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Cuadernos del Sur. Historia

versión impresa ISSN 1668-7604

Cuad. Sur, Hist.  n.33 Bahía Blanca  2004

 

El diario La Nueva Provincia y el golpe de estado de 1966

Laura Llull

Universidad Nacional del Sur
e-mail: lllull@infovia.com.ar

Resumen
En las elecciones presidenciales de junio de 1963, el candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo, Arturo Illia, obtuvo la victoria en las urnas en un contexto de democracia limitada ya que el Partido Peronista había sido proscrito por los militares que derrocaron al presidente Juan Domingo Perón en 1955. Tres años después, en junio de 1966, las Fuerzas Armadas volvieron a intervenir, como anteriormente lo hicieran al derrocar al presidente Arturo Frondizi en 1962, para poner fin al orden constitucional, inaugurando así una etapa que se caracterizó por la profundización del autoritarismo. El presente trabajo intenta indagar cómo cubrió periodísticamente el golpe de 1966 La Nueva Provincia, el único diario que por entonces se publicaba en la ciudad de Bahía Blanca. Es decir buscamos conocer qué hechos y mensajes privilegió y qué formas eligió para trasmitirlos a través de sus páginas.

Palabras clave: Periodismo; Golpe de Estado; Diario La Nueva Provincia.

Abstract
The presidential elections of June 1963 were won by Arturo Illia, the Union Civica Radical del Pueblo candidate, in a context of restricted democracy since the Peronista Party had been banned from all political activity in 1955 by the military who overthrew President Juan Domingo Peron that same year. Three years later, in June 1966, the Armed forces intervened again (as they had also done in 1962 to overthrow President Arturo Frondizi) to put an end to the constitutional order, thus inaugurating a period characterized by a still harsher authoritarianism. This paper tries to examine how La Nueva Provincia -the only newspaper published in Bahia Blanca at that time - covered the 1966 coup. That is, we have tried to find out what events and what messages were privileged by the newspaper and what discursive forms it chose to report them.

Keywords: Journalism; Coup D'etat; La Nueva Provincia Newspaper.

Introducción

En las elecciones presidenciales de junio de 1963, el candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo, Arturo Illia, obtuvo la victoria en las urnas en un contexto de democracia limitada ya que el Partido Peronista había sido proscrito por los militares que derrocaron al presidente Juan Domingo Perón en 1955. Esta agrupación y su líder en el exilio habían perdido su condición de actores políticos legítimos y reconocidos por los otros actores de la arena política.1 La debilidad de origen del nuevo gobierno se vio progresivamente incrementada debido a la creciente oposición de cada vez más amplios sectores de la sociedad. Tres años después, en junio de 1966, luego de una campaña psicológica destinada a desacreditar al titular del Ejecutivo nacional a través de los más influyentes semanarios del país, las Fuerzas Armadas volvieron a intervenir, como anteriormente lo hicieran al derrocar al presidente Arturo Frondizi en 1962, para poner fin al orden constitucional, inaugurando así una etapa que se caracterizó por la profundización del autoritarismo.2

El presente trabajo intenta indagar cómo cubrió periodísticamente el golpe de 1966 La Nueva Provincia (en adelante LNP), el único diario que por entonces se publicaba en la ciudad de Bahía Blanca. Es decir buscamos conocer qué hechos y mensajes privilegió y qué formas eligió para trasmitirlos a través de sus páginas.

La Nueva Provincia

El 1° de agosto de 1898 se publicó en Bahía Blanca el primer ejemplar del matutino LNP. Su fundador y director, Enrique Julio, emprendió esta empresa para defender, desde sus páginas, la creación de un estado federal que abarcara los partidos del sur de la provincia de Buenos Aires y las gobernaciones que se extendían a largo de los ríos Negro y Colorado y que tuviese como capital a la ciudad de Bahía Blanca. (Laura Llull; 2001, p.264).

En 1900 LNP ya se había convertido en uno de los establecimientos tipográficos más importantes de la provincia de Buenos Aires y en las primeras décadas del siglo XX, el matutino estaba en camino de convertirse en el diario que marcaría el horizonte periodístico de la prensa bahiense. Así en 1926 se presentaba como el diario de mayor circulación en la provincia de Buenos Aires y en todo el sur del país. De esta forma, buscó atender a la realidad incontestable de la expansión de la demanda informativa por parte de un número considerable de nuevos lectores pertenecientes a todas las franjas sociales de un territorio que se iba poblando paulatinamente. En efecto, la extensión de la enseñanza pública y las consecuentes campañas de alfabetización realizadas en la ciudad y su zona de influencia motivaron la ampliación del número de lectores de periódicos. (Laura Llull; 1998;5)

Cabe señalar que en las primeras décadas del siglo XX, los periódicos bahienses conformaron un campo periodístico sujeto a sus propias relaciones y reglas de funcionamiento. Pero a mediados de la década de los sesenta los bahienses sólo podían optar por el matutino fundado por Enrique Julio ya que era el único agente de la prensa gráfica que continuaba publicándose.

En vísperas del golpe anunciado

Al conocerse el resultado de las elecciones del 7 de julio de 1963, LNP destacó el hecho de que la Unión Cívica Radical del Pueblo3 hubiese obtenido mayorías significativas tanto en el plano nacional como provincial y municipal. Aunque dejó claramente sentado que no compartía los postulados programáticos de esta agrupación política, le reconocía el mérito de constituir uno de "los muy contados partidos argentinos" por poseer una "personalidad" definida y estructurarse sobre la base de las decisiones de sus afiliados. Esa "conducta" a la que hacía referencia el título del editorial que comentamos, merecía por parte del diario sumo respeto ya, a su juicio, esta coherencia la diferenciaba de aquellos "partidos", "movimientos" y "partiquinos" que estaban sujetos a "órdenes y tutelajes con origen en el exilio", en clara alusión al ex presidente Juan Domingo Perón. En sus palabras:

Ese es el mérito. El valor ponderable que cabe adjudicar a quienes se diferencian del vocinglerío de los que nada tiene que decir y de la confusión que fomentan los especuladores apurados de la política y los extremistas que pretenden seguir pescando en las aguas que revuelven por "sistema" dialéctico...( La Nueva Provincia; julio 1963, p.2)

En realidad cabe pensar que el entusiasmo del matutino por el resultado del comicio pasaba más por la derrota del "votoblanquismo" que por el triunfo del candidato de la UCRP, doctor Arturo Illia. En efecto, LNP veía en las cifras del escrutinio el fracaso de la estrategia trazada desde Madrid por Juan Domingo Perón, quien había encomendado votar en blanco a sus seguidores. Según su lectura, quedaba así demostrado que amplios sectores del peronismo estaban cansados de recibir órdenes y repudiaban la "regimentación vertical" que ejercía el líder desde el exilio. (La Nueva Provincia; julio 1963, p.2).

Esperar sin prejuzgar era para el matutino la consigna del momento. Las dos reflexiones que el matutino dedicó al triunfo "ucerreista" trasmitían un vago optimismo sobre el escenario que se abría tras la elección, fundamentalmente porque, en su opinión, la conducta exhibida en el pasado por este partido constituía un excelente punto de partida. De todas formas señalaba, recordando el papel, a su juicio deslucido, que el partido había desempeñado durante la presidencia de Frondizi:

Sin intención de prejuzgar, corresponde esperar ahora que quienes han recibido un nítido espaldarazo popular sepan ejecutar una obra político-administrativa con más constructividad que la que aportaron cuando sus responsabilidades se jugaron desde el muy diverso campo de la oposición al anterior gobierno constitucional. (La Nueva Provincia; julio 1963, p.2)

Tres años después, en ocasión de inaugurarse el 97° período ordinario de sesiones del Parlamento en mayo de 1966, publicó el texto completo del discurso del presidente Illia, destacando los conceptos salientes del mismo. Entre ellos se destacaba su afirmación de que el pasado no podía dividir a los argentinos, ni tampoco podía regresar. El diario no realizó comentario editorial alguno sobre el mismo y optó por intervenir en el debate público a través de las caricaturas que publicaba en la sección Actualidad que, como su nombre lo indica, hacían referencia a distintos aspectos de realidad de entonces. Una de ellas, firmada por Lahitte, mostraba, bajo el sugerente título de "Persuasión", al primer mandatario leyendo dicho texto antes de la inauguración y reflexionando en los siguientes términos: "El mensaje falta hacía y me doy cuenta recién… ¡Pues ni yo mismo creía que el Gobierno iba tan bien!. (La Nueva Provincia; 2 de mayo 1966, p.4) El título del dibujo de Flax (Lino Palacios), que LNP publicaba por gentileza del semanario Primera Plana4, expresaba la opinión que el medio capitalino tenía sobre el contenido del mensaje: "En una palabra, señores, NADA". (La Nueva Provincia; 5 de mayo 1963, p.4) Cabe señalar que el citado semanario, junto a Confirmado, Panorama y Análisis, entre otros, realizaba una intensa campaña de abierta promoción del golpe militar desde aproximadamente un año antes de junio de 1966. (Guillermo O´Donnell; 1996; p.65).

En otra caricatura de Lahitte se veía al primer mandatario reposando en una silla y preguntándose:: "quién le habrá metido la idea a Perette de que en el país hay golpismo..." (La Nueva Provincia; 15 de junio 1966, p.3).

A fines de junio, en este mismo espacio, Lahitte dibujaba al ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Zabala Ortiz aconsejándole a un presidente dubitativo frente a un tablero de ajedrez, que cubriera bien todos los cuadros porque, de lo contrario, le darían jaque. (La Nueva Provincia; 25 de junio 1966, p.4).

Al mismo tiempo, desde otra sección, informaba a sus lectores sobre la reunión que había mantenido el ministro de Defensa, Leopoldo Suárez con altos jefes de las tres fuerzas armadas. Según reseñaba el diario, Suárez había destacado que el comunismo, los medios para asegurar el orden interno, la disciplina y la vigencia plena de la ley en todos los ámbitos eran los temas sobre los que se habían intercambiado ideas y que serían motivo de posterior consideración por el presidente. LNP también comunicaba a sus lectores que para el ministro no existía ningún tipo de inquietud entre las Fuerzas Armadas ni peligraba la estabilidad institucional. Con referencia a este tema, el diario advertía a sus lectores que, según versiones provenientes de la Capital Federal, luego de realizarse la comentada reunión, existían coincidencias entre el representante del gobierno y los jefes militares en lo relativo al comunismo y a las medidas destinadas a asegurar el orden interno. Dichos trascendidos aseguraban que no era tal el caso con referencia al peronismo ya que los representantes del Ejército propiciaban su incorporación paulatina al escenario político, aunque evitando su acceso a funciones ejecutivas. Por el contrario, la Marina se mostraba en total desacuerdo con esta estrategia y reclamaba medidas drásticas para evitar su retorno. Por su parte, la Aeronáutica sin coincidir totalmente con esta última postura, consideraba difícil controlar los límites de la estrategia de intervención acotada planteada por el Ejército. (La Nueva Provincia; 25 de junio 1966, p.4).

En su edición del 26 de junio, LNP publicó un artículo proveniente de la agencia UPI en el que el periodista afirmaba que la situación política y militar parecía alcanzar un punto de máxima tensión. Según explicaba, la "psicosis del golpe" se generalizaba produciendo en algunos sectores del oficialismo una gran desorientación, aunque en otros políticos cercanos al presidente se argumentaba que era el momento de llegar a soluciones sin ningún tipo de demoras tras la crisis iniciada el 29 de mayo pasado cuando el comandante en jefe del Ejército había sostenido que la ausencia de autoridad provocaba una situación peligrosa. Estos últimos sectores, siempre de acuerdo al articulista, advertían sobre los riesgos que acarrearía la continuación en el tiempo de este escenario de inestabilidad. Asimismo opinaban que la actitud del primer mandatario, aunque digna de admiración podía llevar al país a un "callejón sin salida" sino encontraba una solución a la crisis. (La Nueva Provincia; 26 de junio 1966, p.4).

En la caricatura que publicó LNP con referencia a este tema, Lahitte recurrió nuevamente a una metáfora ajedrecística. Illia, sentado frente a un tablero, pensaba con rostro preocupado su siguiente movida en presencia de los tres altos mandos de las Fuerzas Armadas. Detrás del primer mandatario el ex presidente Arturo Frondizi, quien había sido derrocado por el golpe de estado de marzo de 1962 le advertía desde la experiencia:

Mucho tendrás que pensar, y desde luego esmerarte… ¡que un partido similar yo perdí por "jaque mate"!
(La Nueva Provincia; 27 de junio 1966, p.3).

Como podemos comprobar, a semejanza de sus colegas de la Capital, el caricaturista bahiense trazaba una imagen de un Illia ingenuo, indeciso, lento e incapaz, que vivía fuera de la realidad.(Daniel Mazzei;1994;p.32).

En el mismo ejemplar, el diario reproducía un artículo en el que se daba cuenta de la posición de los partidos no gobernantes frente a la posibilidad de un golpe de estado. Según el mismo, las agrupaciones políticas que verían sus posiciones amenazadas, porque tal escenario implicaría la pérdida de sus posiciones electivas, parecían inclinarse por un gabinete de coalición, aunque no lo expresaban públicamente. En el espectro político, destacaba el articulista, el único apoyo del presidente era el radicalismo del Pueblo. Por otra parte, opinaba que el ritmo lento con que el gobierno llevaba a cabo las reuniones con representantes de los principales sectores de opinión influía desfavorablemente en el curso del proceso porque agregaba mayor confusión a la ya de por sí compleja situación. A su entender, si Illia no trataba el tema de la prédica comunista, supuestamente llevada a acabo por los centros estudiantiles en las facultades en su siguiente audiencia, irritaría a los militares puesto que ésta era supuestamente una de sus demandas. De todas formas, concluía el articulista, el hecho de que la justicia hubiese denegado la personaría jurídica a dicha agrupación hacía prever que el problema de la "penetración del comunismo" sería tratado con medidas de orden legislativo.(La Nueva Provincia, 27 de junio de 1966, p.3).

Tras el golpe, informar, tranquilizar a los lectores e interpretar los hechos

Cuando finalmente el golpe de estado se concretó, los lectores de LNP encontraron que el diario titulaba su edición del martes 28 de junio a toda página: "Las FFAA se hicieron cargo del poder: asumirá Onganía" e incluía diverso material gráfico en su superficie redaccional. Una foto se destacaba en especial, la tomada a las dos de la mañana en el Batallón 181 de Comunicaciones en Villa Floresta con asiento en esta ciudad, en la que se podía apreciar a los soldados haciendo guardia. El breve comentario que acompañaba la nota gráfica estaba destinado a tranquilizar a los bahienses ya que aseguraba que reinaba allí una total calma.

Junto con el ejemplar del miércoles 29, el lector recibía una edición extra del matutino en formato tabloide de dieciséis páginas.5 Íntegramente dedicada al tema que concitaba el interés de todo el país, la misma anunciaba en su portada con un título a toda página: "Asume la presidencia el teniente general Onganía" e incluía en la misma una foto del nuevo mandatario. Antes de comentar en detalle los sucesos acaecidos en la Capital, el diario bahiense apuntaba que golpe de estado parecía un hecho "irreversible y definitivo". El pueblo argentino, concluía el diario, que había seguido su rutina de trabajo, se encontraba a la expectativa frente a este nuevo capítulo de la historia nacional que se abría con la intervención militar. Cabe señalar que esta era la primera vez que, en ocasión de un golpe de estado, el matutino recurría a la edición de un suplemento extra. En la portada del mismo, LNP incluía, destacándolos en su superficie redaccional por medio de un recuadro, una síntesis de los objetivos de la autodenominada "Revolución argentina". Así comunicaba a su público de manera concisa que los mismos comprendían:

1) Destitución del presidente y vicepresidente y de los gobernadores y vicegobernadores de provincias.
2) Disolución del Congreso y Legislaturas provinciales.
3) Separación de sus cargos de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la nación y del procurador general del Tesoro.
4) Disolución de los partidos políticos.
5) Vigencia del estatuto revolucionario.
6) Fijar los objetivos de la revolución.
7) Designar presidente de la república al teniente general Juan Carlos Onganía. (La Nueva Provincia, 28 de junio de 1966, p.1).

En otra nota informaba que los Estados Unidos habían suspendido las relaciones diplomáticas con el país, señalando que un vocero del Departamento de Estado había expresado que Washington lamentaba profundamente la ruptura de la continuidad institucional a consecuencia de los hechos ocurridos últimamente en el país.

En la segunda página de esta edición se reseñaba con tal minuciosidad la actividad que había desarrollado el intendente Federico Baeza antes de dejar su cargo, que incluso figuraba a qué hora había firmado el último de sus decretos como jefe municipal. Para ilustrar esta crónica de los instantes finales de su gestión, una foto mostraba su mesa de trabajo cubierta de papeles. Junto a una taza de té, las invitaciones y programas para celebrar el sesquicentenario de la declaración de la Independencia que cubrían su superficie hablaban elocuentemente de proyectos que ya no se cumplirían.

El título "2 años, 8 meses, 16 días y entre dos coroneles..." de la nota que LNP dedicaba a Baeza sintetizaba elocuentemente el itinerario de este político radical, quien se encontraba, como bien lo explicaba el pie de foto que lo mostraba contestando las preguntas de los periodistas, "otra vez en el llano" (La Nueva Provincia, 28 de junio de 1966, p.2) El diario buscó informar a su público de los sucesos a través del cúmulo de noticias, fundamentalmente referidas a lo ocurrido en el ámbito de la ciudad y también intentó trasmitir a sus lectores el clima que se vivía en las cercanías del palacio municipal en aquella madrugada. Desde un automóvil dos cronistas del matutino observaron los acontecimientos para luego narrar en las páginas de esta edición extra:

La ciudad duerme, olvidada por algunas horas la tensión vivida. Pero minutos después de las 3 de hoy, el edificio de la comuna parecía enmudecido. De vez en cuando algún automóvil rompía la monotonía en la primera cuadra de calle Alsina y a puerta cerrada, casi con celo, se atendía en la Municipalidad, el llamado de alguna persona vinculada a los acontecimientos. Después el mismo hermetismo. Por esa puerta, hacia las siete de la mañana entraron o salieron 28 personas. Colaboradores inmediatos del doctor Federico Baeza -que permanecía en su despacho- y correligionarios.
A las 5.05 un camión recolector de residuos -con personal de la comuna- hacía su recorrida habitual. Recién entonces se pudo advertir más movimiento en la cuadra donde está emplazado el palacio municipal. Una sirena cercana anunciaba la iniciación de labores de una planta fabril....se observó después a un carro de reparto de leche que se detenía frente a la comuna. Como es habitual, el proveedor dejó 23 litros en la cocina de la Municipalidad. (La Nueva Provincia, 28 de junio de 1966, p.3).

Según el relato de los periodistas, poco o casi nada parecía distinguir a esta mañana de las anteriores de no ser por el hecho de que el jefe comunal hubiese pasado la noche en su despacho.

El redactor de la nota titulada "Mediodía soleado" insistía igualmente en instalar en sus lectores la imagen de que la vida ciudadana se desarrollaba con normalidad. Así aseguraba que el mediodía bahiense había sido "casi" como cualquier otro, de no ser por el hecho de que brillaba "un sol generoso". Desde su perspectiva el dato climático constituía la "única variante", minimizando de esta forma la importancia del golpe de estado que había depuesto al presidente constitucional. Su descripción del escenario posterior al golpe buscaba acentuar esta imagen de normalidad:

La Plaza Rivadavia presentaba el aspecto acostumbrado: niños en los juegos, bajo alguna mirada tutelar o el hombre maduro que descansa en los pálidos bancos de paseo. La actividad comercial e industrial fue normal. Miradas ávidas de interés clavadas en alguna vidriera, bolsos en manos femeninas y paquetes. Ante los semáforos del centro de la ciudad se detuvieron cientos de automóviles, con absoluta normalidad. Una panadería de la calle Alsina al 100 fabricó la misma cantidad de pan: 500 kilogramos.
El transporte ferroviario tampoco descansó y hasta se pudo advertir que un número reducido de personas dedicábase a escuchar radio, en procura de alguna novedad.

Aunque, el redactor debió reconocer que no pocos bahienses estaban pendientes de la situación político institucional:

Otras miradas impactaron en las vidrieras de nuestro matutino, donde los últimos acontecimientos se convertían en noticias de letras blancas que resaltaban en las pizarras negras. Un desfile interminable: el hombre maduro con bastón, largo sobretodo de color té con leche y anteojos oscuros para sol; la mujer que hizo un paréntesis en sus diligencias y los jóvenes de distintos sexos que también se detuvieron.(Ib.)

Todos estos ciudadanos, apuntaba nuestro periodista, proseguían con sus habituales tareas sin realizar comentario alguno, meditando con seguridad sobre el alcance de las noticias que venían de leer. De todas formas, reiteraba enfáticamente, la normalidad reinaba en la ciudad, una normalidad palpable al mediodía, cuando ya se tenían más noticias, en las "...filas interminables de los que aguardan "su" ómnibus, (los) bocinazos que aturdieron y (la) gente apresuraba. Como todos los mediodías". Pese a la insistencia con que el autor de la nota intentaba instalar esta idea, debió finalmente reconocer que aquella jornada había sido distinta en otros aspectos muy importantes de la vida del país.

En otro de sus espacios, LNP daba cuenta de una noticia que quebraba esa normalidad que describía el cronista de la nota arriba comentada: el edificio de la Universidad Nacional del Sur había sido ocupado militarmente. De acuerdo a las declaraciones del general Osiris Villegas, comandante del Vº Cuerpo de Ejército, aclaraba el diario, esta situación no implicaba que la casa de altos estudios hubiese sido intervenida sino que era una medida adoptada para preservar el orden público. Los cronistas del matutino habían sido testigos de que las puertas de acceso a la UNS estaban cerradas y que, frente a la escalinata, seis policías montaban guardia "pertrechados con armas largas". Según relataban, el entonces vicerrector de la institución, profesor Morán Obiol, les había asegurado que había decidido decretar asueto para todo el personal por iniciativa propia, sin presión alguna.

En el comentario introductorio al cuerpo del artículo titulado "Aproximaciones para un momento político crucial", que LNP publicó en la página 4 de su edición extra, el autor advirtió que existían diferencias entre este "movimiento militar" que caracterizaba de "seco, preciso" y los anteriores. A su juicio, la principal de dichas diferencias radicaba en la celeridad con que el "panorama" había quedado totalmente aclarado: las FFAA habían tomado el poder, desplazando al presidente Arturo Illia. Luego, al buscar las claves explicativas del golpe de estado, apeló a la historia reciente del país e hilvanó un relato pautado por fechas que consideró esenciales para que dicho desenlace deviniese ineluctable:

Culminaba así un proceso políticoinstitucional que tiene sus raíces directas en los acontecimientos de septiembre de 62 y, que luego de encontrar un encauzamiento constitucional en las elecciones del 7 de julio de 1963, cobró vertiginosa aceleración a partir del discurso que el 29 de mayo pronunció el comandante en jefe del Ejército teniente general Pascual Pistarini. (La Nueva Provincia, 28 de junio de 1966, p.4)

Comprobamos que, desde la perspectiva del articulista, las referencias directas al golpe se iniciaban con el enfrentamiento armado entre dos facciones en pugna en el Ejército: los legalistas, autodenominados azules, y los colorados, antiperonistas duros. Este enfrentamiento, iniciado a mediados de septiembre de 1962, había culminado con el triunfo del sector azul y la consecuente llegada de su principal referente, el general Juan Carlos Onganía, al Comando en Jefe de dicha arma. La lectura que realizaba de este triunfo era clara, significaba la victoria del sector que aspiraba a que la ciudadanía encontrase, a través del ejercicio del voto, un "respiro" a la "tensión larga y agotadora" de " los últimos veinte años".

A su juicio, en las elecciones del 7 de julio de 1963 se le habían presentado a los argentinos opciones "definitivas y tajantes":

El llamado "frente nacional y popular", semiproscripto, había anunciado su abstención y entonces aparecían como posibilidades el repudio a las limitaciones electorales con el voto en blanco, la continuación en cierto sentido de la política desarrollista con Oscar Alende y una perspectiva de orden y autoridad con Aramburu. (La Nueva Provincia, 28 de junio de 1966, p.4)

Pero el electorado, al dar la mayoría al candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo, no había querido optar ni por la abstención ni por el desarrollismo. Los ciudadanos habían preferido, opinaba el periodista, no agregar otra causa de división a "la difícil convivencia argentina". En esta línea de análisis, explicaba el resultado del comicio: al elegir la "alternativa gris", los votantes habían querido dar "un respiro" al país. Según argumentaba, a partir de ese momento, la escena política había conocido una suerte de "vacación" al olvidarse por un tiempo las divisiones que la venían atravesando. Percibido como el "presidente de la transición", era "un político opaco, pero sensato y respetado que debía fundar sobre la decisión del 7 de julio nuevos cimientos de paz política y de tranquilidad institucional". Con su "estilo meditarráneo", Illia se había encontrado con un país que parecía querer "prolongar, algún tiempo más su sosiego".

Continuando con su explicación, el autor del artículo presentaba al político radical ya en su rol de presidente y enfrentado a una serie de actores que complicaban su recién estrenada administración. Entre ellos citaba, por un lado, al peronismo, que había comenzado a movilizarse y que, a través del "Plan de lucha" de la Confederación General del Trabajo, contribuía a dar una "imagen caótica" del mundo laboral. Por el otro, los "extremismos" que encontraban en la Universidad un ámbito propicio para desarrollar sus actividades. Además la variable económica complejizaba aún más este escenario, con la agudización del déficit presupuestario de las empresas estatales, la anulación por parte del presidente de los contratos petroleros con inversores extranjeros firmados por Arturo Frondizi, medida que, en su opinión, abría una "instancia inquietante", y el inicio de un proceso inflacionario. Aunque reconocía que el gobierno había avanzado lenta, pero firmemente hacia la implementación de una política desarrollista, señalaba que las medidas en este sentido habían sido de dudosa eficacia

El periodista señalaba que, en este contexto, el oficialismo se había enfrentado a su "primera prueba de fuego": la elección de marzo de 1965. Cabe señalar que el resultado de estos comicios legislativos terminó confirmando la fortaleza electoral del peronismo. A juicio del articulista, este escenario complicaba aún más el panorama del oficialismo puesto que, para muchos había quedado claro que, de repetirse esa elección, dicha agrupación gobernaría la provincia de Buenos Aires en 1967. La disyuntiva quedaba así planteada en los siguientes términos:

...si el peronismo aceptaba las reglas de 1955 (democracia sin trabas y sin restauraciones) la convivencia podía ser factible; pero si aprovechaba sus nuevas posiciones para exacerbar la campaña del retorno (del general Perón), adelantaría la hora de la crisis.... (La Nueva Provincia, 28 de junio de 1966, p.4)

Según aseguraba, al tiempo que quedaba planeando este dilema, el gobierno continuaba siendo el blanco de críticas provenientes de diversos sectores de la población, algunas de las cuales citaba: "indiferencia frente al diálogo", "negativa al mea culpa en ningún rubro de la actividad oficial, "impermeabilidad ante el inconformismo" ante la gestión de algunos de sus ministros, "vacilaciones" en su política internacional. En este contexto se había producido un hecho que juzgaba fundamental en el proceso que era objeto de su análisis: el alejamiento, en noviembre de 1965, del teniente general Juan Carlos Onganía de la Jefatura del Ejército en desacuerdo por la designación del general Eduardo Rómulo Castro Sánchez como secretario de guerra.6 Para el periodista la importancia de esta renuncia radicaba no tanto en que terminaba de esta forma una larga situación de desinteligencias entre el jefe militar y el primer mandatario sino en que Onganía dejaba tras de sí a un Ejército "cohesionado, celoso del respeto a los principios jerárquicos y sólidamente unido".

Otro hito que consideraba importante en este devenir de acontecimientos había tenido lugar en la provincia de Mendoza con el triunfo en las elecciones de gobernador de los candidatos elegidos por el ex presidente Perón desde su exilio en Madrid. A su entender, este resultado comicial había demostrado palmariamente que un "peronismo sin Perón" era una variable inviable en el escenario político argentino y, en consecuencia, que el rumbo político institucional del país se encaminaba hacia "un callejón sin salida".

Para el autor del artículo, en este contexto había cobrado protagonismo el secretario de guerra con su, finalmente infructuoso, intento de que el presidente Illia cambiase la orientación general de su gobierno. En este intento, Castro Sánchez, al que reprochaba haber aceptado su cargo contra la opinión del general Onganía, había actuado por iniciativa personal y sin el respaldo del Ejército, que -se apresuraba en aclarar- permanecía ajeno a la gestión del secretario de guerra, aferrándose celosamente al concepto de profesionalismo y prescindencia.

Según su lectura de estos hechos, el "verdadero" Ejército había fijado su posición el 29 de mayo cuando, en ocasión de celebrarse el día de dicha institución, el teniente general Pascual Pistarini, había afirmado, según citaba textualmente:

En un Estado cualquiera no existe libertad cuando no se proporciona a los hombres las posibilidades mínimas de lograr su destino trascendente, sea porque la ineficacia no provee los instrumentos y las oportunidades necesarias, sea porque la ausencia de autoridad haya abierto el camino hacia la inseguridad, el sobresalto y desintegración". "Se vulnera la libertad cuando por conveniencia se postergan decisiones, alentando la persistencia de mitos totalitarios perimidos, burlando la fe de algunos, provocando la incertidumbre de otros y originando enfrentamientos estériles..." (La Nueva Provincia, 28 de junio de 1966, p.4)

Las afirmaciones de Pistarini cobraban un significado especial en las circunstancias del momento, porque en su opinión, a partir de las mismas era injusto pensar que el Ejército conspiraba. En efecto, según argumentaba, una conspiración, "como súbito cuartelazo de un jefe más osado o imprudente que los demás", no tenía cabida en la nueva estructura de la institución. Prueba de ello era el hecho de que el golpe no hubiese sido acompañado por un manifiesto, siguiendo los ejemplos históricos de los golpes previos encabezados en distintas oportunidades por Uriburu, Rawson y Lonardi, sino que se hubiera tratado de la toma del poder civil por el Ejército "como tal". En suma, se trataba de una revolución "fría" y "racional" que llevaba a la presidencia al general Onganía, aquel "hombre de reserva" que se había mantenido "abierto a la posibilidad crítica" y sabido "llegar a ella con sus fuerzas intactas...". Se abría así la perspectiva de "un gran salto"y la esperanza de los argentinos que exigían "un liderazgo y una conducción que les señale nuevas metas y los liberase del estancamiento". La confianza estaba puesta en quienes 150 años atrás le habían dado su independencia.

Esta interpretación de la historia política reciente que LNP ofrecía a sus lectores estaba reforzada por tres fotos que ilustraban los acontecimientos salientes que en el texto se presentaban como hitos fundamentales del proceso que había llevado al golpe. La primera de ellas mostraba la llegada del doctor Arturo Illia a la Casa Rosada para asumir la presidencia el 12 de octubre de 1963. El pie de foto subrayaba la coincidencia de que al lado del político radical se encontrase quien sería su sucesor, el teniente general Juan Carlos Onganía. Bajo el título "Momento trascendente", se podía ver al teniente general Pascual Pistarini en ocasión de la conmemoración del día del Ejército, circunstancia que el articulista reputaba como el inicio de los sucesos que habían precedido a la destitución del doctor Illia. Por último el fotógrafo había captado con el lente de su cámara a un grupo de manifestantes del radicalismo del Pueblo victoreando a presidente depuesto.

De hecho el recurso al empleo de fotografías fue una de las formas privilegiadas que utilizó LNP para narrar los acontecimientos y a la vez subrayar ciertas ideas que había expresado en las notas y artículos de esta edición extra. En efecto, el texto que presentaba al conjunto de fotos publicadas a dos páginas narraba que "todo fue como antes", que "el hombre común" había partido hacia su trabajo, quizás "un poco desvelado", y que el ama de casa no había olvidado "su quehacer cotidiano" pese a que, como reconocía, "centenares de personas" se habían agrupado frente a las pizarras de los diarios. Las fotos venían a confirmar que en la ciudad todo había transcurrido como en una jornada normal. "Pese a todo, se buscó la oferta...", se podía leer en el pie de foto que mostraba a dos mujeres en un bazar; tres impresionantes naves de guerra revelaban que "la rutina diaria no se vio alterada en la Base Naval de Puerto Belgrano" y no faltaban los vecinos que, esperando el ómnibus, formaban "la cola de todos los días". Pero aquellas que mostraban la custodia militar de la Universidad y de la Compañía de Teléfonos, a los bahienses reunidos, tras la revolución, frente al tradicional café Nº1, donde "no se habló de otra cosa", o la multitudinaria despedida al intendente en el hall municipal discrepaban con el énfasis en la normalidad que dominaba el discurso del diario. Como generalmente sucede, los textos que acompañaban a las imágenes determinaban la interpretación de las mismas en el sentido establecido por la línea editorial del matutino. (Mario P. Díaz Barrado; 1998; pp. 26-27)

La importancia del recurso a la imagen quedaba reflejada en las páginas ocho y nueve de esta edición extra. En efecto, bajo el título "Horas de tensión que la cámara dejó reflejadas para la historia" el diario narraba los acontecimientos de las últimas horas a través de siete fotos con sus respectivos pies. El lector podía detener su atención en un tanque del Ejército estacionado en las cercanías de la Casa Rosada, en la silueta del intendente Baeza que, gesticulando, dejaba la sede del gobierno comunal acompañado de sus colaboradores o en los policías que custodiaban en edificio de la Universidad Nacional del Sur. En otras tomas podía también observar a efectivos de la Marina sorprendidos mientras se movilizaban en las cercanías de la guardia principal de la base de Marina Comandante Espora, al ex Ministro de Defensa Leopoldo Suárez, que abandonaba la casa de gobierno "con paso acelerado" o contemplar "el gesto adusto" del nuevo intendente, coronel Angel Benito al ingresar al edificio del Comando del V° Cuerpo de Ejército de Villa Floresta. En la imagen que cerraba esta serie mostraba a unos trabajadores concentrados en su labor frente al edificio municipal. Su respectivo pie de foto afirmaba que la "calle" no había perdido en ningún momento su "ritmo habitual" y subrayaba la paradoja de que se siguiese trabajando aún en la vereda misma de la sede comunal.

De manera significativa, el ejemplar de esta edición se cerraba con dos fotografías que marcaban el final de una etapa de la vida institucional del país. En la primera los lectores podían ver al doctor Illia saliendo por última vez de la casa Rosada rodeado de colaboradores y en la otra, al intendente Baeza descendiendo por la explanada del palacio comunal, también acompañado de un grupo de correligionarios.

Reflexiones finales

En tanto medio de comunicación, LNP buscó informar detalladamente a sus lectores sobre el golpe de estado que derrocó al presidente Arturo Illia y los sucesos posteriores al mismo, a nivel nacional y, especialmente, local.

El matutino bahiense puso en escena su discurso político no sólo en sus reflexiones editoriales sino también en sus notas de opinión y caricaturas. El mismo, como todo discurso político, construyó a sus enemigos políticos: Perón, el comunismo, los jóvenes universitarios. Frente a ellos, la figura de Juan Carlos Onganía llegó a representar para el diario la única opción que garantizaba el orden. Desde su perspectiva, su actuación como jefe del Ejército le conferían el prestigio y la autoridad suficientes para conducir los destinos de la Nación.

Asumiendo como totalmente natural que el Ejército interviniera en las decisiones de un gobierno constitucional y luego tomara el poder, tras el golpe, el discurso del matutino buscó brindar una imagen de normalidad y continuidad pese a la gravedad que implicaba el quiebre del orden constitucional.

El recurso a la utilización de fotografías, signo de la modernización en sociedad en general7 y la prensa en particular, permitió al diario producir una complementariedad texto-imagen-pie de foto que reforzó el sentido su discurso.

Notas

1 Para una interesante explicación del tránsito de Perón del exilio al poder y de cómo recuperó su legitimidad política puede consultarse Samuel Amaral y Mariano Ben Plotklin, Perón, del exilio al poder, Buenos Aires, Cántaro, 1993.
2 Marcelo Cavarozzi distingue dos etapas tras el golpe de estado que derrocó a Perón La primera de ellas correspondió al establecimiento de una fórmula dual en la que predominaron los gobiernos "débiles", tanto civiles como militares, que procuraron establecer un régimen semidemocrático, proscribiendo en algunos casos y aceptando, en otros, la participación del peronismo. Tras el golpe de estado de 1966, se sucedieron los "gobiernos fuertes", que predominaron durante la segunda de dichas etapas y pretendieron imponer transformaciones radicales de la política y la sociedad argentina, caracterizándose por terminar invariablemente de forma catastrófica. Marcelo Cavarozzi Autoritarismo y democracia, Buenos Aires, Eudeba, 2004, p.31.
3 A comienzos de 1957 la Unión Cívica Radical se había dividido en dos agrupaciones: la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), uno de cuyos principales referentes era Ricardo Balbín, y la Unión Cívica Radical Intransigente conducida por Arturo Frondizi. Robert Potash, El Ejército y la política en la Argentina. De Perón a Frondizi, Buenos Aires, Hyspamérica, 1985, p.338.
4 Desde influyentes revistas como Primera Plana y Confirmado se argumentaba, cada vez con mayor insistencia, que los partidos políticos y el parlamentarismo constituían instancias superadas que la modernización exigía superar. Cf. César Tcach, "Golpes, proscripciones y partidos políticos", Daniel James, Nueva Historia Argentina, T IX, Volencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Buenos Aires, Sudamericana, 2003, pp. 19-62. Para un análisis de la campaña de prensa que llevó adelante el semanario Primera Plana para desestabilizar al gobierno democrático del presidente Illia puede consultarse Daniel H Mazzei, "Periodismo y política en los años 60: Primera Plana y el golpe militar de 1966" en Entrepasados. Revista de Historia, Año IV,Nº7, 1994, pp.27-42.
5 Las ediciones cotidianas de LNP eran de tamaño sábana.
6 Sobre el desarrollo y desenlace de los hechos que culminaron con la renuncia de Onganía véase Robert Potash, El Ejército y la política en la Argentina. 1962-1973. De la caída de Frondizi a la restauración peronista. Primera parte, 1962-1966, Buenos Aires, Sudamericana, 1994, p.225-227.
7 Al respecto Leticia Prislei cita en su artículo, a Susan Sontag, quien escribiera: "una sociedad se vuelve "moderna" cuando una de sus actividades principales consiste en producir y consumir imágenes", en "Fotografía y cine. La "lectura" de la imagen en perspectiva histórica" en Entrepaados. Revista de Historia, Año XII, nº 23, fines de 2002, pp.14.

Referencias bibliográficas
1. Amaral, Samuel y Mariano Ben Plotklin, Perón, del exilio al poder, Buenos Aires, Cántaro, 1993.
2. Cavarozzi, Marcelo, Autoritarismo y democracia, Buenos Aires, Eudeba, 2004.
3. Díaz Barrado, Mario P, "La memoria en imágenes" en: Historia,antropología y fuentes orales, Nº19, Más allá de la imagen, Año 1998 (2º época), Universitat de Barcelona Publicacions, pp. 26-27.
4. Llull, Laura, "Bahía Blanca, prensa y política en la Liverpool del Sur. 1900-1936"en: Prislei, Leticia (dir.), Pasiones sureñas. Prensa, cultura y política en la frontera norpatagónica (1884-1946), Buenos Aires, Prometeo Libros/Entrepasados, 2001.
5. Llull, Laura, "Enrique Julio y el periodismo" en: La Nueva Provincia,Bahía Blanca, 1° de agosto de 1998, p.5.
6. Mazzei, Daniel H, "Periodismo y política en los años 60: Primera Plana y el golpe militar de 1966" en: Entrepasados. Revista de Historia, Año IV,nº7, 1994, pp.27-42.
7. O´Donnell, Guillermo, El estado burocrático autoritario. Triunfos, derrotas y crisis, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1996.
8. Potash, Robert, El Ejército y la política en la Argentina. De Perón a Frondizi, Buenos Aires, Hyspamérica, 1985.
9. -----, El Ejército y la política en la Argentina. 1962-1973. De la caída de Frondizi a la restauración peronista. Primera parte, 1962-1966, Buenos Aires, Sudamericana, 1994.
10. Prislei, Leticia,"Fotografía y cine. La "lectura" de la imagen en perspectiva histórica",en: Entrepasados. Revista de Historia, Año XII, nº 23, fines de 2002, pp.14.
11. Tcach, César, "Golpes, proscripciones y partidos políticos"en: Daniel James, Nueva Historia Argentina, T IX, Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Buenos Aires, Sudamericana, 2003, pp. 19-62.

recibido: 31/05/04
aceptado para su publicación: 29/03/05