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Cuadernos del Sur. Letras

versão impressa ISSN 1668-7426

Cuad.Sur, Let.  n.40 Bahía Blanca  2010

 

Aproximación a la obra y la figura intelectual de Juan Benigar desde una perspectiva contemporánea

Daniel Alfredo Bagnat Lascaray*

* Facultad de Humanidades, Universidad Nacional del Comahue. Correo electrónico: dbagnat@yahoo.com.ar

Resumen
El presente trabajo propone una aproximación a la figura intelectual de Juan Benigar y a algunos aspectos de su obra que, desde una perspectiva actual, establecen un posicionamiento crítico frente a la estructura epistemológica de la modernidad (Bhabha, 2002). En este recorrido interesa destacar la postura de este autor en torno a la idea de alteridad y a la diversidad en sus diferentes vertientes, étnica, lingüística y cultural, teniendo en cuenta no solo los aspectos textuales de su producción sino también la actividad que como intelectual -en el sentido que le otorga Said (1996) a esta categoría- despliega Benigar en la Patagonia Norte, y más en particular en la región Comahue y la región cordillerana de la Provincia de Neuquén, con especial atención a las relaciones entre las culturas occidental y mapuce. De esta manera intento destacar el valor actual y universal que desde los planos no solo literario y lingüístico, sino también teórico-epistemológico y (multi) cultural, presentan la obra y la figura intelectual de Benigar, en relación con una construcción identitaria cuyos múltiples procesos "se producen en la articulación de las diferencias culturales que proveen el terreno para elaborar estrategias de identidad" (Bhabha, 2002:18).

Palabras clave: Representaciones del intelectual; Crítica de la modernidad; Identidad patagónica.

Abstract
This paper proposes an approach to the intellectual figure of Juan Benigar and some aspects of his work which, from a modern perspective, establish a critical position against the epistemological structure of modernity (Bhabha, 2002). On this tour it is interesting to note the position of this author regarding the idea of otherness and diversity in its different aspects, ethnic, linguistic and cultural, taking into account not only the textual aspects of his production but also the activity that as an intellectual -in the sense given by Said (1996) to such category-, Benigar performs in Northern Patagonia, more particularly in the Comahue region and the Andes mountain's region of the Province of Neuquén, with special attention to relations between Western and mapuce cultures. In this way, I attempt here to highlight the current and universal value that not only from the literary and linguistic planes, but also theoretical-epistemological and (multi) cultural, present both Benigar's work and intellectual figure, in connection with an identity construction whose multiple processes "are produced in the articulation of cultural differences that provide the groundwork for developing identity strategies" (Bhabha, 2002:18).

Key-words: Representations of the intellectual; Criticism of modernity; Patagonian identity.

Fecha de recepción: 12 de Abril de 2011
Aceptado para su publicación: 06 de Diciembre de 2011

Los intelectuales, al igual que los fonemas, sólo existen por diferencia; [...] afortunadamente, no basta con buscar la diferencia para encontrarla y, a veces, en un universo donde la mayoría busca la diferencia, basta con no buscarla para ser muy diferente...
Pierre Bordieu

El objetivo de la actividad del intelectual es hacer progresar la libertad y el conocimiento humanos.
Edward Said

El propósito de este trabajo1 es recuperar y destacar algunos aspectos de la figura y la obra de Juan Benigar, intelectual polifacético, polígrafo y pionero patagónico, desconocido aún en muchos ámbitos y vindicado por quienes se han aproximado a la cotidianidad de su lectura, envolviendo en algunos casos su existencia y persona con los lienzos de la leyenda. Si bien estos aspectos a los que me refiero han sido citados en algunos de los numerosos lugares que referencian su existencia y su pensamiento, su recuperación a la luz de las actuales teorías en torno de la diversidad cultural les otorga una renovada vigencia. Por ende, y a pesar de que la vida y la obra de este polifacético intelectual son reconocidas por quienes se han abocado al estudio de aspectos relativos a la cultura en una vasta región geográfica de nuestro país como es la Patagonia Norte, en particular el Comahue y la región cordillerana de la Provincia de Neuquén, sería inexacto suponer que ellas no representan, en cuanto objeto de estudio, una riquísima fuente de elementos para la conceptualización y el análisis en permanente actualización, digna de ser abordada desde la perspectiva de los modelos teóricos y las prácticas académicas contemporáneas.

Considero aquí, siguiendo a Achugar, que "precisar el lugar desde donde se habla no implica exclusivamente una determinación geográfico-cultural. Precisar el lugar es determinar la posición del sujeto y el modo de la enunciación" (Achugar, 1994:26). Por lo tanto, no es únicamente en relación con la variable geográfica que propongo esta aproximación, sino que a la vez me interesa destacar el valor que, a partir de sus investigaciones y producciones en los planos literario, lingüístico y teórico, cobra incrementalmente la obra de Juan Benigar desde perspectivas contemporáneas que abarcan lo epistemológico, lo sociohistórico-cultural y lo etnográfico, junto con la impronta que desde un lugar esencialmente humano agiganta su figura, en relación con los múltiples procesos involucrados en una construcción identitaria que, en lo relativo a nuestros territorios, se ve atravesada por numerosos elementos inter- y transculturales. Para comprender más cabalmente la naturaleza de estos procesos aludidos, así como de la construcción identitaria en la que intervienen, resulta de suma utilidad el concepto de "espacios 'entre-medio'" (in-between), propuesto por Homi Bhabha, a los que define como "esos momentos o procesos que se producen en la articulación de las diferencias culturales", y que "proveen el terreno para elaborar estrategias de identidad" (Bhabha, 2002:18), señalando que "es en la emergencia de los intersticios (el solapamiento y el desplazamiento de los dominios de la diferencia) donde se negocian las experiencias intersubjetivas y colectivas de nacionalidad, interés comunitario o valor cultural" (ibid.)2.

Para definir con mayor claridad este enfoque me parece apropiado continuar con otra cita de Bhabha, cuando afirma que "el discurso de la raza que estoy tratando de desarrollar despliega el problema de la temporalidad ambivalente de la modernidad que suele ser descuidado en las tradiciones más 'espaciales' de algunos aspectos de la teoría posmoderna" (Bhabha, 2002:288), a partir de lo cual sostiene que su interés en la cuestión de la modernidad reside

en la influyente discusión generada por el trabajo de Habermas, Foucault, Lyotard y Lefort, entre muchos otros, que ha generado un discurso crítico alrededor de la modernidad histórica como una estructura epistemológica. Para ponerlo en forma sucinta, la cuestión del juicio ético y cultural, central al proceso de la formación del sujeto y la objetivación del conocimiento social, es cuestionada en su núcleo cognitivista. Habermas lo caracteriza como una forma de autocomprensión occidental que pone en acción un reduccionismo cognitivo en la relación del ser humano con el mundo social (ibid.).

Es en este sentido que sostengo en el presente trabajo, y en torno de estas discusiones, la pertinencia de la recuperación de Benigar, no solamente mediante el estudio de su obra sino también en lo relativo a su figura en cuanto intelectual, de acuerdo con lo sostenido por Edward Said cuando afirma que

Las representaciones intelectuales son la actividad misma, dependiente de un tipo de toma de conciencia que es escéptica, comprometida, inquebrantablemente consagrada a la investigación racional y al enjuiciamiento moral; y esto pone de relieve al individuo y lo interpela (Said, 1996:37).

Este aspecto conlleva el estudio de las circunstancias histórico-geográficas y socio-culturales que delimitan su existencia y su actividad, en el sentido visto, para lo cual es de suma importancia observar los procesos de autofiguración y autorrepresentación que pudiéremos encontrar en la obra de Benigar. En función de ello, me parece indicado realizar una aproximación a los principales aspectos biográficos de este autor cediendo la voz a su propio relato, en el siguiente fragmento de una carta con destinatario desconocido:

Eslovenos eran mis padres, Juan Benigar y Rosa Lukez. Nací en Zagreb, tierra croata, el 21 de diciembre de 1883, donde estudié, terminé el colegio secundario (ramo humanista) en el año 1902. En Praga terminé mi estudio universitario de ingeniería civil. En el año 1908 emigré a la Argentina. Dos años después me casé con la india Eufemia Sheypukín Barraza, quien me dio once hijos, seis varones y cinco mujeres. Con el último hijo perdió heroicamente su vida, en el año 1932.

En la provincia de Río Negro viví hasta el año 1925; después en la provincia del Neuquén, cerca del límite con Chile (Cit. en Álvarez, 1983:192).

Más adelante, en la misma misiva, Benigar se presenta como intelectual y escritor, detallando los elementos que considera dignos de mención de su producción:

Publiqué en el idioma croata la gramática búlgara, en el año 1904-1905; algunos artículos sobre mi patria y varios dedicados a la juventud. En los años 1924-1929 publiqué en la colección de la Junta de Historia y Numismática Argentina, que se llama hoy Academia Nacional de la Historia. Estudié sobre el tiempo en la raza araucana, idea de espacio y razón de ser entre araucanos.

Escribí también el estudio "Crítica sobre el trabajo de Tomás Falkner: Descripción de la Patagonia". En la publicación Biblos, de la ciudad de Azul, se publicó "Calvario de una raza", estudio de carácter social.

En el periódico "La Voz del Territorio", que salía en Zapala: "Los chinos y japoneses en América".

Aparte publiqué: "El problema del hombre americano". A pesar de no haberlo merecido soy miembro ordinario de la Junta de Historia y Numismática Argentina desde el año 1924 (ibid.).

Este breve recorrido por la propia obra nos permite apreciar la diversidad y profundidad de los intereses intelectuales de Benigar. Es destacable, para comenzar a bosquejar una semblanza sobre el sujeto humano, citar la opinión del propio autor sobre este nombramiento:

Este honor lo considero como premio por parte de los hombres sabios de esta noble nación. Estoy preparando varios artículos y obras de carácter lingüístico, histórico y social. Algunas están casi terminadas. La lucha difícil para la existencia diaria no me ha permitido terminarlas. Permito y autorizo que se publique esta carta en su totalidad, oportunamente, lo que podría ser útil a nuestra juventud (Álvarez 1983:192)3.

A esta semblanza autobiográfica acota Gregorio Álvarez que "los argentinos instruidos reconocen sus méritos; no obstante, hasta hoy, no han hecho nada para editar su casi vital obra, que es el Diccionario de la lengua araucana" (ibid.). La composición y el misterioso destino de esta magna obra, que aparentemente acaparó los mayores esfuerzos de su autor durante buena parte de su extenso decurso vital, inspiró la obra del dramaturgo Alejandro Finzi titulada, precisamente, Benigar (1994). En la misma, un desesperado Benigar intenta rescatar de la corriente del río, naturaleza y personificación a la vez, las valiosísimas páginas de su obra, escena que quizás tenga su correlato en lo real, pero que posee sin duda un potente valor metafórico a la hora de representar el sufrimiento y la penuria de un pionero, no solo del territorio sino de las letras y el pensamiento, en una tierra a la que tornaban aun más dura e inhóspita que la naturaleza, con su furia desatada, sus propios semejantes, con sus variables locales y epocales de la invariante de la mezquindad humana4.

Aproximarnos al estudio de la vida, la obra y la figura de este autor nos coloca necesariamente en la situación de problematizar cualquier posible marco teórico tradicional que pudiese ser tenido en consideración al encarar este tipo de investigación. La misma situación periférica de los territorios de la Patagonia en los que habitara nuestro autor, especialmente en ese período de conformación que le tocó vivir, nos lleva a poner en cuestión, por poner un ejemplo que me parece claro de esta problematicidad, los conceptos de campo intelectual y su subsecuente de campo literario, acuñados por Pierre Bourdieu (2002)5. Sobre la posibilidad de establecer un campo literario patagónico dentro del campo literario argentino, y sus correlativos campos intelectuales, reviso aquí lo ya señalado por Ariel Williams en su ponencia titulado "Campo literario patagónico: políticas, zonas, territorios":

Aunque la teoría de Bourdieu a veces se acerca al determinismo, [...] es posible sostener una versión más flexible del campo literario, que permita dar cuenta de las transformaciones del mismo, de las reestructuraciones del sistema de fuerzas que lo caracterizan, de las trayectorias de los escritores y grupos de interés, que no siempre obedecen a propiedades posicionales predeterminadas, sino que se constituyen en un proceso de negociaciones, reestructuraciones, efectos coyunturales, etc. (Williams, 2004:1-2).

Pero no es solamente el marco territorial sumado al período a considerar, es decir el de la existencia de Benigar en él, lo que produce que su estudio se resista a cualquier tratamiento metodológico como el que he señalado sino, como también señalara anteriormente, las características del propio sujeto en consideración. Lo interesante que observamos en la figura de nuestro autor, y me remito para ello al fragmento escogido como epígrafe del presente, es su ubicación limítrofe, fronteriza, prácticamente al margen de toda ubicación tradicional de la figura del intelectual, contrastando con lo indicado por el propio Bourdieu, ya mencionado, para quien

el autor escribe para un público. Existen pocos actores sociales que dependan tanto como los artistas, y más generalmente los intelectuales, en lo que son y en la imagen que tienen de sí mismos de la imagen que los demás tienen de ellos y de lo que los demás son (2002:18).

Es evidente por lo señalado hasta aquí y lo que resta señalar aun en el presente, que el caso de Benigar no adscribe a esta condición. Tanto en cuanto intelectual que conforma una referencia para otros intelectuales y/o formaciones posteriores en la región, como en su autofiguración como intelectual, Benigar prescinde de ese sentido público de la obra y el autor

conforme al cual el autor se define y con relación al cual debe definirse, sólo en y a través de todo el sistema de relaciones sociales que el creador sostiene con el conjunto de agentes que constituyen el campo intelectual en un momento dado del tiempo -otros artistas, críticos, intermediarios entre el artista y el público, tales como los editores, los comerciantes en cuadros o los periodistas encargados de apreciar inmediatamente las obras y de darlas a conocer al público (y no de analizarlas científicamente a la manera del crítico propiamente dicho), etc. (id.:25)6.

Sin embargo, en el caso de Benigar, como veremos, su relación con Félix San Martín7 y con la academia permitiría suponer un esbozo de las condiciones incipientes de un campo. Esta misma particularidad de pertenencia y fuga a la vez de toda delimitación o encuadre predeterminado que pudiera considerarse aproximado, en una postura que podría más bien calificarse como de polémica o de puesta en crisis de las corrientes intelectuales dominantes en la época, es la que nos permite situarlo en el espacio de la discusión, de lo problemático, y en una posición de prelación o antecedencia para con corrientes de pensamiento posteriores cuya característica común residiría, precisamente, en el hecho de instalar una polémica con las líneas centrales o dominantes de su tiempo, sin por ello dejar de ocupar un espacio relevante en él.

En mi trabajo de investigación sobre la figura intelectual y la obra de Juan Benigar, pude observar que podría hacerse extensiva esta relación de prelación o antecedencia, en muchos casos desde los planos de lo metodológico y lo epistemológico, a buena parte de las teorías que plantearon transformaciones significativas, no solo en el ámbito de las disciplinas humanísticas sino también en el de las ciencias exactas durante el ulterior decurso del siglo XX (Bagnat 2009a, 2009b, 2009c, 2009d y 2010). Algunas de estas teorías estarían inscriptas en lo que se conoce como la emergencia de nuevos paradigmas de la cientificidad y, en general, del saber epistémico. Significativas a este respecto resultan expresiones del propio Benigar, como la siguiente:

Que la conjetura se adelante en medio siglo, con un siglo o quizás más, al estado intelectual euroamericano de hoy. Si se quiere saber por qué escribo estas cosas, algo distantes de nuestro hilo principal, diré que simplemente para demostrar qué proyecciones tremendas tiene el estudio concienzudo del indígena americano. Con ello a un tiempo acentúo su valer, sirviendo así, indirectamente, al fin que me propuse (Benigar, 2007:8).

Este doble propósito, explícito en el autor, es lo que me ha llevado a seleccionar para el presente trabajo las variables directrices de la investigación sobre el mismo que abordan su figura y su obra desde los planos cultural y epistémológico, y que confluyen en el tratamiento que realiza Benigar de los pueblos originarios americanos8, en particular del subgrupo de la cultura araucana asentado preferentemente en la región geográfica del Comahue. Denominación esta, araucana, lingüística y gentilicia a la vez, que el mismo Benigar utilizará a lo largo de toda su obra, antes de la popularización del uso de los términos propios de la lengua, mapudungún y mapuce, respectivamente.

Alteridades culturales: una mirada visionaria

Lo primero que emerge claramente en la aproximación a Benigar es su mirada frente al Otro. Allende el ejemplo biográfico de interculturalidad y transculturalidad puesto en juego en su propia existencia, Benigar discute con los principales referentes de su tiempo en los diferentes aspectos del tratamiento de la relación entre la cultura tributaria de la europea, de la que él mismo proviene, y la autóctona9. Podemos ejemplificar, en primer lugar, la diferencia con uno de los referentes no solo de la cultura sino de la institucionalidad en la región y la época, el terrateniente, jurisconsulto y escritor Félix San Martín, señera figura de la conformación histórica del Neuquén actual. Su tratamiento de los habitantes de etnia nativa resulta, para la época, uno de los más benevolentes, ya que no se instala en la lógica del exterminio sino que se traslada a una aculturación, obviamente forzada y necesaria10, ya que, como expresara en un opúsculo que ostenta el significativo título de "El problema del indio" (en Álvarez, 1983), era preciso recordar que "nuestro país y el Uruguay son los únicos de América que no llevan a cuestas el pesado fardo de razas inferiores" (id.:166), concluyendo con una advertencia categórica: No lo vayamos a cargar más tarde por imprevisores.

Cabe destacar que esta postura, la de calificar de inferiores a los pueblos no integrantes del grupo occidental europeo, era la corriente mayoritariamente instalada en la época, por lo que resultaba natural incluso para los intelectuales con mayor autonomía de pensamiento. Solo casos excepcionales, como el de Benigar, pudieron adelantarse a la concepción de su tiempo de una manera que hoy, a casi un siglo de sus principales escritos y acciones, resulta anticipatoria y esclarecedora. Debemos hacer notar, asimismo, que el mencionado San Martín constituyó uno de los escasos apoyos intelectuales, institucionales y hasta económicos en ocasiones, que recibiera directamente Benigar, quien a través de él y de otros intelectuales con los que se irá relacionando, principalmente a través de una nutrida correspondencia, tomará contacto con bibliografía cercana a sus ámbitos de interés, por lo general de épocas pretéritas, ejemplares valiosos y algunos de ellos prácticamente inhallables, como la Gramática araucana, de De Augusta, el Diario de viajes de Fray Bernardo de Havestadt o el Calepino hispano-chileno, redactado y publicado en Lima en el siglo XVII por el sacerdote jesuita Andrés Febrés, como parte de su más vasta obra Arte de la lengua general del Reyno de Chile... (1765)11. También recibe, desde Europa, por envío de una hermana suya a quien le dedicará un lugar especial en sus Últimas disposiciones, algunos de los escritos filosóficos y científicos más actualizados para la época a nivel mundial, como "la traducción alemana del libro de L. Levy-Brühl, titulado: Les fonctions mentales dans les sociétés inférieures (en Álvarez, 1983:204), título que remite por sí solo a la concepción que antes mencionábamos.

Esta posición, y su contrapartida por parte de Benigar a lo largo de toda su obra y su decurso vital, puede ser sintetizada a partir de lo planteado por Emmanuel Levinas en su crítica a la Filosofía (obviamente la de la cultura occidental europea, a la que pertenece), cuando afirma que la misma "insiste en reabsorber todo Otro en el Mismo y en neutralizar la alteridad" (2003:48), añadiendo que, figurativamente, "el itinerario de la Filosofía sigue siendo el de un Ulises cuya aventura en el mundo sólo ha sido un retorno a la isla natal -una complacencia en el Mismo, un desconocimiento del Otro" (id.:49). Este Otro, subsumido en el Mismo, solo puede ser reivindicado en cuanto tal por un movimiento que para Levinas es el propio de la Obra auténtica, "que va de lo idéntico hacia un otro que es absolutamente Otro" (ibid.), "el Otro que no es solamente el colaborador y el vecino de nuestra obra cultural o el cliente de nuestra producción sino nuestro interlocutor" (id.:57) 12.

Pensar la obra de Benigar nos lleva a la intersección, junto con el concepto de alteridad antes enunciado, de la doble idea de abordaje propuesta en el presente: desde el plano de lo cultural, por un lado, y por otro desde un plano propiamente epistemológico. Ello se evidencia, entre otros ejemplos posibles13, en la discusión de nuestro autor con el ya nombrado Levy-Brühl, en particular con su obra primera como etnólogo, la mencionada Las funciones mentales..., de la que Benigar reconoce que se trata de una obra de trascendente importancia, pero con la cual no concuerda "en muchas partes fundamentales" (en Álvarez, 1983:204). Levy-Brühl sostiene aun allí que "la hipótesis animista de Tylor y Frazer pretende explicar la mentalidad salvaje a partir de la evolucionada, asumiendo el postulado de la omnipresencia de un espíritu humano individual" (Bodei, 1985:185-186), postura que califica de simplista. Como veremos, en esta actitud y período subyace el germen que habrá luego de eclosionar en el propio Levy-Brühl, como ya estaba sucediendo con Benigar, hacia una nueva concepción de la cientificidad, a partir de lecturas como la obra de Einstein Física y realidad, del año 1938 (cit. en Bodei, 1985:188), en las que confrontará la tesis de la incognoscibilidad de las condiciones de inteligibilidad de lo real, es decir, de acuerdo con el autor citado, que

el universo de inteligibilidad está circunscrito por una modalidad de la experiencia cuya construcción sigue siendo misteriosa, y cabría preguntarse si el malestar que experimentamos ante la mentalidad primitiva no podría "transferirse al mundo tomado en su totalidad", a nuestra propia mentalidad (ibid.).

Esta actitud es la que podemos encontrar en el Benigar que enfrenta el estudio sistemático y científico de la lengua, las costumbres y la cosmovisión del pueblo araucano. Una de las características de su trabajo es la no adopción de una metodología determinada a priori, sino una búsqueda experimental que no excluye las metodologías de investigación constituidas en la época pero testea los alcances y limitaciones de nuevos métodos que puedan adaptarse mejor al objeto. Su análisis lingüístico es quizás el más claro ejemplo de esta experimentación, como él mismo lo atestigua en "El indio araucano"14 (en Álvarez, 1983:203-207). Pensemos esta postura en relación con las de algunos destacados epistemólogos de la pasada centuria, como Feyerabend (cfr. Vásquez Roca, 2006). O tal vez en la noción de esquemas cognitivos de Morin (1997), "que pueden atravesar las disciplinas, a veces con una virulencia tal que las coloca en dificultades", atrapando, en la expresión de Nicolescu (AAVV, 2003), "lo que está a la vez entre las disciplinas, a través de las distintas disciplinas, y más allá de toda disciplina"15.

Aspectos lingüísticos y diversidad de cosmovisiones

Junto con la publicación de su obra La Patagonia piensa (1978d), serían editados tres trabajos ensayísticos en los que Benigar expone algunos ejes de sus investigaciones según las cuales, como señaláramos anteriormente, partiendo del análisis lingüístico se aproxima a la cosmovisión y al sistema de representaciones mentales del hombre mapuce. Tales ensayos se titulan "El concepto del tiempo entre los araucanos", "El concepto de espacio entre los araucanos" y "El concepto de causalidad entre los araucanos", respectivamente. El primero de estos trabajos sería leído por Félix San Martín, el 27 de setiembre de 1924, oportunidad en que se nombraba a Benigar miembro de la Junta de Historia y Numismática Americana, que posteriormente se transformaría en nuestra Academia Argentina de la Historia. Las palabras preliminares pronunciadas en la ocasión por el propio San Martín pueden ampliar la perspectiva sobre el origen de estos ensayos y sobre su autor:

Cuando debatimos con nuestro distinguido presidente la interpretación de ciertos vocablos araucanos, aludí a un estudioso que desde hace más de tres lustros trabaja silenciosamente allá, por el tercio superior del río Colorado, en pleno desierto. Lígame a este hombre una estrecha vinculación espiritual. Hace algún tiempo le pedí que escribiera algunos ensayos sobre la materia de sus investigaciones, a fin de que los hombres que en el país se interesan por este género de estudios tomaran conocimiento de la existencia de este compañero de afanes que algún día grabará su nombre entre los más ilustres de las ciencias. Juan Benigar, que así se llama el solitario de Peñas Blancas, accedió a mi solicitud escribiendo una trilogía cuya primera parte es la que voy a leer ante ustedes (Cit. en Álvarez, 1983:185-186).

"El concepto de tiempo entre los araucanos", la primera parte a la que alude San Martín, contiene en sí elementos presentes en los tres trabajos, tales como el hecho de señalar la imposibilidad de una traducción directa de muchos conceptos de la lengua araucana al castellano, no solamente porque no se hallen en una términos con equivalencia literal en la otra, sino también, y fundamentalmente, porque la estructura intelectiva plasmada en cada una de las lenguas es diferente. Así, señala Benigar que no le fue posible hallar en la lengua araucana un equivalente de la palabra castellana tiempo: "todo fue en vano, porque el indio siempre encuentra una expresión adecuada, rodeando el concepto cristalizado de tiempo. Él expresa la idea del tiempo sin nombrarlo explícitamente, y para ello dispone de un surtido enorme de giros que los arios podemos envidiarle" (Benigar, 1978c:83-84). Y a continuación enumera algunos ejemplos, entre los que seleccionamos el siguiente: "Ya no tienes tiempo para irte", que se diría "Pu we luay antü mi amuam", cuya traducción más aproximativa al castellano sería: "Ya no alcanzará el sol para que te vayas" (ibid.).

Algo similar sucede con la idea de sustancia, que Benigar indaga en la particularidad de nuestro concepto de aire, en el tercero de sus artículos, "El concepto de causalidad entre los araucanos" (1978a). Allí afirma que dicho concepto se ve reflejado en mapudungun bajo las tres manifestaciones de "resuello", "viento" y "soplido", sin que se encuentre ninguna referencia a la idea de una sustancia en común entre ellos. Esto se relaciona con un aspecto nuclear de la ya mencionada discusión que Benigar sostiene con lo manifestado por Lucien Levy-Brühl en su obra, asimismo ya citada, Les fonctions mentales dans les sociétés inférieures, respecto de "la necesidad de la expresión concreta", a lo que el lingüista y etnógrafo francés considera "un fenómeno general en las lenguas primitivas", según leemos en el segundo de esta serie de artículos, "El concepto de espacio entre los araucanos" (id.:116). Benigar, sin excluir el carácter concreto de muchos giros y expresiones, prefiere, en el caso de la lengua araucana, hablar de una expresión minuciosa, y dirá a su vez de esta minuciosidad que "falta comprobar que estamos en presencia de un signo de la primitividad" (ibid.).

Dos aspectos se ciernen sobre el análisis que incluye esta afirmación. El primero de ellos es, respecto de la espacialidad, la proliferación de referencias y elementos que usan las determinaciones en este sentido, las que según Benigar, "forman una parte de las dificultades estilísticas que a nosotros opone esa lengua, porque son elementos pleonásticos, de difícil asimilación al curso de nuestro pensamiento" (id.:111). Estos elementos forman parte, a su vez, del segundo aspecto, íntimamente relacionado con el primero, que sería el carácter aglutinante de la lengua araucana, manifiesto en la proliferación de partículas, libres o afijas, "breves vocablos, mono y disílabos, de significado adverbial que con facilidad se verbalizan, ya aislados, ya en unión con otros vocablos y partículas, o se unen a otras dicciones para formar compuestos adverbiales, adjetivos y sustantivos, matizando conceptos más generales" (ibid.), que arrojarían como resultado expresiones tales como "la bajada de aquí para allá", o "la bajada de allí para acá", o "para este lado acá entra"16. Benigar señala que de las similitudes con otras lenguas, no es precisamente en el nivel del primitivismo donde establecería las comparaciones, ya que a partir de los aspectos que hemos expuesto, halla "congruencias admirables entre el idioma de los primitivos araucanos y el de una nación, por cierto, todo menos primitiva", según su expresión, "que es la alemana", añadiendo que "casi todos los vocablos araucanos de esta clase tienen su equivalente alemán" (id.:117), acompañando estas afirmaciones de un buen número de concluyentes ejemplos en ambas lenguas.

relación con el territorio y pensamiento social y político

Había comentado anteriormente que el dramaturgo Alejandro Finzi, en su obra Benigar, nos presenta a su personaje luchando denodadamente contra un cataclismo de la naturaleza: una creciente del río Colorado que le arrebata implacable los manuscritos de su obra. Sin duda una fusión de lo anecdótico con lo simbólico que retrata la crudeza de una lucha que el propio Benigar expresaría de la siguiente manera, sellando al mismo tiempo su filiación con el espacio patagónico:

El que estas líneas escribe ha llegado a las tierras patagónicas muy poco menos de cuatro decenios atrás. Son las tierras que libremente ha elegido para su segunda patria. A las benditas soledades patagónicas de aquellos tiempos -más solas que ahora- debe haber podido ordenar las ideas algo confusas que trajo con su poco bagaje. Con ello obtuvo la base necesaria para sus ulteriores meditaciones que nadan el margen de su dura lucha con las adversas condiciones de la vida patagónica [...] Por eso considérase hijo espiritual de la Patagonia (Benigar, 1978d:14).

El fragmento anterior está tomado de su obra La Patagonia piensa (1978d), ya citada, la cual constituye el centro de todo posible abordaje al pensamiento social y político de Benigar, a la vez que aporta interesantes detalles sobre su relación con el territorio. Interesa además destacar que esta obra, quizá la única de este autor en la que abandona su habitual rigurosidad académica para explayarse más ensayísticamente sobre la realidad de su nación adoptiva y de su tiempo, se desarrolló en forma de colaboraciones a algunos de los medios pioneros del periodismo gráfico en la región, tales como La Voz del Territorio, de Zapala, y posteriormente los periódicos neuquinos El Territorio y Neuquén. En esta obra, originalmente pensada y póstumamente concretada en forma de libro, Benigar expone algunas de sus principales ideas en torno a la administración gubernamental y la relación entre la Nación Argentina y la región patagónica, consideradas por él ambas su patria y terruño adoptivos. Expresa allí también su relación tan particularmente afectiva y vital con esta tierra, como vimos en la cita antecedente y continuamos viéndolo en los fragmentos que siguen, siempre refiriéndose a sí mismo mediante la tercera persona:

Aquí en las tierras patagónicas ha formado su hogar. Digo mal. Debí haber dicho: iba encendiendo sus fogones [...] pues, a través de una docena o más de fogones, el hombre que esto escribe ha dado a la patria argentina con dos madres patagónicas una numerosa prole de patagónicos.

El hombre ha convivido fraternalmente con nuestra población campesina, como si fuese uno de ellos. Ha aprendido a apreciarla y a amarla, porque ha conocido sus excelencias, superiores a sus defectos. Ha experimentado y sigue soportando en su propia carne los más de los males que aquejan a esta sufrida población. Brevemente dicho: se ha identificado con ella.

Por todo lo expuesto, aunque llegado de tierras lejanas, considérase y siéntese patagónico hasta lo más profundo de su alma (id.:14-15).

Desde este sentirse esencialmente ligado a la Patagonia y a la Argentina, su visión lacerada por años de experiencias se permite un doloroso escepticismo respecto de las relaciones futuras entre Nación y Territorio, ante la hasta entonces largamente proyectada provincialización. Años de lucha por los derechos sobre la tierra del aborigen y del colono o del simple hombre de campo trabajador frente a los latifundios y el reparto de tierras digitado por los poderes centrales habían mermado su capacidad de esperanza. Si nos remitimos al contexto histórico, Benigar comienza a escribir La Patagonia piensa en 1936, año en que la Argentina se encuentra en el apogeo de la llamada "década infame". Y precisamente la decisión de comenzar a publicar sus capítulos prematuramente, en forma de colaboraciones periodísticas en el ya citado La Voz del Territorio, dirigido por Martín Etcheluz, surgió a partir de la urgente necesidad asumida por ambos hombres de común acuerdo de luchar contra las injusticias de que eran objeto los pobladores nativos de Pulmarí, donde por entonces Benigar había recalado en su sufrido peregrinar17. En su propia voz relata:

En 1938 y 1939, "La Voz del Territorio" zapalense, dirigida por nuestro eximio amigo Don Martín C. Etcheluz, ha publicado algunos capítulos de ese trabajo, dictados por la urgencia de defender nuestra población campesina contra medidas mal mediadas que se habían tomado para un nuevo régimen de las tierras patagónicas (id.: 9).

Y podemos aún verter más luz sobre los hechos históricos a partir del siguiente fragmento del Dr. Gregorio Álvarez:

En el año 1939 salió la ley por la cual todas las familias indígenas, más de quinientas, debían trasladarse. La Dirección de Parques Nacionales les acusó de hacer daño en los bosques. En realidad, detrás de esta ley se cubría el afán de unos interesados en las tierras fiscales. Benigar empeñó todo su talento y capacidad en la defensa de las familias indígenas contra los funcionarios estatales. Se trataba de la comunidad, no de su persona solamente. Juntamente con el periodista Martín Etcheluz, consiguió del Ministro del Interior, Dr. Meló, a pesar de la oposición de los funcionarios estatales, que las familias indígenas permanecieran en su lugar. Sus condiciones económicas no le permitían que viajara. En el año 1941 vino a Neuquén para tramitar la ciudadanía argentina. [...] El día 1° de mayo recibió la orden de abandonar Pulmarí. Le dieron un plazo de catorce días. Entonces no existían las leyes que protegieran los derechos del trabajador. Predominó la fuerza, la explotación y las intrigas de los funcionarios (1983:195).

No obstante ello, fiel a su ideal manifiesto en la máxima "sembremos, pues, ideas, aunque nos toque cosechar desengaños"18, se aboca a la tarea de desarrollar, cual utopista vocacional y consagrado, un plan de desarrollo territorial en el que no están excluidas las teorías acerca de una mejor forma de gobierno, la formación idónea de un posible gobernante o la óptima relación del hombre con la naturaleza. Su tono, decía, continúa siendo un contrapunto entre la esperanza y el desencanto, entre la utopía y el escepticismo, una constante a lo largo de la obra que se observa incluso en la presentación redactada, en septiembre de 1946, para su edición definitiva como libro, la cual no vería la luz hasta muchos años después del fallecimiento de su autor. Sin embargo, al final de dicha redacción se vislumbra, si bien con las esperables reservas, un destello de esperanza por un progreso y bienestar genuinos, reales, no ya utópicos, en una nota que transcribo a continuación:

Al tiempo de escribir este estudio entérome del esbozo del Plan Quinquenal. Estemos conformes o no con todo su contenido [...] creo que sin reservas mentales podemos saludarlo complacidos como la primera tentativa hecha en el País para racionalizar y poner al tono con los tiempos que corren su gobierno y su administración (Benigar, 1978d:18).

Mientras tanto, continúa con su formulación de las posibles normas que deberían regir la conducta de los ciudadanos destinados a gobernar los territorios o futuras provincias, e incluso de todo ciudadano, a partir de su derecho al voto y a la participación cívica, ya que no debemos olvidar que "los derechos originan deberes. En nuestro caso el deber estará en saber usar los derechos para el bien de la comunidad. Esto presupone, como todo saber, una preparación previa, preparación moral e intelectual" (id.: 52), aspectos que pasa a detallar:

La preparación moral consiste en aprender a dominarnos para permitir que en nosotros florezca la bella virtud de la ecuanimidad que está en el respeto de las opiniones ajenas y desafectos personales y en el objetivo y equilibrado sopesar de todas las razones sin miramientos por nuestras conveniencias egoístas.

Respecto de la preparación intelectual, fiel a la postura epistémica que aplicó en todo su trabajo en este sentido y que ha sido objeto de estudio en trabajos anteriores, señala que

Es necesario que dediquemos alguna mayor atención a los asuntos públicos no para satisfacer la apetencia de pequeñas almas por escandalosas sabrosidades, sino para aprender a medir las causas y los efectos y orientarnos así en la tortuosa marcha de los pueblos hacia un bienestar definitivo (id.:53)

Al formular estos propósitos no busca lo utópico sino que sus ideas puedan resultar practicables y realizables en una realidad concreta:

Tal conocimiento nos ayudará a encarar nuestro porvenir sin optimismos ni pesimismos exagerados. Sabedores que el mundo nunca será regido por la razón y el amor, pisaremos en el terreno firme de la realidad tratando de acercarnos lo más posible a tal ideal demasiado elevado para la debilidad humana (ibid.).

Y añade, delimitando el núcleo de su pensamiento político y social:

Nuestra juventud en especial debe capacitarse para estudiar nuestros problemas a la luz de la economía política y social, que hoy constituyen la esencia de las acciones gubernamentales en todo el mundo. No se trata aquí de aprender de memoria unas pocas frases sonoras que están en la boca de todos los demagogos y agitadores obreros, sino de penetrar hasta la esencia la vida económica de la humanidad para conocer las leyes ineludibles que la rigen a pesar de las apariencias en contra y saber aplicar los conocimientos a los casos concretos que nos ofrece nuestro terruño (id.:53-54).

Hasta aquí lo que me he propuesto rescatar para esta primera aproximación al pensamiento social y político de Juan Benigar, a través de la relación entre el pensamiento, la palabra y el territorio. Muchas otras ideas destacables podemos encontrar en la lectura de la obra propuesta sobre diferentes aspectos relevantes para la realidad, como sus sugerencias para un sistema educativo o para el cuidado y aprovechamiento de nuestros recursos naturales. A este respecto, bástenos la siguiente cita para ilustrar la condición de visionario que este hombre tenía sobre algunas cuestiones que cobran cada día mayor importancia como, por ejemplo, el cuidado del agua:

El agua en la Patagonia es la vida y su cantidad determina hasta donde ésta podrá desarrollarse. No es inagotable. Ya el Río Colorado habría quedado seco si se hubieran realizado los proyectos y las esperanzas de su aprovechamiento de tres decenios atrás. Vendrán tiempos cuando nuestras aguas se medirán escrupulosamente por litros... (id.:29-30)19.

A modo de conclusión

Muchos son, sin lugar a dudas, los elementos que podrían añadirse a las diferentes consideraciones formuladas en el presente, para el estudio de la figura intelectual de Juan Benigar. Al tener en cuenta simultáneamente criterios epistemológicos, lingüísticos, y culturales en relación con su obra, resulta imposible soslayar las implicancias socio-histórico-políticas subyacentes, como en el caso de la discusión que he elegido como ejemplo particular de lo propuesto en los dos primeros incisos, anticipadas desde los párrafos introductorios y que se hacen explícitas al intentar delinear la problemática relación con el territorio en el último apartado. Considero que mediante lo ya expuesto es posible visualizar los lineamientos medulares, las puertas de acceso que, a partir del trabajo de investigación desarrollado permitirían formar una apreciación desde la óptica de teorías contemporáneas de la obra de Juan Benigar, a la vez que dar una idea de la representatividad y relevancia de su figura como intelectual en la actualidad. Una personalidad que en cuanto intelectual, en la expresión de Said, "no es ni un pacificador ni un fabricante de consenso, sino más bien alguien que ha apostado con todo su ser en favor del sentido crítico" (Said, 1996:39-40), cuyo estudio representa un aporte significativo para comprender el complejo proceso de gestación identitaria propia en esta vasta región de nuestro país. Tanto más por cuanto, desde la desolación y la soledad, en lo real y en lo simbólico, de este espacio en los tiempos en que eligió habitarlo, se constituyó en el generador de un sólido discurso crítico a la estructura epistemológica de la modernidad, por recuperar el concepto de Bhabha que constituyera uno de los puntos de partida del presente artículo, anticipándose a las actuales líneas de trabajo que operan sobre la multiculturalidad, la diversidad y la construcción de identidades. Al mismo tiempo, su actividad en cuanto intelectual demostró esa toma de conciencia "escéptica, comprometida, inquebrantablemente consagrada a la investigación racional y al enjuiciamiento moral" que junto con Said postulara también al comienzo del presente como el otro eje conceptual del mismo.

Considero, por lo tanto, que la recuperación de la obra y, fundamentalmente, de la figura intelectual de Benigar a la luz de estas perspectivas puede resultar de interés en cuanto aporte a los estudios de las letras que interesen aspectos sociales y culturales, trascendiendo incluso lo regional y proyectándolo al ámbito argentino y latinoamericano.

Notas
1 El presente trabajo sintetiza los resultados de un trabajo de investigación realizado en el marco del Proyecto "Literatura Argentina y transtextualidad. Perspectiva patagónica", bajo la dirección de la Dra. Enriqueta Morillas Ventura, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue. En dicho proyecto se intenta establecer puntos de contacto entre algunas de las principales líneas de trabajo desarrolladas a lo largo del siglo XX y autores relacionados con la literatura y la cultura patagónicas de las primeras tres décadas de este siglo, así como también con algunos posteriores a ese período.
2 Considerando las singularidades de este estudio, no puedo dejar de sentirme próximo, en las múltiples acepciones del término, a Hugo Achugar cuando relata sus propias vicisitudes al respecto:
De inmediato siento la urgencia de consultar la bibliografía sobre el Otro -Gayatri Spivak y muchos otros más- y experimento la angustia de tener que dar cuenta en este discurso fundacional, de un movimiento discursivo por el cual se construye un sujeto peculiar que aspira ser identificado como "uruguayo" o como "oriental" o "argentino" y que comienza con la exclusión. Pienso sin embargo que la voz del otro, la del negro, pero también la del gaucho y la de la mujer han logrado filtrarse y erosionar el impulso fundamental de construcción de un sujeto nacional homogéneo.
3 Me parece pertinente citar aquí la siguiente consideración de Edward Said:
Esa vocación es importante en la medida en que resulta reconocible públicamente e implica a la vez entrega y riesgo, audacia y vulnerabilidad. Cuando yo leo a Jean-Paul Sartre o a Bertrand Russell, más que sus razonamientos me impresionan su voz y presencia personales y específicas, por la sencilla razón de que ambos hablan de algo en lo que realmente creen. Ni uno ni otro pueden ser tomados por un funcionario anónimo o burócrata cuidadoso (Said, 1996:31).
4 A este respecto podemos citar como ejemplo algunos de los pasajes biográficos referidos por el propio Dr. Gregorio Álvarez respecto a las condiciones rayanas en la indigencia que tuviera que soportar Benigar a lo largo de su vida, por el mero hecho de no prestarse a dobleces e incurrir, por su natural benévolo, en actitudes que podrían calificarse de cándidas ante la villanía ajena. He aquí algunos fragmentos:
"Por poco dinero realizó cualquier trabajo, me confió su hijo mayor Ñancu, que nació en Cipolletti. El juez de paz, Ernesto Gary, lo convenció mudarse a Catriel, en donde lo utilizó en diversos trabajos. Benigar hizo proyectos de la primera canalización para el riego. Cuando después de varios años terminó la construcción del canal, sembró y plantó el campo, el patrón lo hizo retirarse. Benigar no quiso querellar. Para un juicio se necesita dinero que él no tenía. Vivía en tal miseria que muchas veces comía sólo el arroz cocido, y de noche se hacía lavar su único pantalón-bombacha (Álvarez, 1983:193). No le quedó nada. Como no tenía nada escrito, tampoco pudo pedir la indemnización por las mejoras introducidas en el campo. Siempre decía: "La persona honesta, que mantiene la palabra, no necesita papeles y contratos escritos" (id.:194)".
La importancia de estos datos biográficos se pone de manifiesto en relación con lo expuesto por Said sobre el escaso tratamiento otorgado a "el inventario de la imagen, la firma, la intervención y los logros reales, justamente los elementos que tornados en su conjunto constituyen la auténtica savia vital del auténtico intelectual" (1996:31), remitiéndose al mencionado ejemplo de Jean-Paul Sartre, del que continúa diciendo:
Cuando conocemos el compromiso de Sartre con Simon de Beauvoir, su disputa con Camus, su curiosa asociación con Jean Genet lo situamos (la expresión es de Sartre) en sus circunstancias; en estas circunstancias, y hasta cierta medida a causa de ellas Sartre fue Sartre, la misma persona que también se opuso a Francia en Argelia y en Vietnam. Lejos de inhabilitarlo o descalificarlo como intelectual, estas complicaciones dieron textura y tensión a sus palabras, nos lo presentan como un ser humano falible y no como un predicador triste y moralizador (ibid.).
5 Esta problematicidad inherente, esta necesaria puesta en crisis de los modelos teóricos tradicionales o más recurrentemente citados frente al estudio de Benigar, cuyas características lo alejan de toda concepción que pudiera enmarcarse en un "logocentrismo eurocéntrico" (cfr. Bhabha, 2002:39 y ss.), encuentra aquí un ejemplo casi paradigmático en las teorías de Pierre Bourdieu, y podría incluso hacerse extensiva a algunos aspectos de la obra del propio Edward Said (1996), con la cual se establece un diálogo desde el presente. No considero, desde mi perspectiva, la disyuntiva dialéctica entre los modelos representativos de Gramsci y Benda, planteada por este autor, según los cuales la figura del intelectual podría oscilar entre "un simple profesional sin rostro, un miembro competente de una clase" (id.:29), para resumir el primero de los modelos, y un integrante de "una especie de minoría clerical" (id.:50), por sintetizar el segundo, como fuente de categorías específicamente aplicables al caso tratado en el presente, al menos sin efectuar una cuidadosa búsqueda de puntos de contacto, como vemos que incluso puede hacerse (de allí su mención) en el caso de Bourdieu. Sí me parecen esenciales para mis propósitos, incluso como un punto de partida instrumental, las consideraciones acerca de la función del intelectual, que podrían resumirse en la expresión "el objetivo de la actividad del intelectual es hacer progresar la libertad y el conocimiento humanos" (Said, 1996:35).
6 "Para lo que menos debería estar un intelectual es para contentar a su audiencia" (Said, 1996:31).
7 Sin ir más lejos, esta relación contiene los ingredientes fundamentales de un mecenazgo, si bien en ningún momento llega a las condiciones de avasallamiento que refiere Bourdieu respecto de la figura del protector (Bourdieu, 2002:11-13).
8 Leemos en la obra de Bhabha: "La significación más amplia de la condición posmoderna está en la conciencia de que los 'límites' epistemológicos de esas ideas etnocéntricas son también los límites enunciativos de un espectro de otras historias y otras voces disonantes, incluso disidentes" (Bhabha, 2002:21).
9 Continuando con el contrapunto teórico con Homi Bhabha, este autor señala que " Entre lo que se representa como "hurto" y distorsión de la "metateorización" europea, y la experiencia activista radical y comprometida de la creatividad del Tercer Mundo, podemos ver la imagen en espejo (aunque invertida en contenido e intención) de esa polaridad ahistórica del siglo XIX entre Oriente y Occidente que, en nombre del progreso, desencadenó las ideologías imperialistas exclusionistas del yo y el otro " (Bhabha, 2002:39-40).
10 Podría aplicarse aquí el concepto de mimetismo, definido por Bhabha cuando afirma que "el mimetismo colonial es el deseo de un Otro reformado, reconocible, como sujeto de un a diferencia que es casi lo mismo, pero no exactamente" (2002:112).
11 En la expresión de Achugar, "la lectura de una tradición es una tradición de lectura" (Achugar, 1994:94).
12 Muy a propósito podría resultar aquí el siguiente fragmento de la citada obra de Bhabha: "El Otro es citado, enmarcado, iluminado, recubierto en la estrategia plano/contraplano de una iluminación serial. La narrativa y la política cultural de la diferencia se vuelven el círculo cerrado de la interpretación.
El Otro pierde su poder de significar, de negar, de iniciar su deseo histórico, de establecer su propio discurso institucional y oposicional. Por impecablemente conocido que pueda ser el contenido de una cultura "otra", y por más antietnocéntricamente representada que esté, es su ubicación como la clausura de grandes teorías, la demanda de que, en términos analíticos, sea siempre el buen objeto de conocimiento, el cuerpo dócil de la diferencia, lo que reproduce una relación de dominación, y es el motivo de recusación del poder institucional de la teoría crítica" (Bhabha, 2002:51-52).
13 Otra discusión de este tipo es la sostenida con la teoría evolucionista darwiniana, con la que discrepa en reiterados lugares de su obra. Puede fácilmente atribuirse esa tendencia a la adscripción por parte de Benigar al credo teosófico, lo cual no sería del todo desacertado, pero es de destacar en este punto que frente a las teorías darwinianas su invectiva reviste un alto grado de semejanza con lo que posteriormente Feyerabend habría de proponer en torno de la teoría dominante, la cual "no permitía considerar otras perspectivas debido al requisito de consistencia entre hipótesis y teoría. Este requisito impide el progreso científico porque busca esencialmente la preservación de la teoría dominante, y no la mejor teoría o la más útil" (Vásquez Roca, 2006). Véase la similitud con esta concepción en el siguiente pasaje:
"En vano os afanáis, ciegos ante la evidencia y sordos a las razones. El hombre no proviene de especies simiescas. Al contrario, algunas de éstas, que no procedan de creaciones particulares, quizá desciendan del hombre. Es ésta una conjetura sostenible por lo menos con razones equivalentes a las que forman el sostén de la conjetura darwiniana. Tanto tiene de sueño o de visión atrevida la una como la otra, y no puede llamarse en serio hombre de ciencia y menos hombre sabio, quien no tenga en cuenta ambas en las interpretaciones de los descubrimientos"(Benigar, 2007:7).
14 En esta obra declara:
"Mi proyecto primitivo ha sido proceder en las investigaciones lingüísticas sistemáticamente, sirviéndome de guía la construcción de los idiomas europeos que conozco. [...] Cambié de método y resolví reunir un número grande de ejemplos, sin insistir en que los indígenas me los expliquen, advertido ya que tal insistencia es a menudo contraproducente.
[...] Cuando ya así penosamente redondeé mis conocimientos, y faltaba nada más que pulir la superficie y enriquecer el vocabulario [...] cayóme como un regalo del cielo la gramática araucana de De Augusta [...] La ayuda no fue pequeña, y me alegró especialmente porque entreví la posibilidad de escribir no una simple obra sobre los indios pampas, sino de poder introducir en ella comparaciones valiosas con los dialectos chilenos" (en Álvarez, 1983:204).
15 Una cita clave en relación con esta concepción es la siguiente: "No es la multitud de conocimientos parciales lo que nos lleva a la sabiduría, sino la facultad de encontrar la unidad en lo múltiple" (Benigar, 2007:7-8).
16 Será quizás esta particularidad la que hace decir a nuestro autor, en otro pasaje de la obra antes citada, y en otro apartado cercano de su enfoque lingüístico:
"Ya se verá cuán intrincada es la selva del verbo, en el cual el araucano posee el elemento principal para sus expresiones variadísimas. Su elasticidad hace recomendable a todos los versificadores el consejo de que se hagan araucanos. Ya no se hallarán en dificultades por la métrica o por las rimas. Hay muchas partículas que elegantemente llenarán los vacíos sin necesidad de estropear la lengua" (en Álvarez, 1983:204).
17 Afirma al respecto, categóricamente, Said: "Personalmente, no tengo la menor duda de que el intelectual está en el mismo barco que el débil y no representado" (1996: 39).
18 En la línea de las conceptualizaciones que he venido citando, Said se remite al sociólogo norteamericano C. Wright Mills, quien afirma que "El artista y el intelectual independientes se cuentan entre las contadas personalidades que siguen estando equipados para ofrecer resistencia y combatir el proceso de estereotipación y la muerte consiguiente de las cosas dotadas de vida genuina", añadiendo que "la solidaridad y el esfuerzo intelectuales han de centrarse en la política. Si el pensador no se vincula personalmente al valor de verdad en la lucha política, tampoco estará en condiciones de afrontar responsablemente el conjunto de su experiencia viva" (Said, 1996:38).
19 Piénsese a este respeto, para valorar en toda su profundidad la cualidad visionaria de Benigar, en lo planteado por Gayatri Spivak cuando concluye que va en el sentido del "interés del capital preservar el teatro comprador en un estado relativamente primitivo de legislación del trabajo y de regulación del medio ambiente" (Bhabha, 2002:40).

Corpus
1. Benigar, Juan (1978a), "El concepto de causalidad entre los araucanos", en Benigar, Juan, La Patagonia piensa, Neuquén, Siringa Libros.
2. Benigar, Juan (1978b), "El concepto de espacio entre los araucanos", en Benigar, Juan, La Patagonia piensa, Neuquén, Siringa Libros.
3. Benigar, Juan (1978c), "El concepto de tiempo entre los araucanos", en Benigar, Juan, La Patagonia piensa, Neuquén, Siringa Libros.
4. Benigar, Juan (1978d), "La Patagonia piensa", en Benigar, Juan, La Patagonia piensa, Neuquén, Siringa Libros.
5. Benigar, Juan (1983) "El indio araucano", en Álvarez, Gregorio (Comp.), Neuquén, su Historia, Geografía y Toponimia, edición del Gobierno de la Provincia del Neuquén.
6. Benigar, Juan (2007), "El Tayil (Creencias araucanas)", Buenos Aires, Colección "Escribiendo en la Patagonia", Campaña Nacional de Lectura, Ministerio de Educación de la Nación.
Bibliografía
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10. Bagnat, Daniel (2009a), "Juan Benigar. Alteridad y transversalidad cultural y epistémica en la génesis de una identidad patagónica", ponencia presentada en el XV Congreso Nacional de Literatura Argentina, realizado en la Ciudad de Córdoba, Argentina, el 1°, 2 y 3 de julio de 2009.
11. Bagnat, Daniel (2009b), "Juan Benigar: la escritura como simiente para la construcción de identidades en la Patagonia", ponencia leída en el II Congreso Latinoamericano de Comprensión Lectora, desarrollado en la Ciudad de Neuquén entre los días 7 y 11 de setiembre de 2009.
12. Bagnat, Daniel (2009c), "Juan Benigar: palabra y pensamiento, territorio e identidad", ponencia leíd en el 7° Encuentro Nacional de Carreras de Comunicación (E.NA. COM.), desarrollado en la Ciudad de General Roca entre los días 10 y 12 de setiembre de 2009.
13. Bagnat, Daniel (2009d), "Hacia la construcción de una nueva identidad en la Patagonia: aproximación a la escritura ensayística de Juan Benigar", ponencia leíd en el Simposio Internacional "El Ensayo. Hacia el bicentenario de su aparición en Hispanoamérica", realizado en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina, los días 4, 5 y 6 de noviembre de 2009.
14. Bagnat, Daniel (2010), "Pertinencia de la relectura de Juan Benigar frente a las discusiones en torno del Bicentenario", comunicación leída en las IX Jornadas Nacionales - VI Latinoamericanas "El pensar y el hacer en nuestra América, a doscientos años de las guerras de la independencia", realizadas con la organización del Grupo de Trabajo Hacer La Historia (UNR) y el Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur, Bahía blanca, Argentina, del 7 al 9 de octubre de 2010.
15. Bhabha, Homi (2002), El lugar de la cultura, Buenos Aires, Manatial.
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17. Bourdieu, Pierre (2002), Campo de poder, campo intelectual, Buenos Aires, Montressor.
18. Febrés, Andrés (1765), Arte de la lengua general del Reyno de Chile, con un diálogo chileno-hispano muy curioso, a que se añade la Doctrina Cristiana, esto es, Rezo, Catecismo, Coplas, Confesionario y Pláticas; lo más en Lengua Chilena y Castellana, y por fin un Vocabulario Hispano-Chileno, y un Calepino Chileno-Hispano más copioso, Lima [en línea]. Disponible en Internet (versión digital facsimilar) <http://books.google.com/books?id=pJHzWd0ipBEC&printsec=frontc over&hl=es#v=onepage&q&f=false> [consulta: 29 de octubre de 2011].
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24. Vásquez Roca, Adolfo, "La Epistemología de Feyerabend. Esquema de una teoría anarquista del conocimiento", [en línea] Revista Observaciones Filosófica, abril de 2006, edición digital en <http://observaciones.sitesled.com> [consulta: 15 de octubre de 2011].
25. Williams, Ariel (2004), "Campo literario patagónico: políticas, zonas, territorios", presentado en las Primeras Jornadas de Literatura Argentina en la Patagonia, organizadas por el Centro de Estudios Críticos e Históricos de la Literatura Argentina (E.C.E.H.L.A.) y la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue, Neuquén Capital, 16 al 18 de Junio de 2004.