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Estudios Económicos

On-line version ISSN 2525-1295

Estud. Econ. vol.27 no.55 Bahía Blanca July 2010

 

Evaluación de un programa de fortalecimiento nutricional y familiar a partir de las estrategias familiares de vida*

Stella Maris Pérez**

* El presente trabajo constituye una reflexión sobre datos provenientes del PGI TIR: Volviendo a casa: crisis y nuevas políticas sociales de fortalecimiento familiar y nutricional- 249/05. Departamento de Economía (UNS)- Municipalidad de Bahía Blanca.
** Departamento de Economía, Universidad Nacional del Sur, e.mail: smperez@criba.edu.ar

Resumen
El trabajo se basa en la experiencia de una investigación sobre las condiciones materiales y simbólicas que dificultaban la implementación de un programa de fortalecimiento nutricional y familiar, organizado por Secretaría de Desarrollo Humano de la Municipalidad de Bahía Blanca (2005-2006). Dicho programa tenía como objetivo, la asignación directa de alimentos y complementos a familias que anteriormente concurrían a comedores comunitarios. A su vez, éstos se intentaban conformaban como espacios de participación donde se realizaban talleres de fortalecimiento nutricional y familiar. Para comprender las representaciones y estrategias de consumo de los propios beneficiarios relacionadas con la ingesta de alimentos, se trabajó a partir del concepto de "estrategias familiares" a fin de abordar distintos aspectos de la vida cotidiana de estos hogares, involucrando las relaciones y sentidos que los actores otorgaban a temas centrales como el alimento, el papel del Estado, la problemática económica, la educación, y la familia. El concepto de "estrategias familiares" permitió relacionar estos comportamientos, representaciones y trayectorias con la capacidad de los hogares para superar distintas problemáticas alimentarias. También se propusieron una serie de variables emergentes del análisis cualitativo para conformar un índice que analice los niveles de seguridad alimentaria y nutricional de los hogares en riesgo. Por último, este concepto se articula con la teoría económica de "trampas de pobreza", permitiendo observar como el éxito inmediato en la resolución de una problemática puntual, genera nuevas dificultades que quedan ocultas y se perciben luego de un período de tiempo mayor.

Clasificación JEL: I18, R28, Y80

Palabras clave: Políticas públicas; Seguridad alimentaria; Estrategias familiares de subsistencia.

Abstract
Paper bases in a research experience about material and symbolic conditions which disturbs implementation of a nutritional social programme in Bahia Blanca (2005-2006). The programme aim was direct supplies of food and different cooking tools to people who had used to eat in communitarian centres. These centres went on as a space of participation but not as a food provider. To understand food representations and consume strategies of people who received the new programme, we work through "family strategies" concept in order to find every day life aspects, involving relations and meanings that social agents give to food, the role of the State, economic problems, education and family. "Family strategies" concept lets related behaviors, representations and life courses with family capacity of dealing with different food problems. Some variables were proposed from qualitative analysis to conform an index which studies nutritional and food security levels in risk houses. Finally, this concept is connected with "poverty traps" theory, in the way that makes possible to observe how inmmediate success in solving a punctual problem, means new difficulties which keep hidden and are perceived alter a longer period of time.

JEL Classification: I18, R28, Y80

Keywords: Public policies; Food security; Subsistence family strategies.

INTRODUCCION

La situación de pobreza y su manifestación en diversas problemáticas vinculadas a la mal nutrición han generado en los últimos años una serie de respuestas desde los distintos organismos políticos tendientes a plantear programas alimentarios que, a pesar de reproducir muchas de las falencias presentes en los anteriores, incluyen también algunas situaciones "novedosas" como la promoción de la seguridad alimentaria y nutricional a nivel familiar. Dicho nivel de intervención (la familia) difiere del apoyo directo a los individuos, sea su situación de comensalidad colectiva (comedores, copas de leche y merenderos comunitarios) o familiar. En el intento de reconocer esta nueva modalidad que asumen las políticas alimentarias, este trabajo presenta un enfoque de evaluación basado en las estrategias familiares de consumo que fuese aplicado a un programa de asignación de módulos alimentarios en forma de vales intercambiables por mercadería.

Tradicionalmente las políticas alimentarias en Argentinas se encuadraron en un modelo de políticas sociales asistencialistas. Sus características más salientes eran la noción de un ciudadano homogéneo de derechos de carácter universal1, centradas más en la oferta que en la demanda. En general todos los intentos de políticas alimentarias trataban la problemática desde el área específica de su competencia sin la visión que la complejidad de una política alimentaria requiere, esto es, sin ligar las acciones de varios ministerios y secretarías y sin abord ar simultáneamente tanto la producción como la distribución, el consumo y sus efectos, por ejemplo. Como consecuencia y tal como lo señala Patricia Aguirre (2004: 64) "el Estado terminó actuando procíclicamente: ...cuando hubo algún período de bonanza repartió más; pero a medida que avanza la crisis alimentaria, al destinar un porcentaje similar del PBI, repartió menos".

Por otro lado, toda vez que los gobiernos implementan medidas de asistencia alimentaria lo realizan, en términos generales, como un acto solidario con una población carenciada cumpliendo con un principio genérico constitucional. En estos términos, los que reciben ayuda se convierten en meros receptores de las políticas; las que tienen la particularidad de otorgar a sus beneficiarios un subsidio en lugar de un "derecho" que eventualmente se puede reclamar. En la mayoría de los planes que se otorgaron en Argentina, las personas fueron asistidas con patrones estándares, por lo que no podían elegir libremente qué comer, cuando ni de qué manera hacerlo.

Frente a la crisis del 2001, en 2002 se declaró la emergencia Sanitaria y Alimentaria y en ese contexto, se reorientaron fondos presupuestarios tendientes a reforzar programas sociales, de salud y alimentarios2. En el marco de un gran debate en Argentina sobre las Políticas Alimentarias que se requieren, se sancionó la Ley 25.724, que crea el Programa de Nutrición y Alimentación Nacional, como instancia de articulación y diseño de los programas alimentarios. Asimismo se lanza en julio de 2003 el Programa Nacional de Seguridad Alimentaria -Hambre Más Urgente-, en un declarado intento de articular los programas existentes (PEA, FOPAR, Comedores Escolares, Pro Huerta), para avanzar hacia la conformación de una base única de beneficiarios, transferir fondos a las provincias para una ejecución más organizada de los programas y fortalecer la capacitación y asistencia técnica a los equipos provinciales y municipales.

Estos nuevos debates llegan a Bahía Blanca en 2004 y en el marco de estas nuevas tendencias de la política alimentaria, el Gobierno Municipal de Bahía Blanca cambió la asistencia alimentaria poniendo en marcha el programa sobre el que aplicamos nuestra propuesta. El mismo se basa en la asignación directa de módulos alimentarios y otros elementos complementarios, a las familias que antes concurrían a comedores comunitarios, los cuales fueron transformados en espacios de participación donde se realizaban talleres de fortalecimiento familiar y de educación alimentaria, que perseguían los fines de mejorar el nivel nutricional de los individuos y sus vínculos familiares, al mismo tiempo.

Esta medida generó una serie de reacciones diversas en temas como, por ejemplo, quiénes eran los beneficiarios, qué situación se pretendía intervenir, cómo intervenir y qué resultados esperar. En un contexto político local cambiante, la Municipalidad de Bahía Blanca convoca a la Universidad Nacional del Sur, para evaluar los factores culturales o simbólicos que dificultaban la implementación del programa. El presente trabajo es entonces resultado la participación en dicha investigación donde, desde el abordaje de las estrategias familiares de consumo, se pudo acceder a evaluar el programa detectando congruencias y discrepancias entre las representaciones y prácticas alimentarias de estos hogares y aquellas que se sustentaban y promovían desde el programa.

Como en toda política pública, parte del éxito de la misma radica, en la articulación de dichas normas con las prácticas y representaciones de quienes son sus destinatarios. Así, se propuso reconstruir las perspectivas culturales y simbólicas de los beneficiarios del programa, a fin de identificar obstáculos en su aplicación. En ese sentido, es necesario relevar no sólo los objetivos e implementación concreta del mismo, sino también las contradicciones y afinidades que los mismos actores vislumbran afectando su participación (positiva o negativamente) en el programa.

Desde el punto de vista de las políticas sociales, ese trabajo constituyó una "evaluación". En este sentido debe entendérselo como un proceso de seguimiento particular que reviste una serie de características específicas. Se optó por una evaluación diagnóstica, que permite "contar con indicadores cuali- cuantitativos acerca de su gestión y resultados sobre la población objetivo. Es una evaluación rápida (3 a 5 meses) que se realiza en un momento determinado del proceso de ejecución y que permite obtener resultados inmediatos para ser incorporados al programa" (SIEMPRO, 1999: 93). En dicha evaluación se prestó especial atención en cubrir la perspectiva del beneficiario que incluye "la noción de sustentabilidad de las políticas sociales" (SIEMPRO, 1999: 97) y permite cubrir la "necesidad de profundizar en el conocimiento de algún aspecto en particular relacionado con la ejecución (...) y logro de resultados del programa social en relación con los beneficiarios del mismo" (SIEMPRO, 1999: 99).

Dentro de las características que este tipo de evaluación requiere, la metodología cualitativa se presenta como la alternativa más idónea. Esto es así porque dichas metodologías permiten recuperar las perspectivas de los actores y la noción de agencia humana (Sautú, 2003: 56) y es considerada el único camino que produce datos y teoría a partir de las experiencias de la propia gente. "Construir teoría, por su misma naturaleza, implica interpretar los datos, pero los datos deben ser conceptualizados y los conceptos relacionados para formar una rendición teórica de la realidad (una realidad que no puede ser conocida, pero que es siempre interpretada)" (Strauss y Corbin, 1991: 10).

Pero no son las perspectivas independientes de los individuos lo que aquí interesa, sino la interrelación de las mismas a nivel familiar. Esto está en concordancia con la gestión en la aplicación del programa que definía a "las familias" como las beneficiarias del programa. Cabe recordar que son los hogares (y no los individuos) las unidades privilegiadas para el análisis de desarrollo humano. Por otro lado, tal como lo expresa Aguirre, (2005) la seguridad alimentaria a nivel microsocial designa como referente a la familia (Aguirre, 2005: 31) y son las estrategias de ésta y no la de los individuos, las que surgen como resultado de dinámicas propias internalizadas, producidas y reproducidas constantemente a lo largo del ciclo vital.

Se optó entonces por trabajar a partir del concepto de "estrategias familiares" a fin de abordar distintos aspectos de la vida cotidiana de estos hogares, involucrando las relaciones y sentidos que los actores otorgaban a temas centrales como el alimento, el papel del Estado, la problemática económica, la educación, y la familia.

Se siguió a Aguirre (2003) entendiendo por "estrategias domésticas de consumo" a las "prácticas y representaciones acerca de la comida, realizadas por los agregados familiares, reiteradas a lo largo de sus ciclos de vida, tendientes a obtener respecto de la alimentación, una gama de satisfactores para cumplir con sus fines productivos y reproductivos" (Aguirre, 2003: 32). Esto no implica que las mismas sean racionales o concientes, sino que las mismas siempre estarán condicionadas socialmente, de acuerdo con la inserción específica de los hogares en la estructura social.

Como puede observarse el uso de estos conceptos tiene una serie de ventajas metodológicas: a-permite subsumir comportamientos de índole muy diversa (cultural, demográfico, nutricional, económico) en un enunciado común, facilitando la investigación empírica interdisciplinaria, b- permite referir a niveles de agregados, o a procesos mayores que operan en toda la sociedad, c- permite el pasaje de la unidad de análisis "individuo" a la de unidad "familia" con amplios beneficios en la investigación empírica (Aguirre, 2003: 32 y Torrado, 2003: 27).

Este concepto de "estrategias de consumo" se inscribe directamente en el más amplio de "estrategias familiares de vida" (Torrado, 2003) y presenta sus mismas características. Se trata de "comportamientos de los agentes sociales de una sociedad dada, que- estando condicionados por su posición social- se relacionan con la constitución y mantenimiento de unidades familiares en el seno de las cuales pueden asegurar su reproducción biológica, preservar la vida y desarrollar todas aquellas prácticas, económicas y no económicas, indispensables para la optimización de las condiciones materiales y no materiales de existencia de la unidad y de cada uno de sus miembros" (Torrado, 2003: 28). Y así como hace Torrado, Aguirre sitúa la explicación de las regularidades sociales que estas estrategias implican en la categoría bourdiana de "habitus" (Aguirre: 33, Torrado: 29 y 30).

Específicamente al hablar de las estrategias de consumo haremos referencia principalmente a la dimensión obtención y asignación de recursos de subsistencia, de las estrategias familiares de vida (EFV- Torrado, 2003: 31-32), pero también a las de socialización y aprendizaje, y a la de preservación de la vida. Esto es así, porque las estrategias de consumo, hacen referencia a la alimentación como un hecho total, donde quedan implícitas también las dimensiones mencionadas. Por otro lado, nos hemos limitado a detectar, sólo los condicionantes socio- económicos, y los ideológicos- culturales (por ej: representaciones acerca del cuerpo, el estar sano), dejando de lado los condicionantes jurídicos y políticos (Torrado, 2003: 33).

Las estrategias de consumo (al igual que las EFV) constituyen procesos que se desarrollan a lo largo de todo el ciclo vital de la familia, por lo que las decisiones pasadas influyen en las presentes y futuras. Teniendo en cuenta esto, no se consideran respuestas puntuales o específicas a un determinado suceso, y se descartan variables que intervienen sólo en un momento crítico de la historia familiar, subrayándose en su lugar, al estudio de la trayectoria de dicha familia.

En síntesis: los cambios normativos (incorporación de noción de seguridad alimentaria e hincapié en el fortalecimiento de las familias) generaban nuevas dimensiones sobre las cuales se debía evaluar también el programa alimentario en cuestión. El concepto de "estrategias familiares" nos permitió el abordaje del problema de manera holística, sin perder de vista la perspectiva de los propios actores. Antecedentes fundamentales de este tipo de abordaje son Forni, Cariola, Eguía, Aguirre, Ortale y Gutiérrez, por mencionar sólo algunos3.

I. TRABAJO DE CAMPO Y RESULTADOS OBTENIDOS

En la instancia de la investigación cualitativa, no se comienza la indagación desde una teoría que será puesta a prueba; en realidad, se inicia el estudio desde un área específica y se dan pasos para que emerja lo que es relevante en esa área. En esta dirección los momentos de la aplicación del método y las bases de las que partir, serán:

a) la necesidad de ir al campo si se quiere comprender lo que está ocurriendo,
b) la importancia de la teoría basada en la realidad para el desarrollo de la disciplina,
c) la naturaleza de la experiencia y de los emprendimientos en continua evolución,
d) el rol activo de las personas en darle forma al mundo en que viven,
e) un énfasis en cambio y proceso y en la variabilidad y complejidad de la vida y
f) la interrelación entre condiciones, sentido y acción (Strauss y Corbin, 1991: 12).

Otro elemento interesante de este tipo de investigación que es utilizado frecuentemente es el muestreo teórico. Glasser y Strauss se refieren con ello al proceso de la recolección de datos para generar una teoría por la cual el analista conjuntamente selecciona, codifica y analiza su información y decide qué información escoger luego para desarrollar su teoría (Glasser y Strauss, 1967)4. Los autores consideran que se puede partir de lo que llaman "conceptos locales", que son las definiciones o títulos o nombres que son otorgados al interior del campo en estudio. Pero este punto de partida nada sería si no estuviera acompañado de una cualidad requerida para esta modalidad de investigación: la sensibilidad teórica, lo que implica y exige del investigador la capacidad de tener discernimiento teórico dentro de su área de investigación; de esta forma se construye en el investigador un arsenal de categorías e hipótesis sobre lo que está en estudio. Por lo tanto, los criterios para el muestreo teórico son el propósito teórico y de relevancia y se lo define como "una estrategia en la cual escenarios particulares, personas o eventos son seleccionados deliberadamente con el fin de obtener información importante que no puede ser conseguida de otra forma" (Maxwell, 1996: 89).

A partir de estas directrices se definió como universo a aquellos hogares que ya se habían incorporado al programa. Se realizaron una serie de observaciones, entrevistas, participación de reuniones del equipo técnico de la Municipalidad y análisis de los datos antropométricos y sociales recabados por el mismo, que permitieron una visión más etnográfica de nuestro problema de estudio.

Así el trabajo etnográfico permitió analizar estos procesos reconociendo cómo los actores configuran el marco significativo de sus prácticas y nociones. La construcción de esta perspectiva del actor (Guber, 2004: 67) fue el interés central del trabajo: analizar qué se hace y por qué para comer, interpretándolo desde el universo de sentido de los propios actores. Esta construcción "orientada teóricamente por el investigador, quien busca dar cuenta de la realidad empírica, tal como es vivida y experimentada por lo actores" (Guber, 2004: 71), no es "real" pero sí es necesaria para comprender lo que sucede en esas situaciones. Es imprescindible conjugar este tipo de conocimiento con el de nivel macro de tipo cuantitativo, pero si solo nos centramos en el análisis de este último, se llega a un conocimiento cristalizado o naturalizado acerca de lo que hacen los pobres para vivir.

Las entrevistas se diseñaron para recabar información sobre la estrategia nutricional de los hogares. Se decide qué y cómo comer, a partir de criterios específicos de cada hogar, y quienes deciden lo hacen en función de la familia y pueden inclusive "rotar en la asunción de ese papel. A favor de nuestro marco teórico inicial, se puede decir que los programas que tienen como destinatario a un individuo, suelen arrojar malos resultados porque, al ser la estrategia alimentaria una cuestión del hogar, las familias re- distribuyen esos alimentos entre todos sus integrantes5.

En el análisis cualitativo, siguiendo a Glasser y Strauss (1967), la teoría emerge de los datos. A partir de este paradigma se trabajó sobre "conceptos sensibilizadores" que permitiesen "sensibilizar la interpretación y generar teoría pero basada en los datos de modo de reflejarlos fielmente" (Masseroni, 2004:1). La finalidad de dichos "conceptos sensibilizadores" es "alcanzar conceptos de mayor alcance teórico - generar teoría - a partir de los datos, que puedan ser aplicados a otras instancias del mundo empírico" (Masseroni, 2004:1) y en este caso particular, avanzar en la posibilidad de medir la seguridad alimentaria a nivel micro.

En este proceso metodológico el investigador debe tomar distancia de los datos con propósitos analíticos, haciendo que los conceptos se vuelvan cada vez más abstractos y menos dependientes del contexto específico en el que se aplican por primera vez, para que puedan aplicarse a otras instancias de investigación y así se testeen y enriquezcan con otros puntos de vista. (Masseroni, 2004:1). En nuestro caso particular el acceso a las estrategias se hizo sobre dos ejes: las prácticas y las representaciones involucradas.

Las entrevistas se diseñaron para ser aplicadas a la persona encargada de la estrategia de consumo. A través de ellas, y de su propia trayectoria individual se rastrearon los roles de cada miembro del hogar. El supuesto teórico del cuál se partió es que el abordaje de la alimentación es una cuestión integral: "se requiere incorporar diferentes enfoques disciplinarios, no como una sumatoria,(...) sino como una combinación articulada desde el marco conceptual que organiza la problemática como espacio teórico." (Hintze, 1997: 26). No se partió a priori de ningún "listado" de variables a rastre ar, sino que fue el mismo trabajo de campo el que nos permitió reconstruir cuáles eran esas representaciones que se ponían en juego al momento de "preparar la comida" y de "comer".

La construcción de conceptos sensibilizadores implica un enfoque paso a paso. A saber: 1.- crear conceptos que son formulados por los sujetos mismos (la categoría guarda una forma natural a los actores); 2.- Exploración; 3.- Inspección y dimensionalización; 4.- Se relaciona el concepto con otros contextos sociales y 5- se trata de crear una familia de términos. (Masseroni, 2004:3).

En el caso concreto que se expone buscamos simultáneamente posibles conexiones con otros conceptos (como el de políticas sociales del nivel macro) probando constantemente el valor empírico de las dimensiones señaladas por Aguirre (2005), aplicándolas a los datos obtenidos.

Para recuperar la perspectiva de los actores lo que se hizo fue codificar los conceptos, por medio de los cuales se recorrieron todas las entrevistas, identificando frases que ocurren o se repiten regularmente, y a su vez contienen lo que los mismos actores sienten o hacen. A medida que se incorporan más entrevistas, las categorías se enriquecen.

En el discurso de los actores al hablar de alimentación se hace referencia a la "comida". Estas palabra reconoce básicamente dos cuestiones: qué comen (alimentos) y la situación social- familiar de la "comida" (entendida como por ejemplo: almuerzo, cena, ronda de mate, etc.). Las principales dimensiones identificadas entonces en la segunda etapa de exploración fueron: 1- las vinculadas directamente a los alimentos, 2- las vinculadas a la comida como parte de la estrategia familiar de vida, y 3- en referencia a relaciones entre la alimentación y otros factores como el Estado, la salud y la educación.

La finalidad principal de esta etapa de exploración es cuidar que las introspecciones de los investigadores estén empíricamente basadas. Posteriormente, y para redondear el concepto se pasaría a la inspección de la coincidencia del concepto con los datos empíricos que se intentan ilustrar. Para ello hay que revisar los componentes del concepto y profundizar en las interrelaciones de las dimensiones que componen el concepto. Así, en este caso se puede observar que las dimensiones antes señaladas, se presentan en los relatos vinculadas a través de las narraciones de sus propias trayectorias individuales: qué se come, cómo se come (preparaciones y comensalidad), para qué y por qué, se aprende a través de la socialización y se justifica a partir de la situación familiar respecto a cada integrante y a la etapa del ciclo vital que atraviesa.

La dimensionalización es una forma efectiva de medir cantidades de datos y una vez que se realiza, el investigador puede analizar comparando permanentemente para evaluar las implicancias del concepto en otros contextos sociales empíricos (Masseroni, 2004: 4). En el caso de nuestra investigación, se compara el ajuste de nuestros datos a las dimensiones de "comida" y se encontró material empírico para ilustrar las distintas dimensiones. Tanto las etapas referidas a relacionar los conceptos con otros contextos sociales y a crear una familia de términos, no han sido desarrolladas porque no se ha aplicado este tipo de evaluación en otros ámbitos. En la actualidad estamos trabajando con otras poblaciones en estrategias familiares, pero estos datos aún no han sido procesados y hacen referencia a nuevos y diferentes programas.

Sobre las tres dimensiones emergentes (comida, comensalidad y relaciones con otras temáticas) se rastrearon prácticas y representaciones con lo cual resulta una matriz de 6 combinaciones:

Gráfico1- Prácticas y representaciones sobre dimensiones emergentes

Fuente: Elaboración propia

En el primer grupo se encuentran por ejemplo, el pedido de ciertos alimentos trazadores para estos hogares pero de bajo contenido nutricional. El mismo se ejemplifica con el azúcar. También se observa que muchos hogares (sobre todo los que hace más tiempo están en el Programa) cambian sus representaciones con respecto al azúcar y comienzan a adquirir este alimento complementando la ayuda municipal a fin de mejorar la calidad nutricional de la alimentación (elemento vinculado a la casilla 6).

En general el pedido de dicho producto se liga a la alimentación de los chicos. El azúcar es el complemento que las madres sostienen como necesario a la hora de la "leche", con el mate y como postre. Para ellas el azúcar "hace que a los chicos le guste la comida", y su ausencia o las bajas cantidades, van en perjuicio de una ingesta adecuada a sus representaciones. Además el azúcar se usa en frituras (torrejas y tortas fritas) y es el alimento que por excelencia se define como "premio", pues permite hacer algo "rico" con poco dinero (o sea agregándolo a la harina y las mezclas que con ella se preparan).

Como se señaló, esta información se cruza con las representaciones que se plantearon en relación con el papel del Estado. En primer lugar, cuando al criticar a este programa se lo compara con los "bolsones" de alimentos que otorgaba la municipalidad o distintas organizaciones privadas o públicas: en todos ellos el azúcar ocupa un lugar privilegiado. Entonces para estas familias su ausencia se hace "extraña". Los criterios técnicos para su exclusión o disminución les son desconocidos, y en todo caso se asumen como "la política de turno", a la cual hay que adaptarse para seguir obteniendo el beneficio.

Así también desde un discurso más elaborado, algunos beneficiarios lo leen como una superación del mero asistencialismo y reemplazan la lectura anterior, por otra donde el azúcar debe ser comprada por ellos, y donde lo que se plantea es la inclusión de alimentos dulces y rendidores que puedan reemplazar los preparados que exigen del azúcar. Las galletitas o masitas6, es un ejemplo. En algunos módulos se asignan paquetes, pero en términos de los beneficiarios "no alcanzan" o "no siempre les gusta a los chicos". Si a esto se le suman las dificultades (y a veces la ausencia) de hornos para la cocción, el pedido de este tipo de alimentos se traslada al del cereal.

En este segundo caso, se podría hablar de un "hambre del significante azúcar"7. Lo que se demanda tiene un alcance distinto: se le está reclamando al plan (e indirectamente al Estado) la garantía del acceso a un bien que "distingue" una forma de alimentarse de otras propias de sectores con mayores ingresos. Es la posibilidad de darse ciertos gustos, donde el pedido no es por algo que, como en el primer caso se define como "básico", sino por el hecho de poder comer "como se quiere". En este sentido se ubica al "hambre de significante" o a la comida como "premio" dentro de la comensalidad (Casilla 4).

En cuanto a la yerba, ninguno de los beneficiarios entrevistados mencionó su ausencia (que es total en los tres módulos del programa) pero si se observaron comentarios al respecto en los talleres y el personal técnico hizo referencia a opiniones de los beneficiarios en diversas circunstancias. El equipo de la municipalidad cree que la ausencia de quejas al respecto se debe a los talleres nutricionales. Es imposible saber si esta aseveración es correcta pero es importante leerla en relación a lo comentado con el azúcar: no existe la idea del "hambre del significante yerba", pues no se la vincula con la idea de "distinción". Por otro lado las diferencias de precio hacen más fácil su acceso, y el énfasis puesto en los talleres para disminuir el lugar central del mate, han tenido como resultado la ausencia de reclamos al respecto, aunque no su reemplazo como alimento trazador a nivel de las prácticas (Casillas 1 y 3).

Se interrogó también al respecto de las estrategias utilizadas por los hogares para optimizar el uso de la alimentación (Casillas 1, 3 y 5). Algunas de las estrategias más importantes se pueden agrupar de la siguiente manera:

Preparación de la comida: alimentos rendidores, guisos, preparados caseros, etc.
Distribución y racionalización de la comida: eliminación de comidas consideradas superficiales, raciones diferenciadas según necesidades establecidas al interior de la familia, ayuno o reemplazo por mate.
Aprovechamiento de redes y asistencia social: comedores escolares, reclamo a servicios sociales, redes de beneficencia
Uso de alternativas en el mercado formal e informal de alimentos: ofertas en negocios, vendedores ambulantes. Comercialización de alimentos del vale que no se consumen (lo cual está prohibido, pero se hace igual)
Autoexplotación: cirujeo, pequeñas huertas, changas por comida.

Por supuesto este listado de prácticas no es exhaustivo, y su presentación en estos términos es simplemente ilustrativa. Tampoco todas son valoradas de la misma manera por todos los beneficiarios. Por ejemplo, mientras algunos salen a cirujear para completar los alimentos necesarios, otros prefieren pedir alimentos y otros envían a los hijos con un familiar que pueda alimentarlos.

Los obstáculos mayores que se detectaron se refieren a las prácticas y representaciones indicadas en las casillas 5 y 6. El programa era uno en un universo de políticas que, la mayoría de las veces sólo asisten a la población sin promoción de las mismas. En este contexto los beneficiarios, desarrollan en algunos casos, estrategias vinculadas al asistencialismo (adopción de conductas pasivas, requerimientos constantes y cada vez mayores, etc). En otros los objetivos de éste entran en contradicción con otros programas (se desarticularon actividades comunitarias vinculadas a comedores, se promueve a la mujer en el ámbito doméstico y no en el laboral- productivo). Por último, los objetivos de este programa implican importantes sumas destinadas a su sostenimiento y la incorporación de los hogares ha sido paulatina, por lo que lo que se ha categorizado al programa como "elitista" y en la actualidad se lo ha desactivado8.

Podría decirse que el análisis de las estrategias familiares determina un espacio de cuatro coordenadas a partir de las cuales se ubicarían las prácticas y representaciones a evaluar a partir de la ejecución del programa:

Gráfico 2- Coordenadas para el análisis del programa

Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Mundial, 2002

Las prácticas y representaciones sobre los alimentos se ejecutan en el contexto del hogar. En este sentido, es fundamental (más allá de las características que revista la familia) la existencia de alguien que ejecute el rol de planificación, distribución y manejo de las comidas. Se observó que aquellos hogares que se encuentran más desprovistos de este capital (recursos sobre los alimentos y la comensalidad) necesitan un acompañamiento especial, y sólo están en condiciones de superar estructuralmente la situación de necesidad alimentaria, si se articula (a la manera de un escalón o etapa) este programa con otras instancias de intervención.

Esto se vincula con los otros dos ejes: el análisis arroja como otro principal problema la coexistencia de diversas necesidades familiares, y de distintas políticas de intervención social que conviven de manera superpuesta y a veces, hasta contradictoria, lo que apunta a la necesidad de mejorar en el diseño de políticas sociales, diversificando y articulando los procesos de intervención social.

En general, las familias plantean como beneficioso el hecho de "hacer ellas las compras" y poder diversificar las comidas, así como el aprovisionamiento de elementos de cocina y de limpieza. También se resaltaba que la relación con los hijos mejora y se fortalece la familia al compartir la "mesa". Con esto se subraya lo que se planteaba al principio acerca de la importancia de la dimensión de socialización dentro de las EFV. Pero sus estrategias se ven condicionadas por necesidades inmediatas que entran en colisión con la idea de autonomía y libre elección. Aparece la idea de "tutela" sobre el qué y cómo comer: el Estado (a partir del programa) indica qué es apropiado para comer teniendo en cuenta criterios nutricionales a mediano plazo dado que las prácticas desarrolladas por las familias, satisfacen momentáneamente pero generan carencias nutricionales futuras Por eso hablamos de "estrategias entrampadas".

Este último concepto es un emergente de los datos evaluados a la luz de las teorías económicas de "trampas de pobreza" que señalan de esta manera a situaciones de vulnerabilidad de hogares/ individuos pobres, donde las mejoras en sus condiciones de vida no son tales (si se las considera en forma relativa con el resto de la población) o sólo lo son en términos transitorios.

A partir de este concepto se observó que aquellos que se encuentran más desprovistos de capital9 suelen ser los que más rápidamente acuden a la ayuda por parte del Estado y prefieren políticas más asistencialistas por tener menos requerimientos ("no hay que ir a talleres, ni cursos") y los resultados de la capacitación no se cristalizan en mejoras en la nutrición10.

En general, se plantea la búsqueda del precio como el eje sobre el cual se deciden todas las prácticas. En términos de selección de alimentos, siempre se antepone que el mismo sea "rendidor". Esto quiere decir que por bajo costo, se disponga de una comida abundante que genere efecto de saciedad. Desde esta perspectiva, las harinas y los derivados de la misma, son los principales elegidos.

Los alimentos ricos en proteínas y fibras (carnes y vegetales) son relegados a un segundo plano por distintas razones. Su costo, la dificultad para mantenerlos (ausencia de heladeras, de recipientes, etc), las dificultades para la preparación (falta de horno, de combustible o de agua potable en la casa), problemas que ocasiona la ingesta (por falta de piezas dentarias, intolerancia estomacal, etc) son los argumentos más frecuentes. A esto se suma que estos alimentan "no llenan".

El problema no es al corto plazo: los alimentos ricos en hidratos de carbono (harinas), y el azúcar ingeridas con el mate, hacen que estas estrategias sean exitosas al permitir satisfacer el hambre a bajo costo con alimentos considerados "buenos" por ser ricos y rendidores; pero fracasan ante la escasez de nutrientes que impiden un desarrollo idóneo. Las tallas por debajo de lo normal, el aumento de las enfermedades en estos sectores, y la caída de la esperanza de vida son algunos de los principales indicadores, "camuflados" en cuerpos "bajos y gordos" que alejan el fantasma de la desnutrición reemplazándolo por el de una malnutrición crónica que pone en jaque el desarrollo de las capacidades de las familias de estos sectores sociales.

He ahí la "trampa", y la misma se refuerza por la idea de que los sectores sociales medios y altos (desde el discurso de estos hogares) no saben comer: "comen poco", "en porciones pequeñas, de cosas con gusto a nada", "y después se matan a dieta, en vez de arreglárselas con un mate amargo". Existe una fuerte contradicción entre el logro de objetivos actuales (lograr una ingesta que permita desarrollar las actividades cotidianas) y los futuros (desarrollo de capacidades y acceso a oportunidades de todos los miembros de las familiar). Esta contradicción ("trampa") observada en el nivel micro, implica en sí misma una "trampa" en el nivel macro. Si se define al desarrollo humano como "el proceso de ampliación de las oportunidades y capacidades de las personas y las comunidades" (CDH Bs.As, 2005: 20), demás está decir que la existencia extendida de este tipo de estrategia, que garantiza la reproducción de capacidades y oportunidades de manera desigual (y quizá las profundiza); impide el desarrollo a nivel macro- social.

II- HACIA UN INDICE DE SEGURIDAD ALIMENTARIA DEL HOGAR

Strauss y Corbin afirman que "métodos cualitativos pueden ser usados para descubrir y comprender lo que se oculta detrás de cualquier fenómeno sobre el cual poco es todavía conocido" (Strauss y Corbin, 1991: 7). En efecto, nuestra investigación no es producto o continuación de estudios anteriores sobre el mismo o similar problema de investigación sino una formulación original a fin de captar las dimensiones de un fenómeno en curso. Precisamente los hallazgos de investigación cualitativa "pueden ser usados para clarificar e ilustrar hallazgos cuantitativos, construir instrumentos de investigación, desarrollar políticas, evaluar programas..." (Strauss y Corbin, 1991: 9).

Esta última ventaja es la que se presenta en este apartado: se avanza en la construcción de instrumentos (índices) que permiten la observación de relaciones entre conceptos y particularidades específicas en poblaciones más amplias, o en la misma durante un período prolongado en el tiempo.

Esta construcción, permite sistematizar la información recolectada sobre distintas dimensiones, y de ser necesario, incorporar alguna nueva. También puede ser georeferenciada (programa GIS) a fin de construir "mapas de seguridad alimentaria", que se articulen con otros de calidad de vida, condiciones habitacionales, etc.

En la actualidad no encontramos a mitad de camino, tratando de plantear indicadores sobre las dimensiones señaladas y categorías para cada uno de los mismos. La aplicación de una primera versión del índice, podrá mejorar y precisar el contenido del mismo, reemplazando un contenido por otro o re- elaborando los ya existentes.

Para poder llegar a esta forma de recolección de datos y con el propósito de evaluar la seguridad alimentaria de los hogares de manera regular, se inició la construcción de un índice a partir de las categorías emergentes en el análisis de las estrategias de consumo.

Teniendo en cuenta los indicadores cualitativos de la SAN (Maxwell y Frankenberger, 1992), y a partir de las tres dimensiones emergentes de los entrevistados al hablar de "comida": 1- Alimentos, 2- Comensalidad y 3- Relaciones con otros factores, se plantea una primer propuesta para observar la seguridad alimentaria de los hogares. O sea que, siguiendo los postulados de la teoría emergente desarrollada por Glasser y Strauss, se intenta listar una serie de indicadores que permitan medir el concepto teórico de seguridad (inseguridad) alimentaria.

1- ALIMENTOS
Acceso a alimentos
- posibilidad en la elección de alimentos
- alimentos trazadores con bajo contenido nutricional
- diversidad en la alimentación
- Uso de alternativas en el mercado formal de alimentos (ej: ofertas)
- Uso de alternativas en mercado informal de alimentos (ej: vendedores ambulantes)
- Autoexploración (ej: cirujeo, pequeñas huertas, changas por comida)
- Fuentes de agua potable (calidad, cercanía, etc)

Preparación y mantenimiento de alimentos
- Cocción de su propia comida
- Elección de comida (cómo y qué se prepara)
- Modo de preparación (fritura, hervido, asado, etc)
- Existencia de artefactos y muebles para mantenimiento y cocción (heladera y horno)
- Existencia de utensilios de cocina (cacerolas, vajilla)
- Disponibilidad y almacenamiento de agua potable y gas/ combustible en la vivienda.

Representaciones sobre los alimentos
- Alimentos "ricos"
- Alimentos rendidores-saciadores.
- Comida como premio: "postre".
- Alimentos "sanos" o "que pueden comerse" (por faltas de piezas dentarias, intolerancia estomacal, etc.).

2- COMENSALIDAD
- Relación con los hijos
- Comensalidad familiar: socialización
- Cantidad de comidas realizadas
- Distribución y racionalización de la comida entre los integrantes.
- Existencia y manejo de grupos de riesgo (enfermos, embarazadas, lactantes, ancianos)
- Comensalidad institucionalizada (ej: comedores escolares)
- Existencia en el hogar de muebles para comensalidad familiar: mesas y sillas.

3- RELACIONES CON OTROS FACTORES
- Dependencia del Estado en satisfacción de necesidades alimentarias.
- Condición de actividad de miembros del hogar.
- Ingresos per capita (monto, características, estabilidad)
- Reproducción de la desigualdad en "estilos" alimentarios: "hambre de significantes" (Aguirre, 2003: 275-276)
- Problemáticas en desarrollo de vida cotidiana por problemas alimentarios.
- Desarrollo de redes sociales en mejora de alimentación

CONCLUSION

A partir de un trabajo empírico realizado en la ciudad de Bahía Blanca, se han presentado someramente las bondades del enfoque metodológico de las estrategias de consumo en el abordaje de la pobreza. El recorte implícito en dichos conceptos permite por un lado reconstruir de manera holísitica prácticas y representaciones de los distintos agentes que componen el hogar; a la vez que vincula los mismos con el contexto de aplicación de un programa alimentario. Sintéticamente el concepto de "estrategias familiares" permitió relacionar estos comportamientos, representaciones y trayectorias con la capacidad de los hogares para superar distintas problemáticas alimentarias.

En la búsqueda por comprender las coincidencias y divergencias entre prácticas y representaciones de los agentes, con las promovidas por el programa, se pudieron identificar y profundizar aquellas vinculadas a la seguridad alimentaria familiar. En este sentido se abarcaron muchas dimensiones culturales incorporando la perspectiva del actor, que hubiese quedado oculta ante la aplicación de las técnicas cuantitativas tradicionales. Además, el objeto de estudio construido no focalizó en el individuo, sino en la unidad funcional de la familia. No se partió de un concepto a priori de la definición de "familia", pero es importante señalar que en ningún punto se la consideró como una categoría normativa acerca de lo que la familia "debería ser". Es un recorte del conjunto de prácticas cotidianas realizadas por agentes vinculados por parentesco con relativa autonomía con respecto a otras unidades similares. Como se comentó con anterioridad la selección de esta unidad se relaciona con que son las familias (y no los individuos), el ámbito de decisión de las actividades relacionadas con la ingesta de alimentos. El fortalecimiento familiar (contemplado en el programa que debió ser evaluado) se constituye en una herramienta fundamental para el desarrollo de las capacidades de estos hogares, generando una promoción autónoma por parte de los mismos.

Además de permitir avanzar en la construcción de un elemento standarizado como un índice, que favorece el diseño y evaluación de políticas (en este caso alimentarias), el análisis de las estrategias familiares, pone en evidencia la existencia de trampas de pobreza, muchas veces promovidas desde las propias políticas que intentan luchar contra este problema. Dicho de otra manera, el análisis de las estrategias que se constituyen con un éxito inmediato en la resolución de la problemática puntual de la comida, permitió también observar como se generan nuevas dificultades que quedan ocultas y se perciben luego de un período de tiempo mayor.

Los conceptos de "libertad/ autonomía" constituyen un polo opuesto al de "necesidad/carencia" en estos hogares, generando un espacio donde los programas sociales actúan fluctuantemente bajo la idea de "tutela", sin que sea evaluado correctamente el efecto- trampa que dichos programas generan: son exitosos en lo inmediato, pero no a largo plazo. Garantizan calidad nutricional pero sin respetar las prácticas y representaciones de las personas, o pueden generar mejoras nutricionales pero fomentando representaciones asistenciales del Estado, desmovilizando al agente e imposibilitando la superación de la situación de exclusión.

Algunas de las conclusiones a las que se arribó en la aplicación de la categoría estrategias familiares al programa bahiense, permiten materializar las bondades en el uso de este tipo de evaluación sobre las políticas alimentarias:
1. Se facilitó la identificación de diversas necesidades y dinámicas familiares, todas ellas unificadas y homologadas en la perspectiva de un solo programa. Si el accionar del mismo, en algunos casos promovió la seguridad alimentaria de los hogares, en otros más desprovistos de capital, el ingreso al programa se constituyó en una "trampa", pues esta modalidad (a través de vales y fomentando autonomía en el consumo) suponía una serie de prácticas y representaciones de las que estos hogares no disponían. Por eso se considera fundamental mejorar, diversificar y articular los procesos de intervención social, vigilando constantemente la aparición de las mencionadas trampas.
2. Las principales ventajas del programa se encuentran en su enfoque transdisciplinario y en la adecuación de los talleres de fortalecimiento familiar y nutricional a las necesidades y características específicas de los hogares beneficiados. Estos aspectos vinculados directamente con la perspectiva del actor, son fundamentales para el sostenimiento de las políticas públicas modernas y sólo pueden ser abordados por metodologías cualitativas.
3. Se posibilita la conexión micro y macro social de la desigualdad a través de la relación entre estrategias familiares y trampas de pobreza ("estrategias entrampadas"). Las "trampas de pobreza" de la economía (de carácter macro y material), se cristalizan, se producen y reproducen en las estrategias familiares (de carácter micro y no sólo materiales, sino también simbólicas). Es en este espacio interdisciplinario donde puede avanzarse, profundizando y mejorando categorías de análisis, que permitan el análisis del desarrollo humano en ambos niveles.
4. Esta metodología también favorece el desarrollo de otros instrumentos cuantitativos, como la construcción de índices, que hacen transferible la identificación de posibles estrategias entrampadas en universos más amplios.

Finalmente, el análisis de la seguridad alimentaria de los hogares pobres desde la perspectiva de las estrategias familiares, evidencia un tema fundamental para la Argentina: el de la inequidad alimentaria. Inequidad que se expresa tanto en desigual distribución de ingresos como en una desigual distribución de poder y capital simbólico. Inequidad interiorizada en los agentes como "natural" e invisible a enfoques metodológicos que no profundizan en esas representaciones que condicionan las prácticas alimentarias. Inequidad que debe ser zanjada para definir una política social como eficiente en la superación de la pobreza.

Notas
1 El programa materno-Infantil y el Programa de comedores Escolares, desde 1970, son los primeros antecedentes de programas con cobertura nacional a partir de una concepción universalista de la cobertura. Entre 1983 y 1989, y luego de una profunda crisis socioeconómica iniciada desde fines de los '70, se instaura el primer programa alimentario masivo: el Programa Alimentario Nacional (PAN).
2 Entre los primeros se destaca la implementación del Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados (transferencia directa de ingresos a las familias), en Salud el Programa Remediar (abastecimiento de botiquines con remedios e insumos esenciales en centros de salud) y entre los Alimentarios, la implementación del PEA y Fopar (comedores Comunitarios).
3 Existen diferencias en las conceptualizaciones elaboradas por estos autores, y tampoco la lista es exhaustiva. Por otro lado, muchas veces el interés no está puesto en los problemas vinculados a la alimentación, pero todos ellos remiten al análisis de "estrategias familiares".
4 En la traducción realizada por la Maestría en Metodología de la Investigación de la Universidad Nacional de Entre Ríos las páginas no están numeradas.
5 Esta información surgió de las entrevistas y grupos con los beneficiarios; y de las entrevistas con el personal del equipo municipal y de distintos profesionales del área de salud, que es el área que centraliza el programa contra la desnutrición.
6 La palabra "masitas" es usada en el interior de nuestro país para denominar a las galletitas dulces. No debe confundirse esto con el uso que se le da en la Ciudad de Buenos Aires para hacer referencia a las masas finas o secas de pastelería.
7 Esta expresión es una adaptación de la utilizada por Aguirre (2003) al hacer referencia al "hambre del significante carne". Ver pp. 275-276.
8 Esta es otra de las razones por las cuales no se ha podido continuar con la comparación con lo que sucede en otros sectores de la ciudad. Además no ha sido producto de nuestra investigación la mencionada categorización, sino de nuevas autoridades que dispusieron el reemplazo de los vales por tarjetas magnéticas con un valor en pesos igual al del módulo menor, y la eliminación de los talleres nutricionales y de fortalecimiento familiar, así como del control antropométrico.
9 Se habla de capital en sentido bourdiano: específicamente de los tipos económicos, sociales y educativos.
10 Como parte del estudio se analizó la relación entre educación y mejoras en el estado nutricional de los niños menores de 14 años, así como las diferencias en esta última variable y las condiciones del barrio donde vivían, encontrándose asociaciones positivas. Estos resultados se presentan en el trabajo de Formichella (2005).

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