SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.15 número1Dinámica del sistema de abastecimiento de agua potable en la ciudad de Coronel Suárez: Significatividad y disfuncionalidadesEfectos del mercado de suelo y los precios en el desarrollo urbano de Bahía Blanca índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Revista Universitaria de Geografía

versión On-line ISSN 1852-4265

Rev. Univ. geogr. vol.15 no.1 Bahía Blanca  2006

 

Los comerciantes bahienses y sus prácticas como agentes urbanos

Silvia Marenco

Docente-Investigadora, Departamento de Geografía y Turismo, Universidad Nacional del Sur, smarenco@uns.edu.ar.

Resumen
Los procesos de mundialización de la economía han impactado fuertemente en la vida y construcción de las ciudades, generando una transformación de las áreas comerciales tradicionales de las ciudades, con escasa capacidad de innovación, provocando el debilitamiento y decadencia del área urbana central.
Se considera al comercio como una práctica social desarrollada por los agentes en el tiempo (habitus), y en función de una determinada estructura de esta práctica. Se busca establecer qué tipo de estrategias han planteado los comerciantes teniendo en cuenta su posición y resaltando a la vez las relaciones de poder (económico y político), en el conjunto de la sociedad, al tiempo que se refleja espacialmente en la construcción de la ciudad. En este contexto, Bahía Blanca no ha sido ajena a estos procesos, y los comerciantes, históricamente se han constituido en verdaderos agentes urbanos, configurando ricas áreas patrimoniales, hoy degradadas, que dan cuenta de sus actuaciones.

Palabras clave: Agentes Urbanos; Comercio; Prácticas Sociales; Innovación; Campo; Hábitus.

Abstract
Globalization processes of economy have impacted upon life and city construction; thus, generating a transformation in traditional commercial areas in the cities with scarce innovating capacity and provoking downtown weakening and decadence.
Commerce is considered to be a developed social area due to the agents in time (habitus), and according to a determined practice structure. We seek to establish what type of strategies shopkeepers have set out taking into account their position and enhancing both economic and political power relationships in the frame of society, while at the same time, these are shown spatially in the construction of the city. In this context, Bahía Blanca has not been alien to these processes and shopkeepers have become true urban agents shaping rich patrimonial areas, unfortunately degraded today, which reveal their performance.

Key words: Urban Agent; Commerce; Social Practices; Innovation; Field; Habitus.

Introducción

Aprehender geográficamente el comercio, superando su componente sectorial, implica dar cuenta de la lógica espacial de una actividad económica, que ha experimentado una gran transformación en su estructura en los últimos treinta años, como consecuencia de la inversión de la lógica de funcionamiento de las cadenas empresariales de producción-consumo. De un período, caracterizado por el consumo de la producción en masa, propia del modelo fordista, se pasa a otro, de profunda crisis socioeconómica, en América Latina y particularmente en Argentina, donde se evidencia un desequilibrio entre la euforia de la oferta y la compresión de la demanda con mayor poder adquisitivo. Esta situación condujo a tensiones en la competencia cada vez más fuerte, entre los agentes económicos por preservar, y a veces acrecentar, su parte del mercado. En este medio socioeconómico complejo e incierto de comienzos del siglo XXI, parece que el comercio que pudo sobrevivir y desarrollarse es aquel que logró conciliar algunas exigencias de competitividad como la capacidad de reacción frente a los cambios y los servicios al cliente.

Los procesos de acumulación de capital, que dieron inicio a las actividades comerciales en algunas ciudades y en algunos puntos de intercambio, desarrollaron dinámicas áreas centrales. En la actualidad surgen nuevas centralidades, cuyo origen lo constituyen nuevas implantaciones comerciales y de servicios, con lógicas de funcionamiento diferentes, que en algunos casos han debilitado el tejido económico y social de los espacios intermedios y tradicionales.

El empleo de nuevas estrategias en los modos de comercialización, llevadas a cabo por los distintos agentes, tanto del lado de la oferta como de la demanda, desarrollan formas novedosas en los formatos y ocupan territorios de la periferia, que modifican la funcionalidad de dichas áreas, creando nuevas centralidades

La crisis de los últimos años, en la Argentina, dejó al descubierto falencias estructurales de larga data. Como todas las crisis, es contradictoria en sus manifestaciones: al mismo tiempo que impulsó una toma de conciencia por parte de los empresarios, que debían instrumentar cambios para adaptar sus comercios, se quedaron sin recursos para incorporar los cambios necesarios. Estos consisten, en principio, en la capacitación de los propios empresarios y de sus empleados, promover la especialización, incorporar tecnologías y procedimientos, entre otros. Estas carencias resultan actualmente en concepciones anacrónicas del comercio que se reflejan en el reducido dinamismo de las áreas comerciales tradicionales de la ciudad, conduciendo a una degradación de estos espacios. Puede aseverarse, entonces que son los comerciantes, aunque no los únicos, con sus avances y retrocesos, quienes se constituyen en verdaderos agentes urbanos, capaces de construir espacios dinámicos, particularmente en el centro de las ciudades.

Aspectos teórico-metodológicos

Las prácticas de los agentes urbanos formalizadas y operativizadas a través de su accionar dependen de varios factores que, en muchos casos, los condicionan desde su perspectiva sectorial. En el caso de los comerciantes estas prácticas dependen de la naturaleza misma de la actividad y lo que ella implica en su propio campo de competencia.

Desde el punto de vista teórico-metodológico, se han utilizado los conceptos de campo y hábitus propuestos por Bourdieu, en un intento de aproximación tanto desde el campo de actividad en si, como desde las prácticas por ellos desarrolladas. Si bien el análisis no se ajusta estrictamente a los conceptos de Bourdieu, ellos constituyen la base de una aproximación al estudio de los comerciantes como agentes sociales urbanos, quienes se desenvuelven en un sistema de condiciones objetivas, de acuerdo a sus estrategias y en una lógica de costo beneficio, acorde a sus intereses vinculados a su posición dentro de ese sistema. Esto marca a su vez las relaciones de poder (económico, político y social) en el conjunto de la sociedad, al mismo tiempo que sus actuaciones se reflejan espacialmente en la construcción de la ciudad.

Teniendo en cuenta lo mencionado precedentemente se propone un análisis de las estrategias de los agentes urbanos, en este caso definidos como los comerciantes de la ciudad de Bahía Blanca y su posición dentro de la actividad comercial, que correspondería al campo económico del comercio minorista. Para ello se ha realizado un reconocimiento de los primeros comerciantes, que participaron en la construcción del centro comercial tradicional de la ciudad, desde sus inicios, a partir de lo cual se va construyendo el campo del comercio bahiense.

En este sentido, la base de información es de tipo documental, es decir desde la historia escrita, para indagar acerca de la aparición del empresariado comercial, las estrategias desarrolladas por estos agentes, su posición en el campo económico y el espacio social bahiense.

Según Bourdieu "un campo puede definirse como una red o configuración de relaciones objetivas entre posiciones" (Bourdieu, 1988: 64). Desde el punto de vista empírico, se trataría de la red de relaciones establecidas entre los comerciantes, y particularmente cómo se ha formado esta red en Bahía Blanca. No se consideran aquí todas las propiedades que el autor define para este concepto.

Los integrantes del campo han sido seleccionados en función de los relatos históricos, a partir de la aparición de los primeros comerciantes, y las referencias a su localización geográfica dentro de la ciudad. Se observará cómo el accionar de estos agentes, ha armado y estructurado redes de articulación e interdependencia, que dan sentido y que implican también competencias y conflictos, resultando en verdaderas luchas de poder.

Para determinar la evolución en la formación del campo, se llevó a cabo una periodización que abarca, a grandes rasgos, tres momentos cuyas características socio-económicas indican rupturas importantes: desde la fundación hasta 1930 (momento de la gran crisis mundial), desde esa fecha hasta 1970 (inicio del cambio de paradigma tecno-productivo) y desde ese año hasta la actualidad. Para el primer y segundo período, la recopilación de información a partir del material disponible en guías comerciales y sociales, como así también en textos y relatos históricos y documentales; en tanto para el período que abarca desde 1970 hasta la actualidad, la información fue obtenida mediante entrevistas.

En este trabajo se ha planteado el análisis de la incidencia de los comerciantes como agentes urbanos, desde la fundación de la ciudad. Para esto resulta de particular interés observar cómo se organiza, desde sus inicios el comercio, en tanto campo de actividad en Bahía Blanca, y cuáles han sido las prácticas que estos agentes han llevado a cabo, cuyo resultado en "esas formas de hacer" (hábitus), han orientado y configurado la ciudad actual.

Los comerciantes bahienses como agentes urbanos

El diccionario de la Géographie et de l'espace des sociétés (Levy et Lussault, 2003: 47) define a los agentes como operadores que actúan en forma individual o colectiva y que son capaces de llevar a cabo acciones voluntarias e iniciativas propias. Son aquellos que concretan las acciones pero no deciden totalmente (pero sí influyen), pues forman parte de un conjunto mayor. Por otro lado, según Bourdieu, los agentes siempre están condicionados por determinadas "formas de hacer" (habitus), ligadas al campo en el cual desenvuelven sus actividades, de modo que esas acciones voluntarias e iniciativas propias, se ven limitadas a la decisión del conjunto.

En una primera aproximación se pueden distinguir como agentes del centro urbano a los siguientes: a) agentes dedicados al comercio y los servicios, empresarios independientes, asociaciones de comerciantes, cámaras de comercio, asociaciones de centros comerciales, consorcios, gestoras de centros comerciales, hotelería y restaurantes, entidades financieras, despachos de profesionales liberales, prensa local, empresas de recreación y ocio, cámaras inmobiliarias; b) prestadores de servicios públicos: operadores de transporte público, educación (en todos sus niveles), empresas de promoción del desarrollo local, cámaras de propietarios de taxis; c) agentes públicos: municipio, policía, entidades supramunicipales (Justicia, Seguridad, Aduana, Correo); d) asociaciones civiles: de consumidores, de discapacitados, sociedades de fomento, voluntariados etc.

En este trabajo se ha contemplado sólo el sector comercio, si bien no se descarta la importancia de los otros sectores, por considerarse que desde los comienzos de la vida de la ciudad de Bahía Blanca han desempeñado un rol fundamental en la construcción urbana y particularmente de su área central. Fueron ellos, junto al sector estatal, los responsables de edificaciones de calidad y estilo, que en conjunto conformaban un área funcional dinámica. Edificios públicos que aún hoy perduran como el del Banco Nación, la Municipalidad, el Palacio de Tribunales, la Aduana, la Catedral, la Biblioteca Rivadavia, el Correo; junto a otros de carácter privado como la vieja casa Muñiz, y el hotel del mismo nombre, el Club Argentino, Hotel Ocean, algunas casas de comercio que aún conservan las estructuras en sus fachadas de principios del siglo XX, así como casonas que correspondieron a comerciantes, profesionales, hacendados, etc.

Siendo este estudio, como se mencionara, parte de uno más amplio, se han considerado especialmente el análisis del campo del comercio, según la teoría de Bourdieu, quedando para próximas investigaciones la profundización de los diferentes tipos de capital y los hábitus, cuyo tratamiento aquí es somero, ya que requieren de metodologías precisas, no abordadas íntegramente hasta el momento.

El estudio de la formación del campo del comercio en Bahía Blanca, refleja claramente cómo se fue construyendo el territorio de la ciudad.

La formación del campo

La conformación de un campo social constituye una tarea compleja, ya que exige volver hacia el pasado, con la mirada de otro, distinto del investigador actual y con observaciones propias de cada época. La documentación examinada corresponde a periodistas, a través de la prensa escrita, historiadores, poetas, etc. En el caso de la formación del campo de los comerciantes bahienses, los primeros representantes de la actividad surgieron con la fundación misma de la Fortaleza. Entre las firmas del Acta de Fundación del Fuerte figuraba no solo población militar sino también civil, entre la que se encontraba Nicolás Piriz, Polidoro Coulin y Pablo Acosta; los dos primeros fueron los propietarios de las primeras pulperías, a los que se sumaron Araujo, Jones y Girard (Marenco, 2004: 7). Se puede afirmar que estos incipientes comerciantes fueron quienes dieron origen, a escala local, al campo del comercio en los albores de la fundación.

La pulpería constituía el "lugar de reunión, recreación, abastecimiento y comunicación. El comerciante José María Araujo fue quien obtuvo la primera licencia para instalar una pulpería el 18 de octubre de 1832; pero no fue la única, ya que la popularidad de estos negocios en la calle Vieytes, le valió la designación de "Calle de las Pulperías" (Dozo, A. y Ginóbili, M. 1999: 51)

Se debe destacar que el Gobierno de la Confederación, ejercía un estricto control sobre la marcha de los "negocios" en el Pueblo de Bahía Blanca. Los Juzgados de Paz eran los encargados de inspeccionar los comercios una vez por año, los que debían abonar un impuesto (patente), en tanto la licencia para su funcionamiento era otorgada por decretos del Gobierno. En 1843 estaban habilitados legalmente 18 negocios, y todos eran pulperías (Funes Derieul, C., 1978: 36).

Hasta 1850, en que comienza a aumentar la demanda de mercaderías por parte de la incipiente población civil, el número de comerciantes se mantuvo casi estable, y a partir de 1860, aparecen otros comercios con rubros diferenciados. "Como dato ilustrativo podemos mencionar que la ciudad contaba en 1869 con: 14 almacenes de comestibles, tejidos y otros artículos, 18 bodegas y tabernas, 1 botica, 1 café, 1 carnicería, 3 fondas y 2 panaderías" (Weimberg, 1978: 139). En 1880, se contabilizaban 98 comercios de distintos rubros y en 1890, totalizaban 330; este crecimiento estaba asociado directamente al aumento demográfico.

Pese al incremento de negocios, no se observa una formalización del campo en los 60 años iniciales. Los primeros esbozos de institucionalización del campo comercial bahiense se delinearon al inicio del siglo XX, a partir de la creación del "Centro Comercial de Bahía Blanca", momento en que un grupo de comerciantes decide formar una agrupación que canalizara sus inquietudes, intereses y conformara un ámbito de comunicación e información de las fluctuaciones y novedades que se producían tanto en Buenos Aires como en Europa. La formalización de este Centro se concretó en octubre de 1900. La primera Comisión Directiva estaba compuesta por Augusto Bordelais (h), Bartolomé Tellarini, Ricardo Ducós, Nemesio LLorens, Ramón Olaciregui, Román Toscazo, Andres de Andres, Walter J. Jones y Eladio Pérez.

El "Centro Comercial de Bahía Blanca", agrupaba tanto a comerciantes mayoristas como minoristas, incluidos aquellos que se dedicaban a la venta de granos, lanas y ganado.

Los objetivos del Centro Comercial de Bahía Blanca se expresaron de la siguiente manera (Ducós, 1902: 91):

a) Fomentar el espíritu de asociación entre todos los que comercian con productos del país y extranjero, ya sea que se trate de ganaderos, agricultores, industriales o de asuntos marítimos y de interés general en las plazas de la República y el exterior
b) Promover, informar y solicitar de los poderes públicos nacionales, provinciales y locales lo que es necesario al desenvolvimiento del comercio terrestre y marítimo en general y especialmente en lo que pueda referirse a mejoras y adelantos del puerto, facilidad y economía en las cargas de buques, tarifas de transporte de los ferrocarriles, aduanas, vías de comunicación terrestres y telegráficas y todo lo demás que interesa al comercio de esta plaza y a la producción de este partido y limítrofes así como de la Pampa Central.
c) Constituir en su local, un muestrario de productos ganaderos, agrícolas e industriales de la región y enviarles a las exposiciones nacionales y extranjeras cuando la Comisión Directiva (CD) lo crea conveniente.
d) Organizar un servicio telegráfico informativo que se estampará diariamente en las pizarras respectivas, dando cuenta de las fluctuaciones del oro, de la lana, de los cereales, de los fletes y otras informaciones que la CD juzgue convenientes.
e) Sostener en su seno una sala de lectura, abonándose a aquellos periódicos que a juicio de la CD reúnan mayor cantidad de datos interesantes como así mismo formar una biblioteca de obras esencialmente comerciales, ganaderas, agrícolas, industriales y marítimas.
f)Publicar una revista quincenal de las operaciones de la plaza cuando la CD lo encuentre conveniente
g) Mantener un local que llene las necesidades del número de asociados para las transacciones del comercio lícito entre los mismos.
h) Constituir un tribunal arbitral para dirimir las cuestiones que se suscitaran entre socios o terceros que así lo deseen."

El Centro Comercial fue cumpliendo con sus objetivos lentamente. En 1902 ya contaba con Personería Jurídica y configuraba, por entonces, la única representación de gremios comerciales.

La publicación de la "Revista del Centro Comercial" constituía un factor muy importante porque facilitaba las transacciones comerciales, particularmente entre productores y consignatarios, tanto de hacienda como de cereales.

No se encontraron disponibles en las bibliotecas públicas los primeros ejemplares de esta publicación, no obstante aquellos disponibles cubren la información entre 1905 y 1910. En ese quinquenio, la frecuencia de edición era semanal y en ella se pueden encontrar:

a) horarios y precios de carga y descarga de los ferrocarriles Bahía Blanca y Noroeste. Mercado de Frutos Victoria
b) horarios de trenes desde Buenos Aires hacia el sur del país,
c) profusa publicidad de las casas de comercio locales y su alcance regional
d) guía de los comercios presentes en la ciudad
e) información sobre servicios bancarios
f) valor de las propiedades, particularmente de los campos
g) cronograma de remates de hacienda
h)listado de productos de importación con sus respectivos precios
i) comentarios o artículos que versaban sobre nuevas legislaciones, surgimiento de nuevas industrias, cuestiones político-administrativas, así como consejos veterinarios (acerca de cría de animales y enfermedades de los mismos) y formas de producir los distintos cereales, frutas, verduras y hortalizas, etc. Curiosamente también incluía una sección dedicada al relato de fábulas
j) fotografías de comercios, industrias y campos de Bahía Blanca y la zona.

Se observa que este Centro Comercial de Bahía Blanca dirigía sus acciones y transacciones más hacia un tipo de comercio mayorista y ligado a la exportación, que hacia el comercio minorista. En Septiembre de 1908, se refunda el mencionado "Centro Comercial" en la "Bolsa de Comercio de Bahía Blanca", que continúa en la actualidad, buscando con esto un campo más vasto para su desenvolvimiento y reafirmando sus intereses hacia el ámbito mayorista.

En el acta constitutiva, José R. Sotelo figura como iniciador y principal cooperador en el estudio del proyecto de estatutos, secundado por Jorge Moore.

El Centro Comercial, que en realidad constituía una "Cámara Sindical", en su primer ejercicio, en 1902, estaba compuesta por los siguientes miembros: Presidente Jorge Moore, vicepresidente Diego Meyer, secretario Luis Durmortier, tesorero P.H Hardcastle, vocales: Luis Salvadori, A. Bordelois (hijo), Emilio Duprat, J.V. González, M. Nieto y J. Oser." (La Nueva Provincia, 1º de Enero de 1921: 58). Ellos representaban a los agentes dominantes en el campo del comercio, posición que, en algunos casos se ha mantenido hasta hoy. Con el tiempo creó algunas comisiones encargadas de asuntos específicos, por ejemplo la Cámara Sindical, la Cámara Arbitral de Cereales, la Cámara de Productos Pecuarios, además enviaba delegados a las siguientes entidades extra locales como: La Confederación Argentina del Comercio, la Industria y la Producción; Cámara de Comercio de la Provincia de Buenos Aires.

En el año 1902, constituía la "única representación de gremios comerciales de Bahía Blanca, por cuya causa es una entidad comercial, de inapreciable importancia pues "es la que inicia todas las gestiones que tienen por objeto el cumplimiento exacto de las leyes, por los que tienen el encargo de hacerlo y en lo que respecta a los intereses comerciales" (Ducós, 1902: 92).

En el año 1919, como consecuencia de "una huelga del personal de empleados de comercio, que obligó a los patrones a organizarse para resistir las imposiciones de aquellos" (CCI, 1969), se crea la "Liga de Defensa Comercial".

Inició sus actividades con 134 adherentes, número que fue aumentando a medida que se conocían sus finalidades y el resultado que en la práctica éstas habían dado. Así es como en noviembre de 1920, el número de socios alcanzó a 386 y en diciembre pasaba de 400. Con el correr de los años se transformó en una institución legítima de defensa de los intereses de los comerciantes, ya que a ella se sumaron las secciones gremiales que agrupaban a los distintos rubros. Las primeras en asociarse fueron las secciones de Propietarios de Hoteles, Restaurantes, Bares, Cafés y Anexos (1920), luego le sucedieron los de Tiendas, zapaterías y anexos, como así también los de Sastrerías en 1921.

En el comentario acerca de la Primera Sección Gremial, la crónica de la Revista de difusión de la Liga, denominada de "Industria y Comercio", de enero de 1920 señalaba las ventajas de pertenecer a esta Asociación y poder llevar a cabo acciones conjuntas. Asimismo, atribuía los reclamos de los empleados de comercio al
"desconcierto y pánico que se apodera de los patrones, cuando llega a sus manos el tan temido 'pliego de condiciones', porque en los primeros momentos (y aún en los últimos) andan desorientados, faltos de dirección, nadie quiere someterse al consejo ni a la iniciativa de otro, todos se desconfían, todos se miran de reojo. Y es natural, como enemigos por el solo hecho de ser del mismo oficio" (Corporación del Comercio y la Industria, 1969).

Se observa aquí, que la relación de poder en el campo estaba dada en un principio por los propietarios, siendo los empleados, los dominados en el campo.

En la cita anterior se define claramente cuál es el grado de confianza, aún entre los asociados de esta entidad, y su estilo de práctica de la actividad: el recelo entre sus integrantes, que condiciona las prácticas en este caso de competencia entre los componentes del campo. No obstante, la Liga de Defensa Comercial continuó sus actividades de carácter gremial y empresario, en defensa de sus intereses, y en mayo de 1934 adopta la forma de "Corporación del Comercio y la Industria", que continúa hasta hoy.

En el año 2000 se incorpora un nuevo rubro de creciente importancia, los servicios, recibiendo la entidad una nueva denominación: Corporación del Comercio, la Industria y los Servicios de Bahía Blanca (CCIyS), como que se la conoce actualmente.

Se puede afirmar que con la constitución de la Bolsa de Comercio de Bahía Blanca y la Corporación del Comercio y la Industria, queda integrado formal e institucionalmente el comercio bahiense, hacia fines de la década de 1930.

La Corporación tuvo gran protagonismo como agente urbano y en la promoción de determinadas obras que reflejaron el progreso de la ciudad. El Libro del Centenario de la CCIyS, en este sentido, expresaba "que la actitud del hombre de empresa frente a la sociedad no es solamente de defensa frente a ciertos abusos sino de apertura y realización hacia ella. Ya nadie duda del papel dinámico del empresariado y del notable 'rol' que juega en el progreso y desarrollo de un pueblo". La entidad se manifestó a favor de los intereses de la comunidad, puesto que los distintos gobiernos partidarios pasan y las realizaciones permanecen. Así, se ha visto comprometida en obras como la provisión de agua potable a la ciudad, la industrialización, generación de energía eléctrica, aeropuerto, sistema vial, reactivación de área portuaria, integración con otras regiones del país, etc.

Sin embargo, la CCIyS, que incluyó durante casi 60 años a todos los rubros comerciales, a principios de la década de 1990, debido a un mal manejo de sus inversiones en el rubro comunicaciones y a un cambio en la legislación vigente referido a los contratos colectivos de trabajo, registra la desaparición de las cámaras específicas diferenciadas por rubros comerciales, lo cual torna su labor más hacia una función gremial que empresaria. Surgen así la Cámara del Comercio de Bahía Blanca, en 1996; la Cámara Sudbonaerense de Microempresas, en 1998; la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme), en 1995. Todas ellas conforman este campo tan particular del comercio bahiense y se generaron a partir del desmembramiento de la entidad primitiva. Este se debió en parte a la división de opiniones referidas a las formas en la gestión de la organización. La multiplicación de instituciones, que incorporan innovaciones en los servicios a sus asociados, refleja claramente las luchas por el poder y la dominación en el campo.

El accionar de los agentes y la construcción de la ciudad
Desde la fundación hasta 1930

La ciudad nació en 1828, con la instalación de un fuerte militar cuyo objetivo era frenar el avance de los indígenas. Desde ese momento y hasta 1860, debido a que los ataques y devastación fueron una constante, el poblado no lograba superar los mil habitantes. Entre 1859 y 1895, la población pasó de 1.057 personas a 14.232, incremento que no fue solo cuantitativo sino también cualitativo, ya que se diversificaron las funciones con la participación de comerciantes, carpinteros, herreros, talabarteros. En una visión retrospectiva, se verifica que desde inicios de la década de 1880, en que comienza el desarrollo de esta "Fortaleza Protectora", como se denominaba al última población al sur de la Provincia de Buenos Aires. El exiguo crecimiento poblacional, registrado entre 1828 y 1880, se debía, entre otras, a tres razones fundamentales (Wiemberg, 1978): a) el marcado aislamiento, pues no existía comunicación terrestre con otros fuertes o bien con la ciudad de Buenos Aires; la conexión solo era posible por mar; b) la seguridad, ya que el fuerte era asediado constantemente por los indígenas; y c) las características climáticas hostiles, con fuertes vientos, inviernos muy rigurosos y veranos tórridos, que dificultaban la vida cotidiana. En estas condiciones el comercio se desarrolló muy lentamente.

Las estrategias comunes desarrolladas entre los comerciantes de las primeras épocas, se caracterizaban por su marcada sencillez, su objetivo era la obtención de una ganancia a partir de la venta de productos. La oferta de mercaderías era indiferenciada, predominando el "almacén de ramos generales". La localización respondía a la necesidad de ocupar los predios en torno a la plaza y al fuerte, y próximas a la población instalada (calles Zelarrayán y Estomba, paralelas a la plaza).

Sin embargo a partir de 1880, como se mencionara, se produce un cambio cualitativo, relacionado con el incremento de la población y la mayor seguridad, la llegada del ferrocarril y la construcción del puerto y su apertura al comercio internacional, elementos que incidieron en la progresiva incorporación de rubros comerciales diferenciados y, si bien sus manifestaciones eran discretas, constituían un índice del progreso de la localidad. Como dato ilustrativo se destaca que en esos años se contabilizaban 98 comercios, llegando a 330 en 1890 (Weimberg, 1978). Por otro lado, con la llegada del ferrocarril en 1884, aparecen los almacenes mayoristas, como una primera diferenciación, que cubrían no solo las necesidades de la incipiente ciudad, sino también una amplia zona de influencia que abarcaba además del sudoeste de la Provincia de Buenos Aires, y a los territorios nacionales del sur del país. Esta primera diferenciación implicaba un esbozo en los cambios del tipo y escala del comercio, ya fueran estos mayoristas o minoristas, que respondían a tipos de demandas diferentes. Se destacan así algunos elementos importantes: la extensión de la ciudad, ampliando el plano de la misma y su forma, la función de la ciudad como centro regional de distribución y servicios. Bahía Blanca se jerarquiza como lugar central, en la economía regional.

La mayor especialización de los distintos ramos, ampliaba las posibilidades de un mercado de consumo en expansión y hasta ese entonces bastante limitado, en cuanto a la oferta. Se deduce que este cambio cualitativo en la oferta, fue resultado de una modificación en las estrategias y prácticas desarrolladas por los comerciantes y de un cambio, también cualitativo, en la demanda. Los textos históricos marcan transformaciones referidas a las innovaciones introducidas en los formatos comerciales, que ya se habían instrumentado en otras ciudades del mundo y también del país. Este tránsito hacia nuevas formas, venía de la mano de una inmigración europea muy importante, que se diferenciaba claramente de los formatos comerciales y las prácticas de los pequeños comerciantes tradicionales. El mayor aporte de aquellos inmigrantes lo constituía el capital cultural.

De una sociedad caracterizada por la "rusticidad" de sus miembros, se va mutando pasando a otra con rasgos de mayor "refinamiento" (Weimberg, 1978: 197). Es decir que la transformación obedecía tanto a la oferta como la demanda de una sociedad diferente a la original.

La magnitud de la expansión y diferenciación se puede verificar hacia 1900, cuando aparecieron rubros sugestivos como: agencias marítimas, casas de cambio de moneda, escribanías, imprentas, períodicos (prensa local), librerías y casas dedicadas a la venta de revistas; además en 1904 se instaló la tienda "La Capital", que operaba a través de Gath & Chaves (Harrods), como primera sucursal de las grandes firmas y tiendas de Buenos Aires.

En el libro del "Homenaje al Centenario de Bahía Blanca" se encuentran consideraciones muy significativas respecto a las nuevas incorporaciones en el ámbito local. Así, por ejemplo mencionan que "Cuando Gath & Chaves, empezó a romper las rutinas comerciales, inauguró una nueva forma de comercio que habría de ejercer perdurable influencia" (La Nueva Provincia, 1928: 513). Consideraban de fundamental importancia, la presentación de los artículos en forma "irreprochable". Reemplazaron algunas instalaciones por otras, adaptadas a las nuevas necesidades de calidad y buen gusto. La gran ventaja de ofrecer mercaderías a precio fijo marcó una nueva tendencia, que garantizaba a los consumidores una mayor confianza en sus compras y destacaba que ése era uno de los grandes secretos del éxito de los nuevos negocios.

Las nuevas estrategias de los comerciantes no estaban dirigidas solo a una demanda de mayor especificidad, sino también a una mayor calidad, que se reflejaba en las instalaciones comerciales tanto internas, en los salones de venta, como externas en las vidrieras, que marcaban la nueva fisonomía del centro comercial (La Nueva Provincia, 1928: 514). Las innovaciones aludían, en principio, tanto a un cambio en las prácticas comerciales, a la transacción en sí, la forma de negociar y gestionar los establecimientos, como a la demanda de determinados tipos de localizaciones preferenciales según las necesidades. La Geógrafa belga Bernardette Mérenne-Schoumaker, destaca
"les changements en termes de logistique et de gestion ont aussi beaucoup modifié le commerce et contribué sans aucun doute à la réduction des coûts de fonctionnement, une logique présente depuis le début de la distribution moderne qui n'est pas étrangère aux quatre innovation commerciales majeures qui se sont succédé depuis 1851: le grand magasin, le magasin populaire, le libre-service et l'hipermarché" (Mérenne-Schoumaker, B., 2003: 183).

En el período considerado, el comercio se extendió hacia otras arterias como O'Higgins, Chiclana, San Martín, que además, según Weimberg reflejaba un gran "refinamiento cultural y elegancia". Los textos históricos ponen de manifiesto que el crecimiento económico y la expansión edilicia partían fundamentalmente de la iniciativa privada, es decir que los comerciantes eran los agentes urbanos co-responsables de la construcción del centro de la ciudad.

En 1902, una agrupación de comerciantes logra dar forma a la primera institución denominada "Centro Comercial", los empresarios bahienses comenzaron a movilizarse en forma corporativa, para lograr un mejor posicionamiento en defensa de sus intereses, y también para gestionar mejoras urbanísticas, acordes a la oferta y tecnología de la época, ante las autoridades comunales.

El Estado, representado por el municipio, hacía sus aportes, básicamente, en cuanto a la dotación de infraestructura y equipamientos: educativos, sanitarios, administrativos, de seguridad y justicia. En el año 1909 se lleva a cabo el primer Plan de ordenamiento urbano, obra del arquitecto Faure Dujarric, basado en un esquema de ciudad radio concéntrica donde el centro oficiaba de ordenador del espacio y las áreas verdes como elementos claves e indisolubles dentro del sistema, potenciando la riqueza paisajística de los arroyos y el área costera. Se planteaba un sistema circulatorio compuesto por avenidas radiales y radio concéntricas donde se destacaba un Anillo de Circunvalación Externo. Se trataba de un plan principalmente ordenador del espacio urbano y periurbano. La asociación "Centro Comercial" alentaba estas iniciativas, y pese al esfuerzo por ordenar esta incipiente ciudad, se implementaron muy pocas propuestas. Esto pone en evidencia, en parte, los condicionantes a que estaban sujetos los agentes, en este caso en tanto promotores del área en que desarrollan las actividades de su campo específico.

Así en este período emergen pequeños empresarios que al mismo tiempo actúan claramente como agentes urbanos, a partir de sus actuaciones en la política. A modo de ejemplo se menciona a un comerciante que también se desempeñó como concejal municipal, se trata de Juan A. Canessa, hijo de inmigrantes italianos que se instaló en la ciudad en 1890, con un comercio de venta de artículos varios y en 1921 se asocia para instalar la primera concesionaria de automóviles Ford. En tanto agente urbano puede destacarse lo que consigna la historia al resaltar su intervención afirmando que "… correspondió ese período de su actuación edilicia con el momento en que Bahía Blanca realizaba una de las más importantes etapas de su evolución urbana […] período que para la ciudad fue fecundo en iniciativas" (La Nueva Provincia, 1928: 482).

Gran parte de los comerciantes 'exitosos' eran fundamentalmente inmigrantes, italianos y españoles, en su mayoría, que contaban con un capital cultural consolidado, a la llegada a la ciudad, lo que les permitía posicionarse en la actividad y lograr un rápido prestigio. Asimismo eran reconocidos socialmente, conformaban la clase media-alta de la ciudad, e integraban la asociación "Centro Comercial", desde la que desarrollaban acciones como agentes urbanos, entre ellos se destacaban: Augusto Bordelois (h), Ramón Olaciregui, Ricardo G. Ducós, Román Toscazo, Bartolomé Tellarini, Nemesio Llorens, Eladio Pérez, Walter T. Jones y Andrés de Andrés, entre los primeros.

El capital cultural, particularmente ligado al conocimiento, jugaba un rol fundamental en este período y marcaba de modo claro las diferencias de clases sociales. El capital cultural, según Bourdieu se puede encontrar bajo tres formas: una es el capital cultural en estado incorporado, es aquel que se observa en el comportamiento o desarrollo de habilidades, el saber hacer, el conocimiento que traían principalmente los inmigrantes, junto a un capital cultural objetivado, que menciona Bourdieu, compuesto por obras de arte, mobiliario de alta calidad, libros, etc. Esto se complementaba con el capital cultural institucionalizado, que también formaba parte del bagaje de estos comerciantes extranjeros, con títulos obtenidos en escuelas de Italia y Suiza, como el del Sr. Proverbio, quien instaló una óptica en 1909, que aún hoy funciona.

Estos agentes del centro urbano, eran concientes de la necesidad de comenzar a formar y a producir conocimiento en los jóvenes de la ciudad, y alentados por esta iniciativa, se crea en 1903 la Escuela Superior de Comercio, con el objetivo de generar un conocimiento colectivo para aumentar la capacidad de respuesta e innovación dentro de las organizaciones mercantiles, y comenzar así a institucionalizar el capital cultural.

Con respecto al capital social, constituido por un círculo de relaciones permanentes, no solo se limitaba a asociaciones entre comerciantes o a la participación en las instituciones con injerencia en el desarrollo económico y edilicio de la ciudad, sino que en muchos casos, quedaban selladas a partir de uniones matrimoniales, constituyendo un tejido relacional denso y complejo, de este grupo social.

Desde 1930 hasta 1970

Desde el punto de vista espacial, en esta etapa la ciudad refleja la influencia de determinados factores, tanto a escala nacional como internacional, que impactan su esquema de desarrollo. Los efectos de la crisis de los años 30, tanto económicos como financieros, constituyeron un freno a las actividades desarrolladas en la ciudad, y si bien el modelo "agroexportador" aún seguía vigente, a partir de 1945, ese esquema se va modificando con una transformación en el modelo económico y un nuevo orden político. Este período se caracteriza por una revalorización de "lo nacional", junto a la estatización de las empresas de bienes y servicios. La onda de industrialización alcanzó a las ciudades más importantes. Así Bahía Blanca se constituyó en el centro gravitacional de un área muy importante, valorizando por tanto un hinterland cada vez más extendido.

Terminada la Segunda Gran Guerra, la economía va retomando nuevo impulso. Las políticas estatales alientan el desarrollo del sector secundario y terciario, a lo cual se suma la decisión del gobierno provincial de asignarle a Bahía Blanca la función de polo de desarrollo. Esto genera grandes expectativas de crecimiento, aprovechadas por los promotores inmobiliarios para la construcción de edificios en altura, favorecidos por la Ley Nacional de la Propiedad Horizontal de 1948 (la mayor parte de ellos entre 1960 y 1975). Se ocuparon así algunas parcelas en el centro, pero al mismo tiempo se demolieron viejas construcciones de gran valor arquitectónico, lo que condujo a la pérdida de edificaciones que conformaban el patrimonio histórico-edilicio de la ciudad. Fuera del área céntrica, las nuevas construcciones superaban barreras naturales, como el Arroyo Napostá, y también barreras artificiales como las vías del ferrocarril.

La antigua asociación "Liga de Defensa Comercial", dio paso en 1934, como se mencionara, a la formación de la Corporación del Comercio y de la Industria de Bahía Blanca, cuyo principal objetivo era la promoción de la actividad local. En 1959 se realiza el Primer Censo Comunal de Comercios, que pone de manifiesto el carácter indiscutiblemente comercial y financiero de la ciudad y de una amplia área circundante; este rol se consolidó en la década siguiente, acompañado de una industria importante, a las que se sumó sobre fines de los años 1970 el gran proyecto del polo petroquímico.

El desarrollo logrado en la ciudad y el consiguiente aumento del consumo condujeron a una expansión del área comercial y del número de comercios, con modernización de los locales de venta e incorporación de innovaciones en la gestión. A las grandes tiendas tradicionales como Gath & Chaves, se incorporaron otras de igual formato: Famularo, Casa Arteta, Beige, etc.

En 1968 la ciudad se nutrió de un instrumento legal de gran importancia para su desarrollo y control del crecimiento futuro, se trata del Plan de Desarrollo Urbano. En él ya se mencionaba la necesidad de recuperar áreas comerciales tradicionales, que habían sufrido un profundo deterioro, debido a la falta de modernización, desplazando la actividad hacia otras arterias de mayor atractividad.

Los comerciantes tradicionales, en este período, afianzaron y acrecentaron su capital económico, debido a la expansión del consumo, particularmente a partir de los años 60 con la incorporación de modernas tecnologías para el hogar, y la aparición de gran variedad de electrodomésticos, que generaron nuevas formas de venta con financiación, es decir venta a plazos. Los negocios dedicados al comercio de artículos para el hogar se transformaron en grandes financieras, engrosando así las ganancias de los empresarios. Casa Giménez, Lucaioli, Aconcagua Hogar, entre otras, surgieron en estos años, incorporándose al grupo de nuevos comerciantes exitosos.

A este período corresponde un grupo de comerciantes que tenían un capital cultural en estado incorporado, a través del saber hacer heredado de sus antepasados (padres y abuelos), pero también institucionalizado a través de la Escuela de Comercio y de la Universidad Nacional del Sur, creada en 1956. Esta institución incluyó entre sus carreras iniciales a las Contador Público y Economía. Se debe destacar que el mayor número de inscriptos en la Universidad pertenecían a la primera de las carreras mencionadas, poniendo de manifiesto la necesidad de contar con estudios específicos para un eficiente manejo y gestión del comercio.

Desde el punto de vista del capital social, las redes de relaciones durables, a que hace referencia Bourdieu, se afianzaron y consolidaron. Prueba de ello es la conformación de las Cámaras que los agrupaban por rubros, generando pequeñas corporaciones en torno a determinados productos, en las que destacaban las posiciones dominantes en el campo de aquellos que las dirigían.

La expresión espacial, se traducía tanto en la construcción de nuevos locales comerciales (en muchos casos aprovechando los locales de planta baja de los nuevos edificios horizontales) como de sus viviendas en uno de los barrios de mayor poder adquisitivo de la ciudad, o bien en los nuevos edificios en altura donde ocupaban pisos de gran categoría, en torno al centro comercial tradicional, que se consolidaba y compactaba en torno a la plaza y en arterias como O'Higgins, Alsina, Soler, Belgrano.

Desde 1970 en adelante

Varios eventos se suceden en este período: en primer lugar y como producto del Plan de Desarrollo Urbano, surge el Código de Zonificación, herramienta reguladora que pretende imponer racionalidad en el uso del espacio urbano; en 1977, a escala provincial surge el Decreto Ley 8912, norma que sirve de marco a nuevos controles urbanísticos, que también afectan a las áreas centrales de las ciudades, en lo que respecta a las restricciones en el uso de estos espacios.

Se produce la radicación del Polo Petroquímico en el sector portuario-industrial, provocando un crecimiento discreto de la economía urbana al facilitar la aparición de algunas Pymes ligadas a la provisión de servicios a la entonces incipiente industria.

A partir de los 80 se pasa de una economía cerrada, protegida y subsidiada a una de tipo neoliberal, con privatización de empresas estatales. A esto acompañó un cambio del paradigma fordista a posfordista, al cual adhieren las empresas industriales, favoreciendo la aparición de un nuevo tipo de tejido Pyme, asociado a la producción de bienes y servicios del área portuario-industrial.

En este período la obtención de datos resulta en un difícil rastreo, debido a la ausencia de una base de información oficial que los sistematice de manera ordenada y coherente. La mayor dificultad se presenta en las oficinas municipales pertinentes, donde se archivan por ejemplo las altas en las habilitaciones a los comercios que se instalan, pero no las bajas; los funcionarios consultados aducen que, en muchos casos, son los mismos comerciantes que no los reportan a las oficinas comunales. Tampoco las altas en las habilitaciones han sido tipificadas por rubros. Estas dificultades se presentan particularmente para las dos primeras décadas de este período, es decir 70 y 80. Los controles efectuados a partir de los años 90, asociados a un cambio en la política tributaria, de fuerte monitoreo fiscal por parte de la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP), unido a la incorporación de tecnologías en informática, condujeron a una sistematización de la información que revela una mayor precisión en las fuentes de datos, pero que aún no están disponibles.

Pese a los inconvenientes mencionados y de acuerdo al relevamiento (Marenco, 2005 b) efectuado en el área del macrocentro de la ciudad, la actividad comercial ha experimentado una evolución muy importante, no solo con respecto al número de locales sino también, a partir de la introducción de nuevas prácticas en las formas de comercializar que implican innovaciones desde el punto de vista de la organización y la gestión, resultando en la construcción de un tejido comercial nuevo y muy particular.

En este período el campo del comercio ya formado e institucionalizado, va consolidando áreas y da lugar a otras. Territorialmente, las innovaciones se traducen en localizaciones diferenciadas en la trama urbana, tanto por el requerimiento de superficie en el interior de las ciudades, como por la expansión del gran consumo de estas superficies sobre áreas periurbanas adyacentes.

Los procesos de mundialización de la economía, que también afectaron la cultura, trajeron aparejados avances tecnológicos que ejercieron una gran influencia en las transformaciones del comercio, tanto desde la difusión mundial de los medios de transporte, como en los instrumentos de manejo de las empresas comerciales. Estos cambios en las prácticas, en los hábitus, no siempre son generalizados. En Bahía Blanca, pese a la irrupción de la modernización en este ámbito, predominan aquellos comerciantes poco proclives a los cambios mencionados, ante la incertidumbre que genera no solo la situación socioeconómica, sino también en lo que respecta a sus propias convicciones y estrategias en el manejo y control de sus empresas.

Con respecto a las posiciones dominantes en el campo, que otrora eran detentadas por los comerciantes tradicionales, con un gran involucramiento personal en los destinos de la ciudad, que formaba parte también de su gran trayectoria personal; actualmente, se verifica un gran desinterés por parte de los empresarios, que esperan una transformación positiva en la gestión y administración del estado municipal. En este sentido, el grado de compromiso y corresponsabilidad en la construcción de la ciudad, es discreto.

El interés, la "illusio", entendida como la condición de atractividad del campo, podría considerarse en el campo de los comerciantes como el desafío de formar parte de una actividad donde lo que importa es vender y competir, sin perder. Esto lo posiciona en el campo, entre aquellos que siguen determinadas estrategias de venta y son exitosos. El bien por el que todos están en disputa en este campo, es la captación de la clientela.

En esas prácticas sociales de la actividad comercial, en su sentido objetivo, se destaca la adhesión a un modelo (las formas de comerciar en base a formatos tradicionales: por ejemplo de las grandes tiendas - estanterías, mercaderías, vendedor, cajero, precios fijos, rebajas), del cual resulta difícil y riesgoso apartarse, además genera incertidumbre.

Ese 'sistema de disposiciones', que representa la estructura, denota una aparente rigidez y perdurabilidad, y puede ser modificado en el momento de cada juego. Sin embargo las prácticas están condicionadas por un sistema estructurado, como principio no elegido (formato tradicional de comercio, con venta al contado) y estructurante, desde el saber hacer que generan esas prácticas y representaciones (en las estrategias); en este caso la asociación con otro comerciante para efectuar compras conjuntas y mejorar los precios de venta, implica para cada uno de esos socios una competencia importante en la captación de la clientela. Esto formaría parte de las condiciones objetivas que comparten todos los agentes-comerciantes.

En el momento que este agente está jugando su juego, y ante una jugada determinada, como puede ser un cambio en las condiciones de venta (innovaciones en el comercio), se pueden producir las modificaciones en los habitus-prácticas. A modo de ejemplo, se verifica que actualmente los negocios incorporan otros atractivos, como servicios adicionales, donde se establecen criterios diferentes en la relación cliente-comerciante, que apuntan a aquella illusio o interés en captar más clientela, aquello por lo cual vale la `pena seguir en el juego: algunos restaurantes utilizan parte de su espacio para exponer obras de arte, sin convertirse en galerías. El "Histórico Café Museo" ubicado sobre Avenida Colón combina su actividad de cafetería y bar con la exposición de elementos utilizados por esta actividad, en el pasado. Constituyen lo que se denomina "bares temáticos", de los cuales existen otros en la ciudad como "Carburando Café", de orientación automovilística; "Leyendas", que alude a la historia del básquet, en la ciudad; "Daytona Pub", dedicado a los amantes del motociclismo. Otra modificación, incorporada en las prácticas, se orienta a ofrecer la posibilidad del pago de facturas de servicios (energía eléctrica, gas, comunicaciones, etc.), en farmacias o supermercados.

Estos empresarios agregan un plus en sus comercios, modificando las prácticas. Es decir que se van modificando las estrategias en función del cambio en las condiciones objetivas, sin embargo estos cambios no son abruptos, ya que parten de vivencias muy arraigadas en el campo de la actividad de los comerciantes, con una gran componente de tradición que ha marcado la posición que ocupa cada comerciante dentro de ese campo. Por tanto las innovaciones son lentas, dependiendo en muchos casos de la tecnología para pagos instantáneos en línea (on line), por ejemplo.

Se ha intentado hasta aquí, desde las categorías analíticas que propone Bourdieu, observar en las prácticas llevadas a cabo por los comerciantes, cómo han construido territorialmente el centro de la ciudad de Bahía Blanca; pues, a partir de las estrategias por ellos desarrolladas, y que no están condicionadas solo por crisis económicas, han sido capaces de producir un territorio muy particular en el área central.

Algunas Reflexiones

La periodización realizada, refleja la valorización del espacio, los tiempos vividos por Bahía Blanca, ya que ésta es el resultado, al decir de M. Santos de "una acumulación de tiempos" (Santos, 1996), donde los comerciantes han protagonizado gran parte del desarrollo de la ciudad. Los empresarios del comercio, considerados como agentes urbanos han participado desde siempre, dentro de las estructuras que los engloban y condicionan, en la producción y reproducción de las áreas urbanas. Si bien como individuos son capaces de llevar a cabo acciones e iniciativas propias, las predisposiciones estructurantes del conjunto, a desarrollar determinadas estrategias, son dominantes a la hora de actuar, de modo que su accionar es parcialmente autónomo.

A través de los testimonios históricos se ha podido reconstruir la conformación del campo del comercio en la ciudad hasta su formalización en dos instituciones que claramente marcan un liderazgo, donde aparecen aquellos comerciantes o sus descendientes, que aún hoy detentan posiciones dominantes en el campo.

La aparición de nuevas instituciones dentro del campo, como las Cámaras de Bahía Blanca y Sudbonaerense de Microempresas, y la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios, responde a la necesidad de contemplar lógicas y estrategias de funcionamiento novedosas y en algunos casos de riesgo, que no todos los integrantes de las entidades tradicionales están dispuestos a asumir.

La actuación de los agentes del comercio bahiense incidió en la construcción no solo física, sino también funcional de la ciudad: ciudad comercial, de servicios, de recreación, de lugar de encuentro, como elemento simbólico, donde se han modificado las condiciones del espacio público, como lugar de disfrute del patrimonio histórico-arquitectónico de la ciudad.

Desde las instituciones se pretende involucrar a estos agentes en verdaderos transformadores-mediadores de las nuevas estrategias que impone el mercado, para hacer más eficiente su accionar y que respondan a la lógica y necesidad específica de su campo. Para ello, las entidades que los agrupan consideran de fundamental importancia la cooperación recíproca y los eslabonamientos entre agentes, con el fin de reafirmar y consolidar la competitividad del campo del comercio.

La construcción del paisaje urbano bahiense, en parte puede entenderse como el resultado de la mediación de agentes de primer orden en la producción del centro comercial de la ciudad. Será con una mayor explicitación de los hábitus, que se encuentren las razones de la aplicación de las prácticas, en ese juego de intereses que condiciona este juego constituido históricamente.

Se observa, a través de lo expuesto, que en la construcción del concepto de campo, entendido por Bourdieu como las estructuras sociales externas y el concepto de hábitus, es decir, aquél que corresponde a las estructuras sociales internalizadas por los comerciantes como agentes urbanos, existen relaciones interdependientes, que aunque muy complejas permiten comprender la práctica social y su resultado en el territorio.

Bibliografía
1. Alessandri Carlos, Ana Fani, O espaço urbano. Novos escritos sobre a cidade. Sao Paulo: Editorial Contexto, 2004.
2. Bourdieu, Pierre. Espacio social y poder simbólico. En: Cosas Dichas. Buenos Aires: Gedisa, 1988.
3. Bourdieu, Pierre. Las estructuras sociales de la economía. Buenos Aires: Editorial Manantial, 2001.
4. Bourdieu, Pierre. El sociólogo y las transformaciones recientes de la economía en la sociedad. Buenos Aires: Editorial UBA, Libros del Rojas, 2001.
5. Carreras I Verdaguer, Carles y Romero Gil, Jorge. "Cambios en las formas del comercio y el consumo en Barcelona". En: Estudios Geográficos. Madrid, Enero-marzo 2000, tomo LXI, 238, pp. 103-123.
6. Corporacion del Comercio y la Industria de Bahia Blanca. "Anuario 1969. Libro de oro". Bahía Blanca, 1969.
7. Corporacion del Comercio y la Industria de Bahia Blanca. "Libro de los 60 años". Bahía Blanca: Encestando, 1979.
8. Desse, René Paul. Le nouveau commerce urbain. Rennes, Francia: PUF, 2001.
9. Dozo, Ana L. y Ginobili, Ma Elena. Bahía Blanca en imágenes. 1828-1928. Bahía Blanca: EdiUNS, 1999.
10. Direccion General de Comercio Interior. Gerentes urbanos. Madrid: Ministerio de Economía, 1998.
11. Ducos, Ricardo. "Bahía Blanca". Bahía Blanca: Centro Comercial de Bahía Blanca, 1902.
12. Formiga, Nidia, "Transformaciones, inercias y nuevas centralidades en la ciudad de Bahía Blanca". En: Estudios socioterritoriales Revista de Geografía. Tandil: Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2002, nº 3, pp. 39-59.
13. Funes Derieul, Carlos. "Pulperías en Bahía Blanca". Separata del Boletín Histórico,. Comisión de Reafirmación Histórica de Bahía Blanca, nº 4, 1978.
14. García Ballesteros, Aurora. "El espacio social del consumo en la cultura de la postmodernidad". En: Estudios Geográficos. Madrid: Instituto de Economía y Geografía, 2000, tomo LXI, n° 238, pp. 27-48.
15. Green, Raúl, Gatti, Silvia y Rodriguez Z., Manuel. «Contraintes reglamentaires et logique commerciale: les cas de la France». L'Italie et l'Espagne, INRA-LEIAA, Paris, Mimeo, 21 p. 1996.
16. Gutierrez, Alicia. Las prácticas sociales: una introducción a Pierre Bourdieu. Córdoba, Argentina: Ferreira Editor, 2005.
17. La Nueva Provincia. Homenaje de "la Nueva Provincia" en el Primer Centenario de la Fundación de la Ciudad de Bahía Blanca, Bahía Blanca: La Nueva Provincia, 1928.
18. Levy, Jacques et Lussault, Michel. Dictionaire de la Géographie et de l'espace des sociétés. Paris: Belin, 2003.
19. Marenco, Silvia. "Las innovaciones en el comercio minorista de Bahía Blanca y sus consecuencias territoriales". En: Cernadas, M. Y Vaquero, M (Ed.). Problemáticas sociopolíticas y económicas del Sudoeste Bonaerense. Actas de las III Jornadas Interdisciplinarias del Sudoeste Bonaerense, 2, 3 y 4 setiembre 2004, Bahía Blanca: EdiUNS, 2005a.
20. Marenco, Silvia. Relevamiento de usos del área central de Bahía Blanca. Inédito 2005b.
21. Merenne-Schoumaker, Bernadette. Géographie des services et des commerces. Rennes, France: Presse Universitaire de Rennes, 2003.
22. Santos, Milton. A natureza do espaço. Sâo Paulo: Editora Hucitec, 1996.
23. Weimberg, Félix y otros. Manual de Historia de Bahía Blanca. Departamento de Ciencias Sociales, UNS, Bahía Blanca, 1978.

Fecha de recepción: 3 de julio de 2006.
Fecha de aceptación: 29 de noviembre de 2006.