SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.15 número1Calidad de vida y escala urbana en la Argentina (2001)Dinámica del sistema de abastecimiento de agua potable en la ciudad de Coronel Suárez: Significatividad y disfuncionalidades índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Revista Universitaria de Geografía

versión On-line ISSN 1852-4265

Rev. Univ. geogr. vol.15 no.1 Bahía Blanca  2006

 

Debilidades estructurales y alternativas de desarrollo en el sector agrario del Nordeste Argentino en los '90

Cristina Valenzuela

Docente-Investigadora, CONICET, Universidad Nacional del Nordeste, cvalenzu@bib.unne.edu.ar

Resumen
El trabajo examina el desenvolvimiento del sector agrario regional con el doble objetivo de poner en evidencia las raíces estructurales de la crisis que afectó al mismo, a partir de los cambios macroeconómicos implementados en la última década del siglo XX y proponer alternativas para el desarrollo de una región que registra actualmente los más altos índices de pobreza e indigencia a escala nacional. En base a la consulta de bibliografía especializada, estadísticas y documentos, se reseña la configuración del perfil productivo regional para luego examinar la dinámica del sector en la década del '90 y por último y a partir de la situación regional a principios del siglo XXI proponer soluciones a la problemática identificada.

Palabras clave: Problemática Agraria; Nordeste Argentino; Década 1990.

Abstract
The development of the regional agricultural and livestock sector is examined with the aim of both demonstrating the crisis structural roots affecting it from the macroeconomic changes implemented in the last decade of the XX century, and proposing alternatives for the development of a region that at the moment registers the highest poverty indexes on the national scale. On the basis of the specialized bibliography, statistics and documents consultation, the configuration of the regional productive profile is reviewed to examine the dynamics of the sector in the 90s. Finally, from the regional situation at the beginning of XXI century solutions to the identified problematics are proposed.

Key words: Agricultural and Livestock Problematics; Argentine Northeast; Decade 1990.

Introducción

El propósito inicial que orientó el presente trabajo, desarrollado entre los años 2003 y 2005, fue el de elaborar un diagnóstico que ofrezca un punto de partida para el planteo de propuestas específicas en el marco de políticas públicas de largo plazo que incluyan a las regiones marginales. La urgencia para el diseño de un plan de desarrollo basado en la visión integral de los problemas y las potencialidades regionales obedece a la necesidad de encontrar soluciones a mediano plazo para revertir la creciente brecha de desigualdad socioeconómica, la consolidación de microrregiones de pobreza extrema y los problemas de desempleo y subocupación estrechamente vinculados con la pérdida del dinamismo productivo y el incremento generalizado de la pobreza en los ámbitos agrarios extra-pampeanos, denominados "economías regionales"1.

A partir de la búsqueda y el análisis de documentos oficiales, estadísticas provinciales y nacionales y bibliografía específica, este estudio trata de demostrar que las debilidades estructurales de la región operaron en términos generales determinando la acción inercial de una cierta rigidez que implicó un obstáculo para la práctica de formas más intensivas de producción, generando el efecto llamado figurativamente de "inercia histórica" que por retroalimentación condicionó las posibilidades de transformación y adaptación de estas áreas a las pautas de productividad y acumulación del sistema pampeano. Esto se advierte tanto en la extensividad relativa2 de la ganadería, que ocupa la mayor proporción del área agropecuaria regional, como en la subutilización del potencial agrícola aquejado por ciclos críticos y en la escasa complementación agro-industrial de la producción regional, en una tónica general de escasez de inversiones de origen extrarregional y de escaso dinamismo económico.

La limitada flexibilidad de las orientaciones productivas regionales, orientadas a completar la canasta agropecuaria nacional, sumada al predominio de formas tradicionales y fuertemente ligadas a la disponibilidad de tierra y donde la desigual distribución de este recurso implicó la dicotomía entre la llamada "hipoteca pastoril", (Gaignard, 1966:246) y una mayoría de pequeños agricultores, especializados en cultivos exclusivos vinculados al mercado interno con suerte desigual, pero desvinculados entre sí, generaron una mayor vulnerabilidad potencial a los cambios en la demanda interna, a las oscilaciones de precios y a las coyunturas meteorológicas desfavorables. En el terreno agrario esa vulnerabilidad quedó al descubierto a partir de la apertura económica y la desregulación de los mercados concretadas en la década de los '90, en el marco de una serie de medidas conocidas como la "retirada del Estado" que dejó a los sectores mayoritarios de esa producción sin la red de contención legal que habilitó su sostenimiento durante este siglo. El impacto diferencial del conjunto de acontecimientos ocurridos en esa década encontró en franca desventaja a las modalidades tradicionales de producción regional. La incorporación masiva de nuevas tecnologías desde mediados de los '90, generando un nuevo modelo de organización de la producción primaria y elevando la escala económica y las exigencias de capital requeridas para dedicarse a la agricultura comercial, aceleró el proceso de desarticulación de las modalidades productivas tradicionales, acentuando la heterogeneidad entre los productores, según sus posibilidades diferenciales de adaptación a los nuevos escenarios.

Como para comprender los orígenes de las debilidades estructurales del sector agrario del Nordeste es necesario conocer los procesos que configuraron y modelaron su realidad desde una perspectiva histórica, ya que el logro de una cierta "calidad" de desarrollo plantea el desafío de diseñar políticas que respeten la idiosincrasia de cada ámbito, en cuanto expresión de sistemas económico-ecológicos, con potencial humano, capital social e institucional variables, y la atención ya no se centra en las políticas sectoriales, (de escaso impacto sobre la sustentabilidad económica y social en el mediano y largo plazo) sino en cada región, con sus particulares limitaciones y potencialidades, el trabajo se organiza en tres partes, una primera parte que reseña la configuración del perfil productivo regional para luego pasar a examinar la dinámica del sector en la década del '90 y por último y a partir de la situación regional a principios del siglo XXI proponer soluciones a la problemática identificada.

La configuración del perfil productivo del Nordeste Argentino en el siglo XX

Durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, la voz Nordeste no pasaba de ser una simple referencia a un punto cardinal, a un área indefinida que tal vez justificaba alguna individualidad más que nada por oposición a la región del Noroeste que por sus propias condiciones de cohesión interna, (Bruniard, 1987 y 1990). El Nordeste, como territorio constituido por las provincias de Corrientes, Chaco, Misiones y Formosa, comienza a cobrar entidad recién en la década del '50, cuando se provincializan estas tres últimas jurisdicciones3.

La noción territorial del Nordeste surge cuando por Decreto Nº 1907 del año 1967, se establece a la "región del Nordeste Argentino" (NEA4) en el marco de la ley 16.964 del año anterior, que disponía la creación del Sistema nacional de Planeamiento y Acción para el Desarrollo con la finalidad era "planificar el desarrollo integral y armónico del país", (Bruniard, 1990: 15). Desde entonces es entendido básicamente como un conjunto de provincias contiguas y constituye una realidad compleja.

Figura 1

Como señala Alejandro Schweitzer (2004: 42-43): "No existe un único NEA histórico… Las actividades económicas que se desarrollan en estos espacios tienen como única denominación común la de ser economías regionales pero no existe un NEA económico… No existe un NEA político, las capitales de las cuatro provincias que formalmente lo integran son polos de irradiación de políticas de otros tantos estados de una federación, sin más instancias de coordinación regional que las referidas eventualmente a la necesidad de hacer frente a decisiones tomadas desde afuera, desde Buenos Aires, capital nacional a la que le cedieron parte de sus soberanías, tal vez hace demasiado tiempo, pero haciéndolo cada uno desde su propia visión provincial"5. En este contexto, distinguirlo en su dimensión regional, sólo es posible apelando -y tal vez forzando- una agregación y diferenciación espacial resultantes de su posición en el conjunto nacional y de su contraposición a la región Pampeana, rasgo que comparte con el Noroeste. Las características comunes del NEA y NOA, en tanto economías regionales extrapampeanas, han llevado a la consideración de ambas regiones como el "Norte Grande"6.

Considerar al Nordeste separadamente, ya se torna una cuestión de escala y de categorías y objetivos de análisis. La regionalidad, exige la elección de criterios de diferenciación del espacio analizado. En este sentido es preciso buscar "rasgos distintivos", hacia los cuales dirigir una atención preferencial que permita ensayar una distinción apoyada en singularidades que operen como atributos "aglutinantes", lo cual implica un necesario grado de generalización. En el marco de estas salvedades, la posición del Nordeste en la Argentina puede observarse partiendo de la base de que la actividad agropecuaria7 fue y sigue siendo la principal fuente proveedora de divisas, teniendo una decisiva gravitación en el funcionamiento de todo el sistema económico nacional y representando las exportaciones de este origen -desde principios de siglo XX hasta la actualidad- entre el 75% y el 90% del total. A su vez, la Región Pampeana8 ha sido históricamente responsable del 60% de la producción agropecuaria y del 80% de las exportaciones del país. La diversidad de condiciones ecológicas que caracteriza a la Argentina ha posibilitado que históricamente la producción del sector agropecuario esté compuesta por un grupo muy amplio y diversificado de productos9. Si bien puede argumentarse, tanto para el caso de la agricultura como para la ganadería, que las propias particularidades (agronómicas, biológicas, genéticas, etc.) de cada cultivo o de cada tipo de ganado fueron condicionando las áreas de posible expansión; la especialización agropecuaria del Nordeste en productos singulares de demanda externa coyuntural o complementarios de la producción pampeana, resultado de una historia reciente, (siglo XX, con excepción de Corrientes) no fue un proceso neutro sino que respondió a los intereses económicos de la época, convirtiendo a las mismas en "... típicos enclaves de drenaje" (Coraggio, 1971: 41, Ferraro, 1973: 20 y Bruniard y Bolsi, 1988: 526) con destinos variables, según las etapas de la economía nacional. Como señala Noemí Girbal, (1998: 6),
"Mientras la pampa húmeda es todo un símbolo del progreso agropecuario, en el interior la situación es diferente. La conformación del Estado y del mercado nacional con su sistema de alianzas obliga a las economías regionales a efectuar cambios para participar de las exigencias de la Argentina agroexportadora, que desde el poder político y económico crece con la mirada puesta en Europa. La llegada del ferrocarril, el crédito oficial barato y la protección estatal diseñan, de común acuerdo con las burguesías locales, verdaderos modelos de economías regionales de monoproducción. Se teje así el revés de la trama del progreso positivista arraigado en la región pampeana y en torno a la ciudad-puerto de Buenos Aires".

Las diferencias relativas establecidas en el primer tercio del siglo XX, dinamizadas por intereses extrarregionales, se reforzaron con el paso del tiempo en virtud de procesos de crecimiento acumulativo, consolidando una dinámica de relaciones asimétricas. El análisis de la evolución del sector agropecuario regional en función de estos criterios, pone en evidencia un desigual nivel de competitividad potencial del Nordeste, el cual constituye el nudo básico que explica los orígenes de las disparidades regionales en cuanto a niveles de productividad, ingresos, expansión y desarrollo en general. Horacio Giberti (2001: 121) señala acertadamente que las ventajas agropecuarias "argentinas" en realidad se circunscriben a la región pampeana10 (una quinta parte de la porción americana del territorio argentino y una de las seis regiones potencialmente más agroproductivas del mundo). Las áreas extrapampeanas tienen poca o ninguna aptitud agropecuaria para producciones de clima templado, pero permiten que prosperen otras, sin la superioridad mundial que caracteriza a la primera. A ello debemos sumar, en el caso específico del Nordeste observado a escala nacional, el hecho de que gran parte de su espacio se caracterizó por una habilitación económica comparativamente tardía, (excluyendo en esta afirmación al caso de Corrientes) incorporándose en una situación subordinada, como periferia inmediata, con un neto predominio de actividades agrarias destinadas a completar la "canasta" de productos agropecuarios.

A la dependencia y extrema vulnerabilidad hacia las coyunturas del mercado nacional e internacional y su relativamente escasa importancia en el conjunto del primero, la región sumó la marcada bipolaridad de sus estructuras agrarias, con predominio de tamaños extremos. A escala nacional, tanto en el Nordeste como en el Noroeste y Cuyo, el productor familiar minifundista o campesino de las zonas extrapampeanas siempre fue el más expuesto al abandono de la actividad por la imposibilidad de encarar procesos de reconversión incorporando innovaciones tecnológicas o nuevas formas de organización. "La principal localización geográfica de estas unidades empobrecidas con limitado acceso a recursos productivos corresponde a las zonas económicas más desfavorecidas por lo cual son doblemente menos rentables: por minifundistas y por extrapampeanas", (Neiman y Bardomás, 2001: 34).

Las explotaciones familiares, de unas 20 hectáreas promedio, (15 en Formosa, 20 en Misiones, 10 a 30 en Chaco, 10 a 15 en Corrientes), constituyeron la característica de la colonización agrícola en "lo que quedaba" del remate de la tierra pública a principios de siglo. En un medio natural difícil, la gran mayoría de los colonos tomó el pedazo de tierra que podía trabajar y en ese proceso quedó establecido el perfil del sector agrícola regional, por la combinación de la escasez de tierra y la reducida capacidad económica de los ocupantes agrícolas, la cual limitó el área de instalación a la potencialidad del trabajo familiar.

El fuerte condicionamiento derivado de este tipo de base agraria, tratado por numerosos autores (Archetti y Stolen: 1975, CFI, 1975, Giberti: 2001, Rofman, 1986, 1989, 1995, 1999, 2000, etc.), ejerció un efecto limitante que hizo que los productores se incorporaran a la problemática agropecuaria primeramente como minifundistas y sólo en segundo lugar como productores de un cierto tipo de bien. Este argumento, aplicado al resto de los factores productivos definió un perfil de productor con rasgos claramente diferentes a los del productor pampeano en función de sus posibilidades de inserción comercial, su poder de negociación ante mercados oligopsónicos, su acceso a financiamiento institucionalizado y sus posibilidades de innovación e intensificación, así como su vulnerabilidad diferencial ante riesgos meteorológicos o coyunturas desfavorables de precios.

En el caso específico del Nordeste, la articulación de esa distribución fundiaria desequilibrada con la especialización en productos agrarios muy específicos y secundarios suscitó la acción inercial de una cierta rigidez estructural que determinó una tónica general de escaso dinamismo económico, una subutilización del potencial agrícola y una escasa complementación agro-industrial de la producción regional. Aún así, su rol en el contexto agropecuario funcionó mientras atendió a las tendencias expansivas del mercado interno. La retracción de estas últimas significó la sucesión de crisis productivas y la desmejora de la calidad de vida de la población, poniendo en evidencia tanto distintos niveles de debilidad e inestabilidad, como diversas posibilidades de reacción, a escala intrarregional.

Tratándose de una región dependiente de la dinámica del consumo local y de la intervención reguladora del Estado, cuando la producción regional alcanzó los niveles de consumo nacional, al promediar el siglo XX, "...empezaron a agotarse las energías exógenas y comenzó a detenerse el proceso de expansión de las fronteras económicas regionales, en un momento en que todavía no se habían alcanzado las fronteras políticas del Nordeste" (Bruniard y Bolsi, 1988:538)11 y comenzó una alternancia de fases críticas caracterizadas por intentos de diversificación (con el reemplazo del algodón) o de mayor regulación (fijando topes por ley y otorgando subsidios en el caso de los cultivos perennes) con resultados desiguales en cada una de las provincias.

En general en los sectores agropecuarios extrapampeanos, desde los años '70 el estancamiento del consumo generó profundas crisis, (Ekboir; Fiorentino  y  Lunardelli, 1990: 377). A partir de entonces, estas áreas entraron en procesos crónicos de sobreproducción y acumulación de stocks, por una compleja trama de factores que incluyeron a una base productiva apoyada en pequeñas explotaciones con baja capitalización sumada a la carencia de tecnologías adecuadas, la inexistencia de alternativas de diversificación y la implementación de políticas gubernamentales contradictorias ante las demandas en declinación. Entre fines de los '70 y principios de los '80, la escasa asistencia recibida en las regiones extrapampeanas, (Maggi, 1993: 50) se explicaba por factores tales como la orientación crediticia hacia productos exportables de la pampa húmeda, la escasez de recursos en las carteras de créditos de los bancos provinciales, (habituales financistas de esos sectores agropecuarios) y el grado de endeudamiento de los productores que limitaba seriamente su acceso a cualquier financiación bancaria, (Russo, 1997: 150).

A comienzos de la década del '80, la situación agropecuaria del Nordeste era común a la descripta para el resto de las economías regionales: producciones de base agraria, con un predominio de explotaciones minifundistas, una especialización productiva (monoproducción), generalmente intensiva en el uso de mano de obra y dependiente de la evolución del mercado interno y, en el caso de los cultivos perennes como la yerba mate y el té, de la intervención sistemática del Estado a fin de atenuar el impacto de las recurrentes crisis de sobreproducción, (Carballo González, 2001: 5).

Dinámica agraria regional en los '90. Impactos diferenciales y contradicciones a escala regional y provincial

La vulnerabilidad de la población agraria del Nordeste para los principios de los '90 era considerable, teniendo en cuenta que en 199112, Misiones, Formosa y Chaco eran las tres provincias argentinas con mayores proporciones comparativas de trabajadores rurales familiares y por cuenta propia, es decir, estas tres provincias concentraban las más altas proporciones del país de trabajadores agrarios pobres. Para esa fecha, la producción regional, (yerba mate, té tabaco, algodón y cítricos) solamente accedía al mercado externo como sobrante del consumo interno y, por ende, el sistema de precios que la regulaba no dependía de las cotizaciones internacionales, sino de la dinámica del consumo local y de la intervención reguladora del Estado, (Rofman, 1999: 109).

A partir de 1991, la apertura externa, la acelerada inserción de la economía en el flujo comercial y financiero internacional y la ausencia de regulación estatal implicó, en muchos casos, que el sector externo se convirtiese en el principal destino de la producción. En los casos en que la demanda interna siguió siendo el principal destino, el proceso de determinación de los precios de comercialización de todos los bienes quedó supeditado a la cotización de los mercados internacionales. El Estado dejó de intervenir en la fijación de precios mínimos o en su determinación indirecta, además de abstenerse de precisar pautas de comercialización.

La liberación de los mercados, al implementarse sin un marco regulatorio apropiado impactó desfavorablemente sobre los sectores de mayor fragilidad. La desregulación del sector público agrícola asociada a la redefinición del Estado significó el deterioro del precario equilibrio que mantenía en funcionamiento a sistemas agropecuarios muy diversos, donde las posibilidades de adaptación y con ellas la "viabilidad" económica relativa registraban niveles y posibilidades diferenciales. La pequeña agricultura de tipo familiar -en franca desventaja para hacer frente a los nuevos escenarios-, fue la que recibió el impacto más severo en la década del '90.

El contexto descripto, de ajuste y desregulación en combinación con la expansión del agribussines, aceleró la fragmentación entre los distintos estratos de agricultores según su capacidad de adaptación a las nuevas tendencias. Los agricultores "integrados" cedieron gran parte de su poder de negociación e iniciativa a segmentos que impusieron las condiciones de inserción en la agricultura de contrato, tales como los proveedores de insumos, (agroquímicos, semillas y maquinarias) los asesores de procesos y más hacia arriba en la cadena, a los sectores de financiamiento y coordinación de las cadenas de supermercados y al sistema agroindustrial exportador. Este proceso fue poniendo de relieve cada vez con mayor claridad una clara y creciente separación entre la agricultura "empresarial" articulada con la agroindustria y la exportación y la pequeña agricultura familiar, amparada apenas por programas de sostén focalizados e insuficientes13. El ajuste macroeconómico a nivel nacional transformó la estructura productiva en tanto implicó para el sector agrícola un aumento de la presión impositiva hacia pequeños y medianos productores y a escala provincial, la exigencia de aplicar ajustes con reducción del gasto público y reestructuración de las administraciones provinciales y municipales (donde el empleo público es predominante)14.

La situación del sector agrario regional en 1997, (año en que las producciones agrícolas registran niveles récords) era definida como de
"reconversión global de su perfil productivo, mediante ciertos procesos como la tendencia a la concentración de la tierra en mayores unidades productivas por compra entre productores vecinos, cambio de firmas por venta de estancias, arrendamiento de campos grandes para agricultura", (Estefanell, G, et al. 1997: 84).

A nivel de agricultores medios, (productores familiares de norte de Santa Fe y Chaco, fruticultores y arroceros de Corrientes, yerbateros/forestadores de Misiones) el movimiento de reorganización productiva fue profundo ya que "este sector es cualitativamente el más afectado, tanto en su patrimonio como en su paradigma productivo, aún cuando cuantitativamente no exista gran número de agricultores que hayan abandonado la producción", (Estefanell, et al, 1997: 84). Ese abandono ocurrió pocos años después, en el contexto de crisis y caída de los precios internacionales de los principales productos regionales a principios del 2000 y la ampliación de la frontera productiva pampeana con la expansión sostenida de la soja transgénica. Este cultivo alcanzó rápidamente a la franja occidental del Nordeste por medio del desmonte y arrendamiento temporal de vastas áreas semiáridas que, beneficiadas por un coyuntural "ciclo húmedo", posibilitaron la implementación del nuevo paquete tecnológico caracterizado por su alta dependencia de insumos y su escaso requerimiento de trabajadores rurales.

Un ejemplo de estos procesos es el caso de la producción algodonera regional (concentrada en las provincias de Chaco y Formosa) y que entre 1994 y 1998 registró la mayor cosecha del siglo, basada en la creciente competitividad de una alianza nueva, integrada por productores industriales con plantas en expansión muy modernas y agricultores aptos para incorporar innovaciones tecnológicas acentuadas en sus predios (Rofman, 2002: 103), en una euforia productiva apoyada en el déficit del mercado brasileño que se configuró como el principal comprador. A partir de allí, el área de siembra inició desde 1998 un descenso sostenido hasta niveles nunca antes vistos, determinando años después la necesidad de importar fibra.

Los cambios en la base competitiva de la cadena del algodón y la crisis profunda de la cotonicultura familiar tradicional tuvieron importantes consecuencias sociales, en un proceso de reducción de la participación de productores familiares y aumento de la producción de grandes grupos empresariales adoptantes de nuevas tecnologías, generándose además, procesos de migración en áreas productoras tradicionales ante la disminución abrupta de la demanda de mano de obra. Luego la liberación a la venta de la variedad genéticamente modificada (RR15) en 1996 en Argentina, en un "paquete" tecnológico que combinó la siembra directa, los biocidas (glifosato) y fertilizantes, aceleró la expansión de la oleaginosa en la región pampeana, al ofrecer la posibilidad de adoptar rápidamente tecnologías ahorradoras de costos en un modelo de "fuga hacia adelante", que se apoyó fundamentalmente, en una importante capacidad instalada previa16, (Bisang, 2003: 436-437).

El uso de estas tecnologías supuso tanto una mayor integración vertical con una creciente dependencia de las redes de distribución comercial privada de ciertos insumos, (glifosato) como el aumento de la rentabilidad no tanto por la mejora de los rendimientos agrícolas, sino por la disminución de los costos de mano de obra, con la siembra directa. Chaco y Formosa dejaron la producción algodonera para incorporarse a la producción de soja transgénica. Este cambio fue el más importante en el desenvolvimiento del sector agrícola de estas jurisdicciones desde 1960, porque significó el relegamiento del que fuera el principal cultivo, el "oro blanco" que aportó históricamente entre un 70 % a un 85 % de la producción nacional, concentrando más de dos tercios de la superficie total sembrada en el país.

En el caso en Corrientes, durante la década del '90 se acentuó la concentración de la producción de arroz, por la cual los productores de más de 500 hectáreas, que conformaban el 19% del total, pasaron a concentrar el 63% de la superficie arrocera provincial. En el extremo opuesto el 59% de los productores con explotaciones de menos de 200 hectáreas ocupaba un 15%. La superficie restante se repartía entre un 22% para el grupo de 200 a 500 hectáreas, que nucleaba al 22% de los productores, (INTA, 2002: 13). La modernización involucró la adopción de un nuevo sistema en base al riego por represa, que intensificó el componente agrícola y el ganadero17, buscando ampliar el número de años con arroz e incorporar sorgo, maíz o soja con riego a fin de alargar el ciclo agrícola de la rotación, (Pagliettini y Carballo, 2001: 118). Como el importante desarrollo del sector en los últimos años estuvo vinculado a las exportaciones, (a nivel nacional, aproximadamente el 28% de la producción arrocera del país se destina al consumo interno) y estas operaciones, en el caso correntino, se dirigieron casi exclusivamente al mercado brasileño, la devaluación que realizó este país en '99 generó una fuerte crisis18, ocasionando una drástica caída de la producción. Esta última incrementó notablemente el nivel de endeudamiento de los medianos productores y generó crecientes dificultades, tanto para obtener financiamiento como para colocar la producción, (INTA, 2002: 13).

En Misiones, la producción agrícola en pequeñas y medianas explotaciones, fue apoyada por el sector público hasta fines de los '80 por medio de diversas medidas de política económica, como regulaciones, precios mínimos, subsidios, etc. Con la implementación de las medidas desregulatorias, en la década del '90, prácticamente desaparecieron casi todos los mecanismos de apoyo estatal. Específicamente disminuyeron en sus montos las trasferencias de fondos a la Provincia por la eliminación de la regulación yerbatera y de los subsidios al té y por la reducción de los subsidios y desgravaciones forestales. Las transformaciones implicaron una importante incorporación de tecnología con el consecuente aumento de la productividad, mayores ventas, intensificación de los procesos de concentración económica y descenso de la demanda de mano de obra y los puestos de trabajo en la agroindustria (por la disminución del número de establecimientos industriales medianos y pequeños). "Este proceso que se dio en todo el país, tuvo su correlato en Misiones, donde las PyMES agropecuarias e industriales, las cooperativas y las agrupaciones de pequeños productores, perdieron peso económico y político", (Freaza, 2003: 2).

Análisis cuantitativo de la estructura agraria y de la población rural regional

Retomando la escala regional y en base a la comparación de las cifras censales relativas al número y extensión de las explotaciones agropecuarias (EAPs19) en el país, es posible afirmar que la superficie agropecuaria nacional, se mantuvo, entre 1947 y 2002, entre poco más de 170 millones de hectáreas. El número de explotaciones agropecuarias en cambio, disminuyó en el mismo período de 470.000, a menos de 300.000 unidades. De esta manera, la superficie promedio de la unidad agropecuaria se elevó de 368, a 588 hectáreas20. Estas cifras dan muestra de la concentración del usufructo de la tierra productiva, con el desplazamiento de pequeños y medianos productores ante la elevación de la escala económica y las exigencias de capital requeridas para dedicarse a la agricultura.

Tabla I

Fuente: Elaboración propia en base a Censos Nacionales agropecuarios de 1947, 1960, 1988 y 2002.

Tanto en el área pampeana como en el Nordeste, la tendencia fue la misma: mantenimiento con leves variaciones de la superficie agropecuaria y descenso en el número de unidades productivas, con el consecuente aumento de tamaño de la unidad promedio.

Comparando las cifras de explotaciones agropecuarias con límites definidos en los dos últimos relevamientos censales, se advierte que casi la mitad de las EAPs en la Argentina (49% en 1988 y 46% en 2002) tiene una extensión menor a 50 hectáreas. En la Región Pampeana, las EAPs de este grupo sólo representan el 29% en 1988, bajando al 23,6% en 2002. En el Nordeste, en cambio, sumaban el 64% y 59% del total de unidades en 1988 y 2002, respectivamente, es decir representaban a la mayoría de las unidades productivas regionales.

Ahora bien, si se considera la distribución de las explotaciones agropecuarias clasificadas según su extensión, la situación difiere en relación a los grupos de explotaciones que registraron disminuciones en estos ámbitos. Comparando las cifras de explotaciones agropecuarias con límites definidos en los dos últimos relevamientos censales, se advierte que casi la mitad de las EAPs en la Argentina (49% en 1988 y 46% en 2002) tiene una extensión menor a 50 hectáreas. En la Región Pampeana, las EAPs de este grupo sólo representan el 29% en 1988, bajando al 23,6% en 2002. En el Nordeste, en cambio, sumaban el 64% y 59% del total de unidades en 1988 y 2002, respectivamente, es decir representaban a la mayoría de las unidades productivas regionales.

Cotejando la estructuración según el tamaño de las EAPs existentes en la República Argentina, en el año 2002, se advierte para el caso del Nordeste, el neto predominio de las unidades de 10 a 25 hectáreas, en primer lugar, y de 25,1 a 50 hectáreas, en segundo lugar. En contraposición, en el caso de la Región Pampeana, el máximo porcentaje corresponde al grupo de 200,1 a 500 hectáreas, seguido del de 100,1 a 200 hectáreas. En el caso del total del país, se advierte una estructura más ponderada, sin ningún predominio relativo, compartiendo los grupos inferiores a 500 hectáreas, un 12% cada uno, aproximadamente.

Al predominio de explotaciones pequeñas en el caso del Nordeste, se agrega el número de trabajadores familiares que en el año 2002, doblaban en cantidad a los de la Región Pampeana, (70.000 y 34.000, respectivamente). Analizando las cifras de trabajadores permanentes de las EAPs entre 1960, 1988 y 2002, discriminados según sean productores, familiares y no familiares, se observa que el número de productores en la Región Pampeana disminuyó notablemente de 243.000 en 1960, a 177.000 en 1988 y a 130.000 en 2002. Más marcado aún fue el descenso que registraron los trabajadores familiares, que pasaron de 252.000, a 85.000 y a 35.000, en 1960, 1988 y 2002, respectivamente. En el caso de los trabajadores no familiares, oscilaron entre 162.000, 175.000 y 71.000 en esos tres años. En el caso del Nordeste, los productores sumaban 62.000 en 1960, 77.000 en 1988, para bajar a 70.000 en 2002. La mano de obra familiar descendió de 119.000 a 108.000 y a 70.000 trabajadores entre 1960, 1988 y 2002, respectivamente. Pero, ante el notable descenso de este tipo de trabajadores en la región Pampeana, el Nordeste pasó a superar a aquella desde 1988 en adelante, en la cantidad de trabajadores familiares del productor. En 1988 y en 2002, el Nordeste contenía al 34% de la mano de obra familiar del país, mientras que la Región Pampeana pasó de contener el 28% en 1988 al 17% en 2002.

De modo que, combinando los predominios de unidades menores de 50 hectáreas (60%) y de trabajadores familiares, que junto con los productores representan el 88% de las personas que trabajan en forma permanente en explotaciones agropecuarias en la región, es posible afirmar que en el Nordeste, las explotaciones agropecuarias son en su mayoría pequeñas unidades productivas agropecuarias de tipo familiar. Considerando ahora el total de unidades productivas censadas entre 1988 y 2002, estas unidades son las que registraron los mayores descensos. En el NE el 94% de la disminución de EAps se concentró en el segmento de menos de 100 hectáreas.

En la región Pampeana, esta dupla cereales-oleaginosas pasó de representar un 48 a un 64% de la superficie regional implantada en 1988-2002, respectivamente. En el Nordeste también se incrementó la superficie sembrada con este grupo de cultivos, mientras que el grupo de los cultivos industriales, tradicional producción de esta región, disminuyó en su importancia relativa, de 35% a 20% del área implantada en 1988 y 2002, respectivamente. Cabe destacar que la tendencia regional está dominada por las cifras correspondientes a la provincia del Chaco, donde la superficie con oleaginosas aumentó en más de 250.000 hectáreas y el área algodonera se redujo más de 100.000 hectáreas en ese período intercensal.

De número total de EAPs con toda su tierra en régimen de ocupación con permiso 21, el 55% se localiza en el Nordeste, y en el caso de las explotaciones que implican una "ocupación de hecho", el 46% .Considerando comparativamente la extensión -en hectáreas-, involucrada en las ocupaciones "de hecho", en el área Pampeana y en el Nordeste, se advierte que en ambos casos las superficies exhiben muy poca diferencia, (140.000 y 120.000 hectáreas, respectivamente) no obstante, el número de EAPs comprendidas en esas superficie es notablemente mayor en el caso del Nordeste (1.853 explotaciones, contra sólo 249 en la región Pampeana22), hecho que estaría corroborando el predominio de pequeñas explotaciones en situación irregular de tenencia en el caso del Nordeste.

Este contexto de situaciones irregulares de tenencia de la tierra, en la que se encuentran englobadas prácticamente en su mayoría la categoría de "ocupaciones" ("con permiso" y "de hecho", en tierras fiscales o privadas), conlleva un alto grado de precariedad e inseguridad que impide cualquier tipo de planificación. En estos ámbitos, aunque la entrega de la tierra por sí sola no sea suficiente para garantizar cambios en las modalidades de aprovechamiento, representa la condición indispensable para modificar usos ineficientes y el empobrecimiento de los recursos productivos así como también limitar los problemas de degradación del suelo, ya que cuando el ocupante no tiene título de propiedad, generalmente mantiene sistemas de explotación que tienen en cuenta principalmente el corto plazo y el uso más intensivo posible. La indefinición jurídica le significa también dificultades o directamente le impide el acceso al crédito, factor que podría fomentar el desarrollo y un uso más eficiente de los recursos.

Por su parte y a escala regional, en el período 1991-2001 se registró una disminución de más de cien mil residentes rurales dispersos23, representando este descenso el 24% de la tendencia nacional registrada para ese segmento. El mayor descenso (66%) correspondió a la provincia del Chaco y el 17 % a Formosa, sumando entre ambas un 83%, lo que significa la pérdida comparativa entre 1991 y 2001 de 86.000 habitantes rurales a campo abierto en el ámbito Chacoformoseño. En este sentido, tanto Misiones como Formosa registran un aumento de su población rural hasta 1980 y a partir de ese momento una relativa estabilidad en el primer caso y una disminución leve en el segundo. Distinto es el caso de Corrientes, que exhibe un suave pero constante descenso desde 1960, tendencia compartida con Chaco, quien se distingue a su vez por la marcada disminución registrada entre 1991 y 2001. En este caso, los departamentos que registraron un mayor descenso comparativo de su densidad agraria corresponden al área agrícola del centro-sudoeste, que concentraba el 40% de las explotaciones chaqueñas menores a 100 hectáreas24.

Tabla II
Variación absoluta de población total y rural agrupada y dispersa. Argentina y Nordeste,1991-2001

Fuente: Elaboración propia en base a los datos de los Censo Nacionales de Población de 1991 y 2001.

Estos comportamientos diferenciales se explican por una serie de factores: a diferencia de Corrientes y Misiones, la actividad agrícola en Chaco y Formosa está especializada en cultivos anuales, con una notable variación interanual en las superficies destinadas a cada especie, según los altibajos del mercado y las eventualidades meteorológicas de cada campaña. A esa diversificación aleatoria, consecuente con un heterogéneo conjunto de productores que exhiben niveles de manejo productivo muy disímiles, deben sumársele otros aspectos negativos, tales como la precariedad en la tenencia de la tierra, la baja o nula capitalización y la imposibilidad estructural de acceso a fuentes de financiamiento, la inexistencia de alternativas de producción. Estos rasgos constituyen un perfil considerablemente frágil y sensible a los cambios en las coyunturas del mercado, de no mediar un apoyo estatal explícito y continuado.

Figura 2
Fuente: Censos Nacionales de Población de 1947, 1960, 1980, 1991 y 2001.

La situación a principios del siglo XXI. Diagnóstico y propuestas

En una región que desde sus orígenes funcionó en una dinámica dependiente del consumo local y de la intervención reguladora del Estado, el impacto diferencial del conjunto de acontecimientos ocurridos en la década del '90 encontró en franca desventaja a las modalidades tradicionales de producción. La incorporación masiva de nuevas tecnologías desde mediados de los '90, generando un nuevo modelo de organización de la producción primaria y elevando la escala económica y las exigencias de capital requeridas para dedicarse a la agricultura comercial, aceleró el proceso de diferenciación de la estructura agraria y la expulsión de los productores que no alcanzaron la escala mínima exigida en cada caso.

Las evidencias de desarticulación de las economías locales a partir de la desaparición de eslabonamientos productivos preexistentes, del desplazamiento de cooperativas y pequeñas y medianas empresas productivas y comerciales y los crecientes niveles de informalidad e inestabilidad han tratado de ser compensados por las administraciones públicas locales que han incrementado los subsidios y las contrataciones temporales acentuando un perfil asistencialista donde si bien se "alivian" situaciones extremas de pobreza, también se potencia el poder discrecional de esas administraciones ya que este asistencialismo es focalizado, es decir, conlleva la condición de "elegible" y con ella, la determinación de "criterios de elegibilidad", que son evidentemente discutibles en términos de que toda selección implica exclusión.

En el Nordeste, las transformaciones agrarias ocurridas en los últimos años parecen apuntar a la divergencia creciente y sostenida entre las tendencias recientes de la moderna agricultura y la pequeña producción familiar tradicional, tan representativa de las economías regionales. Esto en gran parte obedeció a las limitaciones estructurales de los esquemas productivos locales -provinciales- y a sus dificultades de expansión competitiva con inclusión social, como aspectos negativos, que condicionaron de múltiples maneras su desarrollo. Pero también reflejó la ausencia y el desinterés de las políticas nacionales por definir el papel y la orientación de los sectores agrarios ajenos a la pampa húmeda.

Entendemos aquí que esa definición exige como punto de partida la aceptación de las realidades agrarias extrapampeanas como escenarios desiguales, que exigen políticas diferenciadas. Sólo partiendo de esta base será posible el diseño de estrategias de desarrollo que contemplen el logro de transformaciones multidimensionales, desde una posición de partida caracterizada por una serie de carencias, desigualdades e inequidad de opciones, hacia una situación en que éstas últimas son ampliadas y las primeras son resueltas o disminuidas a niveles poco significativos.

Esa definición también implica optar entre dos discursos contrapuestos, uno que partiendo de la inviabilidad relativa a ciertos tamaños de las explotaciones dentro de la lógica del mercado, anticipa una segura exclusión de esos estratos a corto plazo, y el otro que considera que, mediante la incorporación de capital y tecnología de manera organizada, los pequeños productores podrían acceder a umbrales mínimos de competitividad agraria. Entre ambas posiciones extremas hay toda una gama de alternativas discursivas que evidencian la complejidad del problema, pero en la argumentación de la inviabilidad de las pequeñas explotaciones, que vaticina que naturalmente por la lógica propia del mercado los pequeños productores terminarían excluidos de la actividad agropecuaria, no se considera que estos "expulsados del campo" son, a corto plazo, los futuros migrantes rurales que se han de instalar en la periferia de las ciudades en asentamientos "de emergencia" o "villas miseria" engrosando el número de desocupados y marginados de todo acceso a una vida digna.

El logro de un cierta "calidad del desarrollo", que evite la desconexión con los procesos globales, pero a su vez mantenga una relativa autonomía que implique la consideración y el respeto por las diferencias en los modos de vida y de producción regional no es una nimiedad, ya que implica hallar la forma de arbitrar coherentemente la relación entre estos sistemas diferenciados y el mercado global. El eje de discusión y la problemática prioritaria deben apuntar a encontrar un punto de conciliación entre las fuerzas endógenas de la región, es decir, sus capacidades de adaptación y de innovación y ajuste a las nuevas condiciones y las fuerzas de las dinámicas globales de acumulación, (Valenzuela, 2006: 178).

Dadas las características del Nordeste, la expectativa de que lleguen inversiones y fuerzas transformadoras propias del actual estilo de modernización capitalista, y con ellas resolver por "derrame" los problemas de desempleo, empobrecimiento, etc., alcanzando la integración plena al nuevo sistema productivo global, es poco realista y demasiado simplista. También lo es la postura opuesta, que plantea una política que propicie una desconexión de la comunidad o sociedad local apelando exclusivamente a su desarrollo "endógeno".

Un enfoque intermedio, deberá apuntar a fortalecer la capacidad de respuesta de la dimensión local entendiendo que la región deberá conectarse con los procesos globales, pero con un grado de autonomía relativa que le permita transformar su realidad encontrando la forma de resolver equilibradamente la relación entre ambas escalas.

La aplicación de las políticas públicas desde una perspectiva regional supone un nivel intermedio entre lo local y lo nacional, en el que generalmente no existen estructuras institucionales bien definidas. Considerando las limitadas capacidades de respuesta de la dimensión local -regional-, partiendo de la idea de que en un mundo globalizado esa "reacción" no puede ser un proceso local a cargo únicamente de actores locales, corresponde primordialmente a las instancias nacionales de gobierno la implementación de una política de desarrollo. El Estado Nacional deberá aportar claridad con la definición y sostén de un rol productivo en ese contexto, con medidas de promoción (fondos compensadores), acciones reguladoras ante procesos distorsivos, (reasignación de activos) y la sistemática ampliación del acceso a la información, (capacitación más asistencia técnica), con sistemas de crédito subsidiado a partir de programas de financiamiento nacional e internacional accesibles, con los que se subsidie y sostenga la producción regional, con el apoyo de la banca estatal y cooperativa.

En el otro extremo, partiendo desde la microescala se debe rescatar la cooperación local, alentando la reconstrucción de formas asociativas apoyadas en la solidaridad y la confianza, como lo fueron en su momento las tradicionales cooperativas. Desde esa base, pueden plantearse la construcción de alianzas con objetivos comunes gestadas a partir de relaciones ya existentes, movilizando la voluntad colectiva para la formulación de proyectos locales consensuados, basados en la capacitación y en pactos colectivos con procesos de rendición de cuentas y de control social permanente. La percepción del protagonismo de los productores rurales facilitará el diseño de estrategias diferenciales que afronten sus distintas actitudes y posicionamientos ante acciones concretas de extensión y asistencia técnica. Por su parte, en las instancias políticas intermedias (administraciones provinciales) se deben garantizar beneficios impositivos, tratando de lograr una mayor transparencia en los mercados que aliente los emprendimientos productivos y la promoción de sistemas de control en el manejo de los recursos públicos. Pero cualquier acción de protección y sostén, no debe olvidar el objetivo último que debe ser la ampliación de las oportunidades de acceso a bienes y servicios de las personas, los hogares y las comunidades agrarias y el fortalecimiento de las capacidades de estos actores para tomar decisiones con creciente autonomía.

A su vez, la promoción del desarrollo debe incluir esfuerzos concretos y efectivos tendientes a reconocer y valorizar integralmente esa diversidad haciendo la salvedad de que esta valoración de las diferencias no implique una idealización. Por último, las acciones no sólo deben atender a esa multiplicidad de factores, sino revestir una persistencia temporal que las sostenga desde su concepción hasta su instrumentación y ejecución.

Lograr un desarrollo abierto, que evite la desconexión con los procesos globales, pero a su vez mantenga una relativa autonomía que implique la consideración y el respeto por las diferencias en los modos de vida y de producción regional, sustentados por los procesos aquí descriptos, no es una nimiedad, ya que implica hallar la forma de arbitrar coherentemente la relación entre estos sistemas diferenciados y las fuerzas de las dinámicas globales de acumulación.

El diseño y la implementación de un plan de desarrollo basado en la visión integral de los problemas y las potencialidades regionales es una acción imprescindible e ineludible a corto plazo. Este trabajo se inscribe como un aporte a dicho objetivo, con el propósito de contribuir a la planificación y gestión de políticas coherentes, multisectoriales y equilibradoras, que sirvan de base a transformaciones positivas y conducentes a un futuro con más opciones y oportunidades de progreso, no solo para el Nordeste sino para vastos sectores de la realidad agraria de todo el país.

Notas
1 Considerando en una primera instancia y de manera simplificada a las regiones como áreas de extensión cambiante, resultantes de procesos de desarrollo geográfico desigual; los enfoques de la cuestión regional en la Argentina siempre partieron de la diferenciación entre un "núcleo" y el resto del territorio nacional, agrupado bajo la denominación de "economías regionales", entendidas, de acuerdo con Alejandro Rofman (1995: 229), como el conjunto de espacios de inserción periférica, de menor nivel de desarrollo relativo y con un comportamiento histórico subordinado a las políticas y procesos dominantes asentados en el "centro" del país.
2 La extensividad, particularmente el bajo rendimiento, de la ganadería en áreas tropicales y subtropicales es atribuida a una conjunción de factores ecológicos, de infraestructura y derivados de las prácticas de manejo y de las características genéticas de los animales. Dentro de factores tan diversos, expresa Helman (1971: 332) que "la limitación climatológica para la ganadería es un importante factor deteriorante, prácticamente incontrarrestable" ..."Altibajos de humedad y de seca cada año crean exuberancia y estrecheses" a lo que se agrega la proliferación de ecto y endoparásitos... ".
3 Por ley 14037 del 20 de julio de 1951 se provincializó el Territorio Nacional del Chaco. Le siguieron Misiones por ley 14.294 del 10 de diciembre de 1953 y Formosa, por ley 14.408 del 28 de junio de 1955.
4 El NEA incluía las cuatro provincias y los tres departamentos del Norte de Santa Fe (Gral. Obligado, Nueve de Julio y Vera).
5 Schweitzer (2004: 43) afirma: "…En síntesis, no existe una identidad NEA Las identidades en los territorios las construyen las sociedades que los habitan…En el NEA esta construcción está en deuda".
6 La Región denominada Norte Grande se creó en base a la unión de dos grupos regionales tradicionales: el Nordeste (Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones) y el Noroeste (Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero). "El instrumento jurídico que reflejó la voluntad política de conformar una región es el Tratado Parcial Interprovincial de creación del Norte Grande Argentino (NOA-NEA) suscripto el 9 de abril de 1999 en la ciudad de Salta. Sin embargo el proceso de conformación de la región cuenta con antecedentes que se remontan al año 1987 cuando se firmó un tratado de integración que antecede a la reforma de la Constitución Nacional de 1994 que incorpora la facultad de las provincias argentinas a conformar regiones para facilitar su desarrollo económico y social. (Art. 124)". (Iglesias y Varela, 2005: 35). Para más detalle de la cronología del proceso de regionalización, ver: http://www.regionnortegrande.com.ar/?institucional=1.
7 La actividad primaria nacional está básicamente compuesta por los subsectores agrícola y pecuario. Entre ambos concentran más del 95% de la producción total. El resto de las actividades primarias (silvicultura, minería y pesca) ha tenido históricamente un peso muy reducido (Gatto y Quintar, 1986: 13).
8 Provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.
9 La producción agrícola nacional se compone de cinco grupos de cultivos principales: cereales, oleaginosos, cultivos industriales, frutas y hortalizas. Históricamente el grupo "cereales" ha predominado en la composición de la producción agrícola, generando más del 50% de su valor. En segundo lugar se ubicaba el grupo cultivos industriales, con un cuarto de la producción y posteriormente los tres restantes grupos. Esta situación cambió en los últimos años con la extraordinaria expansión de la soja, que ha determinado que los oleaginosos ocuparan, desde mitad de los '90, el primer lugar en la producción agrícola del país.
10 Giberti describe a la Región pampeana: casi 60 millones de hectáreas contenidas aproximadamente en un territorio delimitado por un radio de 550-600 kilómetros con centro en la Capital Federal:
"dicha región constituye un hecho singular en el mundo. No existe otra de magnitud similar con tales aptitudes predominantes: suelos loésicos fértiles con muy poca pendiente, lluvias adecuadas en cantidad, sin estación seca marcada, estaciones térmicas bien diferenciadas pero no en modo excesivo. Por tanto las lluvias no lavan los suelos, no hay peligro de erosión hídrica, la vegetación no interrumpe su crecimiento en ninguna estación, es factible mantener todo el año el ganado a campo, y resultan posibles tanto cultivos de invierno como de verano. Tan excepcionales condiciones ecológicas se dan en tierras de muy bajo valor relativo: una hectárea pampeana con aptitud agrícola cuesta cuanto mucho 3.000 dólares, contra 4.700 en Australia, 7.000 en Estados Unidos y 280.000 en Japón".
Giberti, Horacio. "Sector agropecuario. Oscuro panorama. ¿y el futuro?" En: Revista Realidad Económica. Buenos Aires: IADE, enero-febrero 2001, nº 177, pp. 121-138.
11 Por ello no corresponde hablar de una simple figura dicotómica de dependencia, sino de un complejo sistema que durante un tiempo favoreció el desarrollo del Nordeste y que comenzó a declinar progresivamente a partir de la década del '50, (Bolsi, 1985: 7).
12 Miguel Murmis (2001: 29) analiza, en base a tabulados inéditos del Censo Nacional de 1991, las relaciones entre ocupación, condición de actividad y pobreza rural, y de acuerdo con el perfil de la población rural mayor de 14 años que habita en hogares rurales con NBI en relación con los totales provinciales; Misiones, Formosa y Chaco eran las tres provincias argentinas con mayores proporciones comparativas de trabajadores rurales familiares y por cuenta propia (categorías en las cuales se encuentra la casi totalidad de aquellos ocupados cuya principal ocupación es agraria).
13 En el caso brasileño, Belik y Paulillo (2001: 8) señalan que en los '90, un número elevado de agricultores se integró a la industria procesadora y en ese marco el espacio del financiamiento agropecuario nacional fue ocupado por actores que impusieron sus intereses a cambio de facilidades para la adquisición de equipamiento, como parte del surgimiento de formas alternativas, en un cuadro de "vacío institucional" para la negociación de contratos agrícolas. Ello se potenció por la dificultad del sector agropecuario para crear sus interlocutores debido a su debilidad estructural y subordinación económica y a la interferencia externa de sectores industriales y financieros.
14 A ello se sumó la -privatización de los bancos provinciales (lo que a su vez supuso una creciente restricción de acceso al crédito para los pequeños y medianos empresarios) y el cercenamiento o eliminación de las ventajas regionales anteriores (precios diferenciales a favor de las provincias) que desaparecieron como resultado de la desregulación del mercado de servicios y de las privatizaciones. Manzanal, Mabel. "La cuestión regional en la Argentina de fin de siglo". En Realidad Económica. Buenos Aires: IADE, 1999, nº 166, pp. 70-99.
15 La soja RR (iniciales inglesas de Roundup (Marca comercial del producto a base de Glifosato de la Empresa Monsanto), Ready (preparado-listo) que cubre el 90% de la superficie cultivada con soja.
16 A partir de la segunda mitad de esta década, comienzan a producirse los primeros cultivos transgénicos que en poco tiempo adquieren una importancia notable. Los primeros desarrollos de transgénicos se centraron en una variedad de soja, a la cual se adosó un gen que la volvió resistente a un herbicida (el glifosato), la introducción de la semilla fue realizada por NIDERA en su casa matriz, en Estados Unidos, y a mediados de 1991 comenzaron los primeros ensayos en Argentina, tratándose de técnicas experimentales, su desarrollo estuvo rodeado de un marco regulatorio (también en formación) -la CONABIA, Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria- y su liberación a la venta comercial se autorizó un quinquenio más tarde (1996). El gen inicialmente fue propiedad de MONSANTO en EE UU, que lo licenció a ASGROW; luego esta empresa fue adquirida por NIDERA, la que hace su introducción en la Argentina. Posteriormente, cuando MONSANTO patenta el producto en el exterior, éste ya había sido liberado, por terceros, a la venta en la Argentina (Qaim y Traxler, 2002) (Bisang, 2003: 421).
17 Con inversiones del orden de los 300 400 mil dólares en terraplenes y sistematización de su área de influencia, sólo rentables si a las 300-400 ha de arroz con riego anuales se les incorpora el uso intensivo del resto de la superficie a fin de estabilizar una mayor rentabilidad media que posibilite la sostenibilidad económica y ecológica a largo plazo (Pagliettini y Carballo González et al, 2001). El arroz en la Argentina. La etapa primaria. En: El complejo Agroindustrial arrocero argentino en el MERCOSUR. Buenos Aires: Orientación Gráfica Editora, pp. 118.
18 "El caso del arroz en las provincias argentinas de Corrientes y Entre Ríos, es un ejemplo de la vulnerabilidad que presenta el sector agropecuario a las variaciones de precios y de intensidad con que pueden golpear los cambios en las condiciones externas a la economía del sector, ya que de un año a otro se redujo en más de un 30% la superficie cultivada con arroz por cambios en la situación de Brasil" (Teubal, 2001: 82).
19 La unidad estadística de los Censos Agropecuarios es la EAP (explotación agropecuaria). En los Censos de 1988 y 2002 se especifican los requisitos de una EAP: es una unidad de organización de la producción, con una superficie no menor de 500 m2 que se encuentra dentro de los límites de una sola provincia; produce bienes agrícolas, peculios o forestales, está integrada bajo la dirección única de una persona física o jurídica (productor) que la dirige, etc.
En: República Argentina, INDEC. Censo Nacional Agropecuario 1988. Resultados Generales. Total del País. nº 26. Buenos Aires: INDEC, 1992, pp. 13.
20 En la región Pampeana la superficie promedio de las EAPs se elevó de 216 a 440 hectáreas.
21 El Censo Nacional Agropecuario de 1988 en el Manual del Censista incluye definiciones operativas para las distintas condiciones de tenencia de la tierra y con el fin de aclarar a los efectos de la realización del Censo, qué modalidades engloba cada categoría. Ocupación: Es el uso de la tierra con carácter precario, es decir, cuando no existe título ni contrato (escrito o verbal) que avale la tenencia. La precariedad puede tener dos grados: con permiso del propietario (supone algún tipo de pago o compensación), o la ocupación de hecho sin permiso del propietario (supone una intrusión indebida).
22 Por su parte en el área Pampeana se localiza el 68% de las EAPs en régimen de arrendamiento (Contrato verbal o escrito en virtud del cual se adquiere el uso y goce de la tierra mediante el pago de una determinada cantidad de dinero, siempre que su duración no sea menor de tres años), el 39% en Aparcería (Contrato verbal o escrito por el cual se adquiere el uso y goce de la tierra mediante el pago de una proporción o porcentaje de la producción, siempre que su duración no sea menor de tres años) y el 59% de las registradas como en "contrato accidental" (es aquél por el cual se adquiere el uso y goce de un predio por un tiempo limitado, acorde con la actividad productiva. Según la ley, el contrato accidental se establece por un máximo de dos cosechas (menos de dos años) y puede renovarse).
23 Se clasifica como rural a la población que reside en localidades de menos de 2000 habitantes (rural agrupada) o en campo abierto (rural dispersa).
24 Llama particularmente la atención el caso del departamento Comandante Fernández, donde la densidad rural disminuyó, según los datos censales de 1991 y 2001, de 36 a 11 habitantes por hectárea de superficie agropecuaria, respectivamente.

Bibliografía y fuentes principales
1. Archetti, Eduardo y Stolen, Anne. Explotación familiar y acumulación de capital en el campo argentino. Buenos Aires: Siglo XXI, 1975.
2. Belik, W. y Paulillo, L. F. Mudanzas no financiamento da Produçao Agrícola Brasileira. Texto revisado y actualizado de artículo: "O financiamento da Produçao agrícola Brasileira na década de 90: Ajustamento e Seletividade". Brasil: Leite, S. (org) Políticas Públicas e Agricultura no Brasil. Editora Universidade UFRGS, 2001, pp. 95-120.
3. Bisang, Roberto. "Apertura económica, innovación y estructura productiva". En: Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales. Buenos Aires: Instituto de Desarrollo Económico y social, 2003, vol. 43, nº 171, pp. 413-442.
4. Bruniard, E. y Bolsi, A. "Las provincias del Nordeste. (región agro-silvo ganadera con frentes pioneros de ocupación)". En: Roccatagliata, A. (Coordinador). La Argentina. Geografía general y los marcos regionales. Buenos Aires: Sudamericana-Planeta, 1988.
5. Bruniard, Enrique. Geografía del Nordeste Argentino. Buenos Aires: SENOC-OIKOS. 1987.
6. Bruniard, Enrique. "El Nordeste como región". En: Cuadernos de Geohistoria Regional. Resistencia: IIGHI-CONICET, 1990, nº 22, pp. 15-38.
7. Carballo González, Carlos. "Argentina. Transformaciones recientes en el sector agropecuario". En: Pagliettini, L. y Carballo G. C. El complejo Agroindustrial arrocero argentino en el MERCOSUR. Buenos Aires: Orientación Gráfica Editora, 2001, pp. 1-25.
8. Censos Nacionales agropecuarios de 1947,1960, 1988 y 2002.
9. Censos Nacionales de Población de 1947, 1960, 1980, 1991 y 2001.
10. Coraggio, José Luis. "Centralización y Concentración en la Configuración Espacial Argentina". [En línea], Trabajo presentado en el seminario organizado por la Secretaría del Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE) para profundizar el análisis de los problemas regionales. Desarrollo Regional 1. Presidencia de la Nación. Buenos Aires: Secretaría de la CONADE, Marzo 1971, 54 pp., http://www.coraggioeconomia.org/jlc_publicaciones_r.htm.
11. Dourojeanni, Axel. Procedimientos de gestión para el desarrollo sustentable. Santiago de Chile: CEPAL, División Recursos Naturales e Infraestructura, Serie Manuales, nº 10, 2000, 128 pp.
12. Ekboir Javier;  Fiorentino, Raúl y Lunardelli, Liliana. "La ocupación de mano de obra rural en la Argentina". En: Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales. Buenos Aires: Instituto de Desarrollo Económico y Social, 1990, vol. 30, nº 119, pp. 367-394.
13. Estefanell, Gonzalo; De Basco, Mercedes. Cirio, Félix y otros. El sector agroalimentario argentino en los 90. Buenos Aires: IICA, 1997.
14. Ferraro, Roque M. El desarrollo regional argentino. Problemática y posibilidades. Buenos Aires: Plus Ultra, Colección Economía, 1973, vol. 1.
15. Freaza, Miguel Ángel. Economía de Misiones. Aspectos y Actividades Relevantes. Período 1980-1999. Misiones: Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Misiones, Ed. Creativa, 2000.
16. Freaza, Miguel Ángel. "La Economía de Misiones durante la Convertibilidad y la Situación Post-devaluatoria". En: Plan Fénix. Propuestas para el desarrollo con equidad. Economías Regionales. 2º Encuentro de Universidades Nacionales. Río Cuarto: Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Río Cuarto, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires, 24 y 25 de marzo de 2003.
17. Gaignard, Romain. "Un estudio de estructura agraria en la pampa seca: métodos y resultados". En: Boletín de Estudios Geográficos. Mendoza: Instituto de Geografía, Universidad Nacional de Cuyo, 1966, vol. XIII, nº 53.
18. Gatto, Francisco y Quintar, Aída. "Principales consecuencias socioeconómicas de la división regional de la actividad agrícola". Documento de Trabajo nº 17. Buenos Aires: CEPAL, 1985, 118 pp.
19. Giberti, Horacio. "Cincuenta años de evolución de la agricultura argentina". Buenos Aires: INTA. [En línea], 2003, www.inta.gov.ar/balcarce/info/documentos/Trigo2003/giberti.htm.
20. Giberti, Horacio. "Sector agropecuario. Oscuro panorama. ¿y el futuro?". En: Revista Realidad Económica, Buenos Aires: IADE, 2001, nº 177, pp. 121-138.
21. Girbal-Blacha, Noemí. "Ayer y hoy de la argentina rural .Gritos y susurros del poder económico. (1880 -1997)". [En línea], Buenos Aires: CONICET/UNLP/UNQ, Reun/Página 12, pp. 15-38, 1998, http://www.alipso.com/monografias/modelo_agroexportador/36págs.
22. Gobierno de la Provincia del Chaco. Ministerio de la Producción. "Estadísticas Básicas de la Producción Primaria". Resistencia: CEDEI, 1998c.
23. Gobierno de la Provincia del Chaco. Ministerio de la Producción. "El Chaco productivo". Resistencia: Resistencia Ediciones, 1998b, año 2, nº 2, 125 pp.
24. Gutman, Graciela y Gorenstein, Silvia. "Territorio y sistemas agroalimentarios. Enfoques conceptuales y dinámicas recientes en la Argentina". En: Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, Buenos Aires: Instituto de Desarrollo Económico y Social, 2003, vol. 42, nº 168, pp. 563-588.
25. Harvey, David. Espacios de Esperanza. Serie Cuestiones de antagonismo. Madrid: AKAL, 2003.
26. Helman, Mauricio. Ganadería Tropical. Buenos Aires: El Ateneo, 1971.
27. INTA. "Plan de Tecnología regional (2001-2004) Centro Regional Corrientes". Serie Documentos Institucionales. Buenos Aires: Ediciones INTA, 2002, 49 pp.
28. Larramendy, Juan Carlos y Pellegrino, Luis Alberto. El Algodón. ¿Una oportunidad perdida? La Plata: Ediciones Al Margen, 2005.
29. Lattuada, Mario. "El crecimiento económico y el desarrollo sustentable en los pequeños y medianos productores agropecuarios argentinos de fines del siglo XX". [En línea], Mendoza: Versión corregida y aumentada de la ponencia presentada en las X Jornadas de la Asociación Argentina de Extensión Rural, 18-20 de junio de 2000, 23 pp., www.rlc.fao.org/foro/institucionalidad/PDF/Lattuada.pdf.
30. Maggi, C. "Estudio de competitividad agropecuaria y agroindustrial. El crédito al sector agropecuario y agroindustrial 1985-1992". Buenos Aires: SAGyP-IICA, 1993, Documento de trabajo nº CAA/11, 151 pp.
31. Manzanal, Mabel. "La cuestión regional en la Argentina de fin de siglo". En Realidad Económica. Buenos Aires: IADE, 1999, nº 166, pp. 70-99.
32. Manzanal, Mabel. "Los programas de Desarrollo Rural en la Argentina (en el contexto del ajuste macroeconómico neoliberal)". En: EURE, Revista Latinoamericana de Estudios Urbano-Regionales. Santiago de Chile: Instituto de Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2000, nº 78, vol. XXVI, pp. 77-101.
33. Ministerio de Economía y Producción. Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos. Dirección de Desarrollo Agropecuario. PROINDER. "Los programas de desarrollo rural ejecutados en el ámbito de la SAGPYA". Buenos Aires, 2003, Serie Estudios e Investigaciones nº 1, 44 pp.
34. Muemis, Miguel. "Pobreza Rural. Diversidad de situaciones ocupacionales". En: Serie Documentos de Formulación nº 4. Buenos Aires: PROINDER. Ministerio de Economía. Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación. Dirección de Desarrollo Agropecuario, 2001.
35. Neiman, Guillermo y Bardomás, Silvia. "Continuidad y cambio en la ocupación agropecuaria y rural en la Argentina". En: Trabajo de Campo. Producción, tecnología y empleo en el medio rural. Buenos Aires: CICCUS, 2001, pp. 74-100.
36. Oficina de Lucha Contra la Desertificación del Programa de Naciones Unidas de Desarrollo - UNSO/PNUD en colaboración con la Secretaría de Desarrollo Sustentable y Política Ambiental e Instituto de Colonización y Tierras Fiscales. "Tenencia de Tierra en la provincia de Formosa. República Argentina". Informe Final. Consultores: Lene Poulsen; Patricia Maccagno, Octavio Pérez Pardo; Daniel Tomasini; Víctor Mazacotte y Ariel Araujo, 1999.
37. Pagliettini, L. y Carballo G., C. El complejo Agroindustrial arrocero argentino en el MERCOSUR. Buenos Aires: Orientación Gráfica Editora, 2001.
38. Provincia de Formosa. Ministerio de la Producción. Dirección de Extensión para la producción Primaria. Perfil Productivo Provincial. Formosa, 2003.
39. Provincia del Chaco. Archivo Histórico Suplementos Norte Rural del miércoles 30 de junio de 1999, pp. 5; del 26 de enero de 2000, pp. 5; del miércoles 16 de febrero de 2000, pp. 5; del miércoles 28 de noviembre de 2001; del miércoles 15 de mayo de 2002, pp. 2; del miércoles 2 de julio de 2003, Resistencia, Chaco, pp. 7; del miércoles 8 de octubre de 2003, Resistencia, Chaco, pp. 3; del miércoles 31 de diciembre de 2003, pp. 2; del miércoles 19 de marzo de 2003, Resistencia, Chaco, pp. 3; del miércoles 30 de abril de 2003, Resistencia, Chaco, pp. 3; del miércoles 27 de agosto de 2003, pp. 5; del miércoles 14 de abril de 2004, Resistencia, Chaco, pp. 7; del Miércoles 2 de junio de 2004, Resistencia, Chaco, pp. 6 y del miércoles 10 de agosto de 2004, pp. 5. Resistencia: Archivo Histórico de la Provincia del Chaco.
40. Provincia del Chaco. Archivo Histórico. Suplemento Chaqueña, Diario Norte, del 7 de marzo de 2004, pp. 8, 9 y 10. Resistencia: Archivo Histórico de la Provincia del Chaco.
41. Republica Argentina. Secretaría de Estado de Hacienda. Dirección Nacional de Estadística y Censos. Censo Nacional Agropecuario. 1960. Tomos II y III, 1960 Buenos Aires, 1964.
42. Republica Argentina. Provincia del Chaco. Ministerio de Economía Obras y Servicios Públicos. Dirección de Estadística y Censos. El Chaco en Cifras. Números de 1970, 1978, 1983 y 84 y 1992, 1993, 1994 y 1995. Resistencia.
43. Republica Argentina. Ministerio de Economía. Secretaría de Política Económica. INDEC. Resultados Definitivos. Censo Nacional Agropecuario 2002. Buenos Aires: INDEC, 2003.
44. Republica Argentina. Presidencia de la Nación. Ministerio de Asuntos técnicos. Censo General de la Nación 1947. Censo Agropecuario. Tomo II. Buenos Aires: Dirección Nacional del Servicio Estadístico.
45. Republica Argentina. Presidencia de la Nación. Secretaría de Planificación. INDEC. Censo Nacional Agropecuario. 1988. Tomos 1,17 y 18. Total del País. Buenos Aires: INDEC, 1991.
46. Republica Argentina. INDEC. "Perfil de los hogares y de la población con Necesidades básicas Insatisfechas (NBI)". Serie Estudios nº 24. Buenos Aires: INDEC, 1996, pp. 113 y 183.
47. Republica Argentina. Ministerio de Economía. Secretaría de Política Económica. INDEC. Resultados provisionales. Censo Nacional Agropecuario 2002. Buenos Aires: INDEC, 2003.
48. Republica Argentina. Ministerio de Economía, Obras y Servicios Públicos. Secretaría de Programación Económica. INDEC. Censo Nacional de Población y Vivienda 1991. Resultados Definitivos. Serie B. Tomo I. Total del País .Buenos Aires: INDEC, 1993.
49. Republica Argentina. Ministerio de Economía, Obras y Serv. Públicos. Secretaría de Programación Económica. INDEC. Censo Nacional de Población y Vivienda 2001. Buenos Aires: INDEC, 2003.
50. Rofman, Alejandro B. "Economías regionales extrapampeanas y exclusión social en el marco del ajuste". En: EURE, Revista Latinoamericana de Estudios Urbano-Regionales. Santiago de Chile: Instituto de Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1997, vol. 23, nº 70, pp. 19-37.
51. Rofman, Alejandro B. Desarrollo Regional y exclusión social. Buenos Aires: Amorrortu, 2000.
52. Rofman, Alejandro y Manzanal, Mabel. Las economías regionales de la Argentina. Crisis y políticas de desarrollo. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, Centro de Estudios Urbanos y Regionales, 1989.
53. Rofman, Alejandro. "Políticas alternativas de transformación en el medio rural minifundista. La acción de las ONG en el área del Nordeste". En: Revista Paraguaya de Sociología. Asunción: Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, 1986, año 23, nº 66 (Mayo-Agosto de 1986), pp. 39-61.
54. Rofman, Alejandro. "Economías regionales: Diagnóstico y propuestas". En: Argentina frente a los procesos de integración regional: los efectos sobre el agro. Rosario: Homo Sapiens Ediciones, 1995, pp. 231-232.
55. Rofman, Alejandro. "Economías regionales. Modernización productiva y exclusión social en las economías regionales". En: Revista Realidad económica, Buenos Aires: IADE. 1999, nº 162.
56. Rofman, Alejandro. "Las economías del interior: una estrategia para enfrentar la crisis". [En línea], Basado en un artículo escrito para Le Monde Diplomatique, agosto de 2000. http://www.wilsoncenter.org/topics/docs/ACFBB8.doc.
57. Rofman, Alejandro. "Transformaciones regionales en la Argentina contemporánea. El perfil general del fenómeno". En: Globalización y Territorio. VI Seminario Internacional. Red Iberoamericana de Investigadores sobre globalización y territorio. Rosario: Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Ciencias Económicas y Estadística, Escuela de Economía, 2002, pp. 101-123.
58. Russo, José Luis. "Las disparidades regionales en Argentina y sus efectos sobre los sistemas agroalimentarios en el marco del MERCOSUR". [En línea], Tesis doctoral. España: Universidad de Córdoba, 4/12/1997. http://www.eumed.net/tesis/jlr/index.htm.
59. Schweitzer, Alejandro. "¿Uno o varios NEA? Regiones y Territorios en el espacio del Nordeste Argentino". En: Panaia, Marta y otros. Crisis fiscal, mercado de trabajo y nuevas territorialidades en el Nordeste Argentino. Buenos Aires: La Colmena, 2004, pp. 40-56.
60. Teubal, Miguel y Rodríquez, Javier. "Neoliberalismo y crisis agraria". En: Giarraca, N. y colaboradores. La protesta social en la Argentina. Transformaciones económicas y crisis social en el interior del país. Buenos Aires: Alianza, 2001, pp. 65 a 116.
61. Valenzuela, Cristina. "Escalas de impacto diferencial de la dinámica del sector agrícola argentino en el Chaco. 1998-2004".En: Estudios Socioterritoriales, Revista del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Tandil: CIG-FCH-UNCPBA, 2005, nº 5, pp. 191-221.
62. Valenzuela, Cristina. "Los agentes locales del desarrollo rural. El accionar de las organizaciones cooperativas y solidarias, el sector empresario y el estado provincial, en la dinámica agrícola de los '90 en el Chaco". En: Manzanal, M., Neiman, G., et al. Desarrollo Rural. Organizaciones, instituciones y territorios - Enfoques y experiencias. Buenos Aires: CICCUS, 2005.
63. Valenzuela, Cristina. Transformaciones agrarias y desarrollo regional en el nordeste argentino (una visión geográfica del siglo XX). Buenos Aires: La Colmena, 2006.
64. Valenzuela, Cristina. "Transformaciones y conflictos en el sector agrícola del Chaco en los '90: articulaciones territoriales de una nueva racionalidad productiva". [En línea]. Mundo Agrario, 2005, nº 10, http://163.10.30.203:9673/mundo_agrario/numeros/numero10/.
65. Zubelzú, Graciela; Iglesias, Valeria, et al. "Proyecto "Provincias y Relaciones Internacionales". Segundo Informe de Relevamiento y Diagnóstico". [En línea].Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)/Argentina y Comité de Provincias en el Plano Internacional del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, 2005, http://www.cari1.org.ar/pdf/provincias-informe2-parte1.pdf.

Fecha de recepción: 15 de noviembre de 2006.
Fecha de aceptación: 5 de diciembre de 2006.