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Cuadernos del Sur. Historia

versão On-line ISSN 2362-2997

Cuad. Sur, Hist.  no.35-36 Bahía Blanca  2007

 

Empresariado y acción colectiva. Los industriales metalúrgicos de Rosario y la dictadura militar: 1976-1983.

Silvia Simonassi*

* Universidad Nacional de Rosario E-mail:silviags@cablenet.com.ar

Resumen
En este artículo analizamos las prácticas de acción colectiva rutinarias y contenciosas llevadas adelante por una fracción del empresariado industrial del interior argentino expresada en la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario (AIMR) durante el período de la dictadura militar de 1976/1983. Destacamos las distintas posturas asumidas por la organización durante el período así como las razones de dichos cambios. Afirmamos además que, mientras continuaban acudiendo a modos de acción colectiva rutinarios en un contexto notoriamente modificado, sobre el final del período apelaron a acciones de tipo contencioso. Nos proponemos así contribuir a la comprensión de la compleja y cambiante trama de vínculos sociales y políticos que se urdieron durante estos años, al tiempo que promovemos la reflexión acerca de las particularidades de la acción colectiva empresaria.

Palabras clave: Industriales; Metalúrgicos; Acción Colectiva; Dictadura Militar

Abstract
In this article we analyze the routine and contentious collective action practices go ahead with a sector of industrialists in an important industrial argentine region studying the Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario - AIMR throughout the last military dictatorship. We underline the different stances taken by the organization during the period, as well as the reasons of those changes. We argue that, while they continued to use routine collective action ways in a modified context, in the end of the period they resort to contentious actions. We suggest contributing to the understanding of the complex and changing social and politics links they wove throughout these years, while we promote the reflection about the peculiarities of industrialist collective action.

Keywords: Metallurgical Industrialists; Collective Action; Military Dictatorship.

Recibido 12/04/06
Aceptado para su publicación 11/12/06

Como representantes de la pequeña y mediana industria metalúrgica auténticamente nacional, embrión y cimiento de toda Nación con responsabilidad dirigida a un destino de grandeza y equitativa distribución de riquezas, asumimos con dignidad la realidad de esta instancia, comprometiendo nuestro esfuerzo, riesgo y lucha en el "proceso de reorganización nacional", confiando en la contrapartida prometida por la palabra hablada y escrita", Ideario Metalúrgico, mayo 1976.

Los pedidos de reserva en los hoteles de la ciudad, son un claro índice del eco obtenido por la convocatoria realizada por los empresarios rosarinos a todos sus pares del país. La cita del sábado convertirá a nuestra ciudad en epicentro de los reclamos de vastos sectores de la actividad empresaria", Diario Rosario, octubre 1980....no nos engañen más ni con promesas electorales, ni con presuntos planes que nadie conoce. Porque si vuelven a mentir, tendremos que hacer astillas el sillón presidencial", empresario de Pergamino, junio 1982.

En este artículo nos centraremos en el análisis de las prácticas de acción colectiva puestas en práctica por una fracción del empresariado industrial del interior argentino durante el período de la dictadura militar de 1976/1983. Consideramos que de este modo contribuimos a la comprensión de la compleja y cambiante trama de vínculos sociales y políticos que se urdieron durante estos años, al tiempo que promovemos la reflexión acerca de las particularidades de la acción colectiva empresaria. En otro lugar hemos explicado el trayecto que recorrió esta fracción empresaria desde la adhesión activa al desencanto (Simonassi,1998; 2004): inicialmente, la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario (AIMR)1 comprometió su adhesión al régimen, pero dejando expresamente señalado que se esperaba a cambio la satisfacción de su extensa lista de reclamos. En un segundo momento, adoptarán una posición crítica a la política económica de Martínez de Hoz. Desde fines de 1978 hasta fines de 1980 y a medida que las decisiones económicas fueron profundizando el deterioro de la industria, se fue elevando el tono de las demandas hasta desembocar en la franca y activa oposición al plan económico, dando lugar a un importante proceso de movilización con fines propios del empresariado del interior. Es recién en un tercer momento, en 1981, cuando los industriales metalúrgicos plantearon su opción por un cambio de régimen. En 1982 pasaron a expresar el desencanto producido entre quienes confiaron en los postulados del régimen militar instalado en 1976 incorporándose a un proceso más general de lucha antidictatorial.

En este lugar afirmamos que antiguas prácticas continuaron activadas durante el período: los industriales metalúrgicos de Rosario se posicionaron como interlocutores frente al Estado procurando imponer una agenda multifacética mediante la apelación a modos de acción colectiva rutinarios -tal como lo hicieran en el pasado-, recorriendo agencias estatales, gestionando reuniones, peticionando, mientras sobre el final del período acudieron a acciones de tipo contencioso2. Una vez depurados sus componentes populistas3 permanecieron agremiados, debatiendo problemas sectoriales, construyendo nuevos repertorios de acción4 y modelando una dirigencia con un perfil acorde a la nueva coyuntura. Mientras el gabinete económico liderado por Martínez de Hoz adoptaba medidas tendientes a modificar de raíz las relaciones de fuerza sociales y políticas, los industriales metalúrgicos de Rosario continuaron por varios años acudiendo a las prácticas rutinarias de acercamiento al poder político, sin apenas advertir que las intenciones del nuevo proyecto los excluía irremediablemente. El agotamiento de los principios de legitimación de la dictadura, el deterioro de la situación de muchos industriales del sector y el creciente malestar obrero y de los sectores medios fueron factores que potenciaron la decisión de las diversas fracciones pequeñas y medianas del empresariado del interior a fundar en la ciudad de Rosario CONAE (Convocatoria Nacional Empresaria), la cual se reveló capaz de canalizar esta porción del descontento social. De esta manera, mediante el contundente protagonismo de los industriales metalúrgicos rosarinos, se presentó una novedosa coyuntura de movilización empresaria tal vez sólo comparable a los recursos contenciosos que pusieron en práctica contra la política laboral del primer peronismo (Badaloni y Simonassi,2005). Otorgar visibilidad a las prácticas de acción colectiva de fracciones particulares de las burguesías del interior resulta fundamental en este sentido. Si bien las teorías de la acción colectiva han sido formuladas atendiendo fundamentalmente a procesos históricos protagonizados por sectores populares, postulamos aquí la necesidad de repensar algunos de sus aportes a partir del análisis de las fracciones burguesas (Beltrán, 2001, Simonassi, 2004).

Sobre la dictadura militar de 1976/1983

Tras las ruinas del régimen populista de 1973-1976, se instaló en el país la dictadura más sangrienta de su historia y una de las más crueles y sanguinarias de la América Latina contemporánea. La imposición del terror, las sistemáticas violaciones a los derechos humanos, la desaparición de personas y la apropiación de menores fueron los métodos más brutales destinados a eliminar al "enemigo interno" sancionado por la Doctrina de la Seguridad Nacional y transformar de raíz las condiciones que hicieron posible el despliegue de sus prácticas y la difusión de sus posiciones político ideológicas. El "Proceso de Reorganización Nacional", de acuerdo a los comunicados y declaraciones producidas, se propuso "salvar la nación" del desorden producido por la "subversión", por la agudización de los conflictos sociales y por el caos económico. Las primeras medidas del gobierno, adoptadas inmediatamente después de producido el golpe, procedieron a suspender las actividades políticas y de los partidos, así como las gremiales, tanto de trabajadores como de empresarios. Se prohibió el derecho de huelga y se inició un proceso de encarcelamientos, exilio, desaparición y asesinatos de delegados obreros, estudiantes, profesionales cuyas múltiples dimensiones están siendo exploradas particularmente en los últimos años en un registro de análisis que vincula la historia con la memoria (Corradi,1996, Jelin,1998, Aguila,2000, Da Silva Catela,2001, Jensen,2005, entre otros).

Las Fuerzas Armadas contaron con importantes "franjas de consenso" que permitieron el cumplimiento de los principales objetivos planteados, especialmente el combate contra la indisciplina social y laboral y las organizaciones guerrilleras. Esta situación perduró al menos durante los dos primeros años del período, entre 1976 y 1978, mientras se transitaba por la fase más represiva y los "éxitos" esgrimidos en la reimposición -por la vía de la aplicación del terror- del "orden" social otorgaron el consenso inicial (Garreton,1985, Quiroga,1994). Si bien diversos trabajos señalan al "rodrigazo" como un verdadero punto de inflexión en términos de política económica (Asborno, Beccaria, Schvarzer, 1991), el proyecto del primer y más importante ministro de economía de la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, significó un verdadero cambio de rumbo respecto a las premisas sobre las cuales se habían adoptado las decisiones económicas en el pasado. Los primeros efectos de sus medidas no dejaron lugar a dudas: en 1976 el poder adquisitivo del salario cayó un 36%, prolongándose este rasgo en los dos años posteriores, aunque con un ritmo más moderado. La política salarial del gobierno consistió en asociar cada vez más los salarios a la productividad. La cancelación de las convenciones colectivas supuso una notable pérdida de poder de negociación de las organizaciones sindicales, el cual se fue trasladando al ámbito de las empresas generando marcadas diferencias entre categorías y ramas. Si bien en los primeros años posteriores a 1976 no se consignaron elevados índices de desempleo, esto obedeció a la retirada de jóvenes y mujeres del mercado de trabajo así como al incremento del cuentapropismo. Las grandes empresas se encontraron entre las principales expulsoras de mano de obra, efectuando despidos de trabajadores, medidas que - junto a la disminución salarial y en menor medida a la introducción de tecnología-, mejoraron notablemente los niveles de producción y de productividad. En lo referente a la distribución del ingreso, entre 1975 y 1978 se habría producido un notable crecimiento de la desigualdad como consecuencia directa de la brusca disminución del salario real (Beccaria,1991).

En abril de 1976, se sancionó la nueva ley de Contratos de Trabajo, con el objetivo de "...restablecer el orden indispensable en la relación trabajo empresa"5. En setiembre del mismo año entró en vigencia la Ley de Seguridad industrial, la cual ratificaba la prohibición, fijada en marzo del mismo año, de recurrir a medidas de fuerza y fijaba muy severas penas para los transgresores, que incluía la prisión6. Toda otra serie de decretos y leyes limitaron la actividad sindical. La violencia desatada contra los trabajadores, estudiantes e intelectuales se completaba con una política laboral que no dejaba lugar a dudas acerca de quiénes eran las víctimas seleccionadas por el régimen.

No obstante, los objetivos de las Fuerzas Armadas en el poder fueron más allá, pretendiendo transformar completamente el funcionamiento de la relación entre el Estado y la sociedad. De las dimensiones de este propósito devino la conocida expresión "el gobierno no tiene plazos sino objetivos". La tarea que deberían ejecutar los miembros de las Fuerzas Armadas y los liberales que los acompañaban, consistía en revertir viejas "deformaciones" que tenían que ver con el sistema político y con la economía, producidas en las décadas precedentes. En el último aspecto, la política arancelaria, los subsidios y créditos a bajas tasas, habrían provocado, la "instalación y supervivencia de una industria ineficiente". En este sentido, las fracciones del empresariado vinculadas al "pasado populista" fueron rápidamente vinculadas a las causas de ese diagnóstico: "En la motivación ideológica yace el propósito no solo de controlar el comportamiento de los asalariados, sino también disciplinar a la propia clase empresaria organizando la economía de tal forma que toda tentación de acuerdos espúreos con las clases dependientes -de los cuales Gelbard es la encarnación- quede eliminada" (Canitrot, 1979:10,12 y 22).

Esa "forma de organizar la economía" provocó una extraordinaria transferencia de riqueza en manos de unos pocos grupos que dominaban el sistema financiero, provocando una sustancial transformación en las bases y la composición de la burguesía argentina. Las políticas industriales de las décadas anteriores se abandonaron motivando el correspondiente cambio estructural en el perfil industrial argentino7. El mercado financiero pasó a ocupar un rol fundamental. La posibilidad de realización de estos "cambios estructurales" estuvo sostenida desde el inicio por el despliegue de una política represiva e intimidatoria, la cual se convirtió en su condición de posibilidad. Tal como ha señalado convincentemente Jorge Schvarzer, la política económica se sustentó en una particular lógica de poder: "detrás de las decisiones aparentemente más "económicas" hubo una lógica política" (Schvarzer,1996). La magnitud de las reformas emprendidas debía ser asegurada por la continuidad del equipo económico, lo cual se logró por la confianza depositada en Martínez de Hoz por el "establishment"8. La construcción de un particular mercado financiero -caracterizado por una elevada liquidez, por la facilidad de entradas y salidas y por las fluidas conexiones con el exterior-, constituyó una sustancial herramienta de poder. La derecha económica adquirió la posibilidad de "ejercer a través del mercado un verdadero poder de veto contra cualquier política económica distinta de la deseada" (Schvarzer,1996:112).

En el principio fue el alivio

En 1976, la opción por los grandes grupos económicos y las transformaciones en la estructura industrial estaban en sus inicios. La magnitud del proyecto no era visibilizada por los industriales metalúrgicos de Rosario, quienes, como otros, manifestaron su alivio frente a la intervención institucional de las Fuerzas Armadas. En esa oportunidad, señalaban los industriales: "...la intervención militar resultó el corolario lógico de la suma de errores, contradicciones, desprestigio, anarquía, puja interna e ineficaces conducciones de un proceso que se agotó en sí mismo"9. Como se indica en el epígrafe, en esta primera aparición del periódico luego del golpe, la AIM de Rosario comprometía un apoyo militante, activo, acorde a los postulados fundacionales del régimen militar. Aunque en escasos dos años, se visibilizaría la relevancia otorgada a las expectativas colocadas en la "contrapartida prometida", en este momento inicial, los industriales resaltaban "el acontecimiento que creó las condiciones propicias al resurgimiento", prometiendo su participación en la "ardua tarea de reconstrucción [que] está en marcha"10. La posición pública asumida en ocasión del golpe de estado perdura en la memoria de algunos de ellos, como momento de cambio, de ruptura, verdadera conmoción de la cotidianeidad en planta: "Ahí se terminaron todos los problemas, cuando vinieron los militares, porque la gente ya no hacía más problemas, se ve que tenían miedo. Porque nosotros ni los amenazamos ni trajimos un milico ahí a la fábrica ni nada que se le pareciera"11. En el mismo sentido la memoria anual de una empresa de maquinaria agrícola local señalaba que durante el primer semestre de 1976 se mantenían problemas tales como ausentismo, indisciplina, bajo rendimiento, mientras que en el segundo, "se eliminaron los inconvenientes señalados lo que permitió un reencauzamiento de las tareas en las fábricas llevando la producción a niveles aceptables y normales"12.

Uno de los pilares fundamentales sobre los cuales giró el plan económico fue la reforma financiera (liberalización de los mercados cambiario y financiero). El año 1977 fue decisivo en este sentido. Su puesta en práctica significó una ruptura con el pasado de subsidios, créditos, redescuentos, tasa de interés negativa, que fueron primordiales para la reproducción empresaria y que significó el desplazamiento desde un esquema industrialista hacia otro denominado "eficientista", definido como aquel en el cual el mercado de capitales funcionaría sin interferencias (Canitrot,1979, Schvarzer,1986). En dicho año la inflación había descendido a una tasa de 8% mensual, los datos reflejaban una cierta recuperación industrial y el campo podía festejar una buena cosecha de trigo. En este marco "exitista" se anunció la reforma financiera.

No obstante, la adhesión de los industriales metalúrgicos del Gran Rosario a la dictadura militar en esta primera etapa, se fundó principalmente en la decidida acción de las Fuerzas Armadas en la reimposición del orden social. Sabido es que dicho accionar no se limitó al desmantelamiento de las organizaciones guerrilleras, sino que se amplió a una acción de "saneamiento" del cuerpo social "corroído" por el accionar de estos grupos. En la medida en que esta acción se desplegó en una cuidadosa tarea de disciplinamiento laboral y social, el régimen ganó legitimidad a los ojos de las clases que demandaban con firmeza una política en tal sentido. Que otras razones no encontramos en esta adhesión inicial se desprende de la lectura de las fuentes empresarias, en las cuales la dilatada agenda de reclamos no dejaba de crecer. El severo diagnóstico que mostraban en el período previo pareció modificarse solo en parte. La situación de la pequeña y mediana industria continuó definiéndose como "muy grave", lo cual según los carroceros "no es meramente coyuntural". En julio de 1976 se demandaban medidas de reactivación del consumo, tales como mejorar la capacidad adquisitiva del salario, desgravación impositiva, créditos promocionales, etc, mientras se denunciaba la liberación de importación de bienes manufacturados. Un informe preparado por AIM descubre elevados índices de capacidad ociosa en las principales ramas de la industria metalúrgica, que rondaban entre el 25 y un más alarmante 80% en máquinas herramientas y bicicletas13. La industria carrocera -que en esa oportunidad denunciaba un 75% de capacidad ociosa-, anunciaba con preocupación las continuas suspensiones y despidos más la amenaza de cierre de establecimientos. La contracción del mercado interno era un renovado dilema al que se enfrentaban los industriales, y que se profundizará en años posteriores. Así, en 1977, uno de los dirigentes locales de la rama reconocía la desaparición del ausentismo, las huelgas y el desabastecimiento mientras alertaba sobre la referida contracción del mercado y sus secuelas14.

La adhesión a las Fuerzas Armadas se ratificaba, aunque comenzaba a matizarse. Así, anunciaban "...que participamos de sus inquietudes, pero... las mismas no pueden oscurecer el teatro principal de la batalla", el cual comenzaba a desplazarse. Producidos resultados ciertos e inmediatos en el proceso de disciplinamiento social y laboral "...el punto decisivo donde se ha de dilucidar el futuro de nuestra patria grande se encuentra en el desarrollo de las fuerzas productivas. Todo lo demás han de ser victorias tácticas"15. Mientras el gobierno incorporaba metáforas quirúrgicas para dar cuenta de la represión en curso, los industriales adoptaban metáforas bélicas para señalar que la crisis de las fábricas no se solucionaba. Las discusiones sobre la Ley de Promoción Industrial motivaron diversas entrevistas, en las cuales esta fracción de industriales sustentó una posición que en lo fundamental consistió en objetar la ausencia de regionalización y de estímulos para las pequeñas y medianas empresas, mientras cuestionaban la prohibición de instalación de nuevas industrias en Rosario y Córdoba16. Estos déficits obedecían según este sector a la "falta [de] un programa nacional global, regional y sectorial coherente"17. Mientras reconocían la situación heredada, insistían en un rol activo por parte del Estado en su resolución.

No obstante se comenzó a incorporar una temática hasta ahora ausente: aquella que resaltaba las características del aparato estatal, el cual era nominado como ineficiente, burocrático, con altos costos y voracidad en la recaudación. Para ello se sugería racionalizar el aparato de estado y "privatizar, sin dilaciones, empresas amparadas en regímenes que constituyen un privilegio"18. No obstante, este sesgo liberal aparece fuertemente combinado con una persistente apelación al Estado como interlocutor, garante y gestor de una política industrial -inexistente según los actores analizados-: "...en el mundo es ya claro que las fuerzas económicas no cuentan con ninguna mano invisible que las motorice sino que necesitan la acción concreta del Gobierno en tal sentido"19. Resulta notable una vez más, el categórico rechazo al supuesto smitheano de la mano invisible del mercado, mientras se colocaba su antítesis en el sostén estatal. La propuesta de achicamiento del Estado estaba acompañada por la demanda de una sólida política industrial.

Por estos años las modalidades de acción colectiva revelaban una notable continuidad con el pasado: la defensa de los espacios de exposición de demandas (ministerios, agencias estatales, declaraciones públicas, etc.) constituían instancias de ratificación por parte de los industriales de la voluntad de persistencia de un tipo de relación entre Estado y desarrollo industrial que no era respondida de modo simétrico por las autoridades de Economía20.

Cuando la primera base de legitimación se erosiona

La novedad política fundamental del año 1978, fue la decisión adoptada por el gobierno respecto al cuarto hombre: el presidente sería un oficial superior retirado y se constituía en responsable de aplicar los objetivos del gobierno, en tanto los miembros de la Junta, por fuera del ejecutivo, efectuarían el control de las acciones. Así, se confirmó a Videla por tres años y se designó en su lugar al frente del Ejército a Viola, quien comenzaba a marcar ciertas diferencias con el equipo económico. En octubre de ese año, declaraba que el gobierno "no ha podido contener la inflación", y existían recesión industrial y problemas de salarios y precios21. Sobre fines de año nació la "tablita" cambiaria. Martínez de Hoz anunció un cronograma de devaluación gradual del tipo de cambio que regiría en 1979. Mientras tanto, se producía la entrada de capitales del exterior sin restricciones para su repatriación.

La base de legitimidad construida sobre la obtención de la "paz interior", se reveló insuficiente y fue éste el momento en el cual se comenzaron a hacer públicas las críticas al plan económico (Garretón,1985, Quiroga,1994, Canelo,2004). El reconocimiento por el logro de la "paz interior" y por el "prestigio internacional" parecía mantener intacta la adhesión al régimen. El agotamiento de esta etapa debía sucederse con la articulación por parte del régimen de un modelo alternativo de desarrollo o un proyecto político capaz de sucederlo, debía abrirse paso una nueva fase, "fundacional" o "transformadora", lo que finalmente no aconteció (Garretón,1985, Palermo y Novaro,2003). Lejos de condenar públicamente la violación a los derechos humanos, se aplaudían los éxitos obtenidos en esta dimensión y las críticas se situaban inocultablemente en el plan económico y en sus ejecutores: "Crisis económica", "efecto devastador", "recesión", "contracción", son los términos utilizados por AIM para caracterizar los efectos de la política económica22. En primer lugar, los industriales advertían claramente la prioridad otorgada al aparato financiero por sobre el productivo, denunciando las cargas fiscales que recaían sobre la producción. En segundo lugar arremetían contra lo que ya era evidente: la contracción del mercado interno debido a la distribución regresiva del ingreso. En tercer término, las críticas arreciaban en lo referente a otro de los pilares sobre los cuales se estructuró el proyecto económico: la apertura comercial. Al respecto, cuestionaban "la política de abrir cada vez más la economía en momentos en que los demás países practican políticas proteccionistas...", lo cual beneficiaba "a los más fuertes" y a las "subsidiarias multinacionales". En cuarto lugar, lo que para gobierno y empresarios era un alarmante proceso de desinversión en la industria provocó un cruce de culpabilizaciones. Para los industriales esta realidad estaba vinculada a la referida contracción del mercado que una vez más -señalaban- perjudicaba a la pequeña y mediana industria, de la cual se declaraban representantes23.

Realizando una breve recorrida por los déficits que señalaban las distintas cámaras, nos encontramos con el descontento de los fabricantes de máquinas herramientas por los daños provocados por la citada apertura comercial. Los industriales de maquinaria agrícola se vieron afectados por la caída de la demanda del sector agropecuario, situación visualizable desde la segunda mitad de 1977 y adjudicada al menos a dos razones: los bajos precios de los cereales en el mercado internacional y las altas tasas del crédito bancario que imposibilitaban la compra de maquinaria para el agro. La industria carrocera, por su parte, reconocía una demanda interna sostenida pero una caída brusca de la exportación.

El año posterior no hizo sino agudizar las tendencias. La anunciada recesión resultó ser un instrumento planificado y considerado inevitable por los funcionarios de Economía, para "ajustar ciertas variables (salarios reales, ritmo de precios) a los niveles deseados" (Schvarzer,1991:67). Las respuestas desde sectores del movimiento obrero no se hicieron esperar: a través de la Comisión de los 25, convocaron a una Jornada Nacional de Protesta para el 27 de abril de 1979 que se convirtió en el primer paro decretado después del primer y más violento embate represivo y de persecución hacia el movimiento obrero desde el 24 de marzo de 1976. En Rosario, La Capital reproducía la advertencia lanzada por el gobierno: "[se] prohibe a los trabajadores toda medida concertada de acción directa, paro, interrupción o disminución del ritmo de trabajo, o su desempeño en condiciones que de cualquier manera puedan perjudicar la producción"24.

El paro tuvo en el cordón industrial "escasa repercusión", excepto entre los ferroviarios y algunos sectores industriales. Esta situación permitió que el diario local titulara su editorial del 29 de abril "El paro fallido". En las posiciones expresadas por los industriales metalúrgicos de Rosario no encontramos grandes cambios: se repetían las demandas mientras se incrementaban notablemente las quejas por las consecuencias de la apertura comercial. Los industriales de maquinaria agrícola veían resentida su producción por la competencia brasileña y los de máquinas herramientas cerraban el año reseñando las gestiones realizadas para obtener cambios en la política arancelaria25.

1980. La movilización empresaria

Ya en marzo de 1979 una nutrida y excepcional reunión de Consejo Directivo ampliada convocada para "tratar exhaustivamente la grave situación por la que atraviesa el empresariado", anticipaba lo que ya entrado el año posterior se convertiría en un estado de movilización empresaria. En esa instancia se repitieron las consabidas críticas pero también -y esto resultaba novedoso- se sugirieron posibles modos de profundización de acciones. Desde solicitudes de asambleas de socios hasta reclamos de endurecimiento de posiciones entre los dirigentes, el intercambio de ideas no hacía sino transmitir un estado de movilización empresaria26 que culminaría en la constitución de CONAE (Convocatoria Nacional Empresaria). En abril de 1980 nació su núcleo generador: la Unión de Entidades Industriales de la Provincia de Santa Fe -en simultáneo con su similar en el comercio-, integrada por diversas organizaciones industriales de la provincia, entre las cuales se contaba AIMR27.

En marzo de 1980 alrededor de 350.000 ahorristas pequeños y medianos se vieron afectados por la liquidación del mayor banco local: el Banco de Intercambio Regional (BIR), seguido por al menos otros tres más. Comenzaba la crisis financiera que motivó la "rápida deserción de los ahorristas del mercado financiero, la compra masiva de divisas y la evaporación de las reservas" (Schvarzer,1991,76). En los aspectos referidos a la legitimidad del régimen, 1980 ha sido señalado como el año de inicio de una fase de agotamiento (Quiroga, 1994), o como el momento en que el mismo caía en una situación de aislamiento. No obstante y a pesar de su pérdida de legitimidad el gobierno continuaba regulando las condiciones de participación (Yanuzzi, 2000).

La continuidad en la adhesión de AIM al gobierno, quedaba reflejada en una entrevista realizada a Enrique Tanzi, presidente de la AIM de Rosario y dirigente de CONAE, salpicada de llamados y advertencias a la institución militar, los "compatriotas soldados": "No se tienen que olvidar las Fuerzas Armadas que no se pueden volver a equivocar": "Escuche el gobierno el reclamo profundo de su pueblo y tenga el valor de aceptar sus errores con la misma hombría y dignidad con que aceptó el reto de la subversión terrorista. Y sepan asimismo que la legitimidad del ejercicio del poder solamente se tiene cuando se responde a las necesidades para la cual se fuera llamado a ejercerlo".

"El señor Martínez de Hoz ha mantenido su política a despecho de todas las críticas y asumiendo la representación de las Fuerzas Armadas comprometiéndolas en algo que va a ser muy difícil de rever".

Persistía, sin lugar a dudas, un reconocimiento del rol jugado por las Fuerzas Armadas en el disciplinamiento social. Cualquier alternativa civil no garantizaba, por entonces, a los ojos de los industriales, el logro de sus objetivos. De ahí que optaran por una alternativa de presión que incluía lock outs, movilizaciones, actos, demostraciones de fuerza todas ellas que procuraban obtener cambios en el gabinete económico favorables a una recuperación del aparato productivo y de un consiguiente aumento de los beneficios esperados. Esta entrevista realizada al dirigente metalúrgico rosarino a principios de 1981 resulta de una riqueza excepcional para analizar la concepción de los industriales respecto al rol del Estado. Mientras definía a sus representados -así como a él mismo- como pioneros de la industria, verdaderos self made men desprovistos de cualquier prerrogativa adicional no dudaban en apelar al sostén estatal en momentos en que se reformulaba drásticamente la relación entre el Estado y la industria, y en tiempos en que desde el régimen se impugnaba al pasado como "populista".

"Los que dicen que la industria argentina creció exclusivamente al amparo de los aranceles proteccionistas, mienten. Los industriales han hecho un gran esfuerzo y lo hacen todavía para poner las fábricas al servicio del país".

Sin embargo, afirmaba sin reparos: "no hay país grande en el mundo donde el Estado no haya sido el que apoyó a la industria".

Las críticas precisas al plan económico se centran en la relación peso-dólar, definida como "un verdadero subsidio a la industria extranjera" y a la apertura comercial. Que el blanco era Economía quedaba claro: "...una vez instalado el gobierno de las Fuerzas Armadas, se difundieron pautas sobre las que debían moverse las industrias. Se dijo entonces, que aquel que no aceptara el desafío y no se actualizara y renovaba su tecnología, sucumbiría ...Los que sanamente creyeron en tales afirmaciones e invirtieron y reequiparon sus industrias, fueron los primeros en sucumbir porque la recesión que sobrevino por la aplicación de la política económica los destruyó"28.

El modo de formular la demanda anticipa la extensión del descontento frente el régimen: las expresiones "se difundieron", "se dijo", van dirigidas al régimen mismo, aunque el uso de la tercera persona diluye la crítica directa. En la memoria anual señalaban los aciertos, pero sentenciaban: "el precio hoy es demasiado alto". No obstante, la salida democrática no se avizoraba aún en el horizonte, por el contrario, Tanzi se pronunciaba en desacuerdo con cualquier salida "de tipo político"29.

El tema de los derechos humanos muestra claramente los alcances de la posición de AIM. En la memoria anual pronunciaban su "adhesión al proceso actual en tanto y en cuanto el mismo ha posibilitado a la comunidad argentina retomar un estilo de vida y un marco de orden y libre manifestación de ideas para todos aquellos que hacen de la convivencia y la solidaridad un valor a sostener y defender". Quedaban excluidos de estos derechos los "partidarios de la dictadura del proletariado", los que instauraron las "cárceles del pueblo" y "ejecutaron...prominentes ciudadanos". Reservaban sin rodeos "el monopolio del ejercicio de la fuerza" al Estado, legitimando de ese modo las violaciones a los derechos humanos en aras de una "guerra justa"30.

"Donde acaban las palabras...".Nace CONAE

Con la participación de casi doscientas entidades empresarias de todo el país, nació en Rosario, en octubre de 1980, la Convocatoria Nacional Empresaria -CONAE-31. De acuerdo a sus organizadores, no se trataba de crear una entidad más entre otras similares, sino de "aunar esfuerzos" contra el plan económico y por la defensa de la empresa nacional. Proponían iniciar -en nombre de la pequeña y mediana empresa argentina y bajo el lema Por el resurgimiento de la economía nacional - un histórico proceso de movilización. Fue así como CONAE convocó para el día 18 de octubre de 1980 en la ciudad de Rosario a un acto público. Entre los propulsores de la medida se destacaban la mayoría de las asociaciones representativas del empresariado regional del comercio, el campo y la industria32.

Sobre la realización del acto pesaron advertencias, prohibiciones y una citación judicial a un convocante (Humberto Volando - Federación Agraria Argentina) por "ideología extremista", todo lo cual no impidió su realización. Allí se expresaron severas críticas al plan económico y una explícita adhesión al Proceso. Desde un club local los participantes reclamaron: atender la situación de emergencia de productores, industriales y comerciantes, difiriendo sus deudas; rectificar el atraso de la paridad cambiaria como manera de respaldar la producción nacional; establecer un sistema de emergencia para el estímulo de la producción nacional; reestructurar el sistema financiero; y restablecer el papel de la empresa privada33.

A escasos meses de su conformación, CONAE aparecía frente a la opinión pública como un sólido frente empresario de oposición a la política económica (que ya había generado un abanico más amplio de reclamos). Los miembros del equipo económico se negaron a dialogar con los empresarios nucleados en CONAE y "propiciaron una intensa acción psicológica, atribuyéndoles móviles políticos y de agitación"34. Desde el gobierno se prohibió el acto convocado en Buenos Aires en el mes de diciembre, en tanto sus organizadores declaraban "alerta empresarial".

La designación de Viola en la presidencia y el recambio ministerial había producido declaraciones favorables a producir ciertos cambios. Esto motivó la decisión de entrar en un compás de espera para medir el rumbo de los acontecimientos. Sin embargo, se propuso, para el 26 de febrero de 1981, una nueva jornada de protesta, que resultó exitosa en el interior, no así en Capital Federal y en Gran Buenos Aires. Bajo la denominación de Jornada de Reclamo para el Cambio, en Rosario la medida tuvo un elevadísimo grado de acatamiento, con cierres de comercios, industrias y servicios. En medio de un clima de calor agobiante, la ciudad mostraba policías uniformados y de civil, mientras el tránsito en algunos sectores se mantuvo cortado. AIM manifestó "solidaridad total" con las medidas y comprometió su más activa participación. La modalidad recomendada a sus asociados consistió en trabajar a puertas cerradas, sin atención al público, con fajas de CONAE en las puertas de acceso y frentes embanderados. Invitó además a participar de la marcha silenciosa de vehículos particulares y empresas y a la colocación de ofrendas florales que se produciría en el Monumento a la Bandera. Ante la detención de siete dirigentes de CONAE y la prohibición de efectuar concentraciones públicas, se suspendió el acto, y se produjeron paros simbólicos en todo el país35. Expresaron los organizadores al final del día en un comunicado: "Las mayorías silenciadas se han expresado. Las detenciones, prohibiciones, amenazas y la acción psicológica sin precedentes, no han podido impedir que a lo largo y a lo ancho del país, con paros, actos, marchas, misas y declaraciones, más de 600 entidades empresarias exteriorizaran su repudio a la política económico-social vigente y reclamaran el cambio inmediato".

"Las Fuerzas Armadas...debe (sic) tomar esta protesta no como una agresión sino como un sincero e inclaudicable reclamo para que ya mismo, se introduzcan las sustanciales modificaciones que le permitan a los empresarios producir, a los obreros trabajar con salarios dignos..."36.

A pesar de la contundencia del reclamo en el interior, CONAE insistió en la voluntad de impulsar cambios en el marco del régimen vigente. En abril de 1981, la prensa de los industriales metalúrgicos manifestaba que no renunciaban a la esperanza de ver concretado el éxito de la segunda etapa del Proceso de Reconstrucción Nacional. Planteaba que CONAE no se disolvía, ni constituía otra corporación, sino que abría un compás de espera para la actuación del nuevo equipo económico, encabezado por Lorenzo Sigaut37. Poco después, era ya evidente que la política económica no producía los resultados esperados, por lo que CONAE endureció nuevamente sus posiciones. En junio de 1981, reclamaba "el enjuiciamiento del equipo de Martínez de Hoz como principal responsable de la crisis"38. Por entonces, Eduardo Oxenford, interventor de la UIA y desde 1981 Ministro de Industria de Viola, ratificó el alarmante cuadro de las empresas argentinas, y exhortó a impedir que se sigan transformando "obreros y técnicos en vendedores ambulantes"39. En ocasión del 38 aniversario de AIMR, su presidente manifestó que la intervención de las Fuerzas Armadas "...dio pie a un desmedido proyecto inverso que tampoco contempló los intereses nacionales, que son nuestros propios intereses, me estoy refiriendo a las políticas económicas instauradas en 1976, y digo esta fecha, no porque considere que las anteriores contemplaron la problemática nacional en su dimensión y los intereses de la industria argentina, sino porque a partir de 1976, no existe antecedente en este siglo, de una política que más allá de sus postulados -que siempre conviene releerlos-, de una política repito, que haya introducido cambios tan profundos como negativos"40.

El dirigente denunció el lenguaje de la apertura y de la eficiencia en tanto empañaba la realidad de tantos "colegas empresarios" hundidos por la especulación y la destrucción de la industria. La situación económica durante 1981 empeoró. La inflación era incontenible y el equipo de Sigaut ordenó una serie de devaluaciones del peso, en un marco de recesión y de críticas a su equipo. El condicionamiento a la posibilidad de revertir la política económica se hizo visible rápidamente. Los denominados "cambios estructurales" no se revertirían con unas pocas medidas.

Sin duda el hecho político del año que transcurría fue la aparición de la "Multipartidaria"41. El creciente descontento obrero se intentó canalizar en julio de 1981 mediante la convocatoria a un nuevo paro general. Cada vez más amplios sectores optaban por el camino de la movilización. Si el breve período de Viola puede leerse como un momento en que se procuró desde el régimen producir ciertos gestos de liberalización, convocando al diálogo político y prometiendo una revisión de la política económica de Martínez de Hoz, la reimposición de los "duros" o de la ortodoxia se produjo sobre fin de año, con la designación de Galtieri al frente de la presidencia y de un nuevo equipo económico encabezado por Juan Alemann, a quien Martínez de Hoz le confió "sus mejores muchachos" (Schvarzer,1991, Quiroga,1994). En el intermedio, entre la enfermedad de Viola y la asunción de Galtieri, el interinato de Tomás Liendo pareció devolver las expectativas a los industriales metalúrgicos, quienes enviaron una nota saludando "las primeras rectificaciones en materia de política económica". Con todo, este efímero acto de optimismo pronto fue enterrado por las novedades políticas y económicas.

Fue en este último tramo de 1981, cuando las críticas alcanzaron al régimen político. La vuelta a la democracia y la retirada de los militares, parecieron ser las condiciones para el logro de los objetivos de los cada vez más ofuscados empresarios. Es en ocasión del día de la Industria, cuando por primera vez aparece explicitado el llamado a retornar a la "democracia representativa, con la participación de todos los sectores del quehacer nacional y la plena vigencia de la Constitución Nacional"42. El período de Galtieri intentó constituirse en el momento de recomposición del proyecto de poder sustentado por las Fuerzas Armadas durante los primeros años, y sintetizado en las figuras de Videla y Martínez de Hoz. Lejos de ello, la Guerra de Malvinas provocó el inicio del fin del régimen, iniciando el período de transición propiamente dicho43. En este momento, el régimen político perdió toda iniciativa y se potenció el proceso de movilización social que ahora tendría en el movimiento obrero, estudiantes y organizaciones de derechos humanos a sus principales protagonistas44. Los empresarios articulados tras CONAE, sentenciaban entre junio y agosto de 1982: "Reclamamos como prioridad uno el cambio urgente de la política económica, pero también la plena vigencia de la Constitución en el más breve plazo posible y la vuelta a la completa institucionalización del país"45.

"Señores, estamos cansados de palabras y promesas que no se cumplen. Si releyéramos las palabras pronunciadas por la más alta autoridad gubernamental en abril de 1976, llegaríamos a la conclusión de que hemos sido, lisa y llanamente, engañados y burlados en nuestra buena fe, pues nada de lo que se prometió se cumplió. Vengo a esta reunión de Arrecifes con la desilusión y el desencanto que mi sector trasunta por mi intermedio, ante tanta frustración. Por eso aspiro a que esta reunión de la CONAE sea como un canto de despertar de todos los sectores que integran el pueblo argentino y que nuestro valiente grito, retumbando en los cuatro puntos cardinales de nuestra querida patria, sea como clarín de victoria, marcando el fin de una de las etapas más negras e infames de toda nuestra historia"46.

En diciembre de 1982, en virtud del paro convocado por la C.G.T. Brasil, al cual adhirió la C.G.T. Azopardo y un amplio espectro de entidades, las asociaciones patronales otorgaron su apoyo. En dicha oportunidad, y en virtud de las "coincidencias que unían a empresarios y trabajadores", llamaban a adherir a la medida con cierres y no descontar los jornales caídos. La ciudad de Rosario estuvo semi - desierta, sin actividades en el transporte, los bancos (abrieron solo tres de ellos, de capital internacional), el comercio y la industria. En estas circunstancias, las organizaciones obreras y patronales confluyeron en sus críticas a la dictadura. CONAE adhirió a la convocatoria de la Multipartidaria a marchar el día 16 de diciembre en la ciudad de Buenos Aires. En un comunicado invitaba a sumarse en virtud de la "necesidad de un cambio de orientación en la economía, porque de no ser así, difícilmente podremos llegar a las urnas". Por esos días, la AIM Rosario firmaba en conjunto con la Asociación Empresaria de Rosario y la C.G.T. Italia, un documento en el cual exigían un cambio de política económica y social y reclamaban "el inmediato retorno a la Constitución, el levantamiento del estado de sitio, respeto por los derechos humanos, libertad de los presos políticos y gremiales detenidos sin proceso"47.

¿Qué había ocurrido por entonces con la industria? Entre 1975 y 1982 el producto industrial había caído más de un 20% y la participación de la industria en el producto bruto interno había disminuido del 28 al 22% (Kosakoff y Aspiazu,1989). Se asistió durante estos años a la emergencia de un "nuevo poder económico" (Aspiazu, Basualdo y Khavisse,1988) a través del predominio que adquirieron ciertos grupos económicos nacionales y empresas transnacionales diversificadas en varias actividades económicas o integradas, en ramas de la industria tales como papel, siderurgia, metalurgia, cemento, petróleo, automotriz, química. Por lo tanto, se combinaron en los años que se abrieron en 1976 ambos procesos: la caída de la producción industrial provocada por los cierres de múltiples plantas pequeñas y medianas, y algunas grandes, y la concentración del poder económico en pocos grupos que eligieron como parte de su estrategia de expansión, la inversión en industria. En el Gran Rosario la tasa de desocupación superó en 1981 los índices históricos para no volver a disminuir. Las ramas metalmecánica y metálica básica fueron grandes expulsoras de mano de obra, en tanto en números absolutos se redujo en 6.500 personas el total de ocupados en el período 1975-85. El personal ocupado en la metalmecánica cayó en 16% (3.220 personas) lo que representa cerca del 40% de la caída del personal ocupado total en la industria manufacturera de Rosario. El número de establecimientos disminuyó un 12,3% (210 en total) (Quintar y Castagna,1992).

Empresarios y acción colectiva. Consideraciones finales

En este lugar hemos acentuado el análisis de las prácticas efectivamente desplegadas bajo la modalidad de variados repertorios de acción colectiva, mediante la representación de los dirigentes de AIM en las más diversas gestiones hasta desembocar en la movilización empresaria. Los lock outs, actos públicos y movilizaciones callejeras fueron prácticas utilizadas en escasas coyunturas de la vida de la corporación configurando prácticas de acción colectiva excepcionales, no rutinarias y de enfrentamiento.

¿Cuáles fueron los aspectos que se entrelazaron para transformar un conjunto de demandas nacidas de una situación estructuralmente perjudicial para los industriales en un proceso de movilización? ¿Cómo explicar ese sendero "que lleva del descontento a la rebelión"48? En primer lugar, es destacable la relevancia de la organización: AIM fue capaz de capitalizar en esta coyuntura, una historia previa de construcción de una identidad particular, forjada a través de una historia previa que nació con su propia fundación en 1943 (Simonassi 2003-2004). Una resuelta dirigencia desarrollista -que había tejido tramas con las organizaciones empresarias nacionales y con sectores de la vida política nacional- fue transformando sus posturas al compás de la marcha de la política económica, garantizando de este modo la adhesión de las bases empresarias.

Acudiendo nuevamente a los teóricos de la acción colectiva y de los movimientos sociales es necesario considerar además la estructura de las oportunidades políticas49. En primer lugar, 1980 representa un momento en que el descontento de diversos sectores comenzaba a expresarse al ritmo del progresivo agotamiento del régimen. Que entre los industriales metalúrgicos ese descontento no estuviera centrado en el régimen hablaba más de la imposibilidad de visualizar una salida democrática que de una adhesión activa como la expresada en 1976. En segundo lugar, ese año representó para estos sectores la normalización de las organizaciones empresarias -las elecciones internas dieron la posibilidad de ratificar o rectificar las directivas-, la conformación de otras nuevas y la acentuación del debate gremial y político en el seno de las mismas. En tercer lugar, hacia 1980 era evidente que esta fracción empresaria había perdido capacidad absoluta y relativa de incidir en las políticas públicas, lo cual los impulsó a cambiar de repertorio de acción. Organización y oportunidades políticas - sumados a las condiciones estructurales- parecen ser argumentos sólidos para explicar la adopción de prácticas contenciosas de acción colectiva que concluyeron en la convergencia - en el tramo final de la dictadura- de la movilización de esta fracción de la burguesía con otros sectores sociales.

Notas
1 La AIMR fue creada como Cámara en el seno de la Federación Gremial del Comercio y la Industria de Rosario en junio de 1943. Desde entonces organizó predominantemente pequeños y medianos industriales metalúrgicos de la ciudad de Rosario, para ampliar su capacidad de representación a otras localidades de la provincia de Santa Fe y parte de Córdoba. Si bien la industria metalúrgica regional contaba desde los 60 con grandes plantas de capitales extranjeros, las mismas se asociaron a AIMR aunque no tuvieron una participación activa.
2 Cuando nos referimos a acción colectiva adoptamos una definición amplia, que tiene en cuenta la ecuación recursos combinados e intereses compartidos. Tomamos en cuenta no solo las acciones discontinuas o contenciosas sino también las acciones rutinarias, en la medida en que en éstas se negocia, se improvisa y se presiona (Tilly, 2000).
3 Hemos trabajado en otro lugar (Simonassi,2004) el proceso de crisis ocurrido pocos días antes del golpe de estado en el seno de la AIMR que condujo al desplazamiento de los miembros más identificados con el gobierno peronista de 1973-1976 y el nacimiento de la comisión directiva depurada, que habrá de representar a esta fracción empresaria hasta la normalización por elecciones. Subrayamos acá la expresión "micro" de un problema más general que consistió en la virtual desaparición de un tipo de empresario industrial particular, caracterizado como "populista" por el régimen.
4 "El término teatral 'repertorio' captura la combinación de elaboración de libretos históricos e improvisación que caracteriza generalmente a la acción colectiva" (Tilly ,2000).
5 República Argentina, Boletín Oficial, 29/4/76
6 Mensaje que acompañó la presentación de la ley. Reproducido en Revista La Opinión, edición semanal, Buenos Aires, N°11, 13 al 19/976.
7 José Nun señala que "el plan Martínez de Hoz fue la primera política económica que, desde los años cuarenta, no tuvo por objetivos concretos ni el crecimiento ni la industrialización": "Vaivenes de un régimen social de acumulación en decadencia", Nun 1987.
8 Schvarzer prefiere nominar de esta manera "al sector social que maneja los grandes negocios del país", principal sostén de la política económica y primordiales beneficiarios, homogeneizados por su ideología económica liberal. Si bien se opusieron a determinadas medidas adoptadas, terminaron aceptando ciertos costos en virtud de los acuerdos fundamentales a largo plazo.
9 Ideario Metalúrgico, N°48, mayo de 1976.
10 Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, Memoria y Balance General, 33 ejercicio, cerrado el 30 de junio de 1976.
11 Entrevista realizada por la autora a Antonio S., empresario autopartista, Rosario, mayo de 1996.
12 MIGRA SAIC y F, Memoria y Balance General, 23 ejercicio, año 1976.
13 Ideario Metalúrgico N°50, julio de 1976.
14 Ideario Metalúrgico, N°61, setiembre de 1977.
15 Ideario Metalúrgico, N°52, setiembre de 1976. Los subrayados son nuestros.
16 Ideario Metalúrgico, N°53, octubre de 1976. Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, Memoria y Balance, 1977.
17 Ideario Metalúrgico, N°55, diciembre de 1976.
18 Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, Memoria y Balance, op.cit.
19 Asociación de Industriales Metalúrgicos, Memoria y Balance, 1978. Documento de balance del año 1978. El subrayado es nuestro.
20 Para solo citar algunas: representantes del "movimiento empresario" se reunieron con Martínez de Hoz: Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, Actas de Reuniones del Consejo Directivo, T.9, N°643, 27/12/76, fo.9 a 15. Isacson, un industrial carrocero de Rosario, relataba que cuando un representante de los transportistas pretendió "hablar de la situación del sector", el Ministro de Economía se levantó y se retiró del lugar: T. 9, N°645, 7/3/77, fo. 21 a 26. Tanzi (presidente de AIMR) se reunió con Videla: T. 9, N°646, 30/3/77, fo. 26 a 32. Asistieron a reuniones con el jefe del Batallón 121: T. 9, N° 646, 30/3/77, fo. 26 a 32, cena con Bussi en Tucumán para invertir en la provincia: T.9, N°655, 3/10/77, fo. 65 a 72.
21 Clarín, 18 y 21/10/78, citado por Quiroga, 1994:176.
22 Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, Memoria y Balance, 1978 y José Savio Netri: "Los empresarios rosarinos y el Proceso", en diario Rosario, 16/10/83.
23 Es necesario destacar las notables similitudes en la posición de AIM con respecto a la sustentada por el MID (Movimiento de Integración y Desarrollo): aquella que mantiene intacta la adhesión al régimen y cuestiona la política económica. Consultar al respecto: Yannuzzi, 2000. Las declaraciones de Frigerio insisten en aspectos similares: necesidad de redimensionar el estado, de fortalecer el sector industrial, de revertir la distribución del ingreso generada por la aplicación de la política económica que provocaba contracción de la demanda, etc.: reportaje a Rogelio Frigerio, publicado en Confirmado, Año XII, N°446, 20/7/78, citado en Movimiento de Integración y Desarrollo, 1981. Si bien el presidente de AIMR desmentía lealtad partidaria alguna, en la directiva actuaban conocidos dirigentes desarrollistas.
24 La Capital, Rosario, 28/4/79.
25 Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, Memoria y Balance, 1979.
26 Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, Actas de Reuniones del Consejo Directivo, Tomo 9, N°673, 26/3/79, fo. 144 a 156.
27 A la reunión inicial de este proceso de organización provincial asistieron 52 delegados de las localidades de Avellaneda, Reconquista, San Justo, Sunchales, Rafaela, Las Rosas, Vera, Ceres, Las Parejas, San Lorenzo, Villa Constitución, Villa Gobernador Gálvez, Romang, Rufino, Venado Tuerto y Rosario. Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, Memoria y Balance, 1980. Si bien no se considerará en este lugar, algunos dirigentes participaron activamente en la conformación de una central empresaria nacional metalúrgica (FIMAR) y en la reorganización de la UIA. Al respecto consultar Simonassi, 2004.
28 Las últimas citas fueron extraídas de: Rosario, matutino dominical, 11 al 17/181
29 Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, Memoria y Balance, 1980.
30 Esta posición se asemeja a la sustentada por la Asociación Empresaria de Rosario: "Que hay muertos y desaparecidos después de la desgraciada "guerra sucia" nadie lo ignora, pero de ahí a afirmar que en la Argentina se violan impunemente los derechos humanos, con torturas, ejecuciones y otros, no habiendo variado en nada la situación anterior, es una afirmación gratuita y obcecada, probablemente deslizada a los oídos de la crédula diplomática por la subversión internacional", citado en Yannuzzi, 2000:169-170.
31 La comisión estaba constituida por empresarios de la Unión de Entidades Industriales de la provincia de Santa Fe, Federación Gremial del Comercio e Industria de Rosario, Asociación Empresaria de Rosario, Federación Agraria Argentina, Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, Unión General de Tamberos, Federación Económica de la provincia de Bs.As., Centro Industrial de Laminadores Metalúrgicos - CLIMA, Federación Almaceneros de la Pcia.de Bs.As., Metalúrgica de Mendoza, Asociación de Industriales Textiles, Cámara de Industriales de Procesos, Productores, comerciantes e industriales de Río Negro, Centro Agrario Yerbatero Argentino, Cámara del Tabaco de Salta y Federación Argentina de Cooperativas Arroceras.
32 Rosario, matutino dominical, 12/10/80.
33 Rosario, matutino dominical, 19/10/80.
34 Rosario, matutino dominical, 7 al 13/12/80.
35 Ideario Metalúrgico, N°89, marzo de 1981. Rosario, matutino dominical, 1 al 7/03/81.
36 Rosario, matutino dominical, 1° al 7/03/81.
37 Ideario Metalúrgico, N° 90, abril de 1981.
38 Rosario, Matutino dominical, 14 al 20/06/81.
39 La Capital, Rosario, 1° /07/81.
40 Ideario Metalúrgico, N°92, junio de 1981.
41 La Multipartidaria se creó el 14 de julio de 1981 y estuvo integrada por el PJ (Partido Justicialista), la UCR (Unión Cívica Radical), el MID (Movimiento de Integración y Desarrollo), el PI (Partido Intransigente) y la Democracia Progresista.
42 José Savio Netri, op.cit.
43 En el último tramo de la dictadura el presidente fue Reynaldo Bignone, durante el denominado por Hugo Quiroga, momento de descomposición del régimen.
44 Aguila, 2000. Este trabajo constituye la mejor reconstrucción sobre el período de la dictadura militar en Rosario.
45 Rosario, 23/6/82.
46 Reproducido en José Savio Netri, op.cit. El subrayado es nuestro. Estas palabras las pronunció Enrique Tanzi, de AIMR.
47 Rosario, 15/12/82.
48 Pérez Ledesma, 1994. En este lugar, el autor retoma a Barrington Moore.
49 Se trata de las "dimensiones congruentes -aunque no necesariamente formales o permanentes- del entorno político que ofrecen incentivos para que la gente participe en acciones colectivas al afectar a sus expectativas de éxito o fracaso". Se está pensando en recursos externos al grupo, no internos, como el dinero, el poder o la organización (Tilly,2000 y Tarrow,1997:155).

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