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Cuadernos del Sur. Historia

versión On-line ISSN 2362-2997

Cuad. Sur, Hist.  no.37 Bahía Blanca  2008

 

Jane Fishburne Collier (1988) Marriage and inequality in classless societies, Stanford University Press, California, 312 pp

Eleonora Ardanaz1

1 Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur. E-mail: eardanaz@uns.edu.ar

Fecha de recepción: 10 de noviembre de 2008
Aceptado para su publicación: 12 de marzo de 2009

Esta reseña se propone desandar el camino recorrido por Jane Fishburne Collier en su clásico texto Marriage and inequality in classless societies, tarea ampliamente facilitada por la claridad y abundancia de detalles que proporciona la autora en el prefacio e introducción del mismo.

El libro presenta tres modelos ideales que sirven para analizar las desigualdades existentes en aquellas sociedades basadas en el parentesco, que carecen de un estado y de clases sociales que determinen un acceso diferenciado a los medios de producción.

La autora sostiene la hipótesis de que en este tipo de sociedades, el matrimonio es la principal institución que organiza la distribución de privilegios y obligaciones entre los sexos y las generaciones, sobre todo a través de las distintas formas de validación de dichas uniones. Cabe aclarar que cuando utiliza el concepto matrimonio no está haciendo referencia a algún tipo de comportamiento innato, preestablecido biológicamente sino a una práctica social que produce individuos llamados a asumir determinados roles.

El papel fundamental que juega el matrimonio en la determinación de la desigualdad queda consignado desde el título del libro. La forma de validar estas uniones sirve para nombrar cada uno de los modelos propuestos: "servicio del novio (brideservice)", "precio igual de la novia (equal bridewealth)" y "precio desigual de la novia (unequal bridewealth)". Estos modelos pueden asemejarse a tipos propuestos por otros teóricos basados, por ejemplo, en la actividad económica desarrollada. Así, el primero, el servicio del novio, puede asociarse con las bandas de cazadores- recolectores; el segundo, el precio igual de la novia, con tribus agrarias simples; y el tercero, el precio desigual de la novia, con tribus agrarias que están en transición hacia procesos políticos de centralización.

Las sociedades donde los matrimonios se validan por servicios que cumplen los novios suelen presentar liderazgos débiles. Cada hombre puede proporcionarse por sus propios medios una o más esposas, y las disputas por las mujeres se resuelven mediante contiendas físicas, sin necesidad de ninguna intervención de terceros. Los líderes sólo pueden aconsejar pero no imponer su voluntad. La lógica cultural culpa a las mujeres de la violencia que se pudiera suscitar.

En las sociedades donde el precio igual de la novia es el que determina las uniones, la generosidad se presenta como un valor inapreciable. El casamiento es validado por el intercambio de regalos entre los parientes varones de la novia y los del novio. En este caso, el joven puede incurrir en deudas con sus mayores, quienes cubren la demanda de obsequios valiosos. Ante un conflicto se requiere la actuación del líder como un intermediario entre las partes.

En los grupos con precio desigual de la novia hay fuertes diferenciaciones, marcadas por la herencia, en las que se reconocen personas de alto rango y personas de bajo rango. En este tipo, las relaciones matrimoniales se entrelazan de tal manera que los hombres de baja condición terminan trabajando o endeudados con los de mayor status. La autoridad del líder es mucho más fuerte que en los casos anteriores.

Aparte de la construcción de los modelos, resulta sumamente interesante que este texto sea presentado como el fruto de un largo y, se debe agregar, fructífero trabajo. La autora revela cómo le van surgiendo nuevas cuestiones, siempre de carácter relacional, desde su pregunta inicial acerca del vínculo existente entre la estratificación social y los procesos legales, hasta llegar a la intuición que la lleva a esbozar la hipótesis anteriormente señalada, pasando, en la transición, por el estudio del monto de poder que detenta un líder político y los procedimientos que utiliza en el manejo de los conflictos. El hecho de dejar madurar las ideas hasta que adquieran el peso necesario para convertirse en un verdadero aporte es uno de los valores agregados del libro, sobre todo en esta época tan vertiginosa.

En ese extenso recorrido Jane Fishburne Collier acude a diversas fuentes etnográficas, variando su consulta, hasta centrarse por fin en los estudios referidos a tres sociedades que habitaron las planicies norteamericanas durante el siglo XIX: Comanches, Cheyennes y Kiowas. Es decir, fue sesgando el corpus documental para poder hallar respuestas a sus interrogantes y focalizar, de este modo, el objeto inicial de su investigación que era la relación entre estratificación social y manejo de disputas. Así considera que las sociedades nativas antedichas son claros ejemplos de tres modelos diferentes de estratificación y resolución de conflictos, donde los líderes o mayores detentan diversos grados de poder: desde sociedades más igualitarias (aunque con cierto nivel de diferenciación) como los Comanches, hasta los Kiowas que reconocían personas de distintos rangos dentro de su mismo grupo, pasando por los Cheyennes que estarían en una posición intermedia con respecto a los otros dos.

A pesar de la utilidad que le aportan, la autora sólo utiliza breves ejemplos de las etnografías de Comanches, Cheyennes y Kiowas, con el fin de ilustrar los modelos teóricos por ella propuestos. No hace un desarrollo de cada una de estas sociedades históricas porque ello no entra dentro de su propósito y es incompatible con la construcción de tipos ideales.

El texto reconoce diversas influencias, explicitadas por la autora en un refrescante ejercicio de sinceridad intelectual, que son tomadas con verdadero sentido crítico, en un permanente diálogo abierto a las contradicciones, a las correcciones, a las coincidencias. Subyacen en su trabajo conceptualizaciones tomadas de pensadores como Bordieu, tal el caso de sistema social, que es definido como un sistema de dominación y que la autora repiensa como sistema de desigualdad en la construcción de sus modelos ideales. No menos importante es la utilización conceptual de Gramsci, que le sirve para replantearse sobre las formas de percibir el mundo inconscientes de las personas, permitiéndole salir de la dicotomía entre valores y conductas, para rescatar el sentido común como una categoría importante de análisis.

Ya se anuncia otra de las cuestiones que se trabajan durante todo el texto: la relación entre cultura y poder, que podría cobrar visibilidad en el discurso. Así, coincidiendo otra vez con Bordieu, la autora intenta analizar cómo las relaciones de poder provocan determinados discursos y cómo los supuestos acríticos fundamentan esos discursos, distribuyendo poder. Por ello, los modelos que se esbozan van a reflejar tres modos diferentes de configurar el poder y los discursos que lo avalan, tomando en consideración especial las negociaciones matrimoniales. Las argumentaciones de este libro están basadas en el supuesto de que las prácticas sociales no tienen significados por sí mismas, sino dentro de un contexto general que se los aporta: la comprensión de las acciones humanas sólo se alcanza entendiendo el sistema social que les da significado.

Como se ha dicho, la autora recibe distintos aportes, pero es abiertamente crítica con muchos de ellos, considerando que su trabajo viene a salvar ciertos baches que se encuentran en algunos planteos antropológicos. Sobre todo, resalta la falta de análisis hecha a la hora de realizar las entrevistas con los informantes y la persistencia mostrada en focalizar la integración y la estabilidad de las sociedades investigadas. Obviamente estos autores criticados buscan otras respuestas que las esbozadas en el texto aquí reseñado, encontrándose en los paradigmas propios de comienzos del siglo XX. Por el contrario, los modelos que describe la autora están surcados, según sus propias palabras, por "silencios, conflictos, inconsistencias y contradicciones." (Fishburne Collier, 1988: 253-254).

El libro de Jane Fishburne Collier ofrece un aporte sumamente válido para ayudar a comprender las relaciones que existen entre la desigualdad social y ciertas prácticas sociales, como el matrimonio, en sociedades sin clases. Sin dejar de reconocer que a veces ronda lo excesivamente repetitivo - lo que puede ser comprendido si se piensa en la necesidad de recalcar ciertos conceptos- el texto ofrece jugosas aristas a tener en cuenta.

En primer lugar proporciona todo un marco teórico encarnado en sus tres modelos ideales, que si bien pueden ser asimilados a otros tipos preexistentes, toman como punto de partida un aspecto distinto y novedoso: las formas de validar los matrimonios. No es menor esta contribución si se considera, como algunos epistemólogos, que los caminos de las ciencias se abren cuando se aportan teorías nuevas que vienen a revisar algunas nociones anteriores y también vienen a ser cuestionadas ellas mismas. El aporte conceptual se exhibe, una vez más, en el desarrollo del último capítulo, donde la autora reflexiona sobre el entendimiento de la desigualdad y presenta temas que han dirigido la construcción de los modelos.

En segundo lugar, se reconoce que estas tipologías son sólo una forma más de comprender la realidad social, que son absolutamente perfectibles y que sirven para responder sólo algunas preguntas. En el mismo trabajo encontramos los límites de los modelos presentados, que son señalados sin menoscabo de que puedan ser repensados con posterioridad. Explicita que su estudio enfatiza ciertos aspectos de las sociedades sin clases, como la desigualdad y los conflictos, pero en eso no pesa otra circunstancia que la necesidad de focalizar su investigación, encontrándose ajena a toda crítica etnocentrista hacia estas formas de vida precapitalistas.

Tercero, aplica la categoría de género a su análisis, lo que permite hablar de hombres y mujeres definidos socialmente y no biológicamente. Este estudio es una gran contribución a una serie de trabajos que tratan de repensar los procesos históricos, sosteniendo que, cuando se focaliza sobre el género, se puede transformar la visión del mundo, a la vez que aporta a todos los que hacemos historia de las mujeres nuevos marcos conceptuales con que reforzar nuestras teorías sobre la determinación social de los roles femeninos.