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Revista Universitaria de Geografía

versión On-line ISSN 1852-4265

Rev. Univ. geogr. vol.16 no.1 Bahía Blanca  2007

 

Diferenciación socio residencial en el aglomerado del Gran Santa Fe (Argentina) a comienzos del siglo XXI

Juan José Natera Rivas8 - Néstor Javier Gómez9

8 Docente, Departamento de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Málaga, España, jjnatera@uma.es
9 Docente, Facultad de Humanidades y Ciencias, Universidad Nacional del Litoral, Argentina, jgomez@fhuc.unl.edu.ar

Resumen
Los procesos de diferenciación residencial han jugado un importante papel en la configuración espacial de las ciudades latinoamericanas, y la mera observación directa nos muestra diferencias, pero también hay otras, cuya evidencia puede hacerse sólo cartográficamente.
El objetivo del presente estudio exploratorio, es identificar las dimensiones que subyacen en la diferenciación socio residencial de la población del Gran Santa Fe, atendiendo tanto a la identificación de las mismas, como a su distribución espacial.
Se seleccionaron 22 variables de índole demográficas, económicas y sociales, desagregadas a nivel de radio, del Censo Indec 2001; y se aplicó un método de análisis factorial.
Se concluye que la situación santafesina comparte con otras ciudades latinoamericanas el hecho de que son las situaciones de pobreza y estatus social alto las dimensiones que mayor capacidad explicativa de la diferenciación residencial poseen. Resulta extensa, en comparación con algunas capitales del NOA (noroeste argentino), la zona de alta incidencia del componente estatus social elevado; y a la vez reducida, la correspondiente a la pobreza estructural. De cualquier manera, creemos que la distribución espacial de los componentes se asemeja a las modelizaciones de ciudad latinoamericana: población de mayor estatus en el centro y las áreas pericéntricas, con una pauta descendente hacia la periferia, y la población de menos recursos en la periferia.

Palabras clave: Diferenciación Socio-Residencial; Gran Santa Fe; Pobreza; Estatus Social; Ciudades Argentinas.

Abstract
The processes of residential differentiation have played an important role in the spatial configuration of the Latin American cities, and the mere direct observation shows differences to us, but also there are others, whose evidence can be made only cartographically.
The objective of the present exploratory study, is to identify the dimensions that explain the residential and social differentiation of the population of Gran Santa Fe, taking care of so much the identification of the same ones, as a its spatial distribution. Were selected 22 demographic, economic and social variables, released at radio level, of the Indec Census 2001; and a method of factorial analysis was applied.
We have concludes that the santafesina situation joint party with other Latin American cities, the fact that they are the situations of poverty and high status social, the dimensions that greater explanatory capacity of the residential differentiation they have. It is extensive, in comparison with some capitals of the NOA, the zone of high incidence of the social component status elevated; and simultaneously reduced, the corresponding to the structural poverty. Anyway, we think that the spatial distribution of the components agrees with the patterns of Latin American city: population of greater status in the central areas, with a descendent guideline towards the periphery, and the population of less resources in the periphery.

Key words: Differentiation Residential; Gran Santa Fe; Poverty; Social Status; Argentinean Cities.

Introducción

En todo proceso de configuración urbana la diferenciación residencial ha sido una constante, y la ciudad latinoamericana en general, argentina en particular, no ha sido una excepción. Aplicado a la ciudad latinoamericana, ésta ha sido un objeto de estudio desde al menos mediados del siglo pasado, e impregna el importante conjunto de modelizaciones acerca de su estructura interna1, desde el momento en que los procesos de diferenciación residencial han jugado un papel de gran importancia en la configuración espacial de las ciudades del subcontinente.

Si bien no se ha realizado aún un intento por tratar de comprobar la adecuación de la realidad del aglomerado del Gran Santa Fe a alguno de estos modelos, la mera observación directa sobre el terreno nos muestra cómo existen diferencias claramente apreciables en la calidad de las viviendas, el acceso a infraestructuras -el asfalto, la más evidente-, y aún, para los más avezados, en la estructura por edad de la población, en el tejido urbano del aglomerado, características que, grosso modo, al menos no señalan en dirección opuesta a lo supuesto por las modelizaciones. Pero también hay diferencias en otras características de la población, sólo que no son tan evidentes, aunque ciertamente guardan relación con las anteriores. Así, la observación de la cartografía nos permite comprobar cómo, por ejemplo, la población con los niveles de instrucción más elevados tiende a situarse en zonas del aglomerado diferentes a aquella con menos años de escuela, los inmigrantes tienden también a residir en espacios diferenciados según sea su origen, y la población de mayor edad se concentra en el centro de las localidades que conforman el aglomerado, siendo mayoría los jóvenes en las periferias de expansión de su tejido urbano. El análisis de la diferenciación urbana puede ser estudiado desde diferentes enfoques2, y el nuestro debe enmarcarse dentro de la ecología factorial. Como es sabido, la ecología factorial implica el empleo de técnicas de análisis factorial a datos obtenidos de pequeñas áreas intraurbanas, con el objetivo de descubrir tanto las relaciones existentes entre las variables, entre esos datos, como entre las unidades espaciales con las que se corresponden, vínculos que permitirían captar la configuración espacial de la diferenciación social en la ciudad (Buzai, 2003: 50). A través de ella, cabe la posibilidad no sólo de identificar (o no) las tres dimensiones "clásicas" que subyacerían en la diferenciación socio residencial de los habitantes de una o varias ciudades, y que ya fueran puestas de manifiesto por el análisis de áreas sociales, sino también descubrir la existencia de otras dimensiones propias de ciertas ciudades o grupos de ellas.

En este contexto, el objetivo del presente estudio, que debe considerarse como exploratorio, es identificar las dimensiones que subyacen en la diferenciación socio residencial de la población del Gran Santa Fe, atendiendo no sólo a la identificación de las mismas, sino también a su distribución espacial. Pero, antes de continuar es necesario presentar, siquiera sea de forma muy somera, al aglomerado. El aglomerado urbano de Santa Fe está ubicado en el centro de la Provincia homónima, frente al río Paraná, sistema hídrico que demarca el frente urbano hacia el este, al tiempo que es el río Salado el que configura la fachada del oeste. En consecuencia, la dinámica de expansión urbana del aglomerado se entrelaza con una marcada influencia hídrica, y esta realidad explica, parcialmente, la configuración morfológica de la mancha urbana. El Gran Santa Fe se compone de seis distritos: las ciudades de Santa Fe, Santo Tomé y Recreo, más las comunas de Sauce Viejo, Rincón y Arroyo Leyes (figura 6). En 2007 se estima que cuenta con una población total que roza el medio millón de habitantes (454.238 según el Censo de 2001), situación que lo ubica como el octavo aglomerado urbano de la Argentina, y segundo de la provincia, tras el Gran Rosario.

Figura 6
Situación del aglomerado del Gran Santa Fe y localización de los principales hitos citados en el texto
Fuente: elaboración propia.

Las variables de partida

El catálogo de las variables que hemos empleado, extraídas a nivel de radio censal de la base en formato REDATAM correspondiente al Censo de Población, Hogares y Viviendas de 2001, puede dividirse en seis grupos: el primero de ellos está en relación con las características estructurales de la población y la fecundidad: porcentaje sobre la población total de niños -menores de 15 años- y de ancianos -mayores de 64 años-, y media del número de hijos nacidos vivos por mujer.

Un segundo grupo de variables se centra en cuestiones tocantes a la relación existente entre los hogares, la población que los conforma y las viviendas en las que residen. En primer lugar, hemos empleado el número de hogares por vivienda como forma indirecta de medir los problemas de acceso a la vivienda; esta relación se deriva del hecho de que puede considerarse que la coexistencia de dos o más hogares en una misma vivienda implica la incapacidad de uno -o varios- de ellos para obtener vivienda propia, en cualquiera de los mercados potencialmente disponibles en la ciudad; en este sentido, el número de hogares existentes en comparación con el volumen del parque de vivienda es una variable ampliamente utilizada en con el objetivo de medir el déficit de vivienda cuantitativo3 (Arraigada, 2003: 8). Esta variable se suele complementar atendiendo también al grado de cohabitación de los hogares, esto es, a la presencia de núcleos familiares secundarios, por lo que, como aproximación a la misma, hemos decidido añadir el porcentaje de hogares no nucleares, esto es, hogares extendidos y compuestos. Consecuencia parcial de una situación en la que varios hogares comparten una misma vivienda es que los niveles de hacinamiento tienden a ser más elevados. Es por ello por lo que hemos incluido también el porcentaje de hogares que presentan hacinamiento, entendido éste como la existencia de más de dos personas por habitación, variable que permite, de forma indirecta, medir la presión que la población -y no los hogares- ejerce sobre el parque habitacional disponible. Y, junto a ellas, hemos añadido una variable relacionada con la tenencia de la vivienda, la proporción de hogares que no son propietarios de la vivienda -o de la vivienda y el terreno- en el que residen, como medida indirecta de la capacidad de obtener vivienda en propiedad.

Las características de la instrucción de la población componen un tercer grupo de variables. Son cuatro las que hemos seleccionado. Por un lado, dos relacionadas con el grado máximo de instrucción de la población que no asiste pero asistió a un establecimiento escolar, concretamente el porcentaje de población que no asiste pero asistió a centro escolar con nivel máximo de instrucción de secundaria incompleta, y el porcentaje de población que no asiste pero asistió a centro escolar con los estudios superiores completos. La elección de los niveles máximos de instrucción alcanzados se ha realizado sobre la base del supuesto de que la población que no alcanzó a terminar la secundaria es la que más problemas tiene para encontrar un puesto de trabajo relativamente bien remunerado y legalizado4, o aún para mantenerse en el que ya posee, al tiempo que aquellos con los niveles de instrucción más elevados (estudios superiores completos) tienen las mayores probabilidades no sólo de insertarse en los nichos más productivos del mercado laboral, sino también de conservar su empleo en tiempos de crisis. A este conjunto hemos añadido otra variable, el número de años de escolaridad aprobados por los jefes de hogar. El haber seleccionado en lugar del nivel máximo de instrucción alcanzado el número de años aprobado se debe a que, aunque con peso diferente, se asume que todos los años de escolaridad "suman" a la hora de obtener potencialmente ingresos, si bien la relación no es lineal (sobre el particular puede consultarse INDEC, 2003). Se trata, por tanto, de una variable relacionada no únicamente con el nivel de instrucción, sino también con la capacidad de generar ingresos por parte de este segmento de la población.

Tal y como indica Arraigada (2000: 15), las relaciones de la pobreza con las desventajas en materia de instrucción funcionan en un doble sentido. Por un lado, unos bajos niveles de instrucción generan pobreza, mientras que, por otro, la situación de pobreza se resuelve como un limitante a la hora de adquirir capital educativo, con lo que aquella se reproduce o transmite de una generación a otra. En este último sentido debe entenderse la inclusión de la siguiente variable, el porcentaje de escolares que asisten a un establecimiento privado, variable que está destinada no tanto a medir el nivel de instrucción de la población, como de forma indirecta la presencia de cierta solvencia económica del hogar al que pertenece. Como indicamos, este hecho es indicativo de cierta capacidad económica, tal y como se ha puesto de manifiesto para el conjunto de América Latina, donde los pobres van a establecimientos públicos y los más pudientes a los privados; además, y dadas las diferencias de calidad entre la educación privada y la pública, se ha llegado a indicar que de la asistencia a una u otra modalidad de educación se derivan diferencias mayores que las que lo hacen del número de años de estudio de los educandos a la hora de insertarse en el mercado de trabajo (Pizarro, 2001: 14-15)5.

Un cuarto grupo corresponde a variables relacionadas con el origen de la población. Así, hemos empleado el porcentaje de población nacida en país limítrofe, en país no limítrofe y nacidos en otra provincia argentina. El hecho de incluir este conjunto de variables responde a comprobar si en 2001 en el aglomerado santafesino existe una dimensión ligada a la procedencia de la población, o si bien esta característica queda subsumida en alguna otra supervariable.

Otro grupo de variables está en relación con las características económicas de la población. De todas las disponibles en la fuente hemos seleccionado una variable derivada, el porcentaje de ocupados en el sector informal sobre el total de ocupados de 14 o más años. Hemos definido el sector informal como los asalariados en establecimientos de hasta 5 ocupados, y los patrones, cuenta propia y trabajadores sin salario, excepto de calificación profesional, en establecimientos de hasta 5 ocupados. El universo de cálculo de esta variable es un universo "no ajustado", esto es, no han sido excluidos los ocupados encuadrados en el servicio doméstico, y tampoco ha sido excluido ningún sector económico (sobre estas cuestiones, cfr. Pok, 2001). Y, junto a ellos, se han incluido los patrones encuadrados en establecimientos de más de 5 empleados, esto es, patrones que no serían encuadrables en el sector informal. También se ha incluido el porcentaje de ocupados no calificados, una medida indirecta del posicionamiento de los ocupados en los nichos más rentables del mercado laboral, entendiendo que la posibilidad de acceder a los segmentos más productivos decrece con la disminución de la calificación. Y, en relación con ella, el porcentaje de ocupados a los que no les realizan descuento jubilatorio ni aportan ellos mismos, por lo que pueden incluirse dentro del grupo de empleados "en negro".

Un último grupo contiene variables referidas a la pobreza estructural. Pese a estar disponibles en la fuente cinco indicadores de NBI (vivienda inconveniente, saneamiento, hacinamiento, capacidad de subsistencia y escolaridad), tan sólo hemos empleado dos de ellos, referidos a la población: el porcentaje de población con NBI saneamiento, y el porcentaje de población que reside en viviendas inconvenientes. Estos dos indicadores tienen carácter universal, y su importancia en las unidades espaciales no se ve influenciada por la existencia de otros condicionantes que pueden eximir a un hogar del universo de cálculo, como la presencia de niños en edad escolar (sobre esta cuestión, cfr. Álvarez et al., 1997). Y junto a ellas, hemos empleado el porcentaje de hogares cuya procedencia del agua en la vivienda no proviene de la red pública (que denominaremos en adelante hogares sin agua corriente), y el porcentaje de casas A y departamentos sobre el total de viviendas, como medida de la calidad estructural del parque habitacional disponible en cada radio urbano. En este sentido, debe tenerse en cuenta que la definición de casa A y departamento trae implícito el hecho de que ambos tipos de vivienda cumplen unos mínimos de calidad constructiva y de acceso a infraestructuras básicas. Por último hemos de indicar que, pese a estar también disponibles en la fuente, hemos preferido no emplear ni el indicador de pobreza patrimonial ni el de pobreza convergente surgidos del cálculo del IPMH, por tratarse de variables de síntesis, con complejo proceso de elaboración, y que tienden a desvirtuar fuertemente los resultados, tal y como hemos comprobado en los análisis previos.

Recapitulando: las 22 variables que hemos empleado en este estudio son las siguientes:

-Porcentaje de población menor de 15 años.
-Porcentaje de población de 65 años o más.
-Media del número de hijos nacidos vivos por mujer.
-Número de hogares por vivienda.
-Porcentaje de hogares no nucleares
-Porcentaje de hogares con más de dos personas por cuarto.
-Porcentaje de hogares no propietarios de la vivienda.
-Media de los años de estudio de los jefes/as de hogar.
-Porcentaje de población que no asiste a establecimiento escolar pero asistió, con máximo nivel de instrucción de secundaria incompleta.
-Porcentaje de población que no asiste a establecimiento escolar pero asistió, con máximo nivel de instrucción de superior completa.
-Porcentaje de población que asiste a centro escolar privado sobre el total de la población que asiste a un centro escolar.
-Porcentaje de población nacida en otra provincia Argentina.
-Porcentaje de población nacida en país limítrofe.
-Porcentaje de población nacida en país no limítrofe.
-Porcentaje de casas A y departamentos.
-Porcentaje de población afectada por NBI vivienda inconveniente.
-Porcentaje de población afectada por NBI saneamiento.
-Porcentaje de hogares sin agua corriente.
-Porcentaje de ocupados no cualificados.
-Porcentaje de ocupados en el sector informal.
-Porcentaje de patrones que emplean en establecimientos de 5 ocupados o más.
-Porcentaje de ocupados a los que no le realizan aporte jubilatorio ni aportan ellos mismos.

Los factores de diferenciación sociohabitacional en el Gran Santa Fe

Como al comienzo indicábamos, la población del aglomerado tiende a estar diferenciada espacialmente en función de determinadas variables, diferenciación que es aplicable a la totalidad de las que conforman el listado anterior. Para alcanzar nuestro objetivo de corroborar si la diferenciación espacial de la población del aglomerado a nivel de radio censal responde, como parece hacerlo, a un número de dimensiones fundamentales, y al mismo tiempo identificar cuáles pueden ser éstas, hemos tratado la información que nos ofrecen las 22 variables anteriores a través de un análisis factorial de componentes principales. Como es sabido, este método estadístico trata de sintetizar la información aportada por un número elevado de variables en un número mínimo e imprescindible de nuevas variables, o componentes, que concentran la información de manera sintética. En este momento es necesario indicar que hemos procedido a la estandarización de las variables, obteniendo con esta operación un conjunto de puntuaciones en las diferentes unidades espaciales de media 0 y desviación estándar 1. Con esta información hemos alimentado el instrumento estadístico empleado, y el resultado del análisis, de componentes principales, y cuya matriz factorial ha sido rotada según el método varimax, se ofrece en las tablas I y II.

Tabla I
Solución factorial del aglomerado del Gran Santa Fe (22 variables)

Fuente: elaboración propia a partir de Censo Indec, 2001.

Tabla II
Estructura factorial del aglomerado del Gran Santa Fe (22 variables)

Fuente: elaboración propia a partir de Censo Indec, 2001.

El análisis ha diferenciado cinco componentes, que, en conjunto, explican un 79,27% de la varianza contenida en las variables de partida, lo cual supone una importante síntesis de la información. Además, y en relación con ello, las extracciones son elevadas o muy elevadas en la mayor parte de los casos, siendo la más baja la correspondiente al número de hogares por vivienda. Volviendo a los componentes, no todos tienen la misma capacidad explicativa, el primero da cuenta de virtualmente el 42% de la varianza, lo que le sitúa a gran distancia con respecto a los componentes 2 y 3 y, especialmente, de los 4 y 5, componentes que no alcanzan a explicar el 10% de la varianza inicial. En este momento puede ser interesante hacer hincapié sobre la cuestión de la varianza. El objetivo final del análisis factorial es condensar la información procedente de las variables iniciales (en nuestro caso 22) en un número menor de nuevas variables, los componentes, componentes que, por tanto, tienen una capacidad explicativa de la realidad mayor que cualquiera de las variables iniciales por separado. Y el indicador que se emplea para indicar dicha capacidad de síntesis es el porcentaje de la varianza contenida en las variables iniciales que explica cada uno de estos componentes; cuanto mayor sea ese porcentaje, mayor la capacidad explicativa. En nuestro caso, el primer componente explica, por sí sólo, las dos quintas partes de la varianza contenida en las 22 variables de origen, y, en conjunto, los cinco componentes que el análisis ha rescatado explican el 80% de la varianza inicial. En otras palabras, empleando tan sólo estas nuevas cinco variables podemos caracterizar la realidad de forma muy similar a como lo haríamos empleando las 22 originales.

Son un total de 14 variables las que aportan significado al primer componente, variables que podrían ser divididas en varios grupos. Por un lado, tenemos un conjunto indicativo de una buena situación de instrucción de la población: años de estudio del jefe de hogar y porcentaje de población con los estudios superiores completos puntuando en positivo, al tiempo que el porcentaje de población con un máximo de secundaria incompleta presenta signo negativo. Un segundo grupo de variables está indicando una inclusión comparativamente buena en el mercado laboral y cierta disponibilidad económica: saturaciones negativas obtienen el porcentaje de ocupados que no aportan, el porcentaje de ocupados en el sector informal y el porcentaje de ocupados no calificados, mientras que positivas las obtienen el porcentaje de patrones no encuadrados en el sector informal y el porcentaje de asistencia a centro privado. Un tercer grupo de variables indica, por su parte, el disfrute por parte de la población de buenas condiciones habitacionales; así se desprende del signo positivo de las saturaciones del porcentaje de casas A y departamentos, y el negativo del porcentaje de hogares con más de dos personas por habitación. Todo este conjunto de variables apunta a la presencia de población con estatus social elevado. Y, junto a ellas, hay un último grupo indicativo de ciclo familiar maduro, en función del signo negativo del porcentaje de menores de 15 años y del positivo del porcentaje de población con 65 años o más; también podría añadirse que en este caso también el número medio de hijos por mujer (que obtiene saturaciones positivas) está indicando la presencia de un ciclo familiar maduro, en el sentido de que las madres que ya han completado su periodo de fecundidad probablemente tuvieran, en el momento del Censo, un número mayor de hijos6 que aquellas otras insertas en familias con ciclos familiares jóvenes, a las que probablemente aún les queda por tener un número indeterminado de descendientes, por lo que su número medio de hijos es menor. Por todo ello, hemos identificado a este componente como estatus social elevado con ciclo familiar maduro.

La identificación de la segunda dimensión que subyace en la diferenciación socio residencial de la población del Gran Santa Fe es sencilla, desde el momento en que las dos variables que le dan significado (ambas con signo positivo), el porcentaje de población con NBI vivienda inconveniente, y el porcentaje de población con NBI saneamiento apuntan en la misma dirección. Lo hemos identificado como pobreza estructural.

Tan sólo son dos las variables que obtienen sus mayores saturaciones en el tercer componente, el porcentaje de hogares no nucleares (positivas) y el porcentaje de hogares sin agua corriente (negativas). Se trata, por tanto, de un componente que está indicando la presencia de una cohabitación, que por lo general suele ser familiar -en el cuestionario censal, y, por tanto, en el imaginario de los habitantes de la vivienda no se identifican dos hogares diferenciados-, y presente en el contexto de viviendas sin carencias materiales graves; en este sentido debe indicarse que los dos indicadores de NBI y el de hacinamiento obtienen en este componente saturaciones (bajas, eso sí), negativas, y que el porcentaje de casas A y departamento las obtiene positivas. Además, resulta también interesante el que los indicadores de ciclo familiar obtengan saturaciones medias, y que estén apuntando a la presencia de ciclos familiares maduros. Por ello, hemos identificado a este factor como cohabitación sin déficit infraestuctural y con ciclo familiar maduro.

Son tres variables las que obtienen saturaciones elevadas en el cuarto componente, en todos los casos con signo positivo: dos, indicativas de presión sobre el parque de viviendas: el porcentaje de hogares no propietarios de la vivienda y el número de hogares por vivienda, a las que se añade el porcentaje de población nacida en otra provincia. Por ello, hemos identificado a este factor como inmigración nacional con presión sobre el parque de viviendas.

Por último, es el porcentaje de población nacida en país limítrofe la única variable que aporta significado al último componente, aunque, ciertamente, éste no debe identificarse únicamente con una variable simple como es ésta. De cualquier forma, lo hemos denominado inmigración limítrofe.

La distribución espacial de las puntuaciones de los componentes

Una vez identificados los componentes, las puntuaciones que los diferentes radios censales alcanzan en estas nuevas supervariables pueden cartografiarse, ganando así en riqueza el análisis. Pero antes de continuar señalaremos que hemos construido intervalos iguales para hacer comparables los resultados. Son 5 los intervalos empleados: puntuaciones muy bajas (por debajo de -1,5, intervalo abierto), bajas (puntuaciones entre -1,5 y -0,51), medias (entre -0,5 y 0,5), altas (entre 0,51 y 1,5), y muy altas (puntuaciones mayores de 1,5, intervalo también abierto).

La distribución de las puntuaciones correspondientes al primero de los componentes, estatus social elevado con ciclo familiar maduro, presenta una pauta común en las dos principales localidades que conforman el aglomerado santafesino, Santa Fe y Santo Tomé (figura 1). En ambas, los radios que obtienen puntuaciones altas o muy altas tienden a situarse en el centro de los mismos, registrándose asimismo una gradación descendente hacia la periferia, lo cual es consistente con lo obtenido para otras ciudades argentinas (cfr. Buzai, 2003, Natera, 2005). Centrándonos en el caso de la ciudad de Santa Fe, una diferenciación inicial puede establecerse trazando una diagonal imaginaria que una los ángulos noreste y suroeste de la mancha urbana. Hacia el norte de dicha diagonal quedaría determinada una gran zona en la que son mayoría los radios que obtienen puntuaciones muy bajas o bajas, medias en el mejor de los casos; al sur de dicha diagonal imaginaria quedarían concentrados aquellos otros con alta o muy alta incidencia del componente analizado, localizándose en ella el área central de la ciudad de Santa Fe, con su corona de barrios pericentrales, los barrios de más vieja data, las áreas de mayor antigüedad.

Figura 1
Puntuaciones de los radios censales en el componente 1 Estatus social elevado con ciclo familiar maduro
Fuente: elaboración propia.

Profundizando un poco más, puede observarse cómo son los radios localizados en el extremo oeste de Santa Fe, y principalmente los colindantes con el río Salado, los que obtienen las puntuaciones más bajas en este componente, radios que contienen alguno de los barrios más humildes del aglomerado; por citar algunos, San Agustín I y II o Yapeyú, económicamente muy asociados a su proximidad con respecto al Mercado Concentrador de Frutas, Verduras y Hortalizas de la capital santafesina. Toda esta faja de barrios no posee la misma antigüedad; los más cercanos al centro datan aproximadamente de comienzos del siglo XX, asociados en primera instancia a la llegada de inmigrantes, provenientes tanto del interior provincial como de otras provincias argentinas, principalmente de las del norte y el litoral. Es el caso de los barrios Santa Rosa de Lima y San Lorenzo. Más adelante, a partir de 1940, comenzaron a surgir los barrios situados más hacia el centro-norte de Santa Fe, descendiendo la antigüedad conforme se avanza hacia el límite septentrional del aglomerado.

En todos los casos, los pobladores, edificaron sus viviendas en áreas con problemas ambientales, básicamente con riesgo de inundaciones, al ser zonas topográficamente deprimidas y ribereñas del Salado, terrenos en muchos casos de propiedad fiscal y cuyo uso se vincula con infraestructura ferroviaria y grandes vías de circulación rodada. Todos estos factores los convertían en terrenos no comercializables para el mercado de tierras inmobiliario, sujetos a procesos de usurpación que, con el paso de las décadas, han derivado en la conversión de los primitivos asentamientos precarios en barrios consolidados de la ciudad, aunque aún arrastran la rémora de un alto déficit de provisión de servicios, de equipamiento urbano, e incluso aun es notable la incidencia de las conexiones clandestinas a determinados servicios, y todo ello pese a las inversiones que se han realizado en ellos. Junto a esta falta de infraestructura, todavía hoy la ocupación del suelo urbano, en algunos barrios, es dispar, en el sentido de que existe una importante proporción de terrenos baldíos situados entre las viviendas que ya se han levantado; ello, unido a la falta de pavimento en las calles correspondientes al entramado interno de los barrios, más allá de las troncales de penetración a los mismos, y a la presencia de la orilla del Salado, dan una impresión de desorden en el proceso de crecimiento del aglomerado en esta porción. Otra de las desventajas comparativas de estos barrios es la gran distancia existente hasta el centro de la ciudad (donde aún se localiza la mayor parte de los servicios especializados que brinda la ciudad), lo que convierte a la zona en un área un tanto lejana no solo físicamente, sino también mentalmente para gran parte de los habitantes de la ciudad de Santa Fe; en este caso los tiempos de viaje hacia el centro de la ciudad coadyuvan a la situación de aislamiento.

De cualquier forma, y siendo todo esto así, en los últimos años la zona norte, articulada a partir del eje de la Avenida Aristóbulo del Valle se está convirtiendo en una de las principales áreas de expansión de la ciudad, difusión protagonizada por una multiplicidad de actores: familias de clase media que adquieren lotes para levantar sus residencias en el contexto de importantes fraccionamientos de tierras, el propio Estado, a través de la edificación de grandes complejos habitacionales de viviendas individuales en planta baja (no edificios en torre), e incluso sindicatos, que están ejecutando soluciones habitacionales a sus afiliados, soluciones habitacionales que, por lo general cuentan con provisión de infraestructura y servicios como agua potable, saneamiento y gas natural. Aquí, la lejanía al centro se ve relativizada a la luz de la mejor situación económica de los pobladores, que disponen de automóviles para desplazarse.

Por su parte, las divisiones censales que obtienen puntuaciones muy bajas en este componente y situadas en la zona más oriental del aglomerado contienen barrios en los que la actividad económica predominantemente esta muy asociada a servicios y actividades ligadas al medio natural circundante: pesca, turismo o servicios varios que demandan las casas-quinta asentadas en la zona. Se trata de un área del aglomerado donde coexisten casas de ocupación permanente con otras de tipo casa-quinta o de fines de semana, de ocupación semipermanente, que ejercen una demanda laboral de servicios domésticos, jardinería y mantenimiento. Nos estamos refiriendo al Barrio de Colastiné y a las localidades de Rincón y Arroyo Leyes.

Otros radios censales con puntuaciones bajas, son los correspondientes al Barrio de Alto Verde, que desde que surgió a principios del siglo XX, siempre fue un área de postergación para los gobiernos y el imaginario colectivo general. Surge como un asentamiento de pescadores en una lonja de tierras altas en la ribera del Canal de Acceso al Puerto de Santa Fe, y es un área de difícil acceso terrestre desde el resto de la ciudad y por eso el transporte fluvial ha sido el más directo históricamente.

Yendo al otro extremo de la escala, los radios que obtienen las puntuaciones más elevadas en este componente se localizan, como ya indicamos, en el área central de las dos principales localidades del aglomerado; en el caso de Santa Fe, las mayores puntuaciones no se alcanzan en el microcentro propiamente dicho, sino en los barrios céntricos que lo rodean, como Recoleta, Constituyentes, Mariano Comas, Barrio Sur, incluso en los barrios que tienen como eje al Boulevard Gálvez, como Candioti Norte y Sur, o Siete Jefes. Junto a ellos, debe consignarse la presencia de un pequeño conjunto de radios situados en el noreste de la ciudad, que contienen al Barrio de Guadalupe, una tradicional área residencial de clase media alta de la ciudad, con una buena calidad ambiental y eficaz provisión de servicios e infraestructuras. El resto de barrios en los que se obtienen puntuaciones elevadas en este componente están relacionados, en su mayor parte, con la presencia de emprendimientos residenciales muy localizados y concretos de población de clase alta, como un radio situado en el extremo noreste del aglomerado, que contiene un country náutico.

En el caso de Santo Tomé, si bien los radios que se extienden por el centro urbano alcanzan puntuaciones altas en este componente, las más elevadas se corresponden con barrios privados y countries, situados a cierta distancia del mismo, comunicados por medio de autopista con la ciudad de Santa Fe, origen de la mayoría de sus habitantes. A ellos se une la zona sureste de la ciudad, base de una Unidad Militar, por lo que los hogares existentes en las viviendas allí localizadas alcanzan puntuaciones elevadas. Y, al igual que en Santa Fe, un conjunto de radios con puntuaciones medias se sitúa entre éstos y los que obtienen bajas puntuaciones, en barrios como el Chaparral o Villa Adelina Este.

La distribución espacial de las puntuaciones que obtienen los radios censales en el segundo componente, pobreza estructural, guarda una estrecha relación con la anterior, aunque ambos mapas no son exactamente especulares (figura 2). La localización de los radios donde las puntuaciones son muy altas o altas es periférica en lo fundamental, conformando un anillo que encierra el núcleo de la ciudad de Santa Fe, anillo tan sólo roto en su continuidad espacial al norte de la misma. Además, la mayor parte de las localidades de Rincón y Arroyo Leyes están encuadradas en los intervalos de mayores puntuaciones, al tiempo que en Santo Tomé la presencia de radios en los que la incidencia de la pobreza estructural es elevada es comparativamente menor. En este contexto, debe destacarse la marcada concentración de divisiones censales que obtienen puntuaciones muy altas en el área oeste de Santa Fe y en las zonas ribereñas del río Santa Fe, en los distritos de la Costa. También el entorno de la zona denominada Vuelta del Paraguayo (situada al este de la Laguna Setúbal, y asiento de un tradicional barrio humilde asociado a actividades económicas de subsistencia relacionadas con el medio natural circundante) las puntuaciones son elevadas, situación derivada en gran medida de las deficientes condiciones que los terrenos presentan para su urbanización.

Figura 2
Puntuaciones de los radios censales en el componente 2 Pobreza estructural
Fuente: elaboración propia.

En la ciudad de Santo Tomé, en tanto, la presencia de áreas con puntuaciones elevadas se corresponden con barrios tradicionalmente humildes, como el denominado Chaparral, el más antiguo de la localidad, y asociado a la existencia de terrenos ferroviarios, con un alto déficit infraestructural, y en un marco de baja calidad ambiental y con un trazado urbano muy irregular e impreciso, situación que, desde hace décadas, se mantiene.

Los radios que obtienen las puntuaciones más elevadas en el tercer componente, cohabitación sin déficit infraestructural y con ciclo familiar maduro, se localizan fundamentalmente en el centro de la ciudad de Santa Fe (figura 3), y desde allí, se continúa hacia el norte conformando una estrecha franja articulada por la Avenida A. del Valle. A partir de esta zona, los valores de las puntuaciones van descendiendo hacia la periferia, resultando ser muy bajas o bajas en la periferia septentrional de la ciudad, y en la práctica totalidad de Recreo, Santo Tomé, Rincón y Arroyo Leyes. Y, desde el momento en que la no existencia de déficit infraestructural en las viviendas es una de los elementos que da significado al componente, las puntuaciones más bajas tienden a situarse en las áreas en las que la pobreza estructural tiene una incidencia mayor.

Figura 3
Puntuaciones de los radios censales en el componente 3 Cohabitación sin déficit estructural con ciclo familiar maduro
Fuente: elaboración propia.

En comparación con las distribuciones de los tres componentes anteriores, la correspondiente al cuarto, identificado como inmigración nacional con presión sobre el parque de viviendas, la localización de los radios en los que se alcanzan puntuaciones altas o muy altas es mucho más puntual, y restringido en cuanto a su número (figura 4). Tan sólo en los radios correspondientes a la Base Militar, por razones obvias, en algunos, muy pocos, del centro de la localidad de Santa Fe, y en otros periféricos correspondientes a la misma, este componente tiene importancia. Si, como dijimos, las razones que explican las elevadas puntuaciones de los radios de Santo Tomé están relacionadas con la presencia del Batallón Militar, son dos los grupos sociales que habitan en los radios de la ciudad de Santa Fe. Así, en los periféricos las elevadas puntuaciones se asocian con población proveniente de zonas rurales, de bajos o medios niveles de instrucción, con problemas de inserción en el mercado laboral formal, motivo por el cual los jefes de hogar tienden a desarrollar tareas informales, temporarias y de baja remuneración. Esta situación es la mayoritaria en un radio censal localizado en el sector noreste de la ciudad de Santa Fe (Barrio Chaqueño o Chaco Chico), la zona localizada al este de la ciudad, asociada a un barrio de pescadores, denominada Vuelta del Paraguayo, o la zona ribereña denominada La Guardia. En contraste, la población residente en el área central de Santa Fe es población con altos niveles de instrucción, en muchos casos, profesionales, con desempeño laboral en puestos calificados y de mando de instituciones o empresas radicadas en el aglomerado, y cuyo nivel de vida alcanza buenos estándares de calidad, observando las demás variables analizadas.

Figura 4
Puntuaciones de los radios censales en el componente 4 Inmigración nacional con presión sobre el parque de viviendas
Fuente: elaboración propia.

Por último, atendiendo a la distribución espacial de las puntuaciones del último componente, inmigración limítrofe, son dos las áreas en las que se localizan los radios censales que obtienen puntuaciones elevadas o muy elevadas (figura 5). Por un lado, toda la zona norte de la ciudad de Santa Fe y gran parte de las localidades de Recreo y Rincón. En todos estos casos, la presencia de inmigrantes limítrofes se asocia con el tipo de actividad económica que se desarrolla en tales áreas del aglomerado; en este sentido, debe indicarse que nos encontramos en el área correspondiente al cinturón hortícola de la ciudad de Santa Fe, una zona con predominio de actividad agrícola basada en el cultivo de verduras de hoja y hortalizas que tiene como mercado fundamental el propio Gran Santa Fe. Y en esta actividad es notable y característica la presencia de trabajadores (no sólo peones, sino también patrones) de origen boliviano, inmigrantes que, como es sabido, se dedican de forma mayoritaria a las actividades agrarias. Lo mismo sucede en la otra zona de alta incidencia de este componente, los distritos de la Costa, donde también se desarrolla una zona de producción hortícola a lo largo del Albardón Costero, como se lo conoce localmente.

Figura 5
Puntuaciones de los radios censales en el componente 5 Inmigración limítrofe
Fuente: elaboración propia.

Por su parte, los dos únicos radios que obtienen puntuaciones muy bajas en este componente se corresponden con la base donde se acantona la Unidad Militar del Ejército, una actividad militar exclusiva para los nacionales argentinos, limitándose en extremo la presencia de foráneos en ellos.

Conclusiones

El objetivo de este estudio era identificar las dimensiones que subyacen en la diferenciación residencial de la población del Gran Santa Fe, dimensiones que han resultado ser cinco; de ellas, la más importante es la relacionada con el estatus social elevado con ciclo familiar maduro, cuyas mayores puntuaciones se obtienen, como cabría esperar, en las áreas centrales y pericentrales de las dos localidades principales del aglomerado, la ciudad de Santa Fe y Santo Tomé. A partir de estas zonas, se registra una gradación descendente hacia la periferia, resultados consistentes, como ya indicamos, con lo obtenido en otras ciudades argentinas. No obstante, y siendo esto así, también se registra la presencia de localizaciones puntuales de estatus social elevado "embutidas" en áreas en las que este primer componente obtiene puntuaciones bajas o muy bajas, situación relacionada con la presencia de emprendimientos habitacionales dirigidos a segmentos de población de elevados recursos -como el country náutico localizado en el extremo noreste del aglomerado- y que puede interpretarse como el reflejo de la fragmentación social urbana que la capital santafesina está experimentando.

A gran distancia de este primer componente, pero aún dando cuenta de más del 10% de la varianza contenida en las variables de partida, aparecen otros dos componentes: la pobreza estructural y la cohabitación sin déficit estructural y con ciclo familiar maduro. También la distribución espacial del primero de estos dos componentes se ajusta a lo que cabría esperar, esto es, las puntuaciones más elevadas se obtienen en las áreas periféricas del aglomerado, con especial relevancia en la ciudad de Santa Fe. Por su parte, los dos componentes relacionados con el origen de la población tienen una capacidad explicativa, estando relacionada la distribución espacial de sus puntuaciones con las particularidades propias del aglomerado santafesino; la presencia de un cinturón hortícola en el extremo norte del mismo está en relación con concentraciones de inmigrantes limítrofes, al igual que la existencia de una Unidad Militar en Santo Tomé lo está con la presencia de inmigrantes nacionales, por ejemplo.

Algo más se podría añadir en relación con los dos primeros componentes. En primer lugar, la situación santafesina comparte con la práctica totalidad de ciudades para las que se ha realizado un estudio con información comparable el hecho de que son las situaciones de pobreza y estatus social alto las que mayor capacidad explicativa de la diferenciación residencial poseen. No obstante, y siendo efectivamente esto así, llama la atención en el caso de Santa Fe la gran diferencia existente entre ambos componentes, no sólo en cuanto a la varianza explicada, sino también en lo relativo a la extensión espacial de los radios en los que se obtienen las puntuaciones altas o muy altas. Resulta comparativamente extensa la zona de alta incidencia del componente estatus social elevado, mientras que es relativamente reducida, en comparación, por ejemplo, con algunas capitales del NOA (cfr. Natera, 2006), la correspondiente a la pobreza estructural7. Creemos que, probablemente este hecho se deba a que estamos estudiando la ciudad capital de una de las provincias más prósperas de la República, por lo que las situaciones de pobreza estructural, extrema, que es lo que este componente está señalando, están mucho menos extendidas que en el caso de las capitales del NOA, al tiempo que las situaciones de lo que se ha denominado como estatus social elevado, se encuentran en la situación contraria.

De cualquier manera, creemos que la distribución espacial de los componentes con mayor capacidad explicativa viene a coincidir con lo supuesto por las modelizaciones de ciudad latinoamericana de las que disponemos, y con los resultados correspondientes a otras ciudades de la República: población de mayor estatus en el centro y las áreas pericéntricas, con una pauta descendente hacia la periferia, y la población de menos recursos en la periferia, al tiempo que la localización de los inmigrantes está en función directa de las particularidades propias del aglomerado santafesino.

Notas
1 Entre ellos, los desarrollados por Griffin y Ford (1980), Bähr y Mertins (1982), Howell (1989), Borsdorf (1986 y 2003), Janoschka (2002); también Conway y Brown (1980) o Bähr (1990) sobre aspectos de las migraciones intraurbanas.
2 Una excelente síntesis de las aportaciones teóricas destinadas a dar cuenta de los procesos de diferenciación residencial puede encontrarse en Checa (2006); también, aplicado al contexto latinoamericano, es de gran utilidad el trabajo de Buzai (2003).
3 Esta aproximación se basa en la relación existente entre hogares y viviendas, y, en consecuencia, no puede aprehender el déficit cualitativo, esto es, el déficit derivado del número de viviendas que deberían ser sustituidas debido a sus malas condiciones de habitabilidad.
4 Los estudios del Panorama Social de CEPAL indican que en la década de los noventa era necesario un mínimo de 10 años de escolaridad para obtener una probabilidad importante de eximir un hogar de la pobreza, mejor si en ellos se ha terminado la secundaria (en Arraigada, 2000: 15); en el caso argentino, la población sin la secundaria completa tiene un máximo de 11 años de escolaridad aprobados.
5 Algunos aspectos de estas diferencias en el contexto argentino en comparación con el conjunto latinoamericano pueden encontrarse, por ejemplo, en Gropello (1999).
6 Hijos que pueden permanecer aún en el hogar o bien haberlo abandonado para formar uno propio. La variable se refiere al número total de hijos nacidos vivos, no al número de hijos que convive con la madre.
7 El tamaño de los radios periféricos puede llamar a engaño, en el sentido de que son radios con baja densidad total y que se extienden por los límites exteriores del aglomerado, siendo en realidad la mancha urbana en ellos considerablemente más reducida de lo que el tamaño total de la división censal da a entender.

Bibliografía
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Fecha de recepción: 9 de febrero de 2007.
Fecha de aprobación: 2 de mayo de 2007.