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Cuadernos del Sur. Filosofía

versión On-line ISSN 2362-2989

Cuad. Sur, Filos.  n.31-32 Bahía Blanca  2001

 

La Realidad ¿des-realizada?: la época de la imagen del mundo.

Guillermo Goicochea*

Universidad Nacional del Sur
* E.Mail: ggoico@criba.edu.ar

Resumen
El propósito de este trabajo es marcar la diferencia entre dos épocas que se distinguen, separan y se co-implican: la modernidad y la posmodernidad. Entendemos a la posmodernidad como la apertura que posibilita la puesta en crisis y posterior disolución de las categorías centrales de la modernidad. En esta apertura que es la posmodernidad no sólo tenemos que repensar nuestro lugar en la historia del pensamiento occidental, sino, primeramente, a esta misma historia, que ha sido pensada como la historia de la metafísica, o para decirlo con Heidegger, la historia del olvido del ser. Creemos que la tarea en estos tiempos que corren tendría que responder a este llamado del pensar. En este sentido nos apoyamos en un pensador de estos tiempos como Vattimo, para desde él, entender la tarea del pensar actual. Cabe señalar el desmontaje que hemos debido hacer con el concepto de Verwindung pensado por Heidegger, y el pensado por Vattimo, que, por cierto, señala hacia un ámbito diferente del pensado por Heidegger. Este ámbito tiene que ver más con la complejización e intensificación de los mass-media en nuestras sociedades posmodernas. Aquí se abre el punto central del trabajo: ¿Qué sucede con "la realidad" en nuestras sociedades informatizadas y mediadas por las fábulas de los medios masivos de comunicación?.

Palabras claves: Heidegger; Vattimo; Realidad.

Abstract
The purpose of this paper is to show the difference between two separate, clearly differentiated, and mutually implied periods: modernism and post-modernism. Post-modernism is understood as the opportunity that made both the crisis and subsequent dissolution of the main categories of modernism possible. Such an occasion calls not only for a new evaluation of our place in the history of western thought but also, and foremost, for a reconsideration of history as such, which has always been thought of as the history of metaphysics or, in Heidegger's words, the history of the being's forgetfulness. In this respect, we draw on the work of a contemporary thinker like Vattimo in order to understand contemporary thought. To this effect, it is important to point out that Heidegger's concept of verwindung and Vattimo's counterpart, which certainly focuses on a different aspect, had to be exhaustively analyzed. Vattimo deals with the increasing complexity and intensification of mass-media in our post-modern society. Here we come to the topic discussed in this paper: What happens to "reality" in a computerized society like ours, mediated as it is by the fables of mass-media?

Keywords: Heidegger; Vattimo; Reality.

Nos ha tocado vivir en tiempos en los que los grandes ideales del pensamiento metafísico tradicional (Dios, alma, verdad, progreso, razón) han caído en un mortal descrédito. A este destino epocal es necesario hacerle frente desde el pensar y el desafío es cómo encontrar una articulación para transformar el pensamiento y para que no se repitan aquellos mismos errores cometidos a alo largo de la historia del pensamiento.

Nuestra época quizás esté signada con la tarea de llevar adelante una reconstrucción de la filosofía y no solamente una crítica demoledora. Para decirlo con conceptos nietzscheanos, este aspecto "leonino" de nuestro pensar debe dejar su lugar a la apertura del pensamiento creativo de los "niños": inocencia y olvido, juego y un nuevo comienzo, el sagrado decir sí a la vida.

Nuestra herencia nos reclama y no es una tarea fácil tomar la debida distancia para tener una clara perspectiva, sin caer en las trampas que abre el pensar de la tradición. En este sentido debemos aclarar que, para nosotros, el tan discutido prefijo post de postmodernidad significa, en este contexto, una puesta en crisis, una obligada toma de distancia y despedida de las características centrales de la modernidad. Una de ellas era la idea de la historia del pensamiento que se desenvolvía como en una progresiva iluminación, que iría haciendo del pensamiento un objeto a superar continuamente. Este proceso pone de relieve, como motor principal de su desarrollo, a la categoría de lo nuevo, la novedad (que tanto caracteriza a nuestra "moda" y nuestro "modo de ser o estar a la moda"). Con estas categorías y la idea de superación, mediada y posibilitada por la avidez por lo nuevo, es muy fácil caer en la trampa de pensar a la postmodernidad sobre la misma línea histórica inaugurada por la modernidad. En este caso la postmodernidad sería la superación de la modernidad, y una novedad con respecto a ésta; pero esto no es así (aunque haya algunos que se resisten a entenderlo). La postmodernidad intenta, precisamente, disolver la categoría de lo nuevo como novedad, con lo cual, la categoría de superación también se ve totalmente afectada.

En otros pensadores encontramos distintas formas de interpretar los tiempos que corren junto con los conceptos centrales que los guían. Una de estas interpretaciones es la de Jean-Francois Lyotard, quien piensa al post de la postmodernidad como una "conversión, una nueva dirección después de la precedente", pero no por esto una mejor época. Lyotard ve en el excesivo desarrollo de la tecnociencia el peligro de acrecentar el malestar general, en vez de calmarlo; con lo que la idea de "progreso" queda sin efecto. Este debilitado "progreso" pareciera que tiene un movimiento de desarrollo propio que lo hace desenvolverse por sí mismo, con total y absoluta autonomía de nosotros mismos; lo que lo convierte en un peligro a tener muy en cuenta, ya que este desarrollo autónomo no responde a las necesidades del hombre.

Junto con la idea de "conversión" y el peligro que convive con el desarrollo desmedido tecnocientífico, Lyotard entiende al post de postmodernidad no como "...un movimiento de come back, de flash back, de feed back, es decir, de repetición, sino como un proceso a manera de ana-, un proceso de análisis, de anámnesis, de anagogía y de anamorfosis, que elabora un 'olvido inicial' (Lyotard, 1987: 93).

Si pensáramos en "superar" a la modernidad no sólo caeríamos nuevamente dentro de ella, sino que justamente repetiríamos su peor error doblando la apuesta.

La propuesta que nos hace Vattimo en este punto es pensar nuestra época desde el concepto heideggeriano de la Verwindung. A esta altura debemos aclarar que no es un trabajo fácil poder desmontar cuánto de Heidegger persiste en la Verwindung pensada por Vattimo. Aunque lo intentaremos, como primer paso debemos señalar una interesante diferencia entre el concepto Verwindung pensado por Heidegger y luego por Vattimo.

Aunque vivamos, o creamos vivir en tiempos post-metafísicos, Heidegger nos señala que no es una tarea fácil el deshacernos de la metafísica como nos deshacemos de cualquier otra mera opinión. No por relegar a la metafísica al olvido ésta desaparece sin más; ni tampoco cuando presentimos que la metafísica ha llegado a su fin no por esto estamos "fuera de ella". Por tal razón, todo intento de "ir más allá" del pensamiento metafísico no puede ser pensado como una mera superación, con lo que sólo re-plegaríamos a la metafísica superponiéndola sobre sí misma, con lo que caeríamos nuevamente en metafísica, o en metafísica de la metafísica. Lo que piensa Heidegger con su Verwindung es una torsión del pensamiento de la metafísica, entendiendo a ésta como la historia del ser tomado sólo en su presencia (Anwesen), como "asistencia constante", cayendo así el pensar en lo que Heidegger llama "el olvido del ser". Para poder torcer este planteo metafísico a medias, se hace necesario develar-desocultar aquello que ha permanecido oculto y olvidado a todo el pensar de Occidente. Lo im-pensado por este pensar parcial de la metafísica que quedó en el olvido ha sido la experiencia del ser como des-ocultamiento en su verdad (alétheia).

Heidegger tratará de develar lo no pensado en la historia del pensamiento occidental, haciéndole una "torsión" a su gran olvido: el ser, relegado por el pensamiento del ente. Para esta tarea será necesaria una Verwindung, una torsión de lo pensado para que devele lo no pensado, un "apretar y girar" lo ya dicho por el pensar del ente para que descubra lo olvidado en él: el ser. Este será uno de los caminos emprendidos por Heidegger para separarse del pensar ya acontecido, desde Platón hasta Nietzsche, o, lo que es lo mismo, del pensar metafísico. Si abandonamos el pensamiento de que el ser sólo es presencia (ente) en tanto es pres-ente, y nos abocamos a re-pensar también su ausencia, estaremos interrogando al pensar del ente no sólo por lo que hace a su ser, sino que trataremos de preguntar al ser mismo en su verdad. Este otro interrogar realiza por sí mismo un viraje, una torsión, que se hace necesaria cuando se busca lo des-plazado en el pensar metafísico: el ser en cuanto tal.

En el capítulo tercero de Conferencias y Artículos, Heidegger nos aclara en qué sentido piensa una posible salida de la metafísica y cómo tenemos que entender su llamativo título: Superación de la metafísica (Überwindung der Metaphysik), que a nuestro limitado entender, no hace total referencia lo traducido a lo pensado por Heidegger con el concepto Überwindung. Preferimos traducirlo e interpretarlo como sobre-torsión.

El texto comienza precisamente con esta pregunta: ¿cómo entender la Überwindung de la metafísica? Antes habíamos dicho que no alcanzaba con que nos olvidemos o tratemos de deshacernos de la metafísica como lo hacemos con una opinión cualquiera, ya que "...la metafísica se manifiesta a partir del ser mismo, y que la sobre-torsión (Überwindung) de la metafísica tiene lugar en tanto que torsión (Verwindung) del ser." (Heidegger, 1994: 64). En este sentido no es muy difícil comprender lo arriesgado de tal tarea de torsión, ya que según Heidegger, la metafísica pertenece a la naturaleza misma del hombre y esto es precisamente su "única fatalidad", su "horizonte inevitable".

A primera vista esto pareciera tener algunos tintes oscuramente pesimistas, pero si prestamos atentamente el oído a lo dicho, podemos advertir un doble sentido oculto. Dice Heidegger: "La sobre-torsión (Überwindung) de la metafísica es pensada en el sentido de la historia acontecida del ser (seinsgeschichtlich). Ella es el signo que anuncia la inicial torsión (Verwindung) del olvido del ser" (Heidegger, 1994: 70).

Esta torsión o Verwindung sería lo más digno de ser pensado para la trans-misión [tradición-entrega] (Überlieferung) de la metafísica a su verdad, y desde ahí intentar ese ansiado otro camino que abriría "...la preparación, desconocida y esencialmente inaccesible para la metafísica, de una primera aparición del pliegue de ser y ente" (Heidegger, 1994: 70).

Aquí queda claramente expresado el aspecto un tanto más original al que nos conduce la Überwindung pensada como Verwindung. Heidegger piensa el concepto Überwindung siempre a partir y junto con la Verwindung, y de este modo intenta escapar de las tramposas y seductoras redes de que la metafísica suele desplegar desde el lenguaje. La Überwindung no es una simple y mera superación a un "dejar atrás" para luego anularse en una recuperación, al modo dialéctico de la Aufhebung: "La sobre-torsión (Überwindung) sólo es digna de ser pensada en la medida en que se piensa en la torsión (Verwindung). Al mismo tiempo este pensar insistente piensa también en la sobre-torsión (Überwindung)" (Heidegger, 1994: 70).

Vattimo se separará de esta definición heideggeriana de Verwindung, realizando a su vez una re-interpretación que le permite pensar otra salida de la metafísica. La Verwindung pensada por Vattimo, " es, remitirse de una enfermedad, como convalecencia, pero también remitir (como remitir un mensaje) y remitirse a alguien en el sentido de confiar en alguien" (Vattimo, 1985: 152 ss).

Sabemos que Heidegger vio en la crítica disolutiva de Nietzsche a la metafísica (pensada y ligada ésta a la moral cristiana) un esfuerzo por torsionar aquella forma de pensar; pero tal esfuerzo, piensa Heidegger, no le permitió abandonar la matriz de pensamiento metafísico. Nietzsche continuó, para Heidegger, pensando y hablando con los grandes conceptos de la metafísica, criticándola si, pero desde y dentro de ella misma.

Heidegger ve a Nietzsche como la consumación y la inversión de la historia de la metafísica abierta por Platón: "La inversión del platonismo, según la cual para Nietzsche lo sensible pasa a ser el mundo verdadero y lo no-sensible lo no verdadero, sigue estando aún del todo dentro de los límites de la metafísica. Esta forma de sobre-torsión (Überwindung), que es a lo que Nietzsche apunta, y esto en el sentido del positivismo del siglo XIX si bien en una forma nueva y superior, no es más que la definitiva caída en las redes de la metafísica." (Heidegger, 1994: 71).

Heidegger verá a Nietzsche como el gran final de la historia del pensamiento metafísico, siendo éste quien lleva a cabo la completud y la consumación plena (Vollendung) de la metafísica: "Con la metafísica de Nietzsche se ha consumado la filosofía. Esto quiere decir: ha recorrido el círculo de las posibilidades que le estaban señaladas de antemano... Pero con el fin de la filosofía aún no ha terminado el pensar, sino que está pasando a un nuevo comienzo" (Heidegger, 1994: 71).

Sería una tarea que excede al presente trabajo realizar una confrontación entre estos dos pensadores para tratar de desmontar del pensamiento nietzscheano lo depositado por la particular interpretación de Heidegger. Sólo nos remitiremos a señalar unas breves indicaciones mínimas e indispensables a manera de "defensa" de Nietzsche.

Ya en Humano, demasiado humano, Nietzsche nos anuncia que el ser humano siempre ha buscado el consuelo de su descontento frente a la vida en las "ensoñaciones metafísicas". A partir de esto, el hombre comienza a contemplar el mundo con pretensiones estéticas, religiosas o morales y olvida y confunde al mundo con su re-presentación, creyendo que es ésta la esencia verdadera del mundo. De aquí que Nietzsche considere a la metafísica como "...la ciencia que trata de los errores fundamentales del hombre, pero esto como si fuesen verdades fundamentales" (Nietzsche, 1994: 54).

Este mundo ideal de la metafísica sólo es una ficción para poder escapar de la precariedad de la vida y para darle a la existencia humana una oportunidad de eternidad: la metafísica nace, para Nietzsche, de nuestras necesidades y aflicciones humanas, demasiado humanas: "No es el mundo como cosa en sí, sino el mundo como representación (como error), lo que está tan rico de sentido, tan profundo, tan maravilloso, tan preñado de dicha y desgracia" (Nietzsche, 1994: 62).

Es únicamente en este sentido donde podemos acordar con Heidegger que Nietzsche "invierte" sin sobre-torsionar el pensamiento metafísico desde Platón hasta él mismo. Pero restaría oír atentamente lo que dice Nietzsche en este parágrafo de Humano, demasiado humano: "Inocuidad de la metafísica en el porvenir: tan pronto como la religión, el arte y la moral se describan en su origen de modo que podamos explicarlos por completo sin recurrir a la adopción de conceptos metafísicos al comienzo y en el curso del camino, cesa el gran interés, que se atribuía al problema puramente teórico de la `cosa en sí' y de la `apariencia'. Pues, sea como sea, con la religión, el arte y la moral, no tocamos a la `esencia del mundo en si'. Estamos en el dominio de la representación; ninguna `intuición' puede hacernos avanzar. Con plena tranquilidad, abandonaremos la cuestión de saber cómo nuestra imagen del mundo puede diferir tan radicalmente de la naturaleza del mundo inferido por razonamiento, a la fisiología y a la historia de la evolución de los organismos y las ideas" (Nietzsche, 1994: 46)1.

No podemos dejar en el olvido ese increíble resumen que hace Nietzsche en el Crepúsculo de los Idolos, en el que, con una pocas y breves oraciones, atraviesa toda la historia del pensamiento de Occidente desenmascarando primero a ese "mundo verdadero" hasta convertirse en una "fábula", para luego disolver a ésta también: "... Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?, ¿acaso el aparente? ... ¡No!, ¡al eliminar el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente!" (Nietzsche, 1998: 58).

Pareciera que en este texto existiera una cierta prefiguración del texto de Heidegger La época de la imagen del mundo. Más allá de esta presunción, y de este pequeño excursus, regresemos a nuestro camino principal.

Ahora bien, ¿es posible abandonar la metafísica sin aceptar plenamente sus errores o sin realizar una sobre-torsión?.

En este punto es donde se nota la separación entre Vattimo y Heidegger, sobre todo cuando el italiano utiliza el concepto de Verwindung pensado por Heidegger, dis-torsionándolo para poder traducirlo a su pensamiento posmoderno.

Vattimo comenta que Heidegger había tomado el concepto Überwindung como una superación de la metafísica en el sentido de un rebasamiento que se caracteriza por la aceptación y la profundización. Luego se detiene en el significado de la palabra Verwindung, a la que traduce y piensa con una doble acepción: la de convalecencia y la de (dis)torsión.

¿De dónde procede tal interpretación? Vattimo se apoya en las indicaciones dadas por Heidegger a los traductores franceses de sus Vorträge und Aufsätze, sobre la Überwindung pensada como "un rebasamiento que tiene los rasgos de la aceptación y de la profundización" (Vattimo, 1995: 151).

También presta atención, como aclaramos más arriba, a las distintas acepciones de la palabra Verwindung: el recobrarse, el recuperarse de una enfermedad, y de aquí el sentido de convalecencia (que nos remite a un capítulo del Zaratustra de Nietzsche, que a su vez será re-pensado e interpretado por Heidegger en su ¿ Quién es el Zaratustra de Nietzsche?); y en el sentido de (dis)torsión, si ponemos el acento en el verbo winden: torcer, desviar, alterar. Hasta aquí no habría mayores problemas teóricos para pensar que la Verwindung de Heidegger puede relacionarse con y continuar en el pensamiento de Vattimo tal cual la pensó aquel.

Pero junto con la acepción de Verwindung como convalecencia Vattimo piensa una relación desconocida y muy ajena al pensamiento heideggeriano: la resignación. Esta marcada torsión sobre el concepto de Verwindung no cabe dentro del concepto pensado por Heidegger, y más allá de algunos tonos pesimistas que algunos intérpretes encuentran en él, la resignación no parece ser un concepto apropiado para criticar la historia de la metafísica, desde el punto de vista heideggeriano.

La resignación está muy marcada con un sentido de renuncia, de conformarse o someterse sin queja a lo irremediable. Así la Verwindung quedaría reducida sólo a una estoica aceptación de esa particular enfermedad que ha sido y es la metafísica.

Al respecto, dice Vattimo: "la metafísica es algo que permanece en nosotros como los rastros de una enfermedad, o como un dolor al que uno se resigna o también, podríamos decir, aprovechando la polivalencia del término "remitirse", que la metafísica es algo de lo que uno se remite, se recobra, algo a lo que uno se remite, algo que se remite (que se envía)" (Vattimo, 1995: 152).

Para que no olvidemos que estamos tratando con un concepto de doble acepción, Vattimo nos aclara que al significado de la convalecencia y de la resignación hay que sumarle el de (dis)torsión, con lo cual, ahora tenemos un triple sentido, que nos obliga a interpretar la Verwindung vattimeana no como una mera y pasiva aceptación de la metafísica, dado que es aquí donde se abre una chance que posibilita un viraje en la dirección del pensamiento metafísico que puede acercarlo a su fin.

Vattimo confesará que la aproximación que hace a la Verwindung heideggeriana es, a la vez, una (dis)torsión ella misma de ese concepto, resaltando y prefiriendo los aspectos más hermenéuticos y nihilistas del pensamiento de Heidegger: "La Verwindung, la aceptación resignada (pero también marcada por un nuevo signo), convaleciente, signada por la dis-torsión, por el errar de la metafísica, sería, en esta segunda perspectiva, la única huella de la tensión hacia lo otro: la Ueberwindung de la metafísica no conduce a otro lugar, sino que se cumple sólo en virtud de una repetición y distorsión" (Vattimo, 1995: 156).

Es en este otro pensar post- o ultra-metafísico donde Vattimo ve las chances de reconstruir el pensar desde lo que llama nuestra "ontología actual". En esta re-interpretación del pensamiento el darse del ser, ahora en los mass-media, no necesariamente pone de manifiesto a la verdad como des-ocultamiento, sino que ahora se trata de pura recepción, repetición y re-actualización, en un intento de transmisión que sólo puede asumirse como dis-locación o torsión del pensamiento (Verwindung) metafísico.

A partir de este pensamiento dis-locante Vattimo podrá intentar un diálogo concreto, desde y a partir de esa Verwindung, con los demás saberes o campos de la cultura configuradores de nuestra epocalidad: sociología, psicoanálisis, arte, crítica literaria, física, informática, etc., llevando al pensamiento filosófico a una apertura donde se interconectan diferentes lecturas culturales, con las voces de los "sin voz" de las subculturas y las demás culturas (China, India, Maya) que en este espacio heterotópico han recobrado la palabra. Este es el sentido actual de esta ontología puesta en juego y operando en diálogo con el presente.

Este lugar de re-unión, donde el pensamiento lleva adelante la función de transmisor, este "medio para la comunicación", sólo será posible si dentro de él ya no pensamos con las categorías del pensar de la tradición, sobre todo con las de sujeto-objeto. El acceso a esta apertura sólo es posible si se consideran los resultados del desfondamiento o "destrucción de la metafísica" llevada a cabo por Nietzsche y Heidegger, donde hombre y ser eran pensados-remitidos a una estructura platónico-cristiana, que en su estabilidad imponía al pensamiento y a la existencia la gran tarea de fundarse-fundamentarse dentro de esas estructuras inmutables de dominio.

Tal desfondamiento comenzaría en la tarea del pensar de Nietzsche: el ultrahombre, la muerte de Dios, el eterno retorno son, entre otras, las marcas más claras y contundentes del intento de traspasar de este pensar nietzscheano sobre lo habido hasta ahora. En Nietzsche se daría el comienzo de la crisis profunda del pensar tradicional, o lo que es lo mismo, de la historia de la metafísica pensada como onto-teología, con la ruptura del curso de la historia occidental del ser como un único curso y dis-curso, que se resquebraja a partir de la muerte de Dios.

Debemos aclarar que para Vattimo, en el pensamiento de Heidegger se daría el pasaje a la posmodernidad que sólo era un anuncio y un primer paso en Nietzsche. Pero en este punto cabe señalar una diferencia esencial en la lectura que hace Vattimo sobre el "pensamiento posmoderno" de Nietzsche y Heidegger. Vattimo lee en el pensamiento nietzscheano una marcada conexión con la imagen maquinista del mundo de la ciencia-técnica, lo que habría llevado a Nietzsche a pensar la técnica como multiplicación de la fuerza física del hombre y un aumento en su capacidad de dominio "mecánico" (motor) sobre el mundo natural. Mientras que en el pensamiento heideggeriano la técnica ya sería pensada como tecnología informatizada, lo que llevaría al hombre a la exaltación de sus caracteres metafísicos en el desarrollo de su capacidad individual de posesión y manipulación a través del pensamiento técnico-científico en y sobre el mundo actual.

Con esta diferencia en mente, Vattimo podrá preguntarse "Ahora bien, de acuerdo con lo dicho, ¿no es el mundo de la ciencia-técnica precisamente el mundo de la organización totalitaria, de la deshumanización, de la planificación que liquida y reduce toda humanidad, toda experiencia individual, toda singularidad personal, a momento de una normalidad completamente prevista por la estadística, o, cuando no entra en esa medición, a marginalidad accidental desprovista de significado?" (Vattimo, 1991: 140).

Tanto Heidegger como Vattimo parecen apuntar y apostar a otra posibilidad que se abre en el despliegue del pensamiento de la ciencia-técnica. Puntualmente trataremos de centrarnos en la apuesta de Vattimo y en su pretensión de hacerse cargo de los tiempos que corren, tiempos de la intensificación y complejización de la sociedad sobresaturada de tecnología y de información, que hace que su interpretación sea cada vez más difícil y opacada: la época de los mass-media.

Convengamos que los medios masivos de comunicación no son sólo un mero accidente tecnológico, sino que justamente vienen a responder a esa progresiva marcha del pensamiento técnico ya denunciado y puesto en evidencia por Nietzsche y Heidegger. Desde ahí hemos sufrido la modificación de nuestra forma de percibir la realidad, lo cual se ha manifestado clara y evidentemente en nuestras "relaciones humanas", tanto como en nuestra relación con el mundo que nos rodea y con-forma. La gran idea del "mundo en su casa y en cada casa del mundo" que llevan adelante los medios de comunicación, nos lleva a asimilar un cambio antropológico que deberemos asumir desde esa misma ventana abierta al mundo que nos observa, que puede manifestar toda su fuerza para cambiar desde nuestras formas de la sensibilidad, pasando por la conciencia humana, hasta nuestra interpretación de la realidad.

Nuestro ámbito ontológico actual se enmarca, de forma mas evidente, en el desmedido desarrollo de la comunicación, que a la vez caracteriza a nuestra sociedad posmoderna. Leemos en Vattimo que esta intensificación de los fenómenos comunicativos, esta recirculación de información simultánea que se manifiesta en la sincronicidad de las pantallas (TV, Internet) no es sólo un mero aspecto del proceso histórico de la modernización, sino que es el sentido mismo y la culminación de tal proceso. Si aceptamos la hipótesis de que "una sociedad se define y caracteriza por las tecnologías que dispone", y si acentuamos el sentido en la tecnología de la comunicación-información, estaremos, entonces, internándonos y desarrollando aquella "ontología actual" de la que habla Vattimo.

Cabe señalar que cuando hablamos de tecnología no nos referimos solamente al conjunto de avances de la técnica manifiestos en la producción de aparatos y máquinas que actúan como medios entre el hombre y la naturaleza, haciéndole la vida más placentera y otorgándole un modo de poder para actuar frente a la naturaleza. Esta acepción es muy amplia, genérica y superficial y lo que pretendemos entender aquí es que "la tecnología que domina y forja el mundo en que vivimos se sirve también, sin dudas, de máquinas, en el sentido tradicional del término, que suministran los medios para 'dominar' la naturaleza exterior; pero viene, sobre todo, definida, y de modo esencial, por los sistemas de recogida y transmisión de informaciones" (Vattimo, 1996: 94).

Para Vattimo esto se hace cada vez más evidente en tanto que la diferencia que existe entre los llamados "países avanzados" o "del primer mundo" y los "países en vías de desarrollo" o "del tercer mundo" pasa por el mayor o menor desarrollo de tecnología informática que posean y puedan desplegar, además de cuánto 'pensamiento maquinal' puedan manifestar sus habitantes; pensamiento que tiene su origen en lo que hemos caracterizado como 'época moderna': la época en la que el ser deviene pensamiento científico, técnico, maquinal y hasta mercancía.

Pareciera que cuando Heidegger caracteriza a la modernidad como la época de la imagen del mundo pretende ir mucho más allá de la metáfora que aspira a remarcar un aspecto entre otros del pensamiento científico-técnico que actúa como fundamento de la modernidad. Heidegger marcará como el principal fenómeno emergente de la modernidad a la ciencia, sobre todo a la matemática, que permite que el pensamiento pueda reducir a la naturaleza, mediante la técnica mecanizada como praxis de esa ciencia matemática, además de avalar tal reducción con un criterio de certeza, de certeza matemática. Una vez proyectada esta estructura de pensamiento sobre la naturaleza, ésta queda reducida a un mero objeto más de la re-presentación y el cálculo matemático-geométrico, porque ya se sabe de antemano todo transcurrir a partir de ese cálculo adelantado: "sólo aquello que se convierte de esta manera en objeto es, vale como algo que es. La ciencia sólo llega a ser investigación desde el momento en que se busca al ser de lo ente en dicha objetividad" (Heidegger, 1997: 86).

Como podemos notar, lo que Heidegger piensa es que en el nihilismo de la técnica, como rasgo epocal, se reduce el mundo constituyéndolo en "imágenes construidas y verificadas por las ciencias, que se despliegan tanto en la manipulación del experimento como en la aplicación de sus resultados a la técnica, y que, sobre todo (lo cual, por otra parte, no explicita Heidegger), se concentran al final en la ciencia y la tecnología de la información" (Vattimo, 1996: 94). El mundo es pensado por los modernos como la totalidad del ente, y la imagen no sólo es la mera re-producción de algo, no sólo es un cuadro que reproduce la totalidad del ente, sino que al concebir el mundo como imagen "Lo ente en su totalidad se entiende de tal manera que sólo es y puede ser desde el momento en que es puesto por el hombre que representa y produce" (Heidegger, 197: 88).

A partir de esto el ser del ente se encuentra y se da en la re-presentación de lo ente2. Ahora bien, ¿qué entiende Heidegger por representación?: "... representación quiere decir traer ante sí eso que está ahí delante en tanto que algo situado frente a nosotros, referirlo a sí mismo, al que se lo representa y, en esta relación consigo, obligarlo a retornar a sí como ámbito que impone las normas" (Heidegger, 1997: 90). Este mundo convertido en imagen exige una posición y una comprensión diferente del hombre: entender el mundo como "visión del mundo", o, lo que es lo mismo, hacer que el "mundo verdadero devenga en fábula", tras-ladarlo en su 'realidad' a la pantalla.

Inmersos como nos encontramos en esta fabuladora visión del mundo como imagen, no nos es muy difícil comprender el auge desmedido de los medios de comunicación-información, sobre todo de aquellos que prioricen el uso de la pantalla como lugar propio para el acontecer del ser como mera imagen. Tampoco podemos negar que las tecnologías informáticas sean en esta época las que marquen el sentido en que se desarrolla la tecnología, alcanzando su punto máximo en la información, y constituyéndose como el nuevo gran organon para dirigir este proceso actual.

Ahora bien, la contradicción está en que esta sociedad caracterizada por la simultaneidad y la perfecta coordinación de cada hecho acontecido en el mundo y su representación en la pantalla de los medios masivos de comunicación, no se ha vuelto más transparente. Esta búsqueda de la auto-transparencia, estas "formas de fabular el mundo", estas pobres imágenes que nos devuelven los medios de comunicación "constituyen la objetividad misma del mundo y no sólo interpretaciones diversas de una 'realidad' de todos modos 'dada'. 'No hay datos, hay sólo interpretaciones', según las palabras de Nietzsche, quien dejó escrito: Él mundo verdadero, al final, se ha convertido en fábula" (Vattimo, 1996: 107-108).

Sólo podemos conformarnos con reconocer que eso que llamamos realidad se construye y constituye como una multiplicidad de fabulaciones, como interpretaciones ya no dadas (im-puestas) sino como pluralidades de sentido que son los que des-estructuran todo tipo de mecanismo interno que solía solidificarse en algún sistema. En otro ámbito epocal el "sistema media-ciencias humanas funciona, cuando mejor funciona, como emancipación, sólo por cuanto nos coloca en un mundo menos unitario, menos cierto, y, por lo tanto, también bastante menos tranquilizador que el del mito" (Vattimo, 1996: 110).

Para Vattimo en este universo cultural de la comunicación intensificada e ilimitada, donde se lleva a cabo la culminación y el acabamiento del 'pensamiento moderno', tanto en su 'perspectiva nihilista' como en la del 'olvido de ser', se abre la chance de que ese mundo pensado y construido por medio de la racionalidad científica y tecnológica, sea abandonado. Esto podría tener sentido sólo si somos capaces de realizar esa tan esperada Verwindung heideggeriana con el pensamiento metafísico y su pensar objetivante, para lograr que hombre y ser pierdan todas las determinaciones meta-físicas, sobre todo y especialmente las de sujeto-objeto. "No es en el mundo de las máquinas y los motores donde hombre y ser pueden perder las determinaciones de sujeto y objeto, sino en el mundo de la comunicación generalizada: en él, el ente se disuelve en las imágenes distribuidas por los medios de información... mientras que el sujeto, por su parte, es cada vez menos centro alguno de conciencia y de decisiones..." (Vattimo, 1991: 221-222).

Es en este mundo informático, el mundo que se convirtió en imagen del mundo, en este mundo que acabó convirtiéndose en fábula donde Vattimo ve que el ser históricamente real de la metafísica no ha tenido necesidad de solamente coincidir con lo estable, lo quieto, lo inmutable, lo permanente, sino que tiene que ver más con lo eventual, lo que acontece y lo interpretativo dentro de esas coordenadas históricas del darse del ser.

En esta sociedad de pluralidades de culturas y de comunicación generalizada que abre otros mundos culturales quizás se dé esta "...chance de un nuevo modo de ser (quizás, al fin) humanos" (Vattimo, 1996: 87).

Notas

1 El subrayado es nuestro.
2 Esto nos permite hacer el pasaje del ser re-presentado a las pantallas, como el lugar del acontecer de tal ser.

Referencias bibliográficas.
1. Heidegger, Martín, 1997, La época de la imagen del mundo, en Caminos del bosque, Ed. Alianza, Madrid.
2. Heidegger, Martín, 1994, Conferencias y Artículos, Ed. Odós, Barcelona.
3. Nietzsche, F., 1994, Humano, demasiado humano, Ed. E.D.A.F., Madrid.
4. Nietzsche, F., 1998, El crepúsculo de los ídolos, Ed. Alianza, Madrid.
5. Vattimo, G., 1985, El fin de la modernidad, Ed. Gedisa, Barcelona.
6. Vattimo, G., 1991, Ética de la Interpretación, Ed. Paidós, Barcelona.
7. Vattimo, G., 1996, La sociedad transparente, Ed. Paidós, Barcelona.

recibido: 13/04/02
aceptado para su publicación: 04/09/02