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Cuadernos del Sur. Historia

versión impresa ISSN 1668-7604

Cuad. Sur, Hist.  n.33 Bahía Blanca  2004

 

"Arbeit Macht Frei". El trabajo y su organización en el fascismo (Alemania e Italia).Alejandro Andreassi Cieri

Silvina Jensen

Universidad Nacional del Sur

"Arbeit Macht Frei". El trabajo y su organización en el fascismo (Alemania e Italia). Alejandro Andreassi Cieri. El Viejo Topo, Barcelona, 2004. 502 pp.

Alejandro Andreassi en "Arbeit Macht Frei". El trabajo y su organización en el fascismo (Alemania e Italia ) pretende acercarse a los fascismos europeos surgidos en el período de entreguerras, eligiendo como eje de análisis las peculiaridades del sistema de organización del trabajo. Desde el fondo cronológico de la historia de fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, la problemática del trabajo en sus fundamentos materiales y simbólicos permite al autor inscribirse en el debate historiográfico sobre la naturaleza del fascismo y su relación con el capitalismo.

Ubicándose en el género del ensayo, Andreassi parte de una sugerente aserción: que la organización coercitiva del trabajo de las dictaduras fascistas no fue ajena al modo en que la economía capitalista decimonónica estructuró el trabajo libre. Luego de ponderar los sentidos que el trabajo humano ha tenido/tiene bajo el capitalismo - "mediador social", "generador de valor" (p. 9) -, el autor muestra que las dictaduras fascistas lo elevaron al rango de "elemento ontológico", esto es, en la esencia de la "naturaleza humana". Convertido en categoría de delimitación social y de construcción de inclusiones/exclusiones, el fascismo sólo exacerbó la función taxonómica que implícitamente había cumplido en el capitalismo clásico para actuar como "notario de la desigualdad" (p. 10).

Para dar cuenta de esta sugerente tesis, el autor divide el libro en cinco capítulos y un apartado de conclusiones.

En el primer capítulo (introductorio), Andreassi analiza las corrientes ideológicas que desde el Social Darwinismo en Alemania y desde el Taylorismo norteamericano fundaron el sistema de organización científica del trabajo cuyas características más extremas se materializaron en las dictaduras fascistas europeas del período de entreguerras. Si desde Alemania, el empresariado de vanguardia - sobre todo las industrias eléctricas y químicas - se valió de la Ciencia, como instrumento supuestamente "neutral" que permitía interpretar según el orden de la Naturaleza los problemas sociales derivados del desarrollo capitalista hasta naturalizar la desigualdad intrínseca entre los hombres, la pseudo ergonomía del Taylorismo también contribuyó a la misma solución jerárquica, subordinada y autoritaria.

El Capítulo 2 analiza en qué medida la guerra - especialmente la Primera Guerra Mundial - influyó en el trabajo y su organización, al tiempo que la lógica impersonal masificada, de regulación heterónoma y alienante del trabajo del obrero fabril afectaba la guerra hasta convertirla en una industria. El autor desarrolla las influencias mutuas entre actividad militar y mundo laboral. Por un lado, la maquinaria de muerte era una fábrica como cualquier otra. Buscaba la optimización de sus recursos y la eficiencia de sus procesos para producir la mayor cantidad de muertos en el menor tiempo posible y con el menor coste. Por el otro, la guerra total que afectaba la vida social y económica en su conjunto, transformaba al combatiente en un trabajador. Andreassi concluye que la Primera Guerra Mundial actuó como un catalizador del doble proceso de industrialización de la guerra y militarización de la economía que habilitó la confusión en un mismo plano conceptual de "destrucción y producción, combate y trabajo, modernidad y pesimismo" (p. 111).

El Capítulo 3 analiza el modo en que las sociedades más dañadas por la Primera Guerra Mundial (Alemania e Italia) transitaron el camino de la reconstrucción nacional que pasó tanto por la recuperación en el terreno militar y económico, como por la supresión de aquellos elementos negativos de los procesos de democratización que - para el pensamiento conservador alemán, los teóricos del fascismo italiano y la ideología nazi - "desnaturalizaban" al capitalismo y habían puesto en crisis la organización jerárquica y autoritaria que la empresa moderna reivindicaba y que la sociedad en su totalidad debía reflejar. En este punto, Andreassi se posiciona en el debate sobre la relación entre fascismo y modernidad, para mostrar que no existe contradicción entre la aceptación por parte de los regímenes italiano y alemán de la ciencia, la técnica, la racionalización, etc. y el rechazo de los "efectos perniciosos" del progreso (p. 136).

El Capítulo 4 despliega la función discriminante del trabajo - distribuidor de roles y posiciones sociales, marcador de inclusiones y exclusiones - en las dictaduras fascistas. Si el corporativismo mussoliniano mantuvo un sorprende parecido con las relaciones de propiedad y producción del capitalismo y propuso al Estado como el espacio donde se operaba la reconciliación de los opuestos, en Alemania la comunidad nacional pretendió ser organizada a través de la posición que cada individuo ocupaba en la escala jerárquica del mundo del trabajo (p. 347). De este modo, el nazismo convertía la desigualdad intrínseca de la organización del trabajo en el capitalismo, en un hecho natural, sancionado biológicamente, inevitable e incuestionable y a la vez en la medida de la "virtud", esto es en la vara de la "normalidad" y la "anormalidad", "desviación" o "inferioridad".

Finalmente, el Capítulo 5 explica de qué forma el trabajo desplegó su potencialidad coercitiva en Italia y especialmente en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Andreassi se vale del trabajo esclavo para mostrar que como punto culminante de la cultura de la desigualdad que el nazismo estaba construyendo desde 1933, su carácter extremo y espectacular no lo transforma en un elemento ajeno a los principios de alienación, organización o heteronomía fundada en la necesidad científica que el taylorismo había postulado. Lo único que hizo el fascismo fue "recuperar" la función de castigo que ya había tenido en los sistemas penales de los países centrales o en el trabajo forzado en los países colonizados, aunque ahora transformaba su carácter punitivo y taxonómico en una herramienta de uso abierto y natural.

Inscripto en el prolífico campo de la historiografía del fascismo, el libro de Andreassi explora desde los intereses de una historia social, no desdeñosa de la historia intelectual, política y económica, un territorio poco transitado por la literatura en lengua española de los regímenes italiano y alemán de entreguerras.

Procurando sustraerse de la reducción de los fascismos - y en concreto del nazismo - al horror del genocidio y la ponderación del sadismo y perversión de los perpetradores, el autor devela con precisión que la organización del trabajo y la política racista de exterminio se nutrieron de un mismo dispositivo simbólico que desde un discurso biológico permitió - parafraseando a Foucault - superar la contradicción de un Estado que debía garantizar la vida, pero que fabricó muertos.

En este sentido, el mérito del ensayo es doble. Por un lado, arroja luz sobre un tema de actualidad como la utilización de mano de obra esclava por parte de los fascismos, para sentenciar que al igual que los campos de concentración, representaba el intento por modificar las relaciones sociales "autónomas, solidarias y críticas", para transformarlas - parafraseando a Daniel Feierstein (Seis estudios sobre el genocidio. Bs. As., Eudeba, 2000: 33) - en "relaciones heterónomas, individualistas y dóciles". Por otro lado, recuperando la cuestión de los vínculos entre capitalismo y fascismo muestra para el caso concreto de la organización del trabajo, cómo ambos sistemas se acercan más que lo que se distancian. Para el autor, el experimento taylorista y el nazismo se diferencian por la crueldad y la sevicia del segundo, pero ambos se fundan en la misma lógica de transformación de los hombres en autómatas, máquinas o piezas de un sistema al que están naturalmente encadenados. Así, el campo de concentración y el trabajo esclavo son la expresión extrema de la "sociedad de normalización" capitalista, que desde el filtro del racismo y la limpieza biológica, sumaron a la normalización disciplinaria que había permitido la construcción de cuerpos productivos, la normalización estadística que construía "cuerpos sanos", pero también funcionales a la producción. Siguiendo los planteos foucaltianos, Andreassi demuestra que la explotación del trabajo de los prisioneros de los campos no contradecía los propósitos de exterminio, sino que combinaba la racionalización de la fuerza de trabajo con los objetivos raciales (p. 438).

El trabajo de Alejandro Andreassi es una equilibrada combinación de conocimiento histórico, teoría política e historia social y de la ciencia. Sin embargo, el mayor mérito de este ensayo consiste en que al insistir en que capitalismo y fascismo están sugestivamente emparentados en los modos de organización del trabajo, obliga a levantar la guardia sobre mecanismos que exceden a regímenes situados en un momento concreto de la historia del siglo XX y que tras su caída el consenso político mayoritario de Occidente ha execrado.

Al señalar que las relaciones laborales proyectadas por las dictaduras de la Europa de entreguerras no fueron un invento o una monstruosidad propia de los fascismos, Andreassi hace un llamado a abandonar la hipocresía y también a volver los ojos sobre aquellas expresiones que aún en el presente muestran ciertos sentidos del trabajo que el nazismo y la experiencia italiana exacerbaron. De este modo, el tono ensayístico adquiere más relieve porque, a cada momento, Andreassi convoca al lector a posicionarse política y éticamente sobre una cuestión que no se agotó con la derrota de aquellos regímenes.

Finalmente, cabe ponderar que desde el título de la obra - "Arbeit Macht Frei", expresión grabada en la puerta de Auschwitz -, Andreassi convoca a recuperar en toda su plenitud y para el nuevo siglo la tríada revolucionaria "Libertad, Igualdad, Fraternidad", cuestionada por el capitalismo decimonónico y pisoteada dramáticamente por los fascismos europeos.