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Cuadernos del Sur. Historia

versión impresa ISSN 1668-7604

Cuad. Sur, Hist.  n.34 Bahía Blanca  2005

 

De "china" a "muchacha" y "plan". Mujeres, producción, reproducción y políticas públicas en situaciones de pobreza y diversidad étnico/cultural

Graciela Hernández

Universidad Nacional del Sur/ CONICET. e-mail: gbhernan@criba.edu.ar

Resumen
Nos proponemos tomar como eje de análisis el estudio de las características del trabajo de las mujeres de los sectores no hegemónicos desde la perspectiva de género, incluyendo tanto las tareas productivas como las reproductivas y sus interrelaciones. Enfatizaremos en las condiciones de las mujeres a las que la pobreza y otras situaciones - como los prejuicios raciales y étnicos- las ubican en lugares de exclusión.
La base empírica se encuentra en un trabajo de campo sostenido en sectores populares urbanos, en la ciudad de Bahía Blanca, ubicada en el interior del país con particularidades específicas como alto porcentaje de desempleo, complejidad en las políticas de asignación y control de los planes sociales y también las migraciones desde Chile, de las provincias patagónicas y desde Bolivia en los últimos años.
Partimos de una perspectiva diacrónica e interdisplinaria que nos permite observar los cambios y las continuidades en el trabajo femenino en relación con el de los varones y con los procesos históricos. Puntualizaremos el tema del trabajo de las mujeres indígenas y de los sectores populares en sus comunidades de origen, en el servicio doméstico y en los planes sociales. También plantearemos la necesidad de ver estos procesos con todas sus complejidades e implicancias.

Palabras clave: Etnicidad; Género; Políticas Públicas.

Abstract
We intend to take as the main idea to analyze the study of women's work characteristics in areas which are non-hegemonic from the point of view of gender, including productive as well as reproductive tasks and their interrelationships. We will emphasize the conditions of women who are excluded due to poverty and other conditions such as racial or ethnic prejudice.
The empirical basis is a field work held in popular urban areas in Bahía Blanca, a city located in the interior of the country, with specific features such as high unemployment rate, complexity in the social plans granting and controlling policies and also migrations from Chile, the Southern provinces (Patagonia) and Bolivia in the last years.
We start from a diachronic and interdisciplinary point of view which allows us to watch the changes and the continuity in female work with respect to male's and the historical processes. We will also point out the work of indian women and the populated areas in their original communities, as servants and in the social plans. We will mention the necessity of watching these processes including all their complexities and implications.

Key word: Ethnicity; Gender; Public Policies.

Las chinas asearon el toldo, recogieron
la leña, hicieron fuego, carnearon la res y se
pusieron a cocinar el almuerzo.
Lucio V. Mansilla

Introducción

Nos proponemos tomar como eje de análisis el estudio de las características del trabajo de las mujeres de los sectores subalternos, incluyendo dentro de él tanto las tareas productivas como las reproductivas y sus interrelaciones.

Partimos de una perspectiva diacrónica e interdisciplinaria que nos permite observar los cambios y las continuidades en el trabajo femenino en relación con el de los varones y con los procesos históricos. Vemos que la historia de las mujeres y del género ha dado cuenta de las luchas de las mujeres, en temas fundamentales como el sufragio, las leyes laborales, y otros que tienen que ver con la visibilización de las mujeres, pero aún no ha focalizado sus estudios para lograr el conocimiento de las mujeres que pertenecen a los sectores populares a las que la pobreza y otras condiciones -como los prejuicios raciales y étnicos- las ubica en lugares de exclusión. Los principales aportes para conocer la situación de las mujeres del siglo XX han sido realizados por sociólogas, antropólogas y en menor medida economistas, más que por historiadoras e historiadores.

Nuestra mirada tiene el anclaje empírico de un trabajo de campo sostenido en sectores populares urbanos. Realizamos nuestro trabajo de campo en Bahía Blanca, una ciudad con un alto porcentaje de desempleo, en un marco nacional de notoria y conflictiva complejidad en las políticas de asignación y control de los planes sociales, que por otra parte no es igual para las mujeres que para los varones. Los barrios seleccionados se caracterizan por las migraciones desde Chile y de las provincias patagónicas.

Intentaremos dar cuenta de las características del trabajo doméstico por parte de las mujeres indígenas y de las migrantes pobres y sus hijas, como así también de las nuevas ocupaciones producto de la implementación de los planes sociales como resultado de las políticas públicas en épocas de aumento de la pobreza y de la descentralización del estado.

La perspectiva cualitativa etnográfica nos permite observar y registrar testimonios que contienen las valoraciones que realizan las mujeres acerca de sus actividades, de sus estrategias productivas y reproductivas, pero también podemos llegar medianamente hasta las dos generaciones anteriores y escuchar los relatos de sus madres y abuelas a partir de ellas mismas o de las entrevistas a sus antecesoras.

A pesar de la importancia que adquirió la historia oral, con todos sus debates y sus comprometidas propuestas para acceder a los temas sobre los que es dificultoso llegar a través de los documentos escritos y sobre los que es necesario incorporar la subjetividad de los protagonistas; por haber tomado como tema emblemático a la dictadura militar, las condiciones de los indígenas y los campesinos pobres en la ciudad no han sido una alternativa de investigación muy frecuentada. Si en general no se reconoce el proceso migratorio desde el campo a la ciudad, si no se ve como surgen las villas y los barrios pobres, mucho menos se ve a las mujeres, aunque muchas veces ellas se encuentren trabajando dentro de las casas de los propios universitarios e investigadores.

También son escasas las reflexiones desde la perspectiva género de estas problemáticas y de otras más específicas como el trabajo de las mujeres indígenas en el interior de su comunidad y fuera de ella. Estas problemáticas bastante despreciadas por la historia encuentran su espacio como temas estructurales en las discusiones sobre políticas públicas, identificación de capacidades y necesidades, planificación y diseños de planes sociales, aunque estos trabajos no siempre son consultados por los organismos públicos; generalmente son llevados a cabo por ONG (s) y por algunos organismos como CLACSO1 o PRIGEPP2 e institutos que promueven este tipo de investigaciones.

1- Las situaciones de diversidad étnica y cultural. La pobreza.

a- La diversidad

Asumir que en nuestro país y en nuestro entorno podemos encontrar manifestaciones que nos demuestran la existencia de una diversidad cultural y étnica implica una reflexión, una mirada atenta, ya que se tiende a homogeneizar e ignorar las diferencias y -a lo sumo- se piensa a esta diversidad en términos de inmigración ultramarina, pero no se ubica en el lugar de sujetos a las migrantes de los países limítrofes ni se tiene en cuenta la constitución de nuestros países, con un importante componente indígena y mestizo.

También podríamos pensar que se trata de un espacio en el que distintos grupos conviven armónicamente entre sí, pero esto implica desconocer los conflictos y las luchas por la hegemonía que se dan en estas situaciones. Por otra parte, una de las características de las sociedades contemporáneas es la mezcla, la meztización o la hibribación en términos de García Canclini (1990). Para el autor de Las culturas híbridas este proceso no es demasiado conflictivo, mientras que otros teóricos contemporáneos siguen sosteniendo, siguiendo una antigua línea de análisis, que la cultura es el terreno donde se lucha por la hegemonía y donde se reproducen las desigualdades de clase.

Otra forma de reconocer que en una sociedad hay varias culturas es señalar su carácter plural y multicultural, pero tenemos que recordar que estos conceptos también pueden ser utilizados para ocultar el conflicto. El multiculturalismo ingenuo pasa por alto las relaciones de poder que se dan entre los distintos grupos y las distintas posiciones que pueden tener cada una de las culturas, ya sean hegemónicas o subordinadas.

b- La pobreza.

El segundo de los conceptos que nos interesa problematizar es el de pobreza en relación con las necesidades, las capacidades y con las políticas públicas para enfrentar a la pobreza. Nadie duda de la existencia real de la pobreza, sin embargo es difícil definirla. La pobreza, cuyas raíces profundas se encuentran en la desigual distribución de la riqueza, se manifiesta básicamente en los bajos ingresos y en la imposibilidad de satisfacción de necesidades básicas. Esta situación constituye la forma extrema de exclusión de los individuos y las familias de los procesos productivos, de la integración social y del acceso a las oportunidades. Este reparto inequitativo de las oportunidades tiene una honda carga histórica que ocasionó que algunos nunca pudieran disfrutar de los frutos del progreso; entre ellos están justamente los sujetos sociales que identificamos para realizar nuestro trabajo. Aún en los momentos de mayor desarrollo económico, nuestro país siempre tuvo una deuda pendiente con los indígenas, los negros, los campesinos de las áreas rurales más marginadas y los migrantes de los países limítrofes.

Mabel Burin e Irene Meler plantearon la diversidad de la situación de las mujeres en la Argentina, país latinoamericano en el que coexisten rasgos premodernos, modernos y posmodernos. Los rasgos premodernos se ubican en el interior del país y en las áreas más marginadas; en estos lugares es más visible la feminización de la pobreza (1998: 29).

A esta problemática del desarrollo desigual se le suma el aumento de la pobreza en las últimas dos décadas y por sobre todo el proceso de feminización e infantilización de la pobreza. Se estima que un tercio de los hogares del mundo están encabezados por mujeres y en las áreas urbanas, particularmente en América Latina este porcentaje supera el 50%. Las mujeres deben conseguir alguna actividad remunerada para hacer frente a la sobrevivencia. En algunos casos la creciente incorporación de la mujer al mercado de trabajo es también producto de su mayor nivel de escolaridad, aunque, independientemente de su calificación, la mano de obra femenina debe aceptar condiciones salariales y de estabilidad desfavorables. Las mujeres consiguen acceder al mercado del trabajo porque realizan tareas como el cuidado de niños y ancianos, que se consideran roles "femeninos". En todos los casos la informalidad y la precariedad en el trabajo prevalecen para las mujeres de las clases populares, para quienes el servicio doméstico y el trabajo manual industrial de baja calificación han sido las principales actividades hasta la llegada del los planes sociales.

Ahora bien ¿cuáles son los principales planteos acerca de la identificación de las necesidades? ¿son universales o relativas? Vania Salles y Rodolfo Tuirán (2000) realizaron un trabajo en el que analizaron esta problemática y señalaron que tanto los autores como individuos como las agencias multinacionales como UNESCO Y CEPAL3 sostienen que la pobreza puede ser planteada tanto en términos absolutos como relativos. Los que adhieren a la postura relativa sostienen que las necesidades deben identificarse dentro del entorno cultural de la comunidad, pero igualmente este enfoque tiene que ser complementado con una perspectiva que incluya los términos absolutos para comprender la relación pobreza/necesidades, ya que existen una serie de necesidades absolutas que no pueden ser relativizadas y señalan:

En este sentido, lo que se subraya es la idea de la dignidad humana vinculada a necesidades universales y a la universalidad de los derechos que la garantizan. Esta visión encierra temas ontológicos; de ahí su irreductibilidad a los contextos y a las medidas, pues en este caso la medida es el propio ser humano. A pesar de todo ello, la pobreza absoluta existe, y el derecho a satisfacer necesidades como las anteriormente mencionadas es una meta a lograr. Todas estas ideas, referidas a cuestiones de naturaleza absoluta, implican evidentemente valores y, más que esto, valores históricamente ubicados. Las percepciones que rigen la visión de qué es la condición humana, y también de qué son los derechos humanos (para acentuar apenas dos aspectos), ciertamente han cambiado a lo largo de los tiempos, y lo seguirán haciendo (2000: 7).

Lidia Knecher y María Olivella también realizaron una revisión sobre las teorías acerca de las necesidades, en especial de las necesidades de las mujeres con la finalidad de analizar las características de la implementación del Plan Jefes y Jefas de Hogar. Ambas autoras opinan que las teorías neoliberales sostienen al paradigma relativista, que en los últimos 20 años ha negado el reconocimiento de las necesidades humanas básicas. Ellas rescatan las posturas universalistas como las de las investigadoras inglesas Doyal y Gogh, quienes en su trabajo Una teoría sobre las necesidades humanas (1982) enfatizaron en los daños que se ocasionan cuando las necesidades no se satisfacen. (En: CD Actas 2003)

Por otra parte la mayoría de los estudios sobre desarrollo desde la perspectiva de género incluyen un análisis de las teorías de Amartya Sen quien ha enfatizado la cuestión de las capacidades humanas y su desempeño. Si bien la utilización del término "capacidades" ha sido cuestionada en algunos trabajos, en general se reconocen sus distinciones en cuanto a pobreza absoluta, entendida como la carencia de cosas indispensables para vivir y la pobreza entendida en términos relativos, comparativos dentro de una misma sociedad. Para Sen la calidad de vida de las personas se encuentra determinada por las opciones que ofrece la sociedad y por las particularidades de dicha persona y sus posibilidades de elección.

Las distinciones hechas por Sen identifican y diferencian la producción de cosas de la producción de capacidades, permitiendo una mirada desde el género en la cual la división sexual del trabajo corresponde en cierta medida a esta clasificación de las actividades humanas. En esta teoría se diferencian ambas, de modo que la producción de cosas no está directamente relacionada con la producción de capacidades. Sus teorías también son tenidas en cuenta para la inclusión de la perspectiva de género en situaciones de diversidad cultural, a la que incluyó como una variable para entender las decisiones económicas y el logro del bienestar por parte de las personas (1997).

2- Esas mujeres invisibles e inaudibles y la historia.

Las propuestas y los trabajos realizados por la escuela de los Annales4 y por el Centro de Estudios de la Cultura de Birmingham5, proveyeron de material valioso para el desarrollo de una historiografía que tuviera en cuenta al quehacer de las mujeres, ya que consolidaron áreas de trabajo que la historia no había tomado en cuenta. La historia social, al estudiar las formas de vida de diversos grupos sociales como campesinos u obreros y el papel de los conflictos sociales, producto de antagonismos y contradicciones sociales les dio otra impronta a los estudios históricos e incorporó nuevos conceptos que luego permitieron identificar a las mujeres como sujetos históricos.

Luego, con el surgimiento de los Estudios de la Mujer en la década del 70 en algunas universidades de Estados Unidos y Europa, se produjo un proceso de instalación de la problemática de las mujeres en el universo académico formal, en un contexto de lucha y reflexión de los movimientos feministas. Durante esta etapa se tuvo como horizonte mostrar la invisibilidad de las mujeres, especialmente en los ámbitos del saber, en los que había una negación de la mujer.

Las investigadoras e intelectuales descubrieron que una cuestión fundamental era la ausencia de las mujeres en el plano de los modelos interpretativos. En la antropología se dieron los primeros pasos para desentrañar cómo las mujeres eran representadas por los cronistas y los investigadores que realizaban trabajos etnográficos en los cuales se describían los rasgos culturales del grupo social. También se pusieron en tela de juicio la neutralidad de las observaciones y se vieron las diferencias de las miradas de varones y mujeres.

En los países latinoamericanos las investigaciones entre género-clase demostraron aún mayor complejidad, dado que se suman a estas tensiones las propias de un universo multicultural y multiétnico hegemonizado por los blancos. En general se sostiene que la perspectiva de género debe permitir observar cómo se construyen los géneros en el interior de cada contexto cultural, como así también ver cómo se relacionan las personas de grupos étnicos distintos, ya que estos vínculos también condicionan las relaciones entre los géneros. En este sentido hay que señalar la importancia de los estudios feministas que parten de un análisis clasista y observan las características del trabajo de las mujeres en América Latina; entre ellos ocupa un lugar destacado el servicio doméstico, porque en estas situaciones se pueden ver las relaciones desiguales entre las mujeres y los distintos tipos de dominación que pueden implementarse.

Muchas veces los estudios de género han demostrado que ciertas "verdades históricas" son bastante difíciles de sostener. Una es ellas es el supuesto del trabajo complementario entre el hombre y la mujer en el mundo andino. Para Marisol de la Cadena (1992) estas afirmaciones desconocen la subordinación de la mujer y las desigualdades en la propia comunidad campesina y aclara que complementariedad en el trabajo no significa igualdad.

3- La historia y las mujeres indígenas

Sin duda que el término "historia" ha sido sinónimo de historia europea y se han excluido de su campo de acción a los demás pueblos, en especial a los que no tenían estado. Estos pueblos se estudiaban sólo en la sincronía, en el presente etnográfico. Con el tiempo fueron cambiando las concepciones y los paradigmas en historia y antropología. La lucha anticolonial tuvo un papel fundamental en la legitimación del pasado indígena, aunque en la Argentina el estudio de las culturas indígenas no surgió por la presión de aquellos que se sentían excluidos de la historia y por extensión en la conformación del estado nacional, sino que estuvo marcado por otras ideas, en especial por el auge de la corriente difusionista6.

Por otra parte, la visión positivista y darwinista de la historia tampoco permitió la aceptación de la existencia de un país pluricultural. Como señaló Diana Lenton:

A partir de 1890 se advierte mas claramente en las fuentes que analizamos, la influencia del darwinismo como paradigma que penetra -con las variaciones requeridas para su extrapolación- todo el pensamiento sobre la sociedad. Esto refuerza las posturas que apoyan la construcción de la Nación sobre la exclusión de la población indígena, ya que se apela a la "inferioridad racial" de los indios para justificar políticas de exclusión, por el bien del conjunto "civilizado", o se argumenta su próxima e inevitable extinción para negar la necesidad de políticas de integración. (En CD: 2003)

Los indígenas de la Patagonia despertaron especial interés a los investigadores de la escuela difusionista, porque se consideraba que los cazadores-recolectores del área eran descendientes de las primeras oleadas que llegaron al continente americano. Su legitimidad se encontraba en el pasado remoto y no en la realidad del siglo XX, ya que según esta teoría el área pampeana y gran parte de la Patagonia habían sido conquistadas por los mapuche o araucanos y los antiguos pobladores habían dejado la caza -una actividad idealizada- para convertirse en ladrones de ganado. Estas afirmaciones han sido totalmente refutadas por historiadores y antropólogos que están haciendo una nueva lectura de las mismas fuentes escritas y han incorporado nuevos documentos para reinterpretar los complejos procesos sobre los que había más prejuicios que análisis pormenorizados. Entre otras cosas surgió la etnohistoria como una nueva forma de escudriñar el pasado.

Pero el peso del viejo paradigma aún está vigente en las representaciones sobre los procesos históricos que dan cuenta de la dinámica poblacional del centro-sur argentino-chileno. Durante el período de la dictadura militar se produjeron dos hechos fundamentales que condicionaron la mirada hacia las culturas indígenas: el conflicto con Chile y el Centenario de la Conquista del Desierto, es decir, se conmemoró con festejos el avance del ejército argentino sobre los indígenas que poblaban la Pampa y la Patagonia, estos indígenas eran considerados "chilenos", porque los "verdaderos indígenas argentinos" eran los tehuelches, los únicos -y escasos- pobladores de la Argentina. Revertir estas interpretaciones es aún un tema pendiente.

Si los indígenas -en términos generales- han sido negados de los procesos históricos, mucho más lo han sido las mujeres indígenas. En la Argentina se han realizado pocos trabajos y muy parcializados sobre el tema y existen muchos menos sobre las mujeres indígenas del sur. En nuestro país como en todos los latinoamericanos es necesario dar cuenta del contexto étnico cultural porque la construcción del género no es ajena al entorno cultural como no lo son las relaciones interétnicas y sus condiciones de existencia.

Anne Chapman fue la primera investigadora que introdujo una perspectiva de género para estudiar a una cultura indígena relacionada con las que mencionamos. Esta antropóloga consideró que para comprender a la sociedad selk'nam (onas, en Tierra del Fuego) había que usar otras categorías que no fueran las consabidas clasificaciones de Service7, según la cual los selk'nam serían simplemente una banda. Poner en duda la universalidad de los criterios tipológicos es el punto de partida para analizar las diferencias y las jerarquías en cualquier sociedad, aún en las clasificadas como igualitarias (1986: 99-103 ).

Espacialmente más cercano a nosotros tenemos el trabajo de Susan Socolow en: Women of the Frontier: Buenos Aires, 1740-1810 (or The Gaucho Turned Upside Down) (1998: 205-218), quien utilizó la categoría de género para analizar las características demográficas de la sociedad fronteriza y poner en cuestión el protagonismo masculino y en especial la figura del gaucho. Señaló:

For the vast majority of frontier inhabitants, men and women, adults and children, life was physically hard and material conditions notorious sparse. But for the female inhabitants along the frontier, gender combined with Indian raid placed them at special risk for capture, while gender combined with a culture of male dominance made them susceptible to male violence within a household setting (1998: 213).

El subtítulo del trabajo que podría ser traducido como "el gaucho visto al revés" es un poco la síntesis de un análisis en el que enfatiza el lugar de las mujeres en estos lugares fronterizos aparentemente habitados por varones. Sin embargo los varones adultos -los gauchos- no corrían el mismo riesgo de ser capturados como cautivos para servir en la sociedad indígena; riesgo que sí corrían las mujeres blancas. También plantea la complejidad de las interrelaciones entre género y etnia en un lugar y una época en la que las mujeres indígenas tenían mujeres blancas a su servicio como "esclavas domésticas".

Estas prácticas nos señalan que no se puede reducir la categoría de género a los aspectos culturales sobre el cuerpo sexuado, pues los planteos son mucho más complejos. El género no puede ser entendido simplemente como una cuestión de identidades y roles sino que es una categoría de análisis de todos los procesos sociales que se articula de diferentes formas y en los diferentes contextos según las posiciones sociales como etnia, clase, orientación sexual y grupo etario. Sobre este tema tienen mucho que decir los estudios de las negras, las indígenas, otras minorías étnicas y el feminismo postcolonial. Como señala Gloria Bonder, la subjetividad se construye a partir de una: "compleja interrelación de identificaciones heterogéneas situadas en una red de diferencias desiguales" (1996). Muchas investigadoras latinoamericanas han planteado la necesidad de poner en tela de juicio la existencia de una identidad de género definida y unívoca que se homologa a una identidad de raza o de clase, como un todo único, más bien habría que pensarlo como el resultado de fuerzas en tensión por complicidades y resistencias.

Siguiendo con el tema de la producción científica sobre la historia de las mujeres indígenas, el trabajo y el entorno social, queremos señalar que nosotras mismas hemos realizado trabajos parciales, entre ellos la historia de vida de una mujer mapuche radicada en Bahía Blanca (2000) con la intención de hacer visible el lugar de las mujeres en los procesos migratorios, el mercado laboral y la participación en organizaciones indígenas. También nos interesó trabajar con la memoria sobre el pasado, intentando convertir en temas de la historia los sistemas de parentesco, las normas del matrimonio, la filiación y la herencia, temáticas que generalmente aborda la antropología.

También tenemos que decir que en nuestros primeros trabajos sobre mujeres indígenas habíamos hecho análisis de distinto tipo, guiadas por la necesidad de condenar los atropellos de la conquista y por revalorizar a los pueblos indígenas que padecieron un genocidio. Con esas urgencias, limitábamos nuestro análisis a la identificación de aspectos de las culturas indígenas que redundaban en beneficios para las mujeres y no nos dábamos espacio para las reflexiones más profundas que todo proceso social requiere.

En el área de estudio, las mujeres indígenas pertenecen a los sectores populares urbanos, la mayoría vive en los barrios periféricos y comparten gran parte de sus pautas culturales con las migrantes de origen campesino de los países limítrofes, pero también hay profesionales, maestras y universitarias; algunas de ellas se han convertido en líderes de distintas organizaciones indígenas.

Observada desde una perspectiva sincrónica, la situación de las mujeres de los sectores pobres es bastante homogénea, pero si trabajamos la cuestión étnica en su dimensión histórica vemos que la problemática de la mujer indígena requiere un tratamiento específico. La temática de las mujeres mapuche ha sido bastante trabajada en Chile, pero no en la Argentina.

a- Trabajo. El servicio doméstico

El servicio doméstico ha sido la principal ocupación de las mujeres indígenas cuando dejaban sus comunidades por voluntad propia o por decisión del grupo familiar. La mayoría de las mujeres mayores de origen mapuche que conocemos han trabajado o aún trabajan en el servicio doméstico; muchas de ellas añoran la época en la que tenían trabajo, dado que las crisis sociales han limitado mucho la capacidad de gasto de las clases medias y muchas han perdido sus empleos.

En muchos casos la posibilidad de emplearse con "cama adentro" fue una verdadera posibilidad para dejar el ámbito rural y a la familia de origen en momentos de conflictividad doméstica, crisis económica, o simplemente por ganas de cambiar e ir a la ciudad.

El testimonio de V. M. es el de alguien que planeó su partida debido a la conducta violenta de su padre…Cuando le preguntamos cómo había conseguido su trabajo como empleada doméstica nos dijo:

Me consiguió [el trabajo] la hija de mi tía, ella sabía. Al otro día llegó mi papá temprano, llegó con mi tía, golpeó las manos y dijo, preguntó quién me había conseguido el trabajo. La señora dijo que nadie, 'la chica vino sola', 'déjela la chica quiere trabajar, no la puede llevar a la fuerza'. Mi papá dijo que me iba a dejar dos meses para trabajar. Pasaron los dos meses y no quise salir. Vino papá a hablar, usted sabe, yo emparvaba, ayudaba a cosechar, no quise volver… (63 años. Originaria de Aluminé)

La partida no siempre fue una decisión personal; son muy generalizados los testimonios de las niñas que eran "dadas" a una familia para que se criaran con ellos porque su grupo primario de origen no podía hacerse cargo de ellas. Abundan los testimonios de mujeres mapuche que crecieron como empleadas. "Las patronas" ocupan una parte muy importante en las historias de vida de estas mujeres, las hay buenas y malas, pero siempre es complejo entender estos procesos en los cuales estas niñas estaban en situaciones de tanta vulnerabilidad.

Algunos testimonios:

A.C. fue separada de su madre por la familia paterna, dada a una familia de militares en Junín de los Andes y criada en Buenos Aires. Ella nos dijo:
¿Vos sabés lo que es estar sin tu mamá? Aunque te críes comiendo pankutra8…Mi patrona me tuvo que enseñar todo, yo no sabía ni decir "agua" en castilla…Me crié cuidando a las hijas de mis patronas. Las llevaba a la escuela… (62 años. Originaria del Parque Nacional Lanín)

L. C. tiene menos de cuarenta años, secundario incompleto y tenía especial interés en hablar del tema y dijo:
Yo viví allá [Aluminé] hasta los casi los 17 años 18, después me fui a Neuquén capital a trabajar, después de tener al nene grande me vine a Bahía Blanca, hace 11 años que estoy en Bahía Blanca.
Cuando yo era chiquitita, me crié hasta los 9 años con mi familia, con mi mamá y papá, en un hogar, con mis hermanitos, luego por la falta de alimentos y la falta de educación nos mandaban a trabajar. Porque mi mamá no nos podía tener, entonces nos mandaba a trabajar. Trabajaba con un matrimonio que el hombre era policía y la señora era inválida, tenía reuma, no sé qué problema tendría que no podía hacer nada, vivía sentada, estaba todo el día sentada. A mí me hacía hacer de todo, limpiar, lavar, cocinar, yo no sabía cocinar, pero ella me decía todo lo que yo tenía que hacer y yo iba poniendo todo. Me hacía cuidar el caballo, porque tenían caballo, perro, chanchos, criaba chanchos, gallinas ¡Qué sé yo que más tenía! Me hacían cuidar eso, aparte teníamos que traer el agua de afuera, cerca del río y me hacía lavar afuera, cuando llovía, nevaba, me hacía lavar afuera.
Vos me decías que tu mamá vivía cerca
Cerquita, a una cuadra, a una cuadra de dónde yo trabajaba, pero pasaban 4 ó 5 [meses] o hasta el año y no la íbamos a ver porque esa señora no nos permitía ir. No dejaba que nosotros charláramos con nadie, ni siquiera que habláramos en la escuela de lo que hacíamos en el trabajo porque ella me amenazaba, me tenía amenazada. Después pasaron los años y a los 12, 13 años o más, como a los 15 años me fui de esa casa. Me fui a trabajar a otra casa porque la señora falleció, cuando la señora falleció yo me fui, pero ella ya estaba en malas condiciones, entonces me fui a trabajar a otro lugar y después me fui de Aluminé. Porque trabajé con esta otra señora que era buenísima, estaba en un estado económico bueno, bien. Ella me enseñó muchas cosas, ya no era el temor, ya no había que temerle a la gente, sino aprendimos a ganar el dinero, en la primera parte donde trabajaba no pagaban".

También se han dado muchos casos de adopciones porque los padres han entregado a sus hijos a familias que buscaban niños para adoptar. Esta historia de crecer entre extraños, entre wincas (blancos), ha condicionado profundamente la subjetividad de las mujeres.

Sobre esta temática contamos con trabajos señeros como los de Maruja Barrig sobre las mujeres de los Andes peruanos, los de Loreto Rebolledo (1995) y Sonia Montecino (1996) sobre las mujeres mapuche en Chile. Consideramos que en el caso de la provincia de Buenos Aires la problemática presenta características específicas que es importante identificar. Creemos que acá hay toda una línea de investigación que aún no se ha desarrollado en nuestro país, al menos para las regiones pampeanas y patagónicas. La situación es diferente en el NOA, ya que por ejemplo Estela Noli investigó sobre el trabajo en el servicio doméstico por parte de las mujeres indígenas en la Gobernación de Tucumán durante el siglo XVII. La autora considera que estas tareas han sido una constante en la historia andina posterior a la conquista. Sostiene que con el sistema de encomiendas las mujeres estaban obligadas a la servidumbre y también eran objeto de perversión sexual, y que el término china con el que se las nombraba y nombra tiene connotaciones sexuales (1998: 263).

En Bahía Blanca y en otras ciudades de la zona, el servicio doméstico, los empleos en geriátricos e instituciones afines han sido ocupados por las mujeres procedentes del ámbito rural, tanto patagónico como chileno. Las "muchachas" de origen campesino y con costumbres "extrañas" han sido y son tema frecuente de bromas, burlas por parte de sus empleadores, "señores" y "señoras" de clase media.

En la actualidad, más que el trabajo en el servicio doméstico, la principal fuente de ingresos son los planes sociales, especialmente el Plan Jefes y Jefas de hogar, el que exige contraprestaciones de distinto tipo, entre ellas la asistencia a la escuela tanto EGB como Polimodal. Sobre el tema de los planes sociales y su impacto en las mujeres, así como la alfabetización de adultas, volveremos cuando hablemos de las mujeres de los sectores populares en forma más general.

b- Religión. Las iglesias entre el cielo y la tierra.

La mayoría de las mujeres indígenas de los sectores populares que no son maestras o profesionales ni se han convertido en líderes de las organizaciones indígenas, pertenecen a iglesias evangélicas de la línea pentecostal. La participación de las mujeres indígenas y de los sectores populares en este tipo de iglesias está siendo trabajada en Chile por Sonia Montecino y Sandra Obach. En nuestro país aún hay mucho para estudiar al respecto.

Sobre el caso mapuche en general, sin tener en cuenta el lugar de las mujeres y la perspectiva de género, hay una serie de trabajos específicos. Entre los más importantes se encuentran los de Lalive d' Epinay, para quien la adscripción pentecostal de las clases populares chilenas tiene su origen en la exclusión social, constituyendo un refugio de las masas desprotegidas. En este análisis las condiciones económicas tienen mucha importancia, pero también la tienen los procesos sociales como la destrucción de las religiones indígenas que les permitieron a los mapuche resistir. Se han realizado investigaciones sobre la expansión pentecostal en la Argentina, pero aún falta profundizar el tema en el área patagónica y desde la historia de las mujeres y del género.

Las iglesias evangélicas pentecostales realizan distintas tareas sociales y tienen un lugar importante en las redes migratorias, instalan comedores y roperos comunitarios atendidos fundamentalmente por las mujeres.

La colaboración en comedores comunitarios por parte de las mujeres es considerada por algunos autores como una táctica empleada por las mujeres, diferenciando las tácticas de las estrategias, puesto que consideran que las estrategias son respuestas elaboradas sobre la base de los recursos con los que se cuenta en un medio determinado, son decisiones tomadas, mientras que las tácticas no son verdaderas opciones, sino simplemente formas de abordar situaciones apremiantes (Morales, 2001: 65).

Desde nuestra perspectiva vemos que la participación de las mujeres en los comedores y roperos de las iglesias evangélicas -e incluso en Cáritas- tiene distintas connotaciones según el tipo de institución, el momento histórico concreto en el que se encuentra la misma, su relación con el grupo social de pertenencia y con las posibilidades de gestionar y gerenciar recursos. Ejemplo de esta afirmación sería el papel relevante que adquirieron determinadas mujeres durante la crisis de los años 2000 y 2001, quienes impulsaron la creación de nuevas sedes de las distintas instituciones a las que pertenecían en los lugares con más necesidades y menos asistencia estatal, luego este protagonismo se fue desdibujando.

c- Cultura y procesos históricos sociales.

Del tema de la adscripción religiosa y la participación en las iglesias pentecostales surgen una serie de interrogantes acerca de las relaciones entre la cultura "tradicional" y el rápido cambio cultural que se fue dando en toda América, en especial en la segunda mitad del siglo XX con la incorporación a la producción de las áreas más alejadas. Claro que no fue el único cambio; recordemos que en el siglo anterior había tenido lugar la "Conquista del Desierto".

Daremos algunos ejemplos para señalar ciertos aspectos que nos parecen que merecen nuestra atención, en los contextos culturales de dos pueblos originarios de la Patagonia: tehuelches y mapuche.

Para el caso de las mujeres tehuelches estamos revisando un material inédito que recopiló el lingüista Jorge Suárez9 durante los últimos años de la década del '60: En él hay una serie de temas puntuales que nos muestran cómo en ese momento de desintegración final de las comunidades indígenas su propia cultura era empleada para el control de las mujeres y para que adoptaran las pautas culturales que los blancos consideraban adecuadas. Por otra parte las mujeres debían ser trabajadoras y tenían a su cargo no sólo las tareas propias del rol reproductivo, sino que se esperaba que produjeran para una economía recientemente monetarizada.

Sabemos por las crónicas del siglo XIX que las mujeres tehuelches, debían pasar por una ceremonia de iniciación, circunstancias que cuando se trataba de las hijas o parientas cercanas de algún cacique, iba acompañada de una fiesta en la cual la joven no participaba porque sobre ella pesaban más restricciones que permisos. Tenemos muy pocos datos acerca de las actividades de la joven durante esos días, pero una lectura de las fuentes más tardías nos va dando la pauta del sentido que fue adquiriendo este ritual para su verdadera protagonista: recordarle cuáles eran sus obligaciones, las que iban desde hilar, ser discreta, comer solo lo necesario y no engordar, acarrear leña, cocinar y por sobre todo dejar de jugar. Los antiguos rituales se adaptaron muy bien para que las niñas tuvieran claro cuáles eran sus roles como mujeres. Por otra parte los mitos tehuelches son un verdadero compendio de prescripciones para limitar la libertad de las mujeres y para el control de la sexualidad. La perspectiva de análisis microsocial nos permite internarnos en la cultura y ver cómo se fueron dando estos procesos. Realizamos estas afirmaciones después de haber trabajado detalladamente la narrativa tehuelche emitida por las mujeres en la que se describen los consejos que los mayores daban a las jóvenes y a la insistencia en que se convirtieran en buenas tejedoras10.

Para el caso mapuche nos ha llamado la atención una compilación de canciones de cuna recopiladas por Marisa Malvestiti en un trabajo realizado en la Línea Sur de Río Negro. Estas canciones tienen todas el mismo argumento: asustar al niño con el zorro, el kollon11 o la víbora, con la esperanza que se duerma pronto porque la madre tiene que trabajar.

"Para hacer dormir los chicos con el kollon, con el zorro, todo eso lo cantaban en mapuche:

dormite hijo,
viene el zorro, lo veo
dormite hijo,
viene el zorro, lo veo
dormite hijo,
viene la víbora." (2005: 144)

En otra canción la madre decía:

" Duérmete hijo,
duérmete hijo.
Mientras iré a trabajar,
Yo iré a trabajar.
Ustedes están pobres como perros.
Una manta, un matrón [voy a hacer]
No tendría [ella], no tendría su hombre.
Llegas a estar entumido, hijo.
Duérmase, duérmase.
Mientras yo voy a trabajar." (2005: 145)

Ambas canciones fueron registradas en mapuche y luego traducidas el español. También vemos que desde niñas se les realizaban rituales domésticos para que fueran buenas tejedoras. El tejido tiene una larga historia en la América indígena, con muchas connotaciones, de las que no se pueden excluir las económicas.

"Relato de la araña
Le pasaban el lalüng [araña]
para que aprenda a hilar finito
como la araña en la mano.

Vas a hilar bien así,
Vas a hilar bien,
Hilo finito,
Vas a hilar finito, parejito." (2005: 109)

Por otra parte, en nuestro propio trabajo de campo hemos documentado hasta la redundancia sobre el trabajo interminable de las mujeres mapuche. Estas valoraciones pueden cambiar según la intencionalidad de los discursos, no es lo mismo el de las que se criaron en las comunidades indígenas, en el ámbito rural y luego migraron a la ciudad, que las que crecieron en el ámbito urbano y están construyendo y reconstruyendo su identidad, en este momento de revalorización de lo indígena, debido a las luchas y al nuevo contexto internacional12. Además, hay que destacar que siempre ha habido resistencias a la hegemonía blanca, aunque esa resistencia puede adquirir distintas formas y en los últimos tiempos ha adquirido características muy especiales.

d- Las mujeres en las luchas indígenas.

En los últimos años de la década del '80, cuando ya la dictadura militar no podía contener las denuncias por las atrocidades llevadas a cabo durante esos años y cuando aún se oían los ecos de los festejos castrenses por el centenario de la "Conquista del Desierto", comenzaron a plantearse los reclamos políticos relacionados con la problemática indígena. En estas luchas las mujeres tuvieron siempre una gran participación y se hizo visible el surgimiento de liderazgos femeninos, tanto en el ámbito urbano como en el rural.

Este proceso de participación de las mujeres se está dando en prácticamente todos los movimientos indígenas. Desde nuestro ámbito hemos podido observar las distintas características de las líderes mapuche, y están comenzando a aparecer trabajos que dan cuenta de esta misma situación en el marco de las luchas de otros pueblos originarios. Por ejemplo Gloria Muñoz Ramírez ha documentado el compromiso de muchas mujeres chiapanecas con el movimiento zapatista (2005), Paulina Palacios ha trabajado el tema de la importancia de las mujeres en el Movimiento Indígena Ecuatoriano (2005), Florencia Mallon en Chile, Liliana Tamagno ha documentado el liderazgo de algunas mujeres entre los qom (tobas) radicados en las ciudad de La Plata (2001), lo mismo ocurre en Rosario, donde hemos escuchado las palabras de una destacada y aguda líder indígena hablando en representación de su comunidad en el ámbito de un importante encuentro académico en la Universidad Nacional de Rosario.

4- Las mujeres de los sectores populares urbanos.

Si bien las mujeres indígenas de las que hablamos en el punto anterior se encuentran también en los sectores populares urbanos, está claro que no todas las mujeres de estos sectores son indígenas, aunque mayoritariamente han migrado ellas misma o sus madres de las zonas rurales de la Patagonia argentina, de Chile y también del área rural inmediata a Bahía Blanca.

Pensamos que para detectar los principales hitos en la historia reciente de las mujeres de los sectores populares urbanos tenemos que recurrir a los trabajos de las sociólogas, pues ellas han sido quienes han analizado el tema de las necesidades y de la implementación de los planes sociales. Así como también las características de las contraprestaciones al plan, con el control de la alimentación y educación de los niños, de los hijos de las beneficiarias.

a- Los planes sociales.

Si bien existen distintos planes sociales, el más importante y extendido es el llamado Plan Jefes y Jefas de Hogar, decretado por el Poder Ejecutivo, en el 2002. Está destinado:

a jefes/jefas de hogar con hijos de hasta dieciocho (18) años de edad, o discapacitados de cualquier edad y a hogares en los que la jefa de hogar o la cónyuge, concubina o cohabitante del jefe de hogar se hallare en estado de gravidez, todos ellos desocupados y que residan en forma permanente en el país." También lo pueden recibir: "[los] desocupados jóvenes y a mayores de sesenta (60) años que no hubieran accedido a una prestación provisional.

El artículo 3, del Decreto del Poder Ejecutivo, dice que tiene por objeto brindar una ayuda económica a los titulares del Plan fijado en ciento cincuenta pesos. Además de lograr la inserción social, el programa pretende controlar la concurrencia escolar de los hijos y de salud de los mismos. Se propone la incorporación de los beneficiarios a la educación formal y su capacitación que lograr su reinserción laboral. También se espera su participación en tareas comunitarias y proyectos productivos.

El control de las contraprestaciones al plan se realiza en forma descentralizada. Es así como se crearon múltiples situaciones diferentes debido a las diversas formas de llevar a cabo este objetivo. A pesar de que la mayoría de las receptoras de los planes son mujeres, para su implementación no se tuvieron en cuenta los criterios necesarios para que se lograra el empoderamiento femenino. Según Magdalena León (1997), el concepto de empoderamiento ha marcado a la teoría feminista casi tanto como el concepto de género; su importancia radica en que alude al tema del poder y de las relaciones de las mujeres con éste. El empoderamiento es una herramienta analítica fundamental en los estudios de género.

Lidia Knecher y María Inés Olivella realizaron un trabajo específico sobre este plan y las características de su instrumentación. Debido a su importancia, con su funcionamiento se resumen las características de los planes tendientes al desarrollo de las mujeres. Sostienen las autoras que las políticas públicas no han logrado diseñar los lineamientos necesarios para tender hacia una sociedad más equitativa y señalan:

A excepción de las dos últimas leyes que podríamos decir, se ajustaron a estos parámetros (La Ley de Salud Reproductiva y la de Violencia) sancionadas en estos años, producto de una larga y tenaz lucha de las mujeres, principales beneficiarias de estos tratamientos, no se visualiza "una toma de conciencia" en tratar de revertir una concepción que: o, sacraliza roles tradicionales en la conducta de las mujeres que por lo general la determinan guardiana de la casa y de la familia ignorando su potencialidad de cambio y protagonismo, o mediatizan sus "necesidades" discriminadas y reales apelando a doctrinas religiosas y/o a concepciones "patriarcales" tradicionales. (En CD Actas 2003)

En general se piensa en una negación de todo tipo de capacidades por parte de las mujeres. Hemos visto que no se tiene en cuenta su formación. Con la crisis de los '90 y el aumento de la desocupación, nos hemos encontrado con mujeres con historias muy diversas. Por ejemplo, en un grupo que se reunía en un centro de Cáritas y realizaba una capacitación en forestación, vimos que muchas de ellas tenían primario incompleto, otras secundario incompleto y completo, una era maestra y otra estaba por recibirse de profesora en un instituto terciario; en este medio tan diverso se las capacitó para algo que nunca concretaron.

También puede darse el caso que se reconozcan los conocimientos de alguna de las receptoras del plan y se le solicite que realice tareas más complejas. Estos casos presentan otro problema: los planes demuestran que se pueden conseguir empleadas muy baratas y así hay mujeres que realizan por ciento cincuenta pesos el trabajo de una administrativa, de una secretaria y hasta tareas docentes.

Tampoco se ha pensado en propiciar microemprendimientos que tuvieran en cuenta los saberes de las beneficiarias; siempre se parte del supuesto que ellas no saben nada, en especial si se trata de mujeres de los sectores más pobres. Nosotros hemos realizado un relevamiento de los conocimientos en materia de productos alimentarios y formas de prepararlos, pero estos saberes nunca son tenidos en cuenta por los planificadores. En cambio, se propiciaron la elaboración de productos como la soja e instalaron las llamadas "vacas mecánicas", máquinas para producir "leche" de soja, a pesar de que este cereal siempre fue rechazado por los destinatarios y que hay fuertes objeciones a este tipo de consumo. Mientras todo esto pasa, se van perdiendo pautas culturales que permitían una alimentación más equilibrada aún en estos contextos de pobreza y se refuerza la necesidad del asistencialismo.

Muchas veces la recepción de los planes sociales obliga a las mujeres a trabajar la tierra, hacer huertas, cuidar plazas y otros espacios públicos. La exposición pública a la que se ven sometidas cuando hacen estas tareas les parece bastante denigrante. Tenemos que tener en cuenta que las migraciones no solo se realizan para buscar trabajo, lo que se busca también es el trabajo urbano y dejar atrás las tareas rurales. La ciudad es el cambio, es así que cuando se manda a las mujeres a realizar huertos o quintas la mayoría es reticente, sienten que tienen que volver a hacer aquello que ya no estaban dispuestas a hacer. Más aún en las condiciones que trabajan las receptoras de los planes, generalmente controladas por capataces varones que han adquirido una cuota de poder que no estaba en sus planes y pueden ejercer su autoridad con mujeres que temen perder su única fuente de ingresos. Sabemos que a la mayoría se le exige que lleven sus propias herramientas para trabajar.

b- Las madres pobres hoy

Dentro del espíritu del plan está el control de la salud y la educación de los hijos de las receptoras de los planes. El control de la salud de los hijos por parte del estado y de su relación con la obtención de determinados recursos está creando situaciones que tendríamos que tener en cuenta para una historia de las mujeres.

Si observamos los comportamientos de las madres cuando llevan a sus hijos al pediatra vemos la mirada ansiosa y la pregunta inmediata: "¿está desnutrido?", mientras que hasta hace unos años hubieran preguntado si estaba delgado o si había crecido bien. La palabra "desnutrición" se ha instalado de tal manera que todas hablan de ella y se toma el estado del niño como un parámetro para medir la dedicación, la responsabilidad y en última instancia el amor materno. Por otra parte los planes para la asistencia a la desnutrición también generan situaciones complejas. La noticia de un hijo desnutrido es tomada como un fracaso personal, como una desgracia o como un diagnóstico equivocado, pero siempre genera desazón. Aunque también se produce el acostumbramiento y aprenden a negociar a partir de la nueva situación de madres de uno o varios desnutridos. Un problema adicional es priorizar la alimentación de uno de los hijos.

Testimonios:

L.A. "Yo nunca tuve a mis hijos desnutridos, siempre me arreglé para que los chicos comieran, yo le digo a mi hija que no puede ser que ella siempre tenga alguno de los chicos desnutridos."
C.L. "No sé porque éste siempre está desnutrido, porque come…"
N.M. "La asistente me dice que la comida que me dan para la Naty tiene que ser para ella, que los demás están bien, pero no puedo darle un bife a ella y a los otros darle arroz o fideos solos. Con la carne que me dan hago un guiso y comemos todos."

e- Los planes sociales y la educación formal.

Las instituciones de alfabetización y de educación primaria de adultos siempre están cruzadas de una u otra forma por las políticas públicas para enfrentar a la pobreza, pero estas han ido sufriendo modificaciones en los últimos años. Las alumnas y alumnos de las escuelas primarias de adultos no recibían tradicionalmente ningún tipo de ayuda social estatal, mientras que los que concurrían a los centros municipales -creados a partir del Plan Nacional de Alfabetización de 1984- recibían un "bolsón de comida". Se trataba de alimentos secos que eran repartidos por las propias maestras.

A partir del año 2001, algunas de las alumnas lograban que no se les exigiera otra contraprestación como recepción del Plan Trabajar que asistir a la escuela o centros de alfabetización; este logro dependía de las trabajadoras sociales y de "voluntades" individuales. Lo que fue una excepción se fue convirtiendo en norma, para el 2002 ya se podía comprobar que mayoritariamente las alumnas adultas mayores que concurrían para concluir el ciclo de EGB recibían el Plan Jefas y Jefes de Hogar.

La condición de alumnas -los alumnos varones son siempre muy pocos- y beneficiarias de los planes que asisten a la escuela como contraprestación al beneficio recibido introduce una nueva variable para comprender el complejo proceso de capacitación y la autonomía de las mujeres. Se crean nuevas situaciones que vuelven a ubicar a la escuela en el lugar del disciplinamiento más que del conocimiento, ya que el control de la asistencia a clase es el control de la contraprestación al plan.

5- Las mujeres y la producción / reproducción en la planificación de las políticas públicas.

Los testimonios de varones y mujeres mayores de 40 años son coincidentes en señalar que en el campo las costumbres "eran distintas". Las mujeres destacan que estaban siempre trabajando y muchas de ellas han pasado largos períodos fuera de su casa, empleadas en distintos lugares.

Cuando se realiza la historia de las relaciones familiares y de las pautas matrimoniales siempre surge el relato de los matrimonios por rapto. En todas las familias hay alguna hermana o familiar directa que se casó de esta manera13, tanto en el ámbito rural chileno como en las comunidades indígenas. Este tipo de matrimonio es visto como producto de un pacto entre el padre o los hermanos de la mujer raptada. El matrimonio por rapto y estos pactos familiares son recordados como las antiguas estrategias matrimoniales, mientras que la mayoría de nuestras narradoras concretaron su primera pareja fuera del ámbito de origen, cuando trabajaban como empleadas en los fundos, en las estancias, o en el servicio doméstico en las distintas ciudades de la Patagonia y en la propia Bahía Blanca. La migración modificó profundamente las estrategias matrimoniales del ámbito rural y el tipo de trabajo a realizar, aunque las tareas propias de la reproducción siempre fueron realizadas por las mujeres.

Más que definir qué acepción le damos en este trabajo a los términos producción y reproducción, diremos simplemente que para las mujeres el trabajo productivo es aquel por el cual se recibe un pago, mientras que el reproductivo es aquel que se considera que naturalmente hacen las mujeres como cuidar a los hijos, hacerles la comida, llevarlos al médico, arreglarles la ropa. A veces se dice que uno tiende a ser público y el otro es privado. Nosotras decimos simplemente que tiende a ser público porque sabemos que muchos de los trabajos remunerados que realizan las mujeres los hacen en el ámbito doméstico para cumplir ambos roles a la vez.

Esta doble tarea que siempre realizan las mujeres debe ser tenida en cuenta por los organismos que planifican las instancias de desarrollo para las mujeres. Las luchas de las mujeres del Tercer Mundo han tenido como bandera el reconocimiento de las particularidades del trabajo, de la pobreza de las mujeres y de su falta de representación política. Si bien tanto los hombres como las mujeres sufren de la opresión capitalista, las mujeres se encuentran aún en peores condiciones, por eso un reclamo de las feministas es planificar teniendo como norte el empoderamiento de las mujeres.

Empoderamiento (empowerment), se centra en la necesidad de considerar los impactos desiguales y diferenciales de las políticas y estrategias de desarrollo por género, es decir, según las diferencias culturales que se imponen sobre las diferencias sexuales. Son las mujeres quienes mayoritariamente se tienen que ocupar de las actividades relativas a la reproducción; generalmente esta situación las ubica en un lugar subordinado a los varones, que pueden ocuparse de lleno a la producción.

Para quienes están desarrollando estas teorías, participación y empoderamiento son dos caras de la misma moneda, ya que la participación real significa la capacidad de expresar los puntos de vista y tomar decisiones que afectan a sus vidas. Para las mujeres la participación implica poder decidir en los planes de desarrollo y no permitir que los planificadores u otros decidan por ellas. La necesidad de vincular empoderamiento con participación surge de las experiencias negativas que planificaban estrategias de desarrollo pensando en incorporar a las mujeres pero sin tener en cuenta sus particularidades.

Si nos ponemos a realizar un recorrido por la producción bibliográfica que da cuenta del tema, nos encontramos con ejemplos de experiencias realizadas con comunidades indígenas, rurales y urbanas en distintos lugares de América. En nuestro medio vemos que no se han realizado experiencias de trascendencia, aunque siempre hay intentos por parte de las trabajadoras sociales por llevar a cabo proyectos desde esta perspectiva. Hace falta realizar trabajos con instituciones comprometidas en trabajar con las capacidades y para eso hay que conocerlas, aunque siempre es más sencillo el asistencialismo que reparte o "capacita" acríticamente.

Hemos visto en muchas oportunidades que mujeres adultas mayores con una importante carga de saberes traídos del ámbito rural y adaptados a la cuidad son convocadas para cursos de cocina, de una cocina que no les es propia, que insume mucho tiempo de elaboración y que no redunda en una alimentación más equilibrada. El concepto de soberanía alimentaria no tiene lugar en las agendas de los planificadores.

Palabras finales.

Nos propusimos realizar un balance, un análisis sobre las tendencias y temas de la historia de las mujeres y de la historia del género, focalizando sus aportes al conocimiento de la situación laboral de las mujeres que pertenecen a los sectores populares, y muy especialmente de las mujeres indígenas, desde el anclaje empírico de un trabajo de campo sostenido en sectores populares urbanos, en la ciudad de Bahía Blanca.

Nos interesó puntualizar en la temática de las complejas relaciones entre género, clase y etnia y situarlo desde una perspectiva diacrónica en un espacio concreto. Consideramos que se trata de una forma de indagar en los procesos de hegemonización/subordinación de los pueblos americanos y sus consecuencias en el presente, para los varones y las mujeres, aunque nos hemos centrado en las mujeres. Por otra parte opinamos que es necesario continuar con una investigación que nos permita entender las características del trabajo doméstico en nuestra ciudad y en otras del área patagónica y por último replantearnos las políticas públicas en materia de desarrollo social.

La llamada emergencia indígena en América Latina y el protagonismo de las mujeres indígenas exige una nueva mirada e incluir otros aspectos para profundizar en las relaciones entre etnia y género y la dinámica del cambio cultural impulsado por las potencialidades de las culturas indígenas que siguen resistiendo y luchando de distintas formas.

Intentamos identificar las temáticas sobre las cuales nos parece que sólo hay atisbos de reflexión y que nos permitirían un espacio de discusión que podría vincular a la historia, la historiografía y las políticas públicas destinadas a las mujeres. Consideramos que aún hay muchas mujeres invisibles e inaudibles, muchos procesos históricos-sociales desconocidos que es necesario vislumbrar para poder escribir una historia que incluya a todas y todos.

Notas:

1 Consejo Latinoamericano de Políticas CienciasCiencias Sociales.
2 Programa Regional de Formación en Género y Políticas Públicas.
3 CEPAL: Comisión Económica para América Latina y el Caribe
4 La revista Annales marcó el inicio de una escuela histórica en la que tenían lugar muchos temas que hasta ese momento no eran considerados propios de la historia, ya que se buscaba una historia más humana. La historia social que surgió en Francia incluyó en sus preocupaciones a las formas de vida de los diversos grupos sociales como campesinos y obreros, a la vida privada, las relaciones familiares, la producción cultural y simbólica.
5 La Escuela de Birmigham: en 1964 se fundó en Inglaterra el Centro de Estudios de la Cultura Contemporánea en Birmingham, entre cuyas principales figuras se encuentran: Raymond Williams, Richard Hoggart, Stuart Hall y Edward Thompson. Enrolados en el marxismo, muchos de ellos desarrollaron una importante tarea académica y extra-académica, entre otras cosas trabajando con adultos obreros, en procesos de educación no formal.
6 El difusionismo que llegó a nuestro país fue el más extremo, fue el de los países germánicos que se desarrolló en la "Escuela de Viena" e intentó conciliar prehistoria con el libro de Génesis. Esta escuela tuvo mucha importancia en la Argentina (Imbelloni, Menghin, Bórmida) y proponían la existencia de "Los círculos de cultura" o Kultukreise cuya ley sostenía que los rasgos arqueológicos tienden a difundirse desde un centro de origen en todas direcciones y a partir de la distribución geográfica se puede inferir la edad relativa de los rasgos culturales.
7 Se refiere a la obra de Elman Service, quien realizó una tipología de sociedades desde su origen. , . la LaLaLa autora considera que a pesar de su importancia esta teoría ha dado lugar a interpretaciones mecanicistas y reduccionistas de las sociedades indígenas.
8 Pankutra: se trata de una comida considerada tradicional en el ámbito rural y el urbano marginal, tanto en Chile como en el área patagónica. Se asemeja a una sopa con carne y verduras a la que se agregann pequeños trozos de masas "ñoquis" y se cocina todo junto.
9 El lingüista Jorge Suárez junto con su esposa Ema Gregores realizaron un trabajo de campo con la intención de recopilar la lengua tehuelche meridional. Gran parte del material recopilado permaneció inédito y obra en manos de la lingüista Ana Fernández Garay; y actualmente ambas estamos trabajando con los textos recopilados con la intensión intención de publicar el material.
10 El trabajo en el que se encuentran detallados estos ejemplos se encuentraestá en prensa y fue realizado en forma conjunta con la lingüista Ana Fernández Garay.
11 Ser mítico que se fue transformando en una especie de "cuco" con el cual asustar a los niños.
12 Sin dudas, a partir de los quinientos años de la conquista de América se hicieron visibles una serie de demandas que ya estaban encausadas y que se fueron consolidando a partir de distintas luchas. En toda América se dio el proceso de "Emergencia Indígena" (Bengoa, 2000) que se hace visible de diversas maneras como los proyectos de implementación de la Educación Intercultural Bilingüe y otros. Las comunidades indígenas de Patagonia están en medio de profundas luchas culturales, políticas y territoriales.
13 El matrimonio por rapto ha sido ampliamente documentado y analizado en la cultura mapuche, pero a través de los distintos testimonios vemos que también era frecuente entre los campesinos chilenos, influenciados por esta cultura.

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recibido: 31/07/05
aceptado para su publicación: 09/08/05