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Revista Universitaria de Geografía

versión On-line ISSN 1852-4265

Rev. Univ. geogr. vol.25 no.2 Bahia Blanca dic. 2016

 

Constitución de los circuitos de la economía urbana en la globalización

María Laura Silveira*

* Investigadora Principal del CONICET, Instituto de Geografía Romualdo Ardissone, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

Resumen
El objetivo de este artículo es discutir algunos acontecimientos del período de la globalización y sus manifestaciones en el territorio y en la economía urbana. La argumentación se fundamenta en contribuciones teóricas de diversos autores y en nuestras propias investigaciones en América Latina. En el análisis de los eventos de escala global y nacional que inciden en la ciudad consideramos aquellos relacionados con el fenómeno técnico, el consumo, las grandes empresas, las políticas de Estado, las migraciones, la organización, el sistema financiero, la inflación, las políticas de revitalización de los centros urbanos y la creación de áreas especiales. A partir de ese cuadro general abordamos las nuevas relaciones entre los circuitos de la economía urbana, es decir, cómo actores y actividades con diferentes grados de capital, tecnología y organización establecen nexos de complementariedad, competencia y dependencia en la producción y el consumo en el medio construido urbano. En seguida reflexionamos sobre las nuevas formas y lugares de la integración del capital de los circuitos económicos a lo largo de la red urbana en el período de la globalización. Finalmente, presentamos unas breves consideraciones acerca de los desafíos teóricos y políticos del estudio y la reorganización del territorio y de las ciudades.

Palabras clave: Economía Urbana; Circuitos de Producción y Consumo; Territorio; Globalización; Red Urbana.

Constitution of urban economy circuits in globalization

Abstract
This article discusses some events of globalization and their appearance in the territory and urban economy. Our argument is based on theoretical contributions of several authors and on our own research in Latin America. In the analysis of events having an impact on cities at global and national scale, we studied those related to technical phenomena, consumption, holdings, government policies, migration, organization, financial system, inflation, revitalization plans of urban centres and creation of clusters. From this context, we approach the new relationship between circuits of urban economy, i.e., how actors and activities with different degrees of capital, technology and organization establish links of complementarity, competition and dependence in the production and consumption in the constructed environment. Next, we discuss about the new forms and places of capital integration of economic circuits along the urban network during the globalization period. Finally, we present brief considerations on the theoretical and political challenges of the study and the reorganization of territory and cities.

Key words: Urban Economy; Circuits of Production and Consumption; Territory; Globalization; Urban Network.

Introducción

Proponemos abordar algunos aspectos fundamentales de la dinámica de los territorios en la globalización, con énfasis en la economía urbana y sus circuitos de producción y consumo. Para ello elaboramos cuatro apartados. En el primero procuraremos discutir algunos acontecimientos del período que, impactando en la formación socioespacial (Santos, 1977; Silveira, 2014) alcanzan la dinámica actual de los circuitos de la economía urbana (Santos, 1975), es decir, el conjunto de actividades desarrolladas con grados diversos de capital, tecnología y organización que se despliega en el medio construido urbano. En segundo lugar, reflexionamos más específicamente en torno de la naturaleza relacional de tales circuitos para, en tercer lugar, discutir sus nuevas articulaciones verticales y horizontales a lo largo de la red urbana. Finalmente, esbozamos lo que entendemos pueden ser algunos desafíos teóricos y políticos contemporáneos.

Globalización, formación socioespacial y ciudad

Hoy, más que antes, la economía urbana experimenta importantes transformaciones que resultan de acontecimientos cuya escala de origen no es la ciudad en sí misma. En otras palabras, aunque la ciudad constituya la escala de imperio o de realización de esos acontecimientos, frecuentemente no es la escala de origen de gran parte de las acciones, como habíamos sugerido anteriormente1. De tal modo, acontecimientos de origen planetario y nacional con impacto nacional y local cambian significativamente los procesos de producción y consumo en las ciudades.

En primer lugar, señalamos algunas manifestaciones del fenómeno técnico contemporáneo. Mientras que la producción material se realiza al ritmo de nuevos proyectos y nuevos materiales, como ya preveía Simondon (1989) en la década de 1950, los procesos inmateriales que completan ese fenómeno técnico se caracterizan hoy por la complejidad organizacional. En consecuencia, observamos una mayor densidad de la base técnica, una profundización de la división social y territorial del trabajo y, paralelamente, la diversificación y la expansión de la circulación.

Como causa y resultado de los nuevos procesos mencionados, se implantan macrosistemas técnicos (Gras, 1993; Santos, 1996) en el territorio, los cuales provocan una reorganización de las redes urbanas y de las ciudades. Se trata de infraestructuras públicas y sistemas técnicos de producción capital-intensivos y de gran porte, que constituyen una variable inherente al circuito superior por su capacidad de aumentar las escalas de producción y circulación y los respectivos lucros. No podemos dejar de mencionar aquí la importancia de la técnica de la información que demanda soportes específicos y permite la comunicación de las demás técnicas entre sí. Es la info-tecnología, como sugiere Goldfinger (2002: 49) que representa "una fuerza reestructurante de todas las actividades económicas actuales" y recibe inversiones superiores a las inversiones en máquinas y equipamientos tradicionales. Asevera el autor:

La influencia y el impacto de la info-tecnología sobrepasan ampliamente su dominio específico. Penetra todos los sectores, aún en los más tradicionales, la agricultura o la explotación minera, por ejemplo. Es estructurante, comparable a ese respecto a las tecnologías de transporte y de energía que moldearon la economía industrial del siglo XIX y principios del XX. Pero además es más que esto: simultáneamente materia-prima, infraestructura, bien intermedio, y producto de consumo final, herramienta de trabajo y fuente de esparcimiento, está omnipresente, en las oficinas, en las fábricas, en casa, en las carreteras (Goldfinger, 2002: 50).

Entretanto, parece importante aceptar el consejo de Maffesoli (1997) para quien es necesario incorporar la paradoja en la formulación de problemas, ya que la técnica contemporánea reúne al mismo tiempo, el carácter sistémico de los grandes objetos técnicos y la naturaleza divisible de su estructura. Esta doble condición de la técnica actual es también el fundamento de aquello que Ellul (1968) señala como tecnificación de la vida económica y social ya que "la técnica asume hoy en día la totalidad de las actividades del hombre, y no solamente su actividad productora" (Ellul, 1968: 2)2.

Al mismo tiempo, más allá de las determinaciones y rigideces que impone, la técnica contemporánea posibilita un abanico de usos, con la activa participación de una nueva porción marginal del circuito superior y del circuito inferior. Las técnicas actuales son divisibles, flexibles, dulces o afables (Gaudin, 1978; Santos, 1996) porque demandan inteligencia e información y, por eso, permiten usos y escalas distintos. Evidenciando una diferencia con las técnicas del período industrial, esa condición de existencia de la técnica actual proporciona un significado renovado a la idea de Berger (1964: 233), para quien los objetos consumen inteligencia durante toda su vida útil. Las combinaciones y aplicaciones de la técnica demandan creatividad y configuran lo que Martín-Barbero (2006) denomina usos populares de lo banal. Para diferenciarlas de las técnicas que responden a las demandas del príncipe, Gaudin (1978) las denomina técnicas populares porque, en su entender, resultan del hacer y de la imaginación de un gran número de personas que inventan objetos útiles para la vida cotidiana, aunque su éxito busque ser ocultado o confiscado. De allí que podríamos pensar que esa divisibilidad de la técnica contemporánea podría ser vista como variable inherente y ascendente del circuito superior marginal y del circuito inferior.

En segundo lugar, mencionamos el consumo. Organizada a partir de bases científicas aplicadas a la publicidad y las finanzas, la expansión del consumo es concomitante con un cambio en la composición de ofertas y demandas propia del circuito superior. Para un autor como Mattelart (2009) la interface entre publicidad, marketing y neurociencias posibilitó el neuromarketing, el cual permite asociar zonas del cerebro y estímulos de marcas para ampliar el consumo. Para Sassatelli (2012), el mensaje publicitario es un modo de comunicar, abiertamente persuasivo, que explora la posibilidad de asociaciones simbólicas inherentes al lenguaje verbal y visual. Y agrega:

... el fenómeno de la marca, por ejemplo, funciona de modo semejante al 'mito': la marca no es solamente el nombre de un producto o de una casa productora; es, antes, un símbolo que puede evocar una serie de significados que funcionan como marco interpretativo y afectivo (Sassatelli, 2012: 180).

La alianza entre publicidad y marca permite, al circuito superior3, una extraordinaria difusión planetaria de los bienes y servicios producidos y, al mismo tiempo, una invasión del cotidiano de casi todos los estratos sociales en prácticamente todos los lugares. El corolario es la adaptación permanente, creativa e imitativa al mismo tiempo, del circuito inferior.

En tercer lugar, un evento que define el período actual es el crecimiento de las grandes empresas en tamaño y poder por acumulación o por fusiones y adquisiciones4, las cuales involucran procesos de diversificación e innovación, la expansión de sus topologías y nuevas relaciones con el poder público. Se trata de la inteligencia del capital que unifica las etapas de producción y circulación, los procesos técnicos y las acciones en general, a partir de significativos aumentos de organización. Quizás una de las manifestaciones más claras de ese proceso sea la actual burocratización de las firmas pero que, como afirma Jacoby (1972: 284-285) "a pesar de la complicación y el gran costo del aparato administrativo, que crece paralelamente con la burocratización de las empresas en expansión éstas no pierden su rentabilidad gracias a su poderosa posición en el mercado y a las ventajas de orden industrial". Conociendo importantes y constantes reformas organizacionales en sus funciones para sobrevivir en la disputa con las demás y para obedecer las exigencias del motor financiero, las firmas globales aumentan su grado de capitalización y reducen periódica y drásticamente los empleos. Aunque el crecimiento del capital total signifique también el crecimiento del capital variable, la tecnificación contemporánea y las nuevas formas organizacionales conducen a una menor demanda de trabajo en las grandes corporaciones. En la opinión de Sennet (2006) es el poder accionario que sustituye el poder gerencial en las grandes empresas de modo tal que "las reglas del poder están en manos de inversores impacientes" (Sennet, 2006: 69). Enunciando las formas de evaluación y medida contable que hacen funcionar lo que denomina aparato de captura de la apropiación capitalista, formado por la ganancia, la renta y el impuesto, Lazzarato (2015) escribe:

El ROE (Return on Equity) es la 'medida' del rendimiento económico que expresa el punto de vista del accionista sobre la firma. De unos pocos puntos porcentuales de ganancia anual a fines de la década de 1980 se pasa gradualmente al 10% y luego al 15%. [...] Ya no es el empresario sino el acreedor quien realiza la apropiación. El régimen de propiedad hegemónica sigue siendo privado, pero se funda en la propiedad de los títulos de capital (Lazzarato, 2015: 44).

En esa misma línea, un autor como Toussaint (2002: 87) reconoce la existencia de "grupos financieros con dominio industrial" y explica que "numerosas firmas tradicionalmente activas en la producción funcionan como grupos financieros, que realizan elecciones permanentes en función de la rentabilidad de los capitales comprometidos en sus diversas actividades y filiales" (Toussaint, 2002: 87).

Cada día una nueva fusión de empresas globales se verifica y el nuevo holding es capaz de aumentar sus economías de escala gracias a la reducción de los costos, la permanencia del nivel de los precios, las actividades promocionales fundadas en la publicidad y en su propia capacidad financiera y la unificación de servicios internos necesarios para el ejercicio de sus acciones. De ese modo, la nueva firma enfrenta un número menor de competidores y aumenta su poder de negociación con los proveedores, en definitiva, amplía su poder de mercado. Se consolida, así, la naturaleza capital-intensiva del circuito superior. El retrato es una alta concentración de la producción y de la circulación que revela una economía y un territorio oligopolizados.

En cuarto lugar señalamos las reformulaciones de las políticas de los Estados, amparadas en el discurso de la modernización y el crecimiento, el aumento del número de empleos o en el supuesto desarrollo de un proyecto nacional y el fortalecimiento del mercado interno. Sin embargo, no es inusual que permanezcan las asociaciones con las grandes firmas, la internacionalización de capitales y las políticas sectoriales en la agricultura, la industria, la energía, que coexisten, ahora, con políticas de promoción a la pequeña y media empresa, políticas de crédito al consumo y políticas sociales y asistencialismo de diversas especies. Tales acciones del poder público tienen impactos muy diferentes sobre el circuito inferior en las diversas regiones.

En quinto lugar, no podemos olvidar la importancia de los flujos migratorios en el período actual, que revelan nuevos orígenes y destinos, nuevos volúmenes y frecuencias. A menudo temporaria, una mano de obra extranjera y calificada llega a las metrópolis para ejecutar las acciones necesarias de la economía del circuito superior, reforzando, en ese movimiento, la expansión del sistema técnico contemporáneo. Por otro lado, grandes contingentes nativos y extranjeros de mano de obra no calificada encuentran refugio en el circuito inferior metropolitano, lo que revela que la migración de pobres es una variable inherente al circuito inferior. Ese cuadro adquiere, hoy, mayor complejidad por la llegada de inmigrantes calificados que, no obstante su status de refugiados políticos, a menudo pasan a engrosar el circuito inferior. Aunque su estudio trate de las migraciones de africanos hacia Francia y España, la reflexión de Tarrius (2002) resulta explicativa de nuestras realidades urbanas al decir que el hecho de que sus acciones se den "por abajo" no quiere decir que sean insignificantes. Al contrario, se trata de otra mundialización, no la de las tecnologías y el capital, sino del descubrimiento de potentes solidaridades, que crean nuevas relaciones sociales y producen un mundo mixto, mezclado, un nuevo cosmopolitismo.

En sexto lugar mencionamos la relevancia de la organización. En un momento de ampliación de los contextos5 y de tecnificación del trabajo y de la vida, la organización es causa y consecuencia del aumento y la complejidad de las instituciones, de las normas y las fiscalizaciones. Aunque en cierta medida aumente el número de empleos en áreas vinculadas a esa nueva regulación, el ritmo en que tales normas erosionan las actividades económicas menos capaces de acompañar el paso parece siempre mayor. De tal modo disminuyen las oportunidades de trabajo para importantes estratos de la población. Más que nunca antes, la información es, además de una mercadería, un factor de producción que permite el funcionamiento de las organizaciones que demandan la instantaneidad de la regencia y de los resultados, como en el caso de las investigaciones de satisfacción, las mediciones de audiencias y otros estudios de esa naturaleza. En esa dirección, las centrales de compra, por ejemplo, reordenan significativamente las formas y las normas de la distribución, gracias a los contenidos organizacionales que, como la logística, les permiten concentrar los bienes y particularmente aquellos que les permiten centralizar las informaciones6.

En séptimo lugar reconocemos la creciente relevancia del sistema financiero. En función de la profusión de instituciones financieras, redes comerciales que ofrecen servicios bancarios, firmas de seguros y de envío de remesas, entre otras, la expansión del sistema financiero más allá del sistema bancario transforma la estructura del consumo y de la producción, la oferta de crédito, la cantidad y la velocidad del dinero en circulación y fortalece los oligopolios, a partir del aumento y la concentración de los lucros y la integración de la economía en escalas más amplias. Sin embargo, esto puede ser llevado a cabo en virtud de la profunda interrelación que hoy se da entre máquinas y signos, como sugiere Lazzarato (2015). Para este autor, los signos son los motores semióticos de las computadoras y máquinas digitales y permiten la comunicación entre esas máquinas, con otros humanos y no-humanos o, en otros términos, máquinas y signos funcionan transversalmente a la sociedad y, por esa razón, vuelven eficaz la transversalidad de las finanzas. Agrega que "en el capitalismo, los flujos de signos (la moneda, los logaritmos, los diagramas, las ecuaciones) actúan directamente sobre los flujos materiales, sin pasar por la significación, la referencia y la denotación" (Lazzarato, 2015: 24). Esa relación biunívoca entre semovientes y lenguajes constituye la base para las acciones del capital financiero o portador de intereses que, como alerta Chesnais (2005):

... procura 'hacer dinero' sin salir de la esfera financiera, bajo la forma de intereses de préstamos, de dividendos y otros pagos recibidos a título de posesión de acciones y, en fin, de lucros nacidos de especulación exitosa. [El capital portador de intereses] tiene como terreno de acción los mercados financieros integrados entre sí en el plano doméstico e interconectados internacionalmente (Chesnais, 2005: 35).

En octavo lugar nos referimos a un acontecimiento que tiene como escala de origen, fundamentalmente, la formación socioespacial. Como en décadas pasadas, la inflación surge hoy como un grave problema macroeconómico en algunos países latinoamericanos y parece tener un efecto doble y contradictorio sobre el circuito inferior, cuyo crecimiento no es ajeno al deterioro general provocado por ese mismo proceso. Por un lado, aumenta la liquidez, lo que permitiría una mayor elasticidad de ese circuito, con la respectiva ampliación de las ocupaciones mas, por otro lado, disminuye de forma significativa el valor del trabajo ejercido en las pequeñas actividades ya que los precios aumentan más que los salarios y que otros ingresos ocasionales. Estas son dos causas entrelazadas de la expansión del circuito inferior. No olvidemos que, aún en condiciones de baja inflación, el circuito inferior tiende a desarrollar una inflación más alta, ya que no hay economía de escala en la producción y venta y los costos y precios por unidad son más altos.

En noveno lugar, las áreas centrales de las grandes manchas metropolitanas han sido, históricamente en América Latina, lugares de refugio para el ejercicio de la economía de la pobreza. Entretanto, las políticas actuales de revitalización de los centros urbanos7, cuya ejecución es local, pero su origen se encuentra frecuentemente en las grandes universidades extranjeras, en las firmas globales de consultoría y en los grandes bancos asociados, provocan la expulsión del circuito inferior para permitir la localización de grandes redes y comercios altamente capitalizados.

Finalmente, otras políticas urbanas recientes, tantas veces imitando modelos externos y globalizados, que parecen tener consecuencia sobre la economía urbana son las de promoción de actividades de producción y servicios tecnológicos y culturales, aquello que hoy es denominado economía creativa. De algún modo el poder público favorece la conformación de una porción marginal del circuito superior, necesaria y subsidiaria del circuito superior puro, que también se consolida en esos mismos puntos y áreas. Frecuentemente a partir de la creación de clusters y distritos especiales, el Estado destina porciones centrales del tejido urbano, inversiones en renovación de infraestructuras y políticas específicas para el desarrollo de esas actividades8. La cuestión que cabe aquí es si tales políticas no acaban por desvalorizar la producción banal propia del circuito inferior y de una porción residual del circuito superior marginal, desprovistos como están del dominio de diversas variables de la época.

Naturaleza relacional de los circuitos de la economía urbana

Los rasgos del período contemporáneo tratados anteriormente nos permitirían reflexionar sobre la naturaleza relacional de los circuitos de la economía urbana9. Cabe recordar que un circuito es opuesto al otro en su relación, constituyendo una oposición dialéctica (Santos, 1975). De allí que el valor de los circuitos sea relacional10 y una evidencia de esto es la forma por la cual los acontecimientos de escala planetaria impactan sobre el circuito inferior de una determinada ciudad y cambian su constitución. En ese sentido, podemos hacer propias las palabras de Tilly (2000: 99) cuando escribe "un límite coexiste con relaciones desiguales bien-definidas por medio de él: el límite y las relaciones desiguales se refuerzan recíprocamente".

Por esas razones, en una paradoja que es solo aparente, diríamos que aumenta al mismo tiempo la brecha entre los circuitos, las sinapsis entre ellos y su integración en porciones más amplias del territorio. Gracias a la aceleración de los lucros de las firmas en situación de oligopolio con apoyo del Estado, aumenta la distancia entre los grados de capital, tecnología y organización del circuito superior y de las actividades de sobrevivencia que componen el circuito inferior, aun cuando algunas de estas se tornen hoy tecnificadas.

Discutiendo la plasticidad de la info-tecnología, Goldfinger (2002) explica que un mismo objeto técnico puede ser utilizado de forma revolucionaria o banal. En el primer caso, se aprovechan todas las funciones, incluyendo las más sofisticadas, lo que permite mejorar el desempeño y abreviar los tiempos de producción y circulación. Todavía la aplicación de esa tecnología es, en el inicio, más demorada y costosa porque demanda un aprendizaje. Al contrario, la utilización banal permanece restringida a las funciones más elementales, a menudo relacionadas con la asimilación de la operación del nuevo artefacto a las técnicas anteriores. Aunque tal vez sea más apropiado atribuir el adjetivo "revolucionario" al uso que el circuito inferior hace de algunas complejas técnicas contemporáneas inclusive sin utilizar todas sus funciones, esa diferenciación propuesta por el autor parece fértil para revelar la densidad y la difusión actual del sistema técnico, los costos y los usos distintos en los dos circuitos. Es evidente que la extrema tecnificación de la economía superior permite obtener lucros antes impensados.

En ese proceso contradictorio hay, ciertamente, una banalización de la técnica contemporánea, que posibilita la comunión del circuito inferior con los objetos modernos. Entretanto, los actuales aumentos de capital y organización, que son condición de entrada y permanencia en la economía superior, resultan inalcanzables para la mayor parte de la población. Di Nucci (2010) mostró, en la región metropolitana de Buenos Aires y en la ciudades de Mar del Plata y Tandil en la provincia de Buenos Aires, cómo el sistema técnico de la producción de gaseosas fue difundido y permitió el nacimiento de un circuito superior marginal e, inclusive, de un circuito inferior. Sin embargo, en esas situaciones, la creciente necesidad de capital y de organización para alcanzar mercados importantes restringía la posibilidad de esos mismos actores en porciones más amplias del territorio.

Con todo, también se multiplican los nexos entre los circuitos. Reflexionando sobre las mutaciones del capital en el momento actual, Ribeiro (2011: 22) reconoce la yuxtaposición de lo novísimo y de las formas de acumulación primitiva, en lo que podría ser una manifestación de las sinapsis que buscamos explicar:

El nuevo dinamismo del capital, especulativo e investigativo, retorna a espacios y prácticas sociales antes considerados como superados o demasiado atrasados, sometiendo formas pretéritas de producir y, especialmente de reproducir la vida. Tratase, aquí, de la manifestación de una capacidad articulatoria más y más entrelazada a la cultura, de donde son extraídas creación e innovación. Está vigente, hoy, una acumulación primitiva de nuevo tipo que, al mezclar economía y cultura, anima las periferias del capitalismo (Ribeiro, 2011: 22).

Contando con poco o ningún capital de giro, el circuito inferior necesita del crédito suministrado por el circuito superior para desarrollar sus actividades y, así, obtener nuevamente dinero líquido para pagar el crédito. Esa necesidad, oriunda de la economía inferior en su relación con la economía superior, permite la profundización de la división territorial del trabajo hegemónica, ya que se multiplican los puntos de una red de instituciones financieras que ofrecen crédito desburocratizado a un circuito inferior carente de liquidez. Por esa razón, la diversificación del circuito superior o, en otros términos, la mayor complejidad de esa división del trabajo no podría ser explicada sin comprender las dinámicas de las divisiones territoriales del trabajo de la economía pobre. Aunque concordemos con Polanyi (2003) cuando afirma que el dinero es una mercadería ficticia11, no hay duda de que este es vendido más caro para los pobres y el crédito es, en ese proceso, una vía para resolver los problemas de liquidez y una forma por la cual el circuito inferior refuerza su dependencia estructural del circuito superior.

Una manifestación más de las sinapsis que se dan entre los circuitos es el beneficio secundario que la publicidad y la vocación de consumo creada por el circuito superior provoca en el circuito inferior. Pero, además, como el circuito inferior no funciona sin una alta circulación de mercaderías y de pequeñas cantidades de dinero, depende fuertemente de los intermediarios, muchos de los cuales pertenecen al circuito superior o son un trazo de unión entre ambos circuitos. Es el caso de los pequeños almaceneros que adquieren mercaderías en grandes hipermercados a través de diferentes formas de pago.

Sístoles y diástoles pueden ser reconocidas en el movimiento constitutivo de los circuitos de la economía urbana. Habría, por un lado, fuerzas que buscan perseguir al circuito inferior y, por otro, fuerzas que llevan a su diseminación. El predominio de la técnica y de la organización contemporánea que, como vimos, permiten concentrar, todavía más, la producción y la circulación, contribuyen para edificar la hegemonía de una división territorial del trabajo en la ciudad y en el territorio, revelando el papel de las redes y de la oligopolización. Como ya había explicado Milton Santos en 1975:

Si innúmeras industrias se instalan y pueden contornear todo, acumulando lucros importantes a pesar de sus capacidad ociosa, eso se debe a su poder de fijar los precios independientemente del costo de los factores de producción, como la materia-prima, la energía y la mano de obra (además barata), lo que les permite tasas de rendimiento elevadas para los capitales empleados. Pero, entre los factores favorables es necesario, sin duda, aumentar la protección del Estado (Santos, 2004: 143).

Ese es el circuito superior que, de algún modo, restringe los lugares y la capacidad de acción del circuito inferior. El crédito al consumo, que hoy adquiere enorme importancia12, tiene un papel convergente en ese movimiento, pues lleva a la realización de ese consumo en los establecimientos del circuito superior13, con la respectiva disminución de los mercados y de las oportunidades de producción en los establecimientos del circuito inferior.

Esas y otras son formas de concentración de plusvalía y de producción de deudas sociales y desigualdades en el período actual que provocan la expansión del circuito inferior. Hoy la pobreza es estructural, científica y globalizada. Se crea el desempleo y cae el valor del salario porque la división del trabajo no es más espontánea, sino obediente a la ciencia y movida por un mecanismo que produce deudas sociales (Santos, 2000):

... la pobreza estructural [...] de un punto de vista moral y político equivale a una deuda social. Es estructural y no más local, ni inclusive nacional; se vuelve globalizada, presente en todas partes en el mundo. Hay una diseminación planetaria y una producción globalizada de la pobreza, aunque esté más presente en los países ya pobres. Pero es también una producción científica, por lo tanto voluntaria de la deuda social, para la cual, en la mayor parte del planeta, no se buscan remedios (Santos, 2000: 69).

En la misma obra, el geógrafo brasileño asevera que el motor que produce la pobreza es el mismo de los otros procesos que definen la época; de allí también su naturalización. Escribe: "la pobreza actual resulta de la convergencia de causas que se dan en diversos niveles, existiendo como vasos comunicantes y como algo racional, un resultado necesario del presente proceso, un fenómeno inevitable, considerado hasta incluso un hecho natural" (Santos, 2000: 72).

Sin embargo, es preciso sobrevivir y el trabajo en el circuito inferior es la prueba más contundente de la vida en la escasez. Aquí las palabras de McGee (1971 a y b) al referirse a la capacidad autoinflacionaria de la economía popular actualizan su significado,

... la economía de los mercados populares tiene una cierta propiedad de 'auto-inflación': más personas entran en el sistema, más el mercado se expande. El ejemplo más simple es la proliferación de mercados de alimentos donde el número aumenta en la medida en que la población de la ciudad crece (McGee, 1971b: 139).

En el paisaje metropolitano podemos observar esa permanente elasticidad del circuito inferior, resultado biunívoco de la satisfacción de las necesidades de consumo y de las posibilidades concretas de trabajo de los pobres.

Frente a las nuevas tendencias y las acciones del circuito superior, algunas acciones se consolidan en el circuito inferior. La división social del trabajo se vuelve más espesa, al tiempo que crece la imitación de la producción y del consumo de los productos y servicios ofrecidos por el circuito superior. Por otro lado, crece la tendencia al fraccionamiento de las ventas de productos banales que asegura el acceso al consumo de las personas cuya liquidez debe ser renovada cada día. Esa suele ser la estrategia de venta ambulante en las veredas de las áreas centrales de las metrópolis, pero también en las grandes ferias como la de Bonorino, en la ciudad de Buenos Aires, con fuerte presencia de inmigrantes bolivianos, donde se venden en forma fraccionada productos de alimentación, higiene y limpieza y comidas preparadas. Estudiando el circuito inferior en las metrópolis brasileñas, Montenegro (2014: 222) escribe:

... la escasez de capital se refleja, entre otros aspectos, en la importancia asumida por estos pequeños valores, o aún en toda una 'economía de los centavos' que gira en el interior del circuito inferior y se manifiesta especialmente en los barrios pobres y populosos de las grandes ciudades como Belém y Fortaleza.

Crece también el endeudamiento y, en esa sintonía, se crean trabajo, empleo y ofertas para una demanda que es casi insolvente. En ese contexto, el circuito inferior se renueva, continuamente, por la base. Entre las causas que permiten reconocer tal renovación podemos mencionar: el crecimiento vegetativo y migratorio de la población pobre; las actividades económicas que, sin variar el grado de capitalización, expanden el número de ocupaciones, reduciendo todavía más los excedentes obtenidos; la profusión de formas de imitación, tanto de los consumos como de las técnicas, sumada a la creatividad en la producción de nuevos servicios en un mundo en el cual la innovación es constante; los consumos insatisfechos y/o fragmentados de la población pobre.

Entretanto, podríamos pensar que esa economía inferior se renueva también por arriba, cuando el empobrecimiento general de la sociedad y la menor contratación de personas en el circuito superior revelan que el circuito inferior acaba por absorber mano de obra antes vinculada a actividades más capitalizadas. Al analizar los circuitos de la economía urbana en Londrina, Oliveira (2011: 178) explica:

... la rápida difusión del servicio de moto-taxi está vinculada a la convergencia de por lo menos tres procesos distintos: el desempleo, las bajas y bajísimas remuneraciones de los puestos de trabajo, disponibles a la mayoría de los trabajadores menos cualificados, y la necesidad creciente de movilidad en el medio urbano.

En esa dinámica de flujos de personas dentro de un circuito y entre los circuitos se consolida la extrema división del trabajo de la economía popular, sus efectos multiplicadores, la utilización productiva de pequeños capitales, la densidad comunicacional y los mecanismos de integración permanente ora por la producción, ora por el consumo.

Aunque abandonar la porción marginal del circuito superior para constituirse en una empresa del circuito superior puro sea una hazaña reservada a un reducido puñado de actores, otros movimientos verticales renuevan el circuito superior. De arriba para abajo se observa una carrera por la diferenciación interna entre los oligopolios, es decir, una disputa entre "socios-rivales" como bien escribió Dollfus (1987: 130) en la producción de tecnología y de nuevas formas e instrumentos organizacionales y financieros. Véase, por ejemplo, la construcción en plataforma a que se refiere Sennet (2006: 133) al decir que existe "un objetivo básico al cual son aplicadas pequeñas mudanzas superficiales, para transformar el producto en una marca específica"; o la llamada tarifación agrupada (bundling) que reúne varios servicios en un precio único, facilitando la fijación de los precios y permitiendo marcar precios diferentes para un mismo servicio en el juego inter e intracorporativo, además de hacer más simple la gestión de las tarifas (Goldfinger, 2002) y las diferentes tasas aplicadas por los bancos y otras grandes firmas de servicios en las operaciones cotidianas de sus clientes que, sumadas, significan un enorme volumen de dinero para esos agentes (Dowbor, 2008).

En ese movimiento constitutivo, el circuito superior puro expulsa para su porción marginal algunas actividades, de las cuales también necesita, pero que producen bajos excedentes, demandan más mano de obra o utilizan variables que se volvieron o están en vías de volverse variables-soporte. Sin embargo, es una porción marginal que es capaz de trabajar en los actuales encuadramientos organizacionales y decodificar la burocracia de las empresas del Estado, siendo esas algunas de las principales condiciones de permanencia en la denominada economía moderna. No es inusual que un actor de esa porción marginal sobreviva gracias al ejercicio de múltiples actividades. En la asistencia técnica de los equipamientos médico-hospitalarios, David (2010) mostró que ciertos actores del circuito superior marginal ejercían, en su cotidiano, la asistencia técnica autorizada y dependiente de firmas como Siemens y, al mismo tiempo, un trabajo independiente de reparación de equipamientos fuera de las garantías. En las actividades económicas ligadas a la cultura, es común que la producción se adapte a los proyectos en los cuales la continuidad no está asegurada, ahí incluida la del empleo (Benhamou, 2004). Esa misma intermitencia se relaciona con la existencia de actividades de naturaleza ocasional o de tiempo parcial, complementarias y ejercidas por la porción marginal del circuito superior con menores grados de capital y organización (Creuz, 2012).

Si el circuito superior marginal se aproxima al circuito inferior por la vulnerabilidad de su mercado, también aparece como un nuevo límite relacional entre los circuitos. Su grado de organización indica su pertenencia al circuito superior, ya que hoy quien no utiliza esa variable pasa a conformar el contingente del circuito inferior.

Integración de los circuitos en la red urbana: algunas reflexiones

Existe, dentro de cada circuito, una articulación horizontal con diferentes grados de integración. Entre las actividades del circuito inferior, tal articulación tiende a darse en la contigüidad, a pesar de los impactos de las fuerzas de la globalización. En el circuito superior la integración horizontal es alta y globalizada en las metrópolis, pero también es significativa en ciudades regionales y medias de áreas modernas e industrializadas.

Además, hay una articulación vertical entre los circuitos, que es una prueba de su existencia relacional. Esa articulación revela una complementariedad simple cuando un circuito demanda de otro un insumo o utiliza alguna de sus actividades como economía externa y una complementariedad jerárquica en el momento en que la decisión de un actor del circuito superior afecta al inferior o cuando este posibilita la venta de bienes que sobran de la economía superior. Esas relaciones de complementariedad son también de competencia y esa es la dialéctica entre los circuitos, al tiempo que cada uno de ellos mantiene su coherencia interna.

De ese modo, parece fundamental discutir cómo las coherencias internas de cada circuito y las articulaciones entre los circuitos, características del período actual, impactan en la red urbana y en sus jerarquías. Como expone Souza:

... las relaciones interurbanas e intraurbanas constituyen un único sistema, interactuando entre sí y teniendo como producto final la red y la jerarquía urbanas. Esta última debe ser entendida, entonces como la configuración de los núcleos urbanos jerarquizadamente organizados en función de intensidades diferenciadas de esas relaciones. Los conceptos de red y jerarquía urbana son, por los tanto, indisociables (Souza, 1988: 37).

En las metrópolis, la organización de la técnica contemporánea, la producción de informaciones y la transformación de los diferentes tipos de dinero recaudado en los territorios nacionales son causa y consecuencia del desarrollo de actividades cuaternarias (Gottmann, 1976)14 propias de un circuito superior siempre renovado. No podemos olvidar la dependencia externa, resultado de la globalización de los procesos productivos, normativos y mercantiles que, entretanto, no impiden una significativa integración local de servicios modernos. En esas aglomeraciones urbanas las interrelaciones e interdependencias en el terciario calificado o cuaternario, resultantes de la adopción de patrones externos, más también de una industrialización interna, se refuerzan y crean su propio mercado, lo que las vuelve menos dependientes de mercados relativamente externos al propio circuito superior. Eso permitiría entender el crecimiento del circuito superior metropolitano por autopropulsión.

No obstante, hoy las modernizaciones territoriales, la profundización de la división territorial del trabajo hegemónica y, en definitiva, el robustecimiento del circuito superior implican un aumento de las escalas de producción y circulación y una nueva expansión en el territorio y en la red urbana. En porciones de alta densidad técnica y con incesantes demandas de la modernización, ese circuito superior se expande transformando, selectivamente, las formas y los contenidos de la red urbana y de las áreas de producción agropecuaria15. Entretanto, en ciudades que experimentan la llegada de actores de un circuito superior externo a la región diríamos que

La modernización acarrea un desplazamiento de la decisión y de la dependencia bajo formas variadas. En el nivel de la ciudad eso se expresa por la no-integración de las actividades del circuito superior.
Las inversiones son efectuadas, en general, en industrias que no tienen conexiones unas con las otras. Salvo en nivel elevado de complejidad, raramente constatado en los países subdesarrollados, la articulación es realizada fuera de la ciudad, en un medio económico de nivel más elevado, en el interior o fuera del país [...]
En otras palabras, eso significa que las verdaderas posibilidades de crecimiento endógeno del circuito superior son mínimas en todas partes (Santos, 2004: 122-123).

Cuanto más se expanden las formas modernas de trabajo y de organización en el territorio, en virtud de la base material contemporánea, más se divide el trabajo sobre un medio ya urbanizado. Conjuntamente, aumenta el número de actores y ocupaciones en la porción marginal del circuito superior y la división interurbana del trabajo. A pesar de que la presencia del circuito superior no sea intensa y extensa en todas las ciudades, su influencia se manifiesta por medio de firmas de consultoría, la instalación de fábricas de grandes holdings y grandes cadenas minoristas de comercio y servicios, así como de una red bancaria y financiera nacional e internacional. A partir de puntos y áreas, esos actores del circuito superior transforman la estructura del consumo, mas también la estructura productiva, la oferta de crédito, la masa de dinero y su velocidad de circulación, el grado de monetización de la vida económica y social y, en definitiva, la vida de relaciones en las diferente ciudades.

En porciones menos densas del territorio, los actores del circuito superior ejercen especialmente su capacidad de influir en las densidades normativas creadas por el poder público, como exenciones y otras ventajas, al tiempo que imponen a la débil red urbana preexistente su división territorial del trabajo corporativa, ajena a los intereses propios del lugar. En palabras de Roberto Lobato Correa:

... las grandes corporaciones tienen poderosas economías internas de escala y pueden prescindir de los factores de localización tradicionales, implantando un establecimiento industrial en una amplia gama de pequeñas ciudades que en un pasado no muy distante, jamás atraerían actividades industriales. Con esto las diferencias espaciales son restablecidas: la singularidad de esas ciudades es alterada, éstas siendo insertas de nuevo modo en la red urbana (Correa, 1997: 230).

De esa manera, se instala el circuito superior de escala de origen global, nacional o inclusive metropolitana, en los diversos niveles de la red urbana, a partir de la adquisición de capitales existentes en los lugares, la imposición de nuevas formas e instrumentos financieros y los nuevos tipos de consumo relacionados con formas de producción externas a la región. Frecuentemente esa adquisición de capitales responde a la acción de una gran empresa que absorbe las firmas de proveedores y subcontratados en una integración vertical. En esa situación se redefinen las formas de competencia, no solamente por la situación de oligopolio, sino porque un banco ya no disputa solamente con bancos, sino también con redes de supermercados o electrodomésticos que ofrecen préstamos, tarjetas de crédito y créditos. Además, cambia la topología de la empresa y se reducen los costos de transacción, pues ahora las antiguas negociaciones con otras empresas se tornan movimientos intrafirma.

En consecuencia, cuando el circuito superior crea e incorpora nuevas variables modernas la integración de sus actividades suele ser fuera de la ciudad media o, inclusive, fuera del país. Ya no se integran los circuitos en el espacio urbano, pues la ciudad se vuelve un sumidero de dinero de las clases medias y de los pobres porque este pasa a ser drenado a través de un banco o de una gran cadena comercial y financiera. Cabe mencionar aquí también el papel de los distribuidores e intermediarios, ya que no son pocos los ramos de la economía en los cuales esos actores se vuelven más poderosos que los productores al sabor de nuevas economías de escala en la distribución y de la internacionalización de la distribución16. El corolario es el desorden en la región en función de la imposición de la solidaridad organizacional. Esa es la articulación vertical entre los circuitos.

Además, cuando el circuito superior llega a los lugares con sus paquetes tecnológicos, a menudo previendo la satisfacción de sus propias necesidades, no provoca una demanda local y ese hecho opera como un freno para el desarrollo de una porción marginal. De ese modo aumenta la articulación horizontal del circuito superior, casi siempre fuera de la ciudad donde se localiza la nueva actividad productiva. De allí el crecimiento por autopropulsión del circuito superior, tanto más relevante cuanto el sistema técnico contemporáneo que le sirve de base también se expande de esa forma. Simultáneamente el circuito inferior muestra grados superlativos de división del trabajo porque también crece por diferenciación interna, actuando como refugio de la fuerza de trabajo que el circuito superior deja fuera. Es una manifestación de la globalización de la pobreza, que parece conferir cierto aire de familia a los paisajes urbanos de las aglomeraciones de diversos tamaños. Se trata de articulaciones horizontales, internas a cada circuito, que les permiten mantener sus características definitorias.

En un primer momento, el circuito superior de la metrópoli y el circuito superior marginal de las ciudades medias pueden competir porque la distancia termina protegiendo al segundo, que además abastece, en alguna medida, al circuito inferior de la misma ciudad. A partir de una nueva onda modernizadora, con la difusión de las variables del período, esa situación tiende a cambiar porque la distancia es fácilmente franqueable y porque aparecen formas organizacionales que vuelven casi omnipresente el circuito superior de la metrópoli. La necesidad creciente de información y comunicación vertical, que está en la base de cualquier sistema de acciones interno y externo de una gran empresa, crea en el territorio una mayor densidad técnica e informacional, por la demanda de fibra óptica, Internet, redes de telefonía, flujos de mensajes y órdenes, etc. Esa nueva constitución del medio geográfico contribuye a que una parte del circuito superior marginal se vuelva residual por su incapacidad de adaptarse a los nuevos factores de producción y que otra porción emerja por su complementariedad jerárquica con capitales externos. Por esas razones, el circuito superior marginal es otro nombre para un conjunto de divisiones territoriales del trabajo extremadamente sensibles a las transformaciones técnicas y organizacionales de la época.

La dependencia del trabajo material local a un compás externo, marcado por la política de las grandes empresas, crea una mayor necesidad de formas importadas de trabajar, como nuevas profesiones y patentes y de recursos externos, lo que redunda en una mayor demanda de dinero bancarizado y financierizado. Cada vez que la modernización refuerza la integración entre el circuito superior que comanda la red urbana nacional y la población de las diversas ciudades, más vulnerable se vuelve una porción del circuito superior marginal de las ciudades medias. Es importante señalar, como una manifestación de la aceleración contemporánea, que en la medida en que el circuito superior puro dispone de infraestructuras, formas organizacionales y capacidad financiera que le permiten el abastecimiento directo de bienes y numerario a los actores del circuito inferior y del superior marginal, tiende a desaparecer una división territorial del trabajo cuya función era la de absorber el desfase temporal y de volumen entre la oferta del superior y la demanda del inferior17.

En las ciudades donde la modernización se instala con más fuerza y extensión, generalmente a partir de la implantación de grandes empresas en situación de oligopolio, el circuito superior marginal y el circuito inferior son desvalorizados más rápidamente. Si el dinero líquido y el crédito aumentan gracias a la llegada de actores de un circuito superior externo a la ciudad, la porción marginal del circuito superior y el circuito inferior pierden su capacidad de acompañar el ritmo impuesto al movimiento general de la economía. Menos capitalizadas y tecnificadas y con formas de organización más horizontales, esas divisiones territoriales del trabajo son menos capaces de agregar valor a sus productos y servicios y, de ese modo, sus márgenes de lucro se reducen aún más. Se amplía la brecha entre ambos circuitos porque la articulación vertical es, cada día, más jerárquica y, más empobrecido, el circuito inferior demanda más dinero, que puede ser cobrado más caro.

Sin embargo, ese proceso es bastante heterogéneo porque el circuito superior también es selectivo en su difusión e implantación, es decir, la modernización también es selectiva, entre otras cosas, porque se realiza en situación de oligopolio. Hay una tendencia a la concentración con efectos acumulativos, que coexiste con la elección de pequeñas ciudades como sedes de grandes empresas. No es infrecuente que las políticas de los gobiernos y las políticas de las grandes firmas converjan para desarrollar esas nuevas jerarquías18.

Consideraciones finales

Sabemos que, en un movimiento desigual y combinado, la valorización de una porción de la ciudad y de una actividad económica no se realiza sin la desvalorización de las demás. A partir de sus investigaciones sobre las ciudades medias, Spósito (2013: 68) advierte sobre las "lógicas contemporáneas de producción del espacio urbano", que se refieren a la ampliación del tejido urbano "promoviendo una ciudad dispersa y una urbanización difusa" y "aumentando las desigualdades socioespaciales, sea por la distribución poco equitativa de los medios de consumo colectivo, sea por el bajo grado de movilidad urbana". Por otro lado, con escasa o ninguna inversión propia en el equipamiento urbano, algunos actores ocupan áreas modernizadas y pueden, de ese modo, dotar de mayor valor a sus productos, recreando las condiciones de oligopolización y fragmentación socioespacial de la ciudad. No es inusual que una porción del espacio urbano reciba inversiones públicas para alojar actores de un circuito superior externo a la ciudad. Así, la masa de dinero social se orienta hacia áreas que demandan altos capitales fijos y de giro y, como resultado, surgen nuevas formas de desigualdad, que no pueden ser explicadas solamente por la dinámica interna de esa misma ciudad.

Las elecciones de localización de los actores del circuito superior en la red urbana provocan desenlaces de eventos semejantes. La llegada de un circuito superior exógeno a otros niveles de la red urbana provoca más demandas de circulación -transportes, comunicaciones, logística- la ampliación de los contextos de la cual ciertamente participan el circuito superior marginal y el circuito inferior, el desorden en la ciudad y el fortalecimiento de los lazos que se completan fuera de la región e inclusive del país.

De allí la debilidad de una política que trate la ciudad solamente como un medio construido, ignorando las formas externas de integración de un mercado que posee, evidentemente, manifestaciones locales aunque muchas de sus racionalidades sean exógenas. Lo mismo podría ser dicho de una política territorial que no comprenda que los nuevos contenidos de la red urbana encuentran su integración en escalas regionales, inclusive mundiales.

En la teorización y en la política parece importante aceptar el consejo de Sousa Santos (2010: 32) quien sugiere evitar el pensamiento abismal porque proclama distinciones visibles e invisibles y hace desaparecer como realidad los universos del "otro lado de la línea". Esa "negación radical de la copresencia" (Sousa Santos, 2010: 34) tornaría invisibles las demás formas de vida social y económica, tanto en la ciudad como en la red urbana. Por esas razones, pensamos que la ciudad podría ser vista como un gran medio construido y un gran mercado, con diversos circuitos de producción y consumo que se articulan dentro de los límites de la mancha urbana o fuera de esta, según la capacidad de acción de las empresas.

No se trata, tampoco, de mirar la ciudad anhelando clasificar los circuitos de la economía urbana, ya que ese esfuerzo, al parecer equivocado, acabaría por cristalizar una existencia relacional en una tipología de letra muerta. Aquí, las palabras de Maffesoli (1997: 109) adquieren nuevo significado cuando, al referirse a la multiplicidad de la materia, propone recusar "la respuesta del racionalismo [que] tiende a unificar, a separar, a establecer distinciones".

Así como la red urbana, la ciudad no es una mera plataforma para la economía moderna y orientada hacia el exterior, como un resultado unívoco de la división territorial del trabajo hegemónica, sino una yuxtaposición de divisiones territoriales del trabajo, de diversas técnicas y normas, de áreas modernas y degradadas, de circuitos económicos diferentes. De allí la necesidad de elaborar una política capaz de considerar todas las formas de trabajo según su poder para no hacer aún más vulnerable el circuito inferior y la porción marginal del circuito superior, buscando fortalecer el tejido de actores y actividades en un proceso de producción de riqueza realizado con técnicas y formas de organización diversas y plurales.

Notas
1 En debates anteriores habíamos propuesto denominar escala de imperio a la totalidad anterior (el mundo construido, la organización preexistente de objetos y normas), que es el resultado del proceso histórico y que también obliga a los acontecimientos actuales a una adaptación. La escala de acción hace alusión a los orígenes de cada vector que impacta en la totalidad preexistente. En otras palabras, la escala de imperio es la extensión de la acción de hecho funcionalizada. Mientras que la escala de origen de la acción está constituida de tiempo (tiempo global, nacional, local), la escala de imperio es el tiempo empirizado, objetivado (Silveira, 1999).
2 Como explica Ellul (1968: 81): "en nuestra civilización, la técnica no encuentra más limitación alguna: se extiende a todos los dominios y recubre toda actividad y todas las actividades del hombre. Conduce a una ilimitada multiplicación de medios, perfeccionando indefinidamente los instrumentos que el hombre puede utilizar, poniendo a su disposición una variedad casi innumerable de intermediarios y de auxiliares".
3 Escribe Santos (2000: 48): "actualmente, las empresas hegemónicas producen el consumidor antes inclusive de producir los productos. Un dato esencial del entendimiento del consumo es que la producción del consumidor, hoy, precede a la producción de los bienes y servicios".
4 Como explica Marx (1867; 1986, t.1) la acumulación, cuyo movimiento ya no es circular sino en espiral, es lenta si se compara con la centralización, que unifica en un mismo día las masas de capital por un mero agrupamiento cuantitativo de las partes.
5 Santos (1996: 202) denomina ampliación de los contextos a las "nuevas posibilidades de fluidez que están en la base de esa formidable expansión del intercambio. Aumenta exponencialmente el número de intercambios y éstos ocupan un número superlativo de lugares en todos los continentes multiplicándose el número y la complejidad de las conexiones".
6 La central de compras es el órgano que centraliza las funciones de compra de un distribuidor, que asegura el abastecimiento de las grandes tiendas. Existen situaciones variadas. Grandes distribuidores integrados que ejercen, ellos mismos, esa actividad, como Carrefour o Casino y otros que firman contratos con centrales de compras independientes (Allain y Chambolle, 2003).
7 Ferreira (2010) explica que los denominados proyectos de revitalización, implementados por los gobiernos en asociación con la iniciativa privada, contribuyen a la fragmentación del tejido urbano y a la segregación espacial, como en el caso de la zona portuaria de Rio de Janeiro, donde los intereses empresariales, la falta de participación social y la profusión de imágenes fueron significativos.
8 En la ciudad de Buenos Aires fueron creados recientemente el Distrito Tecnológico en el barrio de Parque Patricios, el Distrito Audio-visual que abarca los barrios de Chacarita, Villa Ortúzar, Paternal y partes de Palermo y Colegiales, el Distrito de Diseño en el barrio de Barracas, el Distrito de las Artes (barrios de La Boca, San Telmo y Barracas) y el Distrito del Deporte (Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo). En todos los casos hay excepción de impuestos, líneas de crédito específicas, inversiones en infraestructuras y diversas políticas públicas de promoción a las respectivas actividades, con la frecuente expulsión de actividades banales y poco capitalizadas.
9 No trataremos aquí el problema de la controvertida asociación entre circuitos de la economía urbana y sector formal e informal de la economía. Discutimos algunos aspectos de esa cuestión en Silveira (2008).
10 Podríamos decir en relación con la teoría de los circuitos de la economía urbana aquello que el propio Milton Santos señalaba para la geografía como un todo en la obra O trabalho do geógrafo no Terceiro Mundo (1978: 11): "Es exactamente el gran número de variables y la extrema sensibilidad de algunas de ellas que nos obligan a establecer formulaciones aparentemente teóricas. Tales formulaciones, con todo, no son ni deductivas ni gratuitamente abstractas".
11 Polanyi (2003: 122-123) escribe: "la mano-de-obra, la tierra y el dinero no son mercaderías; en el caso de estos elementos, es enfáticamente falso que todo lo que se compra y se vende debe de haber sido producido para su venta" y agrega que el dinero "es solamente un símbolo del poder de compra que por regla general no se produce sino que surge a través del mecanismo de la banca o de las finanzas estatales" (Polanyi, 2003: 123).
12 En la Argentina, entre 2009 y 2012, el número de tarjetas de crédito pasó de 11,7 a 17,8 millones volviéndose la tarjeta la más importante forma de pago, sobre todo por la posibilidad de pagar en cuotas con o sin intereses. El volumen de los créditos al consumo era de 30,6 mil millones de pesos en 2007 y de 126,9 mil millones en 2012. Paralelamente aumentaron la inflación y las tasas de interés, así como la refinanciación de las deudas en la tarjeta. En Brasil, entre 1997 y 2007, el volumen del crédito personal aumentó de 50 mil millones de reales a más de 200 mil millones de reales. Las tarjetas de crédito aumentaron de 119 millones en 2000 a 628 millones en el año 20l0.
13 Es significativo, en Buenos Aires, el crecimiento de las franquicias comerciales y de servicios del circuito superior en las avenidas principales de la ciudad, lo que permite el nacimiento de una porción marginal, asociada a través del ejercicio de formas organizacionales modernas. Tales establecimientos son, al mismo tiempo, depositarios y difusores de nuevas formas de crédito y de nuevas estacionalidades creadas por las alianzas entre marcas nacionales e internacionales, tarjetas de crédito y bancos (Silveira, 2016).
14 El autor denomina ocupaciones cuaternarias a los empleados de escritorio, cuyo número aumenta más rápidamente que el número de operarios en países de industrialización moderna y agrega: "la actividad cuaternaria consiste básicamente en transacciones abstractas. La categoría más importante de materiales que utiliza y procesa puede ser definida como información" (Gottmann, 1976: 9).
15 Analizando las transformaciones recientes del Estado de Río de Janeiro, Oliveira (2008: 269) afirma que no hay solamente una valorización de la obtención de ventajas financieras como exenciones y subsidios, sino sobre todo de una "oferta de infraestructura y equipamientos urbanos capaces de ampliar la circulación y la comunicación de las empresas de servicios y de calificación de la mano de obra local".
16 Allain y Chambolle (2003) identifican tres tipos de estrategias en la internacionalización de los mercados nacionales por parte de los grandes grupos distribuidores. La primera es la adquisición que se da cuando la gran marca internacional compra una firma extranjera sin interferir directamente en la gestión. Por medio de esa estrategia el distribuidor global obtiene información sobre las características del mercado codiciado y se beneficia de la experiencia y de la red de relaciones construida por la empresa local o nacional. Más arriesgada, la estrategia de exportación es la reproducción de una forma comercial en el exterior, eventualmente a través de un sistema de franquicias con diversos grados de adaptación al mercado local. Por fin, la estrategia de alianza consiste en la participación financiera en un grupo empresarial, generalmente utilizada por los distribuidores para penetrar en países de culturas muy diferentes y ofrece la ventaja de franquear las barreras políticas y administrativas que complican la entrada de un distribuidor extranjero. Pensamos que todas esas formas redefinen la capacidad de acción de las empresas en los territorios nacionales, reorganizando el circuito superior y su porción marginal en el sistema urbano del país que los acoge.
17 En 1975, Milton Santos explicaba que "el intermediario -mayorista o dueño de camión- actúa como un eslabón entre la demanda y la oferta, que no coinciden en el tiempo, ni en calidad ni en cantidad. Eso le da un papel privilegiado y una posición estratégica en el abastecimiento, que puede llevar a la especulación. Su papel es más dominante por ser en general el único que dispone de crédito bancario y, por lo tanto, de dinero líquido para efectuar las compras directamente o pasando por otros intermediarios" (Santos, 2004: 226).
18 Sobre el Estado de Río de Janeiro, Rua (2013: 395) señala que el desplazamiento de inversiones fuera de la región metropolitana es "una de las estrategias territoriales del capital" que reforzó algunos ejes en el interior pero especialmente que "la interiorización del desarrollo está integrada a esa estrategia de maximización de los lucros y de la explotación del trabajo".

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Fecha de recepción: 27 de junio de 2016
Fecha de aprobación: 15 de agosto de 2016

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