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Estudios Económicos

On-line version ISSN 2525-1295

Estud. Econ. vol.25 no.50 Bahía Blanca Jan. 2008

 

Azzi, M. S. y Titto, R., Pioneros de la industria argentina, Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 2008, pp. 399.

La debilidad de la economía argentina ha estimulado una serie de estudios que intentaron explicar las causas de este fenómeno. Una mirada ampliamente difundida sobre la problemática parte del presupuesto de que la trayectoria argentina podría haber sido diferente, aún dentro de las relaciones capitalistas. La principal hipótesis de esta corriente es que el crecimiento del período 1880-1930 podría haberse reproducido en los años subsiguientes. Un destino manifiesto de éxitos que poco a poco se fue desvaneciendo. En general, se sobreestima esta experiencia, lo cual dificulta encontrar continuidades entre este período y el posterior.

El trabajo reseñado se enmarca en esta corriente. El objeto, en particular, es el estudio sobre la historia de los llamados "pioneros" de la industria argentina. Es decir, se privilegia a los empresarios por sobre las empresas. Los autores alegan que esta selección permite observar el "componente humano" detrás de la historia económica argentina. El libro combina las teorías antropológicas, las biografías y cuestiones de management como una forma de entender los valores, el empeño y la creatividad de los empresarios como fuente de su éxito económico. El empresario shumpeteriano, innovador, es en este sentido es motor último del desarrollo económico, y en consecuencia su decadencia, las razones de la debacle.

Mediante entrevistas, revistas, periódicos y bibliografía, Pioneros de la industria argentina, intenta dar una mirada de los primeros empresarios argentinos y su obra. En este sentido, se exponen las trayectorias de Noel, Tiburcio Benegas, Antonio Devoto, Georg Peter y Ernesto Tornquist, Luis Magnasco, Mihanovich, Bunge & Born, la familia Bemberg, Torcuato Di Tella, Ernesto Oppenheimer, Wolf Schcolnik, Julius Sterlynck Deweer, Fulvio Pagani y Agostino Rocca.

Dedicaremos la primera parte del artículo a reseñar la mirada de los autores sobre los protagonistas y luego abordaremos las críticas cuyo eje central es la parcialización de la historia que implica la mirada centrada en los individuos y el abandono del estudio de la competencia capitalista.

En la introducción del libro, Azzi y de Titto advierten acerca de la mirada quese le imprime a la obra. A su juicio: "Los protagonistas de las historias que recogemos y presentamos estuvieron determinados por el momento histórico social en el cual vivieron y produjeron, incluidos quienes los precedieron. No es este trabajo, en consecuencia, una novela carismática, que nos haría caer en el mito romántico. En efecto, la mitología popular resalta el carisma y prescinde del hecho colectivo, de las coordenadas del período histórico que permitieron la innovación. Pero sí recoge el papel del individuo -tantas veces discutido- como hacedor de la historia y de la vida, como transformador consciente del medio, como -en oportunidades- el elemento desarrollante del cambio." (p.19). El contexto histórico dominante es el caracterizado por la conformación del Estado-Nación, la posibilidad de ascenso social en el primer período del desarrollo del capitalismo argentino. La "nueva era" signada por la precarización de las relaciones laborales constituiría un cambio de paradigma, por el cual los valores de la modernidad (fe enel futuro, en el progreso y el predominio de la razón) estarían caducos conformando un marco poco adecuado para el surgimiento de nuevos entrepeneurs.

En efecto, la acción de los pioneros estaría amparada por un clima de época favorable. No obstante, se ve más adelante, aunque sostengan que la historia crea un marco, éste no determina la acción individual, sino que sólo constituye un telón de fondo donde el motor del desarrollo es la iniciativa empresarial.

Las historias de los empresarios escogidos tienen un desarrollo bastante similar. Son inmigrantes europeos llegados entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, que instalaron su pequeño capital en alguna de las ramas de la industria. Algunos se iniciaron como obreros en la misma rama u otra, y otros, provenientes de familias apoderadas, partieron de escalones más altos.

El libro enfatiza la personalidad de los pioneros. Así, Noel es caracterizado como "de carácter algo hirsuto y porfiado, se lo conocía por su honradez, su gusto por la verdad, su dedicación al trabajo y por cultivar amistades leales". (p. 34). A Scholnik, empresario del papel, como una persona que "tenía especial valor la palabra empeñada `cumplir con lo que se dice, pagar las cuentas, no quedarse con lo de los demás, respetar al obrero. Que mi obrero esté mejor que el de enfrente`" (p. 279). Se resaltan las virtudes de los empresarios en su empeño por mejorar sus negocios, incorporando nuevas técnicas de producción, como en el caso de los viñedos de Tiburcio Benegas y la compra de la primera desnatadora de leche en el caso del quesero Magnasco, etc. Asimismo los autores remarcan lo que a su parecer implica un profundo compromiso con la comunidad: Bemberg, dueño de la cervecería Quilmes construyó un complejo habitacional para sus trabajadores y Oppenheimer, propietario de Bonafide, con el fin de "crear un vínculo entre los empleados de locales tan dispersos en todo el país" en 1953 inició una biblioteca circulante, un periódico y organizó actividades deportivas. Así, según su hijo "logró que los empleados y obreros se pusieran la camiseta de Bonafide, como si fueran un equipo de futbol" (p.253). Cualquier similitud con las estrategias actuales de las empresas parecen ser mera coincidencia y no el empeño por subsumir la identidad de la clase trabajadora, antes que otorgar beneficios bienintencionados a la comunidad. Por otra parte, la obra resalta emprendimientos como los llevados a cabo por Tornquist en Mar del Plata en sus años de belle époque: parquizando, construyendo la rambla e introduciendo "la practica de golf" (p. 106).

La reconstrucción de las historias de los empresarios conjuga sus atributos particulares como innovadores, detallando sus acciones dentro y fuera de sus empresas, mostrando su crecimiento y diversificación hacia otras actividades, con el marco histórico que los contenía. No obstante, las menciones a las situaciones políticas y económicas son muy generales dejando de lado la especificación sobre las particularidades de la industria en la que se inserta. Si bien hay ciertas referencias sobre este punto, el trabajo se centra en la acción aislada de los empresarios como motor último sin contemplar detalladamente las condiciones de su accionar. Es por esta razón que, ante la quiebra o venta de la gran mayoría de las empresas estudiadas a otros capitales, la explicación es resuelta mediante la repetida frase: "pero esa es otra historia". El trabajo destaca las capacidades individuales de sus dueños en los momentos de prosperidad y ante su declive, en el mejor de los casos, se reproduce la hipótesis de uno de los entrevistados: "La tercera generación tiene que trabajar como la primera. Hasta ahí, llega. La cuarta, se complica. La cuarta empieza a gozar de la plata. [...] Hasta los años treinta, ponías el hombro y crecías. En 1945, ya faltó profesionalismo" (p. 133).

El acento está puesto en las características de sus dueños. La historia del capitalismo argentino, y especialmente su dinámica, no parece ofrecer explicación suficiente para los autores. Si aún ante trayectorias iniciales similares, algunos pudieron potenciarse y triunfar en el mercado internacional como Arcor y Techint, cuando la mayoría no lo consiguió, se debería buscar una explicación que permita entender esta situación, más allá de las intenciones de los "pioneros".

Si el problema de fondo del libro es entender la historia económica argentina a través de sus empresarios, su respuesta debe contener una explicación tanto de los éxitos como de los fracasos. Sin embargo, el estudio sólo se atiene a los primeros, ya que, según los autores, todos compartían la misma pujanza y visión estratégica de los negocios.

El principal escollo teórico del que parte la obra es suponer que la sociedad es tan sólo una simple suma de individuos y no un conglomerado de relaciones sociales. A su juicio, todo empresario puede ser exitoso si cuenta con tesón y capacidades gerenciales adecuadas. Aquellos que quedan en el camino, siguiendo esta lógica, deben necesariamente haber incurrido en errores insalvables. Un aspecto que suele añadirse a esta visión, argumenta que el Estado tiene un rol determinante en la trayectoria de los capitales. Así, muchos casos de "derrotas" injustificadas, en términos de acción empresarial, son indefectiblemente responsabilidad estatal. En el caso de la obra en cuestión, el principal problema habría sido su excesiva injerencia, por ejemplo a través del IAPI. Por el contrario, desde una óptica socialdemócrata, el error residiría en la mala administración de los subsidios estatales.

De una u otra forma, concluyen que no hay obstáculos al desarrollo económico, más que en el plano de la subjetividad. "Querer es poder", parecen afirmar y si el Estado ayuda, mejor aún. La consecuencia metodológica de este planteo es el estudio de las empresas y los empresarios en abstracción de la competencia. En efecto, excepto datos anecdóticos, en la obra no se contempla la forma en que la dinámica de las ramas determina la acción de los individuos. En este sentido, no observan que aquellos que lograron en un momento ser grandes capitales, como Mihanovich o Bunge & Born, lo hicieron a fuerza de destruir a sus rivales para abarcar una porción mayor del mercado. En el primer caso muestran este movimiento como algo positivo del empresario, proveniente de su espíritu emprendedor y no como una necesidad que imprimen las tendencias de la industria en la que se inserta. Centralizar el capital, es decir controlar progresivamente capitales antes en manos de otros dueños, no es una opción que puede darse el lujo de no llevar adelante. Si no lo hubiesen hecho ellos, entre los pioneros ejemplares los autores seguramente hubieran incluido a quienes quedaron en el camino. En efecto, la competencia entre capitalistas implica que la disputa por los mercados, progresivamente deje espacio para menos capitales. No hubo más Mihanovich o Bunge & Born1 porque los capitales no se desarrollan aislados y pacíficamente, no porque sus contrincantes no hayan sido innovadores. Por otra parte, aún con un comienzo próspero, ambas empresas culminaron vendiendo sus acciones, ya que la misma competencia que los llevó al podio en términos nacionales, los derrotó ante sus competidores extranjeros.

El caso de Arcor y Noel muestra claramente esta lógica. Arcor terminó comprando Noel, a juicio de los dueños de esta última porque lo primero que piensan los empresarios "es meter la mula, evitar el impuesto, esconder las ganancias. No se puede trabajar así [...] Por eso nos tuvimos que ir del negocio" (p.50). Sin embargo, ambos capitales constituyen las dos caras de una misma moneda. Para que exista el capital al que cantan loas los autores, deben quedar en el camino empresas como Noel. Arcor, compelido por la dinámica de la rama de las golosinas concentró su capital, aumentando la productividad del trabajo y reduciendo los costos y lo centralizó en varias oportunidades, entre ellas cuando adquirió LIA. Inclusive, que Arcor hoy sea el principal productor mundial de caramelos es consecuencia de la escala alcanzada a nivel nacional. Por otra parte, el desarrollo de Arcor, así como de otros tantos capitales en esta rama, muestra que las potencialidades se encuentran en esta industria, más allá de las particularidades de sus dueños. Que a poco tiempo de fundarse las primeras empresas algunas ya exporten es una muestra de su competitividad. Asimismo, Arcor no sólo logró una expansión fenomenal a costa de sus competidores en el mercado interno, sino que hizo lo propio en el mercado internacional. ¿Será que sus pares estadounidenses, suizos, alemanes no fueron lo suficientemente astutos? No parece ser la respuesta. Arcor cuenta con la ventaja de la baratura de las materias primas que utiliza para la elaboración del caramelo, su mercancía estrella. Este bien insume en primer lugar glucosa de maíz, que en Argentina, gracias a la alta productividad de sus campos se produce a costos muy inferiores que sus competidores. El azúcar, por su parte, segunda materia prima en orden de importancia representa una ventaja suplementaria gracias a los bajos costos con los que se produce en Tucumán2.

Otro de los casos reseñados por los autores es el de Rocca, de Siderca. Allí también podemos observar que es la rama la que tiene potencialidades, más allá de la intrepidez del empresario. Más allá de las cualidades que el texto resalta de Agustín Rocca y sus sucesores, poco se dice de las posibilidades en Argentina para el desarrollo de la industria siderúrgica. Sólo esta empresa logró posicionarse como uno de los primeros productores mundiales de tubos sin costura. ¿Las causas del éxito? "La vocación por la industria", repetirán los autores. Sin embargo, al observar la rama de los tubos sin costura en Argentina se evidencia que ésta cuenta en este país con un amplio mercado3. Destinados al transporte de combustible, los tubos de Siderca tienen una gran demanda proveniente de las amplias distancias existentes entre los distintos pozos petroleros. La cobertura de estos vastos trayectos, sentó las bases para aumentar la escala de la producción, implementar nuevas tecnologías y lanzarse competitivamente en el mercado internacional. Nuevamente, el éxito no provino de la subjetividad de sus dueños en abstracción de las condiciones de la industria.

La empresa Siam Di Tella es otra muestra de ello, pero en su versión negativa. Este capital, comandado por Torcuato Di Tella, es resaltado en sus aspectos positivos, sin dejar de tener en cuenta las coyunturas específicas en las que vivió sus momentos de "gloria": políticas proteccionistas que le permitieron cierto desarrollo en la industria de los electrodomésticos. Pero ¿por qué debió vender sus activos y luego ser estatizada? Este punto de partida hace perder de vista que aún con el empresario más emprendedor, es imposible para una empresa con la escala de SIAM competir con las industrias coreanas de electrodomésticos. éstas gozan de una competitividad proveniente de la baratura de su mano de obra. Mientras en Argentina un salario promedio en la década de 1970 era de USD 1040, en Corea lo era de USD 60. Es decir, esta desventaja implicó que la rama en la que se insertó no tenía perspectivas de crecimiento en Argentina ni para SIAM, ni para otro capital nacional. Sólo tuvo su momento de gloria resguardado de la competencia de los líderes extranjeros, situación que sólo pudo prolongarse durante el peronismo. Similar suerte corrió la división Electromecánica, cuya empresa principal, SIAT, competía en el mismo mercado que Siderca. El privilegio del Estado hacia esta última significó un mercado capaz de permitirle una concentración del capital acorde al necesario para la inserción internacional. SIAT, por el contrario, debió crecer a la sombra de aquella, restringida al mercado sobrante, hasta finalmente ser absorbida por Techint a mediados de la década de 1980.

La historia de la división automotriz es más vertiginosa aún: se crea en 1960 y en 1964 se fusiona con Kaiser que compra el total de la empresa en 1965. Igualar Renault y Volvo no es posible para Argentina ya que en la época en la que SIAM se inserta en el mercado, éstas automotrices ya habían concentrado su capital y producían en una escala mucho mayor. Mientras que Volvo producía 83 vehículos por día en la década de 1950 y Renault 650, IKA, que luego se quedará con SIAM nos muestra el estado de la industria nacional: producía 13 automóviles por día4 .

De lo expuesto observamos que al relato de la trayectoria de los "pioneros" le falta una porción importante de la historia. Para explicar su derrotero como empresarios debemos atender a las ventajas o limitaciones que las industrias en las que se asentaron cuentan dentro de la estructura económica argentina. En este sentido, en un primer momento de desarrollo industrial, la competencia dejó lugar a quienes con un pequeño capital pudieron mediante el desplazamiento de otros capitales lograr un lugar importante en el mercado. No obstante, pasada la coyuntura de desarticulación del mercado internacional en tiempos de posguerra, la exacerbación de la competencia fue arrasando con aquellos capitales que no contaron con una competitividad adecuada a escala internacional. Es así que la historia sólo dejó en pie a aquellos empresarios insertos especialmente en la rama agropecuaria, única fuente de competitividad del capitalismo argentino, y a Siderca, gracias a la magnitud del tamaño del mercado interno que posibilitó alcanzar un grado de concentración del capital capaz de enfrentar la competencia extranjera.

Entonces, el legado de los pioneros que rescatan los autores como expresión de un empresariado pujante sólo se sostuvo en el tiempo en industrias con potencialidad de desarrollo. En aquellas ramas en las que Argentina no cuenta con ventajas, el empresariado, más allá de sus intenciones de grandeza, poco pudo hacer. La explicación del derrotero de la historia económica argentina debe en consecuencia atender en primera instancia a las oportunidades que su estructura le ofrece a los capitales para su desarrollo antes que a la voluntad abstracta de los sujetos. Resulta difícil el estudio de la trayectoria económica argentina sin partir del supuesto esencial de que lo que estamos estudiando es una sociedad, donde el todo es más que la suma de las partes. Una vez asumido esto, habría que examinar aquellos años que parecen "dorados" con ojos menos encandilados. Tal vez descubramos que lo que vino después no fue cualitativamente tan distinto.

Verónica Baudino

Notas

1 Kornblihtt, J.: Crítica del marxismo liberal. Competencia y monopolio en el capitalismo argentino, Ediciones ryr, Buenos Aires, 2008.
2 Para ampliar sobre el caso Arcor, ver: Baudino, Verónica: El ingrediente secreto. Arcor y la acumulación de capital en Argentina (1950-2002, Ediciones ryr, Buenos Aires, 2008.
3 Kornblihtt, Juan: op. cit.
4 Harari, Ianina: "Crónica de una privatización anunciada: alcances y límites de la producción automotriz bajo el peronismo", en Anuario CEICS 2007, Buenos Aires, 2007.