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Cuadernos del Sur. Filosofía

versión impresa ISSN 1668-7434

Cuad. Sur, Filos.  n.36 Bahía Blanca  2007

 

Civilización y Barbarie en la Argentina de hoy

Lic. Diana Pogliaga1

* UBA - USAL - UBACyT
E-mail: correodedi@yahoo.com.ar

Resumen
El aporte de este artículo es pensar la problemática de "civilización y barbarie", tomando tres autores paradigmáticos en diferentes momentos históricos de la Argentina: Sarmiento, hombre de la Generación del 37, autor de Facundo, Civilización y Barbarie escrito en 1845 en Chile durante su exilio del gobierno rosista, Leopoldo Lugones, considerado el poeta de la patria que presenta su libro El Payador ante la elite política argentina en 1913 y Carlos Astrada filósofo contemporáneo, autor del libro El Mito Gaucho de 1948.
Mi propuesta es repensar este tema en el marco de la teoría de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, sobre la función del "significante vacío" en la política, el cual asume contingentemente la función representativa de lo universal.
"Civilización y barbarie", como significante vacío de la construcción de la subjetividad política argentina, está representado en el pensamiento argentino como "unitarios-federales" a mediados del siglo XIX, "liberales- conservadores" entre el siglo XIX y XX y "peronistas- antiperonista" a partir de 1945.

Palabras clave: Civilización; Barbarie; Significante vacío.

Sumary
The contribution of this article, is to think the "civilization and barbarity" problematic, taking three paradigmatic authors in different historical moments of Argentina: Sarmiento, man from the 37th Generation, author of Facundo, Civilización y Barbarie written in 1845, in Chile, during his exile from Rosas government, Leopoldo Lugones considered the homeland poet, presenting his book El Payador before the argentine politics elite in 1913, and Carlos Astrada contemporary philosopher author of the book El Mito Gaucho in 1948.
My proposal is to think over this topic under Ernesto Laclau and Chantal Mouffe theoretical frame, about the function of the "empty signifier" in politics, which assumes contingently the representative function from the universal.
"Civilization and barbarity" as empty signifier from the subjectivity of the argentine politics construction, is represented on the argentine thinking as "unitary - federals" mid XIX century, "liberals - conservatives" between de XIX and XX century and "peronists - antiperonist" from 1945.

Key words: Civilization; Barbarity; Empty signifier.

Recibido: 26/02/07
Aceptado para su publicación: 20/07/07

¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! tu posees el secreto,¡ revélanoslo!

Domingo F. Sarmiento

Recorriendo autores de la envergadura de Sarmiento, Hernández, Lugones, Astrada y Borges, queda siempre el sabor de una Argentina que intenta, sin éxito, la resolución de una histórica contradicción que a través de los años se repite, se hace presente, se ejerce desde los lugares de poder y desde la sociedad. La problemática "civilización y barbarie" analizada por Sarmiento durante el siglo XIX no ha sido superada, ni resuelta, sino que incluso en algunos momentos históricos se ha profundizado provocando luchas, exclusión, y muerte.

El aporte de este artículo es pensar esta problemática de "civilización y barbarie", tomando tres autores paradigmáticos en diferentes momentos históricos de la Argentina: Sarmiento, hombre de la Generación del 37, autor de Facundo, Civilización y Barbarie escrito en 1845 en Chile durante su exilio del gobierno rosista. Leopoldo Lugones, considerado el poeta de la patria que presenta su libro El Payador ante la elite política argentina en 1913 y Carlos Astrada filósofo contemporáneo autor del libro El Mito Gaucho de 1948.

Mi propuesta es repensar esta la problemática en el marco de la teoría de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, considerando al significante "civilización y barbarie" como significante vacío de la construcción de la subjetividad política argentina.

Sarmiento y Facundo

Hombre sagaz y apasionado Sarmiento inicia en Facundo la contradicción del sentir argentino. Este hombre político, escritor, pensador y educador piensa y se discute a si mismo con un único objetivo, "develar la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo" (Sarmiento, 2000: 15), Esta contradicción se verá reflejada en su análisis sobre "civilización y barbarie" oponiendo: la ciudad al campo, y a la floreciente democracia estadounidense con la América Española atrasada sin organización política moderna.

Sarmiento como hombre de la Generación del `37 defiende el progreso económico, social y cultural imbuidos por el romanticismo y por el ideario del liberalismo que apuesta a la construcción de sujetos ciudadanos en una sociedad con una perspectiva de movilidad social en el marco de una nación moderna. Este proyecto de nación civilizada apunta a eliminar la barbarie de la América atrasada, desarrollando una República de hombres libres.

Buenos Aires será el símbolo de la civilización por su riqueza y su desarrollo intelectual, con una posición geográfica privilegiada por estar en contacto con el extranjero. Será la ciudad generadora de la cultura del trabajo y del progreso a partir del desarrollo de sus talleres e industrias.

Pero la civilización no es un bien estable y permanente ya que hay ciudades que se han barbarizado, y han comenzado un período de decadencia como el caso de Cuyo e incluso Buenos Aires que ha cedido a la barbarie por ser el centro del poder rosista, el cual ha obstaculizado el progreso en la Argentina. Por lo tanto la matriz de la civilización es vista como habitada por la barbarie.

Sarmiento se preguntará entonces cómo fundar una nación sobre la nada, sin ninguna tradición, ni cultura a la cual apelar, sin hombres y mujeres dispuestos a laborar para generar una nación industriosa. Describe a la pampa como un desierto, metáfora del vacío que se hace presente en esa extensión desconocida y amenazante que debe ser eliminada o civilizada. Para este autor las grandes extensiones generan el aislamiento del hombre de campo, impidiendo la creación de intereses en común y la conformación de las instituciones políticas modernas o sea, la posibilidad de la construcción de la República.

El campo será la barbarie y la esclavitud ya que su naturaleza salvaje genera gente inculta que solo cría ganado como modo de subsistencia. En la pampa habita el gaucho valiente y audaz, el cual solo ha desarrollado sus habilidades físicas y no su inteligencia, está acostumbrado a las privaciones, a la pobreza y la holgazanería. Este hombre de la tierra considera al hombre de la ciudad como un simple cobarde que no enfrenta los peligros diarios de la naturaleza. Sea gaucho o propietario, el hombre del campo tiene su carácter templado por el paisaje, su mirada es triste y perdida en un horizonte lejano que genera miedo y desazón. El aislamiento provoca un sentimiento de soledad que se asocia con la muerte y el vacío de lo desconocido. Lo peligroso siempre está al asecho, la fantasía y la incertidumbre harán de este hombre un romántico y un soñador devenido en poeta. Estos atributos parecen no permitirle salir de la barbarie y convertirlo en un hombre civilizado. El gaucho lleva en su sangre la barbarie indígena que es la peor de las barbaries, unida a la sangre española teñida por la Inquisición y la religión católica.

Para Sarmiento los valores del hombre de campo se sintetizan en su destreza física, ignorando su inteligencia popular expresada en el "rastreador", "el baqueano" y "el cantor".

La Argentina entonces, se desgarra entre dos civilizaciones: la que remite a la Edad Media, resabio de la España Colonizadora representada en "el cantor" descendiente del trovador, y las ideas del siglo XIX venidas de una Europa culta y de una Norteamérica prometedora y democrática.

Lugones, un Payador

Para Leopoldo Lugones en su libro El Payador, el gaucho desciende de la tradición helénica, proviene de la casta hercúlea y trae consigo a los trovadores y paladines que subsistieron en España como marca de la raza gótica. Será la belleza, expansión de la vida espiritual, la que evidencia el vínculo fundamental de la raza unida a la libertad símbolo de la raza helénica, mas la verdad y la disciplina de la raza gótica.

Lugones entiende que para arribar a la civilidad es necesario alcanzar belleza y libertad obteniendo de esa manera una mayor eficiencia. A partir de este concepto el mito gaucho hercúleo queda cancelado y con él la barbarie. A partir de ahí es necesario mirar hacia adelante permitiendo construir un Estado basado en los principios de la libertad. El mito es ahistórico y construye una etnia épica que recuerda a las pinturas de Prilidiano Peyrredon sobre el paisaje de la pampa argentina.

El mito paraliza la historia, el gaucho se ha extinguido y comienza una nueva historia. El gaucho debe desaparecer para dar paso al progreso, a "la civilización como forma de la actividad humana, es una marcha hacia el bien, materializado en mejoras físicas y morales" (Lugones 1944: 349), pero como toda nación debe tener su canto épico, en la Argentina éste será el Martín Fierro. Este símbolo de la nacionalidad ya no debe hacerse en lenguaje gaucho sino en lenguaje culto, apropiándose éste del lenguaje popular. De esa manera la lengua gaucha ya no pertenece a la cultura popular sino a la cultura letrada de los sectores dirigentes. De este modo Lugones es el mensajero entre el poema de Hernandez y la clase dirigente argentina.

Astrada, el gaucho

Carlos Astrada invertirá o resignificará muchos de los conceptos explicados anteriormente en su libro El Mito Gaucho. Para él tanto la fundamentación unida a la raza o a la antropología cultural no tiene ningún valor para entender al mito del Martín Fierro.

El mito gaucho forjado en el origen, es el mito de la comunidad, que permitirá la conformación de la gauchocracia o democracia gaucha, que tendrá relación con el origen telúrico del gaucho en oposición a la parodia de la democracia representativa en la cual el mito se pierde y se desvanece. El mito se revela poéticamente en el Martín Fierro, pero no es solo estético como en Lugones sino que es real, el mito es lo que se resignifica en la cultura, en las vivencias cotidianas expresándose en la poesía. Por lo tanto es dinámico, viviente, no está cancelado en la memoria de los hombres sino que se le aparece en sus andares y pensamientos, penetrando en la vida y dándole forma. De este modo el mito deja de ser ahistórico como para Lugones, sino que está inserto en la historia misma del pueblo dándole el impulso para proyectarse hacia el futuro. El mito se hace verdaderamente presente cuanto puede traspasar sus propios límites y genera un acontecimiento histórico revolucionario que lo vivifica y lo hace presente en toda su completud. El mito del Martín Fierro tiene un carácter social, político y popular ya que no solo está en el origen sino que se constituye en utopía, excusa que hace que los hombres puedan mantenerse en acción y desarrollen sus propios valores. La barbarie representada en el gaucho para Sarmiento y Lugones, en Astrada será en tal caso una "barbarie inocente" ya que el gaucho ha sido postergado en su educación y es inocente en su primitividad. Pero la verdadera barbarie es la de los hombres "cultos", adictos a la civilización extranjera que levantan las banderas de las democracias occidentales y cristianas. A esta barbarie Astrada la llama "barbarie moral" siendo su mayor exponente Sarmiento.

La relación entre política y significante vacío

El significante vacío es un significante sin significado que solo puede surgir si la significación está habitada por una imposibilidad estructural, la cual puede significarse a si misma como interrupción o quiebre del proceso de significación, siendo aquello que constituye la condición de posibilidad de un sistema significativo- sus límites- y a su vez su condición de imposibilidad, o sea un bloqueo en la expansión continua del proceso de significación.

Los límites auténticos siempre presuponen una exclusión, son antagónicos - ni contradictorios, ni opuestos- ya que la relación no surge de identidades plenas sino de la imposibilidad de constitución de las mismas. Pero tampoco lo es la fuerza que se antagoniza.: su ser objetivo es un símbolo de su no ser y de ese modo, es desbordado por una pluralidad de sentidos que impide fijarlos como positividad plena. El antagonismo es el límite de la imposibilidad de una sutura última, es la experiencia del límite de lo social.

El operar esta lógica de los límites excluyentes tiene una serie de efectos necesarios que se extiende a ambos lados del límite y que provocan en forma directa la emergencia de los significantes vacíos, o sea significantes de la pura cancelación de toda diferencia. Aquello que está excluido del sistema funda a este último en un acto que, yendo mas allá de las diferencias positivas que lo constituyen, muestra a todas ellas como expresiones equivalentes del puro principio de positividad. Esto anuncia la posibilidad de un significante vacío. Lo que está mas allá de la frontera de exclusión es reducido a la pura negatividad, o sea a la pura amenaza que a su vez constituye al sistema. Solo si ese más allá pasa a ser el significante de la pura amenaza, de la pura negatividad, de lo simplemente excluido, puede haber límites y sistema.

Todos lo medios de representación son por naturaleza diferenciales, solo si el carácter diferencial de las unidades significativas es subvertidos, solo si los significantes se vacían de todo vínculo con significados particulares y asumen el papel de representar el puro ser del sistema es que tal significación es posible. Solo privilegiando la dimensión de equivalencia, hasta el punto en que su carácter diferencial es casi enteramente anulado, es que el sistema puede significarse a si mismo como totalidad.

Por lo tanto el sistema es representado a través de significantes vacíos, siendo todo resultado inestable entre equivalencia y diferencia. Esto implica que estamos frente a una falta constitutiva que es imposible de representar adecuadamente.

Los significantes vacíos pueden existir dentro del campo de la significación porque todo sistema significativo está estructurado en torno a un lugar vacío que resulta de la imposibilidad de producir un objeto que es requerido por el sistema. Este objeto carece de los medio de representación adecuada o directa, esto solo puede implicar que el significante que es vaciado a los efectos de asumir la función representativa sea siempre constitutivamente inadecuado.

La función de los significantes vacíos es renunciar a su identidad, o sea a su diferencia, y a los efectos de representar la identidad puramente equivalencial de un espacio comunitario. La pura función que representa una plenitud ausente y que se muestra a través de la disolución tendencial de todas las identidades diferenciales, es algo que no puede tener un significado propio y fijo. El vaciamiento de un significante de aquello que lo liga a un significado diferencial y particular es lo que hace posible la emergencia de un significante vacío.

Significante vacío y hegemonía

Si pensamos la hegemonía como articulación y que esta articulación es una práctica que constituye y organiza las relaciones sociales, hegemonizar es recomponer estas relaciones de manera tal que terminan modificadas a partir de esta práctica. La construcción política es el resultado de la emergencia de un equivalente general que simbólicamente demuestra la relación que se ha producido.

Como el sistema no puede ser representado, pero necesita mostrarse en el campo de la representación, las particularidades asumirán en forma contingente esa función representativa.

Ahora bien, la afirmación de la particularidad requiere apelar a algo que la trascienda o sea que las diferentes particularidades apelan como constitución misma a principios universales. Aquí se dirime el ser o no ser. Afirmar la propia identidad diferencial significa, incluir en esa identidad al otro como aquel del cual uno se delimita. La lógica de la diferencia gobierna la relación entre los grupos sociales, pero esta lógica es interrumpida por la lógica de la equivalencia. De este modo las diferentes particularidades apelan como condición misma de su constitución a principios universales.

La universalidad es un lugar vacío, es un intento de desustancialización, ya que las identidades al ser formales se relacionan a partir de normas y principios que van más allá del particularismo. Es el momento articulatorio que unifica las demandas equivalenciales, en forma transitoria, que se presenta como "algo idéntico" compartido por todos los términos de esta cadena equivalencial. Su función es la de producir esta lógica, la cual debe permanecer abierta y como tal contingente. Por lo tanto lo universal carece de fundamento y está sometido a procesos contradictorios de contextualización y descontextualización. La política será entonces, esa operación que intenta colmar con una variedad de formas discursivas la imposibilidad de un fundamento universal.

La operación hegemónica será la presentación de un grupo como encarnación del significante vacío haciendo referencia al orden comunitario como ausencia, como objetivo no realizado. Por lo tanto hegemonizar algo significa llenar el vacío.

De este modo la política es posible por la imposibilidad constitutiva de la sociedad y solo puede representarse a si misma a través de la producción de significantes vacíos.

De esta manera la hegemonía es siempre inestable y penetrada por una constitutiva ambigüedad. Como el sistema no puede ser representado pero necesita mostrarse en el campo de la representación, los medios de esta representación serán los particulares que asumen en forma contingente esa función representativa. La relación de lo universal y lo particular es entonces una relación hegemónica

Civilización y barbarie

A partir de estos conceptos se podría pensar en primera instancia que la civilización, como significante vacío, excluye del sistema a la barbarie como aquello que representa la amenaza, lo que pertenece puramente al orden de la negatividad. Pero Sarmiento habla de "civilización y barbarie" siendo éste el significante vacío que aglutina los antagonismos históricos de la Argentina, la lucha por su apropiación ha visto unitarios-federales, liberales-conservadores y peronistas-antiperonistas. El significante al ser pura forma es susceptible de ser llenado por diferentes contenidos históricamente determinados.

En Sarmiento la civilización constituye el término positivo representado por la ciudad, más específicamente Buenos Aires, con hábitos morales y culturales típicamente europeos. La barbarie es el mundo animal temido y amenazante, es el desierto, con hombres que guían sus vidas por sus instintos y no por la razón. Este desierto es el que hay que civilizar y poblar.

En el análisis de Lugones la intención de cancelar la barbarie no hace mas que reinsertarla como mito que sustenta la nación para dar paso al progreso, símbolo de la civilización definida en términos de libertad y belleza. Para esa época la elite roquista ha perdido poder y ya se ha sancionado la Ley Saenz Peña de 1912. Empiezan a escucharse otras voces que avecinan el cambio político en la Argentina y la aparición de un nuevo ciudadano con derechos civiles y políticos.

Astrada intenta explicar la diferencia entre "barbarie inocente" y "barbarie moral", desdoblando la barbarie, dando un carácter mas positivo a la barbarie inocente en tanto posibilitadora de la gauchocracia en oposición a la democracia liberal.

Estos autores, fieles exponentes de la subjetividad argentina, no pueden retirase de esta antinomia que deja implícita la intención del exterminio de su antagonismo, pero también es casi una competencia en términos que, en los diferentes momentos históricos, distintos grupos han tratado de ser la civilización acusando de bárbaros a sus oponentes.

Como lo universal no tiene ni cuerpo ni contenidos, diversos grupos compiten entre si para dar a sus particularismos, de modo temporario, una representación universal. La sociedad genera todo un vocabulario de significantes vacíos cuyos significados temporarios son el resultado de una competencia política. Los particularismos asumen contingentemente la función representativa de lo universal. Esta representación en el pensamiento argentino ha sido unitarios-federales durante mediados del siglo XIX, liberales- conservadores entre el XIX y el XX y peronistas- antiperonista a partir de 1945.

Ahora si un particular en un cierto momento pasa a ser dominante, esto significa que "la particularidad de lo particular es subvertida por esta función de representación universal" (Laclau, 1996: 98) en forma contingente, sutura una identidad particular dislocada y de ese modo cancela todas las diferencias generando una relación de equivalencias que no estaban expresadas a priori. El significante vacío encarna el momento de universalidad en la cadena de equivalencias y su contenido no le es propio sino que le es dado por una articulación transitoria de demandas equivalentes.

Los unitarios, los conservadores o los antiperonistas tanto como sus antagonismos representaban proyectos de país diferentes los cuales se construyeron a los largo de los años como es el caso del surgimiento del peronismo luego de la crisis hegemónica de la Década Infame. Fue el discurso hegemónico peronista el aglutinador del campo popular a partir del descontento por el fraude electoral y la postura de la dirigencia política frente a la Segunda Guerra Mundial, el capital extranjero y la exclusión de la clase obrera del ámbito político.

Desde el Proceso de Reorganización Nacional se ha desarrollado una subjetividad neoliberal en la Argentina pero que aún no ha podido desarrollarse su antagonismo en términos discursivos. Hoy existen muchos discursos que se oponen al neoliberalismo pero ninguno logra ser hegemónico en tanto constitutivo de su antagonismo. Se puede pensar que la barbarie está hoy representada en la Argentina por los diferentes discursos de las agrupaciones piqueteras, las asambleas barriales, o por todos aquellos grupos sociales y políticos que no aprueban el actual sistema. Pero las demandas particulares de estos diferentes grupos no han generado una relación de equivalencia entre ellas que permita una representación universal cancelando todas las diferencias. La pregunta es ¿por qué? lo que puede responderse es que el discurso noeliberal es hoy hegemónico, pero en la frase "que se vayan todos" se puede reconocer un significante vacío que aglutinó temporariamente, en especial en los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001, a todos los discursos que se oponían al discurso hegemónico. Pero este significante se diluyó en tanto la recomposición democrática.

Si como relata Laclau y Mouffe la sociedad cambia a lo largo del tiempo a partir de un orden social parcial y amenazado por el conflicto, en un proceso permanente de producción de significantes vacíos temporarios, precarios y contingentes, diferentes proyectos competirán en su intento de hegemonizar el discurso posibilitando la interacción democrática y su radicalización.

La política es posible a partir de la imposibilidad constitutiva de la sociedad que solamente puede representarse a si misma a través de la producción de significantes vacíos que hacen referencia al orden comunitario como ausencia y como objetivo no realizado.

Desde esta perspectiva teórica es posible un nuevo discurso en la Argentina antagónico al discurso neoliberal y de ese modo reconstruir el significante vacío "civilización y barbarie", permitiendo esta ambigüedad irresuelta que habilita y habita la política argentina.

Bibliografía
1. Astrada, Carlos, El Mito Gaucho, Ediciones Cruz del Sur, Buenos Aires, 1964
2. Laclau, Ernesto, Emancipación y Diferencia, "Sujeto de la política, política del sujeto", "¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política?", Ariel, Argentina, 1996.
3. Laclau, Ernesto, Mouffe, Chantal, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2004.
4. Laclau, Ernesto, Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1993
5. Lugones, Leopoldo, El Payador, Ediciones Centurión, Buenos Aires, 1944.
6. Rojas, Ricardo, El pensamiento vivo de Sarmiento, Losada, 1983.
7. Sarmiento, Domingo, Entre dos mundos, en Rojas, Ricardo, El pensamiento vivo de Sarmiento, Losada, 1983.
8. Sarmiento, Domingo, Facundo, Civilización y Barbarie, Bureau Editor, Ramos Mejía provincia de Buenos Aires, 2000.