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Cuadernos del Sur. Historia

versión impresa ISSN 1668-7604

Cuad. Sur, Hist.  n.34 Bahía Blanca  2005

 

El principio de legitimidad democrática o el uso de la fuerza. El caso brasileño

María Cristina Menéndez

CONICET. e-mail: mcrismenendez@ciudad.com.ar

Resumen
Este artículo analiza las recurrentes intervenciones militares en política. Estudia dos tipos de relaciones cívico-militares polares en el caso brasileño: el control civil y el pretorianismo o protagonismo militar.
Para desarrollar estos tipos, analiza la etapa de 1889-1930, que corresponde al fin de un orden político monárquico legítimo y a la instauración de un orden republicano que no logró su legitimación política, como primera aproximación explicativa al fenómeno de la participación militar en política.
El trabajo muestra la conexión existente entre legitimidad política, clima de época desfavorable a la participación política militar y subordinación profesional militar.
Analiza diferentes formas de control político que muestran las inconsistencias del sistema de representación política tales como: la Política de los Gobernadores o de los Estados, la política de los coroneles y la política de " salvaçoes ".
Constituye una primera contestación histórico-política a toda supuesta univocidad de conductas dentro de la organización militar mostrando sus divisiones horizontales entre los Altos Oficiales y cuadros intermedios, y verticales entre la Marina y el Ejército, monárquicos y republicanos y federalistas y positivistas.

Palabras clave: Militares; Civiles; Brasil.

Abstract
This paper analyzes recurrent military interventions in politics. It studies two types of opposing civil-military relationships in the Brazilian case: the civil control and the praetorianism or military control.
In order to elaborate on these types of relationships, the paper focuses on the 1889-1930 period, which corresponds to the end of a legitimate monarchic political order and the establishment of a republican order which failed to achieve its political legitimacy, as a first explanatory approach to the phenomenon of the military participation in politics.
The paper shows the existent connection among the political legitimacy, the climate of the period which was unfavorable to military political participation, and the military professional subordination.
It analyzes different forms of political control that show the inconsistencies of the Brazilian system of political representation such as: the Politics of the Governors or of the States , the politics of the colonels and the politics of " salvaçoes ."
The paper constitutes a first historical-political reply to a supposed univocal attitude within the military organization, showing the horizontal divisions among high-rank and intermediate-rank officials; and vertical divisions among the Navy and the Army, monarchists and republicans, federalists and supporters of positivism.

Key words: Military; Civilians; Brazil.

Introducción

El estudio histórico de la evolución del orden político brasileño presenta características propias, pero su análisis como estudio de caso se ofrece como una primera aproximación analógica para toda investigación explicativa acerca de la conformación del orden político y las causas y consecuencias del protagonismo militar en Latinoamérica, el cual a lo largo del siglo XX alternó el uso de la fuerza con el principio de legitimidad democrática.

¿Cuáles fueron las razones o explicaciones de las recurrentes intervenciones militares en política? Existen diversas explicaciones de las relaciones cívico-militares que conforman una tipología de relaciones posibles. De éstas sólo se retendrán los dos polos de un continuo de la relación de poder. En un extremo de las relaciones cívico-militares se registra la mayor capacidad de poder del sistema sociopolítico sobre los militares -denominada control civil- (Huntington, 1964:117-139); en el otro extremo las relaciones cívico-militares se caracterizan por el pretorianismo o protagonismo militar, la debilidad o inexistencia de las instituciones políticas y la subordinación civil (Huntington, 1991: 175-236, Campos Coelho, 1975).

Entre ambos polos, una gama de alternativas posibles que escapan al objetivo del presente trabajo. Sin embargo, de un modo general puede se ñalarse que frente a órdenes políticos cuya legitimidad aún no ha logrado su consolidación institucional política, las crisis de legitimidad y su falta de regulación institucional abren un espacio para este protagonismo. Por su parte, las diferentes etapas de evolución organizacional militar en función de su autovaloración, adquisición de conciencia profesional, reconocimiento de la sociedad, y racionalización de una doctrina configuran distintos tipos de relaciones cívico-militares influenciadas a su vez, por la cosmovisión del mundo provista por el ambiente externo.

Con este marco de referencia una primera aproximación al análisis de la historia política brasileña permite señalar que sus fuerzas armadas tuvieron un papel político significativo que se sustentó en su capacidad de poder puesta de manifiesto históricamente durante los siglos XIX y XX en sus intervenciones de 1889, 1922-1924, 1930,1932, 1935, 1937-1945,1954, 1955, 1961 y 1964 hasta llegar a la transición a la democracia de 1985. Solo en el período del imperio y la monarquía en Brasil, como luego en la última transición a la democracia de 1985, se puede considerar que hubo una mayor capacidad del sistema sociopolítico sobre los militares.

Situación que plantea históricamente un debate ¿Porqué esto fue así? ¿Cómo explicar este tipo específico de relaciones cívico-militares?

Considerar cada una de las intervenciones militares en el orden pol ítico brasileño escapa a los límites de este trabajo por lo que sólo se analizará una etapa específica, la que corre entre 1889 y 1930, como una primera aproximación explicativa al orden político brasileño.

Este etapa de relaciones cívico-militares corresponde a un período durante el cual la organización militar cambió su forma de participación desde la subordinación y mimetismo con la sociedad civil a una activa participación, fuera primero bajo la forma de los primeros gobiernos presididos por militares, fuera luego bajo la forma de intervenciones militares ordenadas por el Poder Ejecutivo sobre los Estados rebeldes o por los comportamientos contestatarios de los sectores intermedios militares.

En función de lo expuesto se considera que en el período bajo estudio la organización militar pasó de una "fase de hibernación" entre 1831-1889, a otra "fase de activación" que comprendió desde el surgimiento de la Primera República en 1889 hasta la Revolución de 1930 (Campos Coelho, 1975: 34-91).

Posteriormente, la asunción al poder de Getulio Vargas generó un complejo juego político entre un líder carismático, un sistema político construido sobre lealtades personales y el protagonismo militar que fue característico en el período 1937-1945.

En este contexto explicativo este trabajo se orienta a mostrar que si la baja participación militar y su subordinación al sistema político durante la fase de hibernación se relacionaron con la baja capacidad de organización y autovaloración militar como con la legitimidad de la dominación tradicional, el aumento de la participación militar en la fase de activación se relacionó con el conflicto en torno a la legitimidad republicana debido un sistema electoral donde predominaban los grandes Estados, la resistencia de los Estados menores y su recurrente control a través del uso de la fuerza y la vigencia del clientelismo político conocido históricamente como la política de los coroneles.

La continuidad del 'Viejo Orden' (1831-1889) descansó sobre la legitimidad de la dominación tradicional Además, si la crisis de gobernabilidad corresponde a los excesos de participación y de sobrecarga de demandas en un orden democrático (Huntington, 1991; Castro Santos,1997), en este orden tradicional la falencia de 'outputs' y la deslegitimación de la autoridad se evitaron en muchos casos con intervenciones militares que permitían que se ejerciera el 'poder moderador' del Emperador para la regulación de los conflictos.

Sólo cuando la "Questao Militar " se sumó a conflictos de naturaleza económica por la abolición de la esclavitud y conflictos religiosos por declaraciones en torno a la existencia de la masonería en Brasil, se produjo la crisis de legitimidad que instauró el orden republicano.

Las relaciones entre el Emperador y las fuerzas armadas hasta aquel entonces, sólo habían mostrado las suspicacias del poder político y la falta de reconocimiento a la organización militar. Pero la legitimidad del orden tradicional había cubierto los desacuerdos más allá de que el Ejército se revelara más democrático y la Marina más aristocrática.

Lo cual ya constituye una primera contestación a toda supuesta univocidad de conductas dentro de la organización militar en el abordaje del estudio del fenómeno del intervencionismo militar en política.

Aún dentro del Ejército hubo disensiones por motivos profesionales y organizacionales que buscaban lograr el desarrollo institucional insuficiente durante el período imperial dado el espíritu antimilitarista gubernamental que había reducido en repetidas oportunidades el presupuesto militar, salvo en el período de la Guerra del Paraguay. También se buscaba resolver la crisis de liderazgo organizacional, y reafirmar el principio de disciplina y jerarquía puesto en cuestión por las diferencias axiológicas entre militares.

En función de estas cuestiones, la participación militar se manifestó históricamente con dos liderazgos en competencia, como también se mostró en la división entre oficiales de alta graduación y oficiales jóvenes.

Por otra parte, si bien históricamente el movimiento que proclamó la Primera República en Brasil fue considerado un movimiento estrictamente militar dado el carácter apolítico del pueblo que actuó como mero espectador, este análisis organizacional permite señalar que paralelamente se registró un conflicto entre militares lo cual contrasta otros aportes sobre esta temática que consideran las intervenciones militares en políticas como producidas por un actor sin fisuras (Cruz Costa, 1957: 78; Guimaraes da Costa, 1957:227).

Por ejemplo, en la cuestión militar, los más antiguos oficiales intentaron defender su honor militar humillado con medidas disciplinarias impuestas por el Ministro de Guerra civil, pero los jóvenes oficiales científicos persiguieron la cristalización del ideario positivista, su teoría del "soldado-ciudadano", el derecho a la libre expresión y crítica política e incluso la posibilidad de cierto protagonismo político. Lo cual desde la perspectiva de los de mayor jerarquía era sólo un ataque a la disciplina. Esta disidencia no se solucionó con la instauración de la Primera República sino que durante el primer gobierno republicano del Mariscal Deodoro da Fonseca formó parte de los conflictos que debió enfrentar el Ministro de Guerra Benjamín Constant Botelho de Magalhaes.

Por ello, no sólo por las divisiones entre militares sino por la sumatoria de medidas políticas de Pedro II que fueron alienando a sectores religiosos, económicos y militares, se considera que fue la crisis de legitimidad de la dominación tradicional la que favoreció esa intervención militar en política que instauró el orden republicano el 15 de noviembre de 1889.

A ún así a partir de 1889, aquella situación de legitimidad y estabilidad del orden político que había acompañado a los períodos imperial y monárquico hasta el surgimiento de las cuestiones religiosa, militar y económica, no pudo ser reconstruida ni se manifestó históricamente en la vigencia de un consenso estable.

El nuevo orden y el equilibrio de las capacidades de poder político y militar: Política de cooptación político-civil y etapa de movilización de la organización militar (1889-1930)

La tesis de la inestabilidad pol ítica como producto de la indefinición del orden legítimo es el eje interpretativo del período de la instauración de la República 'Velha' en Brasil. Aunque la Primera República brasileña se había proclamado sin grandes cuotas de violencia la inestabilidad política continuó luego de 1889 como consecuencia del debate en torno al modelo de república a adoptar. Hubo tres modelos en discusión. El americano y el positivista que enfatizaron los aspectos de la organización del poder. El tercero lo hizo sobre la participación popular (Carvalho, 1989:269).

En Brasil se había iniciado el orden político republicano en una sociedad de grandes desigualdades. Ante tales diferencias, en 1891, la Constitución preservó los intereses de los propietarios rurales mientras no se consideró la participación popular y la igualdad. En ese marco los intereses de los latifundistas se asimilaron a la suma de intereses individuales con el interés público. Esta orientación constitucional la signaría con un sentido profundamente diferente al de la revolución americana en 1776. Lo distintivo en aquel modelo era que la revolución social se había establecido antes que la propia revolución política, como ya señalara Hannah Arendt, al conformarse una sociedad igualitaria formada por los colonos. (Carvalho, 1989: 271). Contra este ' ethos ' igualitario, la vigencia del principio jerárquico, la desigualdad y su organización económica latifundista en la sociedad brasileña pesaron sobre el orden republicano recientemente instaurado.

Descartada la participación popular dos propuestas quedaron en competencia siendo parte del marco explicativo del desarrollo político brasileño entre 1889-1930.

Una propiciaba la idea de una dictadura republicana caracterizada por un ejecutivo fuerte e intervencionista cuyo precedente histórico era el despotismo ilustrado. Esa era la propuesta del positivismo que además postulaba la separación de la Iglesia del Estado, la existencia de un Ejecutivo fuerte y la idea del Estado como motor del progreso. Un ideario afín con el pensamiento militar.

La otra posición con componentes liberales e interpretación americana era apoyada por los pequeños propietarios, profesionales liberales, periodistas, profesores y estudiantes a quienes no les interesaba una alternativa republicana liberal ortodoxa que facilitaría los intereses particulares de los latifundistas y que por ello, abogaban por la libertad, la igualdad y la participación aunque aún fuera utópica. Quienes estaban en esta posición también reconocían el papel del Estado para la consecución de sus ideales.

El ideario militar era afín a la idea positivista de una dictadura republicana en su carácter de brazo armado del Estado así como en función de su formación técnica que los inclinaba hacia la ciencia y el desarrollo industrial.

Finalmente se afirmó una combinación del ideario positivista y federalista con inspiración norteamericana. Jurídicamente centralizado pero económicamente localista, ligado a los intereses cafetaleros de Minas Gerais y Sao Paulo y a la exportación (Dos Santos, 1972,24-25).

Las tensiones en la sociedad política y civil afectaron también las relaciones cívico-militares. De aquella relación cívico- militar de subordinación bajo el orden legítimo del período imperial se pasó a otra relación donde la organización militar entró en una "fase de activación", caracterizada por su juicio crítico sobre la sociedad civil y su autovaloración a partir de factores morales (Campos Coelho, 1975:65).

La sociedad brasileña carente de un contrato social que acercara a los grupos oponentes comenzó a relacionarse con esta nueva organización militar con una política de "cooptación política" orientada a sumar la capacidad de poder militar a su propia capacidad de sumar consensos (Campos Coelho, 1975:70).

Pero dados los problemas de resistencia y falta de obediencia a la autoridad central, ésta ejerció la política de cooptación sobre los altos oficiales con capacidad de mando otorgándoles beneficios especiales porque representaban esa capacidad de poder extra frente a los contendientes civiles por el poder ante eventuales crisis políticas. Por su parte, esta política repercutió negativamente sobre la organización militar produciendo actitudes personalistas o faccionales debido a la inexistencia de una orientación institucionalizada.

Este período republicano entre 1889 y 1930 admite una división en función de que en la primera etapa el centro del poder político fue ocupado por gobiernos presididos por militares (1889-1894) y en la otra etapa hubo gobiernos civiles, si bien sus autoridades tuvieron problemas de obediencia por parte de los Estados menores y un sistema de representación que adolecía de importantes fallas como para considerarlo un sistema democrático clásico.

Esta etapa corrió desde el primer gobierno civil de Prudente de Morais en 1894 hasta la Revolución de 1930, que derrocó al Presidente Washington Luis (1926-1930) e instaló en el poder a Getulio Vargas.

Los conflictos en este período civil abarcaron desde una guerra civil en el noreste y sur del Brasil que debió afrontar Prudente de Morais, el primer presidente civil hasta los problemas de competencia política entre los Estados que su sucesor Campos Sales enfrentó con otra forma de control político que dio en llamarse la 'Política de los Gobernadores' o 'Política de los Estados' .

Es que la participación y representación política durante la 'República Velha' fueron imperfectas. El sistema electoral de elección directa y con sufragio universal para hombres mayores de veintiún años con base en distritos admitía todo tipo de distorsiones, como por ejemplo, que se verificaran los votos, se labraran las actas y se quemaran enseguida las papeletas para dar lugar a manipulaciones electorales (Da Silva, 1986: 358).

Por otra parte, el derecho a voto era negado a mendigos, analfabetos, alistados en el ejército (desde la categoría de soldado o subteniente), religiosos de órdenes monásticas y de otras sujetas a votos de obediencia.

En 1904 la institución del voto 'cumulativo' que permitía al elector acumular sus votos en un mismo candidato, salvo uno para resguardar la representación de las minorías, tampoco aumentó la democratización del sistema político. Por lo contrario, se mantuvo el predominio político de los propietarios rurales, cuyo poder les permitió apoderarse de los partidos políticos. Su organización local y la vigencia del federalismo que protegía la autonomía a los Estados miembros no hizo más que reforzar la estabilidad oligárquica.

La organización partidaria significaba que en cada Estado predominara un partido republicano único, pese a que a nivel municipal se dividiese en facciones locales para darles cabida a los diferentes grupos oligárquicos disidentes. En efecto, el sistema de representación permitía que éstos últimos fueran derrotados por el voto a la vista, por las actas falsas, o por los obstáculos en el proceso de reconocimiento de poderes. En suma la oposición minoritaria no tenía posibilidades de representación política partidaria y, en los hechos, se había reemplazado un sistema de dominación tradicional monárquico por otro oligárquico. (Da Silva, 1986: 360)

En este contexto, el sistema real de participación se organizaba como una red de clientelas entrecruzada con apoyos políticos y sociales conocida como la 'política de los gobernadores'. Los jefes políticos locales ('os coroneis') sugerían nombres a los gobernantes y partidos dominantes estaduales. Éstos elegían a sus diputados y senadores federales los que, a su vez, eran reconocidos por el gobierno nacional a cambio de su apoyo en la política general. Este sistema de clientelas favorecía la formación de oligarquías estaduales que establecían relaciones entre sí a nivel federal, contra las cuales se organizaron otros movimientos militares liderados por jóvenes oficiales, llamados 'salvaçoes ' . Este sistema de participación política personalista tenía en su cima coordinando todo a los dos Estados de mayor población, Minas Gerais y San Pablo ligados a la economía del café mientras que el resto de los estados estaba en un segundo plano. Esta fue la causa más profunda de la Revolución de 1930 que quebró el orden de la Primera República Brasileña. (Vianna, 1977:568-569, Dos Santos, 1972: 24-25)

En suma luego del gobierno de Campos Sales las presidencias fueron elegidas a través de un juego electoral que favoreció el predominio de los grandes Estados y de sus gobernadores. El pacto de cambio de favores se sustentaba en la Comisión Verificadora de Poderes que legalizaba de hecho el fraude electoral refrendando - o no- la elección de los senadores, diputados, presidente e vicepresidente. Por otro lado, esta lógica política que permitía la manipulación de las elecciones se sostenía con el uso de la fuerza a través de permanentes intervenciones militares sobre aquellos Estados y poblaciones opositores lo cual no dejó de introducir la política en la misma organización militar.

Por último, como un indicador general del cambio operado en el seno de la organización militar se consolidó su autovaloración contraria a aquella antigua situación de subordinación y desprestigio del período imperial. Como prueba de este cambio se instauró una nueva práctica republicana: la concesión de patentes militares a los participantes civiles del movimiento de 1889. Se había establecido un equilibrio entre las respectivas jerarquías civil y militar.

Los militares en el poder: Primer Período de la 'Vieja' República (1889- 1894)

El comienzo del orden republicano estuvo ocupado por el gobierno del Mariscal Deodoro da Fonseca (1889-1891). Rápidamente este mostró la falta de identificación ideológica con los republicanos históricos. Es que la carrera militar de Deodoro da Fonseca había crecido sobre su lealtad al trono de D. Pedro II (Guimaraes da Costa, 1957: 226-227).

Sin embargo, pese a esta lealtad que correspond ía al tradicional modelo aristocrático de relaciones cívico-militares representado en el período monárquico por el Duque de Caxias, la actuación de Deodoro da Fonseca en la proclamación de la República en 1889 mostró su alejamiento del orden tradicional debido al trato imperial hacia la organización militar. Poco a poco el espíritu de clase había pasado a ser suplantado por el espíritu de cuerpo de una organización militar que venía formándolo lentamente desde su participación en la Guerra del Paraguay. Por todo ello también, paulatinamente el Ejército fue ocupando el lugar de los partidos políticos desorganizados que sólo se aglutinaban en torno a líderes regionales. (Bello, 1972: 29 - 32; Cruz Costa, 1957: 104-105).

Más allá del lugar que comenzaba a ocupar el Ejército, en aquella época también se registraban divisiones horizontales entre jóvenes y altos oficiales como verticales entre el Ejército y la Marina. Los jóvenes oficiales liderados por el profesor de la Escuela Militar, Teniente Coronel Benjamín Constant Botelho de Magalhaes sostenían el ideario positivista, republicano, y se inclinaban por la instauración de una dictadura republicana. El mismo Pedro II había contribuido a la gestación de estas ideas y su vocación política al impulsar su preparación como ingenieros y profesores con vocación matemática, desvalorizando su formación como militares tradicionales y el espíritu militar.

El ideal militar de establecer una dictadura republicana los enfrentó con Rui Barbosa, el organizador de la Primera República, o República 'Velha' quien intentaba imponer las ideas del liberalismo democrático que las doctrinas francesas e inglesas habían yuxtapuesto a los nuevos modelos republicanos y federales de los Estados Unidos de América.

En cuanto a las divisiones verticales ideológicas militares se mostraron en la división entre el Ejército, positivista y republicano y la Marina monárquica, quizás por su origen más aristocrático y las veladas preferencias que le había manifestado Pedro II.

Por ello la Marina protagonizó diversos levantamientos al mando del Almirante Custódio José de Melo, tanto durante el primer período presidencial como durante el siguiente del Mariscal Floriano Peixoto bajo el pretexto de variadas razones. Como lo fueron, la rebelión de la Escuadra en Río de Janeiro en 1891 en contra de la disolución del Congreso y el cercenamiento de la Constitución promulgada poco tiempo atrás que provocó la renuncia del Mariscal Deodoro da Fonseca y, en 1893, la revolución de Río Grande do Sul que sostuvo el ideario federalista en oposición al republicano desde Santa Catarina a Río de Janeiro, Sao Paulo y Paraná que fue controlada recién en 1895 luego de numerosos fusilamientos bajo el gobierno del vicepresidente Mariscal Floriano Peixoto.

La falta de consensos provocó disensiones y se formó un ala de 'republicanos. Tampoco el ideario positivista pudo afirmarse contra la tradición liberal que prolongaba el pensamiento imperial. Por ello pese a establecerse la separación de la Iglesia del Estado, la libertad de cultos y la modificación de la enseñanza militar bajo el influjo de su Ministro de Guerra, Benjamín Constant buscando preparar a los militares para cumplir los " destinos sociales y políticos que en este siglo son llamados a desempeñar " (Campos Coelho, 1975: 66) las líneas ideológicas contradictorias no permitieron que se estableciera un nuevo contrato fundacional ni que se construyera la legitimidad del orden republicano.

Por ello, las propuestas positivistas que abogaban entre otras por el establecimiento de una dictadura republicana con una amplia libertad espiritual, la concesión de una facultad legislativa al ejecutivo, la perpetuidad de esta función, la transmisión del poder a un sucesor libremente escogido por el Dictador bajo sanción de la opinión pública, la supresión de la enseñanza oficial salvo en el caso de la escuela primaria, la completa libertad profesional y la abolición de todos los privilegios, entre otras, quedaron reducidas a la leyenda nacional "Orden y Progreso" que era la síntesis del ideario positivista impresa en la bandera nacional (Cruz Costa, 1957: 43).

Por oposición, se afirmó el parlamentarismo liberal heredado del Imperio y su mentor fue Rui Barbosa quien se inspiró en el sentido práctico, en el empirismo, en la discusión como medio de moderación y fiscalización y la oposición al establecimiento de una dictadura republicana (Cruz Costa, 1957: 45; Bello, 1972:59).

Por su parte, entre los militares se iba imponiendo la doctrina del "soldado-ciudadano" como protagonista de la sociedad civil y se lograban otros objetivos organizacionales como el aumento de sueldos y armamentos. Pero en ese contexto de pugnas ideológicas en torno al principio de organización política, estas concesiones pudieron interpretarse como el ejercicio de una política de cooptación civil sobre los militares. Política que se manifestó claramente luego de 1894, con el inicio de un período de gobiernos civiles y el ejercicio de la política de los gobernadores que recurría en caso de rebeliones de los Estados desplazados al uso de la fuerza para afirmar su poder.

En ese mismo sentido la cláusula constitucional incorporada a la primera Constitución de 1891 que fijaba a los militares la "obediencia dentro de los límites de la ley" les confería un amplio espacio para su interpretación acerca de la viabilidad o legitimidad de su intervención en política ante determinados comportamientos de los actores civiles. A esto se sumó que, según otros autores, los sectores medios también pasaron a ser representados por los militares debido a la desorganización de los partidos políticos y el personalismo vigente en el sistema político (Furtado, 1969).

El gobierno militar de Floriano Peixoto

Como vicepresidente del Mariscal Deodoro da Fonseca, Floriano Peixoto asumió el poder en 1891 cuando el Mariscal Deodoro da Fonseca renunció para evitar el riesgo de una guerra civil ante la conspiración de los diputados, del mismo vicepresidente Floriano Peixoto y la rebelión de la Marina al mando del Almirante Custódio José de Melo.

Sin embargo esta división vertical en las relaciones cívico-militares e intramilitares se manifestó luego en relación a un nuevo conflicto entre dos alternativas políticas, la dictadura republicana o el federalismo. Así mientras la Marina apoyó a los federalistas, el Ejército se inclinaba por el ideario positivista y el respaldo al Vicepresidente en ejercicio Floriano Peixoto.

Este respaldo al poder central permitió que se implementara un juego de intervenciones del gobierno central contra las resistencias estaduales. Lo cual sumado al sistema de representación del Senado y la Cámara de Diputados terminó por configurar entre 1894 y la Revolución de 1930 la ya explicada Política de los Gobernadores así como las ' salvaçoes ' (Vianna, 1977: 561).

En tanto, contra la indefinición del gobierno del Mariscal Deodoro da Fonseca, el gobierno de Floriano Peixoto se definió por el ideario de la dictadura republicana, al estilo ya inaugurado por otras repúblicas latinoamericanas. Al respecto debe recordarse que la participación conjunta en la Guerra de la Triple Alianza ya había mostrado a los militares brasileños este modelo donde primaba el caudillismo. De ahí que en ese momento comenzara lo que a 35 años del surgimiento de la República definiera Tristao de Ataide como la resultante de dos fuerzas contradictorias que definían la representación real en Brasil: el cesarismo y el caudillismo.

En ese cuadro por un lado estaba la autoridad central, cada vez más absorbente. Por el otro, las fuerzas latentes de la oposición, cada vez más disolventes. Entre las dos, se ubicaba el país indiferente. Dos fuerzas encarnaban estas posturas. Rui Barbosa y Pinheiro Machado. Pinheiro representaba el caudillismo. Significaba el trasplante a un escenario más amplio del " coronelismo " municipal dentro de un sistema de pirámides en que el electorado anónimo del interior se aglutinaba en torno a los jefes locales y éstos apoyaban a los líderes de los Estados, quienes, a su vez, lo hacían con los líderes nacionales. La existencia de este caudillo, el coronel del sur, que conservaba vivos los sentimientos, los instintos de libertad y el deseo de aventura era la que se trataba de conciliar con la necesidad humana de autoridad. (Cruz Costa, 1957:107).

La idea cesarista de dictadura republicana ya se expresó en 1892 ante la necesidad de llamar a elecciones por la renuncia de Deodoro da Fonseca. De acuerdo con el Artículo 42 de la Constitución, Floriano Peixoto debería haberlo hecho en su carácter de vicepresidente en ejercicio debido a que no habían transcurrido dos años antes de la renuncia de Deodoro da Fonseca. Sin embargo, recurrió al artículo Nº 2 de unas disposiciones transitorias para mantenerse en el poder durante todo el resto del período presidencial. Por ello, nunca usó el título de Presidente de la República como otros presidentes con carácter permanente (Vianna, 1977: 565-566).

Esta ambigüedad incrementó la inestabilidad política, produjo la ya mencionada una Revolución Federalista en Río Grande do Sul y una rebelión de la Armada en pos del imperio de la Constitución que solo logró ser disuelta bajo el gobierno civil de Prudente de Morais.

Floriano Peixoto combatió constantemente contra esta Revolución y la rebelión de la Marina, e impulsó contra ellas a los jóvenes militares, sin controlar su indisciplina inspirada por su ideología jacobinista y republicana. Del mismo modo sus adversarios, como los antiguos monárquicos, no ocultaron sus simpatías por los federalistas y la Marina (Bello, 1972: 112). Las represiones fueron crueles y los adversarios se transformaron en enemigos. Por otra parte, la congruencia entre cesarismo y dictadura republicana se manifestó al terminar esta Rebelión cuando se intentó entregar el poder bajo la forma de dictadura a Floriano, aunque éste la rechazara por motivos de salud. Así se llegó a la primera sucesión civil del orden republicano, con la presidencia de Prudente de Morais. En función de estos hechos y de haber triunfado sobre la Armada, Floriano fue recordado históricamente como el "Consolidador de la República", representante del principio de legalidad.

El ciclo partidocrático 1894-1930

Si bien con la finalización del gobierno de Floriano Peixoto la participación política de los militares pasó a segundo plano, la nueva capacidad de poder que habían adquirido cambió las relaciones cívico-militares con respecto al período imperial. Como se ha expresado había comenzado el ejercicio de una "política de cooptación" sobre los cuadros superiores militares para sumar su capacidad de poder a la que poseían los políticos en el marco de la "Política de los Gobernadores".

La participación política militar pasó a ser uno de los pilares de la lógica de la política de cooptación. A título de ejemplo se puede mencionar cómo los políticos paulistas y el Partido Republicano ofrecían sus recursos a cambio del apoyo militar o cómo el Mariscal Floriano Peixoto apoyó la candidatura presidencial del paulista Prudente de Morais involucrándose en una práctica de designaciones de sucesores presidenciales que tuvo vigencia hasta 1930. En ese contexto, la política de cooptación sobre los militares y la política de los gobernadores fueron los dos términos de una misma lógica de control político. Ésta sólo concluyó con la Revolución de 1930, ante la reacción del Estado de Río Grande do Sul al juego político de los grandes Estados.

En el período democrático iniciado en 1894 un nuevo dato mostró la falta de construcción de un contrato a partir del cual consolidar un orden político legítimo así como la existencia de divisiones dentro de la organización militar. En el primer caso la división fue horizontal, y su expresión fue conocida como "tenentismo". Posteriormente la división fue vertical respondiendo a divisiones ideológicas y fue conocida históricamente como la Intentona Comunista, fenómeno éste último que por haberse desarrollado en 1935 no trataremos en el presente trabajo.

El "Tenentismo" o la emergencia política de los oficiales intermedios

La conexión entre la falta de legitimidad de un orden, la inestabilidad política y la participación política de los militares se mostró en el estudio de caso brasileño en 1920 reflejando un importante cambio dentro de las FFAA en su división horizontal donde los protagonistas no eran los altos oficiales sino los cuadros inferiores. Precisamente por esta condición el movimiento se conoció como " tenentismo ".

Por otra parte esta interpretación coincide con el desprestigio partidario. De hecho entre 1920 y 1940 la cultura autoritaria se mostró en la vigencia una visión anti-partido. Desde esta perspectiva las siglas partidarias sólo disimulaban la persecución de fines particulares. Por ende, los partidos no perseguían el bien público. Y se entendía que éste sólo "podría ser preservado por la acción de líderes providenciales o por la construcción de un Estado fuerte capaz de sobreponerse al juego de las facciones". Así fue como "la visión antipartido y la imagen negativa de la práctica político-parlamentaria se tornaron, entonces, uno de los componentes centrales de la cultura política brasileña" (Diniz, 1989: 323-324).

Su manifestación más evidente, el fenómeno del 'tenentismo', pudo ser interpretado como una consecuencia de la originaria 'política de cooptación' sobre los Altos Oficiales y como un nuevo comportamiento que asumía la representación simbólica de los sectores sociales marginados (Horowitz, 1966:171; Dos Santos, 1972: 35).

Como precedente del 'tenentismo' puede mencionarse un movimiento conocido como los 'Jovenes Turcos', en alusión a la Revolución turca de 1908, que pretendía la profesionalización del Ejército. Sin embargo el objetivo de la profesionalización de la organización militar no era una meta compartida por todos. Por el contrario, la participación política ya era una tradición organizacional en plena fase de activación y los mismos "Jóvenes Turcos" desdeñaron sus objetivos originales y se insertaron luego en el juego político.

En realidad ya había habido variadas insubordinaciones. La insubordinación en la Escuela Militar, en Praia Vermelha en 1897. En el mismo año, la de la Escuela Militar de Ceará. La de la Escuela Militar de Río de Janeiro, en 1904. La Rebelión de los Sargentos en 1915 y también los levantamientos de la Marina.

Sin embargo, estos levantamientos se habían sofocado con el apoyo de los altos oficiales, quienes recibían diferentes tipos de recompensa, lo que no hizo más que acentuar la división horizontal dentro de la organización militar.

Otro dato de la poca institucionalización política de ese momento histórico era el ya mencionado control de la sucesión por parte de los presidentes salientes y el crecimiento de su oposición desde 1905. Con estos antecedentes comenzó a diseñarse la campaña "civilista" en pro de la candidatura de Rui Barbosa por el Estado de San Pablo, opositora al candidato oficialista de Pinheiro Machado, Mariscal Hermes da Fonseca. Sin embargo, una vez más, este último se impuso apoyado por los altos oficiales. Lo cual lo convirtió en un paradigma del juego político real donde la competencia electoral ocultaba los verdaderos lazos de poder.

Su correlato era una política de continuas represiones orientadas a destruir las "oligarquías" regionales y substituirlas por otras autoridades designadas por el gobierno central a través de las llamadas "salvaçoes" y los estados de sitio. Sin embargo su precio se volvió una pesada carga para la continuidad de ese orden político (Cruz Costa, 1957 : 123, Campos Coelho, 1975: 76).

La tensión entre los grupos reconocidos en el sistema político y los excluidos de la participación tuvo numerosas manifestaciones. La política de "salvaçoes" o intervenciones del gobierno federal en los Estados en beneficio de candidatos del gobierno nacional. El conflicto limítrofe entre los Estados de Paraná y Santa Catarina. El fanatismo religioso en la Campaña de la Contestación, similar al de la Campaña de los Canudos. La política de predominio de los grandes estados de Minas Gerais y Sao Paulo y la resistencia de los Estados menores. Fueron todos ejemplos de dicha inestabilidad política.

En tanto la reacción de los cuadros inferiores militares era estimulada por la crítica de antiguos oficiales científicos. La falta de capacitación profesional de los cuadros superiores. La politización de capitanes y tenientes y el desprestigio del Ejército como defensor del orden interno por su baja profesionalización ante los dos intentos fallidos de derrotar a un grupo contestatario de sertanejos de la región del "Sertao" en el NE del Estado de Bahía, rebelados por motivos religiosos aunque se los acusara también de inclinaciones monárquicas, conocido históricamente como la "Campaña de los Canudos", fueron datos que alimentaban la crítica de los 'tenentes' y la ruptura del principio de jerarquía y disciplina.

Así fue como la oposición 'tenentista' que comenzó manifestándose por motivos organizacionales, luego adquirió otro carácter al intentar captar ideológicamente a los suboficiales descontentos con el sistema de reclutamiento e instrucción un libre pronunciamiento electoral liberado del dominio de los Partidos estaduales hegemónicos.

Otras cuestiones problemáticas sumaron tensiones al sistema brasileño tales como la falta de modernización debido a la ineficacia de los grupos dirigentes, el ya mencionado sistema digitado de elección presidencial, la emergencia de irritadas clases medias, pequeña burguesía y minoritarios grupos obreros urbanos, que eran cada día más críticas a su papel de meros espectadores políticos.

En esta situación crítica, con una masa electoral débil y manipulable - los analfabetos no votaban y el resto estaba sujeto a la "política de clientela" - sin una estructura partidaria capaz de reflejar institucionalmente las demandas de la sociedad, se abrió un hiato para la emergencia del 'tenentismo'.

La antinomia Ejército profesional - Ejército politizado se había definido por éste último. Como demostración de la conexión entre falta de legitimidad y participación política militar su crítica buscaba no sólo un cambio de gobierno sino de estructuras. La emergencia del "tenentismo" fue la expresión de la necesidad de un cambio político bajo una orientación autoritaria, reformista, centralizadora y moralizadora, coincidente con el ideario de los sectores desplazados, aunque luego resultaron derrotados militarmente.

Aunque se consideraban liberales, pensaban que adoptar el liberalismo exigía condiciones objetivas que el país no poseía lo cual generaba un principio de contradicción. Defendían al voto universal y la transparencia electoral aunque tenían una idea de democracia restringida y consideraban innecesaria la participación electoral de las masas no instruidas. Por último, rechazaban tanto a las oligarquías que consideraban decadentes y corruptas como a los intelectuales que las servían y a los legisladores que habían creado los instrumentos legales para garantizar la dominación oligárquica.

La primera manifestación histórica del 'tenentismo' se produjo en 1922 frente a la sucesión digitada de Epitácio Pessoa (1919-1922). Es que mientras las clases dominantes señalaban como su sucesor al candidato de Minas Gerais Arthur Bernardes dentro de la tónica demandada por "la política de los gobernadores", los Estados de Bahía, Pernambuco, Río Grande do Sul y Río de Janeiro presentaban como candidato al antiguo presidente Nilo Pecanha (1909-1910) con un discurso liberal y un mensaje moral dirigido contra el fraude electoral y las maquinaciones políticas.

Con el acicate del diario opositor Correio da Manha, en respuesta a la clausura del Club Militar y el arresto del mariscal Hermes da Fonseca se desató la rebelión de 1922 que tomó el Fuerte de Copacabana mientras otras unidades de Río de Janeiro, Niteroi y Matto Grosso también se rebelaban.

Al final esta rebelión fue controlada por el gobierno pero su recuerdo dejó una impronta en la memoria crítica organizacional. En 1924 volvió a manifestarse con mayor virulencia aún frente al agravamiento de los problemas económicos brasileños por la modificación internacional del precio del café, el aumento del costo de vida y la elevación de su deuda externa y, por otro lado, el descontento militar debido a las condenas aplicadas a los juzgados culpables de la revuelta de 1922.

Se inició así la rebelión de 1924. Después de meses de conspiración diversas unidades se sublevaron en Sao Paulo continuando una rebelión de Río Grande do Sul comenzada en 1923. Dos generales afines al ideario "tenentista" Miguel Costa e Isidoro Dias Lopes se destacaron como sus líderes. Durante casi un mes éstos fueron los dueños de Sao Paulo pese al asedio de fuerzas del Ejército, la Marina y policías estaduales. Aunque nuevamente el sistema político nacional, logró recuperar el control más allá de sus debilidades.

Los rebeldes debieron evacuar la ciudad paulista y se replegaron hacia el sudoeste, con dirección a Río Grande do Sul renovando la tradición de columnas y guerrillas que ya había sido característica en la lucha de los federalistas en las primeras horas republicanas.

Entre los sublevados se encontraba otro militar, el capitán Luis Carlos Prestes, quien posteriormente se unió a las fuerzas del Gral. Isidoro Lopes. Al frente de unos mil hombres -entre soldados y voluntarios - consiguieron resistir la persecución gubernamental durante casi tres años cubriendo los Estados del Sur, Centro y nordeste hasta el Marañao y combatiendo constantemente contra fuerzas regulares del Ejército, policías locales y batallones provisorios de Río Grande do Sul. Finalmente acosados, mal armados y exhaustos, reducidos numéricamente abandonaron su lucha y se internaron en tierras bolivianas mientras Prestes se exiliaba en la Argentina. Pese a ello el espíritu revolucionario quedó en Brasil para manifestarse luego en la Revolución de 1930.

El liderazgo "tenentista" se afirmó como el signo de la falta de legitimidad política. Era un mito heroico que mostraba la actitud contestataria nacida en una parte de la organización militar en la década del 20 pero también tuvo puntos de contacto con las clases medias, la pequeña burguesía y el reducido sector obrero del país. Por ello se constituyó en el embrión de la Revolución de 1930 que puso fin al orden inconcluso inaugurado por la República 'Velha' en 1889.

As í fue como aquel orden que nunca logró construir un contrato social sobre el que institucionalizarse acabó en una revolución mientras el programa de la Columna Prestes era recogido por la Alianza Liberal que, en 1930, levantó la candidatura presidencial de Getulio Vargas, buscando lograr el ingreso de las clases medias y quebrar al viejo sistema político oligárquico o de participación política restringida que se había apoyado en la "Política de los Gobernadores". En este sentido su propuesta más prometedora fue la institución del voto universal y secreto sumada a otras tales como las preocupaciones por la situación social brasileña, el fortalecimiento del poder federal y la posición nacionalista contra la ingerencia extranjera en la economía del café.

La lectura interpretativa que permitieron hacer los hechos revolucionarios fue que la política de cooptación ejercida por el poder político sobre los militares y la 'Política de los Gobernadores' que los involucraba en las represiones contra los Estados rebeldes había afectado el principio de jerarquía y disciplina. Por otra parte también quedó planteada la duda de si los sectores militares intermedios no habían sido también afectados por la política de cooptación por parte de grupos sociales medios, cuestión que iría develándose en un sentido afirmativo con el correr de los años. Desde esta perspectiva instrumental frente a una sociedad inmersa en las tensiones propias de la falta de contrato social y legitimidad del orden político, la concepción moderadora que considera a los militares árbitro de los conflictos, se fue incorporando en el 'ethos' social como una racionalización de justificación de las intervenciones militares asociadas a los fines particulares de determinados sectores sociales..

No obstante lo anterior el análisis histórico demostró que la explicación de los acontecimientos no concluye ni en una concepción instrumental excluyente donde la participación militar es instrumentalizada en función de determinados intereses o actores políticos, ni en una concepción organizacional que considera las intervenciones causadas por exclusivos motivos profesionales.

La revolución de 1930 fue la prueba de la correlación de razones sociales, políticas y organizacionales en las intervenciones militares en política. Se inició contra el sistema oligárquico dominante cuando la política de los Gobernadores en el caso de la sucesión presidencial de Washington Luis rebeló sus falencias internas ante el desacuerdo entre los Estados de San Paulo y Minas de Gerais ya que, Sao Paulo quería imponer la candidatura de Julio Prestes de Albuquerque, mientras que Minas Gerais, Río Grande do Sul y Paraíba unidos en la Alianza Liberal presentaron como candidato a Getúlio Vargas del Estado de Río Grande do Sul.

De ahí que esta Revolución se levantó ante el triunfo de Julio Prestes de Albuquerque como reacción de los Estados excluidos de los beneficios del ejercicio de la "Política de los gobernadores". Así fue como el 3 de octubre de 1930 se inició un movimiento revolucionario que concluyó desatando la mayor de las revoluciones brasileñas, la única que comenzando simultáneamente en los Estados de Minas Gerais, Río Grande do Sul y Paraíba, en pocos días abarcó la mayoría de los demás, alcanzando tres semanas después de la ruptura, la capital del país, produciendo un cambio de orden político, no sólo de autoridades (Vianna, 1977: 573).

Así se produjo la conclusión de dicha política al producir el derrocamiento del presidente Washington Luis y su substitución provisoria por una Junta militar. Mientras tanto las banderas que se esgrimieron fueron el establecimiento del sufragio universal y la moralización electoral, pero otras interpretaciones afines con la perspectiva instrumental consideraron que esta intervención militar era el producto de una alianza opositora entre sectores oligárquicos enfrentados con la hegemonía cafetalera paulista que intentaban salvar sus intereses con una nueva política impositiva, sectores de las capas medias y el movimiento "tenentista" (Dos Santos, 1972: 34).

Por su parte, la línea de continuidad entre estas intervenciones de los militares de la década del '20 y la Revolución del '30 se puso de manifiesto al comprobarse que la larga marcha del 24 había sido compuesta en su enorme mayoría por militares del Ejército, algunos de cuyos miembros fueron los que participaron luego en el gobierno de Getulio Vargas en el 30. Aunque posteriormente se dividieran en conservadores y reformistas.

Pero en 1930 aún estaban unidos en su pérdida de confianza en el liberalismo, en la burguesía brasileña y en la capacidad de la clase media para el autosacrificio. Era pues aquella una perfecta oportunidad para un nuevo Don Pedro, para que un nuevo jefe carismático representase el "papel moderador".

Así fue como Getulio Vargas pareció plasmar el tipo ideal carismático capaz de concluir con la"República Velha" como sistema político de participación restringida. Por lo contrario, había llegado el turno a los sectores medios. Así se produjo la posibilidad de rápido ascenso de los jóvenes cuadros catapultados por su actuación en la Revolución del 30 y de algunos oficiales de la línea intermedia destinados a preservar los canales de vinculación vertical organizacional y el principio de disciplina y jerarquía,como fue el caso del General Goés Monteiro, eminencia gris del período 1930-1945.

Conclusión

De esta manera el estudio de caso brasileño se presenta analógicamente como una aproximación explicativa a la alternancia entre el principio de legitimidad democrática y el uso de la fuerza que caracterizó la política latinoamericana durante el Siglo XX.

Las relaciones cívico militares pasan por diferentes modos de relación que incluyen desde el bajo prestigio militar, baja profesionalización y deseo de confundirse con la sociedad civil hasta un creciente protagonismo frente a conflictos de legitimidad y cambio del orden político monárquico por un orden político republicano.

La continuidad de la indefinición en torno a las creencias y valores sobre los cuales fundar el consenso y la legitimidad de un orden político e instituir la sociedad política se correlaciona con el creciente protagonismo militar.

¿Significa el protagonismo unidad axiológica o ideológica? En realidad el estudio de caso brasileño obliga a distinguir entre participación y unidad ideológica. Porque hacia el seno de la organización militar se repiten y refractan los cuestionamientos y las crisis de la sociedad civil, acentuados en tanto sus mecanismos para operar sobre el conflicto se reducen a su negación o supresión por el uso de la fuerza.

Las distintas formas de participación militar operan como prueba histórica de que la categoría analítica "Fuerzas Armadas" es un concepto político laxo e insuficiente a la hora de incluir explicativamente sus diversas corrientes ideológicas internas, sus divisiones horizontales y verticales y sus distintas conexiones con los diferentes sistemas de representación política.

De un modo general diversas corrientes se manifestaron a lo largo de la historia política. Una convencional que utilizó las intervenciones militares y el uso de la fuerza como soporte de la continuidad política de un poder central progresivamente cuestionado, representado en nuestro caso primero por el poder imperial y luego por la Política de los Gobernadores. La otra opositora al poder político vigente que busca alianzas con los sectores medios de la organización militar como medio para aumentar la propia capacidad de poder. Cuestionada una relación de mando y obediencia el inicial propósito fue lograr una participación popular como apoyo del cambio político. Sin embargo en nuestro caso no prosperó debido a la tradicional apatía política de la masa brasileña aliada a patrones paternalistas de comportamiento político como a la misma oposición de los sectores ya reconocidos dentro del sistema político que temieron que se realizaran cambios violentos.

Las divisiones horizontales en la organización militar, como el "tenentismo", respondieron a razones profesionales pero también al juicio crítico con respecto al sistema político. En nuestro caso un sistema liberal de participación democrática restringida entre otras causas. Por ello a las razones organizacionales se sumaron otras causas sociales, políticas o económicas para alentar y/o justificar la participación militar en política.

En este contexto, se comprende que la mutación desde una disidencia legal hacia una disidencia radicalizada requiera un clima de época que facilite las intervenciones con un discurso político interno y externo que legitima la concepción moderadora y les otorga ese papel de árbitros del conflicto, aunque desde la perspectiva organizacional se afirme que se realiza por excluyentes motivos profesionales.

Por su parte, las causales organizacionales también cuestionan excluyentes explicaciones instrumentales, según las cuales las FFAA actúan como expresión armada o instrumento de determinados sectores sociales más que como manifestación de objetivos propios. En este estudio de caso la participación en los levantamientos de 1922 y 1924 como su antecedente relevante, la Revolución de 1889, pudo considerarse como la transferencia de una "función latente", la función moderadora imperial con respecto a un sistema político en crisis, a la organización militar luego de su proceso de autovaloración organizacional.

Como conclusión, tanto la explicación organizacional como la instrumental merecen una nueva lectura dado que los objetivos profesionales se presentan interrelacionados con los objetivos políticos.

La interconexión entre intervenciones militares y crisis de legitimidad, en nuestro estudio de caso promovida en 1889 por causales religiosas, económicas y militares; o en 1930 por el conflicto provocado por la incongruencia entre el orden formal y real manifiestos en el orden político republicano y una realidad política de dominación oligárquica, control de la sucesión, política de los 'coroneis' y 'salvaçoes', permiten concluir que la fragilidad y baja institucionalización política -en términos de inexistencia de un sistema partidario que refleje todos los intereses en conflicto- crea canales por donde se facilita una participación militar ya motivada profesionalmente en un contexto de época que tiende a justificarlas bajo el concepto de 'función moderadora'.

Las crisis de legitimidad que destruyen una relación de mando y obediencia que no ha logrado institucionalizarse como 'orden', la incongruencia entre la legalidad y los procedimientos reales políticos, el clientelismo político, la acumulación de medidas ineficaces en un contexto de baja institucionalización política en términos de debilidad de los partidos políticos que dejan sin articulación a ciertos sectores sociales y facilitan una política de cooptación sobre los militares para reprimir las protestas de los excluidos, el clima de la época si justifica el uso de la fuerza para suprimir los conflictos, contribuyen para que, un actor social irrelevante bajo un orden legítimo, se termine constituyendo en un actor político informal relevante.

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recibido: 24/06/05
aceptado para su publicación: 08/11/05