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Cuadernos del Sur. Historia

versión On-line ISSN 2362-2997

Cuad. Sur, Hist.  no.35-36 Bahía Blanca  2007

 

Los Profesores Universitarios en el Exilio Republicano Español en Argentina, un estudio de caso.

Aránzazu Díaz - R. Labajo*

* Universidad de Salamanca E-mail: arandi@usal.es

Resumen
A diferencia de México, el caso más estudiado de la historiografía del exilio republicano, el exilio político español que llegó y se estableció en Argentina a finales de los años 30, fue característico, entre otras cosas, por su baja cantidad numérica y por su alta cualificación. Muchos protagonistas de esta migración, provenientes de lo que se ha denominado la "Edad de Plata" de la cultura española, son un ejemplo claro de la calidad profesional del exilio español en Argentina, la cual dejó una importante huella cultural y científica en las distintas esferas profesionales de la sociedad receptora. Este trabajo pretende introducir al estudio de los profesores universitarios que huyeron de España por motivo de la guerra civil y que consiguieron insertarse en el ámbito universitario argentino. Para ello, hemos realizado un esbozo de las diferentes vías de acceso del exilio español a la República Argentina y hemos establecido una serie de cuadros que constituyen, por áreas científicas, la nómina de los profesores españoles que ejercieron la docencia y la investigación en las diferentes Universidades Nacionales, dibujando una especie de geografía del exilio republicano en la Educación Superior del país de acogida.

Palabras clave: Exilio Republicano; Universidad; Argentina.

Abstract
Unlike Mexico, the most widely studied case of republican exile historiography, the Spanish political exile that arrived and settled in Argentina by the end of the 1930s, was characterized, among other things, by its reduced numbers and high qualification. Many actors of such migration, coming from the so-called "Silver Age" of the Spanish culture, are a clear example of the professional quality of the Spanish exile in Argentina, which left a significant cultural and scientific trace in the different professional fields of the recipient society. This paper attempts to introduce to the study of those university professors who escaped from Spain because of the civil war and who successfully inserted themselves in the Argentine University setting. Thus, we have prepared a sketch of the different ways of access of the Spanish exile to the Argentine Republic and we have established a series of charts that show, classified according to scientific areas, the list of Spanish professors who performed teaching and research activities at different National Universities, drawing a kind of geography of the republican exile in the Higher Education system of the host country.

Key words: Republican Exile; University; Argentina.

Recibido 10/08/05
Aceptado para su publicación 11/12/05

Como es sabido, diversos países europeos, como Francia, Inglaterra y la Unión Soviética, acogieron en su seno a profesores universitarios, científicos e intelectuales que huyeron de la península Ibérica con el inicio y evolución de la guerra civil española (1936-1939), y después con el triunfo del ejército franquista. Sin embargo, en términos generales, ésta fue una estancia temporal, ya que los países americanos fueron, sin duda alguna, el destino definitivo para la mayor parte de los científicos exiliados. Entre estos países, México incorporó a la mayor cantidad, proporcionándolos desde su llegada una acogida calurosa y fraterna. Otras repúblicas americanas en las que fue notable este tipo de inmigración fueron Argentina, Chile, Colombia, Estados Unidos,... en cuyas universidades pronto impartieron sus conocimientos. La recepción de estos científicos e intelectuales era motivada muchas veces por el prestigio internacional de los mismos, por el conocimiento local de su valía constatada en su actividad docente o conferenciante realizada en dicho país antes de estallar la contienda, por la relación personal con profesores nativos o españoles ya instalados o por relaciones institucionales previas.

El caso de México no es sólo singular por el número de refugiados que hacia allí se dirigieron, sino también porque los viajes y contingentes fueron colectivamente dirigidos y controlados por organizaciones españolas que se crearon con este propósito, o por otras organizaciones solidarias internacionales de carácter no gubernamental. Lo mismo ocurrió con las expediciones rumbo a Chile o República Dominicana. En contraste, exiliarse en alguno de los otros países de América Latina era una empresa eminentemente individual (Schwarzstein, 1991: 222), como fue el caso de la República Argentina.

Desde el inicio mismo de la contienda civil no dejaron de llegar personalidades destacadas del republicanismo a los puertos argentinos. Ya en 1936 algunos expatriados arribaron a Buenos Aires vía Lisboa; después de 1939, otros españoles abandonan Francia, y no consiguiendo ser ubicados en los contingentes oficiales hacia México, buscaron un destino alternativo en Argentina.

La imagen que se tenía del país era de auge material y cultural, lo que prometía hacer de esa nación una morada gustosa. Los que llegaron encontraron un país que parecía corresponder a sus sueños: la vitalidad cultural y económica parecían firmemente arraigadas, el perfil social de las grandes ciudades parecía haber consolidado una democracia urbana, y el ambiente cultural era aparentemente propicio para el desarrollo de las actividades científicas y artísticas propias de los recién llegados (Schwarzstein, 2001: 87).

Por otro lado, entre los posibles destinos en América, Argentina tenía la ventaja de la presencia de una vasta comunidad española, producto de la inmigración masiva de las décadas precedentes, así como de sólidos lazos culturales establecidos desde las primeras décadas del siglo XX. No hay que olvidar, además, el desarrollo que el republicanismo español había experimentado en el país.

En algunas ocasiones, los profesores universitarios de los que aquí tratamos utilizaron los mismos instrumentos de entrada al país que sus predecesores, los emigrantes. Los que pudieron, echaron mano de antiguas residencias o de familiares ya establecidos. Sin embargo, en el caso de los grupos intelectuales que integran las migraciones políticas, al terminarse el universo familiar inmediato, aparecen ante ellos otros universos próximos. Ahora en estos grupos el universo será el del mundo cultural al que pertenecen. Dentro de este universo común cultural, se destacó el uso de las "llamadas", por las que argentinos y españoles asentados en el país gestionaron los trámites para traer a Argentina a colegas del mismo ámbito profesional. Desde el punto de vista legal, se trataba de una opción abierta a todos los que recibieran esos contratos para facilitar el ingreso en el país. Para conseguir contratos de trabajo tuvieron que movilizarse mediadores locales, como fue la Institución Cultural Española (ICE). Esto permitió contratar profesionales que todavía se encontraban en Europa, pero también a otros que ya se habían trasladado a América Latina. Los mediadores eran una pieza fundamental en una situación de comunicaciones lentas y coyunturas personales angustiosas y urgentes, con instituciones que no tenían una gran tradición de contratar extranjeros1.

Esta estrategia parece haber sido utilizada por profesores universitarios que ya habían ejercido en España y que lograron seguir haciéndolo en Argentina, a través de la intermediación de personalidades destacadas, como fue Julio Rey Pastor, quien ayudó a cuatro matemáticos españoles. Por otro lado, había exiliados que ya conocían su futuro destino de exilio, puesto que en años anteriores habían realizado estancias y trabajado en el país. Muchas figuras españolas del mundo del espectáculo, de las artes, las ciencias y las humanidades habían visitado periódicamente Argentina. En este contexto, jugaron un papel relevante las relaciones institucionales que se desarrollaron a través de los programas de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) y la ICE de Buenos Aires, que promovían el intercambio profesional entre docentes españoles y argentinos (Pérez Herrero y Tabanera, 1993: 32-38). Así fue como Pío del Río Hortega, María de Maeztu o Claudio Sánchez Albornoz, quienes ya habían estado en el país en las décadas veinte y treinta, lograron entrar en Argentina.

El hecho de que el proceso de llegada de los exiliados españoles a Argentina fue una empresa eminentemente individual explica que, mientras a México, Chile y República Dominicana llegaron contingentes concentrados en el tiempo, a Argentina arribaron exiliados en sucesivas oleadas entre 1936 y 1950. Por eso es posible distinguir tres momentos en la llegada de los republicanos a Argentina: el primero corresponde a los que abandonaron España entre 1936, embarcando en Lisboa, y 1939. Entre ellos se incluye los que rápidamente, después de pasar por Francia, e incluso por el norte de áfrica, hacia fines de 1939 y comienzos de 1940, se trasladaron a otros lugares, especialmente a Latinoamérica. Un segundo momento corresponde a los que se quedaron en Francia hasta el final de la Segunda Guerra Mundial y llegaron a Argentina tardíamente, decepcionados porque el final de la contienda no trajo consigo la caída de Franco. Aquí se incluyen los que permanecieron durante algunos años en otros países latinoamericanos, sobre todo Chile y Bolivia, hasta establecerse definitivamente en Argentina. Finalmente, de 1945 en adelante, comenzaron a llegar perseguidos políticos desde el continente europeo y la península Ibérica, incluyendo algunos que lograron escapar de las cárceles franquistas. Se trata de los refugiados que, en algunos casos, consiguieron llegar al país bajo el amparo de la Organización Internacional de Refugiados. Por otro lado, en 1948 España y Argentina firmaron un Convenio sobre Migración. La inmigración española creció de un modo considerable a partir de ese momento. Sin duda el exilio de 1936-1939 fue seguido de un goteo continuo hasta la década de los 50; mientras que en su primera etapa fue propiamente republicano, fue seguido de otro más definidamente antifranquista, por quienes resistieron al régimen. Después, firmado el convenio, fue ocultado por la migración económica.

Una geografía del exilio republicano en la Educación Superior argentina.

Hemos elaborado unos cuadros en los que se presentan la nómina de profesores universitarios españoles exiliados que entraron a formar parte de la plantilla docente de las universidades argentinas. Hemos establecido las divisiones por áreas científicas, es decir, la matemática, la medicina, la historia,... No se trata de un número demasiado elevado de personas, pero son los que hasta ahora hemos podido atestiguar mediante la documentación o la bibliografía, que fueron profesores universitarios en Argentina.

Los matemáticos.Resulta sorprendente un hecho de clara manifestación estadística: en todas las especialidades universitarias, la mayor parte de los valores más reconocidos se exiliaron como consecuencia del resultado de la guerra civil española, pero los matemáticos más destacados fueron fieles al bando nacional, siendo pocos los jóvenes los que siguieron el camino del destierro, en el que algunos han destacado notablemente en su especialidad, tal es el caso de los refugiados en Argentina (Abellán et al., 1976: 239).

Desde 1917, el eminente matemático Julio Rey Pastor (1888-1962), compaginaba su labor en Buenos Aires como profesor titular de la Universidad Nacional con el dictado de seminarios en Madrid. Impulsó en Argentina el desarrollo de la matemática moderna y la investigación matemática, creando revistas y publicando textos en todos los niveles. En este contexto, no dudó en apoyar a los jóvenes matemáticos Santaló, Corominas, Pi Calleja y Balanzat, quienes se encontraban en Francia a mediados de 1939 y que habían sido discípulos suyos en España. Incluso corrió personalmente con los gastos de desplazamiento de esas personas a Buenos Aires y les buscó puestos de profesor en diversas universidades del país (Ballester, 1978: 204), gracias a lo cual pudieron incorporarse a las aulas de forma rápida, en los primeros años de exilio. Además, vivió un brevísimo exilio en Argentina Esteban Terradas, que llegó al país a causa de la guerra pero que decidió regresar a la península definitivamente en 1941 (Santaló, 1989: 75).

Aparte, hubo otro matemático de gran valía, que vivió la última etapa de su exilio en Argentina: el extremeño Francisco Vera Fernández de Córdoba (1888-1967), quien antes de partir para su exilio definitivo al Río de la Plata, fue profesor en la Universidad de Santo Domingo y en la Universidad Nacional y la Escuela Normal Superior de Bogotá (Abellán et al., 1976: 261 y 266). No fue miembro del claustro universitario argentino; sin embargo, eso no le resta importancia a su labor dedicada a la Historia de la Ciencia y al dictado de cursos y conferencias sobre Historia de las Matemáticas en distintos centros culturales y educativos.

Los médicos. Numéricamente el mayor contingente de científicos exiliados estuvo formado por médicos -se estima que sólo a México llegaron 500 médicos en 1939 (Ballester et al., 1978: 206)2-, muchos de renombre universal. Se estima en veinte los médicos que llegaron a Buenos Aires, pero solo pudieron ejercer la mitad tras superar las dificultades legales para conseguir revalidar estudios y títulos, a los que habría que sumar cinco dentistas y un veterinario (Guerra, 2003: 22).

En el exilio algunos ocuparon cátedras, trabajaron en hospitales, formaron parte de la Academia y llevaron a cabo una tarea internacionalmente reconocida como investigadores; también hubo otros que no superaron el anonimato y que ejercieron modesta y eficazmente su profesión por todo el país. Entre las individualidades que componían el grupo existió un selecto número que superó el trauma de la expatriación volcando conocimientos y genio en la docencia médica y la tarea intelectual, sirviendo de referencia y apoyo al sector más numeroso de los que sublimaron aquel mismo trauma en la continuidad de la práctica médica. Así, aunque el número de médicos docentes e investigadores aquí planteado sea reducido -aún así, componen el número más elevado de docentes encuadrados en las ciencias aquí descritas-, ello no quiere decir que fueran escasos los logros por ellos conseguidos, logros no tanto personales, sino científicos e institucionales para los centros que los acogieron.

En Argentina, los médicos exiliados sólo actuaron como grupo en tanto eran correligionarios de la democracia española. Los residentes en la capital o en el interior no actuaron como equipo médico. Mantuvieron en Buenos Aires su relación personal sociopolítica y como profesionales se reunían a menudo en cenas de colegas. Muchos de ellos pertenecieron a la Asociación de Intelectuales Demócratas Españoles (Rocamora, 1989: 63) y participaron activamente de la política republicana del exilio, al contrario de lo que ocurrió con los matemáticos.

Como ejemplo podemos citar la gran obra realizada en Argentina por Río Hortega, en el Laboratorio de Investigaciones Histopatológicas, creado bajo el patrocinio de la Institución Cultural. Salvo este caso, el de Juan Cuatrecasas, profesor en Santa Fe ya en 1937, y el cargo honorario de Sánchez Guisande en la UBA entre 1943 y 1946, es relevante destacar que el resto de los médicos exiliados no fueron acogidos en universidades argentinas al comienzo de su exilio, sino que entraron a formar parte de las plantillas docentes de las universidades de Cuyo y La Plata, en la década de los 50. Es en esos años cuando empiezan a fundarse la Facultad de Ciencias Médicas en Mendoza, momento en que se contrata a los españoles; y cuando comienza a concebirse la necesidad de crear la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de La Plata. Entonces son llamados varios médicos a esta ciudad. Por otro lado, cabe citar las incursiones en materias de Antropología que los profesores realizaron como docentes en la carrera de Psicología, al hacerse cargo de asignaturas de ese ámbito.

Entonces, ya que la mayoría de los profesores entraron en las universidades argentinas en fechas tan tardías, queda decir que, mientras tanto, y al igual que otros médicos exiliados y no citados aquí, se dedicaron a ejercer su profesión en otros ámbitos, como las consultas médicas de los centros regionales, hospitales, laboratorios médicos o las consultas privadas.

Psicólogos, pedagogos y educadores. Los psicólogos y terapeutas republicanos exiliados se cifran en un número muy reducido, aunque no hay que olvidar que en ocasiones quedan englobados en el conjunto de los médicos. No obstante, esto no quiere decir que sea desdeñable su labor. Para el historiador de la psicología, Dr. Helio Carpintero3, la obra de los psicólogos españoles en el exilio ha sido relevante en tres puntos: 1. Ha sido importante en promover aspectos del desarrollo institucional de la psicología, como por ejemplo, ángel Garma en la promoción de la Asociación Psicoanalítica Argentina y la fundación de la Revista del Psicoanálisis; 2. Es de destacar la labor en la promoción de la enseñanza de la psicología y la creación del rol del psicólogo, como la creación de la carrera de Psicología en la Universidad de La Plata, donde fue imprescindible la presencia de Garma, Cuatrecasas, y la también española -aunque no exiliada- Fernanda Monasterio; 3. Se han producido aportaciones individuales que incluyen la publicación de libros, investigaciones y trabajos sobre psicología.

Ha sido incluida en el cuadro la hija del matrimonio de los pedagogos Lorenzo Luzuriaga y Maria Luisa Navarro, Isabel, exiliada en su juventud y de formación pedagógica y psicoanalista.

También ejercieron su profesión en el país durante algún tiempo, aunque no formaron parte de los claustros universitarios, Emilio Mira y López (1886-1964), un destacado psicopedagogo que dictó algunos cursos de verano en el Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires; después se trasladó a Brasil, donde creó un Instituto de Orientación Vocacional y publicó diversas obras de extraordinaria difusión en el continente (Abellán et al., 1976: 271). Su trabajo en las cátedras universitarias no tuvo un carácter permanente, a diferencia de otros colegas médicos; sin embargo, siempre se mantuvo vinculado con las aulas a través del dictado de cursos y conferencias. Y Julia Corominas, hermana de Juan y Ernesto Corominas, quien destacó como profesional de la psicología de la niñez.

Por otro lado, el sector pedagógico fue uno de los más intensa y ampliamente comprometido con el proyecto político republicano. Especial incidencia tuvieron la represión, la depuración y el exilio sobre los sectores del magisterio, profesores de enseñanzas medias y universidad en general, profesores de Escuelas Normales, y sobre todo, el cupo cualificado de inspectores escolares, directores de centros, administradores y pedagogos. En efecto, éste fue uno de los sectores de la administración más perseguido y depurado. Los cálculos de Jordi Monés sitúan aproximadamente en dos mil el número de los maestros exiliados, a los que habría que añadir profesores de secundaria y de Escuelas Normales, y profesores universitarios y científicos. Una parte importante de ellos va a trasladarse a la América hispana, y sobre todo a México, país que parece acoger a un cuarto del total (Hernández Díaz, 2001: 97-99).

En Argentina se radicaron Luzuriaga y su esposa, María Luisa Navarro, y María de Maeztu, quienes han dejado una abundante obra escrita y han demostrado excelentes condiciones de organizadores escolares, tanto en España como en Argentina. Por último, el exilio del educador Braulio Sánchez Sáez en Argentina duró poco tiempo, ya que en 1940 se trasladó a la Universidad de Sao Paulo, Brasil.

Filósofos y sociólogos. Como afirma José Luis Abellán, "el nivel que había alcanzado la filosofía en España el año 1936, cuando estalla la Guerra Civil, era uno de los más altos de su historia, sólo parangonable al conseguido en el llamado Siglo de Oro" (Abellán, 1998: 13). Calidad que no decaerá en el exilio.

Examinando el tema desde el continente que los acoge, se puede advertir un aspecto favorable y positivo: el importante aporte y apoyo que brindarán al desarrollo de la filosofía y de la cultura en las naciones que les cobijan. La obra y los contenidos tratados serán extensos y variados. Para Julio Ortega Villalobos, el exilio filosófico español en Argentina se distingue por tener algunos importantes nombres vinculados a la cultura y, en menor medida, al cultivo de la filosofía. Entre estos últimos, el autor menciona a Luis Jiménez de Asúa, Lorenzo Luzuriaga y Francisco Ayala por sus obras sobre pensamiento, ética, y filosofía en general (Ortega Villalobos, 2001: 148-149).

Nosotros aquí hemos construido el ámbito de la filosofía del exilio en Argentina de forma diferente; hemos integrado, como filósofos, a Manuel García Morente y a Francisco Ayala, también sociólogo y escritor. El primero regresó a España tras un breve exilio para ordenarse sacerdote; el segundo, vivó en Argentina al menos hasta 1950, después abandonó el país. A Luis Jiménez de Asúa nos referiremos más adelante, cuando hablemos del derecho.

El derecho. La principal figura del derecho español acogida en universidades argentinas, personalidad de importancia también en el mundo de la política republicana, fue el penalista y redactor de la Constitución española de 1931, Luis Jiménez de Asúa, luego Presidente de la República en el exilio. Además, Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, hijo del que fuera Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora y Torres, vivió unos años en Argentina, continuando su exilio en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Filólogos y ling üistas. Destacados fueron también los filólogos españoles y su labor realizada antes y después en el exilio. En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires se creó un Instituto de Filología, actualmente Instituto de Filología y Lenguas Hispánicas "Dr. Amado Alonso", cuya dirección honoraria pertenecía a Menéndez Pidal. éste Instituto fue el eje de las relaciones de los estudios ling üísticos entre la UBA y el Centro de Estudios Históricos de Madrid, promoviéndose la formación de una escuela de especialistas argentinos e impulsando la investigación de diferentes áreas de la filología: general, romance, americana e indígena. áreas en las que destacarán los filólogos exiliados en Argentina, no permaneciendo exclusivamente inmersos en la filología castellana.

El primer director del Instituto en la década de 1920, fue Américo Castro, quien posteriormente vivió un breve exilio en Argentina hasta trasladarse a Estados Unidos a comienzos de los 40. En 1927, fue nombrado Amado Alonso (1896-1952), que volcaría su gran capacidad y su entusiasmo en el desarrollo del Instituto. De convicciones republicanas, después de la caída de la Segunda República, Alonso sería considerado por muchos, de hecho, un desterrado (Barrenechea y Lois, 1989: 82), a pesar de no serlo en términos estrictos. Igualmente discípulos de Menéndez Pidal, arribaron a Argentina después de 1936 Juan Corominas y Clemente Hernando Balmori, responsables de una gran labor en las universidades del país.

Castro, Corominas y Balmori entraron a formar parte de la plantilla docente de las universidades argentinas al poco de arribar a Buenos Aires, auque ninguno lo hiciera en la universidad porteña; La Plata, Cuyo y Tucumán fueron las que les abrieron sus puertas. En cambio, Alonso permaneció en la UBA hasta que fuera cesado por el peronismo. Por último, nos encontramos con el caso de Manuel Lamana, que llegó a Argentina de forma tardía, puesto que estuvo preso, junto con Nicolás Sánchez Albornoz, en las cárceles franquistas. Tras lograr escapar, y pasar unos años en Europa, se estableció en Argentina.

Geógrafos e historiadores. Mientras que la nómina de los geógrafos es corta, pues hasta el momento sólo aparecen dos en la bibliografía y la documentación que poseemos, José Bernal Ulecia y Julio Hernández Ibáñez, es más conocido y han sido más destacados los nombres y la labor de los historiadores. Así, en contraste con aquéllos, quienes se incorporaron a la Universidad Nacional del Sur a finales de la década de los 50 y comienzos de los 60, los profesionales de la historia integraron las cátedras argentinas al inicio de su expatriación.

Como historiadores los más conocidos son Claudio Sánchez Albornoz y su hijo Nicolás. La Universidad Nacional de Cuyo no dudó en contratar a don Claudio, cuando se negó a hacerlo la Universidad de Buenos Aires, aunque pronto se trasladó a la capital federal cuando la ICE contribuyó a fundar el Instituto de Historia de España; Nicolás se incorporó a la universidad cuando llegó a Argentina, tras su paso por las cárceles franquistas y habiendo terminado sus estudios ya en Buenos Aires.

Es significativo que la obra más importante y de más trascendencia del exilio universitario republicano haya sido la sustancial revisión de la Historia de España que ha tenido como punto de encuentro la polémica entre dos catedráticos de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, un debate basado en los documentos históricos de Claudio Sánchez Albornoz y en las interpretaciones de textos literarios de Américo Castro. Lo curiosos del caso es que ambos centraron su discrepancia en evaluar desde distintos ángulos la vida en la Edad Media española desde Argentina y Estados Unidos, respectivamente, dos países americanos que nunca tuvieron Edad Media ni poseen archivos y documentos medievales referentes a España. Es decir, los documentos, los textos y las ideas en que ambos se apoyaron también tuvieron que padecer el exilio (Giral González, 1994: 61). En sus respectivos destinos crearon escuelas y grupos de trabajo que continúan su labor.

Una breve radiografía de las carreras profesionales de los docentes españoles en las universidades argentinas.

En definitiva, aunque son pocos los profesores de los que podemos dar fe y quede todavía mucho trabajo para que la documentación nos revele toda la información posible podemos, al menos, dar unas cuantas pinceladas sobre el exilio republicano de los profesores universitarios en Argentina. Como hemos visto, en número destacan los médicos y los matemáticos, seguidos por los historiadores, los filólogos, los pedagogos y psicólogos,... pero también existe una laguna grande en cuanto a algunas ciencias: no hemos encontrado ningún naturalista o biólogo -entomólogos, botánicos, zoólogos,...- geólogo o paleontólogo, que se instalara en Argentina, a diferencia de otros países americanos como México o Colombia. Tampoco encontramos químicos o farmacéuticos.

Otra característica importante son las fechas de entrada de estos profesionales como miembros docentes de las universidades argentinas. Si nos fijamos en las fechas que aparecen en los cuadros, podemos ver como, salvo los casos de del Río Hortega, Sánchez Guisande y Terradas, que enseguida quedan adscritos a la Universidad de Buenos Aires -aunque bajo un régimen muy particular-, son las universidades del interior las que acogen, en los primeros años del exilio, a los expatriados españoles. Así, en 1939 y los primeros años de la década del 40, la Universidad de Cuyo recibe a los jóvenes matemáticos -Santaló, Balanzat, Pi Calleja, Ernesto Corominas- , traídos de la mano de Rey Pastor, y a filólogos e historiadores de renombre: Juan Corominas y Claudio Sánchez Albornoz. Otro tanto hacen la Universidad Nacional de Tucumán, amparando a los pedagogos que formaban el matrimonio Luzuriaga-Navarro; al filósofo García Morente y al filólogo Clemente Hernando Balmori. El tercer lugar en este "ranking" lo ocupa la Universidad del Litoral, que contrató a Francisco Ayala y a Juan Cuatrecasas a finales de los años 30. Y por último, queda citar la Universidad Nacional de La Plata, que acogió a Américo Castro y a los penalistas Niceto Alcalá-Zamora y Luis Jiménez de Asúa.

Por otro lado, el hecho de que se produzcan nuevas incorporaciones en los años 50, bien por entrada por primera vez en la universidad, bien por contratación por otra universidad distinta, se debe principalmente al proceso de reorganización de las facultades y a la creación o remodelación de los planes de estudio en estos años. Esto se ve en el caso mencionado de la creación de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Cuyo, donde son contratados por primera vez un número destacado de médicos españoles exiliados: Baltar Domínguez, Sánchez Guisande, Garate Arriola y Trías Pujol. Y en la creación de la carrera de Psicología, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Entonces son contratados para organizar el plan de estudios Juan Cuatrecasas y ángel Garma. El caso de la Universidad Nacional del Sur es similar, pues ésta es creada en 1956 y es a partir de entonces cuando se contrata al personal docente, siguiendo una política oficial de captación de técnicos y profesores.

Destacable es también el corte que se produce en muchas de las carreras profesionales de los exiliados con el ascenso del peronismo al poder. Son claros los casos de las Universidades Nacionales de Cuyo y Tucumán, e incluso el de La Plata. Tanto el régimen de facto de 1943 como el gobierno constitucional elegido tres años después borraron de un plumazo las conquistas universitarias de la Reforma de 1918. Entre las primeras medidas tomadas por aquella "revolución", la de 1943, estuvo la de imponer un clima militar entre el personal dependiente del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, comenzando por pasar a "estado de comisión" a los docentes y administrativos de los establecimientos educacionales del Estado, para estudiar caso por caso su perfil ideológico. Esta medida sería una de las causas principales de enemistad entre el gobierno y la docencia. En junio de 1944 se anunció que el Estado levantaría el mencionado "estado de comisión", advirtiendo que lo haría previa separación de los "elementos indeseables" (Bernetti y Puiggrós, 1993: 37 y 84-86).

En seguida, bajo la presidencia de Perón, todas las casas de estudio fueron intervenidas. Muchos profesores fueron dejados cesantes, otros renunciaron; entre ellos se encontraban algunos republicanos españoles. Los profesores que existían en 1945 eran los formados por el sistema anterior y en proceso de ascenso popular, y muchos de ellos se oponían al nuevo régimen, al igual que otros profesores liberales y conservadores de la vieja época, que también fueron desplazados4. Las acusaciones eran: por mal desempeño de sus funciones, antecedentes policiales, delitos, faltas graves, inconducta, licencia excedida, actividades anti-argentinas, infracción del servicio militar, publicación de artículos contra el ejército...

En la Universidad Nacional de Cuyo, fueron cesados los hermanos Ernesto y Juan Corominas en 1946 y 1947, respectivamente. El caso de Manuel Balanzat es distinto: entre 1946 y 1949 aparece una laguna en su currículum, pero ésta se produjo por una estancia en el extranjero, que bien puede encubrir una desavenencia con el nuevo régimen. En Tucumán, fue separado de sus cargos el matrimonio Luzuriaga-Navarro. En 1944 Lorenzo Luzuriaga fue cesado como profesor; su esposa, en protesta, renunció a sus funciones. Mientras, en la Universidad Nacional de La Plata, Luis Jiménez de Asúa dimitió de sus cargos por estar en contra de la política peronista. Y en Buenos Aires, también Amado Alonso fue separado de sus funciones.

Sería después, siendo Perón derrocado en 1955, cuando todos ellos fueron repuestos en sus cargos, al producirse la reorganización de las Universidades Nacionales y se reimplantaron los principios de libertad y autonomía de la Reforma Universitaria, con la llamada "Revolución Libertadora". Sin embargo, la historia no tardaría en repetirse. En junio de 1966 se produjo un golpe militar que hizo retroceder no sólo a la universidad, sino al país entero a épocas que se creían definitivamente superadas. El régimen de facto instaurado entonces pareció querer retornar a una etapa todavía más regresiva que la previa a 1918, al instaurar un sistema represivo y oscurantista que echó por tierra las conquistas democráticas de la Reforma y transgredió principios constitucionales básicos. Se eliminó la autonomía de las Universidades Nacionales y se colocó a los rectores y los decanos bajo la dependencia del Ministerio de Interior. La medida fue acompañada por acciones policiales que en algunos casos trajeron consigo situaciones de violencia. Nada ilustró mejor el nuevo estado de cosas que la ominosa "noche de los bastones largos", primer paso de una purga de los mejores valores universitarios, que abandonaron definitivamente la docencia o marcharon al exilio, iniciándose así un proceso de "fuga de cerebros" (Oteiza, 1969: 48). Esta vez, al menos un exiliado republicano, en oposición a la nueva situación, renunció a sus cátedras y abandonó su carrera académica; se trataba de Luis Jiménez de Asúa.

En definitiva, sólo hemos esbozado la nómina de los profesores universitarios españoles que se exiliaron en Argentina tras el levantamiento franquista, y apenas se han descrito brevemente algunas singularidades de este exilio científico y universitario en el país de destino; sin embargo, este trabajo supone un pequeño ejemplo del potencial del estudio e investigación del exilio republicano español y de la recuperación de las personalidades, algunos de renombre otros no tan conocidos -aquellos a los que se ha denominado los "segundones del exilio"-, que lo vivieron hasta el retorno a la patria perdida o hasta el final de sus días.

I. Matemáticos

Fuente: AGC, Fondo 02, UNCU, mf. 068; Fondo 06, L. A. Santaló, mf. 603-617; Fondo 14, M. Balanzat, mf. 002-003. ANCEFN, Fondo L. A. Santaló y Fondo M. Balanzat. FCEN-UBA, Libro de personal, t. 2, folio 38, exp. 521/939, Esteban Terradas. Santaló, 1989: 75-79. Ballester et al., 1978: 241-243.

II. Médicos

Fuente: AGC, Fondo 02, UNCU, mf. 089, 098, 101-104, 107-109, 136-142; Fondo 10, UNLP, mf. 323-327. ASV, Curriculum Vitae Dr. Sánchez Guisande. FCM-UBA, Exp. Gumersindo Sánchez Guisande. Rocamora, 1989: 63-74. Ballester et al., 1978: 215 y 289. Albarracín Teulón, 2001: 65-66. Giral González, 1994: 173-176.

III. Psicólogos, pedagogos y educadores

Fuente: AGC, Fondo 10, UNLP, mf. 626 y 648; Fondo 11, UNT, mf. 333-339, 347-349, 360, 375, 382 y 385; Fondo 35, L. Luzuriaga, mf. 001-006. Abellán, 1976: 274-276. Hernández Díaz, 2001: 106-108.

IV. Sociólogos y filósofos

Fuente: AGC, Fondo 11, UNT, 287, 292, 297 y 307. Ortega Villalobos, 2001: 148. Tagliabue, 1989: 482-485.

V. Juristas

Fuente: Tagliabue, 1989: 498-501. Abellán, 1976: 232.

VI. Filólogos y ling üistas

Fuente: AGC, Fondo 02, UNCU, mf. 007; Fondo 10, UNLP, mf. 053, 164-169 y 292-294; Fondo 11, UNT, mf. 007-008, 011, 016-017, 025-027, 394 y 396.

VII. Geógrafos e historiadores

Fuente: AGC, Fondo 02, UNCU, mf. 143; Fondo 10, UNLP, mf. 002, 004-006, 012, 058, 061, 086, 088, 097 y 126-127; Fondo 13, UNS, mf. 075, 102, 107, 129, 131-140, 153, 159, 161 y 167.

Mapa I: Geografía del exilio republicano en la Educación Superior argentina.

Fuente: El mapa ha sido escogido de INFO-NET 2003: "IV Congreso y Exposición de Tecnología, Informática, Internet y Comunicaciones": www.info-net.com.ar/aargentina.html. La cifra colocada al lado de cada centro indica el número de profesores españoles exiliados que trabajaron en ellos.

Notas
1 ICE, Correspondencia, 1937-1942.
2 Para Francisco Guerra, sólo fueron un total de 293 médicos; si a estos les sumamos dentistas, practicantes, enfermeras, veterinarios, farmacéuticos, optometristas, auxiliares de farmacia y personal de Sanidad no facultativo, entonces sí se llega a la cifra de 557 profesionales de la Medicina refugiados en México. Guerra, 2003: 19.
3 Página de los estudiantes de psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, "Entrevista al Dr. Helio Carpintero": www.mdp.edu.ar/mdpsi/conceptos/carpint.doc. Visitado el 04/04/03. En la actualidad, esta página no funciona.
4 Al principio, 389 docentes habían sido separados de sus cargos; 138 fueron reincorporados por la misma autoridad que los exoneró, "lo que prueba que no eran muy convincentes los motivos invocados para condenarlos, ni muy ejemplar la justicia que esa intervención administraba". Después se repuso a 115 en sus cargos. Bernetti y Puiggrós, 1993: 194-195.

Archivos
1. AGC, Archivo General de la Guerra Civil, Salamanca.
2. ANCEFN, Archivo de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Buenos Aires
3. ASV, Archivo del Dr. W. Sánchez de la Vega, Buenos Aires.
4. FCEN-UBA, Archivo de Personal de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires.
5. FCM-UBA, Archivo de Personal de la Facultad de Ciencias Médicas, Universidad de Buenos Aires.
6. ICE, Archivo de la Institución Cultural Española, Residencia de Estudiantes, Madrid.
Referencias bibliográficas
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18. Página de los estudiantes de psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, "Entrevista al Dr. Helio Carpintero": www.mdp.edu.ar/mdpsi/conceptos/carpint.doc, visitado el 04/04/03.
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