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Cuadernos del Sur. Historia

versión impresa ISSN 1668-7604

Cuad. Sur, Hist.  n.34 Bahía Blanca  2005

 

Los tránsitos de lo tangible a lo intangible, y viceversa. El caso del barrio del Abasto de Buenos Aires

María Carman

CONICET - INAPL. e-mail: mariacarman@sinectis.com.ar

Resumen
En este trabajo quiero reflexionar sobre algunos tránsitos de lo tangible a lo intangible y viceversa, para luego pensar cómo se articulan dichas dimensiones en virtud de un patrimonio específico. Para ello voy a analizar, en la segunda parte del trabajo, aquellos tránsitos en relación al patrimonio del barrio del Abasto de Buenos Aires.
El patrimonio intangible cobra vida en las creaciones y recreaciones de personas de carne y hueso, y a su vez es el soporte más o menos visible de la aparición de nuevos monumentos o patrimonios tangibles. En sentido inverso, en algunas ocasiones asistimos a la paradoja de una obra patrimonial que desaparece físicamente y al "desplazarse" a las memorias, ensoñaciones e imágenes mentales de sus testigos, parece fijarse con más intensidad que cuando su "cuerpo" ocupaba un lugar en el mundo.

Palabras clave: Patrimonio Tangible; Patrimonio Intangible; Cartografía Simbólica; Territorio; Emblemas de Identidad.

Abstract
This paper deals with the relationships between the tangible and the intangible, and how these dimensions articulate reciprocally in specific patrimonial objects. In order to do so, the second part of this work analyzes the specific case of "El Abasto" neighborhood in the city of Buenos Aires.
Intangible patrimony becomes alive in the creations and recreations of concrete individuals and materializes in new monuments and tangible objects. Conversely, we sometimes experience the paradox of a monument which, having physically disappeared, seems to have greater actuality now than when it occupied a place in the real world. In this sense, it becomes fixed with more intensity in the memories, daydreaming, and mental images of those who remember it.

Key words: Tangible Patrimony; Intangible Patrimony; Symbolic Cartography; Territory; Identity Symbols.

Introducción

"(...) Con las caras de una palabra quisiera hacer
piedras y mirarlas todas hasta el fin de mis días".

Juan Gelman: el atado.

En este trabajo quiero reflexionar sobre algunos tránsitos de lo tangible a lo intangible y viceversa, para luego pensar cómo se articulan dichas dimensiones en virtud de un patrimonio específico. Para ello voy a analizar, en la segunda parte del trabajo, aquellos tránsitos en relación al patrimonio del barrio del Abasto de Buenos Aires.

A partir de cómo los vecinos piensan y nombran "el Abasto", por ejemplo, se trazan determinados circuitos que quedan "marcados". La evocación, la creencia colectiva en personas y cosas que ya no existen (como es el caso de Gardel o el Mercado Central de frutas y verduras que diera su nombre al barrio) permiten corporizar nuevos proyectos: revistas, publicidades, organizaciones culturales, emprendimientos comerciales o fachadas. El patrimonio intangible cobra vida en las creaciones y recreaciones de personas de carne y hueso, y a su vez es el soporte más o menos visible de la aparición de nuevos monumentos o patrimonios tangibles. En sentido inverso, en algunas ocasiones asistimos a la paradoja de una obra patrimonial que desaparece físicamente y al "desplazarse" a las memorias, ensoñaciones e imágenes mentales de sus testigos, parece fijarse con más intensidad que cuando su "cuerpo" ocupaba un lugar en el mundo. O dicho de otro modo -y siempre desde el punto de vista del patrimonio-, interesa ver cómo algunos muertos pueden conservarse extraordinariamente vivos.

Pero antes de analizar esta cuestión en términos de patrimonio propongo un ejercicio más general: ¿Por qué no evocar algunos tránsitos de lo tangible a lo intangible y viceversa, ese perpetuo movimiento del cual se nutre nuestra vida?

Trayectorias

"Ojalá llegues a ser lo que eres".
Píndaro

"Cada cosa se esfuerza, cuanto está a su alcance, por perseverar en su ser".
Baruch de Spinoza: Etica demostrada según el orden geométrico.

Cualquier cosa que hagamos se apoya en una idea que tenemos sobre nosotros y sobre el mundo, sobre la vida y la muerte. Esas imágenes mentales inspiran el tipo de cosas materiales de las que nos rodeamos: ropas, adornos, plantas, comidas, discos, estilos de muebles o sepulcros... Son solo ejemplos tomados al azar entre miles posibles.

Pensemos con cuánta frecuencia buscamos vivir nuestros sueños, transformarlos en actos1. O en esculturas, novelas, peinados, o en edificios si somos arquitectos. Y de ese recuerdo precario de la infancia, que en parte hemos inventado2 ¿No armamos luego una profesión, un oficio, un hobby, algo que seguirá definiendo nuestra identidad quizá por mucho tiempo?

Creamos objetos, cuerpos, alter egos y modestos Frankenstein, a medida de nuestros sueños o desesperanzas. Nuestras ideas, deseos y recuerdos siempre buscan una expresión material, o por decirlo metafóricamente, buscan arrojar algún tipo de sombra.

No es posible, pues, pensar en las variantes de lo inmaterial sin apelar a las obras en donde lo inmaterial se expresa3. ¿Y en qué consistiría el camino inverso?

Cualquier historia, individual o colectiva, remite a pérdidas y olvidos. Cuando un bien apreciado desaparece o está próximo a desaparecer, intentamos recrearlo en nuestra mente. Dentro de esta dialéctica, lo intangible se vincula con retener algo que se perdió o que no se quiere perder y que por ello es recreado en diversas prácticas (cantos, celebraciones, danzas, escrituras) o representaciones: diversas maneras de pensar, sentir o evocar aquello que si no es revivido en lo cotidiano corre el riesgo de esfumarse4. El tránsito representa en sí mismo una nostalgia, la ilusión de mantener algo que se está perdiendo.

El hecho físico, dice Jung (1997b [1970]: 53), es también psíquico: "la psique es la más grande de todas las maravillas del cosmos y la condición sine qua non del mundo como objeto" (Ibíd., 113). Silva (1992: 20) destaca una articulación similar en relación a los usos y apropiaciones de un espacio urbano: "...en una ciudad lo físico produce efectos en lo simbólico: sus escrituras y representaciones. Y (...) las representaciones que se hagan de la urbe, de la misma manera, afectan y guían su uso social y modifican la concepción del espacio".

En los caminos de lo intangible a la materia, y de una materia a lo intangible asistimos a una pretensión de continuidad o dicho de otro modo, a la voluntad de que algo siga existiendo bajo diversa forma. Estos tránsitos intentan abolir la muerte, real o simbólica, de una persona, cosa, o idea significativa.

En ambos casos, la mutación en algo distinto de lo que se era anteriormente (lo intangible ahora se puede tocar, y lo que ya no se puede tocar, ahora se evoca...) es simultáneamente un gesto de preservación. Si bien estas mutaciones pueden ser discontinuas y tener sus períodos de latencia, siempre anclan en una forma previa.

Ahora intentaré trasladar esta idea de constante movimiento a la construcción colectiva5 de un patrimonio, a partir de la investigación etnográfica realizada en el barrio del Abasto de Buenos Aires durante diez años (1993-2003).

Por supuesto que también existe una convivencia simultánea entre patrimonios tangibles e intangibles, pero en este artículo quiero recortar arbitrariamente ambos tipos de patrimonios y ocuparme de cómo se produce el pasaje de uno en otro: de lo material a lo inmaterial, y de lo inmaterial a lo material otra vez6. Voy a exagerar sus diferencias con fines analíticos, lo cual puede derivar en una versión simplificada de los mismos; se trata de una licencia poética para desplegar las ideas con mayor libertad.

Patrimonios del Abasto

"(...) Y ahí está, todavía intacto, con su fachada color camello, ese enorme
santuario de antiguos aromas... (...) A partir de ahora, su aroma será una
mezcla de pop-corn y fast-food. Pero caminando por los alrededores aún se
pueden encontrar los olores característicos del Abasto: ginebra, Particulares,
muzzarella, fernet, choripán, grappa, 43/70, anchoas, moscato, mate,
mortadela, aina, gin, Pineral, café, Hesperidina, ajo, Gancia; olores
verdaderos... (...) Y el presente del Abasto es el que se ve: un barrio que
pasa de lo reo a lo fashion, perdiendo definitivamente sus ojeras de zorzal".
("Tango del Abasto. Pasado y presente de un barrio porteño". Diario Página/
12, 8/11/98, suplemento Turismo, pág. 8).

En el prólogo de Antropología y Patrimonio de Prats (1997: 9-11), Duclos retoma la concepción del patrimonio de Nora como un "refugio compensatorio" frente a los cambios excesivamente rápidos de nuestras sociedades, y los fantasmas de la ruptura y el desorden. Pero ese "refugio" tampoco es inmóvil pues en él se mezclan diversos espacios, tiempos y puntos de vista ciudadanos.

Mi intención no es desplegar aquí un análisis pormenorizado del conjunto patrimonial del barrio del Abasto de Buenos Aires, para lo cual remito al lector al trabajo respectivo (Carman 2003). Me limitaré a señalar algunas líneas significativas de los procesos de patrimonialización que se han desencadenado en el espacio barrial en los últimos años, especialmente a partir de la renovación urbana que implicó la reapertura del shopping Abasto de Buenos Aires a fines de 1998, en el mismo predio que antes ocupaba el Mercado central de frutas y verduras de la ciudad7. Dicho proceso se vio acompañado con la inauguración de torres-country8, un hipermercado, un hotel internacional, la calle peatonal Carlos Gardel, el monumento homónimo, un restaurant temático, casas de antigüedades, etc. No obstante, el barrio todavía conserva una fuerte impronta popular: alberga cantinas, hoteles pensión y casas tomadas; pese a la vasta cantidad de desalojos operados por la empresa privada a cargo del reciclaje barrial.

En un inventario tan minucioso como caótico de los "pelos y señales" con los que los vecinos del Abasto identifican a su barrio, se confunden los olores ya desaparecidos con los olores nuevos; los motores de los camiones transportando frutas con los de las grúas reciclando el Mercado; los changarines de antes con los ocupantes o linyeras de ahora; el tren de la muerte9 de 1871 y el shopping o las torres-country como figuras inversas, que tratan de abolir la muerte; los viejos teatros con los multicines del shopping; el fuego que devoró parte del Mercado en la década del 50 y el fuego en la calle como parte de las fiestas under del teatro Babilonia en los 90; el tango surgiendo en una esquina del barrio con un Gardel gordito y desconocido con el actual tango for export y consagrado en los vitraux y la decoración del hotel internacional Abasto Plaza; los obreros muertos en la construcción del viejo Abasto y los que murieron en su reciclaje; la fiebre amarilla que asoló al barrio en 1871 y los actuales ocupantes ilegales portadores de HIV... En el boceto del cuadro10 que ofrece a mis ojos el escenario barrial; se mezclan11 en la tela los tiempos y las estéticas contrapuestas del kipá con los camiones, el picante de pollo boliviano con la fruta podrida, los vidrios espejados y antenas parabólicas con las piezas de cartón corrugado y el rostro de Gardel en el shopping sonriéndole a la materia fecal del ocupante rodando por la alcantarilla.

Esta representación compleja y múltiple surge del enfrentamiento de visiones del mundo diferentes o antagónicas: la del propietario de clase media, el comerciante, el ocupante ilegal, el consumidor del shopping, el nuevo morador de las torres-country, el inquilino del hotel-pensión, el profesional del centro de salud barrial, el operador inmobiliario, el linyera... Ya que esta porción de la ciudad reúne, como bien señala Bourdieu (1993: 9),

...a personas a las que todo separa, obligándolas a cohabitar, sea en la ignorancia o en la incomprensión mutua, sea en el conflicto (…) no basta con explicar cada uno de los puntos de vista captados por separado. También hay que confrontarlos como ocurre en la realidad, no para relativizarlos dejando actuar hasta el infinito el juego de las imágenes cruzadas sino (...) para poner de manifiesto (...) lo trágico que nace de la contraposición (...) de puntos de vista incompatibles, por estar igualmente fundados como razón social.

Lo cierto es que para relevar el proceso de construcción del patrimonio local, resultó imprescindible un trabajo de campo exhaustivo junto a esos habitantes con distintas perspectivas; incluyendo también los imaginarios de los grupos con menor capital cultural, económico y social (y por ende simbólico) por imponer su visión como parte del patrimonio legítimo. Recién entonces pude comprender por qué y de qué modo los actores transforman lo inmaterial en material y a la inversa, cómo siempre la materia, palpable y concreta, está sujeta a una infinita secuencia de interiorización simbólica que da la clave de sentidos socialmente compartidos.

Ahora bien, para analizar los tránsitos de un tipo de patrimonio a otro, retomaré brevemente algunos casos paradigmáticos del barrio del Abasto de Buenos Aires. En primer lugar haré mención a los circuitos que trazan los vecinos de clase media. Luego me ocuparé de las representaciones simbólicas tejidas en torno al Mercado de Abasto y sus alrededores, y finalmente he de comentar algunos ejemplos de cómo la figura de Gardel continúa extraordinariamente viva.

Circuitos del Abasto: territorios propios y ajenos

Hugo cruza la calle desde la puerta de su baldío
tomado, y nos apoyamos justo enfrente, desde donde
tenemos una vista panorámica de todo aquel que atraviesa la
calle cortada en diagonal. Si son mujeres con niños, pasan;
en caso contrario, otro de los hombres del baldío cobra un
"peaje": se interpone en el camino del transeúnte -;todos
caminan por el medio de la calle, porque prácticamente no
pasan autos-; y le pide una moneda. Son pocos los
"extranjeros" que pasan, y todos aparentan ser vecinos
porque al cruzar su mirada con la de Hugo o el otro hombre
hacen algún tipo de reverencia a estos "dueños" de la calle
cortada. (Registro de campo)

Me interesa explorar dónde se encontraban los límites, materiales y simbólicos, que demarcaban este territorio desde la perspectiva de los actores. Esta categoría -;corrientemente utilizada por los geógrafos y antropólogos en sus consideraciones sobre uso de espacios-;, alude a una marca de habitación de una persona o grupo, que puede ser nombrado o recorrido física o mentalmente. Según Silva (1992: 50-51), el territorio "...se nombra, se muestra o se materializa en una imagen, en un juego de operaciones simbólicas en las que (...) ubica sus contenidos y marca los límites". Lo interesante de esta concepción del territorio es que está haciendo mención -;además de otras elaboraciones simbólicas-; a una estrategia de comportamiento social o urbano. Según la estrategia en cuestión, se han de delinear territorios de diversa índole: como ejercicio del lenguaje (vale decir, discursivos) o bien como marcas visibles.

De esta manera, tomo distancia de las concepciones biologicistas del territorio, que realizan una extrapolación peligrosa de la defensa del territorio en los comportamientos animales, a las conductas humanas12. Lejos de tal connotación, me interesa pensar el entramado barrial como una superposición de territorios en tanto espacios vividos, marcados y reconocidos por sus habitantes.

Desde esta perspectiva, ¿Dónde se oculta, dónde aparece o se deshace el territorio en nuestro estudio de caso, el barrio del Abasto? ¿Dónde se encontrarían los límites, materiales y simbólicos, que demarcan esos territorios diversos? Siguiendo la línea expositiva de Silva, podemos argumentar que los territorios cuentan con un umbral a partir del cual sus actores se reconocen, y dentro de sus horizontes pueden percibirse como dentro de "su" entorno.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando esos "umbrales" son traspuestos, y el etnógrafo se interna en el "corazón" de un territorio de otros?

A la vuelta me fui caminando por el pasaje; había un montón de gente en la puerta de las casas tomadas, con sillas afuera. (...) Había dos hombres parados en la puerta -uno sin remera, en ojotas y con un extraño sombrero, el otro con un tetra brick en la mano- que me miraron con cara de pocos amigos cuando yo sólo estaba caminando por la vereda. Parecía además que "lo que corresponde" es en verdad caminar por la calle y no por "su" vereda, ya que la vereda les pertenece a ellos. La vereda es más un espacio privado que público: ésa es la sensación que tengo a partir de la hostilidad que demuestran. La calle -que como es una cortada se puede caminar perfectamente- es el único espacio público, y hasta por ahí nomás. Ante esta situación tensa -ellos no me sacaban los ojos de encima y yo me sentía "invadiendo" su lugar- terminé caminando por la calle. Diario de campo

Aquí el extranjero "se delata" en su aparecer inapropiado, ya que no respeta las marcas de reconocimiento del grupo y se torna sospechoso. El territorio se construye a partir de la diferencia, en la medida en que estrecha sus límites e identifica a la presencia extranjera que excluye como diferente al "nosotros" inclusivo.

Si caminar por ciertas cuadras -el pasaje Zelaya, Anchorena a la altura del Mercado, Lavalle-; a plena luz del día puede inspirar ciertos reparos, la noche lo transforma en un ámbito temido y se convierte en un "territorio vedado". Los testimonios de los vecinos de clase media dibujan por sí mismo el croquis13 del barrio público y el privado, del permitido y el prohibido:

...ya era de noche y hacía muchísimo frío; cuando bajé del colectivo en Jean Jaurés, vi el pasaje tan tenebroso que no me animé a pasar por ahí, y di toda la vuelta por Corrientes... Cuando pasé por Anchorena había un fuego que salía de una lata que había sobre la vereda para calentar a un par de tipos. Era imposible pasar con ese fuego por la vereda, así que doblé por la calle, como otras personas que pasaban....Aurora, aprox. 50 años

El otro día venía de Chacarita en el 71, pero me daba tanto miedo ir por Anchorena que no sabía que hacer... ¿Qué hago? ¿Me tomo un taxi por 2 cuadras?
Sandra, aprox. 30 años

Me acuerdo, una vez salía de acá y dije bueno, voy a volver caminando por Lavalle así conozco un poco el barrio, y el señor de vigilancia de abajo me dijo: "No se lo recomiendo señora, es muy peligroso" así que no fui nada (sonríe). Clara, aprox. 40 años

Yo tengo ciertas reglas (se ríe). Si es de noche, vuelvo por Bustamante, jamás por Gallo. Y nunca voy caminando para el lado de Pueyrredón por Lavalle, porque son cuadras muy terribles. Aldo, 53 años, vecino

Cada vecino de esta "ciudad" de casi 20.000 habitantes15 elegía qué sendero tomar, dentro del espectro total de caminos posibles. El sendero escogido solía ser coincidente en determinados grupos sociales. Al respecto, Silva acota con mucha agudeza que en ocasiones, los deseos de muchos hacen que al recorrer el mismo camino éste quede marcado. En procura de encontrar un nombre que dé cuenta de esta práctica social tan rica de significados, he optado por llamarla huella.

Denomino huella a las elecciones recurrentes de un mismo camino que provocan que éste quede "marcado". La huella se conforma a partir de una práctica selectiva ("este camino y no otro") que puede estar orientada, deliberadamente o no, según determinados fines: evitar ser homologados a sectores menos cotizados, rehuir a peligros reales o simbólicos, etc. Estas elecciones suelen corresponderse con ciertos esquemas de percepción similares en los actores involucrados. Análogamente a lo que sucede en una huella de un bosque o selva, cuando ésta deja de ser transitada en forma constante, se desdibuja o desaparece: pierde entidad como tal.

A partir de cómo se piensa y se nombra al Abasto15, se trazan determinados circuitos y se dibujan ciertos croquis que quedan marcados. Dichos imaginarios instituyen zonas lícitas y prohibidas y ciertas formas de leer e interpretar el espacio.

Esta breve exposición me lleva a formularme otras preguntas: ¿Por qué la gente de la ciudad usa el shopping pero no pasea por el barrio? ¿Por qué se apropian de este shopping los sectores populares de otros barrios del Sur, como por ejemplo los provenientes de La Boca, y no así los provenientes de otros barrios más prósperos? A pesar de los millones de pesos invertidos para ennoblecer al barrio, la gente del barrio y la ciudad en su conjunto continúa pensando al Abasto como un sitio popular, peligroso, intransitable, poco propicio para el miniturismo. Probablemente los nuevos modos de pensar y sentir el Abasto que se pretenden instituir desde la inauguración del shopping en adelante (el Abasto como símbolo de la modernidad, de una porteñidad recuperada, o de la victoria sobre lo popular visto como sucio y contaminante), solo vayan sedimentando a mediano o largo plazo, superpuestas con otras formas contradictorias de vivirlo.

La suerte del Mercado y sus alrededores

Una distancia llena de olvidos
(era como un puente lleno de agujeros)

Felisberto Hernández: tierras de la memoria

En el marco del proceso de renovación urbana que comentáramos antes, el edificio del antiguo Mercado de Abasto permaneció en pie, mientras otras obras arquitectónicas del barrio corrieron peor suerte. Las fuerzas del mercado demolieron casas y reciclaron otras, invistiendo al paisaje barrial de estéticas más cercanas al gusto de la clase media:

...Se está limpiando al barrio; es un proceso lento. Soros compró este
baldío de la esquina que me dijeron que estaba lleno de prostitutas y
ladrones. Les dio la plata que querían. No importaba cuánta: lo único
importante era que se fueran.
Vendedora de los departamentos de las
torres-country

Estela: ...Y además parece que nos quieren desalojar porque este lugar es
medio leyenda, medio historia...
Marta: Claro, esto era una cantina muy famosa...
Estela: Sí pero además hay una leyenda, que venía Gardel...
Marta: Pero eso era más antes todavía.
Estela: (...) Bah lo que pasa es que la casa afea, queda mal a la vista...
Estela y Marta, habitantes de casas tomadas

Y a pesar del vasto número de desalojos, demoliciones y posteriores "liftings"... ¿Por qué subsiste un espíritu del lugar, vinculado a los espacios practicados de los sectores populares? Los cimientos de esos edificios se desplazan a los recuerdos y ensoñaciones de quienes los conocieron; imágenes que parecen fijarse más significativamente cuando el objeto físico que evocan desaparece.

(...) Este barrio no sirve (...). hay una lucha tremenda para ver que va a pasar, viste (...) Porque imaginate que si esta casa se vendiera, la gente que viene empezaría a empujar para que se saquen los boliches o las otras casas... Pero no van a poder! No es tan fácil! Esto es algo que tiene reminiscencias desde hace 50 años!! No les va a ser tan sencillo... Este barrio es así desde hace mucho! ...Los de ahora son boliches de última categoría, pero a nosotros nos conviene que estén, porque de última es la misma crema... estamos todos metidos en la misma salsa, o no? Mientras tanto para nosotros mejor, porque mientras estén las casas tomadas y los boliches y la cosa no cambie estamos como... más afianzados...
Alberto, habitante de una casa tomada

En el Abasto parecen tener más peso los patrimonios intangibles asociados a las vivencias de sus habitantes, que las flamantes construcciones que pretenden instituirse como patrimonio tangible16, o bien apelando a otros patrimonios locales17.

Una paradoja similar nos introduce en el caso del ex Mercado Central de frutas y verduras, ahora convertido en el shopping Abasto de Buenos Aires. Por un lado, el Mercado ha sido desde siempre el referente patrimonial por antonomasia del barrio y lo continúa siendo en un sentido formal, pues la obra ha mantenido intacta su histórica fachada. No obstante, su interior funciona como un "anti-museo": resulta difícil evocar al viejo Abasto en un edifico tan recargado de nuevos diseños, texturas, olores y sonidos18. Podemos tocar el Mercado; lo que no podemos es tocarlo tal como era entonces -aunque conserve su mole física- pues su presencia simbólica cambió. Lo interesante en este caso es que el patrimonio intangible no solo alude a un lugar intensamente vivido y soñado, sino también a un tiempo perdido.

Las evocaciones se vinculaban con lo que había sido el Mercado, con lo que era mientras permaneció vacío y con lo que iba a ser. Ahora que una de esas vertientes del tiempo, el presente, adquirió una forma concreta (el shopping), se acotaron las versiones sobre los futuros posibles. A menos que ocurra alguna catástrofe, el shopping -así como los demás emprendimientos comerciales de sus alrededores: el hipermercado, las torres-country, el restaurante temático y el hotel internacional- sólo tenderán a, como diría Spinoza (1980 [1677]), "perseverar en su ser". En el caso del ex Mercado de Abasto, esta reproducción de sus condiciones de existencia se expresan tanto en el silencio19 como en una política activa de promoción cultural20.

En tanto el futuro ya está encaminado en una dirección más o menos previsible, la fuerza mítica de ese objeto-símbolo (el ex Mercado de Abasto) y del barrio todo se desplaza a aquella zona vital que todavía permanece indeterminada: su pasado21.

Siempre se pueden "descubrir", como en una expedición arqueológica, nuevos pasados22 para el barrio. Siempre estamos a tiempo de yuxtaponer unos pasados a otros y de seguir recopilando las efemérides locales, las piezas de antología, el anecdotario más o menos comprobable, el álbum de los recuerdos... como sucede con la figura del morocho del Abasto.

Gardel murió hace 70 años y sin embargo continúa extraordinariamente vivo23. Su imagen más estereotipada, símbolo de la plenitud de su fama, se encarna en una sonrisa que se multiplica en postales, folletos comerciales, publicidades, periódicos locales, así como en las "vitrinas" y fachadas más significativas del barrio. El morocho del Abasto renace también en cada clase de tango, sonido de una vitrola o compact disc, y en una cantidad inmensa de variantes que van desde la página de Internet del restaurante temático Carlos Gardel hasta los trajes y letras de las canciones de la murga los chiflados del Abasto. Su historia es recreada en toneladas de tinta de los revistas y diarios que circulan por el barrio y compiten entre sí; incluso se le han dedicado dossiers, acentuando esta impresión de suprema actualidad. Las recreaciones de su biografía se apoyan en muchos casos en la gente del barrio que lo conoció, como es el caso del peluquero con quien el zorzal se atendía. Por otro lado, todos los nuevos emprendimientos del Abasto adoptan su nombre a la vez arcaico y moderno: desde las agrupaciones o movimientos conservacionistas hasta las casas de antigüedades, la plaza seca del shopping, las torres-country, etc.

En este sentido, el monumental Libro del Abasto -editado por IRSA, la empresa responsable de estos emprendimientos comerciales- se instituye también como un cruce entre lo tangible y lo intangible. Se trata de un libro ilustrado y lujoso que recopila, entre otras cosas, anécdotas y curiosidades de las celebridades nacionales e internacionales (artistas, científicos, políticos) que han tenido algún vínculo con el barrio a lo largo del siglo pasado. El ambicioso proyecto suma ad infinitum esos aparentes sucesos memorables y otorga un máximo de visibilidad a acontecimientos efímeros y dispares, para realzar el prestigio del patrimonio que se pretende erigir.

Hemos visto a vuelo de pájaro algunos modos en que el Mercado, la historia barrial y Gardel son utilizados como emblemas de identidad de distintos grupos para múltiples recreaciones y activaciones patrimoniales. Lo invisible se convierte, en fin, en sustento de lo visible, aunque luego lo construido corre por su cuenta y fluye con su propia sangre, como esos modestos Frankenstein que mencionamos al comienzo.

Epílogo

"Lo finito no sólo cambia, tal como algo en general, sino que
perece; y no es simplemente posible que perezca, de modo que
pudiese también existir sin tener que perecer, sino que el ser
(existir) de las cosas finitas, como tal, consiste en tener el germen
del perecer como su ser-dentro-de-sí: la hora de su nacimiento es
la hora de su muerte".
Georg W. F. Hegel: Ciencia de la lógica

En el marco de este artículo analicé por qué no resulta posible analizar el patrimonio intangible desgajado del tangible, en tanto ambos están inmersos en una dialéctica de conservación y destrucción, usos y abandonos, olvidos y recuerdos.

Pensar el patrimonio en términos de tránsitos implica además el esfuerzo analítico y genealógico de reconstruir qué hubo antes de ese patrimonio tal como se presenta ahora. Y no porque el patrimonio constituya una mera "reacción" de un movimiento anterior, sino para no incurrir en el error de cristalizar un momento sin tener en cuenta el trayecto donde sus formas de despliegue adquieren un sentido. No se puede, pues, dar cuenta de los bienes que conforman determinado patrimonio sin atender otras prácticas más amplias (que no necesariamente se subsumen a activaciones patrimoniales) a lo largo de un cierto período de tiempo y en relación a otros espacios de la ciudad y en última instancia, del mundo global. En este sentido, el patrimonio jamás se inventa desde la nada y en el vacío, sino que se construye a partir de lo que "ya se encuentra ahí"24.

Y la materia, como dice Hegel, está destinada a desaparecer. También el nuevo barrio del Abasto ha de desaparecer algún día, dejando a su paso otra memoria que abrirá el camino para una nueva materialidad.

Notas:

1 Como sostiene Jung (1997a [1964]: 44), los sueños pueden anunciar ciertos sucesos mucho antes de que ocurran en la realidad, lo cual no es ni un milagro ni una forma de precognición. El autor afirma que el inconsciente alberga gérmenes de futuras situaciones (Ibíd., 34-6). Otros autores también trabajan la idea de cómo en el sueño se suspende el tiempo y se incorporan con frecuencia detalles de la experiencia futura (Graves 1996: 461-463 y Bachelard 1993 226-230).
2 La importancia del relato de vida no radica en que sea cierto o no, sino -retomando a Barthes, (1984:179-187)- en el efecto de real que produce, no solo en relación a los demás sino para el propio sujeto. Esto implica reconocer este caracter ficcional de todo relato, por más testimonial que éste se pretenda; aquello que Robin (1996: 14) denomina la ilusión biográfica o, en otros términos, la imposible narración de sí mismo. Con esto aludimos, siguiendo su razonamiento, al hecho de que al mismo tiempo se es y no se es la persona de la cual se habla. Citamos a la autora: "Uno se inventa una historia que tiene que ver a veces con hechos reales, a veces no, pero luego uno pasa realmente a ser su propia historia" (Ibíd., 32). La prestigiosa revista francesa Actes de la Recherche en sciences sociales dedicó un número especial a la temática de la ilusión biográfica, en donde Bourdieu -junto a otros autores- aborda las metáforas implícitas en la noción misma de "historia de vida"; y los aportes en este sentido de los nuevos modos de expresión literaria. (Cfr. Bourdieu 1986: 69-72).
3 Estas ideas nos remiten al concepto de inscripción que fue minuciosamente trabajado por Ricoeur (1979: 73-88) y retomado por Geertz (1987: 31). El acto de inscripción en Ricoeur, al igual que en Geertz, consiste en fijar un discurso que por definición es débil, en tanto tiene el carácter de un acontecimiento efímero que si no es fijado, desaparece.
4 A mi criterio, nadie trabaja tan agudamente esta cuestión como el narrador uruguayo Felisberto Hernández (1995) en su célebre "Tierras de la memoria". El olvido y el recuerdo de los hechos más sutiles de la infancia se funden en un relato en tiempo presente a través de imágenes "carnales": los túneles de la memoria, o las excavaciones de los escombros de la memoria.
5 Esto implica dar paso a una explicación ya no en términos individuales, sino sociales. En este sentido, no está de más reproducir aquí la definición de patrimonio de Prats (1997: 19-20) como una construcción social ideada "...en algún lugar y momento, para unos determinados fines, e implica (...) que es o puede ser históricamente cambiante, de acuerdo con nuevos criterios o intereses que determinen nuevos fines en nuevas circunstancias". En sintonía con lo que venimos desarrollando acerca de la continuidad, esta concepción del patrimonio es asociada a la imagen del legado que una generación deja a sus sucesores para que la vida continúe (Ibíd., pag. 7, prólogo de Duclos).
6 También sería importante reparar en la materialidad de lo intangible y en la intangibilidad de lo material, tarea que probablemente ameritaría la redacción de otro trabajo.
7 Repaso brevemente algunos hitos de la historia barrial para quienes no se encuentran familiarizados con ella. El barrio del Abasto se configuró alrededor del Mercado Central de frutas y verduras homónimo que allí fuera emplazado a fines del siglo XIX. En torno del Mercado se desarrolló una vasta actividad sociocultural caracterizada por la presencia de cines, teatros, fondas y cantinas que agrupaba a puesteros y otras personas que se reunían en este barrio poblado de conventillos y de fuerte impronta popular. Su máxima figura en las primeras décadas del siglo XX fue Carlos Gardel, que vivía en el barrio y cantaba junto con otros artistas en los bares que rodeaban al Mercado, en los comienzos del tango, por lo que fue conocido como el morocho del Abasto.
Las edificaciones que se fueron construyendo en las décadas siguientes como complemento del Mercado original dan cuenta del crecimiento que fue experimentando el barrio, en coincidencia con Buenos Aires. Pero precisamente, como la ciudad siguió creciendo y el Mercado de Abasto había quedado dentro de su radio central, comenzó a crear más problemas que soluciones, por lo que fue trasladado al conurbano bonaerense. Desde que el Mercado fue clausurado en 1984, el lugar perdió parte de la singular vitalidad que le era propia desde fines del siglo XIX. Varias familias quedaron sin trabajo, ya que gran parte de la zona del Abasto giraba en función del Mercado. Por otra parte, los espacios que quedaron vacíos tras la clausura del Mercado (casas, antiguos depósitos) fueron progresivamente ocupados por sectores populares, a lo largo de estos últimos diecisiete años.
Es interesante constatar que el fenómeno de las ocupaciones ilegales, que comienza a fines de la dictadura militar y principios de la democracia -1983 en adelante- es contemporáneo a la clausura del Mercado de Abasto, acaecida en 1984. El despoblamiento de determinados espacios, sumado al hecho de ser un barrio "de los márgenes" pese a su ubicación céntrica, más el ablandamiento de las prácticas tras la caída de la dictadura, son todas circunstancias que se combinaron de un modo singular para que determinados sectores -recién llegados, ex inquilinos- "rompieran candado" en distintos rincones del Abasto; así como también en otros lugares de la ciudad con características similares.
Una de las peculiaridades que distinguen a este barrio es el marcado contraste entre los grupos sociales que allí conviven, ya que encontramos residencias de clase media (edificios, casas dúplex, etc.) contiguas a deteriorados conventillos de sectores populares. Hasta hace pocos años se concentraban en quince manzanas más de medio centenar de casas tomadas, incluyendo algunos baldíos, y una veintena de hoteles pensión. Dar cuenta de este escenario urbano implica reconocer actores contrapuestos como las instituciones "prestigiosas" y las populares; propietarios y linyeras; inmigrantes del interior del país y de otros países cercanos (Bolivia y Perú); vecinos de clase media y ocupantes ilegales de casas tomadas.
Luego de esta larga hibernación desde la clausura del Mercado en 1984, el barrio comenzó a experimentar en los últimos años una vertiginosa mercantilización de sus espacios.
8 Las torres en cuestión son conocidas como los "countries en la ciudad" que se impusieron como moda en los últimos tiempos en Buenos Aires. Se trata de edificios perimetrados con servicios adicionales: pileta, parque, gimnasio, circuito aeróbico, etc.
9 Se llamaba tren de la muerte al ramal que arrancaba de Jean Jaurés y Corrientes en 1871, llevando a las víctimas de la peste de fiebre amarilla rumbo al cementerio de la Chacarita.
10 Los cuadros, según Deleuze, son "...líneas de luz antes de ser contornos y colores". El autor realiza un análisis de la pasión que tenía Foucault por hacer "... descripciones que tienen el valor de cuadros", ya que el cuadro da cuenta de las singularidades de una relación de fuerzas. El diagrama de las fuerzas de un determinado contexto se actualiza a través de estos cuadros-descripciones, que "... hacen surgir los reflejos, los brillos, los destellos, visibilidades variables según las horas y las estaciones..." (Deleuze 1987: 109-110).
11 Silva concibe la ciudad como el lugar del mestizaje y del encuentro cultural: "la ciudad mezcla hábitos, percepciones, historias, (...) y es precisamente en la intermediación de todas esas intermediaciones (...) como va aflorando (...) la personalidad colectiva de la ciudad". (Silva, A.; 1992: 62. La negrita pertenece al autor). La experiencia de la mezcla se refiere tanto a "...sus aspectos físicos cuanto simbólicos: en lo físico, pues se mezclan los colores, los ruidos, las formas, los signos, las letras, como una forma de permanentes collages (...) que si bien la ciudad entrega en un caos dependiendo de múltiples iniciativas, cada ciudadano en el 'recorrer de la ciudad' les da un orden particular; y mezcla simbólica en cuanto los entrecruces de ideologías, de posibles construcciones de relatos individuales que en conjunto hablan de la ciudad, la representan, la cuentan y la recuerdan". (Silva 1992: 63).
12 Cfr. Hall 1983: 125-138 y Di Siena 1970: 7-39.
13 Silva sostiene que el destino de un croquis consiste en "...representar los límites evocativos o metafóricos, aquellos de un territorio que no admite puntos precisos de corte por su expresión de sentimientos colectivos o de profunda subjetividad social". El autor opone el mapa -;las clásicas líneas continuas de la cartografía física-; al croquis, expresión de una cartografía simbólica que más allá de ciertos límites físicos alude y asocia el territorio a una cultura y otras circunstancias más representables (e imaginables) en las líneas punteadas de un croquis. Los usos de la ciudad van configurando, según el autor, unidades territoriales recomponibles a nivel del levantamiento de croquis. En tanto éstos se representan en muchas formas y bajo infinidad de circunstancias, su equivalente visual ha de ser menos visible -;no se trata de una simple carta geográfica-; pero naturalmente más rico y complejo. De este modo concluye que "...el antropólogo urbano tiene por oficio la reconstrucción de los croquis de la ciudad, lo cual va a emparentar su oficio con una definición de cultura, pero muy ligada al uso y evocación de los espacios habitados por los ciudadanos en el flujo del acontecer histórico". (Silva 1992: 59-60).
14 La estimación fue realizada en base a la suma de los datos de población total de las fracciones censales No. 16 y 25 del Distrito Escolar II, que coinciden casi con exactitud con la zona que delimitamos como barrio del Abasto.
15 Algunos vecinos apelan a "el Abasto" como un referente significativo de identidad, o bien como una estrategia para construir una imagen más cotizada de sí mismos. No obstante, otros vecinos que viven en el Abasto -e incluso literalmente frente al Mercado homónimo- alegan vivir en Almagro, Balvanera, o en la más genérica Buenos Aires, y desconocen la denominación del barrio o prefieren echar mano a otros referentes espaciales. Desde aquí es necesario replantearse qué significa "ser del Abasto", y de qué modo sus habitantes disputan, abierta o subrepticiamente, sus espacios y significados, en relación a los demás actores sociales relevantes del barrio y fuera de él.
16 Podemos citar el ejemplo del restaurante temático que se inauguró en la ex casa tomada Chantacuatro, una famosa cantina donde había cantado Gardel. "Como Carlitos, nosotros también, cada día... mejor", reza su promoción en los diarios nacionales.
17 Este es el caso de las torres-country, que reciben nombres tangueros: Carlos Gardel, Enrique Santos Discépolo y Aníbal Troilo. Estos nombres fueron repetidos hasta el hartazgo para su promoción tanto en los diarios que describían el emprendimiento comercial como en los folletos de publicidad. La ironía es que estas torres presentadas como "porteñas" fueron levantadas previa demolición de casas chorizo características del barrio. Diversos actores de la ciudad acusan a los constructores de estas torres, consideradas "...el aporte más negativo y menos contemplativo para con la ciudad, ya que sus características no responden en absoluto a los rasgos distintivos y topológicos de Buenos Aires" (revista Summa 1999, No. 35, pág. 138).
18 Todavía subsiste una profunda controversia sobre la mantención o no de la "pureza" del Mercado de Abasto. Los responsables de su reciclaje (a cargo de la empresa IRSA) se jactaron en numerosas ocasiones de recuperar el barrio de Gardel, enfatizando que el progreso constituía el mejor camino para conservar el pasado. En el evento de inauguración del shopping, el presidente de la empresa IRSA, Eduardo Elsztain, expresaba ante una multitud: "para nosotros lo más importante es que se construyó sin destruir la historia" (Talar y Ferrando 1998: 202).
En la vereda opuesta, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) -órgano consultivo de la UNESCO en patrimonio cultural mundial- alude al "reciclaje abusivo" del Mercado de Abasto (Diario La Nación, jueves 1/2/2001, pág. 1). A raíz de esta polémica por el estado de los sitios históricos, el director ejecutivo de Fundación Antorchas también objetó que el interior del Abasto no haya sido respetado. (Diario La Nación, 5/2/2001, pág. 10). La revista Summa (1999, No. 35, 136-150) también alude a la impresión que causa los juegos como el"martillo" o la "montaña rusa" en el espacio interior del shopping.
19 Según Bourdieu (1990: 215-224), los poseedores de legitimidad en un determinado campo sacan provecho del capital acumulado a partir de un discurso del "cae por su propio peso": pueden permanecer silenciosos porque solo hay que ser como son para ser como hay que ser.
20 El proyecto del Abasto produce un enlace poderoso, un vínculo activo entre cultura y economía que permite remarcar su especificidad. El shopping auspicia prestigiosos eventos culturales; algunos de ellos junto al Gobierno de la Ciudad. Entre los más relevantes podemos mencionar un espectáculo de ballet que se desarrollaba, curiosamente, en la otra obra monumental que construyó el genial Delpini junto al Mercado de Abasto: la cancha de Boca Juniors. Otro de los espectáculos que el shopping auspició fue el musical El hombre de la Mancha, que tuvo una gran repercusión. Abasto de Buenos Aires auspició también el festival internacional de cine independiente. Los ejemplos continúan y en todos los casos, el shopping procura asumirse como un "centro difusor de nuevos valores asociados a padrones contemporáneos de vida urbana" (Torres Ribeiro y Sánchez García 1996: 173). Por supuesto que resulta imposible pasar por alto -espacialmente en un barrio popular como el Abasto- la paradoja entre la aparente inclusión cultural y el reconocimiento de las identidades, y la exclusión material y económica de los habitantes del barrio que no acceden a esas ofertas culturales, ni tampoco a los bienes patrimoniales supuestamente ofrecidos para el disfrute de todos (Cfr. Fiori Arantes 1996: 233).
21 ¿Por qué algunos fantasmas son más poderosos que las personas de carne y hueso? ¿Por qué en algunas ocasiones el patrimonio intangible cobra más fuerza que el tangible? ¿En qué consiste esa relativa indeterminación del fenómeno simbólico? Amén del ya clásico trabajo de Castoriadis (1993, cap. 3), esta indeterminación del pasado también puede ser pensada extrapolando algunas teorías de la psique individual para abrir nuevos caminos de análisis sobre las memorias colectivas. Vuelvo otra vez a Jung (1997a: 31): "...las ideas olvidadas no han dejado de existir. Aunque no pueden reproducirse a voluntad, están presentes en un estado subliminal -precisamente, más allá del umbral del recuerdo-, del cual pueden volver a surgir espontáneamente en cualquier momento, con frecuencia, después de muchos años de aparente olvido total".
22 No sólo es posible reinventar el pasado sino también el presente. El folleto del hotel Internacional Holiday Inn (hoy Abasto Plaza) describía, por ejemplo, de qué modo los recuerdos del "Tango Querido" de Gardel se cuela "...por entre los cafetines y cabarets, y llegan vibrantes a los salones de Holiday Inn Select del Abasto en donde todos los días se escucha el mejor tango argentino". Lo curioso es que hoy día no existen tales cabarets que caracterizaran al Abasto en la época donde funcionaba el Mercado central de frutas y verduras.
23 En efecto, el patrimonio local es imposible de ser pensado fuera de la constante exaltación de la figura mítica de Gardel.
24 Cfr. Castoriadis 1993: 208-209 y 223.

Referencias Bibliográficas
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recibido: 27/07/05
aceptado para su publicación: 30/05/06