:

La fábula de la corneja blanca que Apolo convierte en negra como castigo por haber chismeado sobre la infidelidad de su esposa mostraba que las mujeres no pueden callarse. El cuento de la corneja que se viste con las plumas del pavón pero que no puede engañar a éste con su plumaje prestado se utilizaba para criticar a las mujeres que usaban cosméticos y pelucas. Juan Ruiz, al usar la segunda historia, también incorpora elementos de la primera, pues el castigo de la corneja es que el pavón la echa en un estercolero, con lo cual sale más negra... que el erizo. (Vasvari 1985-1986:87-88)

Así, gradualmente llegamos a la aparición de figuras de mujeres, en relación con las aves, en el libro.

El episodio de Doña Endrina

La siguiente aparición de aves en el libro se da a continuación de los castigos de Doña Venus al Arcipreste, en un episodio central de la obra, que analizaremos especialmente en este trabajo: el episodio de Doña Endrina, la principal figura femenina, y la primera individualizada, que conquista el Arcipreste. Se destaca su hermosura, donaire y gran linaje (coplas 596 y 598; pp. 152), así como su actitud desdeñosa hacia otros candidatos (copla 599; pp. 153).

Las aves en el LBA, en especial en esta parte del libro, representan un espectro de variadas conductas humanas: se asimila las mujeres a las aves. En forma de fábula, comparación, sentencia o simple mención, la aparición de las aves parece ser una estrategia discursiva dirigida a la persuasión de un público femenino, que pueda ser entendida por las mujeres, principales receptoras de este mensaje. Especificaremos las representaciones de aves y su significación en cada caso. Resulta importante en la dinámica del texto la voz enunciadora de las fábulas en cada caso -la muchacha o la trotaconventos-, ya que Juan Ruiz plantea un rico contrapunto -en alternancia- de voces y puntos de vista, que permite comprender o acercarnos a un sentido general de los episodios analizados en el corpus general del libro.

En el episodio de Doña Endrina -a quien se menciona por su nombre desde la copla 596-, en medio de la persuasión de la trotaconventos hacia la muchacha para dejar su viudez, y luego del desarrollo de las artes seductoras de Don Melón, aparece el ejemplo de la avutarda y la golondrina, en boca de la vieja. Recordemos que la muchacha es de difícil conquista, viuda y cuenta con la dote del marido anterior.

En este ejemplo, también de tradición esópica, que abarca las coplas 746 a 756, si excluimos la aplicación moralizadora, hay particular riqueza en la figura de las aves. Aparecen individualizadas la golondrina y la avutarda:

"Dixo la golondrina a tórtolas e a pardales,
e más al avutarda, estas palabras tales:
'Comed esta semiente de aquestos eriales,
que es aquí sembrada por nuestros grandes males'." (Copla 747)

La primera representa claramente el uso de la razón previsora y la sabiduría, al alertar a sus compañeras, y en especial a la avutarda, del crecimiento del lino y el peligro de ser cazadas. En esta instancia intervienen las otras aves, en carácter de oyentes: la avutarda, que desoye el consejo, y ya tratadas en bloque, las tórtolas y pardales.

Avutardas, tórtolas y pardales parecen representar la necedad de no escuchar atentamente un consejo y así sucumben al peligro -coplas 748 a753-:

"Dixo el avutarda: 'Loca, sandía, vana,
siempre estás chirlando locura, de mañana;
non quiero tu consejo: vete para villana!
Déxame n esta vega tan fermosa e tan llana'. (Copla 750)
Fuese la golondrina a casa del caçador,
Fizo allí su nido quanto pudo mejor;
como era gritadera e mucho gorjeador,
plogo al paxarero, que era madrugador." (Copla 751)

Crece el lino, se preparan las trampas y el pajarero prende a la avutarda -en particular- hasta que los ballesteros les pelan las alas (coplas 752 y 753). Inmediatamente, dentro de la misma copla 753, aparece la exhortación de Trotaconventos a Doña Endrina y la aplicación a su caso.

Distintos críticos han tratado este ejemplo, comparando su aparición con fuentes y análogos, en particular con el ejemplo paralelo en El Conde Lucanor, -VI- mostrando la riqueza y novedad de estos autores en el tratamiento de la fábula6.

Se muestra en el ejemplo la figura de la golondrina como superior al resto de las aves que aparecen, ya sea mencionadas o actuando, en cuanto a su sabiduría. Así, se continúa con un sentido de jerarquía entre unas y otras aves, como marcamos en el caso del pavo real y la corneja. Nótese en las coplas citadas -y en nuestro comentario- los lexemas que constituyen marcas de oralidad en la narración moralizante: "dixo", "escuchó", que se repiten, en el plano interno del ejemplo; y parece extenderse al plano más externo del diálogo de Doña Endrina y Trotaconventos, y al plano de autor - lector. Se trataría de una estrategia de persuasión por parte del autor que apela a la inclusión y la identificación de los receptores, incluyendo al público femenino.

El ejemplo aparece en boca de Trotaconventos, quien logrará vencer la resistencia de la joven, temerosa del engaño de los hombres:

"juran que cada día vos levarán a concejo:
como a la avutarda, vos pelarán el pellejo". (Copla 754, c y d)

Así, argumentará a favor de Don Melón:
"Mas este defenderá de toda esta contienda:
sabe de muchos pleitos e sabe de leyenda,
ayuda e defiende a quien se le encomienda;
si él non vos defiende, non sé quién vos defienda." (Copla 755)

En cuanto a la aplicación de tipo moral en la obra, como el ejemplo está en boca de la mensajera, se sugiere una homologación entre las aves y la muchacha: conviene ser como la golondrina, hacerse de la compañía de un buen hombre (cazador) -Don Melón- para protegerse del desamparo de su viudez, mientras se advierte a Doña Endrina de no ser como las aves necias, que desatendieron un buen consejo y fueron prendidas. Se puede, como afirmamos, hacer extensivo el mensaje a las potenciales mujeres receptoras de la obra. Sin embargo, si bien el autor advierte a las muchachas y apela a su entendimiento, en distintos episodios podrá leerse una doble mirada o intención suya en el texto, que por momentos se inclina a la burla o el sarcasmo procaz de la risa popular, entregando a las jóvenes a los brazos de los hombres. También el discurso de la trotaconventos resulta por momentos ambivalente.

En cuanto a la significación de la golondrina, en la tradición simbólica, tiene connotaciones positivas. El Fisiólogo (1971:79) aporta información sobre esta ave: se la identifica con la actividad de clamar, tal como aparece en este ejemplo, otorgando a la paloma el atributo de meditar. Aquí se unen ambas actividades en la misma figura de la golondrina. Esta es también mensajera de la primavera. Rowland (1978) amplía los significados simbólicos que se ha dado a la golondrina y la tórtola, que también aparece en esta fábula7. En este episodio del LBA., palomas y tórtolas encarnan más un defecto que una virtud -contrariamente al sentido positivo que les otorga la tradición-, en cuanto actúan neciamente por desoír un consejo sabio; además, son tratadas en bloque.

El símbolo se resemantiza en el contexto de la obra: los simbolismos generales de que han sido cargadas determinas aves cobran un sentido peculiar, pueden conservar con ciertos matices el sentido que tienen en la tradición o cambiarlo -según las intencionalidades del autor y la significación del libro.

La siguiente mención de un ave, muy cercana y dentro de la aplicación moral del ejemplo al caso de Doña Endrina, aparece en la copla 757 (a y b): "Así estades, fija, biuda e mancebilla, / sola e sin compañero como la tortolilla:"

Se compara una vez más la mujer con el ave: Doña Endrina es como una tortolilla en su soledad y tristeza, y así permanecerá si desoye los buenos consejos de la mensajera, como las aves del ejemplo anterior. Esta ave, como señalamos, representa la inocencia del amor; esta idea se puede apreciar en la frase conservada popularmente "pareja de tortolitos"; aquí aparece connotando soledad, la ausencia del amor por falta de un compañero. La modalidad discursiva en este caso corresponde a una comparación. El lector puede relacionar esta copla con la aparición de las tórtolas en el ejemplo anteriormente citado.

Los animales en la obra no aparecen en todos los casos con vida, como seres vivos. En un tratamiento particular, se los toma como alimentos. En la copla 781, verso "d" se menciona a las gallinas dentro de un plato: las adelfinas8.

"Algunos en sus casas passan con dos sardinas,
en agendas posadas demandan gollorías,
desechan el carnero, piden las adelfinas,
dizen que no conbrian tozino sin gallinas." (Copla 781)

Estos versos, incluidos luego del ejemplo del lobo, confusos aún para la crítica, oponen un plato suculento a otro más frugal; se cuestiona a aquellos que en sus casas pasan con muy poco y en casa ajena demandan grandes comidas. Nos referiremos a la gallina más adelante, comentando otro episodio del libro.

El ave mencionada en forma general reaparece en la copla 801, tratada en su realidad de animal -sale de uñas del azor-, y a su vez representando el temor: se homologa al amador con el ave, en cuanto teme sufrir al "ser cazado"; se trata en este caso de una comparación:

" 'Contesce', diz la vieja, 'así al amador
como el ave que sale de uñas del astor:
en todo lugar teme que está el caçador
que la quiere levar; siempre tiene temor'." (Copla 801)

En el mismo episodio de Doña Endrina, algunas coplas más adelante, reaparece otra ave con un rico simbolismo diferente: la picaza. Las coplas 881 se refieren al habla desmedida de la picaza; se dice que habla más que la codorniz, y por esto la cuelgan en la plaza y se ríen de ella:

"si non parlase la picaça más que la codorniz,
non la colgaríen en placa, nin reirian de lo que diz:
castigadvos, ya amiga!, de otra tal contrariz,
que todos los omnes fazen como Don Melón Ortiz." (Copla 881)

Recordemos, además, que en esta parte de la obra ya se ha consumado el encuentro entre Don Melón y Doña Endrina y, mediante esta comparación de la mujer en escarnio público con las aves, la trotaconventos comenta a Doña Endrina que todos los hombres son como don Melón, que pueden provocar el repudio público hacia una mujer, contrariamente a lo que le aconsejaba antes; cínicamente la mensajera aconseja entonces a la joven guardar su fama. Se puede asimilar la picaza a la trotaconventos por su discurso persuasivo pero también a la joven que corre riesgos de exponerse públicamente. La primera asociación se confirma más adelante en la obra, en el episodio dedicado a los nombres de la alcahueta, entre coplas 919 a 927 inclusive (224-225). En esta parte se da a la trotaconventos el nombre de Urraca (919 b) y el Arcipreste de dirige a ella llamándola "picaça":

"Yo le dixe como en juego: 'Picaça parladera,
non tomes el sendero e dexes la carrera:
sirve do avrás pro, pues sabes la manera
Que non mengua cabestro a quien tiene çivera'." (Copla 920)

Se identifica a la trotaconventos con este tipo de aves por su habla desmedida y su astucia. En la simbología la urraca tiene connotaciones negativas, y en este caso, es clara la asimilación con la mujer9. Estos sentidos, en general negativos, el atributo de su voz chillona y su falta de escrúpulos, que ampliamos en nota al pie, fundamentan la homologación entre ambas que plantea Juan Ruiz en su libro. Asimismo, se consolida la idea de la asimilación de las mujeres a las aves, como analizamos en el caso la golondrina, palomas y tórtolas, y como, en un sentido diferente, nos referiremos a la gallina.

En la copla 883, en forma similar a la copla 781, ya citada y comentada, en boca de Doña Endrina, ésta se lamenta de lo ocurrido -haber sido seducida por Don Melón- y se siente como un ave que, no advertida suficientemente, fue prendida en el lazo del amante-cazador: "Si las aves lo podiessen bien saber e entender / quantos laços les paran, non las podrían prender:..." (Copla 883, a y b).

Una vez más, se adopta la forma de comparación con un tono sentencioso, si tomamos las coplas inmediatamente anteriores como antecedente. Recordemos que en citas anteriores se sugería la homologación ave-presa, cazador-amante. Las aves tomadas en su generalidad aparecen como presa de caza. En la copla siguiente (884; pp. 216) se realiza una asimilación similar de la mujer con los peces. En este sentido, Doña Endrina afirma la necesidad de la advertencia y el buen consejo (copla 888 a 890). Ya hemos señalado el carácter de espiritualidad de las aves, como por caso la paloma y la tórtola pueden representar el amor -según la tradición-, al tiempo que la golondrina simboliza en la obra la sabiduría. En el episodio de Doña Endrina las aves aparecen en vinculación con la temática amorosa dentro de la obra.

Resulta muy importante en boca de quién -Trotaconventos o la mujer engañada- se encuentra la alusión al ave: la perspectiva enunciativa denuncia el mensaje ideológico que se quiere transmitir; detrás de este movimiento de voces, algunos juegos de la voz autoral parecen poner en duda la seriedad de lo que se afirma. Por ejemplo, pese a los consejos dados a las dueñas a través de Doña Endrina y los posteriores en voz del Arcipreste, coplas 892 a 909, en la copla 891 se afirma, en tercera persona, la unión de los amantes como un festejo:

"Doña Endrina e Don Melón en uno casados son:
alégranse las conpañas en las bodas con razón;
si villanía he dicho, aya de vos perdón,
que lo feo de la historia diz Pánfilo e Nasón." (Copla 891)

Episodios posteriores del libro -las cantigas de serrana y otras inclusiones como la cantiga de los clérigos de Talavera, ya al final- dejan abierta esta posibilidad de lectura.

Las aves en otra zona nuclear del Libro de Buen Amor: Doña Garoça

Los relatos fabulísticos reaparecen en otras partes del libro; en particular, se concentran en el episodio de Doña Garoça, otro personaje femenino que se vincula con el Arcipreste. En esta parte del libro también es central la persuasión de la trotaconventos a una joven monja, para consumar un encuentro amoroso, sin considerar los impedimentos de su hábito, y la aparición de aves será nuevamente parte de una estrategia discursiva dirigida a esta joven en particular y a las mujeres en general.

El primer ejemplo aparece en boca de la trotaconventos, en las coplas 1387 a 1391, excluyendo la moralización a Garoça. Solamente mencionaremos que se trata del gallo que halló un zafiro en el muladar, y esta piedra le habla. Representa la idea del que se queda con lo que ya tiene por desconocer otras opciones más valiosas, como el zafiro que haría resplandecer aún al que está en el estiércol (copla 1389). En el plano de la seducción, Trotaconventos intenta convencer a la monja de que salga del encierro del convento y conozca a un hombre. En este caso no se profundiza en la figura del ave y el desarrollo narrativo es muy breve.

A continuación nos referiremos al ejemplo del zorro que comía las gallinas en la aldea, de mayor riqueza narrativa y simbólica, presente tanto en LBA como en El Conde Lucanor, ejemplo XXIX.

En este ejemplo, al que corresponden las coplas 1412 a 1424, dentro del episodio de Doña Garoça, las aves aparecen también como objeto de presa.

"Contesció en una aldea, de muro bien cercada,
que la presta gulhara ansí era vezada:
que entrava de noche, la puerta ya cerrada,
e comia las gallinas de posada en posada." (Copla 1412)

No reparemos tanto en la figura del zorro que se ve encerrado como castigo por el robo de las gallinas en la aldea y decide hacerse pasar por muerto, y lleva las de ganar, al preservar su corazón, órgano del entendimiento, y huir con astucia; reparemos en las gallinas. Estas se mencionan nuevamente en coplas siguientes dentro de la fábula. Constituyen una suerte de fondo, son directamente cazadas por el zorro, que se homologa al hombre en cuanto cazador. Si el zorro aparece con un alto grado de humanización, las gallinas son tratadas en conjunto, como una presa burlada y en este caso se excluye la humanización. Aparece así otra vez una diferencia entre los animales, ahora de distinta clase: las relaciones que establecen, el hecho de ser cazadores o cazados -dominantes o dominados-, representando de esta manera relaciones humanas -sentimentales, en el plano de la obra- o sociales. Las gallinas aparecen nuevamente como alimento: una de ellas es comida por la vieja que le saca el ojo al zorro (copla 1417).

"Una vieja pasaba, que l comió su gallina,
diz: 'El ojo de aquésta es para melezina
a mocas aojadas o que han la madrina.'
Sacólo, e estudo sosegada la mesquina." (Copla 1417)

A. Blecua, cuya edición manejamos, comenta, a pie de la página del texto, que se trata de una fábula esópica sin fuente directa. Se trata de una fábula de origen oriental, también tomada por don Juan Manuel10.

En cuanto a la moraleja que realiza Juan Ruiz, la moralización hacia las mujeres aparece en boca de Doña Garoça. En la copla 1421 se refiere al hombre en general y ya en copla 1422 particulariza la enseñanza hacia las dueñas, aconsejándoles no ser engañadas, como casi lo fue el zorro y devoradas como fueron las gallinas y, sobre todo, cuidar su honra:

"Desque ya es la dueña de varón escarnida,
es d' él menospreciada e en poco tenida,
es de Dios airada e del mundo aborrida:
pierde toda su onra, la fama e la vida." (Copla 1422)

En este ejemplo se menciona el corazón como centro del ser humano, órgano de la razón más que de las emociones: "Todas las coitas puede omne sofrir,/ mas el coraçón sacar e muerte rescebir/ no lo puede ninguno nin debe consentir:" (copla 1420, 361); Juan Ruiz hace extensiva también a las mujeres la necesidad de cuidar el corazón. Se las insta a tener la astucia del zorro -no un ave, en este caso- para lograrlo. Recordemos nuevamente que esta narración y posterior moralización se da desde una perspectiva femenina, en boca de Garoça, en una estrategia defensiva de la honra de las mujeres.

En cuanto al significado simbólico de la gallina, la tradición la muestra ambivalente en su significación, a veces positiva y en otros casos, negativa, claramente asociada con la mujer y principalmente con la figura de la madre11.

En el episodio comentado de LBA no se otorga a la gallina un significado directamente simbólico, y no se la humaniza. Sin embargo, puede leerse entre líneas una intención sugerida de que las jóvenes no sean "comidas" como las gallinas, a modo de alimento o juguete de los hombres. Así, se presenta nuevamente la figura del hombre (Arcipreste) como un amante / cazador y a las muchachas (Doña Endrina, Doña Garoça) como "presas" del hombre, en analogía con aves y peces, ya mencionados, en una dialéctica de poder y sentimental. Sin embargo, la ambigüedad entre la seriedad del consejo y un guiño burlón del autor no parece dejar de estar presente.

Se opone las aves como alimento, consideradas un plato suculento -perdices y gallinas- al pescado -sardinas-. Se marca mediante esta figura un contraste entre la vida austera y frugal en las costumbres, propia de una monja, con los placeres de la carne y la sexualidad. Retrocediendo a la copla 1385, encontramos palabras de Doña Garoça defendiendo su estilo de vida:

"Más vale en convento las sardinas saladas,
e fazer a Dios serviçio con las dueñas onradas,
que perder la mi alma con perdizes assadas
e fincar escarnida con otras deserradas." (Copla 1385)

Este fragmento se vincula con la copla 781, anteriormente citada, referida a las adelfinas (comida abundante en aves, que también se opone a las sardinas) y el contraste señalado encuentra especial desarrollo narrativo épico en el estudiado episodio de Don Carnal y Doña Cuaresma (coplas 1067-1172; pp. 265 a 291). Bien pueden leerse estas oposiciones semánticas a la luz de la cultura popular y carnavalesca; Mijail Bajtin (1974) sienta las bases para comprender los rasgos de este tipo de cultura, marcando una "dualidad del mundo" (pp. 11) frente a la oficialidad de Iglesia y Estado, en la vida del hombre medieval. Describe esta cultura como regida por el "principio de vida material y corporal" (pp. 23); afirma que en los textos aparece plenitud de imágenes del cuerpo, la comida, la bebida y la satisfacción de las necesidades naturales y sexuales (pp. 23); aplica estos principios a la obra de Rabelais, y no parecen ajenos -al menos, permiten la duda- a la mirada burlona del Arcipreste, que opone la abstinencia a la satisfacción de los deseos y por momentos parece mofarse de la seriedad de sus propios consejos morales.

A continuación en el libro aparece el ejemplo del león y el mur en boca de la Trotaconventos, dentro del contrapunto dialogado de los personajes, en torno a la temática amorosa.

La última aparición de un ave dentro de los episodios fabulísticos del libro es el ejemplo de la raposa y el cuervo, entre las coplas 1437 y 1444, (365-367) incluyendo la moralización. En esta fábula, que aparece también en el ejemplo V de El Conde Lucanor, la raposa, animal recurrente en las fábulas, lisonjera, saluda al cuervo que tiene un pedazo de queso en el pico, procurando astuta cómo quitárselo. El zorro habla y halaga al cuervo, dice admirar su canto -tanto el habla como el canto aparecen como atributos de humanización-:

"La marfusa un día con la fanbre andava;
vido al cuervo negro en un árbol do estava;
grand pedaço de queso en el pico levava;
ella con su lisonja tan bien lo saludava:" (Copla 1437)

Lo compara, persuasivamente, con otras aves destacadas por su bello canto: la calandria, el ruiseñor, y se menciona el papagayo (copla 1439, pp. 366). El cuervo, crédulo, comienza a cantar y se le cae el pedazo de queso de la boca. El zorro se apresura a tomar el queso. Este ejemplo, como el anterior de la zorra y las gallinas, también aparece en boca de Doña Garoça.

El sentido de la figura del cuervo en esta fábula dista de los principales significados que la ha otorgado la tradición: inspirar temor y respeto, con majestad divina y cercano a la muerte12.

En este caso se trata de un cuervo burlado, ingenuo, carente de poderes.

Mediante este ejemplo y otros casos comentados de utilización de fábulas y comparaciones con figuras de aves, se establece una suerte de continuación entre el episodio de Doña Endrina y el de Doña Garoça. Otra vez, la advertencia se encuentra en boca de un personaje femenino amenazado por las redes de los hombres.

Conclusiones.

Encontramos así, dentro de la trama de la obra, una continuidad entre los episodios de Doña Endrina y Doña Garoça, a partir de los consejos cuyas receptoras son fundamentalmente mujeres; en estos episodios la figura de las aves aparecen como un hilo conductor, aún con variaciones particulares de significado y de relevancia en el relato. Predomina la modalidad fabulística y, en segundo lugar, aparecen sentencias y comparaciones. Así, el formato narrativo se encuentra al servicio de determinadas intenciones del autor.

Sintetizamos la aparición de aves en los dos episodios particularmente analizados y agregamos los pecados capitales, en relación con el tipo de modalidad discursiva, de esta manera:

Pecados capitales: Grulla (cp. 252-256) - FABULA
Águila (cp. 270-275) -FABULA
Aguila (cp. 305-306) - COMPARACION
Pavo real - Corneja (cp. 285-290) - FABULA
Episodio de Doña Endrina: Avutarda - Golondrina
Tórtolas - Pardales (cp. 746-756) - FABULA
Tortolilla (cp. 757) - COMPARACION
Gallinas (cp. 781) - MENCION COMO ALIMENTO
Ave en general (cp. 801: 883) - COMPARACION
Picaza - Codorniz (cp. 881) - ARGUMENTACION DE LA TROTACONVENTOS
Episodio de Doña Garoça: Gallo (cp. 1387-1391) - FABULA BREVE
Gallina (cp. 1412-1424) - FABULA
Cuervo (cp. 1437-1444) - FABULA
Calandria - Ruiseñor - Papagayo (cp. 1439) - COMPARACION DENTRO DE LA FABULA

Estos dos episodios analizados, en particular, muestran aves que aparecen claramente asociadas en su significación simbólica a las figuras de mujeres; esta posible asimilación ya se encuentra en la tradición de estos animales, como hemos registrado.

Juan Ruiz se vale de distintas modalidades discursivas, principalmente ejemplos, donde los animales aparecen humanizados en distinto grado y tratados en forma individualizada o en grupos, en función de determinada intención, combinando con frecuencia comparaciones y sentencias. Es importante, en cada caso ver en boca de qué personaje aparece la mención del ave, para comprender el sentido del consejo moral que se dicta.

La aparición de las aves está conectada con la trama y el sentido de la obra: con el itinerario amoroso del Arcipreste y sus jóvenes amadas y la correspondiente moralización exhortativa del autor. Si bien en más de un caso de las coplas citadas, el Arcipreste -en cuanto autor y como narrador, por momentos fundido con Don Melón- advierte moralmente a las mujeres, en particular en las coplas posteriores al episodio de Doña Endrina, a su vez incluye largos episodios en los que las entrega cínicamente a los brazos codiciosos de los hombres, mediante la figura de la Trotaconventos (coplas 755, 757, 762, 763, 840, 860 -Doña Endrina-; 1444, 1450, 1451 -Doña Garoça). Aquí aparece la duda en el lector, se vislumbra la mirada burlona del autor, cercana a la risa casi procaz de la cultura popular. Además de los autores que han estudiado específicamente este fenómeno, Bremond et al (1982:89) se refieren a cómo la cultura clerical se alimenta de la laica y folklórica, en sus materiales. Mencionan cuatro dominios de los ejemplos: la "literatura" oral, las creencias, los gestos y rituales y las expresiones de la lengua vulgar (pp. 90). Más adelante, dentro de la "literatura" oral, mencionan los relatos con animales y se centran en la risa folklórica:

Le rire folklorique est ainsi l' un des grands resorts de l' exemplum, mais les prédicateurs y ont recours avec une certaine prudence ; en effet le comique folklorique est d'abord un comique licencieux, d' histoires obscenes oú le curé joue ordinairement un role non négligeabler-. (1982:94).

Juan Ruiz toma esta vertiente y su prudencia no es tan marcada por no ser un predicador, sino un autor que juega en las márgenes de significación, entre lo serio y lo cómico, el consejo moral y la burla. Los episodios analizados en este trabajo, ricos en figuras de aves tratadas simbólicamente, en que las mujeres son figuras protagónicas y a la vez receptoras, pueden ser leídos a la luz de este enfoque.

Notas
1 Manejamos la edición de Alberto Blecua: Ruiz, Juan, Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor (1995).
2 Para la investigación sobre el simbolismo de las figuras de aves en distintas tradiciones, fundamentalmente la medieval, consultamos y traducimos: Rowland, Beryl, Birds with Human Souls. A Guide to Bird Symbolism. (1995).
3 Felix Lecoy (1938: 126-127) señala la aparición de la fábula en las siguientes fuentes: Esope d' Adémar, 64; Romulus I, 8; Walter, VIII; LBG, 9 (Marie de France, 7), además de Vincent de Beavious y Neckam.
4 F. Lecoy (1938:127-128) hace referencia a cómo se designa a este animal en la fábula: dos veces "corneja" y dos veces "graja". La aparición de esta fábula en Juan Ruiz presenta variantes respecto de las fuentes. El crítico comenta que la acción de despojarse de sus plumas no está presente en las fuentes. Ruiz descarta el regreso vergonzoso de la corneja a sus pares y resuelve el desenlace en forma de castigo moral: echa la corneja en el carrizo, dejándola negra como el erizo.
5 Desde la antigüedad clásica, se ha destacado la naturaleza moral del pavo real; para Aristóteles era un pájaro celoso y envidioso. Los Padres de la Iglesia desaprobaron a esta criatura y moralizaron acerca del contraste entre su hermosa cola y la fealdad de sus pies y voz. Representa la inmortalidad pero también lo efímero: según El Fisiólogo el pavo real grita de noche temiendo haber perdido su belleza. (1978:127-130)
6 Lecoy (1938:131-132) dedica muy pocas líneas a esta fábula, señalando las fuentes y marcando que los elementos en Romulus y Walter el Inglés son los mismos. Para Lecoy el desarrollo de Juan Ruiz es más pintoresco. R. Ayerbe Chaux (1975:60) analiza la fábula en J. Ruiz y D. Juan Manuel marcando diferencias: la individualización de la avutarda, la alianza de la golondrina con el hombre (que no aparece en las fuentes) y el arrepentimiento tardío de las aves, presente en DJM. Manuel Alvar (1988:13-32) percibe diferencias en cuanto al tratamiento de la materia, el tipo de intención moral y, especialmente, el lenguaje; destaca que los autores sólo tomaron de las fuentes un argumento. Retoma en su artículo, con algunas disidencias, a Ramón Menéndez Pidal (1974:117-133).
7 Comenta Beryl Rowland (1978:163-169) que en la Antigüedad Clásica la golondrina tenía carácter sagrado; con el advenimiento del cristianismo se transformó en manifestación de lo justo y se la representaba como asistente de Dios. En relación con las fiestas de estación, habiendo invernado, la golondrina volvía revitalizada en la primavera; representaba así el renacimiento del año y la esperanza para la humanidad. Para los Padres de la Iglesia, simbolizaba el cuidado maternal, al igual que la gallina. No es ajena una connotación sexual a la golondrina junto al pardal o gorrión, considerados pájaros del amor.
8 Otra aparición, en la que no nos detendremos, de aves como alimentos aparece en la estudiada batalla de Don Carnal y Doña Cuaresma, donde las aves se oponen a los peces. Recordemos que en ese caso sí los animales cobran vida y actúan, personificados, en la parodia de un episodio épico. (Ruiz Juan 1995:265-280)
9 La urraca -magpie en inglés- tiene para el ornitólogo una mirada de astucia y maldad. Se cree que la combinación de sus colores -blanco, negro, rojo y verde- tiene connotaciones desagradables. Su simbolismo se centra en la capacidad del habla: "The predominant trait which contributed to the bird' evil reputation apperas to have been its hability to talk. Not that it was thaught to talk well." (Rowland 1978:102). Su canto es demasiado fino para imitar la voz humana; así representa el habla sin razonamiento previo. En leyendas romanas es símbolo de envidia, orgullo y ebriedad. Para algunos escritores medievales las mujeres son urracas por su "cotorreo"; la urraca no es leal como la tortolita y es propensa a los hurtos. Este sentido también se encuentra en los bestiarios. (102-105)
10 F. Lecoy señala el origen oriental de esta fábula, llamada también cuento Vulpes; puede haber sido conocida por El Libro de los Engannos, proveniente del Libro de los Siete Sabios. Está presente en Sendebar y Las Mil y Una Noches. Don Juan Manuel introduce esta fábula en su ejemplo 39; para Lecoy, Juan Ruiz se encuentra más cerca de las fuentes, en su versión, que DJM (1938: 138-142). También Manuel Alvar (1990) se refiere al tratamiento de la fábula en ambos autores, marcando diferencias.
11 Si bien popularmente se la conoce como un ave de corral, en un escalón bajo dentro de la jerarquía de las aves, la gallina ha tenido connotaciones de protección. En un sentido cristiano alegórico, defiende su cría del lobo como el buen cristiano se defiende del demonio. San Agustín ha visto en la gallina la inteligencia de Dios. Aparece en sepulturas eclesiásticas como símbolo de la providencia divina. En forma ambivalente, ha representado a la mujer dominadora, celos y envidia a la vez que fecundidad. (Rowland 1978:77-79)
12 En la cultura clásica, el cuervo -cornix en latín- era un pájaro ominoso que convocaba la lluvia. Cicerón hizo alusión al hábito del cuervo de atacar primero a los ojos. Los poderes divinos de esta ave han sido considerado siniestros; ha inspirado miedo y reverencia a lo largo de los siglos. El cuervo, como señalamos respecto de la corneja, a la que se lo asimila, era utilizado en la Edad Media para reprender hábitos de las mujeres e ilustrar sus errores. (Rowland 1978:35-38)

Referencias bibliográficas
Fuentes
1. Ruiz, Juan (1995), Libro de Buen Amor, Madrid, Cátedra, Letras Hispánicas, ed. De Alberto Blecua.
Obras citadas y de consulta:
2. Alvar, Manuel (1988), "Dos modelos lingüísticos diferentes: Juan Ruiz y Don Juan Manuel" en: Revista de Filología Española, N°. LXVIII, pp. 13-32.
3. Bajtin, Mijail (1974), La cultura popular en la Edad Media y Renacimiento, Barcelona, Barral Editores.
4. Beltrán, Luis (1977), Razones de Buen Amor, Valencia, Castalia.
5. Bremond, Le Goff et Schmitt, (1982), Typologie des sources du Moyen Age, Paris.
6. Curtius, Ernst (1955), Literatura Europea y Edad media Latina, México, F.C.E.
7. Guglielmi, N. y Ayerra, M. (trad.), El Fisiólogo. Bestiario Medieval, Buenos Aires, Eudeba, introducción y notas de Nilda Guglielmi.
8. Juan Manuel, Infante (1965), El Conde Lucanor, Zaragoza, Ebro, Clásicos españoles, estudio y notas de A. González Palencia.
9. Lecoy, Felix (1938), Recherches sur le "Libro de Buen Amor" de Juan Ruiz, Archiprete de Hita, Paris, Libraire Droz.
10. Menéndez Pidal, Ramón (1941), "Nota sobre una fábula de don Juan Manuel y de Juan Ruiz", en: Poesía árabe y poesía europea, pp. 150-157, Madrid, Espasa Calpe.
11. Pedrosa, José Manuel, (2002), Bestiario. Antropología y simbolismo animal, Medusa Ediciones.
12. Rowland, Beryl (1978), Birds with Human Souls. A guide to Bird Symbolism, Knoxville, The University of Tennessee Press.
13. Vasvari, Louise (1985-1986), "La digresión sobre los pecados mortales y la estructura del Libro de Buen Amor" en: Nueva Revista de Filología Hispánica, N°. XXXIV, pp. 157-181.