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Cuadernos del Sur. Historia

versión impresa ISSN 1668-7604

Cuad. Sur, Hist.  n.33 Bahía Blanca  2004

 

De factoría a poblado agropecuario. La evolución del partido de Bahía Blanca hacia 1869

Silvia Ratto - Daniel Santilli*

Instituto Ravignani - Universidad de Buenos Aires
* e-mail: sratto@unq.edu.ar

Resumen
El objetivo de este trabajo es acercarnos al conocimiento del partido de Bahía Blanca a través del análisis de las cédulas censales del primer censo nacional realizado en el año 1869 a los efectos de comprobar si los cambios que se vienen produciendo desde la independencia en la estructura económica de la provincia, se tradujeron en modificaciones en la composición de la población y, de manera más específica, en el mundo del trabajo. La elección de este poblado radica en las características particulares que lo marcaron desde su instalación hasta muy avanzado el siglo XIX. Bahía Blanca representó en sus inicios un enclave poblacional en tierras indígenas manteniéndose aislada durante extensos períodos del resto del territorio provincial, circunstancia que, asimismo, definió su orientación económica. En el momento en que se realizó el primer censo nacional, sin embargo, poco quedaba de aquel pueblo-factoría. El comercio había perdido su lugar predominante en la vida de los habitantes a la vez que se había producido un recambio notable en el elenco de los comerciantes. En el ámbito rural, el peso de ovejeros propietarios y peones ovejeros refleja claramente el vuelco hacia la producción ovina que estaría prácticamente monopolizada por los inmigrantes ingleses.

Palabras clave: Frontera; Demografía; Indígenas.

Abstract
The objective of this work is to have a better knowledge of the Bahía Blanca district through the analysis of the first national census made in 1869 and to verify if the changes in the provincial economic structure that had been taking place since the independence date were translated into modifications in the composition of the population and, more specifically, in the world of work.
The election of this town is based on the particular features that characterized it from its establishment until the latest years of the nineteenth century. In its beginnings, Bahía Blanca was a population enclave in indigenous lands, and it remained isolated during long periods from the rest of the provincial territory, a fact that has also defined its economic orientation. However, when the first national census was made, almost nothing was left of that town-factory.
Commerce had lost its predominant place in the life of the inhabitants, and there had been a remarkable change in the group of retailers. In the rural environment, the importance of owner sheep breeders and "peones" (laborer) sheep breeders clearly shows the turn towards ovine production, which would be almost monopolized by the English immigrants.

Keywords: Frontier; Demography; Indian People.

Introducción

El objetivo de este trabajo es acercarnos al conocimiento del partido de Bahía Blanca a través, fundamentalmente, del análisis de las cédulas censales del primer censo nacional de 1869 a los efectos de comprobar si los cambios que se vienen produciendo desde la independencia en la estructura económica de la provincia, se tradujeron en modificaciones en la composición de la población y, de manera más específica, en el mundo del trabajo. La elección de este poblado radica en las características particulares que lo marcaron desde su instalación hasta muy avanzado el siglo XIX. En efecto, Bahía Blanca representó un enclave poblacional en tierras indígenas, manteniéndose aislado durante extensos períodos del resto del territorio provincial, circunstancia que, asimismo, definió su orientación económica. Esta especificidad del asentamiento ya ha sido objeto de análisis en distintos estudios y desde diferentes perspectivas, por los autores de este trabajo (Ratto 2002; Gelman y Santilli 2002).

Para poder comprender el impacto de los cambios en la población bahiense en momentos del primer censo nacional comenzaremos con una breve reseña sobre la evolución de la población y de las principales actividades económicas desarrolladas en el poblado . En segundo lugar, nos centraremos en el estudio de dos aspectos puntuales a través del análisis de las cédulas censales de 1869: la composición de la población y el mundo del trabajo1. Finalmente, en las conclusiones plantearemos los cambios y continuidades que podemos verificar en la vida de este pueblo de frontera.

El fuerte de Bahía Blanca desde su fundación hasta el primer censo nacional

La Fortaleza Protectora Argentina en Bahía Blanca formó parte del proyecto de expansión territorial llevado a cabo en 1828 durante el gobierno de Manuel Dorrego. Junto a ella se fundaron los fuertes Federación, 25 de Mayo y Laguna Blanca con el objetivo de asegurar las explotaciones rurales que desde fines de la colonia se habían comenzado a extender más allá de la línea oficial de frontera ubicada en el curso del río Salado. Sin embargo, Bahía
Blanca no tuvo el mismo papel que las instalaciones mencionadas ya que las características de su asentamiento y de la población que la componía fueron sustancialmente diferentes. Hasta bien entrado el siglo XIX, Bahía Blanca representó un enclave en el sur de la provincia con comunicaciones muy precarias con el resto de la campaña en virtud de la escasa ocupación del territorio provincial y en una situación se suma exposición respecto a ataques indígenas. El estado de aislamiento del fuerte llevó a que, en términos generales, las actividades agropecuarias se vieran fuertemente impactadas por el ritmo de los conflictos interétnicos. Hasta inicios de la década de 1860 tanto la producción de cereales como la cría de ganado se extendían solo hasta una legua del poblado por temor a los malones. La agricultura de cebada y trigo fue introducida desde la misma fundación del fuerte y las quintas se ubicaban a ambas márgenes de los ríos Napostá y Sauce Grande (ver mapa). En cuanto a la producción pecuaria, comenzó a ser una actividad importante recién a inicios de la década de 1840 momento en que las denuncias de tierras en las costas de los ríos Sauce Grande y Chico comenzaron a intensificarse (Infesta 1993). Hasta la década de 1850 el vacuno y el caballar eran los principales ganados que se criaban.

De todos modos, y a pesar de la latente conflictividad interétnica, existía otra cara de la relación con los grupos indígenas de sus alrededores basada en los intercambios. En efecto, la relación comercial con los indígenas en este extremo sur de la provincia fue vital para la supervivencia o fracaso de los pobladores que se instalaran en la región (Bustos 1993, Ratto 1998, Luiz 1999). Este hecho hizo de Bahía Blanca un asentamiento con características diferentes a las de otros fuertes de frontera destacándose la actividad comercial como la principal dentro del fuerte. La importancia de este sector fue señalada en un trabajo reciente de Gelman y Santilli, basado en el análisis del pago de la Contribución Directa para el año 1839. Los autores denominan a los partidos de Patagones y Bahía Blanca como factorías en virtud de su estrecha vinculación con el comercio interétnico. Del análisis del pago del impuesto a los capitales, surgía un porcentaje mínimo correspondiente a la propiedad de ganado en tanto casi las tres cuartas partes del capital estaba constituido por giro mercantil. Según los autores esta composición del capital de los vecinos de Bahía Blanca ponía en evidencia el carácter de factoría comercial vinculada con el mundo indígena (Gelman y Santilli 2002). La importancia del sector comercial se hace evidente al observar que tanto el elenco de los jueces de paz nombrados hasta mediados del siglo XIX, como los integrantes de las comisiones municipales 2 provinieron en su totalidad de este grupo (Ratto 2002).

En la segunda mitad del siglo XIX se modificaron algunas de las características señaladas anteriormente. En primer lugar, en el año 1865 se creó el partido de Bahía Blanca cuyos límites eran: al norte, la Sierra de la Ventana y el río Sauce Grande, al este el litoral atlántico, al oeste, el río Sauce Chico, y al sur el río Colorado (ver mapa). Durante la presidencia de Sarmiento, la política de incentivo a la inmigración dio sus frutos en la región. A partir de entonces se observa un aumento en la solicitud de suertes de estancias sobre los valles del arroyo Napostá, del río Sauce Grande y del río Sauce Chico que, de esta manera, fueron incorporados al área de ocupación efectiva a través de la concesión de esas tierras (Bayón y Pupio 2002). La primera llegada de inmigrantes se produjo en 1856 cuando se asentó la Legión Agrícola-Militar de italianos en lo que se denominó Colonia de Nueva Roma que tuvo una efímera vida. Diez años después se instaló, en el valle medio del río Sauce Grande, una colonia inglesa que se dedicó principalmente a la cría de ganado ovino (Rojas Lagarde 1984).

Este aliciente gubernamental a la producción agropecuaria sumado a la retracción de la conflictividad interétnica a mediados de la década de 1860, produjo una reorientación económica en el poblado, perdiendo el comercio su importancia relativa en manos de la primera. La producción del área rural del partido en la segunda mitad del siglo XIX estuvo ligada mayormente a la explotación ganadera, especialmente ovinos, siguiendo el estímulo que presentaba el escenario internacional en este momento3. En efecto, la gran mayoría de las tierras del partido estaban dedicadas al pastoreo, con preeminencia del ganado lanar sobre el vacuno. En este punto, la adopción del lanar tenía algunas ventajas adicionales. Por un lado, el contar con un puerto que abarataba el flete marítimo de la lana en comparación con otros puntos de la campaña; por otro, el giro hacia la producción ovina frenó en parte las invasiones indígenas debido a que "El indio tiene poco interés por las ovejas que no puede llevar al galope y la fuerza armada, por mal montada que sea, como suele serlo en frontera, puede fácilmente alcanzar los invasores, batirlos o al menos arrebatarles el robo"4.

Así como la presencia indígena condicionaba en cierta medida la producción del fuerte, la población del mismo se había visto igualmente determinada por este hecho. A diferencia de otros poblados de frontera, la población militar de Bahía Blanca excedía notablemente a la población civil. En el censo realizado en el año 1836, ocho años luego de su fundación, el fuerte tenía 1406 habitantes de los cuales más de la mitad eran militares regulares. Bahía Blanca se hallaba protegida por el Regimiento de Blandengues de la Nueva Frontera5 y el Regimiento de Dragones de Nueva Frontera que totalizaban unos 779 oficiales y soldados. Las familias de estos militares constaban de 507 mujeres y niños. Sólo 155 pobladores no tenían ningún vínculo con el área castrense y 77 de ellos fueron censados como "quinteros". Si nos centramos en la población civil del área "urbana" se censaron 10 unidades con un total de 76 personas estando la mayor parte de estas unidades encabezadas por comerciantes.

La siguiente estimación de población con que contamos antes del primer censo nacional, es el censo provincial realizado en el año 1854. El mismo registra una población total de 941 habitantes, entre los que se hallaban 175 militares regulares. Es probable que en estas estimaciones, el censista incorporara dentro del partido de Bahía Blanca a todas las poblaciones rurales que, para esa época, ya se habían extendido a las márgenes de los arroyos que bajaban de la Sierra de la Ventana. Si bien estos nuevos valores disminuyen el peso relativo que tenían los militares en la composición de la población, no obstante, el número absoluto de éstos y su porcentaje en relación con el total (un 19%) no deja de ser llamativo y refleja claramente el estado de precariedad en que aún se encontraba el poblado.6

Finalmente, otra característica de Bahía Blanca que no puede dejar de señalarse es que, al igual que el resto de los asentamientos fronterizos durante el periodo rosista, albergó en sus alrededores a grupos indígenas aliados y amigos del gobierno. Los indios asentados en las cercanías de Bahía Blanca correspondían al cacique chileno Venancio Coñuepan que había cruzado la cordillera a fines de la década de 18207. Hacia 1832 la agrupación contaba con 708 personas de las cuales 440 eran indios de pelea. Dos años más tarde se situaron a inmediaciones del fuerte algunos grupos boroganos. De manera que, para la fecha del censo provincial de 1836 que mencionamos, la estimación de la población indígena cercana a Bahía Blanca era de aproximadamente unas 1500 personas, levemente superior a la población criolla. Sin embargo, la misma no se mantuvo estable. En agosto de 1836 parte de estos grupos de indios amigos se sublevó protagonizando un extenso malón que cayó sobre el fuerte de Bahía Blanca y las estancias situadas en la margen occidental del Sauce Grande. Este ataque inició un ciclo de agresividad que fue disminuyendo a mediados de 1838 por una combinación de expediciones punitivas provinciales y el quiebre de la alianza indígena que derivó en el ingreso de nuevos grupos indígenas al pacto con el gobierno. Pero el momento de mayor tranquilidad tuvo su origen en el asentamiento del cacique Calfucurá en la zona de Salinas Grandes a inicios del año 1840. Este jefe indígena, en calidad de indio aliado, fue incorporado a la diplomacia indígena y Bahía Blanca se convirtió en el punto central de los contactos interétnicos. Aun cuando no contamos con otras estimaciones de población indígena hasta el primer censo nacional, el relato anterior hace evidente la importante presencia de grupos nativos en este poblado.

Rasgos demográficos de Bahía Blanca en 1869

Los originales del censo de 1869 se encuentran en el Archivo General de la Nación8. Comparado con los censos anteriores del período independiente, éste ha sido realizado con prolijidad y sobre una libreta que contenía instrucciones y proveía de un tabulado especial para el vuelco de los datos. Asimismo, contiene innumerables detalles que sólo encontramos en los originados durante la colonia. De antemano, el registro persona por persona no se veía en Buenos Aires desde 1815, salvo algunos partidos de los padrones elaborados en 1836-38 ó 1854. Columnas previstas para el apellido y el nombre por separado hacen que no se puedan confundir entre sí. También la aclaración del sexo es importante, ya que en los previos podían confundirse nombres masculinos y femeninos.

Gráfico 1

Comencemos por un análisis demográfico tradicional. Bahía Blanca tenía en 1869, 1468 habitantes lo que indicaría que la población había evolucionado muy poco en los últimos 30 años. Pero el recuento es errático, porque como vimos, en 1854 éste arrojó 941 habitantes. De manera que podemos observar que la población había experimentado una reducción y luego un incremento en el número de sus habitantes.9 Casi las ¾ partes, el 72%, vivía en lo que, a criterio de los censistas, era la zona urbana10. Se trataba de una población joven ya que sólo el 1% de la misma superaba los 65 años. Con respecto a la relación de masculinidad, era altamente positiva, 136.8 hombres por cada 100 mujeres. La razón no sólo está en las necesidades de mano de obra sino también en las militares. El 10% de la totalidad de los pobladores y el 17% de los hombres eran militares o tenían una profesión relacionada con ella. Además, las 2/3 partes eran solteros. Pero veamos la pirámide poblacional completa.

En primer lugar, observemos cómo se abulta en las edades aptas para el trabajo. El 2º, 3º y 4º decil están sobrepasando a la cantidad de mujeres, pero también están rompiendo la normal tendencia de la disminución hacia la cúspide. Desde el lado de las mujeres, la construcción parece dentro de parámetros más normales. Sin embargo, la base nos está indicando alguna anormalidad, ya que eran más las mujeres que los hombres en el primer decil. La concepción natural indica que por cada 100 mujeres nacen 105 hombres, por lo que es muy difícil que encontremos una desproporción en los primeros años de vida. Sin embargo, incluso estableciendo la relación año por año de edad, siempre encontramos supremacía femenina. Tenemos que concluir que aquí hay un problema de la fuente, un subregistro de los niños, contradiciendo la regla que observaron los estudiosos acerca de la persistente omisión de las niñas. Pero esta observación no influye en la apreciación general de la alta relación de masculinidad. En las edades centrales, es decir entre 15 y 59 años, era abrumadora: 171.9.

Siguiendo con el análisis de la relación de masculinidad, podemos revisar dos aspectos: uno tiene que ver con la ubicación geográfica de los habitantes con respecto a Bahía Blanca y otra con la etnicidad. Veamos la primera situación: la población urbana y la rural.

Gráfico 2

Nuevamente observamos esa disparidad en la base a favor de las niñas, pero sólo entre la población urbana, ya que en la rural la situación es inversa. Además, teniendo en cuenta una lógica de escalonamiento, parece que más que un subregistro de varones había más niñas de lo que debía ser, ya que el salto entre el primer decil y el segundo en las mujeres está muy marcado y no tiene relación con los escalones sucesivos. Del lado de los hombres, la construcción está dentro de la regularidad, aunque se nota un abultamiento exagerado en las edades centrales, hecho que acompaña la tendencia general. La población rural presentaba una relación de masculinidad de 243 contra una urbana de 112, lo que se percibe inmediatamente en la pirámide, con la sobreabundancia de hombres de entre 20 y 40 años. Es indudable que hay ciertas condiciones de la provincia de la segunda mitad del siglo XIX que no son iguales que la del primer período, ya que todos los trabajos sobre censos de ese lapso nos muestran en las zonas rurales una mucho más igualitaria relación de masculinidad en la campaña, aún en zonas de frontera.11

Ahora bien; veamos qué pasaba con respecto a la etnicidad12. Podemos distinguir tres grupos básicos; en primer lugar, los nacidos en el territorio argentino (70%). Estos se diferencian, a su vez, por la provincia de origen, siendo Buenos Aires la ampliamente mayoritaria, con el 93% del total; ninguna otra delimitación territorial superaba el 1%. El segundo grupo lo constituía la población extranjera en general, 248 individuos, el 17% del total. La gran mayoría, 87%, eran europeos y entre ellos el 40% italianos, seguidos por anglosajones e ibéricos y luego por franceses, belgas y germanos. Los americanos eran todos de países limítrofes con una mayoría de orientales. El tercer grupo estaba constituido por los habitantes vistos como indígenas por los censistas con un total de 187 personas, que hacía un 13% de la población, porcentaje nada despreciable que refleja la importancia que mantenían los grupos nativos en la vida del poblado.

Vale la pena detenerse aunque sea brevemente en la forma en que fue censada la población indígena. En este punto se hace evidente una mezcla de criterios por parte del censista. Hemos señalado que el censo determina, por un lado, nacionalidad y por otro, provincia de origen para los argentinos. ¿Cómo adjudicaron los censistas estas categorías? Uno de los criterios fue señalar a un grupo de indígenas con una nacionalidad argentina, pero donde debía registrarse el lugar de origen, encontramos la adjudicación de "indígena" o "indígena de Buenos Aires". Otro criterio para nominar a la población nativa, fue imputarle una nacionalidad Indígena-Argentina dejando en blanco el lugar de origen o, en algunos registros, asignándole la provincia de Buenos Aires. Finalmente, en unos pocos casos, el censista atribuyó como nacionalidad las siguientes posibilidades: Indígena Chileno, Indígena Ranquel e Indígena Tapalquense. En los tres últimos casos, el lugar de origen figura en blanco.

En esta dificultad por hallar un criterio regular de censar a la población nativa podemos encontrar algunas problemáticas concretas. Durante la década de 1860 comenzaría a plantearse como un tema importante la adjudicación a los indígenas de una determinada nacionalidad (argentino o chileno13) en virtud de los pasos finales que estaban transitando los estados chileno y argentino en su constitución. Determinar si los grupos nativos que vivían en el territorio eran "argentinos" o "chilenos" era vital para determinar el curso de acción a seguir con respecto a ellos14.

Por otra parte, aún persistía un criterio por otorgarle una pertenencia étnica determinada (en dos casos se catalogan como ranqueles) y, finalmente, censándolos de acuerdo a su lugar de nacimiento o procedencia (Tapalque -1 caso-). Esta imprecisión en el registro proviene de una larga historia, ya que no existía una categoría censal que diera cuenta de la población indígena. Esta omisión que se arrastró hasta el primer censo nacional fue advertida por Hernán Otero quien planteaba que el indígena constituyó, para el estado, un colectivo indiferenciado que solo importaba en relación con su capacidad militar y su condición de enemigo real o potencial15. En este momento, no podía dejar de registrarse su presencia en función de su presumiblemente larga antigüedad en el asentamiento; no obstante, la confusión en la forma de registrarlos se tornaba evidente.

Las pirámides de cada una de estas divisiones son las siguientes.

Gráfico 3

La construcción menos irregular es la de los argentinos no indígenas. Observamos sin embargo el mismo defecto que asignamos a la fuente: la abundancia de niñas en el primer escalón. Tampoco se puede ver la preponderancia de hombres en las edades entre 20 y 29 años, sino todo lo contrario, su disminución; esto nos podría indicar que la población nativa masculina migraba y que los huecos que dicha migración dejaba eran llenados con inmigrantes extranjeros. Lamentablemente, no tenemos el lugar de nacimiento, dentro de la provincia, de estos habitantes de Bahía Blanca. Si pudiéramos probar que esa deformación de la pirámide está motivada por la falta de nativos de ese partido, verificaríamos que los jóvenes en edad de trabajar nacidos en Bahía Blanca migraban hacia otros partidos, tal cual lo hacían sus pares de Quilmes, San Nicolás o San Pedro en la primera mitad del siglo y de Lobos a principios de la segunda.16 El abultamiento que se observa en el decil 30-39 tiene que ver con la abundancia de militares, ya que la mayoría de los hombres del fortín se ubicaban entre esas edades.

La pirámide indígena muestra una alta afluencia de hombres en edad de trabajar, tema que retomaremos al analizar la mano de obra. Pero también registra la presencia de menores de edad, lo que habla de alguna forma de reproducción social. Veremos luego que nos resulta muy difícil reconstruir esa situación, es decir la morfología bajo la cual se llevaba a cabo dicha reproducción entre los indígenas, léase familia. Pero el hecho de que encontremos niños de 1 ó 2 años nos permite conjeturar al respecto. Podemos aseverar que así como se establecían en la zona "blanca" de Bahía Blanca hombres indios en edad de trabajar, también encontramos familias indígenas, que se han establecido ya constituidas o lo han hecho con posterioridad; si no, no se explica la presencia de niños menores de cinco años. Es decir hombres con familia fuera de la "civilización blanca" y formas familiares indígenas dentro de ella.17

La relación de masculinidad entre extranjeros era realmente apabullante: 535 hombres por cada 100 mujeres y se acrecienta más aún entre los europeos. Se trata de la clásica migración de hombres solos. Pero también había quienes lo habían hecho con la familia, como vamos a ver luego. También encontramos menores, de 13 y 14 años, que no pudimos insertarlos en el marco de una familia, de lo que se puede deducir que han migrado solos al partido, aunque tal vez no desde Europa.

En resumen, la población que se encuentra en Bahía Blanca en 1869, zona de frontera en ese momento, nos muestra características diferentes a las que primaban en las zonas así definidas de la primera mitad del siglo XIX. La relación de masculinidad era bastante más alta que en Lobos, por ejemplo, frontera reciente en 1815, y es similar a Quilmes y San Isidro (Garavaglia 1993) ese mismo año, partidos de antiguo asentamiento y de proximidad a Buenos Aires. Asimismo, en Dolores, una de las pocas localidades donde puede establecerse esa relación en 1838, era de 123, algo menor a la nuestra (Mascioli 1999). Sin embargo, según este mismo censo de 1869 no era precisamente Bahía Blanca el lugar donde la relación de masculinidad era más alta: por ejemplo en Tapalqué era algo inferior, pero menor en 20 puntos a otros partidos de frontera como Patagones o Lobería. Si tomamos todo el sur al exterior del Salado, nuestro partido se colocaba en el tercer puesto de menor a mayor, observándose una relación menor que la de otros que ya hacía tiempo habían dejado de ser frontera, como Monsalvo, y no tenían una función militar

También las características de la migración eran diferentes. A Bahía Blanca llegaban, en general, hombres solos, a diferencia del grueso de la migración anterior. Pero la diferencia fundamental está en que se trataba de inmigrantes de Europa, mientras que las oleadas anteriores eran de las provincias del interior o, en todo caso, de otros partidos de la provincia de Buenos Aires. En el caso que nos ocupa, como vimos, la composición era totalmente diferente. Encontramos, entre los extranjeros europeos, un 42% de italianos, seguidos por sendos 16% de anglosajones y de españoles. En realidad comparando con la totalidad de la provincia, incluida la ciudad de Buenos Aires (30%), nuestro partido presentaba una proporción bastante menor, acercándose bastante a la media de los partidos del sur, 20%, en un punto intermedio entre sus vecinos más poblados, Azul (19%) y Tandil (16%).

Pero lo más novedoso es la inclusión en el censo de la población indígena afincada en el partido. En 1854, el censo provincial registró, para el partido de Tapalqué, una cifra de 6000 indios. Esta cifra redonda permite suponer que no hubo un registro nominal de la población nativa, idea que no podemos confirmar ya que no han podido ser halladas las cédulas censales de ese padrón. Fue en 1869 donde fueron computados específicamente en todos los partidos de frontera, en algunos casos bajo el nombre de la tribu o del cacique del cual dependía. En Bahía Blanca parecen incluidos en el grueso de la población. Veamos el detalle de esta apreciación.

Algo más de la mitad, 52%, estaban censados en el ámbito rural. Es decir, que la radicación no guardaba la misma proporción que el resto de la población. Por otro lado, nos interesa saber si vivían en su propia comunidad o mezclados con el resto de la población. Podemos inferir una aproximación a ello a partir de la contigüidad en el censo. Es decir, si encontramos una nómina de indígenas registrados uno a continuación de otros. En ese sentido, en la campaña podemos armar dos listas, una de 39 y otra de 32 personas, quedando otras 26 diseminados en varios grupos menores. En el ámbito urbano, también armamos dos grupos algo más chicos de 25 y 23, pero otros 42 individuos estaban esparcidos por el resto del pueblo. Esto parece indicar un grado mayor de integración entre ambas sociedades en el pueblo que en la campaña. En el primer grupo rural de 39 individuos, 23 hombres y 16 mujeres, encontramos varios apellidos18 definidamente indígenas, como Ancalao (6), Coyla (5), Millanau, Toncuan y otros. Pero también encontramos apellidos españoles, como González, Lucero, Ponce y Sánchez. En el segundo grupo, 22 personas compartían el apellido Linares, mientras otras portaban apelativos indígenas como Antemen y Cusueque. En cambio entre los desperdigados abundaban los apellidos de origen español, como Lucero, Martín, Vidal, etc. Algo parecido pasaba en el pueblo, abundando en los grupos contiguos los apellidos indígenas, pero con una mayor disgregación.19

Presentados los rasgos generales de la población bahiense en momentos del Primer Censo Nacional, veamos ahora en qué actividades se ocupaban nativos y extranjeros.

El mundo del trabajo

Realizar un estudio sobre la estructura ocupacional de una población centrada solamente en los registros censales conlleva algunos inconvenientes que han sido señalados por otros autores que han encarado esta tarea. Omisión de información, subregistro de algunas actividades, son algunos de los problemas más frecuentes que, en algunos casos, se han intentado subsanar confrontando y comparando los datos aportados por este tipo de fuentes con documentación de tipo cualitativo20. Esta ha sido la vía que hemos adoptado en este acápite en la medida en que hallamos información relativa a la estructura ocupacional en el fuerte de Bahía Blanca.

Como primera aproximación realizamos una estimación sobre el peso de la población potencialmente activa (PPA), es decir, aquella que por edad estaría en condiciones de trabajar y qué porcentaje de la misma era una población económicamente activa (PEA). Este análisis lo realizamos para la población en general, discriminando luego su estudio en población "argentina", extranjera e indígena. La definición del universo de la PPA debe tener en cuenta "los límites de edad … propios de cada sociedad y cada momento histórico [que] dependen de factores tales como el grado de participación de los menores en la actividad económica y la edad de retiro de la vida activa, entre otros" (Sábato y Romero 1992:274). Teniendo en cuenta este presupuesto, hemos tomado como límites etarios los planteados por Eduardo Miguez en un trabajo realizado sobre la evolución de la población en Tandil entre el primer y segundo censo nacional (Miguez s/f)

Cuadro 1. PPA y PEA de la población total

La primera observación que surge del cuadro es que la PPA representaba un 68% de la población total. Si comparamos estos datos con los brindados por Miguez en su estudio ya mencionado sobre el mundo del trabajo en Tandil, observamos valores muy similares ya que allí para la misma época, la PPA era de un 62.4% de la población total, siendo un 67% en los varones y un 56.6% en las mujeres.

Si observamos la relación existente con la PEA vemos que entre los hombres se alcanza más de un 84% de la PPA con los niveles más altos a partir de los 30 años. Es decir, el 84% de los hombres en edad de trabajar declara una actividad, y ese porcentaje se alcanza en el grupo de 21 a 30 años, lo que está demostrando una alta incorporación a las actividades económicas de la comunidad. Con respecto a las mujeres, los valores son similares a los analizados por Miguez en Tandil pero no deja de ser llamativa la escasa participación laboral que se les atribuye. Es presumible que esto signifique una omisión de actividades no consideradas productivas según el criterio del censista o aún de los mismos censados. Si discriminamos esta información en los ámbitos urbanos (34%) y rural (20%) se puede percibir que es en el último espacio donde la actividad femenina resulta más "invisible" lo que apoyaría la idea de que el trabajo de la mujer en el campo no fue considerado como una ocupación.

Avancemos un poco más discriminando estos valores según la procedencia de la población.

Cuadro 2. PPA y PEA de acuerdo con la procedencia de la población.

Los valores hallados para la población criolla, tanto hombres como mujeres, reproducen con bastante exactitud los guarismos correspondientes a la población global. Con respecto a los hombres extranjeros hay, como era lógico esperar, porcentajes mucho mas altos de empleo en todos los grupos evidenciando los objetivos de la migración europea. De hecho, no hay migrantes extranjeros menores a 10 años. Vale la pena resaltar la escasa cantidad de mujeres que acompañaron a los migrantes en esta aventura que ya fuera señalada al hablar de las formas familiares.

En donde encontramos datos muy diferentes que, por el momento, nos limitaremos solamente a señalar para intentar explicarlos más adelante, es en el universo indígena. La PPA de la población masculina es de 91 personas de las cuales solo la mitad registra, para el censista, una profesión. En el mundo de las mujeres indígenas esta imagen es mucho más notoria ya que sólo 4 de 60 personas registrarían una ocupación.

Pasemos a ver ahora en qué actividades se desempeñaba esta población. Un inconveniente habitual al realizar este tipo de indagación es la diversidad y, en ciertos casos, la confusión de categorías ocupacionales utilizadas por el censista. En general, podríamos distinguir dos tipos de estudios sobre el mundo de trabajo cuyos objetivos son bien diferentes. En algunos casos, el centro del estudio está orientado a analizar los problemas derivados del desarrollo económico motivo por el cual se toman fundamentalmente en cuenta los diversos tipos de actividades productivas: agricultura, ganadería, industria. Otros trabajos, más interesados en analizar la estructura social de la población harán mayor hincapié en los diferentes niveles ocupacionales existentes dentro de cada tipo de ocupación. En este trabajo hemos optado por organizar la información privilegiando la primera perspectiva, es decir, centrándonos fundamentalmente en las distintas actividades que se desarrollaban en los ámbitos urbano y rural con el objetivo de hacer más aprensible por un lado, el grado de maduración del poblado en función de los servicios que se prestaban en el mismo y, por otro lado, verificar si los cambios señalados para la economía provincial en su conjunto se pueden detectar asimismo en el ámbito rural bahiense.

Siguiendo esta línea hemos agrupado a la PEA nacional y extranjera (excluyendo a la población indígena que será tratada más adelante) en categorías ocupacionales urbanas y rurales. Entre las primeras discriminamos el trabajo doméstico (que incluye lavandería, cocina, costura, etc.); trabajos urbanos (zapatero, carpintero, etc.), profesionales (médicos, fotógrafos, religiosos); empleados/funcionarios y comerciantes (incluyendo a los dependientes). En el ámbito rural, distinguimos cuatro categorías. Las dos primeras remiten a una diferenciación por tipo de actividad (ganadería y agricultura) y las siguientes a trabajadores asalariados de mayor a menor calificación (capataz y peón-jornalero).

Cuadro 3. Profesiones por nacionalidad (excluyendo indígenas)

La primera observación que vale la pena hacer es la cantidad de actividades calificadas como urbanas con que cuenta para esa época el pueblo de Bahía Blanca. El historiador Félix Weinberg había advertido que a fines de la década de 1860 se había producido en el ámbito mercantil, una notable diferenciación por ramos. En efecto, de las clásicas "pulperías" con que se nombraban a todo tipo de casa de comercio rural en la primera mitad del siglo XIX, en momentos en que se realizaba el primer censo nacional era posible hallar en Bahía Blanca, 14 almacenes de comestibles, tejidos y otros artículos, 18 bodegones y tabernas, 1 botica, 1 café, 1 carnicería, 3 fondas y 2 panaderías (Weimberg 1978).

En cuanto al origen de los trabajadores urbanos, es bien evidente el mayor peso de la población nacional en actividades poco calificadas, fundamentalmente en el servicio doméstico. Encontramos a los extranjeros, por su parte, en el ejercicio de distinto tipo de actividades artesanales, de servicios y de comercio. En este último rubro se produjo un recambio muy significativo en el elenco de los comerciantes que había, de alguna manera, regido la vida del fuerte en la primera mitad del siglo XIX. La mayor parte de los negociantes registrados por el censista provenía del extranjero y, de los comerciantes nacionales, solo Araujo, Calvento, Ituarte y Mendez podían reconocer antecedentes familiares en el rubro; el resto registraría una evolución dispar: varios de ellos habrían abandonado el fuerte ya que no figuran en el registro censal, dos mujeres que habían tenido comercios de cierta importancia (Juana Seguel de Iturra y Felipa Araque) figuran en el censo sin profesión y otros (Vela, Araque y Antonino) viraron sus actividades hacia la actividad agropecuaria. Esta inversión posterior en establecimientos rurales había sido una evolución frecuente en los comerciantes a partir de la década de 1840; el estimulo dado por el gobierno a la actividad podría haber mantenido en algunos este recorrido, el que, por otro lado representó un movimiento secular de las élites, del comercio a las actividades rurales, aunque no excluyentemente (Ratto 2002).

Sin embargo, como se puede advertir en el cuadro 3, la mayor parte de los individuos al frente de una explotación (incluimos en esta definición a hacendados, criadores, pastores/ovejeros y agricultores/labradores) era abrumadoramente extranjera (un 74,4% contra un 25,6% nacional). Si inferimos que la categoría criador se refiere a la crianza de ganado vacuno ya que la cría de ovino parece estar suficientemente representada por la utilización de la categoría ovejero, podemos plantear que los nacionales se habían dedicado a la producción vacuna en tanto la ovina fue prácticamente monopolizada por criadores extranjeros.

A pesar de este indudable impulso económico en el área rural, Bahía Blanca seguía teniendo características de poblado de frontera expuesto fuertemente a los ataques indígenas. De ahí que las estancias que lentamente iban poblando los valles fértiles funcionaran asimismo como fortalezas para la defensa de la población cercana. El informe de la comisión especial del Partido sobre el censo que analizamos señalaba que de las 165 casas existentes en el área rural, 106 eran casas azoteas de modo que a ambas orillas del arroyo Napostá podían verse "buenas casas de ladrillo edificadas todas... con techo de azotea o de media agua y un parapeto y escalera interior para subir. Han sido otros tantos fortines que con armas de fuego podían sostener y rechazar ataques de los Indios"21.

Si nos centramos en la población militar, los datos del censo registran 107 soldados y oficiales en actividad22 de los cuales 80 son militares regulares y 27 Guardias Nacionales. Vale la pena aquí hacer algunas observaciones. El pertenecer a la Guardia Nacional, derivación de las antiguas milicias, representaba una obligación para los vecinos de todos los partidos que podían ser convocados al servicio en determinadas ocasiones y para cumplir tareas fundamentalmente militares. De manera que los GN registrados en el censo señalan a los vecinos que en el momento de realizarse el recuento, se hallaban movilizados por el Estado; no obstante, esos mismos vecinos debían tener, en su vida cotidiana, otro tipo de actividad que, de esta manera, no se halla registrada en el documento.

La otra observación que vale la pena realizar se vincula con el peso de los extranjeros en la población militar. Si tenemos en cuenta que los GN son, por definición, nacionales, vemos que la fuerza militar regular, es decir el Ejercito Nacional, estaba integrada por un 35% de extranjeros. De todos modos, en términos generales llama la atención cómo ha descendido el peso relativo de la población militar en relación con las estimaciones anteriores. Sin embargo, si cruzamos esta información con otro tipo de fuentes veremos que el subregistro de esta actividad fue muy alto.

Según los autores del "Handbook of The River Plate", para la fecha del censo existía una fuerza de 200 soldados y 120 Guardias Nacionales a lo que se agregaría una compañía indígena de 70 lanzas comandada por el cacique Francisco Ancalao23. La Memoria del Ministerio de Guerra y Marina correspondiente al año siguiente arroja valores mucho más altos. En la misma se señala la existencia de 287 hombres de tropa "compuesta de extranjeros en su mayor parte [que] no puede ser empleada más que en ciertos servicios, pero si bien son superiores para infantes, no lo son como soldados de caballería y de esta arma o de infantes a caballo, son los que más se precisan para el servicio de campaña". Esta fuerza era complementada por la Guardia Nacional que según la misma memoria era "reducida en número"24.

Por el momento la única hipótesis que podríamos arriesgar es que, durante la realización del censo, se produjo una movilización de algunas divisiones militares que habría derivado en la disminución de casi 200 hombres que se observa entre los datos del documento analizado y las otras estimaciones de que disponemos.

Pasemos ahora a analizar el mundo del trabajo entre los extranjeros. Si desagregamos las profesiones desempeñadas por los extranjeros teniendo en cuenta las diversas nacionalidades consignadas nos encontramos con este panorama

Cuadro 4. Profesiones por nacionalidades extranjeras

De las distintas nacionalidades que se registran en Bahía Blanca las más relevantes son dos: italiana e inglesa. Las restantes naciones aportaron o un caudal muy inferior de migrantes o la distribución por profesión es tan variada que hace difícil hallar un patrón que marque una conducta característica. Con respecto a la inmigración italiana sabemos que en 1856 se estableció la llamada Legión Agrícola. Con esta experiencia se intentó una estrategia que se había practicado, con dispar resultado, en otros ámbitos fronterizos: la instalación de un asentamiento con el doble carácter de colonia agrícola y punto de defensa y de freno a los ataques indígenas. Las buenas intenciones de su fundación no se prolongaron en la efímera vida de la colonia. Por motivos poco claros se produjo el asesinato del coronel Olivieri, que dirigía la legión y la misma se dividió. Mientras unos partieron a combatir en la guerra del Paraguay, otros se mantuvieron como agricultores en los alrededores del poblado (Caviglia de Villar 1984). Los datos del censo mostrarían que, además de este grupo, nuevos inmigrantes se habían localizado en el pueblo desarrollando otro tipo de actividades ligadas al desarrollo urbano de Bahía Blanca.

Con respecto a los nativos de Inglaterra es muy claro el interés que éstos demostraron por la producción agropecuaria y, fundamentalmente, ovina. Precisamente serían los inmigrantes ingleses localizados en las márgenes del Sauce Grande quienes estaban a la cabeza de esta producción. El censo refleja esta concentración registrando muy cerca a 20 colonos ingleses con una edad promedio de 25 años, todos ellos solteros, lo que indicaría un reciente asentamiento en la zona. Dentro de este grupo, habría una diferenciación interna ya que encontramos un hacendado, 12 ovejeros propietarios, 4 ovejeros puesteros, un peón ovejero y 2 agricultores. Sin embargo, la relevancia de la cría ovina que aportan los datos censales opaca el desarrollo paralelo de la agricultura en dicha colonia. En un informe del diario The Standard, realizado al año siguiente se señala que entre los bienes de la misma se contaban "3 máquinas de cosechar, 9 de segar, 50 arados ingleses y que las cosechas sembradas darían 245 bushels25 de trigo, 45 de cebada y 20 acres de maíz" (Rojas Lagarde 1984).

La población indígena

Decidimos analizar a los habitantes indígenas por separado ya que, al igual que planteamos al analizar la población en general y las formas familiares, su registro merece un comentario especial. Si en los casos anteriores habíamos señalado lo que consideramos un ocultamiento y/o el subregistro de algunas actividades, al centrar la mirada en estas subdivisión las dificultades para acercarnos al mundo del trabajo se acrecientan notablemente.

Habíamos señalado más arriba que, por un lado, resultaba llamativa la escasa proporción de trabajadores dentro de los potencialmente aptos y por otro, que las mujeres (y en este punto podría asimilarse a lo mismo que planteamos para el mundo femenino en general) prácticamente no registran actividad laboral (solo 2 lavanderas, 1 jornalera y 1 tejedora).

Cuadro 5

Con respecto al trabajo masculino, el cuadro siguiente indica las profesiones asignadas en donde podemos señalar los mismos inconvenientes que se planteaban en la población criolla con la categoría de "guardias nacionales". En efecto, en el cuadro pueden verse, por un lado, algunas actividades económicas realizadas por los indígenas y, por otro lado, las categorías de mando propias de la comunidad como cacique y capitanejo, al lado del impreciso "indio en servicio" que podría hacer referencia a los nativos que se hallaban movilizados como "milicias". Esta conjetura es bastante verosímil si recordamos que la práctica de incluir divisiones militares auxiliares dentro de las fuerzas provinciales comenzó a ser común durante el período rosista, fundamentalmente a partir de la década de 1840 cuando gran parte de los indios de pelea pasaron a revestir como soldados cobrando un sueldo que respetaba el lugar que ocupaban dentro del grupo: cacique, capitanejo, indio de pelea.

Los 28 indios de servicio censados se distribuyen en partes casi iguales en el ámbito rural y urbano reproduciendo las características ya señaladas con respecto a la ubicación territorial de la población indígena en general. En efecto, en el área rural, los 13 indios censados se hallaban cercanos entre ellos; en el ámbito urbano sucede lo inverso ya que los 15 indios de servicio se encuentran dispersos dentro del poblado. Esto último nos permite plantear la hipótesis de que se llamaba indio de servicio al que cumplía cualquier tipo de tarea encomendada por el gobierno, tanto rural como urbana. Esta hipótesis refiere exclusivamente a la relación que pudo haber existido entre el indígena y el Estado, es decir, suponemos que el indio fue censado como trabajador en la medida en que registraba una actividad comisionada desde el gobierno26. Esta postura, acorde con una ideología muy fuerte de la época es brindada asimismo en el informe que, analizando este mismo censo presentaba la Comisión Municipal. Según el mismo, "En el numero de los [habitantes] improductivos, hemos señalado a los Indios que viven aquí con sus familias, y cuyos hombres no tienen sino la obligación de estar a la disposición de la autoridad militar, recibiendo sueldo y ración de tropa ... Si de un lado unos pocos se prestan a los trabajos agrícolas, la mayor parte son perezosos ..."(subrayado nuestro)27.

Esta visión divide a la población indígena en dos grupos: aquellos que viven "parasitariamente" de las raciones del gobierno y otros que se contratan ocasionalmente en trabajos fundamentalmente agrícolas (serían los peones y jornaleros consignados en el censo). No hay lugar en esta visión para indígenas que tengan actividades económicas propias, que seguramente las tenían, que vivan en comunidad y cultiven la tierra para su manutención.

Sin embargo, la imagen estática y sesgada que nos presenta el censo, puede ser matizada si recurrimos, nuevamente, a otro tipo de documentación. Ya hacia fines del periodo rosista, un informe oficial consignaba la existencia de unidades productivas a cargo de indígenas en el entorno rural de Bahía Blanca. Citamos como ejemplo el puesto del indio Fermín, por la zona del arroyo Napostá, con más de 2000 vacas, 200 ovejas y 15 caballos de servicio en donde vivía con 2 indios que había criado. Por la misma zona "tiene su puesto el indio Ancalau, con 600 vacas, 400 ovejas y 25 caballos; tienen consigo 2 hermanos y 2 indios". El cacique Quichal también tenía un puesto con 600 vacas, 400 ovejas, 200 yeguas y 40 caballos28.

De los indígenas mencionados pudimos localizar en el censo a Francisco Ancalao quien a criterio del censista, cumple la función de "cacique". Sin embargo, sabemos que Ancalao, además de ser líder de su comunidad, había solicitado al gobierno la concesión de un terreno de 2000 has. en el arroyo Parejas en el año 1866. Vale la pena detenernos un poco en este caso que fuera trabajado por Cristina Bayón y Alejandra Pupio porque refleja muy claramente las dificultades del gobierno por asimilar a la población nativa. Las autoras mencionan que "…en la diligencia de mensura de Francisco Ancalao, … se evidencia la incomprensión por parte de la sociedad nacional, de las prácticas pastoriles nativas" ya que el dictamen establece que "Evacuando el informe que se pide el infrascrito dice a V. E. que D. Andrés Ancalao nunca ha poblado terrenos en este Partido: que el padre de este, cacique D. Francisco Ancalao, aunque no haya poblado con estabilidad un terreno, porque siempre ha ido vagando con su hacienda y pasándose en donde mejor le ha convenido, sin embargo en la actualidad se halla establecido en un terreno situado sobre el "Napostá" en donde tiene circa Trescientos animales entre Vacunos y caballares pero sin ninguna clase de habitación". Lo que evidencia este dictamen es que se esperaba que estos pastores se sedentarizaran porque la movilidad resultaba incompatible con su concepción productiva. Ancalao recién pudo obtener en propiedad esa estancia en 1868 cuando los vecinos atestiguaron que desde 1860 había poblado esa fracción de terreno con un número de 400 cabezas de ganado vacuno, rancho de material, jagüeles y arboleda y en "atención á las circunstancias especiales que militan a favor de aquel en razón de encontrarse siempre en la frontera prestando un importante servicio" y (Bayón y Pupio 2002).

Guichal, quien, como señalamos, también tenía un puesto ganadero, fue registrado en el censo nacional solamente como indio en servicio. Finalmente, otro indígena que poseía un establecimiento de campo era el cacique Linares que en 1866 había obtenido cerca de 2000 has de terreno. En el diario The Standard, un artículo que relata el ataque indígena sufrido por el fuerte en 1870 se expresaba que Linares "vive entre Sauce Grande y el arroyo Parejas [quien en la invasión mencionada anteriormente] perdió 1000 vacas". La forma en que fue registrado este habitante en el censo es muy llamativa ya que pierde su condición de indígena y es nominado como argentino de Buenos Aires. Más notable es que Linares se halla encabezando una amplia unidad en la cual todos repiten el apellido pero conservan su condición étnica de indígenas.

Conclusiones. ¿Mas rupturas que continuidades?

Nos propusimos en este trabajo comparar algunos de los rasgos esenciales del modelo que estaría en sus inicios en 1869 (crecimiento de producción pecuaria y fundamentalmente ovina, impacto de la inmigración ultramarina, política estatal de fomento a la producción agropecuaria) con lo que estaba sucediendo en Bahía Blanca y, por otro lado, cotejar la evolución bahiense con la de otros partidos, fueran o no fronterizos. Comencemos con las cuestiones demográficas.

Si bien la relación de masculinidad era más alta que las que encontramos en la primera mitad del siglo, no se destacaba precisamente por ello en 1869; al contrario era una de las más bajas de la región. Es decir que si en 1815, por ejemplo, en la frontera encontrábamos una relación entre los sexos más pareja de lo esperado, 50 años después, los puntos fronterizos, por lo menos aquellos en donde hay población civil, no nos mostraban una abundancia de hombres mayor que en otras zonas de la misma provincia. Al contrario, hemos visto que en partidos que estaban ya fuera de la zona de frontera la RM era mayor. Esto habla de una utilización de la mano de obra diferente y una implantación en la producción diferenciada. Si podíamos hablar de una explotación fuertemente asentada en la familia campesina, en este momento podemos deducir que la actividad económica necesita hombres solos en los establecimientos. Y en Bahía Blanca, la cantidad de hombres solos en zonas rurales apunta en ese sentido. En la zona urbana, por su parte, la RM es mucho más pareja, lo que respondería a una característica urbana, ya que en partidos donde la instalación de los pueblos es más antigua, Tandil y Azul, dicha relación era menor que en Bahía Blanca. Es decir que la antigüedad del asentamiento urbano traía aparejada una más pareja relación entre los sexos.

El segundo punto que ha cambiado es, en consonancia con esa RM crecida, el del origen de la migración, ahora si preponderantemente masculina. Ya no es de las provincias interiores o de las que en ese tiempo formaban parte del virreinato, como Paraguay o Uruguay, sino de origen europeo. Pero también hay otro cambio. La mayoría de los extranjeros que encontrábamos en nuestros censos de la primera mitad eran españoles o anglosajones. Ahora se trata, en su gran mayoría, de italianos, algo nada novedoso para la época. Pero también encontramos que estos italianos están llegando a estas costas desde hace por lo menos 15 años, lo que verificaría que el inicio de la corriente migratoria se dio por lo menos en el momento de la caída del régimen rosista.

¿Que podemos decir con respecto al mundo del trabajo? En primer lugar reiterar nuestras prevenciones sobre utilizar solamente un censo de población para acercarnos a esta temática. El ocultamiento y/o subregistro de actividades tanto voluntarias como involuntarias por parte del censista pueden llevarnos a presentar un cuadro poco ajustado de la dinámica económica de la región.

En este aspecto resulta claro que podemos marcar más rupturas que continuidades que acompañan los cambios propios de un poblado en crecimiento y una reorientación económica en función de una nueva demanda ultramarina. En efecto, el pueblo de Bahía Blanca comienza a registrar un interesante crecimiento que se evidencia en la diversificación de actividades urbanas. Aún cuando no era el objeto del trabajo indagar en la estructura social del partido, es llamativa la importancia del servicio domestico (15 entre sirvientas, mucamas y mayordomos) que estaría indicando la existencia de un sector acaudalado en la ciudad que puede contar con estos trabajadores.

Es por demás evidente el giro económico de Bahía Blanca para la fecha del primer censo nacional. Del pueblo-factoría que lo había caracterizado hasta mediados del siglo XIX quedaba bien poco. El comercio ha perdido su lugar predominante en la vida de los habitantes a la vez que se ha producido un recambio notable en el elenco de los comerciantes. Estos eran mayormente extranjeros contabilizándose 9 comerciantes italianos y 8 ibéricos quedando los negociantes nacionales en un segundo lugar. En el ámbito rural, el peso de ovejeros propietarios y peones ovejeros refleja claramente el vuelco hacia la producción ovina, la que en este momento estaría prácticamente monopolizada por los inmigrantes ingleses, que confirmaría un paradigma historiográfico vigente (Sábato, 1989).

Para finalizar, unas ultimas palabras acerca de los indígenas de Bahía Blanca. Es muy clara la dificultad que existía en incorporar a estos pobladores como unos habitantes más. Si por momentos, la asignación de la nacionalidad argentina parecería tender a integrarlos a lo comunidad mayor, la adjudicación de una procedencia "india" conspiraba contra ello. De la misma manera vimos que en lo relativo a las ocupaciones de los indios, muy pocas veces se les adjudicó una categoría profesional coincidente con los de la población total. Por lo cual, en uno y en otro caso, era evidente la intencionalidad por mostrarlos como habitantes diferentes del resto. Solo sería posible la incorporación de los indígenas a la sociedad "blanca" en tanto se llevara a cabo una dispersión geográfica y un abandono de la vida en comunidad; o como hemos definido en otro trabajo, en la medida en que un indígena abandonaba su grupo de pertenencia (aunque este se hallara viviendo en el espacio fronterizo) y lograba asentarse y trabar vínculos con otros pobladores, podía producirse el pasaje de "indio" a "vecino". Esta situación para el tipo de fuentes que estamos analizando podía reflejarse en la adopción de apellidos españoles, en la pérdida de su categoría étnica y, en casos más extremos, en la admisión en la categoría de vecino (Ratto 2003)29.


Fuente: Daniel Villar (editor), Relaciones interétnicas en el sur bonaerense 1810-1830
Universidad Nacional del Sur-Universidad del Centro, 1998

Notas

1 En otro trabajo nos ocupamos de analizar las formas familiares que se desarrollaron en Bahía Blanca en momentos del primer censo nacional. En el mismo planteábamos la complejidad que habían adquirido las mismas encontrando separaciones y reincidencias, hijos de distinto padre nacidos entre los legítimos y un cambio evidente en la imagen que se hacía en la sociedad de la ilegitimidad con respecto a momentos anteriores ya que, en nuestro caso la situación de ilegitimidad se mantenía aún si los hijos previos eran de ambos componentes de la actual pareja. Estos datos nos permitieron coincidir con trabajos de Hernán Otero en los que el autor planteaba que el mercado matrimonial estaba -o tal vez era-, no ya fragmentado, sino totalmente distorsionado por razones de geografía, sociabilidad y relación de masculinidad abultada. Santilli y Ratto 2003.
2 Ley de octubre de 1854 de creación de Municipalidades. Registro Oficial de Buenos Aires (en adelante ROBA) La primer comisión municipal estuvo conformada por los vecinos Geronimo Calvento, Eustaquio Palao, Juan Plunkett, Laudelino Cruz, Sixto Laspiur y Jose Quintana. En marzo unas nuevas elecciones dieron como titulares de estas comisiones municipales a Jose María Araujo, Manuel Antonino, Sixto Laspiur y Jose Lasaga siendo suplentes Ancaleto Lery y Jose Quintana. Todos ellos, con excepción de Sixto Laspiur que era el médico del poblado, estaban vinculados a la actividad comercial. La función de estas comisiones era velar por la tranquilidad y seguridad del vecindario, atender a los servicios públicos y la distribución de tierras.
3 Si bien en la primera mitad del siglo XIX el stock de ganado ovino fue incrementándose lentamente, fue recién en la década de 1860 cuando el ovino experimentaría un crecimiento asombroso motivado por una creciente demanda de lana en el mercado internacional. Ver Sabato, Hilda (1989 ).
4 El partido de Bahía Blanca. Informe a la comisión de la Exposición Nacional de Córdoba por la comisión especial de aquel partido. Buenos Aires, 1869
5 Precisamente en virtud de la lejanía de Bahía Blanca se agregaba un artículo especial en el decreto de creación del cuerpo de Blandengues que establecía que los soldados serían considerados como pobladores del fuerte gozando como tales de las consideraciones y auxilio que el gobierno tenía destinados a éstos. Para ello se exigía que el soldado fuera casado y que se comprometiera "a avecindarse en el territorio de ella [la Guardia Argentina] aún después de concluido el tiempo de su empeño", con lo que, de alguna manera, se tendía a equipara su situación a la del vecino-miliciano. Buenos Aires, Provincia, Registro Estadístico del Estado de Buenos Aires . 1854.
6 ROBA. 1828.
7 Sobre el ingreso del cacique Venancio Coñuepan a las pampas y su posterior asentamiento en la frontera bonaerense ver Villar y Jimenez (1996 ).
8 AGN Primer Censo Nacional, carpeta 96
9 Los valores de los censos de 1836 y 1855 en Maeder, Ernesto (1969:35)
10 Decimos a criterio de los censistas ya que tenemos razonables dudas acerca de la concepción de lo urbano y lo rural en una población de frontera que sólo contaba con 1400 habitantes. Es decir, pensamos que tal diferenciación era mucho más teórica que práctica, ya que seguramente muchos de los pobladores urbanos tenían actividades rurales, como pasaba en otros pueblos de la campaña de Buenos Aires desde mucho antes.
11 Moreno, José Luis y Mateo, José (1997); Canedo, Mariana (1993); Santilli, Daniel (2000); entre otros.
12 El censo oficialmente distingue dos condiciones básicas con respecto a la nacionalidad; argentino o extranjero. En el caso de los indios, que se encuentran registrados en este censo, la definición del censista es bastante compleja por lo que nos detendremos en el tema más adelante. Asimismo, el criterio para los considerados extranjeros fue asignarle una nacionalidad de acuerdo con la existencia de estados nacionales; es decir, un catalán era español, un galés, inglés, etc. Con respecto a los argentinos, se menciona la provincia de origen, pero no así la ciudad, pueblo, departamento o partido de nacimiento. De tal modo, podemos estudiar la migración interprovincial como lo hacíamos para los datos de la primera mitad del siglo, pero lamentablemente no podemos seguir la migración interna en la provincia, dato que ha sido muy valioso para aquellos estudios. Con este mismo inconveniente nos encontramos para analizar a los nativos de Bahía Blanca; al no especificarse los mismos, no podemos establecer el grado de continuidad de sus habitantes a través del nacimiento.
13 Mientras muchos, el 80% de ellos, eran considerados argentinos -las 2/3 partes bonaerenses-, una fracción equivalente al 17% era de origen chileno
14 En los ultimos años este tema ha comenzado a producir interesantes trabajos. Ver, por ejemplo, Delrio, Walter (2003).
15 Otero (1998). El autor hace notar, además, la inserción del censo en el proceso de construcción del Estado-Nación, por lo que se priorizaba la identidad nacional del lugar de nacimiento por sobre la consideración étnica. En nuestro caso, y para nuestro beneplácito, el censista hizo valer ambas condiciones, aunque también fue tenido en cuenta para otros partidos fronterizos de la entonces provincia.
16 Ver Santilli (2000), Mateo, José (1993) ; Canedo (1993); Ayrolo, Valentina y García, Susana (1995). Esta situación se repetía en esa época en otros partidos, como Morón, etc.
17 Podría especularse también con el subregistro de niños en general, pero para ello también habría que evaluar el ocultamiento de sus madres, lo que nos parece más improbable. Nos inclinamos más por la versión detallada en el texto.
18 En realidad no sería correcto nombrar apellido a la denominación con que se conocía a los indígenas, ya que para ellos no tenía el mismo significado.
19 No se nos escapa que muchos de los considerados blancos por los censistas pueden, en un pasado reciente, haber sido considerados indígenas por sus contemporáneos, lo que desabarataría en parte estos razonamientos, pero también las proporciones de población indígena en el censo en su conjunto.
20 Para este tema remitimos al excelente apendiceapéndice metodológico incluido en Sábato, Hilda y L.A. Romero 1992.
21 El partido de Bahía Blanca. Informe a la comisión de la Exposición Nacional de Córdoba por la comisión especial de aquel partido . Buenos Aires, 1869. La existencia de estas "fortificaciones privadas" era un rasgo común de los poblados fronterizos. En 1823 un editorial del periódico El Argos había llegado a proponer un plan de defensa de la campaña basado en convertir "cada estancia principal [en] un pequeño fortín [que] al paso que pusiese en salvo las familias de sus dueños, estendiese este beneficio á todas sus convecinas menos pudientes". El autor del comunicado apelaba a "los sentimientos generosos" de los hacendados que haciendo una pequeña inversión en la construcción de casas con azoteas y parapetos llevaría a la seguridad de sus vecinos. Y recordaba que la experiencia había demostrado que la defensa de las mismas familias cuando pudo realizarse había dado resultados efectivos. Con este proyecto, consideraba que la defensa de la frontera descansando en estas fortificaciones privadas y en el aporte de la milicia más un "puñado de hombres" en los puestos militares sería exitosa. El Argos, 8/11/23.
22 No hemos incluido en el cómputo las categorías de militares jubilados/inválidos.
23 En Rojas Lagarde, Jorge Luis, 1984 :19.
24 Rojas Lagarde, Jorge Luis 1995 :19-20.
25 Bushel es una vieja medida de capacidad que equivalía a algo más de 35 litros. Webster's New Collegiate Dictionary. Springfield, G. & C. Merriam Co., 1981
26 En este entendimiento fueron censados los caciques, capitanejos y lenguaraz en servicio.
27 El partido de Bahía Blanca. Informe a la comisión de la Exposición Nacional de Córdoba por la comisión especial de aquel partido. Buenos Aires, 1869.
28 AGN, SALA VII, Archivo Saldías
29 Si esta hipótesis se confirma, es probable que la población de origen indígena fuera mayor, ya que a los ojos de los censistas pasaban por "blancos", situación nada novedosa por otro lado y que se repite en todos los censos desde la mas temprana colonia. Nos referimos a los procesos de "blanqueamiento" étnico.

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21. Ratto, Silvia "Soberanos, clientes o vecinos? Algunas consideraciones sobre la condición del indígena en la sociedad bonerense". En Villar (ed.) Jiménez & Ratto. Conflicto, poder y justicia en la frontera bonaerense, 1818-1832. Bahía Blanca-Santa Rosa, Depto de Humanidades UNSur, Facultad de Ciencias Humanas UNLPampa. 2003.
22. Rojas Lagarde, Jorge Luis, El malón de 1870 a Bahía Blanca y la colonia de Sauce Grande. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, 1984.
23. Rojas Lagarde, Jorge Luis. El malon a Tres Arroyos en 1870. Malones y comercio de ganado con Chile en el siglo XIX. Buenos Aires, Faro Editorial,1995.
24. Sabato, Hilda Capitalismo y ganadería en Buenos Aires: la fiebre del lanar 1850-1890. Buenos Aires, Sudamericana, 1989.
25. Sábato, Hilda y L.A. Romero, Los trabajadores de Buenos Aires. La experiencia del mercado 1850-1880. Buenos Aires, Sudamericana, 1992.
26. Santilli, Daniel Víctor, "Población y relaciones en la inmediata campaña de la ciudad de Buenos Aires. Un estudio de caso: Quilmes 1815-1840" en Anuario IEHS. Nº 15. Tandil, Instituto de Estudios Histórico - Sociales, Universidad Nacional del Centro, 2000.
27. Santilli, D y S. Ratto "Criollos, Indios y Europeos en la frontera. La población de Bahía Blanca en 1869", en prensa en Actas de las VII Jornadas de Estudios de Población de la AEPA ( en prensa).
28. Villar, Daniel y J.F. Jimenez, "Indios amigos. El tránsito progresivo desde la autonomía a la dependencia étnica en un sistema de contactos múltiples. El caso de Venancio Coihuepan en sus momentos iniciales (1827, frontera sur de Argentina)", en Pinto Rodriguez, J (comp) Araucanía y Pampas. Un mundo fronterizo en América del Sur. Temuco, Ed Universidad de la Frontera, 1996.
29. Weinberg, Felix (comp) Manual de historia de Bahía Blanca. Departamento de ciencias Sociales, Universidad Nacional del Sur, 1978.

recibido: 27/05/04
aceptado para su publicación: 14/12/04